Al iniciarse el siglo XIX, Napoleón Bonaparte era dictador de Francia. Su mandato como primer cónsul duraba diez años. Los otros dos cónsules estaban dominados por él y no contaban. Reorganizó el gobierno con mano firme y no tardó en dar muestras de una eficacia que Francia nunca había conocido antes. Gran parte del sistema entonces implantado ha pervivido en el país hasta nuestros días. En este punto, Bonaparte hubiera accedido de buen grado a la paz, pero sólo si se aceptaban sus condiciones.
Rusia había abandonado la segunda coalición disgustada por la falta de cooperación de Austria, pero ésta seguía en guerra. Había recuperado la mayor parte de Italia gracias a Suvórov, y estaba ansiosa por hacerse con las últimas posesiones francesas. Había puesto sitio a Génova, y el general Masséna, que se apoderó de Suiza dos años antes, se vio obligado a rendir la plaza el 4 de junio de 1800, tras sufrir penalidades a causa del hambre. En tales circunstancias, la paz era impensable para Bonaparte. Tenía que pasar a la acción. Así pues, Bonaparte lanzó su "segunda campaña italiana". Cruzó los Alpes en mayo de 1800, y si bien fue tarde para salvar Génova, llegó a Marengo, a unos 80 km al norte de aquella ciudad.
Allí se encontró frente a un ejército austríaco mandado por Michael Friedrich von Melas (1729-1806) el 14 de junio de 1800. Bonaparte estaba desbordado por el número de sus enemigos, y al parecer no esperaba encontrarse con los austríacos en aquel punto. Estos llevaron la mejor parte al principio, y Melas, convencido de que había ganado, ya se retiraba cuando los franceses recibieron refuerzos y volvieron al ataque. La batalla de Marengo concluyó con una completa derrota de los austríacos, y el noroeste de Italia volvió a manos de Bonaparte. En Alemania, los austríacos fueron derrotados por el general francés Victor Moreau en Hohenlinden, en el sur de Baviera, el 3 de diciembre de 1800. Vencida en Alemania e Italia, Austria hubo de hacer la paz, y ésta se firmó en el tratado de Luneville, en Lorena, el 9 de febrero de 1801. Sus cláusulas establecían que Italia volvía a la situación anterior a la intervención de Suvórov. Francia se anexionó también todo el territorio al oeste del Rin.
España fue obligada a ceder el territorio de Luisiana al oeste del Mississippi, con lo que Francia recuperaba (al menos temporalmente) parte de su Imperio norteamericano, que perdiera cuarenta años antes. En Egipto la situación no era tan favorable para Francia. El ejército que Bonaparte había dejado allí se encontraba en punto muerto. El general Jean-Baptiste Kléber (1753-1800) era un hombre competente, y el 20 de marzo de 1800 derrotó a los turcos y tomó El Cairo. El 14 de junio siguiente, el mismo día de la batalla de Marengo, Kléber fue asesinado por un egipcio, y después de este suceso el fin era sólo cuestión de tiempo. Una fuerza turcobritánica efectuó un desembarco anfibio en Abukir, cerca de Alejandría, el 8 de marzo de 1801. En julio, esa fuerza se apoderó de El Cairo, y en agosto, de Alejandría. El 31 de agosto de 1801, el ejército francés en Egipto se rindió y se le permitió regresar a Francia. Una vez resuelta la cuestión egipcia, Francia y Gran Bretaña pudieron firmar la paz.
Así lo hicieron en el tratado de Amiens, el 27 de marzo de 1802. Sus cláusulas establecían que Gran Bretaña renunciaba a todas sus conquistas excepto Trinidad, arrebatada a España, y Ceilán, tomada a los Países Bajos. Tras diez años de guerra, reinaba en Europa una paz general. Bonaparte aprovechó la oportunidad el 2 de agosto de 1802 para nombrarse cónsul vitalicio, con derecho a elegir sucesor. Esto significaba que era un rey aunque no llevara ese título. Emprendió entonces las tareas propias de una situación de paz. Reorganizó Alemania, barajando estados, ciudades y obispados, reduciendo el Sacro Imperio romano a una sombra levísima de lo que había sido. Promulgó un nuevo código legal para Francia, el "Código napoleónico", que combinaba los principios del viejo Derecho romano justinianeo, que databa de trece siglos antes, con los nuevos principios de la Revolución francesa.
