Universidad Yacambu
Autor: Lairett Guevara
C.I.
10.931.869
Tema: INDEPENDENCIA, CAUDILLISMO, Y GUERRA FEDERAL
Venezuela sufrió una oligarquía militar
durante casi todo el siglo XVIII por dos movimientos que marcaron historia y fueron antecedentes muy importantes
para la independencia, En primer lugar, los Estados unidos se independizaron de
Inglaterra en 1776, abriendo el camino y dando la idea a otras colonias, como
Venezuela. En segundo lugar, en 1789, la revolución francesa, con su proclama
de libertad, igualdad y fraternidad, las causas que condujeron a la
independencia se pueden dividir en
internas y externas, y en 1.770
se iniciaron en Venezuela los
movimientos preindependentistas. Las guerras por la
independencia de España duraron casi quince años en Suramérica, dirigidas desde
el norte por el venezolano Simón Bolívar, y desde el sur por el argentino José
de San Martín, por eso llamados los "Libertadores".
La consecutiva guerra, que sumada al enfrentamiento precedente
francés con Portugal y el Reino Unido convulsionó a toda la península ibérica,
se caracterizó en el plano militar por el original fenómeno de las acciones
conjuntas de guerrilleros y ejércitos regulares aliados dirigidos por
Wellington que provocaron el desgaste de las fuerzas bonapartistas y su
progresivo repliegue hasta las fronteras pirenaicas. Desde 1830 a 1935, la economía de Venezuela descansaba su sobre la
producción y exportación de los productos agrícolas especialmente en el café y
cacao, tuvo una sociedad fundamentalmente rural, con una población escasa y de
muy lento crecimiento como consecuencia de las guerras y de un elevado
porcentaje de mortalidad, con determinadas clases sociales. Dentro de este
período de la Venezuela agropecuaria ocurrió un acontecimiento que vino a
cambiar la historia del país, para dar paso a otra nación, como lo fue la
aparición del petróleo.
DESARROLLO
IDENTIFICAR
LAS CAUSAS QUE CONDUJERON AL PROCESO DE INDEPENDENCIA
En el siglo XVIII dos movimientos marcaron historia y fueron
antecedentes muy importantes para la independencia. En primer lugar, los
Estados unidos se independizaron de Inglaterra en 1776, abriendo el camino y
dando la idea a otras colonias, como Venezuela. En segundo lugar, en 1789, la
revolución francesa, con su proclama de libertad, igualdad y fraternidad, traía
un antecedente que tuvo mucho impacto entre todos los intelectuales que veían
que el régimen existente en Venezuela no se ajustaba a esos ideales que se
estaban poniendo de moda.
Estos movimientos en Estados Unidos y Francia fueron el caldo de
cultivo para los movimientos de Chirino, Gual y España y la expedición de
Miranda en 1806 y fueron preparando el terreno para la independencia.
En Venezuela, los "criollos" estaban molestos por
ciertas normas que habían impuesto los españoles, tal como lo expresó más tarde
Simón Bolívar en su carta de Jamaica: "... con restricciones chocantes;
tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las
producciones que el rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma
Península no posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los
objetos de primera necesidad; las trabas entre provincias y provincias
americanas para que no se traten, entiendan, ni negocien;"
Además de estos motivos, la gota que derramó el vaso fue que los
franceses, bajo el mando de Napoleón Bonaparte habían invadido a España,
obligando al rey Carlos IV y a su hijo Fernando VII a renunciar al trono a
favor de Napoleón, quien puso a su hermano, José Bonaparte, como rey de España.
El 19 de Abril de 1810
La independencia de Venezuela se inicia en Caracas, el 19 de Abril
de 1810, cuando un grupo de criollos caraqueños aprovechó la excusa de que en
España estaba mandando un francés, para convocar una reunión del cabildo y
proclamar un gobierno propio hasta que Fernando VII volviera al trono de
España.
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El Capitán General (recordemos que Venezuela era una Capitanía
General), Vicente Emparan, no estuvo de acuerdo con esto, y cuando desde la
ventana del ayuntamiento le preguntó al pueblo que se había reunido en la plaza
mayor (hoy plaza Bolívar) si quería que el siguiera mandando, el presbítero
José Cortés de Madariaga, le hizo signos a la multitud para que contestaran que
"NO". Y eso fue lo que ocurrió. Emparan dijo que entonces, el tampoco
quería mando, renunció y se fue a España con sus colaboradores. Se había
iniciado la independencia de Venezuela.
Para sustituir a Emparan se nombró un grupo con el nombre muy
hipócrita de "Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando
VII". Las primeras medidas que se tomaron fueron las de liberar el
comercio exterior, prohibir el comercio de esclavos negros, crear
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Como también era importante
obtener el reconocimiento y apoyo internacional, para lo cual se enviaron
varias delegaciones al exterior. A Curazao se envían Mariano Montilla y
Vicente Salias (el creador de la letra del himno). A Londres se comisionaron
al coronel Simón Bolívar a Luis López Méndez y a Andrés Bello.. Finalmente, a
los Estados Unidos enviaron a Juan Vicente de Bolívar (Hermano mayor de
Simón, y quien por cierto perdió la vida en un naufragio cumpliendo con esta
misión), Don Telésforo Orea y Don José Rafael Revenga. |
Adicionalmente,
Este fue el congreso que adoptó por primera vez la bandera de
Venezuela, utilizando la misma que introdujo Francisco de Miranda en su
expedición de 1806, añadiéndole en la franja azul siete estrellas, una por cada
provincia representada.
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Buscando el esquema de 3
poderes separados, se creó una Alta Corte de Justicia, presidida por
Francisco Espejo y para el poder ejecutivo, se designó un triunvirato formado
por Cristóbal Mendoza, Juan Escalona y Baltazar Padrón. Es así como el
Trujillano, Cristóbal Mendoza, se convierte en el primer presidente de
Venezuela. |
Causas
En 1.770 se inician en Venezuela los movimientos
preindependentistas. Es a finales del siglo XVIII cuando comienza a
manifestarse el descontento y las rivalidades existentes en la Venezuela
colonial. La diferencia entre los blancos peninsulares y los blancos criollos
es evidente. Los blancos peninsulares tenían en sus manos todo el poder
político, mientras que los blancos criollos tenían en sus manos el poder
económico, el cual se encontraba coartado en su desarrollo por la existencia de
la Compañía Guipuzcoana, la cual monopolizaba las exportaciones venezolanas.
La influencia de las ideas revolucionarias francesas había llegado al conocimiento
de los blancos criollos y de muchos esclavos. De allí que son ellos quienes van
a manifestarse a través de los movimientos precursores de la independencia
venezolana.
· El movimiento de los
comuneros de los comuneros de los Andes, que buscaba eliminar los impuestos de
la corona.
· El movimiento de José
Leonardo Chirinos que intentaba lograr la libertad de los esclavos y proclamar
la república
· El movimiento de Gual
y España con un proyecto de Gobierno
que abarcaba aspectos económicos, sociales y políticos.
· Francisco de Miranda,
quien preparó todo un proyecto de Gobierno y realizó dos expediciones armadas
dispuestas a iniciar la guerra independentista.
· El movimiento del 19
de Abril, cuando se declara la Independencia de Venezuela y de hecho da inicio
al proceso para alcanzarla.
Causas internas y externas que condujeron
al movimiento independentista. El movimiento independentista en América fue un
proceso de guerra que se desarrolló desde el siglo XVIII hasta principios del
siglo XIX (1.770 - 1.824).
Este movimiento es resultado de un proceso evolutivo que se venía gestando
durante los trescientos años de dominación española en América, además de una
serie de sucesos externos que influyeron en el ánimo de los americanos para
librarse del yugo español Las innovaciones en el pensamiento político,
económico y social de la Ilustración y la Revolución Industrial, la
independencia de los EE.UU. y de Haití, la revolución francesa y su influencia
en el gobierno español, van a estimular y a acentuar los descontentos
existentes en la América española.
Causas
Externas
A.-
Ideas de la Ilustración.
Los filósofos y enciclopedistas europeos ponen en evidencia la intolerancia y
la desmedida actuación de los monarcas absolutistas. Filósofos como Locke,
Rousseau y Montesquieu criticaban los sistemas de gobierno existentes en
Europa. Estas ideas de igualdad, libertad, seguridad y fraternidad van a jugar
una influencia decisiva en el ánimo de los blancos criollos, quienes comienzan
a conspirar en América para erradicar del territorio el gobierno absolutista
español. Ya las revoluciones inglesas de 1.648 y 1.688 habían logrado
restringir la autoridad del rey y consagrar los derechos y libertades para
todos los ingleses.
B. - Independencia de los EE.UU.
En 1.776 los EE.UU. se independizaron de Inglaterra. Para ello contaron con el
apoyo del rey Carlos III de España, quien puso en marcha una política
antibritánica en defensa de los colonos norteamericanos. No notó en esta
oportunidad que esta política resultaría contraproducente, pues los colonos
españoles en América verían allí su posibilidad de independizarse. Además, el
preámbulo de la constitución de EE.UU., contiene la declaración de los derechos
del hombre: soberanía, libertad, igualdad, fraternidad, propiedad, etc.
Consagra también el régimen político
republicano que implica la independencia de cualquier otra región y la división
de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial. Estas ideas serían retomadas
por los precursores de la independencia en América.
C.- Independencia de Haití
Haití fue independizada en 1.801 por Pedro Domingo Toussaint, quien declaró la
independencia de la isla y la libertad de los esclavos, instituyendo también
los derechos del hombre como ley en la región.
D.- Revolución Francesa
Esta constituye uno de los sucesos más importantes de la historia
contemporánea, pues acabó con el régimen absolutista más representativo y
fuerte de la Europa del siglo XVIII
E.- Situación de España entre 1.808 y 1.810.
Napoleón Bonaparte, en 1.807, decretó un bloqueo a Inglaterra. Según esta
medida, ninguna nación europea podía comerciar con Inglaterra. Este bloqueo fue
aceptado por todas las naciones a excepción de Portugal. Por esta razón
Napoleón decidió invadir dicha nación en 1.808, atravesando territorio español.
Para dicha empresa contó con el apoyo del Rey Carlos III de España. Esta
disponibilidad otorgada al emperador francés, ocasiona que el pueblo español
deponga al Rey y le exige su abdicación a favor de su hijo Fernando VII.
Sin embargo, en abril de 1.808, Napoleón obliga a Fernando VII a
abdicar en favor de José Bonaparte. Madrid se levanta jurando fidelidad a
Fernando VII y se organiza entonces una Junta de Regencia "Conservadora de
los derechos de Fernando VII". En 1.809, las autoridades coloniales
reconocen la junta, pero algunos mantuanos americanos consideran que dicha
junta no tiene jurisdicción en América y que deben formarse juntas
independientes en América
F.- Expulsión de los jesuitas de América.
Los jesuitas, grupo religioso con gran poder económico y que se había enraizado
muy fuertemente en el pueblo americano, fueron expulsados de América por los
Borbones. Ante esta expulsión, los jesuitas se convirtieron en promulgadores
del descontento de los americanos y de los abusos que contra ellos cometía la
corona española. Uno de estos documento fue "Carta a los españoles
americanos", el cual habla de la reivindicación del indio, de los derechos
del hombre y del ciudadano y de la soberanía popular.
Este documento fue traído por Miranda en sus expediciones. Lo señalado
anteriormente lleva a concluir que el Pensamiento Ilustrado indica una nueva
forma de sociedad, lo que hace que el hombre sea libre y vaya en contra del
sometimiento hasta ahora vivido.
