Unión por todos
“Desde hace varios meses, un grupo de naranjaleños nativos y de corazón, con nuevas ideas y visión de desarrollo real y efectivo para nuestro cantón venimos gestando la conformación y consolidación de una alianza ciudadana de diversos sectores de Naranjal: urbanos, organizaciones barriales, asociaciones gremiales, profesores, estudiantes, profesionales, comerciantes, campesinos, tercera edad, jóvenes, pobladores de las cabeceras parroquiales, recintos, cooperativas y centros poblados del sector rural; movimientos políticos y otros sectores; sin distinción de camiseta ni color de la piel, de cultura, de poder económico, ni status social. Todos con un objetivo común y bien definido como es, en primer lugar, la toma de conciencia de la realidad que vive el cantón.

Realidad ya manifestada por la ciudadanía en la Asamblea Cantonal hace cerca de un año e ignorada por el gobierno municipal local en su afán de continuar con obras cuyo objetivo es impresionar la vista de los electores y que en las últimas semanas vienen ejecutando inusualmente, hasta los sábados y domingos en algunas calles de la ciudad con la construcción de bordillos, para supuestamente culminar el adoquinado en el próximo periodo 2005-2009 que esperan nuevamente tener en su poder -la carnada en el anzuelo para quienes asistirán a las urnas en octubre-; trabajos que días cercanos a las votaciones serán acelerados en su afán desesperado por hacernos creer que así “Naranjal avanza”, pero todo, sólo en vísperas y en tiempo de campaña propiamente ¿y el resto de los casi 8 años de administración consecutiva? ¿Por qué no hicieron lo mismo? “No habían recursos, dirán”... cuántos naranjaleños creen esto?

Naranjal no cuenta con agua verdaderamente potable, el alcantarillado que tanto nos costó a todos sigue sin funcionar y ya se habla de continuar la construcción de una segunda etapa; el botadero municipal al aire libre y a orillas de un río sin selección ni tratamiento alguno de los desechos, contamina el aire que cada naranjaleño lleva a sus pulmones alrededor de 10 veces cada 30 segundos; la gran variedad de peces y otras especies que hasta hace poco inundaban los esteros que atraviesan la ciudad ya no se ven debido a las aguas servidas, la basura, desechos del camal y aguas negras de las lavadoras automotrices, esteros que luego contaminan el hábitat de otras especies como los cangrejos y larvas de camarón en su desembocadura al golfo de Guayaquil.

Así mismo, ninguna autoridad controla ni parece importarle llenar de polvo los pulmones de los habitantes que tienen la “suerte” de que sus calles hayan sido adoquinadas pero desgraciadamente con arena de alto contenido de arcilla, cuando debe hacerse con material franco arenoso.

Realidad que muestra una serie de obras en búsqueda de la impresión visual que luego se espera sea revertida en votos a favor de una reelección: adoquines tendidos cual alfombras sobre suelo cubierto por la contaminación y enfermedades que nos llegan con el agua de “óptima calidad” a través de viejas y sucias tuberías del cancerígeno asbesto y PVC, infestadas de suciedad y microorganismos causantes de infecciones intestinales y de la piel.
Nuestras escuelas y colegios siguen sin suficientes maestros calificados ni laboratorios de prácticas computacionales y de otras ciencias; y ni qué hablar de sus instalaciones. Sin embargo por cada pequeñez de obra que en nada ayuda a mejorar la calidad de la educación, se hacen agasajar en reunión obligatoria de profesores, estudiantes y padres de familia con gastos económicos que sobrepasan el valor de la batería higiénica, la lámpara, la pintada de un aula, o algún poco de cemento colocado en cualquiera de ellos. Y en cuanto a salud, todos conocemos las permanentes epidemias que afectan a este cantón y conocemos también las causas que en más de una ocasión han sido dadas a conocer por parte de las autoridades de salud.

Una realidad que muchos naranjaleños desconocen, a otros no les importa porque aún no han sentido los estragos, o piensan -en su ingenuidad- que el deterioro de su salud se debe a alguna brujería; y hay otros que las conocen pero las niegan por defender sus empleos o a cambio de favores o dádivas en muchos casos.

