La Bicicleta de Frances


HENRY THOMAS : EL REY DEL BAILE



Mucha es la importancia histórica de Henry Thomas. Nacido en 1874 en Texas, para cuando llegó a grabar ya era un cincuentón. Su legado es una buena muestra de lo que posiblemente era parte de la música negra norteamericana (mucho más mezclada con la blanca de lo que pueda pensarse) de finales del XIX y principios del XX. Esa forma de atacar la guitarra como si fuera un banjo, con preferencia por el ritmo, es totalmente primitiva; lo mismo que esa flautilla (pan pipes o quills) que toca en ocasiones y que es todo un punto. En el año 27 ya nadie sonaba así, por lo menos entre los que grabaron.
Sin embargo, lo que hace que sus grabaciones sean fundamentales es la vitalidad y entusiasmo que poseen. Lejos de ser vetustas piezas de museo, están más frescas que la mayoría del material publicado actualmente. Han pasado a la historia pero seguro que él no estaba pensando en eso; no aparentan grandes pretensiones sino interés por hacernos pasar un buen rato moviendo el esqueleto y silbando al compás de la flauta. Y nosotros tan contentos y agradecidos.
Se le incluye dentro del blues pero, al igual que Ledbelly, Furry Lewis, Mississippi John Hurt o Jim Jackson, el era lo que le llama un "songster": Un tipo que tocaba todos los palos: ragtime, canciones de baile, blues, gospel o minstrel; y trataba distintos temas: trabajo ("Cottonfield Blues"), religión ("Jonah in the Wilderness"), recreo ("Fishing Blues"), amor no correspondido ("Don't leave me here"), venganza ("Bob McKinney") o héroes populares ("John Henry"). Aunque su apodo era "Ragtime Texas", poco tiene que ver con lo que pudieran hacer Blind Blake o Blind Boy Fuller.
Grabó 25 canciones entre 1927 y 1929, de las que sólo se conservan 23. Por suerte lo hizo para Vocalion y no Paramount: el sonido es excelente. Todas son buenísimas y podemos tragárnoslas seguidas. Eso no suele ser fácil. No digo que Blind Lemon Jefferson (el más famoso bluesman de Texas) no sea muy bueno, pero tendrán que reconocer que es bien duro y que escuchar 20 suyas, de golpe y sin perder la atención, es ardua tarea.
Las más conocidas, al menos en versiones o copiadas de otros artistas (Taj Mahal, Lovin' Spoonful, Bob Dylan o Canned Heat), son "Fishing Blues", "Bull Doze Blues" y "Honey won't you allow me one more chance". Y "John Henry", claro, que la hace todo el mundo. El blues de la pesca aparece en la Anthology of American Folk Music de Harry Smith, donde también está "Old Country Stomp".
La pista de baile es la especialidad de Henry y por eso no se pueden dejar de citar canciones tan divertidas como "Run Mollie Run", "The Little Red Caboose", "The Fox and the Hounds" o "Charmin' Betsy". Tampoco olvidemos los blues "Woodhouse Blues", "Don't ease me in" (que regraba como "Don't leave me here") o "Texas Easy Street".
Termino con dos que me llaman la atención. En "Railroadin' Some" tenemos la oportunidad de viajar en tren con Henry, quien va anunciando los nombres de las estaciones e imitando los distintos pitidos de la locomotora con la flautilla. Y "When the train comes along", que me gusta especialmente, es un himno de júbilo que acomete con la fuerza de su voz de barítono y no deja de subir en intensidad. "I may be blind an' cannot see but I'll meet you at the station when the trains come along, I may be lame an' cannot walk but I'll meet you at the station when the trains come along"
Poco se sabe de su vida. Parece que siendo adolescente vio que el trabajo en la granja no era lo suyo. Desde entonces se dedicó a recorrer el país como vagabundo y músico callejero, llegando a tocar en las Ferias Mundiales de Chicago (1893) y St. Louis (1904). No hay noticias posteriores a su última sesión del 29 pero todo apunta a que siguió deambulando por ahí para deleite de los desocupados que tenían la suerte de encontrárselo en la calle principal de su pueblo.
Manolo Barrero


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