Causas Internas
A.- Conocimiento de las ideas de la ilustración por los blancos criollos.
Los blancos criollos constituían un grupo social caracterizado por
poseer un alto nivel educativo. Su preparación intelectual y sus contactos con
el extranjero les permitieron conocer las ideas revolucionarias que se habían
gestado en Europa y querían, quizá para su propio beneficio, poner en práctica
estas ideas en América
B.- Política económica de España en América.
Los colonos españoles en América estaban sujetos al control del
monopolio comercial español, que les obligaba a pagar altos impuestos y a
comerciar exclusivamente con los representantes de la corona. Esto condujo a
que los mantuanos americanos buscaran liberarse del yugo español.
Por otra parte, y para ahondar la necesidad de independencia económica, aparece
la política económica de los Borbones. micas y administrativas en las colonias.
C.- Rivalidad entre criollos y peninsulares.
Existía una marcada diferencia entre los blancos peninsulares (venidos de
España) y los blancos criollos. Los primeros tenían todo el poder político en
sus manos. España enviaba a América los virreyes, gobernadores, intendentes,
oidores, capitanes, generales, etc. Mientras que los criollos tenían que
conformarse con una simple participación en los cabildos. Los criollos eran los
dueños de las haciendas, por lo tanto estaba en sus manos la producción
ganadera y agrícola, los esclavos y el incipiente comercio colonial. Los
peninsulares manejaban y monopolizaban el alto comercio o comercio con la
metrópoli, en deterioro de los intereses de los criollos.
Declaración de
El 5 de Julio de 1811, los miembros de
El recién creado estado necesitaba una constitución, para lo cual
se encargó a Francisco Javier Ustáriz, a Gabriel Ponte y a Juan Germán Roscio
para que la redactaran. La primera constitución fue muy similar a la de los
Estados Unidos, es decir de tipo federalista (o descentralizada), en donde las
provincias conservaban mucha autonomía y podían tener sus propias leyes. A
pesar de que este sistema fue objetado por varios miembros de
A esta república no le faltaron las dificultades. Los que se
oponían a la independencia de Venezuela, llamados los realistas, dominaban las
provincias de Maracaibo, Guayana y Coro. España había ordenado el bloqueo a
Venezuela, dificultando el comercio exterior, y organizó la resistencia bajo el
mando del capitán Domingo Monteverde.
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Para colmo de males, el
Jueves Santo de 1812, un fuerte terremoto sacudió al país, matando a más de
10.000 personas y causando una gran destrucción en Caracas y otras ciudades.
Allí es cuando Bolívar pronunció su famosa frase: Aunque la naturaleza se
oponga, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca. Sin embargo los
realistas, y muchos religiosos que los apoyaban, aprovechándose de la
ignorancia del la gente, decían que aquello era el castigo de Dios. |
El poder ejecutivo, dividido entre 3 personas (triunvirato)
resultaba poco ágil y decidió darle poderes absolutos a Francisco de Miranda
para que defendiera la naciente patria, nombrándolo Generalísimo. Sin embargo,
ya era tarde. Miranda encargó al coronel Ustáriz la defensa de Valencia y al
Coronel Simón Bolívar la de Puerto Cabello. Pero ninguno de los dos logró su
objetivo, siendo derrotados.
En Puerto Cabello, un soldado
traicionó a Simón Bolívar, sublevando parte de la guarnición. A pesar de eso
Bolívar luchó desesperadamente para defender la plaza, hasta que tuvo que
huir a |
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A Miranda no le quedó más remedio que rendirse en San Mateo el 25
de julio de 1812, firmando un armisticio, el cual no fue cumplido por
Monteverde quien lo mandó a encarcelar cuando se preparaba para ir al exterior.
Igualmente, mandó a matar a miles de personas, incluyendo mujeres y niños,
entre los patriotas (los que apoyaban la independencia). Miranda murió
encarcelado en la cárcel de
SIMÓN BOLÍVAR, quien al perder Puerto Cabello, había huido a
El Manifiesto de Cartagena
“Libertar a
Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas, escapado
prodigiosamente de en medio de sus ruinas físicas, y políticas, que siempre
fiel al sistema liberal, y justo que proclamó mi patria, he venido a seguir
aquí los estandartes de la independencia, que tan gloriosamente tremolan en
estos Estados.
Permitidme que animado de un celo patriótico me atreva a dirigirme
a vosotros, para indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a
su destrucción; lisonjeándome que las terribles, y ejemplares lecciones que ha
dado aquella extinguida República, persuadan a
El más consecuente error que cometió Venezuela, al presentarse en
el teatro político fue, sin contradicción. la fatal adopción que hizo del
sistema tolerante; sistema improbado como débil e ineficaz, desde entonces, por
todo el mundo sensato, y tenazmente sostenido hasta los últimos periodos, con
una ceguedad sin ejemplo.
Las primeras pruebas que dio nuestro gobierno de su insensata
debilidad, las manifestó con la ciudad subalterna de Coro, que denegándose a
reconocer su legitimidad, lo declaró insurgente, y lo hostilizó como enemigo.
Los códigos que consultaban nuestros magistrados, no eran los que
podían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado
ciertos buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado
alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje
humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes; filantropía por
legislación, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados. Con semejante
subversión de principios, y de cosas, el orden social se resintió
extremadamente conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a
una disolución universal, que bien pronto se vio realizada.
De aquí nació la impunidad de los delitos de Estado cometidos
descaradamente por los descontentos, y particularmente por nuestros natos, e
implacables enemigos, los españoles europeos, que maliciosamente se habían
quedado en nuestro país, para tenerlo incesantemente inquieto, y promover
cuantas conjuraciones les permitían formar nuestros jueces perdonándolos
siempre, aun cuando sus atentados eran tan enormes, que se dirigían contra la
salud pública.
La doctrina que apoyaba esta conducta tenía su origen en las
máximas filantrópicas de algunos escritores que defienden la no residencia de
facultad en nadie, para privar de la vida a un hombre, aun en el caso de haber
delinquido éste, en el delito de lesa patria. Al abrigo de esta piadosa
doctrina, a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra
conspiración que se volvía a perdonar: porque los gobiernos liberales deben
distinguirse por la clemencia. ¡Clemencia criminal, que contribuyó más que
nada. a derribar la máquina, que todavía no habíamos enteramente concluido!
De aquí vino la oposición decidida a levantar tropas veteranas,
disciplinadas y capaces de presentarse en el campo de batalla, ya instruidas, a
defender la libertad con suceso y gloria. Por el contrario, se establecieron
innumerables cuerpos de milicias indisciplinadas, que además de agotar las cajas
del erario nacional, con los sueldos de la plana mayor, destruyeron la
agricultura, alejando a los paisanos de sus hogares; e hicieron odioso el
gobierno que obligaba a éstos a tomar las armas, y a abandonar sus familias.
«Las repúblicas -decían nuestros estadistas- no han menester de hombres pagados
para mantener su libertad. Todos los ciudadanos serán soldados cuando nos
ataque el enemigo. Grecia, Roma, Venecia, Génova, Suiza, Holanda, y
recientemente Norteamérica vencieron a su contrarios sin auxilio de tropas
mercenarias siempre prontas a sostener al despotismo y a subyugar a sus
conciudadanos».
Con estos antipolíticos e inexactos raciocinios, fascinaban a los simples; pero
no convencían a los prudentes que conocían bien la inmensa diferencia que hay
entre los pueblos, los tiempos, y las costumbres de aquellas repúblicas, y las
nuestras. Ellas, es verdad que no pagaban ejércitos permanentes; mas era porque
en la antigüedad no los había y sólo confiaban la salvación y la gloria de los
Estados, en sus virtudes políticas, costumbres severas y carácter militar,
cualidades que nosotros estamos muy distantes de poseer. Y en cuanto a las
modernas que han sacudido el yugo de sus tiranos es notorio que han mantenido
el competente número de veteranos que exige su seguridad; exceptuando
Norteamérica, que estando en paz con todo el mundo, y guarnecido por el mar no
ha tenido por conveniente sostener en estos últimos años el completo de tropas
veteranas que necesita para la defensa de sus fronteras y plazas.
El resultado probó severamente a Venezuela el error de su cálculo;
pues los milicianos que salieron al encuentro del enemigo, ignorando hasta el
manejo del arma, y no estando habituados a la disciplina y obediencia, fueron
arrollados al comenzar la última campaña, a pesar de los heroicos y
extraordinarios esfuerzos que hicieron sus jefes, por llevarlos a la victoria.
Lo que causó un desaliento general en soldados y oficiales; porque es una
verdad militar que sólo ejércitos aguerridos son capaces de sobreponerse a los
primeros infaustos sucesos de una campaña. EL soldado bisoño lo cree todo
perdido, desde que es derrotado una vez; porque la experiencia no le ha probado
que el valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna.
La subdivisión de la provincia de Caracas proyectada discutida y
sancionada por el Congreso federal despertó y fomentó una enconada rivalidad en
las ciudades, y lugares subalternos, contra la capital:&laqno;La cual
-decían los congresantes ambiciosos de domminar en sus distritos- era la tiranía
de las ciudades y la sanguijuela del Estado». De este modo se encendió el fuego
de la guerra civil en Valencia, que nunca se logró apagar, con la reducción de
aquella ciudad; pues conservándolo encubierto, lo comunicó a las otras limítrofes
a Coro y Maracaibo; y éstas entablando comunicaciones con aquéllas,
facilitaron, por este medio, la entrada de los españoles que trajo la caída de
Venezuela.
La disipación de las rentas públicas en objetos frívolos, y
perjudiciales; y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas,
secretarios, jueces, magistrados, legisladores provinciales y federales, dio un
golpe mortal a
Pero lo debilitó más el Gobierno de Venezuela, fue la forma
federal que adoptó, siguiendo las máximas exageradas de los derechos del hombre
que autorizándolo para que se rija por sí mismo rompe los pactos sociales, y
constituye a las naciones en anarquía. Tal era el verdadero estado de
El sistema federal bien que sea el más perfecto y más capaz de
proporcionar la felicidad humana en sociedad es, no obstante, el más opuesto a
los intereses de nuestros nacientes Estados. Generalmente hablando, todavía
nuestros conciudadanos no se hallan en aptitud de ejercer por sí mismos
ampliamente sus derechos; porque carecen de las virtudes políticas que
caracterizan al verdadero republicano: virtudes que no se adquieren en los
gobiernos absolutos, en donde se desconocen los derechos y los deberes del
ciudadano.
Por otra parte, ¿qué país del mundo por morigerado y republicano
que sea, podrá, en medio de las facciones intestinas y de una guerra exterior,
regirse por un gobierno tan complicado y débil como el federal? No, no es
posible conservarlo en el tumulto de los combates y de los partidos. Es preciso
que el gobierno se identifique, por decirlo así, al carácter de las
circunstancias, de los tiempos y de los hombres que lo rodean. Si éstos son prósperos
y serenos, él debe ser dulce y protector; pero si son calamitosos y
turbulentos, él debe mostrarse terrible y armarse de una firmeza igual a los
peligros, sin atender a leyes ni constituciones, ínterin no se restablecen la
felicidad y la paz.
Caracas tuvo mucho que padecer por defecto de
Yo soy de sentir que mientras no centralicemos nuestros gobiernos
americanos, los enemigos obtendrán las más completas ventajas; seremos
indefectiblemente envueltos en los horrores de las disensiones civiles, y
conquistados vilipendiosamente por ese puñado de bandidos que infestan nuestras
comarcas.
