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- Soledad nació el 12 de octubre de 1980 en
una clínica de la ciudad de Casilda. Sus padres son Omar y Gricelda, su papá es un
fanático declarado de leyendas de la canción popular como Horacio Guarany, Alfredo
Zitarrosa y José Larralde. En los primeros años, la relación de Soledad con la música
se limitaba a repetir las canciones que le gustaban a su papá y a aprenderse de memoria
otros temas que escuchaba por la radio para luego someter a sus padres como
"sacrificados" oyentes. A los seis años su romance con la música se hizo
oficial y comenzó a tomar clases de órgano, actividad que realizó durante dos años y
abandonó un tanto disconforme para empezar a darle curso a la guitarra.
- El debut frente a un público "de
verdad" fue en Arequito ante unas 600 personas que no pararon de aplaudir a la nena
que cantaba folklore despojada de solemnidades y acartonamientos. Aquella noche pareció
no tener fin. Soledad tuvo que salir varias veces a cantar la última canción que tardó
mucho más de lo previsto en llegar. En aquel tiempo, la Sole tenía 10 años. Gracias a
su paso por varios festivales, Soledad comenzó a ser la atracción de cuanto evento
folklórico se realizara en algún lugar de Córdoba y Santa Fe. Todas las peñas cercanas
a Arequito le requerían y allá iba ella con su hermana y sus padres. Todo esto
significaba un gran sacrificio para su familia (que no disponía siempre de medios
económicos para transportarse de una ciudad a otra) y para ella, que debía cumplir con
las obligaciones del colegio cuando colgaba el poncho, a veces a altas horas de la
madrugada. Los festivales de folklore son el marco ideal para la música y la personalidad
artística de Soledad. Allí, el público está predispuesto para sacar fuera los
sentimientos que afloran cuando la música golpea aquellas fibras que saben como movilizar
emociones. Es entonces cuando todo se vuelve fiesta y el momento vivido se instala para
siempre en miles de retinas. Ese era el ambiente al que quería ingresar Soledad con su
propuesta festivalera y, por qué no, transgresora. Un locutor de la radio de Arequito fue
el primero en ver algo distinto en la voz de Soledad. Desde su puesto de trabajo en la
emisora local, el hombre todos los días difundía algunos de los temas que había grabado
por su cuenta en una de sus presentaciones.
- A los 13 años y con los antecedentes de
haber ganado varias competencias para nuevos valores, Soledad encara su mayor apuesta: el
festival de Folklore de Cosquín, el máximo evento de la música popular de la Argentina
y uno de los más importantes de Latinoamérica. Llegar ahí es un logro del que sólo
gozan los folkloristas consagrados y algunos principiantes ganadores de concursos. Por el
escenario de Cosquín desfilaron todas y cada una de las figuras de la música nacional
desde Mercedes Sosa y Atahualpa Yupanqui hasta los Chalchaleros y Horacio Guarany y año
tras año el festival se encarga de mostrarle al país las nuevas figuras. En busca de ese
sueño fue Soledad a Cosquín con apenas 13 años. Pero la realidad se lo volteó de un
plumazo. Ese año se paseó por Cosquín sin que nadie reparara en ella y regresó a
Arequito para empezar casi de cero otra vez.
- En enero (mes en que se realiza el
festival) de 1995, Sole y su equipo (básicamente su familia) regresaron a Cosquín con la
firme esperanza de, esta vez sí, obtener alguna respuesta de la gente o de los
organizadores del evento. El público que la conocía, por su parte, la arengaba para que
asistiera al festival augurándole un destino de gloria que tardaría algunos años más
en llegar. Ese año, Soledad llegó a Cosquín y comenzó un derrotero por las distintas
peñas alternativas que enmarcan al escenario oficial. Estar en las peñas de Cosquín es
una vidriera menor en las que se muestran nuevos valores a veces apadrinados por alguna
figura y que, con mucha suerte, luego de varios años de peñas podrán ocupar un lugar en
la gran plaza del folklore nacional. Soledad estuvo allí aquel año, más precisamente en
la peña que organizaba César Isella, un histórico folklorista argentino autor de
algunas de las páginas más logradas del cancionero latinoamericano como "Canción
para todos". Su presencia en la peña de Isella causó tanta sensación que el boca a
boca del público la convirtió en una de las atracciones escondidas de aquel festival.