Este código fue su realización más permanente, pues con las oportunas revisiones aún subsiste en la Francia actual. Ha influido asimismo en los sistemas legales de gran parte del mundo, llegando hasta países tan lejanos como el Japón. En cambio, Gran Bretaña y los Estados Unidos continuaron con su sistema, basado en la "common law" inglesa. Pero los logros de Bonaparte en la guerra y en la paz no le valieron la popularidad universal. Continuaba habiendo republicanos que se mostraban resentidos porque había instituido algo muy parecido a una monarquía, y tampoco faltaban realistas que deseaban la entronización de un rey legítimo. Bonaparte adoptó una actitud algo paranoide al respecto. Con la ayuda de su eficaz e implacable ministro de Policía, Joseph Fouché (1759-1820), un antiguo jacobino, descubrió gran número de conspiraciones auténticas o supuestas, que se saldaron con el ahorcamiento de algunos sospechosos y el precipitado exilio de otros.
El general Moreau, el vencedor de Hohenlinden, tuvo que huir a los Estados Unidos. Para aterrorizar a los realistas, Bonaparte secuestró a un inofensivo miembro de la familia real, Louis-Antoine-Henri, duque d'Enghien (1772-1804). Había permanecido viviendo tranquilamente en Baden, un estado alemán situado al este de la frontera francesa, pero fue apresado por las fuerzas francesas, sometido a una parodia de juicio y ejecutado el 20 de marzo de 1804. La falta de justificación de esta sentencia era tan clara, que acabó convirtiéndose en un gran argumento propagandístico contra Bonaparte. En esa época se acuñó la frase "fue peor que un crimen; fue una torpeza". Bonaparte decidió que no se pondría fin a las conspiraciones hasta que quedara claro que si a él lo mataban, algún miembro de su familia le sucedería automáticamente. Por eso quiso convertirse en un monarca coronado. Así pues, el 2 de diciembre de 1804 se coronó emperador de los franceses y reinó como Napoleón I . (A partir de ahora, nos referiremos a él como Napoleón, y no como Bonaparte. ) La coronación marcó el final de la República francesa, que sólo había durado doce años. Napoleón creó una corte y ennobleció a sus generales, pero ahora la nobleza dependía de la capacidad y de los logros, y no del nacimiento. La nueva monarquía se mostró mucho más eficaz que la antigua. Napoleón hubiera conseguido grandes realizaciones si hubiera dejado de guerrear, pero no le fue posible. La paz con Gran Bretaña fue muy incómoda y duró poco más de un año. Ninguna de las partes se fiaba de la otra, y se permitió que se enconaran las diferencias más triviales.
El 16 de mayo de 1803, Gran Bretaña y Francia estaban de nuevo en guerra. Mientras los enemigos se redujeran a esos dos, no era mucho lo que podía hacerse: se trataba de la lucha de un elefante contra una ballena. Gran Bretaña podía bloquear la costa francesa, pero siempre cabía burlar el bloqueo. En cuanto a Francia, Napoleón empezó a acumular barcos para armar una escuadra contra Gran Bretaña, pero sabía que nada podría contra ésta mientras mantuviera el control del canal de la Mancha. Lentamente, sin embargo, Gran Bretaña fue ganando aliados. Pudo contar con Austria, claro está, resentida por haber sido derrotada en dos ocasiones por Napoleón. También estaban Rusia y Suecia, una y otra temerosas del crecimiento continuo de la fuerza de Napoleón. En 1805 estaban dispuestas esas potencias, y se inició la "guerra de la tercera coalición". Napoleón hubo de hacerles frente, sin más ayuda que la muy dudosa de sus regímenes marioneta.
El ejército principal de Napoleón se concentraba en el norte de Francia, donde amenazaba inútilmente con invadir Gran Bretaña. Aparte éste, el único ejército francés considerable estaba al mando de Masséna en el norte de Italia. Y contra este ejército se dirigió la coalición. Napoleón se percató de ello, y planeó actuar de manera inesperada.
