La Bicicleta de Frances


SKIP JAMES : EL DIABLO ENTRE PUCHEROS



Skip James representa bien lo que es el blues, tanto su vida como las letras de sus canciones y su apariencia triste y solitaria. Es uno de los principales exponentes del blues del delta, aunque nunca fue un bluesman típico; ni sus canciones lo son, ni mucho menos su forma de cantar y tocar. “I don’t sing other people’s songs, I don’t sing other people’s voices, I can’t”, llegó a manifestar; era consciente de que tenía algo especial.
Su verdadero nombre era Nehemiah James. Lo de Skippy, unos dicen que era por su habilidad para el baile y otros por su incapacidad para permanecer quieto. Estas dudas se extienden a casi todos los datos de su vida.
Nació en 1902 en Bentonia, Mississippi, se crió en una plantación y recibió algunos estudios escolares, religiosos y musicales. Sólo cuatro lecciones, pero lo cierto es que se le nota más finolis que a la mayoría de cantantes negros del Mississippi, y no debe sorprender que mirara con asombro a tipos tan rudos como Ishman Bracey o Tommy Johnson, con los que seguramente coincidió en más de una ocasión. Al que pudo ver tocar cuando era joven fue a Mississippi John Hurt.
Debió actuar en toda clase de sitios, desde granjas e iglesias hasta locales de alterne. En alguno de ellos pudo escucharle algún cazatalentos de Paramount, aunque probablemente fuera en un concurso local al que acudió. El caso es que en Febrero de 1931 se presentó en Grafton, Wisconsin para realizar una sesión que se prolongaría por dos días y en la que grabó 26 canciones, según él. Sólo se han encontrado 18; en 13 se acompaña con la guitarra y en 5 con el piano. En plena depresión, siendo un debutante y con Paramount a punto de quebrar, es raro que grabara tantas canciones. Igual alguien pensó que este fenómeno podía salvar la compañía; lejos de ello, las ventas resultaron un desastre. Se ve que a Paramount no le interesaban gran cosa los artistas que grababa y los masters los tratarían como escombros, por lo que las grabaciones han tenido que ser transcritas de los viejos 78 rpm (encima esta empresa utilizaba materiales malos) y el sonido depende de cómo se conserven. En el caso de Skip no es perfecto pero comparativamente a otros está bastante bien.
Las 18 canciones conocidas permanecieron en la oscuridad durante muchos años, pero con el tiempo han sido reconocidas como pieza fundamental en la historia de la música popular. Es difícil mantenerse indiferente ante su falsete lastimero y su forma de deslizar los dedos por las cuerdas de la guitarra. No extraña que la protagonista de Ghost World, al descubrirlo, se quedase helada y lo pinchara una y otra vez. La canción era “Devil Got My Woman” y no creo exagerar al decir que es una de las más importantes jamás grabadas. Se han hecho miles de versiones pero ninguna supera a la original, en mi opinión; y las hay muy buenas. Aunque esta queja por su mujer sea habitual en el blues, la frase “I’d rather be the devil, to be that woman man” tiene un poderío especial. “Aw, nothin’ but the devil changed my baby’s mind”. Están muy bien las reflexiones del propio Skip sobre la canción que se pueden encontrar en la página Harry’s Blues Lyrics On Line (blueslyrics.tripod.com). Cierto, el diablo nunca descansa y se cuela entre los pucheros para intentar jodernos el hogar; por suerte, también Dios anda entre los cacharros de cocina y podemos recurrir a Él. Hermana de ésta es “Cypress Grove Blues”, en la que extiende su queja a todo el género femenino. “I would rather be burried in some cypress grove to have some woman, Lord, that I can’t control”. Muy injusto y tópico pero muy buena tonadilla.
“Hard Time Killing Floor” es otra impresionante e hipnótica canción, una desoladora viñeta de la depresión y una de las piezas más representativas de ese periodo; única vez en la que sale de sí mismo para fijarse en los problemas de los demás. “These hard times will drive you from door to door”. Otra clásica es “20-20 Blues”, en la que amenaza a su pareja: “my baby gets unruly and she don’t wanna do, I’ll take my 20-20, I’ll cut her half in two”. Sí, Robert Johnson copió bastante de Skip.
Hay otras más animadas y positivas. En “Illinois Blues” celebra el tiempo pasado en esa localidad, recordada como insólito lugar en el que se ha divertido y le han tratado bien. “I’m so Glad” llama mucho la atención por lo acelerada que es y lo rápido que toca; es un grito de ánimo con el que se dice: venga, adelante, acabemos con el desconsuelo. “I’m so glad, and I am glad, I’m glad, I don’t know what to do, I’m tired of weepin’, tired of moanin’, tired of groanin’ for you”. “Drunken Spree” trata sobre intentar dejar la botella por la mujer amada y también de las adicciones (alcohol, drogas y mujeres), pero la melodía es muy alegre y espirituosa. Hay dos números espirituales (“Jesus is a Mighty Good Leader” y “Be Ready When He Comes”) que no sólo introducen diversidad, sino que muestran que estaba cómodo y familiarizado con este material. No es por lo que es más conocido, pero a mí me gusta mucho la forma particular que tiene de hacerlo y creo que su inclusión dentro de la grabación es importante.