Isella, deslumbrado por la entrega de la niña de 15 años en el escenario (algo inédito
dentro del folklore), se convirtió en su padrino artístico y se encargó en persona de
darla a conocer al gran público. La manera más indicada de sacar a la luz un artista que
sólo se conoce por rumores (nada de prensa ni de afiches de propaganda, algo así como
pertenecer al underground folklórico) es pararlo sobre el escenario de la plaza principal
de Cosquín frente a las cámaras de TV y a los millares que siguen la transmisión a lo
largo de todo el país. Los mentores de esta empresa (Isella, el padre de Sole y no muchos
más) ese año se quedaron con las ganas cuando se enfrentaron ante una cláusula entre
irrisoria y absurda (una disposición municipal prohibía a los artistas menores de 17
años actuar después de la medianoche). Esto hizo que sus pequeñas presentaciones de
aquel año fueran tomadas como el embrión del actual éxito de Soledad y otorgue chapa de
auténtico fan a quienes aseguran haber estado allí el año en que "la Sole no pudo
actuar en el festival". Al año siguiente, el camino se repitió a la perfección:
Cosquín, la peña de César Isella y, por fin, la presencia de los programadores del
festival en una actuación suya y la decisión de darle un espacio en la noche de cierre
en calidad de invitada de Isella; no sin antes efectuar una excepción a la ordenanza por
la cual no había podido actuar el año anterior. Fue entonces que el Tifón de Arequito
entró en escena.
- Parada por primera vez en el escenario
codiciado por todos los folkloristas del país hizo vibrar a una plaza que la amó de
entrada. Y además, dividiendo las aguas entre los que vieron en ella a la renovación del
género con un desparpajo y frescura y los que, sin mayores fundamentos, exigían
solemnidad y, tal vez, más de lo mismo en un ambiente que, hasta su aparición, no
contaba ni por asomo con la atención de los jóvenes. Allí estuvo ella, entonces, para
levantar a una audiencia que no se atrevía a romper filas y ser, por fin, festivalera.
Fueron dos temas que, ovación mediante, se convirtieron en cuatro y la lista no se
prolongó por la rigurosidad de horarios de la televisión y la programación pautada con
los otros artistas. Y allí estuvo también para recibir por su actuación el Premio
Nacional a Artistas Noveles que anualmente otorga SADAIC (Sociedad Argentina De Autores y
Compositores). De regreso al pago, Arequito fue una fiesta. La recibieron en la entrada
del pueblo y la decisión, aunque explícita, ya estaba tomada: ella sería la embajadora
de Arequito guitarra en mano y poncho al viento.
- Desde que irrumpió en la escena del
folklore, el poncho de Soledad fue su símbolo distintivo. En el folklore, el poncho
siempre estuvo, claro, pero ella lo utiliza como su arma arriba del escenario. El poncho,
y su garganta, son sus recursos para arrasar con cualquier audiencia que se le ponga en el
camino. La anécdota cuenta que, en medio de una actuación, mucho tiempo antes de que
cobrara algo de popularidad, desde la platea un espectador la saludaba agitando su
campera. Rápida, Soledad le devolvió el saludo haciendo lo propio pero con el poncho. La
respuesta del público no se hizo esperar y a los pocos minutos todo el mundo estaba con
algo en sus manos saludando a la niña. El gesto de revolear el poncho con el tiempo se
convirtió en su "grito de guerra" y un código que el público utiliza para
comunicarse con ella. El primer poncho que utilizó fue un regalo que su papá le había
hecho a su mamá cuando todavía eran novios. Lo usó durante varios años hasta que en
varias ocasiones se lo quisieron robar y tomó la decisión de reemplazarlo. Tiene una
colección infinita de ponchos y algunos que guarda como auténticos tesoros. Como por
ejemplo el que le autografió Diego Maradona cuando la visitó en el teatro. "A Sole,
mi ídolo. Con todo mi cariño. Diego (10)", dice el poncho de puño y letra del otro
número uno.
- En 1996 ninguna compañía discográfica
se quiso perder la posibilidad de tener a Soledad en sus filas. La mayoría vio en ella un
potencial comercial que muy pocas veces se desprende de un artista nuevo. Y menos a los 16
años. Finalmente Sony fue el sello encargado de editar el primer disco de Soledad y
Poncho Al Viento (el nombre de su álbum) calmó la ansiedad de miles de fans que hasta
ese momento no contaban con la Sole en sus compacteras. Con la producción de Fernando
Isella y casi prescindiendo de difusión y del público de Buenos Aires, el disco llegó a
vender 100 mil copias al poco tiempo de haber sido editado y las cifras fueron creciendo
en proporción directa a su popularidad en ascenso. En enero de 1997 llega por segunda vez
a Cosquín, esta vez sin ser invitada por ningún nombre importante del folklore sino por
el peso propio que adquirió en los meses que pasaron desde su explosiva presentación.