Las elecciones populares hechas por los rústicos del campo, y por los
intrigantes moradores de las ciudades, añaden un obstáculo más a la práctica de
EL terremoto de 26 de marzo trastornó ciertamente, tanto lo físico
como lo normal; y puede llamarse propiamente la causa inmediata de la ruina de
Venezuela; mas este mismo suceso habría tenido lugar, sin producir tan mortales
efectos, si Caracas se hubiera gobernado entonces por una sola autoridad, que
obrando con rapidez y vigor hubiese puesto remedio a los daños sin trabas, ni
competencias que retardando el efecto de las providencias, dejaban tomar al mal
un incremento tan grande que lo hizo incurable.
Si Caracas en lugar de una Confederación, lánguida e insubsistente
hubiese establecido un gobierno sencillo, cual lo requería su situación
política y militar, tú existieras ¡oh Venezuela! y gozaras hoy de tu libertad.
La influencia eclesiástica tuvo. después del terremoto, una parte
muy considerable en la sublevación de los lugares y ciudades subalternas: y en
la introducción de los enemigos en el país; abusando sacrílegamente de la
santidad de su ministerio en favor de los promotores de la guerra civil. Sin
embargo, debemos confesar ingenuamente, que estos traidores sacerdotes se
animaban a cometer los execrables crímenes de que justamente se les acusa
porque la impunidad de los delitos era absoluta; la cual hallaba en el Congreso
un escandaloso abrigo; llegando a tal punto esta injusticia que de la
insurrección de la ciudad de Valencia, que costó su pacificación cerca de mil
hombres, no se dio a la vindicta de las leyes un solo rebelde; quedando todos
con vida y, los más, con sus bienes.
De lo referido se deduce, que entre las causas que han producido
la caída de Venezuela, debe colocarse en primer lugar la naturaleza de su
Constitución; que repito, era tan contraria a sus intereses, como favorable a
los de sus contrarios. En segundo, el espíritu de misantropía que se apoderó de
nuestros gobernantes. Tercero, la oposición al establecimiento de un cuerpo
militar que salvase
Estos ejemplos de errores e infortunios, no serán enteramente
inútiles para los pueblos de
Lo primero que se presenta en apoyo de esta operación, es el
origen de la destrucción de Caracas, que no fue otro que el desprecio con que
miró aquella ciudad la existencia de un enemigo que parecía pequeño, y no lo
era , considerándolo en su verdadera luz.
Coro, ciertamente, no habría podido nunca entrar en competencias
con Caracas, si la comparamos, en sus fuerzas intrínsecas, con ésta; mas como
en el orden de las vicisitudes humanas no es siempre la mayoría física la que
decide, sino que es la superioridad de la fuerza moral la que inclina hacia sí
la balanza política, no debió el Gobierno de Venezuela, por esta razón, haber
descuidado la extirpación de un enemigo que, aunque aparentemente débil, tenía
por auxiliares a la provincia de Maracaibo; a todas las que obedecen a
Aplicando el ejemplo de Venezuela a
España tiene en el día gran número de oficiales generales
ambiciosos y audaces; acostumbrados a los peligros y a las privaciones que
anhelan por venir aquí a buscar un imperio que reemplace el que acaban de
perder.
Es muy probable, que al expirar
Nada se opondrá a la emigración de España. Es verosímil que
Inglaterra proteja la evasión de un partido que disminuye en parte las fuerzas
de Bonaparte, en España; y trae consigo el aumento y permanencia del suyo en
América. Francia no podrá impedirlo tampoco Norteamérica; y nosotros menos aún,
pues careciendo todos de una marina respetable, nuestras tentativas serán
vanas.
Estos tránsfugas hallarán, ciertamente, una favorable acogida en
los puertos de Venezuela, como que vienen a reforzar a los opresores de aquel
país; y los habilitan de medios para emprender la conquista de los Estados
independientes.
Levantarán quince o veinte mil hombres que disciplinarán
prontamente con sus jefes, oficiales, sargentos, cabos y soldados veteranos. A
este ejército seguirá otro todavía más temible, de ministros, embajadores,
consejeros, magistrados, toda la jerarquía eclesiástica y los grandes de
España, cuya profesión es el dolo y la intriga, condecorados con ostentosos
títulos, muy adecuados para deslumbrar a la multitud, que derramándose como un
torrente, lo inundarán todo arrancando la semillas, y hasta las raíces del
árbol de la libertad de Colombia. Las tropas combatirán en el campo; y éstos,
desde sus gabinetes, nos harán la guerra por los resortes de la seducción y del
fanatismo.
Así pues, no nos queda otro recurso para precavernos de estas
calamidades, que el de pacificar rápidamente nuestras provincias sublevadas,
para llevar después nuestras armas contra las enemigas; y formar, de este modo,
soldados y oficiales dignos de llamarse las columnas de la patria.
Todo conspira a hacernos adoptar esta medida; sin hacer mención de
la necesidad urgente que tenemos de cerrarle las puertas al enemigo, hay otras
razones tan poderosas para determinarnos a la ofensiva, que sería una falta
militar y política inexcusable dejar de hacerla. Nosotros nos hallamos
invadidos y, por consiguiente, forzados a rechazar al enemigo más allá de la
frontera. Además, es un principio del arte que toda guerra defensiva es
perjudicial y ruinosa para el que la sostiene; pues lo debilita sin esperanza
de indemnizarlo; y que las hostilidades en el territorio enemigo, siempre son
provechosas, por el bien que resulta del mal contrario; así, no debemos, por
ningún motivo, emplear la defensiva.
Debemos considerar también el estado actual del enemigo que se
halla en una posición muy crítica, habiéndoseles desertado la mayor parte de
sus soldados criollos: y teniendo, al mismo tiempo, que guarnecer las
patrióticas ciudades de Caracas, Puerto Cabello,
Es una cosa positiva, que en cuanto nos presentemos en Venezuela,
se nos agregan millares de valerosos patriotas, que suspiran por vernos
aparecer, para sacudir el yugo de sus tiranos, y unir sus esfuerzos a los
nuestros en defensa de la libertad.
La naturaleza de la presente campaña nos proporciona la ventaja de
aproximarnos a Maracaibo, por Santa Marta, y a Barinas por Cúcuta.
Aprovechemos, pues, instantes tan propicios; no sea que los
refuerzos que incesantemente deben llegar de España. cambien absolutamente el
aspecto de los negocios, y perdamos, quizás para siempre, la dichosa oportunidad
asegurar la suerte de estos Estados.
El honor de
Cartagena de Indias, 15 de diciembre de 1812.
En este manifiesto Simón Bolívar analiza la situación de
Venezuela y explica por que se perdió la primera república. También promueve la
unión de Nueva Granada (Colombia) y Venezuela, para lograr la libertad de ambos
países.
Entre las razones que Bolívar da para la pérdida de la república,
figuran el sistema federalista, el cual decía que estaba muy bien para los
Estados Unidos, pero no para un país como Venezuela en ese momento. Menciona
que se requería un gobierno centralizado y mucho más fuerte. Explicaba que el
gobierno debía ser mucho más duro con el enemigo y debía construir un ejército
más fuerte y disciplinado. También manifestó que el terremoto significo la
"ruina material y moral" de Venezuela.
Mientras tanto, en el oriente del país, Santiago Mariño,
conjuntamente con unos patriotas que se habían escapado después de la
capitulación de Miranda, logró tomar las provincias de Cumaná Barcelona y
Margarita.
Es también durante
Bolívar tenía dos divisiones. La primera comandada por Atanasio
Girardot y la segunda por José Félix Ribas. El mayor del ejército era el
marabino, Rafael Urdaneta. La cronología de los eventos fue la siguiente:
Con la entrada de Bolívar a Caracas, queda instituida una nueva
república que controlaba todas las provincias menos Guayana y Maracaibo. Sin
embargo, a la semana de haber llegado tuvo que volver a salir para luchar
contra Monteverde, quien se había refugiado en Puerto Cabello. En septiembre,
los realistas reciben refuerzos de España. Sin embargo, los éxitos militares de
los patriotas continuaron durante 1813, con las batallas de Bárbula (aunque
allí muere Girardot) y con la victoria sobre Monteverde en Las Trincheras, el 3
de octubre, forzando su salida del país.
Ricaurte - Estatua en San
Mateo |
Un elemento que fue
determinante en la caída de esta joven república fue la aparición de un
caudillo español realista, José Tomás Boves, quien con su liderazgo y la
promesa de darles las riquezas de los blancos, comandó un poderoso ejército
de llaneros pardos. Boves inicia sus victorias el 3 de febrero de 1814,
derrotando a Vicente Campo Elías, en |
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En la ciudad de
Boves, sin embargo, logra reorganizar su ejército y emprende la
marcha hacia Caracas. Bolívar lo detiene por algún tiempo en San Mateo, pero
luego es vencido el 24 de marzo de 1814. Gracias a la acción heroica de Antonio
Ricaurte, quien se sacrificó prendiéndole fuego al polvorín, la pólvora no cayó
en manos de Boves.
Lo que siguió fue el pánico. La crueldad de Boves era legendaria y
la población de Caracas, unida a la que ya había huido de otras partes del
país, emigró hacia Oriente. Cuentan que en esta huida murieron más personas que
en el terremoto mismo.
El 18 de Agosto, Bolívar al mando de 3000 hombres trató de detener
las tropas realistas comandadas por Morales, pero fue derrotado. Cuenta Baralt,
que Morales "pasó a cuchillo no solamente a los prisioneros, sino a una
gran parte de la vecindad, sin respetar edad ni sexo, haciendo como Rosete, su
matanza, en el recinto mismo de la iglesia".
El fin era inevitable: Los jefes patriotas – Bolívar, Mariño,
Ribas, Piar, Bermúdez, Monagas, Cedeño y Zaraza – contaban con pocas tropas y
tenían muchas diferencias entre sí. Ribas pierde en Urica el 5 de diciembre,
sin embargo en esa batalla pierde la vida Boves. Ribas se interna en las
montañas, pero es capturado por un jefe realista quien lo mata, manda a freír
su cabeza en aceite, y la envía a Caracas, en donde es exhibida en la plaza
mayor.
La última batalla fue la que perdió Bermúdez en Maturín, el 11 de
diciembre. Casi todos los jefes patriotas tuvieron que huir al exterior, con la
excepción de Monagas, Cedeño y Zaraza que permanecieron para iniciar
posteriormente la lucha de guerrillas.
Terminaba así el año 1814, llamado por los historiadores, con
justa razón, el "año terrible", llevándose consigo la corta existencia
de
España había logrado independizarse de Francia. Fernando VII ya
estaba en el poder y estaba preocupado por lo que estaba pasando en sus
colonias. Es por eso que decidió enviar al General Pablo Morillo, quien se
había destacado en la guerra contra Francia, a someter a los
"rebeldes".
Morillo llegó a Pampatar el 9 de abril y logró deponer rápidamente
a los jefes patriotas Bermúdez y Arismendi, quien logró escapar. Sin embargo,
su esposa Luisa Cáceres fue capturada y encarcelada en un calabozo del castillo
de Santa Rosa en
Morillo no tuvo muchas dificultades en reconquistar todo el país,
empezando por Cumaná, siguiendo por Caracas y llegando hasta Bogotá.
Mientras tanto, Bolívar estaba en Jamaica, en donde se dedicó a
escribir artículos para conseguir apoyo a la causa independista.
Es ahí donde escribió la famosa Carta de Jamaica el 6 de
septiembre de 1815 en donde expresa lo siguiente:
“Muy señor mío: Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que usted
me hizo el honor de dirigirme, y yo recibí con la mayor satisfacción.
