¡No le queda bien calumniar señor alcalde!
En el párrafo tercero del oficio GMCN-A No. 040054 del 01 de marzo del 2004 que usted me envía, se atreve a afirmar “hoy vemos con sorpresa que usted, sin tener calidad moral por haber sido cuestionado en su conducta en la Universidad Agraria del Ecuador (extensión Naranjal); por prestarse para desinformar e irse contra el honor de las personas, etc. ha sido entre cuatro pelagatos nombrado director del proyecto Agenda Local 21, acompañándolo como secretario un individuo que raya en lo ezquizofrénico...”. Se refiere al Ing. Guajala, Rafael Méndez (creador de la página de internet que mantiene juntos e informados a los naranjaleños en el mundo entero) y los demás coordinadores, tales como: la representante de la cultura en Naranjal y médico de profesión, una artista que ha representado al cantón en varios certámenes de pintura tanto en el país como en Italia, el representante de una fundación de desarrollo múltiple, representantes de los campesinos y agricultores, representantes de los barrios urbanos, representantes de las juntas parroquiales, ¡Y hasta el hermano del secretario municipal!, entre otros, elegidos en la Asamblea Cantonal del 7/Sep/03.
Ver Oficio por el Coordinador General del Programa Regional de enseñanza de la Universidad Agraria del Ecuador Ver oficio enviado por el Coordinador del Programa Regional de enseñanza , extensión Naranjal, de la Universidad Agraria del Ecuador, Ing. Roberto Estéves Cevallos
Al respecto, debo manifestarle que no soy partidario de la calumnia porque considero que ese hábito es señal de pésimas costumbres, de un espíritu envuelto en la mediocridad, y una falta total de valores y de un irrespeto a sí mismo y a la colectividad.
Pese a la clara muestra suya de cuanto rencor puede generar un medio de comunicación que muestra la realidad de Naranjal, la otra cara, la que su administración trata de ocultar a toda costa; soy muy claro y enfático en indicarle que mi posición al respecto no variará, siempre mostrando el problema social que jamás ha pretendido solucionar su pobre administración y presentando por otro lado al menos una alternativa o propuesta a lo que a usted no le interesa remediar, tal vez porque son obras que no estarán a la vista con la burda intención de que sean recordadas por la ciudadanía frente a las urnas; así como estaré presto a aplaudir su obra, siempre que esta brinde a nuestros hijos la oportunidad de una vida sana, de una educación donde cada niño y cada joven empiece por valorarse a sí mismo para poder luego valorar a los demás, una educación que no nos haga sentir inferiores cuando llegamos a las aulas universitarias frente a compañeros que vienen de centros educativos mejores que los nuestros, una educación donde cada alumno vea en su maestro y sus autoridades un ejemplo a seguir en beneficio de su prójimo, cuando ningún naranjaleño dude cómo cambio su economía en el periodo de su anterior administración, cuando deje de negarse unas hojas de zinc para la escuelita del campo porque “allí hay pocos votos”, cuando nuestros estudiantes dejen de seguir arriesgando hasta su vida por viajar a bibliotecas de otras ciudades mientras el elefante blanco en la 10 de Agosto espera ser utilizado nuevamente como promesa de campaña. Cuando su obra esté encaminada no sólo a colocar bloques en las calles de la ciudad mientras los centros médicos están atestados de niños infectados por el dengue o las infecciones intestinales y la tifoidea, cuando los naranjaleños tengamos que dejar de cubrirnos de cremas contra la picazón después de cada baño en su agua de “óptima” calidad. Cuando nuestros hermanos de las márgenes de Chacayacu puedan volver a usar sus aguas sin enfermar de salmonelosis o afecciones a la piel. Cuando se atienda por igual las necesidades del campesino y del que no comparte su criterio político como las del pariente o el adulador. Cuando la carne que llega a nuestras mesas venga de animales faenados como en las ciudades civilizadas. Cuando las avionetas de quienes apoyaron alguna campaña dejen de fumigar sobre los naranjaleños contaminando poco a poco su organismo y acortando su existencia. Cuando los recursos de los naranjaleños sean empleados para fortalecer su desarrollo (adoquín + polvo = desarrollo...), cuando nuestros enfermos y heridos dejen de morir en el camino a Guayaquil porque en los centros de salud no hay equipos ni un simple suero antiofídico mientras se gastará cerca de un millón de dólares en adornar las calles en sólo este año (¡año de elecciones!), cuando nuestras mujeres dejen de parir lejos de sus hogares y endeudándose por falta de maternidad en el cantón, cuando la maquinaria municipal deje de ser utilizada para trabajos en propiedades privadas mientras se pudren los productos de nuestros pequeños agricultores por falta de mantenimiento de caminos. Entonces estaré presto a corear junto a usted señor alcalde ¡Naranjal Avanza!. ¿Cuántas mentiras, calumnias o insultos encuentra hasta aquí señor alcalde? ¿cuántas encuentra usted naranjaleño?... decir la verdad no es pecado aunque si puede ser motivo de persecución y hasta causa de perder la libertad o la vida.
Señor alcalde, pese a sus calumnias en mi contra que alguien tiene la osadía de publicar en un periódico foráneo, le aseguro que no contrataré guardias con dineros públicos para que le rompan la cabeza a cachazos para luego declarar que fue el pueblo actuando en mi defensa, así como tampoco considero prudente perturbar la sagrada paz de su hogar, ni mucho menos me prestaré a calumniarlo ni llamarle patán de barrio (como me califica el corresponsal en Naranjal del diario milagreño ¿por consigna de quién si ni siquiera lo conozco?) por su muestra de poca cultura y prudencia evidenciada en el oficio GMCN-A No. 040054 que usted firma. No podría hacerlo, al fin y al cabo, por bien o mal, es usted la primera autoridad municipal de Naranjal y un ser humano que merece el mismo respeto que creo merecer. Mi modesta cultura y formación no me permiten actuar de tal manera, pues aunque no siempre voy a misa soy un creyente en Nuestro Señor y en las Sagradas Escrituras, que para quienes en él creyeran, manifiestan: No matarás, No levantarás falso testimonio ni mentirás, No robarás.
¡Aquí están los argumentos necesarios, que los naranjaleños -si usted la tiene- le den la razón señor alcalde! Y sigan considerándolo su culto y digno representante.
Con el respeto que merece,

Ing. Kléver Guajala F.

 
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