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    El laicismo en la historia chilena

Temas del Laicismo Chileno

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JUVENAL HERNÁNDEZ JAQUE

Nació en El Carmen, cerca de Yungay, en el seno del modesto hogar de un maestro rural, el 6 de septiembre de 1899. Estudió sus Humanidades en el Liceo de Concepción, donde tuvo ocasión de conocer a quien sería su primer maestro y tutor: el rector Enrique Molina.

Obtuvo su título de bachiller en Humanidades con máxima distinción y luego de aprobar los primeros cursos de Derecho que se impartían en esa ciudad, viajó a Santiago, donde ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Como él mismo declararía años después: “Vine un día desde las montañas sureñas, empujado por mis sueños de adolescente. La gratuidad de la educación en todos sus grados, que la generosidad de la democracia chilena garantizaba a sus hijos, me abrió las puertas de los estudios superiores”. Obtuvo su título de abogado en 1924. Su memoria versó sobre "La Expropiación por Causa de Utilidad Pública". Mientras estudiaba Leyes, se desempeñó como profesor en la Universidad Popular “Valentín Letelier” y como juez de Policía Local en la comuna de Providencia.

A instancias de Enrique Molina, Hernández tomó contacto con Juan Esteban Montero, desde su llegada a Santiago. Comenzó a trabajar en el reputado estudio de abogados del futuro Presidente, donde se desempeñó transcribiendo escritos legales. En la Universidad de Chile fue su ayudante en la cátedra de Derecho Romano. El 28 de abril de 1925 ganó el concurso como profesor titular de Derecho Romano, cuando tenía sólo 26 años.

En una carrera meteórica, Hernández fue elegido decano de la Facultad de Derecho a los 31 años, en un período de gran efervescencia política y universitaria. En 1931 se había aprobado la Ley del Estatuto Orgánico de la Universidad de Chile, en las postrimerías del gobierno de Ibañez, que permitió el restablecimiento de la normalidad después de una interrupción institucional, y estableció los mecanismos para implementar la modernización de la enseñanza superior.

El claustro universitario de 1933 lo eligió rector de la Universidad de Chile por un período de 5 años. En aquella oportunidad, los profesores le ofrecieron un banquete presidido por Arturo Alessandri Rodríguez, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Así se iniciaba una extensa y fructífera gestión a la cabeza de dicha universidad, con tres reelecciones sucesivas hasta cubrir un período de 20 años, que aún no ha sido igualado. En términos generales, la labor directiva de Juvenal Hernández en la Universidad de Chile estuvo orientada por el proyecto de Valentín Letelier, de hacer de la corporación un centro cultural, científico y social, velando por su efectiva inserción en el país.

Su gestión durante de dos lustros abarcó múltiples áreas, incluyendo la creación de la Facultad de Economía, con sus institutos de investigación, la Facultad de Arquitectura, la Facultad de Odontología, la Facultad de Química y la Facultad de Medicina Veterinaria. Se creó también el Instituto de Biología, de Fisiología, de Nutrición, y de Biología Marina.

La rectoría de Hernández fue también un período en que se promovió la investigación y la docencia de calidad, y la reorganización de la Biblioteca Central. Asimismo, se desarrolló una importante labor de extensión, a través de la creación de la Editorial Universitaria (1948) y del Instituto de Extensión Musical, del cual salieron el Ballet, el Coro Universitario y el TeatroExperimental. Además, comenzaron las escuelas de temporada —fundadas junto a Amanda Labarca— que significaron abrir las puertas de la Universidad a alumnos de toda América Latina.

La extensión cultural de la Universidad fue considerada en esta época como un modelo para las universidades americanas. Sin descuidar ningún área, Hernández se preocupó también por el bienestar de los alumnos gracias al fomento del deporte y a la creación del Bienestar Estudiantil, con el propósito de dar a los estudiantes necesitados no sólo asistencia médica y de hospitalización, sino también asistencia económica y apoyo a través de las visitadoras sociales. Veló además incansablemente por asentar la autonomía económica de la universidad y racionalizar su presupuesto. En 1942 le tocó encabezar los festejos del centenario de la Universidad, con la organización de congresos científicos y artísticos, ciclos de conferencias, exposiciones, conciertos y concursos, entre ellos el de himno oficial de la corporación.

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