Sensible como debo, al interés que usted ha querido tomar por la
suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece, desde
su descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores
los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las
solícitas demandas que usted me hace, sobre los objetos más importantes de la
política americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de
corresponder a la confianza con que usted me favorece, y el impedimento de
satisfacerle, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los
limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido
como el Nuevo Mundo.
En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que usted
me ha honrado. El mismo barón de Humboldt, con su universalidad de
conocimientos teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque
aunque una parte de la estadística y revolución de América es conocida, me
atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas y, por consecuencia,
sólo se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo
relativo a la suerte futura, y a los verdaderos proyectos de los americanos;
pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras
tantas es susceptible la nuestra por sus posiciones físicas, por las
vicisitudes de la guerra, y por los cálculos de la política.
Como me conceptúo obligado a prestar atención a la apreciable
carta de usted, no menos que a sus filantrópicas miras, me animo a dirigir
estas líneas, en las cuales ciertamente no hallará usted las ideas luminosas
que desea, mas sí las ingenuas expresiones de mis pensamientos.
«Tres siglos ha —dice usted— que empezaron las barbaridades que los españoles
cometieron en el grande hemisferio de Colón». Barbaridades que la presente edad
ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana;
y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos
documentos no testificasen estas infaustas verdades. El filantrópico obispo de
Chiapa, el apóstol de
Con cuánta emoción de gratitud leo el pasaje de la carta de usted
en que me dice «que espera que los sucesos que siguieron entonces a las armas
españolas, acompañen ahora a las de sus contrarios, los muy oprimidos
americanos meridionales». Yo tomo esta esperanza por una predicción, si la
justicia decide las contiendas de los hombres. El suceso coronará nuestros
esfuerzos; porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente: el lazo
que la unía a España está cortado: la opinión era toda su fuerza; por ella se
estrechaban mutuamente las partes de aquella in mensa monarquía; lo que antes
las enlazaba ya las divide; más grande es el odio que nos ha inspirado
Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados, no debemos
desconfiar de la fortuna. En unas partes triunfan los in dependientes, mientras
que los tiranos en lugares diferentes, obtienen sus ventajas, y ¿cuál es el
resultado final? ¿No está el Nuevo Mundo entero, conmovido y armado para su
defensa? Echemos una ojeada y observaremos una lucha simultánea en la misma
extensión de este hemisferio.
El belicoso estado de las provincias del Río de
El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas, está lidian
do contra sus enemigos que pretenden dominarlo; pero en vano, porque los que
antes pusieron un término a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos,
son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublime es suficiente para
probarles, que el pueblo que ama su independencia, por fin la logra.
El virreinato del Perú, cuya población asciende a millón y medio
de habitantes, es, sin duda, el más sumiso y al que más sacrificios se le han
arrancado para la causa del rey, y bien que sean vanas las relaciones
concernientes a aquella porción de América, es indubitable que ni está
tranquila, ni es capaz de oponerse al torrente que amenaza a las más de sus
provincias.
En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela sus acontecimientos
han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una
absoluta indigencia a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los más
bellos países de cuantos hacían el orgullo de América. Sus tiranos gobiernan un
desierto, y sólo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte,
alimentan una precaria existencia; algunas mujeres, niños y ancianos son los
que quedan. Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven,
combaten con furor, en los campos y en los pueblos internos hasta expirar o
arrojar al mar a los que insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los
primeros monstruos que hicieron desaparecer de
En Nueva España había en 1808, según nos refiere el barón de
Humboldt, siete millones ochocientas mil almas con inclusión de Guatemala.
Desde aquella época, la insurrección que ha agitado a casi todas sus
provincias, ha hecho disminuir sensiblemente aquel cómputo que parece exacto;
pues más de un millón de hombres han perecido, como lo podrá usted ver en la
exposición de Mr. Walton que describe con fidelidad los sanguinarios crímenes
cometidos en aquel opulento imperio. Allí la lucha se mantiene a fuerza de
sacrificios humanos y de todas especies, pues nada ahorran los españoles con
tal que logren someter a los que han tenido la desgracia de nacer en este
suelo, que parece destinado a empaparse con la sangre de sus hijos. A pesar de
todo, los mejicanos serán libres, porque han abrazado el partido de la patria,
con la resolución de vengar a sus pasados, o seguirlos al sepulcro. Ya ellos
dicen con Reynal: llegó el tiempo en fin, de pagar a los españoles suplicios
con suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores en su sangre o en el
mar.
Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas pueden formar una
población de setecientas a ochocientas mil almas, son las que más
tranquilamente poseen los españoles, porque están fuera del contacto de los
independientes. Mas ¿no son americanos estos insulares? ¿No son vejados? ¿No
desearán su bienestar?
Este cuadro representa una escala militar de dos mil leguas de
longitud y novecientas de latitud en su mayor extensión en que dieciséis
millones de americanos defienden sus derechos, o están comprimidos por la
nación española que aunque fue en algún tiempo el más vasto imperio del mundo,
sus restos son ahora impotentes para dominar el nuevo hemisferio y hasta para
mantenerse en el antiguo. ¿Y~~ y amante de la libertad permite que una vieja
serpiente por sólo satisfacer su saña envenenada, devore ta más bella parte de
nuestro globo? ¡Qué! ¿Está Europa sorda al clamor de su propio interés? ¿No
tiene ya ojos para ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido para ser de este
modo insensible? Estas cuestiones cuanto más las medito, más me confunden;
llego a pensar que se aspira a que desaparezca
Europa haría un bien a España en disuadirla de su obstinada
temeridad, porque a lo menos le ahorrará los gastos que expende, y la sangre
que derrama; a fin de que fijando su atención en sus propios recintos, fundase
su prosperidad y poder sobre bases más sólidas que las de inciertas conquistas,
un comercio precario y exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y
poderosos. Europa misma por miras de sana política debería haber preparado y
ejecutado el proyecto de la independencia americana, no sólo porque el
equilibrio del mundo así lo exige, sino porque éste es el medio legítimo y
seguro de adquirirse establecimientos ultramarinos de comercio. Europa que no
se halla agitada por las violentas pasiones de la venganza, ambición y codicia,
como España, parece que estaba autorizada por todas las leyes de la equidad a
ilustrarla sobre sus bien entendidos intereses.
Cuantos escritores han tratado la materia se acordaban en esta
parte. En consecuencia, nosotros esperábamos con razón que todas las naciones
cultas se apresurarían a auxiliarnos, para que adquiriésemos un bien cuyas
ventajas son recíprocas a entrambos hemisferios. Sin embargo, ¡cuán frustradas
esperanzas! No sólo los europeos. pero hasta nuestros hermanas del Norte se han
mantenido inmóviles espectadores de esta contienda, que por su esencia es la
más justa, y por sus resultados la más bella e importante de cuantas se han
suscitado en los siglos antiguos y modernos, ¿porque hasta dónde se puede
calcular la trascendencia de la libertad en el hemisferio de Colón?
«La felonía con que Bonaparte —dice usted— prendió a Carlos IV y a Fernando
VII, reyes de esta nación, que tres siglos la aprisionó con traición a dos
monarcas de
Parece que usted quiere aludir al monarca de Méjico Moctezuma,
preso por Cortés y muerto, según Herrera, por el mismo, aunque Solís dice que
por el pueblo, y a Atahualpa, inca del Perú, destruido por Francisco Pizarro y
Diego Almagro. Existe tal diferencia entre la suerte de los reyes españoles y
los reyes americanos, que no admiten comparación; los primeros son tratados con
dignidad, conservados, y al fin recobran su libertad y trono; mientras que los
últimos sufren tormentos inauditos y los vilipendios más vergonzosos. Si a
Guatimozín sucesor de Moctezuma, se le trata como emperador, y le ponen la
corona, fue por irrisión y no por respeto, para que experimentase este escarnio
antes que las torturas. Iguales a la suerte de este monarca fueron las del rey
de Michoacán, Catzontzin; el Zipa de Bogotá, y cuantos Toquis, Imas, Zipas,
Ulmenes, Caciques y demás dignidades indianas sucumbieron al poder español. El
suceso de Fernando VII es más semejante al que tuvo lugar en Chile en 1535 con
el Ulmén de Copiapó, entonces reinante en aquella comarca. El español Almagro
pretextó, como Bonaparte, tomar partido por la causa del legítimo soberano y,
en consecuencia, llama al usurpador, como Fernando lo era en España; aparenta
restituir al legítimo a sus estados y termina por encadenar X echar a las
llamas al infeliz Ulmén, sin querer ni aún oír su defensa. Este es el ejemplo
de Fernando VII con su usurpador; los reyes europeos sólo padecen destierros,
el Ulmén de Chile termina su vida de un modo atroz.
«Después de algunos meses —añade usted— he hecho muchas reflexiones sobre la
situación de los americanos y sus esperanzas futuras; tomo grande interés en
sus sucesos; pero me faltan muchos informes relativos a su estado actual y a lo
que ellos aspiran; deseo infinitamente saber la política de cada provincia como
también su población; si desean repúblicas o monarquías, si formarán una gran
república o una gran monarquía. Toda noticia de esta especie que usted pueda
darme o indicarme las fuentes a que debo ocurrir, la estimaré como un favor muy
particular».
Siempre las almas generosas se interesan en la suerte de un pueblo
que se esmera por recobrar los derechos con que el Creador y la naturaleza le
han dotado; y es necesario estar bien fascinado por el error o por las pasiones
para no abrigar esta noble sensación; usted ha pensado en mi país, y se
interesa por él, este acto de benevolencia me inspira el más vivo
reconocimiento.
He dicho la población que se calcula por datos más o menos exactos, que mil
circunstancias hacen fallidos, sin que sea fácil remediar esta inexactitud,
porque los más de los moradores tienen habitaciones campestres, y muchas veces
errantes; siendo labradores, pastores, nómadas, perdidos en medio de espesos e
inmensos bosques, llanuras solitarias, y aislados entre lagos y ríos
caudalosos. ¿Quién será capaz de formar una estadística completa de semejantes
comarcas? Además, los tributos que pagan los indígenas; las penalidades de los
esclavos; las primicias, diezmos y derechos que pesan sobre los labradores, y
otros accidentes alejan de sus hogares a los pobres americanos. Esto sin hacer
mención de la guerra de exterminio que ya ha segado cerca de un octavo de la
población, y ha ahuyentado una gran parte; pues entonces las dificultades son
insuperables y el empadronamiento vendrá a reducirse a la mitad del verdadero
censo.
Todavía es más difícil presentir la suerte futura del Nuevo Mundo,
establecer principios sobre su política, y casi profetizar la naturaleza del
gobierno que llegará a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este país me
parece aventurada. ¿Se puede prever cuando el género humano se hallaba en su
infancia rodeado de tanta incertidumbre, ignorancia y error, cuál seria el
régimen que abrazaría para su conservación? ¿Quién se habría atrevido a decir
tal nación será república o monarquía, ésta será pequeña, aquélla grande? En mi
concepto, esta es la imagen de nuestra situación. Nosotros somos un pequeño
género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares; nuevos en
casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejos en los usos de la
sociedad civil. Yo considero el estado actual de América, como cuando
desplomado el imperio romano cada desmembración formó un sistema político,
conforme a sus intereses y situación, o siguiendo la ambición particular de
algunos jefes, familias o corporaciones, con esta notable diferencia, que
aquellos miembros dispersos volvían a restablecer sus antiguas naciones con las
alteraciones que exigían las cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas
conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte no
somos indios, ni europeos, sino una especie mezcla entre los legítimos
propietarios del país y los usurpadores españoles; en suma, siendo nosotros
americanos por nacimiento, y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar
a éstos a los del país, y que mantenernos en él contra la invasión de los
invasores; así nos hallemos en el caso más extraordinario y complicado. No
obstante que es una especie de adivinación indicar cuál será el resultado de la
línea de política que América siga, me atrevo aventurar algunas conjeturas que,
desde luego, caracterizo de arbitrarias, dictadas por un deseo racional, y no
por un raciocinio probable.