Soledad terminó aquel festival con el premio Consagración en sus manos y la certeza de
que estaba en condiciones de cumplir todo lo que prometía desde su disco y sus masivas
actuaciones.
- Durante el 97 realizó algunas
tímidas presentaciones en Buenos Aires, con poca capacidad que se llenaban en su mayoría
de prensa, invitados y demás curiosos del fenómeno. Así las cosas, el desembarco masivo
en Buenos Aires no se hizo esperar. La apuesta fue grande y arriesgada: el teatro Gran
Rex, una de las salas más importantes de la Capital, sólo destinada a artistas
consagrados y de probada convocatoria. Hasta ahí llegó Soledad en Octubre del 97
para realizar dos conciertos que, con ella suele ocurrir, se transformaron en diez y
terminaron convocando cerca de 35 mil personas. A casi un año de distancia de su
antecesor Soledad edita su segundo disco, titulado La Sole, donde continúa con la
temática de canciones que había elegido para Poncho Al Viento: una selección de
chacareras, zambas, chamamés y algunos vals latinoamericanos de distinta época que
arrasó en las disquerías convirtiéndose en dos de los discos más vendidos del año en
la Argentina. Antes de finalizar el 97, Soledad convoca a 100 mil personas en un
show gratuito en la ciudad de La Plata convirtiéndose en una marca que pocos pueden
superar dentro del espectáculo nacional.
- El primer público de Soledad hay que
buscarlo en las peñas folklóricas y, más tarde, en los festivales de una gran cantidad
de provincias de la Argentina. A Buenos Aires sólo llegaban tibios ecos de sus
actuaciones en Cosquín y, en menor medida, Jesús María o Baradero. Cuando en el
interior su propuesta ya era de consumo masivo, en Buenos Aires era una virtual
desconocida. Lo mismo sucedía con todo lo relacionado al folklore nacional. Exceptuando
algunos años dorados para el género (fundamentalmente los 60), la Capital Federal
se mantuvo al margen de la importante movida festivalera que existe en el interior del
país. El Mundial de Fútbol Francia 98 tampoco resultó ajeno a la voz de Soledad.
Su compañía discográfica ganó una licitación a nivel mundial para editar un disco
cuyo contenido se basaba en la participación de un artista por cada país participante en
el torneo. Por supuesto que la elegida para representar a la Argentina fue Soledad
poniéndole la voz a un tema que escribió especialmente César Isella llamado "Los
Sueños de Todo el Mundo", un malambo acelerado con aires de pop acompañado por una
letra que habla de la hermandad entre los países con ciertos toques futboleros.
- En junio hizo las valijas con destino a
Francia y allí, con su canción sonando en las radios parisinas, fue la estrella
exclusiva durante el mundial de un canal de televisión de Buenos Aires y se dio el gusto
de cantar en la concentración del equipo argentino pocos días antes del primer partido
frente a Japón. A su regreso de Francia un nuevo pero conocido desafío la esperaba:
Buenos Aires, el teatro Gran Rex. Con el agregado de grabar un disco en vivo de esas
funciones, la serie de presentaciones en el teatro se iniciaron en julio de 1998 y con
tres noches programadas. El espectáculo ofrecía algunas variantes a las habituales
performances de Soledad. Su grupo de guitarra y bombo que la acompaña le dio lugar a los
teclados, percusión y bandoneón; el repertorio se abrió al candombe y al tango; y el
escenario se enriqueció con la presencia de diferentes escenografías y un cuerpo de
baile que intensificó el mensaje de su propuesta. La seguidilla de shows esta vez
duplicó la marca anterior alcanzando las 20 presentaciones que, sumadas, representan una
cifra cercana a las 70 mil personas. Ya estaba todo dicho para la chica a la que algunos
no le auguraban una feliz estadía en Buenos Aires.
