EL MISTERIO DEL AGUA EN COCHABAMBA
Roberto Laserna
No hay en Cochabamba un problema más grave que el del agua. Sin embargo, no
ocupa un lugar destacado en la agenda política. Sólo lo obtuvo alrededor de
abril del 2000, para ser poco después nuevamente desplazado a las páginas
interiores del debate y la reflexión. ¿Cuál es el misterio que envuelve el
problema del agua en Cochabamba? ¿Cómo es posible que lo sufra tanta gente y
que se lo trate con tanta indiferencia?
Es posible que se deba a que el problema es de tales dimensiones que ya no
se lo viva como un problema, es decir, como algo que tiene solución, sino más
bien como una fatalidad del destino, como un dato de la naturaleza, como
expresión de la voluntad de los dioses.
Sin embargo, aunque es efectivamente grande, es un problema que requiere
solución.
Más de la mitad de la población no tiene acceso al sistema público de
distribución de agua, y quienes tienen acceso solamente reciben agua a ciertas
horas de ciertos días. Los que tienen acceso a la red se conforman fácilmente
porque han desarrollado todo un sistema de almacenamiento para eludir la
discontinuidad del servicio. Además, gozan de tarifas bajas y subvencionadas. Aunque
los usuarios del servicio público de agua en Cochabamba pagan poco por un
servicio malo, se conforman porque son privilegiados en comparación con los que
no tienen acceso.
¿Qué sucede con los que no tienen acceso al servicio público? La práctica
nos muestra que consiguen agua como sea y la agradecen con su paciencia.
Algunos han logrado establecer sistemas barriales y otros tienen pozos propios,
con inversiones costosas y calidad incierta que, sin embargo, les da la
sensación de ser dueños de lo que tienen. Pero son muchos los que dependen del
mercado informal de aguateros y llegan a pagar hasta siete veces más por el
agua sin ninguna seguridad de que esté libre de contaminación.
La diferencia no es solamente de calidades y precios, es de vida o muerte.
La mortalidad infantil en zonas sin acceso al servicio de agua es casi cuatro
veces más alta que en el centro de la ciudad, porque la falta de agua repercute
en infecciones mortales para los niños. Uno de los pocos candidatos que
recuerda que el tema es municipal acaba de denunciar que por este hecho mueren
dos niños cada día. Y en cada año que postergamos la solución dejamos que pasen
365 días.
El daño que causa a los habitantes de la ciudad este sistema injusto es
gigantesco. Afecta a las personas en su vida cotidiana e impide el crecimiento
económico, la generación de empleos y el acceso a mayores niveles de consumo. Pero,
como siempre, no faltan los que lucran de la escasez y la injusticia. Dueños de
pozos, vertientes y cisternas, expertos en perforaciones y vendedores de bombas
de agua, defienden sus intereses rechazando todo cambio y barnizando su labor
de altruismo a favor de los necesitados. De hecho, los pobres tienen
necesidades tan grandes que llegan a percibir como un favor el recibir agua a
precios de especulación.
También los burócratas lucran de este sistema. La empresa municipal de
agua, Semapa, logró levantar hace muchos años un
escudo técnico para defenderse de las demandas de la población, y uno tras otro
los Alcaldes han usado Semapa para librarse de
responsabilidades. Al punto que no falta el que, habiendo sido alcalde o
concejal, descubre ahora que la mitad de los habitantes no tiene servicio.
Y tanto los que administraron Semapa como los que
controlaron
Y quienes azuzaron la guerra del agua con demandas y promesas no solamente
las han olvidado, sino que ahora emplean los mismos discursos para promover
nuevas aventuras políticas, como la de la estatización del gas. Hábiles para colocar
disfraces de victoria a sus fracasos, muchos de ellos han logrado llegar al Parlamento
y otros ahora incluso disputan por volver a ocupar un puesto en el Concejo
Municipal.
Es un misterio que un problema tan grave pase desapercibido en el debate. Algunos
lo mencionan con timidez y otros con algo más de fuerza, pero ninguno se anima a
empujarlo al centro del debate. Y esto se debe a que la población misma ha
optado por ignorarlo. Ninguna encuesta detecta preocupación por el tema, lo
cual quedó también claramente reflejado en los bajísimos niveles de
participación en las elecciones de Semapa. ¿Era acaso
más fácil bloquear en el 2000 que votar en el 2004? Gran misterio el del agua
en Cochabamba.
¿Será que ante el misterio sólo nos queda el milagro? Ese sería que llueva
dinero para terminar Misicuni. Entretanto, es de
esperar que las lluvias que comienzan llenen las represas y repongan los
acuíferos que alivian tan precariamente la sed de esta ciudad.
¿Será que ante el misterio sólo nos queda el milagro de esperar que llueva
dinero para terminar Misicuni? Entretanto, San
Severino ayudará a que las lluvias sean suficientes para llenar las represas y
reponer los acuíferos que alivian tan precariamente la sed de esta ciudad.
(Publicado en Los Tiempos de
Cochabamba, 28 de noviembre de 2004)