El conocimiento y toma de conciencia de nuestra realidad local; y nuestra participación activa y directa en la búsqueda de las soluciones a esta gravísima situación de Naranjal con base en la participación de todos y en beneficio de todos, es el propósito de esta alianza ciudadana a la que cada día se suman más y más naranjaleños que no comparten la mentalidad de la administración local de que adoquín y arcos turísticos son sinónimos de desarrollo y avance para este pueblo rico por su naturaleza, pero pobre, desnutrido, enfermo, sin planes de vivienda popular, etc. por la pobreza de ideas y ninguna vocación de servicio social o simplemente desagradecimiento a quienes los eligieron para administrar nuestros recursos económicos y naturales.

Claro que Naranjal ha cambiado en los últimos años, a nadie se le ocurriría negarlo. Ya no caminamos sobre lodo en cada invierno, al menos por las calles principales, y es un argumento que muchos ciudadanos emplean para aprobar la gestión municipal actual, pero lo que esas personas desconocen es que antes de “estos últimos años” el presupuesto asignado por el Estado era mínimo y el cobro de impuestos también muy bajo.

Considerando que en la actualidad el Estado asigna 2'700.000 dólares anualmente a Naranjal, significa que en 8 años no habrán llegado menos de 15'000.000 de dólares (sin sumar a esto, 8 años de impuestos cobrados por el municipio) ¿Se ven esos millones invertidos en obras? ¿Algún naranjaleño puede creer que esa cantidad enorme de dinero cuesten las calles que ya están con adoquín y las que se adoquinarán este 2004, sumado a ello los 3 “arcos turísticos”, el angostamiento de la Panamericana, el mal llamado parador turístico, uno que otro parque sin árboles, un aula por aquí y otra por allá en las escuelas, el “malecón” del “Quince de Octubre”, una que otra alcantarilla en el sector rural, unos filtros ineficientes en la planta de agua potable, el cajón al que llaman biblioteca en la calle 10 de Agosto, y una que otra obrita intrascendente en la ciudad o las parroquias rurales... costará eso tal cantidad de millones de dólares?... ¿No habría que sumar a estas obras públicas las adquisiciones o construcción de enormes casas o mansiones de algunos que han formado parte de esos 8 años de administración y algunos funcionarios muy allegados al primer personero municipal, carros del año, unos cuantos viajes al exterior, enormes cantidades en defensa de juicios por supuestos manejos irregulares de fondos públicos, como el caso de las famosas fumigaciones que costaron ¡un cuarto de millón de dólares!; a lo mejor sumar también inmuebles en otras ciudades a nombre de terceros... y tal vez algo más, pero de propiedad que no es pública; y entonces es posible que la suma si llegue a tal cantidad de millones que se han administrado durante los dos últimos periodos de la actual administración municipal.

Decir: “con tal de que hagan obras, no importa que roben” es propio de mentes ingenuas que caen en la complicidad por su falta de conocimientos y autovaloración. Es un apoyo tácito a la corrupción y la inmoralidad. El alcalde recibe su sueldo por administrar nuestros recursos, y cada concejal una dieta de más de $100 por cada sesión.

Cada obra municipal, grande o pequeña; en la ciudad o fuera; la administración la ejecuta con nuestros propios recursos en cumplimiento de su deber y obligación, mas no como un “apoyo desinteresado” del alcalde a la comunidad, como tratan de hacernos creer algunos aduladores del régimen.

Finalmente, queremos decirle a cada naranjaleño, hombre y mujer, ancianos y adultos, niños y jóvenes, que las puertas de esta propuesta participativa está abierta a todos; que tienen la oportunidad de decidir ahora si continuamos con 4 años más de esa forma de “administrar” nuestros recursos o iniciar un proceso transformador con visión de desarrollo humano y social empezando por la solución de las más fundamentales necesidades como son la salud, educación, servicios básicos de alta calidad, planes de vivienda popular, -propuestas efectivas, no demagógicas-; sin que ello signifique descuidar ni detener el mejoramiento de calles y el ornato planificado de Naranjal y sus parroquias.

Toda la obra, contratos y decisiones -en base a consenso ciudadano- serán de conocimiento público en cumplimiento con lo que la ley dispone y ordena, esta es otra parte de nuestra propuesta ciudadana, a la que invitamos a integrarse a todos los naranjaleños, sin distinción de género, edad ni condición social.

Todo ejecutado con precios reales y tratando al máximo de evitar la contratación pública tradicional que es la que origina los negociados y sobreprecios exagerados que enriquecen rápidamente a quienes forman parte de una administración municipal que considera al Concejo como la mina de oro que los sacará de la pobreza para convertirlos en nuevos ricos. Manera de gobernar que no concebimos quienes a través de esta propuesta planteamos cambios estructurales en la administración pública de Naranjal en unión por todos”.

 
 
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