- Los hechos mostraron claramente la
respuesta de la gente, para Soledad, "el verdadero jurado". En plena gira, que
se extendió hasta noviembre, apareció A Mi Gente, el prometido álbum en vivo que se
transformó en otro éxito de ventas. Atrás habían quedado aquellos comienzos duros y
sacrificados y de los cuales se siente orgullosa. De andar por los pueblos de peña en
peña, con su padre como principal mentor, en busca de un escenario que quiera contener
tanta energía. Desde el presidente Menem, que le entregó una plaqueta en reconocimiento
a su trabajo, hasta Andrés Calamaro, que la invitó a su show a cantar "Que nadie
sepa mi sufrir", y Diego Maradona, que no dudó en subir al escenario del Gran Rex a
bailar un chamamé con ella. Nada mal para una chica de Arequito con 18 años. A fines de
setiembre el Senado de la Nación homenajeó a Soledad "por su contribución al
fortalecimiento de la cultura nacional en todos sus órdenes"; el senador Antonio
Cafiero tomó la palabra para referirse a los contenidos y el significado del trabajo
artístico de Soledad textualmente el legislador dijo: "...En agradecimiento por todo
lo que su arte significa para los argentinos y nuestra tierra criolla, por el ejemplo de
sobriedad y conducta y por su inimitable estilo artístico". En medio de un clima
festivo, le pidieron a Soledad "Una canción para los senadores..." y ella se
despachó con un verso elocuente de Alfredo Zitarrosa: "... No te olvides del pago si
te vas pa la ciudad, cuanto más lejos te vayas, más te tenés que acordar..."
- El 12 de octubre de 1998 Soledad cumplió
sus primeros 18 años. Como no podía ser de otra manera, eligió su tierra natal para
celebrarlo y en coincidencia con los festejos de La Fiesta Nacional de la Soja que desde
hace 21 años se realiza en Arequito. Todas las calles, casas y comercios del pueblo
hicieron alguna referencia a la fecha tan especial con pasacalles, carteles, grafittis,
banderas y hasta un monolito en una de sus plazas. Soledad se presentó horas antes de que
el reloj anunciara el inicio de su cumpleaños para el delirio de su gente que llegó
desde varios puntos del país. Cuando terminó el recital, le acercaron una torta en forma
de bombo con las 18 velitas y un coro gigante le cantó el feliz cumpleaños. Además, los
fans aprovecharon la ocasión para concretar el encuentro de fans de Soledad en el que se
juntaron más de 1.500 seguidores y convivieron un fin de semana en la tierra de la
ídola.
- Su cuarto disco fue el mas esperado. No
todos los días se tiene la oportunidad de trabajar de la mano de un grande de la música
latinoamericana como lo es Emilio Estefan Jr., ni tampoco de contar con un álbum tan
cuidadosamente equilibrado como éste. Con un sonido mas internacionalizado, sin perder la
autenticidad que le impuso a su estilo, Soledad nos presenta el cuarto álbum de su
carrera titulado "Yo Sí Quiero A Mí País". Entre los arregladores con los que
Emilio Estefan contó para esta producción podemos citar a Jorge Calandrelli (reciente
ganador de un Grammy por su trabajo con el chelista Yo Yo Ma en el álbum "Soul Of
The Tango") quien intervino en la realización de "Luna Mía" incluida en
este álbum, el Colombiano Kike Santander (autor y productor de un sin número de hits
latinoamericanos), y Roberto Blades (hermano de Rubén Blades). Con aires de Joropo y
escrita por Emilio Estefan especialmente para Soledad, "Yo Sí Quiero A Mi
País" es su primer single de difusión y el encargado de abrir este bellísimo
álbum que le da el nombre a su nuevo trabajo.
- Otro de los indiscutidos éxitos que
tendrá "Yo Sí Quiero A Mi País" se titula "Aquel Bahiano". Este
relata una historia de amor entre una chica de Ipanema proveniente de una clase social
alta, y un chico bahiano de menor status social. "Corazón Americano", escrita
por Jorge Rojas (integrante de "Los Nocheros"), es una especie de himno sobre la
hermandad Latinoamericana. "Mi Consejo", escrita por Roberto Blades, es una
fusión de vals sudamericano con percusión latinoamericana. En "Como Será"
Soledad realza con su voz esta obras maestras escrita y compuesta por Kike Santander
especialmente para ella. Y por supuesto, dentro de la inmensa lista de canciones escritas
para este nuevo trabajo, Cesar Isella sumó un Carnavalito digno del deleite de todos:
"Un Amigo"