La posición de los moradores del hemisferio americano, ha sido por
siglos puramente pasiva; su existencia política era nula. Nosotros estábamos en
un grado todavía más abajo de la servidumbre y, por lo mismo, con más
dificultad para elevarnos al goce de la libertad. Permítame usted estas
consideraciones para elevar la cuestión. Los Estados son esclavos por la
naturaleza de su constitución o por el abuso de ella; luego un pueblo es
esclavo, cuando el gobierno por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los
derechos del ciudadano o súbdito. Aplicando estos principios, hallaremos que
América no solamente estaba privada de su libertad, sino también de la tiranía
activa y dominante. Me explicaré. En las administraciones absolutas no se
reconocen límites en el ejercicio de las facultades gubernativas: la voluntad
del gran sultán, Kan, Bey y demás soberanos despóticos, es la ley suprema, y
ésta, es casi arbitrariamente ejecutada por los bajáes, kanes y sátrapas
subalternos de Turquía y Persia, que tienen organizada una opresión de que
participan los súbditos en razón de la autoridad que se les confía. A ellos
está encargada la administración civil, militar, política, de rentas, y la
religión. Pero al fin son persas los jefes de Ispahán, son turcos los visires
del gran señor, son tártaros los sultanes de
¡Cuán diferente entre nosotros! Se nos vejaba con una conducta que,
además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una
especie de infancia permanente, con respecto a las transacciones públicas. Si
hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra
administración interior, conoceríamos el curso de los negocios públicos y su
mecanismo, moraríamos también de la consideración personal que impone a los
ojos del pueblo cierto respeto maquinal que es tan necesario conservar en las
revoluciones. He aquí por qué he dicho que estábamos privados hasta de la
tiranía activa, pues que no nos está permitido ejercer sus funciones.
Los americanos en el sistema español que está en vigor, y quizá
con mayor fuerza que nunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que el de
siervos propios para el trabajo y, cuando más, el de simples consumidores; y
aun esta parte coartada con restricciones chocantes; tales son las
prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las producciones
que el rey monopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma Península no
posee, los privilegios exclusivos del comercio hasta de los objetos de primera
necesidad; las trabas entre provincias y provincias americanas para que no se
traten, entiendan, ni negocien; en fin, ¿quiere usted saber cuál era nuestro destino?
Los campos para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el
algodón; las llanuras solitarias para criar ganados, los desiertos para cazar
las bestias feroces, las entrañas de la tierra para excavar el oro que no puede
saciar a esa nación avarienta.
Tan negativo era nuestro estado que no encuentro semejante en
ninguna otra asociación civilizada, por más que recorro la serie de las edades
y la política de todas las naciones. Pretender que un país tan felizmente
constituido, extenso, rico y populoso sea meramente pasivo, ¿no es un ultraje y
una violación de los derechos de la humanidad?
Estábamos, como acabo de exponer, abstraídos y, digámoslo así,
ausentes del universo en cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y
administración del Estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores sino por
causas muy extraordinarias; arzobispos y obispos pocas veces; diplomáticos
nunca; militares sólo en calidad de subalternos; nobles, sin privilegios
reales; no éramos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun
comerciantes; todo en contravención directa de nuestras instituciones.
El emperador Carlos V formó un pacto con los descubridores,
conquistadores y pobladores de América que, como dice Guerra, es nuestro
contrato social. Los reyes de España convinieron solemnemente con ellos que lo
ejecutasen por su cuenta y riesgo, prohibiéndoles hacerlo a costa de la real
hacienda, y por esta razón se les concedía que fuesen señores de la tierra, que
organizasen la administración y ejerciesen la judicatura en apelación; con
otras muchas exenciones y privilegios que sería prolijo detallar. El rey se
comprometió a no enajenar jamás las provincias americanas, como que a él no
tocaba otra jurisdicción que la del alto dominio, siendo una especie de propiedad
feudal la que allí tenían los conquistadores para sí y sus descendientes. Al
mismo tiempo existen leyes expresas que favorecen casi exclusivamente a los
naturales del país, originarios de España, en cuanto a los empleos civiles,
eclesiásticos y de rentas. Por manera que con una violación manifiesta de las
leyes y de los pactos subsistentes, se han visto despojar aquellos naturales de
la autoridad constitucional que les daba su código.
De cuanto he referido, será fácil colegir que América no estaba
preparada, para desprenderse de la metrópoli, como súbitamente sucedió por el
efecto de las ilegítimas cesiones de Bayona, y por la inicua guerra que la
regencia nos declaró sin derecho alguno para ello no sólo por la falta de
justicia, sino también de legitimidad. Sobre la naturaleza de los gobiernos
españoles, sus decretos conminatorios y hostiles, y el curso entero de su
desesperada conducta, hay escritos del mayor mérito en el periódico El Español,
cuyo autor es el señor Blanco; y estando allí esta parte de nuestra historia
muy bien tratada, me limito a indicarlo.
Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos
previos y, lo que es más sensible, sin la práctica de los negocios públicos a
representar en la escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores,
magistrados, administradores del erario, diplomáticos, generales, y cuantas
autoridades supremas y subalternas forman la jerarquía de un Estado organizado
con regularidad.
Cuando las águilas francesas sólo respetaron los muros de la ciudad de Cádiz, y
con su vuelo arrollaron a los frágiles gobiernos de
Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros pasos con el
establecimiento de juntas populares. Estas formaron en seguida reglamentos para
la convocación de congresos que produjeron alteraciones importantes. Venezuela
erigió un gobierno democrático y federal, declarando previamente los derechos
del hombre, manteniendo el equilibrio de los poderes y estatuyendo leyes
generales en favor de la libertad civil, de imprenta y otras; finalmente, se
constituyó un gobierno independiente.
Los sucesos de México han sido demasiado varios, complicados,
rápidos y desgraciados para que se puedan seguir en el curso de la revolución.
Carecemos, además, de documentos bastante instructivos, que nos hagan capaces
de juzgarlos. Los independientes de México, por lo que sabemos, dieron
principio a su insurrección en septiembre de 1810, y un año después, ya tenían
centralizado su gobierno en Zitácuaro, instalado allí una junta nacional bajo
los auspicios de Fernando VII, en cuyo nombre se ejercían las funciones
gubernativas. Por los acontecimientos de la guerra, esta junta se trasladó a
diferentes lugares, y es verosímil que se haya conservado hasta estos últimos
momentos, con las modificaciones que los sucesos hayan exigido. Se dice que ha
creado un generalísimo o dictador que lo es el ilustre general Morelos; otros
hablan del célebre general Rayón; lo cierto es que uno de estos dos grandes
hombres o ambos separadamente ejercen la autoridad suprema en aquel país; y
recientemente ha aparecido una constitución para el régimen del Estado. En
marzo de 1812 el gobierno residente en Zultepec, presentó un plan de paz y
guerra al virrey de México concebido con la más profunda sabiduría. En él se
reclamó el derecho de gentes estableciendo principios de una exactitud
incontestable. Propuso la junta que la guerra se hiciese como entre hermanos y
conciudadanos; pues que no debía ser más cruel que entre naciones extranjeras;
que los derechos de gentes y de guerra, inviolables para los mismos infieles y
bárbaros, debían serlo más para cristianos, sujetos a un soberano y a unas mismas
leyes; que los prisioneros no fuesen tratados como reos de lesa majestad, ni se
degollasen los que rendían las armas, sino que se mantuviesen en rehenes para
canjearlos; que no se entrase a sangre y fuego en las poblaciones pacíficas, no
las diezmasen ni quitasen para sacrificarlas y, concluye, que en caso de no
admitirse este plan, se observarían rigurosamente las represalias. Esta
negociación se trató con el más alto desprecio; no se dio respuesta a la junta
nacional; las comunicaciones originales se quemaron públicamente en la plaza de
México, por mano del verdugo; y la guerra de exterminio continuó por parte de
los españoles con su furor acostumbrado, mientras que los mexicanos y las otras
naciones americanas no la hacían, ni aun a muerte con los prisioneros de guerra
que fuesen españoles. Aquí se observa que por causas de conveniencia se
conservó la apariencia de sumisión al rey y aun a la constitución de la
monarquía. Parece que la junta nacional es absolutaen el ejercicio de las
funciones legislativa, ejecutiva y judicial, y el número de sus miembros muy
limitado.
Los acontecimientos de la tierra firme nos han probado que las
instituciones perfectamente representativas no son adecuadas a nuestro
carácter, costumbres y luces actuales. En Caracas el espíritu de partido tomó
su origen en las sociedades, asambleas y elecciones populares; y estos partidos
nos tornaron a la esclavitud. Y así como Venezuela ha sido la república
americana que más se ha adelantado en sus instituciones políticas, también ha
sido el más claro ejemplo de la ineficacia de la forma demócrata y federal para
nuestros nacientes Estados. En Nueva Granada las excesivas facultades de los
gobiernos provinciales y la falta de centralización en el general han conducido
aquel precioso país al estado a que se ve reducido en el día. Por esta razón
sus débiles enemigos se han conservado contra todas las probabilidades. En
tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talentos y las virtudes
políticas que distinguen a nuestros hermanos del Norte, los sistemas
enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser
nuestra ruina. Desgraciadamente, estas cualidades parecen estar muy distantes
de nosotros en el grado que se requiere; y por el contrario, estamos dominados
de los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española
que sólo ha sobresal ido en fiereza, ambición, venganza y codicia.
Es más difícil, dice Montesquieu, sacar un pueblo de la
servidumbre, que subyugar uno libre. Esta verdad está comprobada por los anales
de todos los tiempos, que nos muestran las más de las naciones libres,
sometidas al yugo, y muy pocas de las esclavas recobrar su libertad. A pesar de
este convencimiento, los meridionales de este continente han manifestado el conato
de conseguir instituciones liberales, y aun perfectas; sin duda, por efecto del
instinto que tienen todos los hombres de aspirar a su mejor felicidad posible;
la que se alcanza infaliblemente en las sociedades civiles, cuando ellas están
fundadas sobre las bases de la justicia, de la libertad y de la igualdad. Pero
¿seremos nosotros capaces de mantener en su verdadero equilibrio la difícil
carga de una República? ¿Se puede concebir que un pueblo recientemente
desencadenado, se lance a la esfera de la libertad, sin que, como a Ícaro, se
le deshagan las alas, y recaiga en el abismo? Tal prodigio es inconcebible,
nunca visto. Por consiguiente, no hay un raciocinio verosímil, que nos halague
con esta esperanza.
Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande
nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y
gloria. Aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo
persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran
república; como es imposible, no me atrevo a desearlo; y menos deseo aún una
monarquía universal de América, porque este proyecto sin ser útil, es también
imposible. Los abusos que actualmente existen no se reformarían, y nuestra
regeneración sería infructuosa. Los Estados americanos han menester de los
cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del
despotismo y la guerra. La metrópoli, por ejemplo, sería México, que es la
única que puede serlo por su poder intrínseco, sin el cual no hay metrópoli. Supongamos
que fuese el istmo de Panamá punto céntrico para todos los extremos de este
vasto continente, ¿no continuarían éstos en la languidez, y aún en el desorden
actual? Para que un solo gobierno dé vida, anime, ponga en acción todos los
resortes de la prosperidad pública, corrija, ilustre y perfeccione al Nuevo
Mundo sería necesario que tuviese las facultades de un Dios y, cuando menos,
las luces y virtudes de todos los hombres.
El espíritu de partido que al presente agita a nuestros Estados,
se encendería entonces con mayor encono, hallándose ausente la fuente del
poder, que únicamente puede reprimirlo. Además, los magnates de las capitales
no sufrirían la preponderancia de los metropolitanos, a quienes considerarían
como a otros tantos tiranos; sus celos llegarían hasta el punto de comparar a
éstos con los odiosos españoles. En fin, una monarquía semejante sería un
coloso deforme, que su propio peso desplomaría a la menor convulsión.
Mr. de Pradt ha dividido sabiamente a
Muy contraria es la política de un rey, cuya inclinación constan
te se dirige al aumento de sus posesiones, riquezas y facultades; con razón,
porque su autoridad crece con estas adquisiciones, tanto con respecto a sus
vecinos, como a sus propios vasallos que temen en él un poder tan formidable
cuanto es su imperio que se conserva por medio de la guerra y de las
conquistas. Por estas razones pienso que los americanos ansiosos de paz,
ciencias, artes, comercio y agricultura, preferirían las repúblicas a los
reinos, y me parece que estos deseos se conforman con las miras de Europa.
No convengo en el sistema federal entre los populares y representativos, por
ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a
los nuestros; por igual razón rehuso la monarquía mixta de aristocracia y
democracia que tanta fortuna y esplendor ha procurado a Inglaterra. No
siéndonos posible lograr entre las repúblicas y monarquías lo más perfecto y
acabado, evitemos caer en anarquías demagógicas, o en tiranías monócratas.
Busquemos un medio entre extremos opuestos que nos conducirán a los mismos
escollos, a la infelicidad y al deshonor. Voy a arriesgar el resultado de mis
cavilaciones sobre la suerte futura de América; no la mejor, sino la que sea
más asequible.
Por la naturaleza de las localidades, riquezas, población y
carácter de los mexicanos, imagino que intentarán al principio establecer una
república representativa, en la cual tenga grandes atribuciones el poder
Ejecutivo, concentrándolo en un individuo que, si desempeña sus funciones con
acierto y justicia, casi naturalmente vendrá a conservar una autoridad
vitalicia. Si su incapacidad o violenta administración excita una conmoción
popular que triunfe, ese mismo poder ejecutivo quizás se difundirá en una
asamblea. Si el partido preponderante es militar o aristocrático, exigirá
probablemente una monarquía que al principio será limitada y constitucional, y
después inevitablemente declinará en absoluta; pues debemos convenir en que
nada hay más difícil en el orden político que la conservación de una monarquía
mixta; y también es preciso convenir en que sólo un pueblo tan patriota como el
inglés es capaz de contener la autoridad de un rey, y de sostener el espíritu
de libertad bajo un cetro y una corona.
Los Estados del istmo de Panamá hasta Guatemala formarán quizás
una asociación. Esta magnífica posición entre los dos grandes mares, podrá ser
con el tiempo el emporio del universo. Sus canales acortarán las distancias del
mundo: estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia; traerán a
tan feliz región los tributos de las cuatro partes del globo. ¡Acaso sólo allí
podrá fijarse algún día la capital de la tierra! Como pretendió Constantino que
fuese Bizancio la del antiguo hemisferio.
Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en
formar una república central, cuya capital sea Maracaibo o una nueva ciudad que
con el nombre de Las Casas (en honor de este héroe de la filantropía), se funde
entre los confines de ambos países, en el soberbio puerto de Bahía Honda. Esta
posición aunque desconocida, es más ventajosa por todos respectos. Su acceso es
fácil y su situación tan fuerte, que puede hacerse inexpugnable. Posee un clima
puro y saludable, un territorio tan propio para la agricultura como para la
cría de ganados, y una gran de abundancia de maderas de construcción. Los
salvajes que la habitan serían civilizados, y nuestras posesiones se
aumentarían con la adquisición de
Poco sabemos de las opiniones que prevalecen en Buenos Aires,
Chile y el Perú; juzgando por lo que se trasluce y por las apariencias, en
Buenos Aires habrá un gobierno central en que los militares se lleven la
primacía por consecuencia de sus divisiones intestinas y guerras externas. Esta
constitución degenerará necesariamente en una oligarquía, o una monocracia, con
más o menos restricciones, y cuya denominación nadie puede adivinar. Sería
doloroso que tal caso sucediese, porque aquellos habitantes son acreedores a la
más espléndida gloria.
El reino de Chile está llamado por la naturaleza de su situación,
por las costumbres inocentes y virtuosas de sus moradores, por el ejemplo de
sus vecinos, los fieros republicanos del Arauco, a gozar de las bendiciones que
derraman las justas y dulces leyes de una república. Si alguna permanece largo
tiempo en América, me inclino a pensar que será la chilena. Jamás se ha
extinguido allí el espíritu de libertad; los vicios de Europa y Asia llegarán
tarde o nunca a corromper las costumbres de aquel extremo del universo. Su
territorio es limitado; estará siempre fuera del contacto inficionado del resto
de los hombres; no alterará sus leyes, usos y prácticas; preservará su
uniformidad en opiniones políticas y religiosas; en una palabra, Chile puede
ser libre.
El Perú, por el contrario, encierra dos elementos enemigos de todo
régimen justo y liberal; oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el
segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a
apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las
cadenas. Aunque estas reglas serían aplicables a toda
De todo lo expuesto, podemos deducir estas consecuencias: las
provincias americanas se hallan lidiando por emanciparse, al fin obtendrán el
suceso; algunas se constituirán de un modo regular en repúblicas federales y
centrales; se fundarán monarquías casi inevitablemente en las grandes
secciones, y algunas serán tan infelices que devorarán sus elementos, ya en la
actual, ya en las futuras revoluciones, que una gran monarquía no será fácil
consolidar; una gran república imposible.
Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una
sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya
que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión debería, por
consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes Estados que
hayan de formarse; mas no es posible porque climas remotos, situaciones
diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen a
«Mutuaciones importantes y felices, continuas pueden ser
frecuentemente producidas por efectos individuales». Los americanos
meridionales tienen una tradición que dice: que cuando Quetzalcoatl, el Hermes,
o Buda de
Pienso como usted que causas individuales pueden producir resultados generales,
sobre todo en las revoluciones. Pero no es el héroe, gran profeta, o dios del
Anáhuac, Quetzalcoatl, el que es capaz de operar los prodigiosos beneficios que
usted propone. Este personaje es apenas conocido del pueblo mexicano y no
ventajosamente; porque tal es la suerte de los vencidos aunque sean dioses.
Sólo los historiadores y literatos se han ocupado cuidadosamente en investigar
su origen, verdadera o falsa misión, sus profecías y el término de su carrera.
Se disputa si fue un apóstol de Cristo o bien pagano. Unos suponen que su
nombre quiere decir Santo Tomás; otros que Culebra Emplumajada; y otros dicen
que es el famoso profeta de Yucatán, Chilan-Cambal. En una palabra, los más de
los autores mexicanos, polémicos e historiadores profanos, han tratado con más
o menos extensión la cuestión sobre el verdadero carácter de Quetzalcoatl. El
hecho es, según dice Acosta, que él establece una religión, cuyos ritos, dogmas
y misterios tenían una admirable afinidad con la de Jesús, y que quizás es la
más semejante a ella. No obstante esto, muchos escritores católicos han
procurado alejar la idea de que este profeta fuese verdadero, sin querer
reconocer en él a un Santo Tomás como lo afirman otros célebres autores. La
opinión general es que Quetzalcoatl es un legislador divino entre los pueblos
paganos de Anáhuac, del cual era lugarteniente el gran Moctezuma, derivando de
él su autoridad. De aquí que se infiere que nuestros mexicanos no seguirían al
gentil Quetzalcoatl, aunque apareciese bajo las formas más idénticas y
favorables, pues que profesan una religión la más intolerante y exclusiva de
las otras.
Felizmente los directores de la independencia de México se han
aprovechado del fanatismo con el mejor acierto proclamando a la famosa Virgen
de Guadalupe por reina de los patriotas, invocándola en todos los casos arduos
y llevándola en sus banderas. Con esto, el entusiasmo político ha formado una
mezcla con la religión que ha producido un fervor vehemente por la sagrada
causa de la libertad. La veneración de esta imagen en México es superior a la
más exaltada que pudiera inspirar el más diestro profeta.
Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra
regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el
distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos:
conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos,
porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las
potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos aunque más
vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza
moral, y la contienda se prolonga, siendo sus resultados muy inciertos. Por
fortuna entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia.
Yo diré a usted lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles, y
de fundar un gobierno libre. Es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos
vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien
dirigidos. América está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de
todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas
ni auxilios militares y combatida por España que posee más elementos para la
guerra, que cuantos furtivamente podemos adquirir.
Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es débil,
y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones se
dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por
este fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación
liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las
virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha
majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada
Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de
someter a usted para que los rectifique o deseche según su mérito; suplicándole
se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que
porque me crea capaz de ilustrar a usted en la materia.
Soy de usted”
Kingston, 6 de septiembre de 1815
En esta carta analiza la situación de todos los países
hispanoamericanos y logra predecir, con bastante exactitud, lo que iba a pasar
en cada una de estas naciones, demostrando su genialidad.
Viendo que no lograba su objetivo, Bolívar decide irse de Jamaica
a Cartagena, pero en pleno viaje, se entera que Cartagena había caído en manos
de Morillo, por lo cual se desvió al puerto de Los Cayos en Haití, llegando el
25 de diciembre de 1815. En esta isla consigue el apoyo del su presidente,
Alejandro Petión y de Luis Brión, un curazoleño. De allí logró organizar una
expedición llamada la "[primera] expedición de Los Cayos", la cual
salió en marzo de 1816 y llegó a Margarita (que ya estaba nuevamente bajo el
control de Arismendi) y a Carúpano. El 1° de junio, decretó la libertad de los
esclavos que estuviesen dispuestos a pelear por los patriotas. De allí se
dirige a Ocumare de
De Simón Bolívar se podrá decir de todo, menos que no era
perseverante. Es así como desde Haití vuelve a organizar una segunda
expedición, la "segunda expedición de Los Cayos", que salió el 21 de
diciembre de 1816, llegando a Barcelona el 31 de diciembre. Poco después de que
el patriota Manuel Piar hubiese empezado a lograr conquistas en la victoria del
Juncal, contra Morales.
Conquista de Guayana
La provincia de Guayana, ocupada por los realistas, no había participado en la
guerra de independencia. A finales de 1816, Manuel Piar y Manuel Cedeño sitian
Angostura (hoy en día Ciudad Bolívar), la capital de la provincia.
Angostura y el río Orinoco
El general realista
Matasiete: Monumento conmemorativo En ese mismo año 1817, los
patriotas comandados por Francisco Esteban Gómez, logran vencer a Morillo en
Margarita, en la batalla de Matasiete, el 31 de julio. Este nombre de
Matasiete, se debe a que los realistas superaban numéricamente a los patriotas,
quienes debían matar, cada uno, a siete enemigos.
