Un nuevo dialogo nacional ¿sobre qué? |
Por:ROBERTO LASERNA |
Luego de la violencia
desatada por el motín policial de febrero del 2003, los obispos
católicos aceptaron involucrarse como mediadores y facilitadores
de un proceso de concertación que denominaron "Por el reencuentro
nacional". Estaba todavía
fresca la experiencia del "Acta de Entendimiento", que si bien
había permitido llegar a las elecciones del 2002 en un ambiente
pacífico, había sido en parte frustrado por la reticencia a
firmarlo que expresaron el MAS y otros partidos pequeños, a pesar de
haber participado en su producción. Con esa experiencia en mente, los
obispos plantearon algunas condiciones básicas para su nueva
intervención. La primera era que se les permitiera ordenar los temas
de acuerdo a las prioridades que expresara la población y no los
líderes políticos o sociales. La segunda fue que, en caso de no
alcanzarse consensos, se aceptaría la propuesta que hicieran los
mismos obispos, con lo que pasaban de facilitadores
a la posición de árbitros. Todos aceptaron estas
condiciones salvo el MIP, de Felipe Quispe, que ni
siquiera asistió a las reuniones informativas. El proceso fue largo y
cuidadosamente conducido por los obispos, que se involucraron en innumerables
reuniones a lo largo y ancho de todo el país. La primera señal
de incomodidad provino de algunos partidos y grupos organizados cuando se
descubrió que su prioridad, Todo parecía estar
listo para un compromiso que, de llevarse a cabo, pondría fin a varios
años de incertidumbre y conflictos y contribuiría a consolidar
la democracia. Un párrafo
inicial, sin embargo, provocó objeciones muy fuertes. En ese
párrafo estaba en realidad el acuerdo base que sustentaba al conjunto
del documento porque señalaba que los firmantes se comprometían
a dirimir sus desacuerdos "a través de las reglas definidas por Dirigentes de
organizaciones sociales que habían causado los mayores conflictos se
negaron a continuar en el proceso y firmar el documento, alegando que el
mismo coartaría su libertad política. Podía entenderse
que el diálogo había sido, para ellos, una manera de ganar
tiempo para conservar su derecho a seguir presionando con bloqueos, paros y
marchas. Los partidos más
radicales en su oposición al gobierno, que planteaban Los partidos del
gobierno, que habían terminado cediendo incluso en temas de la reforma
política, trataron de recuperar terreno firmando el documento por su
cuenta, pero fueron acusados de tratar de manipular el proceso por quienes se
había autoexcluido del mismo. Apenas unos meses
después llegó la rebelión de octubre, enredando la nueva
gestión gubernamental en una agenda marginal impuesta por la fuerza. Hoy vuelve a plantearse
el pacto social y algunos obispos ya dan signos de su vocación
cristiana acercando la otra mejilla a quienes actualmente ocupan el centro
del espacio político. Nuevamente se discute el
temario y puede anticiparse que todo tendrá cabida: la constituyente, la
ley de hidrocarburos, la cuestión de la tierra, las autonomías,
en fin, quizás incluso se hable de la coca y del fútbol, tan
venidos a menos. Pero la cuestión
clave seguirá siendo la democracia. ¿Estarán todos
dispuestos a aceptar sus reglas del juego? Es decir,
¿respetarán la voluntad ciudadana y el voto mayoritario, los
derechos y las libertades individuales, la autoridad de los elegidos y la
obligatoriedad de las leyes y normas, el respeto a la disidencia y todo eso
que ya está, clarito y con letra de molde, en Este es el pacto
esencial. Todos los demás serían fáciles de alcanzar con
sólo respetar y poner en vigencia lo que manda ¿O será
que, como ya argumentaron antes, algunos seguirán ignorando las leyes
con el argumento de que no sirven y por eso proponen refundar
el país? Y si se mantiene ese criterio, ¿tendrá
algún sentido embarcarse en un esfuerzo de concertación que
tocará todos los temas menos el esencial, que es el de respetar las
reglas básicas de convivencia social, aún si se las objeta y
quiere cambiar? Tal vez lo único razonable hoy es hacer un pacto de
respeto al pacto realmente existente, expresado en Publicada en Los Tiempos, 31 de marzo de 2005 |