El ex guerrillero y la Constitución

 

Roberto Laserna

 

En abril de 1828 se produjo el primer intento de golpe de Estado en Bolivia. Los amotinados hirieron al Presidente Sucre y buscaron apoyo externo para “nacionalizar el gobierno”, como se diría hoy. El ex guerrillero Lanza, convertido entonces en el Gral. José Miguel Lanza, Prefecto de Chuquisaca, se puso al frente. Apenas unos meses antes, siendo Prefecto de La Paz, Lanza manejó desaprensivamente recursos públicos y Sucre se lo reprochó imponiéndole severo castigo. Los quince años de lucha por la independencia, en los que había perdido a dos hermanos, no justificaban que Lanza se pusiera por encima de la ley.

 

Lejos de asumir una actitud mezquina y de resentimiento, el ex guerrillero Lanza reveló la magnitud de su grandeza en el momento de la asonada golpista. Herido el Presidente Sucre, enfrentó y persiguió a los sediciosos, recibiendo una herida de bala en el pecho. Falleció a los ocho días. El “Cóndor de Bolivia”, al dar la noticia,  registró el mensaje final de este notable ciudadano: “Diga V. al Presidente de la República que muero contento, porque sacrifico mi vida en defensa de las leyes de mi patria, de la Constitución y de las autoridades que ella establece”.

 

¡Qué contraste con lo sucede en estos tiempos!

 

En octubre se alcanzó un acuerdo político según el cual se convocó a referendum para sancionar un nuevo texto constitucional, modificando el ilegalmente aprobado en Oruro. Este acuerdo, dicen, habría sido viabilizado por la renuncia del Presidente a un año de su mandato actual -desconociendo el refereendum que lo ratificó para que lo cumpliera íntegramente- y a presentarse a reelección después de que concluya su segundo mandato -que no ha empezado y que de todos modos dependerá de las elecciones que se realicen en diciembre del 2009-.

 

¿De qué sirvió que José Miguel Lanza muriera en 1828? La ley sigue valiendo nada en Bolivia. La Asamblea Constituyente, ilegalmente incorporada como opción de reforma el 2005, rompió de tal manera sus propias normas y las que regulaban su funcionamiento, que quedó como aprobadora de un borrador descartable. Comisiones ad hoc creadas por acuerdo de bancadas cambiaron  un texto aprobado en medio de violencia y presiones, en las sesiones de La Glorieta (noviembre 2007) y Oruro (febrero 2008).

 

Al comenzar la vida independiente boliviana, Lanza aceptó que sus quince años de heroísmo no le autorizaban a “meterle nomás” para que los legisladores “arreglen” luego la parte legal, y terminó dando por la Constitución la misma vida que arriesgó en quince duros años de lucha por la libertad.

 

¿Qué sucederá cuando cambien los sentimientos y las pasiones? ¿A qué ley o a qué votos recurrirán los gobernantes para justificar en el futuro su permanencia y su autoridad?

 

La defensa de la ley y de la Constitución que hizo Lanza en 1828 no se basaban en un fetichismo de la ley ni en un supuesto conservadurismo de quien defiende el orden legal. Al contrario, demuestran que el ex guerrillero de la independencia comprendió rápidamente la importancia de la ley para la democracia, porque ella limita el poder y evita que se lo use abusivamente. Para Lanza, el respeto a la ley y a la Constitución permite utilizarlas para defender los derechos que uno adquiere, sea como ciudadano o como autoridad. Hoy nos lo recuerdan los magistrados de la Corte Suprema.

 

El mensaje de Lanza fue suscrito con una acción ejemplar. La figura de ese ex guerrillero crece mucho más cuando uno recuerda que desde el Congreso y el Ejecutivo se nos ha convocado a quebrar la Constitución.

 

 

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