Bolívar, que había declarado a Angostura capital provisional de la
república, crea una Alta Corte de Justicia, un consejo de Estado y un consejo
de gobierno. Desde allí inicia la campaña de los llanos de Calabozo, en donde
convence a José Antonio Páez, quien comandaba un ejercito de llaneros, a que se
le una. Juntos, acompañados por Anzoátegui, Cedeño, Monagas, Soublette y
Santander, logran vencer a Morillo el 12 de febrero de 1818, cerca de Calabozo.
De allí, Bolívar decide seguir hacia los Valles de Aragua, pero Páez se niega a
seguirlo, alegando que el terreno no era favorable a su caballería. Bolívar fracasa
en su intento y debe replegarse hacia San Juan de los Morros, en donde es
nuevamente derrotado. Posteriormente, recibe los refuerzos de Páez, quien logra
hacer retroceder a
Un episodio muy triste fue el de Manuel Piar, quien había luchado
por la independencia de Venezuela, al lado de los patriotas. Al sentirse
desplazado por Bolívar, Piar empezó a conspirar.
Bolívar, a través de Bermúdez, le ordena que se presente al
cuartel general, pero Piar no le hace caso y se va donde Mariño en Cumaná.
Entonces, es detenido en Septiembre de 1817, juzgado por un consejo de guerra y
ejecutado el 16 de octubre de 1817.
El Congreso de Angostura
Es en este congreso donde Simón Bolívar pronunció su famoso
discurso de Angostura, en el cual renuncia a sus poderes absolutos y da sus recomendaciones
para la nueva constitución.
El Congreso de Angostura en detalle
Es nombrado presidente de
Poco tiempo después se produjo una de las batallas más comentadas en la
historia de Venezuela. Se trata de "Las queseras del Medio", a la
orilla del Río Arauca. José Antonio Páez nombrado general por el Libertador,
estaba siendo derrotado por Morillo, quien lo estaba persiguiendo para
aniquilarlo.
Después de instalado el nuevo congreso, y ya como presidente de
Venezuela, Simón Bolívar decidió concretar su viejo sueño de unir a Nueva
Granada y Venezuela. Es así como cruza los llanos de Apure y llega a la
provincia de Casamare, en donde se une con Santander e inicia el Paso de los
Andes, por el páramo de Pisba, toda una hazaña que le costó la vida de muchos
patriotas. Sin embargo, el sacrificio no fue en vano, ya que sorprendió a los
realistas, quienes no se esperaban la llegada por ese lugar.
Es allí cuando gritó heroicamente a sus lanceros "vuelvan cara" y
todos sus soldados se devolvieron atacando y derrotando a sus perseguidores
desconcertados, cuando ya creían que habían ganado.
Los Patriotas lograron las victorias de Gameza (11 de julio),
pantano de Vargas (25 de julio) y cerca de Bogotá, la victoria que consolidó la
independencia de Colombia y que culminó con la campaña de Nueva Granada, la
batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1819. Esta victoria convirtió a Simón
Bolívar en líder indiscutible del ejército y del gobierno.
En ese mismo año de 1819, el 17 de diciembre, el congreso de
Angostura, sancionó la "Ley Fundamental de
Los acontecimientos siguieron en dos planos: político y militar.
En el plano político, según lo previsto en el congreso de Angostura, se instaló
el 6 de mayo de 1821 un congreso en la ciudad de Cúcuta, la cual fue nombrada
capital provisional de
En el plano militar, todavía quedaban en Venezuela fuerzas
realistas. Maracaibo, que se había mantenido bajo el control de las fuerzas
realistas, decidió unirse a
Es así como el 24 de junio de 1821 se desarrolla la batalla de
Carabobo, en donde el ejercito comandado por Simón Bolívar, derrotó a Miguel de
A partir de ese momento, solo quedaron unas posiciones aisladas, que fueron
derrotadas por Bermúdez en Cumaná (octubre 1821), por el almirante Padilla en
la batalla naval de Maracaibo (24 julio de 1823) y por José Antonio Páez, con
la captura del fuerte de Puerto Cabello, el 8 de noviembre de 1823. Venezuela
era un país completamente independiente.
Después de la victoria de Carabobo, Bolívar es vuelto a ser
encargado de la presidencia por el congreso en Cúcuta (3 octubre). Sin embargo,
Bolívar sentía que su obra no había concluido. Encarga a Carlos Soublette de la
vicepresidencia de Venezuela y nombra a Santander presidente encargado de
El libertador logra su primera victoria en Bomboná, el 7 de abril
de 1822 y Antonio José de Sucre completa la libertad de Ecuador, el 24 de mayo
en Pichincha. Es importante mencionar que Guayaquil, que ya era independiente,
fue anexada a Quito. El 26 y 27 de julio de 1822 se lleva a cabo una entrevista
entre dos de los más grandes hombres del continente: Simón Bolívar y el General
argentino San Martín.
La campaña siguió muy exitosa: el 18 de marzo de 1823 las fuerzas
patriotas entran a Lima, el 7 de agosto vencen en Junín y el 9 de diciembre
Sucre logra una gran victoria en Ayacucho, batalla que marcó el fin de la
dominación española en el continente. Bolívar escribió: "La batalla de
Ayacucho es la cumbre de la gloria americana y la obra del General Sucre. La
disposición de ella ha sido perfecta y su ejecución divina. Maniobras hábiles y
prontas desbarataron en una hora a los vencedores en catorce años, y a un
enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado. Ayacucho, semejante a
Waterloo, que decidió el destino de
Se fundó, en lo que se llamaba el Alto Perú y que formaba parte
del Virreinato de Buenos Aires, la república de Bolivia (cuyo nombre se dio en
honor al libertador). Bolívar es encargado de la redacción de la constitución y
Sucre se convierte en el primer presidente de ese nuevo país.
El Fin de un Sueño
Bolívar, quien siempre había soñado con la unión de todo el
continente Americano, tal como lo expresó en su carta de Jamaica, convocó en
Mientras tanto, en Nueva Granada (Colombia), Venezuela y Ecuador, nacían
movimientos separatistas. En Caracas habían dos movimientos: paecistas y
bolivaristas, pero ambos tenían en común el deseo de separarse del gobierno de
Santander en Bogotá. Paez fue acusado de extralimitarse en sus funciones por la
municipalidad de Caracas, fue suspendido de sus funciones y llamado a declarar
en Bogotá ante el congreso, lo que se negó a cumplir. En Valencias, se dio
origen al movimiento separatista de "
Para evitar males mayores y una guerra civil, Simón Bolívar
ratifica a Paez como jefe superior de Venezuela. Después de algunos meses en
Caracas, en los que nombra a José María Vargas, rector de
En septiembre de 1828, un grupo de radicales Santanderistas, dirigidos
por Florentino González, trató de asesinar a Bolívar, pero fracasaron gracia a
Manuela Sáenz, quien logró distraerlos mientras Simón Bolívar es escapaba por
una ventana. En 1829 se efectuó en Valencia una Asamblea popular que decidió la
separación definitiva de Venezuela de
Entretanto, Bolívar había convocado otro congreso constituyente
que se instaló en Bogotá en enero de 1830. Este congreso, denominado el
"congreso admirable", fue comandado por Sucre. Sin embargo la
constitución que redactaron no fue aceptada por Venezuela, por lo cual Bolívar
renunció y fue sustituido por Rafael Urdaneta, quien se convirtió en el último
presidente de
Poco después, Antonio José de Sucre era asesinado en Berruecos y Simón Bolívar
moría en Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830.
ESTABLECER LOS
EFECTOS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA SOBRE LA ESTRUCTURA
ECONOMICA NACIONAL
Las guerras por la
independencia de España duraron casi quince años en Suramérica, dirigidas desde
el norte por el venezolano Simón Bolívar, y desde el sur por el argentino José
de San Martín, por eso llamados los "Libertadores". Después de
difíciles y heroicas campañas de generales criollos al mando de soldados
indígenas y mestizos, los ejércitos de Bolívar y de San Martín se encontraron
en Lima y declararon la independencia definitiva de las colonias continentales
españolas. Paradójicamente, las élites suramericanas decidieron aceptar la
independencia para evitar las reformas liberales que comenzaron en España en
1820 y que ponían en peligro los privilegios de los criollos. Así, la independencia
política no implicó una reforma social sino, por el contrario, una manera de
continuar la dominación de la élite local. Esta fue una de las razones por las
cuales no fue posible unificar las naciones de Centro y Suramérica, porque los
criollos estaban acostumbrados a imponer su autoridad local casi como señores
feudales y no había tradición democrática.
Los desastres de la violencia
no terminaron en 1824. Guerras de separación entre las nuevas naciones,
conflictos entre partidos políticos e intereses locales, y grupos de mestizos
que reclamaban privilegios gracias a su nuevo estatus militar, fueron la
constante causa de violencia e inestabilidad política durante casi todo el
siglo XIX en Hispanoamérica. Las fricciones entre liberales (comerciantes) y
conservadores (hacendados) eran comunes, las regiones rivalizaban por el
dominio del gobierno central y, en suma, los conflictos sociales de la colonia
permanecieron sin solución, creando un ambiente social volátil. Los cuatro
virreinatos españoles se transformaron, en pocas décadas, en dieciocho países
soberanos, y muchos de ellos con repetidas guerras civiles. No es sorprendente
que, poco antes de morir en 1830 y después de ver la división de su anhelada
Gran Colombia en tres países diferentes, Simón Bolívar afirmara: "América
es ingobernable.
La Guerra de la
Independencia española fue el conflicto armado que opuso a España con las
fuerzas del Primer Imperio Francés entre 1808 y 1814, surgido tras las
maniobras de ocupación furtiva de importantes ciudades españolas por las tropas
napoleonicas, siguiendo un plan de apoyo a la invasión conjunta de Portugal,
acordada en el Tratado de Fontainebleau, y de secreto derrocamiento del rey,
que provocaron en todo el país un levantamiento espontáneo y popular conocido
como el Dos de mayo de 1808.
La consecutiva guerra, que
sumada al enfrentamiento precedente francés con Portugal y el Reino Unido
convulsionó a toda la península ibérica, se caracterizó en el plano militar por
el original fenómeno de las acciones conjuntas de guerrilleros y ejércitos
regulares aliados dirigidos por Wellington que provocaron el desgaste de las
fuerzas bonapartistas y su progresivo repliegue hasta las fronteras pirenaicas.
La posterior invasión del territorio francés, llevó la derrota definitiva en la
batalla de Toulouse del 10 de abril de 1814, provocando la abdicación de
Napoleón I.
El conflicto, enmarcado en el
amplio conflicto de las Guerras Napoleónicas y la crisis de la monarquía
española de Carlos IV, permitió el surgimiento del sentimiento nacional aunque
dividió a la sociedad enfrentando a patriotas y la élite de los afrancesados. La
guerra dañó gravemente la estructura industrial y devastó la agricultura,
provocando el retraso posterior en la modernización de las economías peninsulares.
En el plano político, se
formularon las primeras constituciones y se aceleró el proceso de emancipación
de las colonias de América que accederían a la independencia tras la Guerra
de Independencia Hispanoamericana, mientras que la
reinstauración de la dinastía borbónica y el reforzamiento de la Iglesia
Católica abrió en España una era de luchas civiles entre absolutistas y liberales hasta la segunda mitad del siglo XIX.
CARACTERIZAR LA SITUACION
SOCIOECONOMICA DE VENEZUELA ANIVEL DEL
APARATO PRODUCTIVO Y EL EFECTO DEL CAUDILLISMO DURANTE LA GUERRA FERDERAL
Luego de la muerte de Bolívar, en 1831,
José Antonio Páez es nombrado Presidente la República de Venezuela.