Tomó el gran ejército que había reunido en el norte de Francia, y marchó con él, rápida y secretamente, hacia Baviera (tal como había hecho Marlborough un siglo antes), a fin de golpear directamente a una Austria impreparada. Esta fue la "primera campaña austríaca" de Napoleón. Un ejército austríaco, totalmente ignorante de que Napoleón iba a su encuentro, invadió Baviera como si se tratara de un paseo militar. Llegó hasta Ulm, en el curso alto del Danubio. Otro ejército austríaco estaba muy al Sur, y otro ruso muy al Este. Pero el ejército expedicionario francés logró penetrar entre Ulm y los otros dos ejércitos, y el 17 de octubre de 1805, después de una rápida batalla en aquella ciudad, el ejército austríaco allí acantonado fue obligado a rendirse. El 30 de octubre, Masséna derrotó a los austríacos en el norte de Italia, y Napoleón avanzó hacia el Este, penetrando en territorio austríaco.
Editado por Galland, Jueves, 9 de Junio de 2005, 12:46
Lo que es bastante curioso es que Napoleón terminara siendo emperador, cuando era, segun creo, un ferviente defensor de la república.
Otro asunto que deberiamos tratar es su nepotismo, ya que colocó a toda su familia y amigos... ¿Una especie de mafia...? No olvidemos que era corso y, por un año, no nació italiano...
De todas maneras Napoléon es un personaje con muchas facetas y siempre muy atractivo a la hora de estudiarlo
Napoleón fue una persona extraordinaria.....su mentalidad no coincidia con el republicanismo....y en cuanto a su familia...¿quien puede evitar la tentación de eelgir a su propia sangre como colaboradora? lo vemos todos los dias....
En el fondo Napoleón tenía una mentalidad más italiana que francesa, no olvidemos que Corcega perteneción mucho tiempo a la república de Genova, y que por un año Napoleón no fue italiano...
La figura de Napoleón Bonaparte es en verdad fascinante e interesante, en lo particular siento admiración por este personaje histórico, aunque en verdad deploro un poco esa parte donde de auto coronó emperador.
Simón Bolívar asistió a la proclamación de Napoleón Bonaparte como Emperador Francés y después asistió a la coronación de este como Rey de Italia en Milán, encontrándose en Europa, pero perdió respeto por Napoleón al considerarlo traidor a las ideas republicanas.
Ya Bolívar en ese sentido hablaba sobre "la felonía de Bonaparte", sintiendose descepcionado porque justamente un guerrero y político republicano como Bonaparte terminó convirtiéndose en monarca.
Editado por BOLIVARIANO-4F, Sábado, 17 de Septiembre de 2005, 04:36
Escrito originalmente por canal22 Lo que es bastante curioso es que Napoleón terminara siendo emperador, cuando era, segun creo, un ferviente defensor de la república.
Otro asunto que deberiamos tratar es su nepotismo, ya que colocó a toda su familia y amigos... ¿Una especie de mafia...? No olvidemos que era corso y, por un año, no nació italiano...
De todas maneras Napoléon es un personaje con muchas facetas y siempre muy atractivo a la hora de estudiarlo
En realidad no hay nada de "curioso" en ello. Todos los revolucionarios hacen gala de una dialéctica persuasiva en base a ideas difusas y cuyo tenor literal es difícilmente rechazable sin ponerse uno mismo en un compromiso. Pero, en el fondo, y como la Historia demuestra, su único propósito es el de desalojar del Poder a quienes lo ostentan para ponerse ellos en su lugar. Una vez alcanzado su objetivo, la retórica idealista se convierte en práctica tiránica.
Así se demuestra en la Historia desde Julio César (aunque no he tenido tiempo de profundizar en las guerras civiles, me declaro desde mi superficial conocimiento de la época un decidido partidario de Pompeyo) hasta Stalin o Mao, pasando por Napoleón.
El poder corrompe, y eso no fue una excepción para Napoleon, aunque defendiese la república, si se le prestaba la oportunidad de dirigir a toda Francia, ya no solo a sus ejercitos, ¿quién no aceptaria?