Otras dos relacionadas son “All Night Long” y “Get on Down the Road”. ”If you ain’t got no hay, mama, better be on your way” dice en una y “If you haven’t any hay, get on down the road” en la otra. En las dos repite “Hitch up my buggy (“Hitch on my pony“ en la primera), saddle up my black mare, you’ll find me a rider, mama, so in this world somewhere”. Mientras la primera se queda en lo amoroso sexual, la segunda me da la impresión de convertirse en una despedida y huida (¿de la justicia?). Muy románticas y visuales.
Curiosísima es “Little Cow and Calf is Gonna Die Blues” en la que mezcla los recuerdos de niño cuidando el ganado, sus despistes y ensoñaciones y las eternas referencias a las mujeres. Mejor escucharla y leer el texto porque es muy extraño.
Todas las canciones son notables. Puede que “Cherry Ball Blues” y, sobre todo, “Special Rider Blues” tengan unas letras bastante vulgares, pero las melodías siguen siendo muy buenas. También hace una personal y acelerada lectura del clásico “How Long”, que titula “How Long Buck”.
Dato a tener en cuenta es que las 18 pueden escucharse de un tirón y es muy probable que al terminar queramos repetir; tal es el poder adictivo que tienen.
Como muchos otros, quedó desencantado con las editoriales y no tuvo ocasión de grabar hasta su redescubrimiento en los 60. En 1932 es ordenado ministro baptista y en el 46 metodista. Parece que en los 40 aún tocaba, fundamentalmente en la iglesia para acompañar sus sermones, y que incluso formó un cuarteto para cantar espirituales. No sabemos qué giros dio su vida en los años siguientes, aunque todo apunta a que dejó totalmente la música y el ministerio.
En los años 60 el blues estaba otra vez de moda y a Skip le llegó su segunda oportunidad. En 1964 hace su reaparición pública en el festival de Newport formando cartel, entre otros, con Mississippi John Hurt y Robert Wilkins. Tuvo que ser tremendo ver surgir de la nada (en realidad lo sacaron del hospital y estaba necesitado de una operación) a un hombre mayor y de aspecto tan triste y serio y que empiece a cantar “Devil Got My Woman” con esa voz de ultratumba.
Este redescubrimiento no le dio éxito pero sí la ocasión de volver a grabar. Vanguard publicó los LPs "Today!" y "Devil Got My Woman". Hay quien opina que había perdido capacidades y que las nuevas adaptaciones tienen menos fuerza. Tenía más años y sus manos ya no eran tan ágiles, pero la mayor calidad de la grabación permite apreciar mejor los matices y la expresividad de su voz y su extraña forma de cantar (¿es una mujer o un hombre?, se preguntará algún despistado al escucharlo). Creo que puede gustarle hasta a los amantes del jazz vocal, aunque quizá esté siendo demasiado optimista. Muchos de los discos que grabaron los viejos bluesmen tras su "resurrección" son correctos y están bien, pero no aportan gran cosa. Los de Skip, sin embargo, son buenos de verdad y totalmente fundamentales.
Tenía fama de tocar las canciones siempre de forma distinta y en estas grabaciones lo demuestra. La mitad del repertorio viene de la sesión del 31; las nuevas versiones son mucho más relajadas, algunas se alargan hasta los 5 minutos. El dice que las del 31 las hizo con el corazón y las de los 60 con la cabeza. En el ambiente se nota algo de eso; la sensación de desamparo y tristeza es mayor. Si tuviera que elegir, es posible que me quedara con las antiguas, pero ambas me parecen necesarias.
Durante todos esos años no había compuesto casi nada, así que incorporó clásicos como “Crow Jane”, “Catfish Blues”, “Careless Love” o “Look at the People Standing at the Judgement”, de las que hace interpretaciones muy buenas y personales. Dos composiciones nuevas hacen referencia a su estancia en el hospital, las escalofriantes “Washington DC Hospital Center Blues” y “Sickbed Blues”. “Been on the ocean, I been across the sea, I ain’t found nobody would feel my simpathy”. Como si fueran sus palabras de despedida. Otras dos a destacar son “My Gal” y “Lorenzo Blues”.
En los 60, aparte de estos dos LPs, realizó otras sesiones -que yo sepa, dos más- aunque no verían la luz hasta muchos años después. A destacar una del 67 que publicó Vanguard en 1993 con el título de "Studio Sessions: Rare and Unreleased". Son todo números tradicionales con mucha presencia de espirituales. También hay varios conciertos grabados.
En 1969 murió de cáncer este peculiar tipo, que aprovechó las pocas ocasiones que tuvo de pisar un estudio para dejarnos algunas de las mejores y más impactantes grabaciones que se han hecho.
Manolo Barrero


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