La Guerra Federal (1859 - 1863) fue el
enfrentamiento militar entre tendencias conservadoras y liberales. Los primeros
se oponían a modificar el orden social establecido desde la colonia,
impertubable luego de la guerra de independencia, incluyendo entre otras cosas
el sistema electoral y la esclavitud. Por otro lado, los liberales (llamados
federalistas) proclamaban los idelaes de libertad e igualdad. La guerra fue
ganada por los liberales y Juan Crisóstomo Falcón es designado Presidente la
República.
A la Guerra Federal se sucedieron
períodos de alternancia en el poder de los liberales y los conservadores. Una
de las figuras más destacadas de este período es Antonio Guzmán Blanco quien
gobernó el país desde 1870 hasta 1887.
Existe relativo consenso al considerar
que la presencia de los caudillos y del sistema caudillista en Venezuela debe
asociarse a una multiplicidad de factores, todos ellos en estrecha relación,
entre los cuales vale la pena destacar los siguientes:
1) La tradición autonomista de
las provincias desde la época colonial y el fuerte arraigo de las instancias de
poder local -los ayuntamientos- lo cual favoreció el sentimiento localista y el
desarrollo de liderazgos enfrentados al poder central como fundamento de la
acción caudillista.
2) La dificultad de establecer un poder
central capaz de imponer su autoridad en todo el territorio, lo cual propició
el surgimiento y consolidación de factores de poder local.
3) La falta de integración nacional
como consecuencia de la desintegración territorial, las dificultades de
comunicación y el lento establecimiento de un mercado interno; todo lo cual
acentuaría las fuerzas disgregadoras y el predominio de las tendencias
localistas.
4) La ausencia de clases sociales
poderosas, capaces de adelantar un proceso de ordenamiento y control de la
sociedad de acuerdo a sus intereses y de consolidarse como factor hegemónico en
la construcción de un Estado Nacional.
5) La ausencia de una institución
militar de carácter nacional como factor de control y sometimiento de las
distintas opciones de poder lideradas por las huestes armadas de los caudillos
que se disputaban el poder.
6) La dificultad del modelo económico
de generar los excedentes económicos capaces de propiciar el fomento de las
fuerzas productivas y el crecimiento sostenido para favorecer la ejecución del
proyecto liberal y de estructurar un Estado Nacional.
A esta serie de factores puede
añadirse la tesis de la indisciplina social planteada recientemente por Gastón
Carvallo. Según este autor el largo desarrollo de la Guerra de Independencia, al familiarizar a gran parte de la población
con la violencia y con una situación en la cual se hacía patente la existencia
de un vacío de poder producto del proceso de disolución del orden social que
trajo aparejado la ruptura del vínculo colonial, dio lugar a un proceso en el
cual se fracturó la disciplina social de la época colonial sin que se lograra
establecer un equivalente republicano, lo cual actuaría también como un
elemento que reforzó el caudillismo. Se trata, pues, de un fenómeno en el cual
intervienen los más disímiles factores y cuyas manifestaciones históricas
varían durante el siglo XIX dependiendo de la fuerza y magnitud con que se
plasma la presencia de los caudillos en la realidad venezolana de esos años
para determinar, en mayor o menor grado, su nivel de beligerancia en el sistema
político. EL cauudillo es una figura que se mantiene
presente en la realidad venezolana desde la Guerra de Independencia y luego de
finalizada ésta, su acción varía a lo largo del siglo XIX de acuerdo a su
impacto sobre el sistema político venezolano. Es decir, la presencia de
caudillos no determina la existencia de un sistema caudillista; sólo cuando la
acción de estos personajes y su red de alianzas es
predominante estamos frente a un régimen caudillista. Sobre este punto nos
detendremos a continuación, a fin de caracterizar la evolución del fenómeno
caudillista en Venezuela de acuerdo al nivel de incidencia de los caudillos en
el desenvolvimiento de las acciones de reparto y control del poder.
CONSECUENCIAS
ECONÓMICAS POLÍTICO SOCIALES DEL CAUDILLISMO EN VENEZUELA
Como consecuencia de estos problemas económicos, la
situación fiscal era igualmente difícil y la República, para organizar
debidamente su aparato administrativo, debía reducir los gastos burocráticos;
proteger la producción agropecuaria; establecer un sistema fiscal equilibrado;
regular el comercio exterior e interior.
El Ministro de Hacienda, Santos Michelena
, en su Memoria al Congreso de 1831, inicio del primer periodo
constitucional: "Al cabo de veinte años de sacrificios y de males,
consecuencias de las guerras y de las revoluciones que han agitado a Colombia,
no debe esperarse que sea próspera la situación fiscal de Venezuela. Durante
ese largo período las Rentas Públicas, no obstante el establecimiento de
multitud de impuestos, han sido insuficiente para cubrir la demanda contra el
Tesoro; y como aquellas decrecían al paso que éstas aumentaban, el déficit que
se ha ido acumulando de año en año, ha sido también creciente".
Desde 1830 a 1935, la economía de Venezuela
descansaba su sobre la producción y exportación de los productos agrícolas
especialmente en el café y cacao, tuvo una sociedad fundamentalmente rural, con
una población escasa y de muy lento crecimiento como consecuencia de las
guerras y de un elevado porcentaje de mortalidad, con determinadas clases
sociales. Dentro de este período de la Venezuela agropecuaria ocurrió un
acontecimiento que vino a cambiar la historia del país, para dar paso a otra
nación, como lo fue la aparición del petróleo.
La República de 1830, en lo que respecta a
estructura social, no difería mayormente de la sociedad colonial. En este
sentido puede considerársela como continuación estructural del periodo de la
colonia, cuyo sistema económico no sufrió modificaciones fundamentales con la
guerra de independencia. Continuó, pues, en la República el predominio de los
terratenientes. La propiedad territorial siguió en manos de los antiguos
propietarios blancos y sus descendientes, a los cuales se agregó, a partir de
la guerra de independencia, un sector de caudillos militares que pasaron a ser
también grandes propietarios. Después de 1830 siguió subsistiendo una sociedad heterogéneo, en la cual se mezclaban relaciones feudales de
producción con relaciones esclavistas y formas incipientes de capitalismo. La
oligarquía terrateniente monopolizaba la tierra y en algunos casos, era, además
dueña de la mano de obra esclava. Los terratenientes en las haciendas
esclavistas, concentraban la propiedad de todos los factores productivos. Fuera
de las haciendas esclavistas, en los latifundios, los campesinos no poseían más
que sus propios aperos y útiles de trabajo, pero estaban sometidos por los
latifundistas, a quienes debían pagar rentas, en dinero o en especie, por
trabajar la parcela que se les cedía dentro de la propiedad.
Los peones devengaban salarios miserables que les
eran pagados en fichas con las cuales de los artículos de primera necesidad a
los peones sobrepasaban en 200% los precios usuales en las poblaciones. Hasta
1913. los salarios de los peones en las haciendas
oscilaban entre 2 y 3 bolívares diarios para los hombres y 1 y 1,50 para las
mujeres.
Con tan bajos salarios los trabajadores se velan forzados a contraer deudas con
los terratenientes a los cuales pedían créditos en dinero o en artículos de la
bodega. Estas deudas tuvieron carácter hereditario. "Si el peón fallecía,
su mujer y sus hijos y los pocos bienes familiares responden ante el amo del
pasivo del jefe de familia". Al terminar la guerra, la masa de soldados,
en su totalidad de origen campesino, volvieron a sus lugares de origen; pero
allí se encontraron sin hogar ni trabajo, frente a los antiguos propietarios
que mantenían el mismo sistema de explotación a la población rural. Muchos de
estos ex-soldados, impelidos por el malestar económico, constituían bandas
armadas que "mataban las reses esparcidas en las sabanas, sin más objeto
que apoderarse de los cueros y el sebo, para venderlos".
Esta situación predominante en los llanos, era
consecuencia directa del malestar económico que agitaba a las masas rurales
después de la guerra; y continuó siendo un elemento explosivo que con
frecuencia dio origen a sublevaciones, levantamientos y guerras civiles durante
todo el período de la Venezuela agropecuaria. "No pocas veces los
militares descontentos incorporaron bajo sus banderas a la famélica masa humana
que vegeta en los latifundios o deambula aguerrillada
por los llanos y serranías" (Federico Brito Figueroa. Ensayos de Historia
Social de Venezuela). “Diversas regiones del país se hallaban constantemente
asoladas por bandoleros, algunos con la connivencia de las autoridades. Nadie
se aventuraba por los caminos sin una buena escolta. Prácticamente no pasaba
día sin que alguien fuese perseguido por revolucionario o conspirador”.
(Antonio Arraiz. "El Nacional").
Desde 1830 los gobiernos dictaron severas medidas para castigar a los culpables
de estos hechos. La "Ley sobre Conspiradores" de 1831 y la "Ley
de Hurtos" de 1836, constituyeron los instrumentos de represión que aplicó
el gobierno contra los jefes y participantes de estas bandas armadas. La
mencionada Ley de Hurtos traía la siguiente disposición:
"Los capitanes o cabezas de gavillas que infesten ciudades o caminos
sufrirán la pena del último suplicio, y los demás cómplices la de ciento
cincuenta azotes distribuidos en tres porciones de quince en quince días y diez
años de presidio. Para los hurtos de cien a quinientos pesos se impondrán al
reo cincuenta azotes de dolor y dos años de trabajo en las obras públicas. De
quinientos a mil pesos, el mismo número de azotes y cuatro años de trabajos
forzados; y de mil pesos en adelante setenta y cinco azotes, con seis años de
presidio".
Estos severos castigos, inspirados por los latifundistas, no alcanzaron nunca a
los caudillos principales que conspiraron y se alzaron contra el gobierno, a
los cuales, con harta frecuencia se les perdonaron sus intentonas y se les
ofrecieron indultos y garantías. Pero sí se aplicaron a quienes promovieron la
lucha contra el poder local y las propiedades de los latifundistas. Sin
embargo, a pesar del rigor de estas leyes, continuó el malestar social y los
alzamientos de las masas rurales como expresión de la lucha contra la
oligarquía terrateniente.
Con la sucesión de dictaduras militares, desde la independencia en 1821 hasta
el golpe de estado contra la dictadura del presidente Marcos Pérez Jiménez y la
subsiguiente junta militar en 1958 período de 137 años, se redactaron,
promulgaron e ignoraron más de 20 constituciones. Más de 50 revueltas armadas
cobraron víctimas en vidas y propiedades. Los partidos políticos significaban
muy poco y los principios políticos incluso menos. En resumidas cuentas,
Venezuela exhibió las características de una sociedad autoritaria tradicional
hasta que comenzó el auge de la industria petrolera después de la Segunda
Guerra Mundial.
Teniendo esto en cuenta se puede concluir, que el
sistema político venezolano ha sido construido en base a un pacto entre miembros
de las élites, en el cual los partidos políticos
dominantes y sus líderes "caudillescos"
eran los actores principales.
Bibliografía
http://www.educarchile.cl/web_wizzard/visualiza.asp?id_proyecto=2&id_pagina=221
http://es.geocities.com/ingridchvez/IIITrimestre/hsv1/foro2/IndependenciayCaudillismo.htm
http://www.gobiernoenlinea.ve/venezuela/perfil_historia3.html
http://www.venezuelatuya.com/historia/independencia1.htm?YQBsYxBMUDVUþ