La Bicicleta de Frances


BENITO MORENO : UN OLVIDADO



Desde el día que leí una entrevista en la que Fernando Márquez hablaba de un tal Benito Moreno como antecedente conceptual de Antonio Luque, siendo fan de Sr. Chinarro me lancé a la búsqueda de material suyo. Con mucha desconfianza, ciertamente, porque la mayoría de las veces que oyes eso de que fulanito es como Vainica Doble o menganito como Rodrigo García, te llevas un chasco terrorífico. Encontré una caja un tanto pobre de Fonomusic con 4 CDs que son los primeros 4 LPs que publicó, y al escucharlos me sorprendí muy positivamente.
No es cuestión de descubrir a un supuesto genio olvidado injustamente, sino de recordar los silenciosos logros de este hombre, que consisten en dos LPs (¿o son tres?) que son dos joyas de la música española, unas canciones muy personales y otras que, aunque no lo sean tanto, son muy hermosas. Otro de sus aciertos es la sobriedad de los arreglos y el sonido: guitarras acústicas y flamencas principalmente, y ni sombra de esas orquestaciones y producciones que tantos trabajos han estropeado o terminado de finiquitar.
Aunque Benito y Antonio son muy distintos, lo que decía El Zurdo no es ninguna tontería. Ambos tienen un tono de voz profundo y apagado, como enfadado pero natural. Más aún coinciden en la relación amor-odio con su ciudad. Son sevillanos aburridos que no saben contar chistes (aun teniendo un gran sentido del humor) y se espantan ante el despliegue de la Feria y la Semana Santa sevillana, y en cierto modo ante el que los humanos llevamos a cabo en multitud de ocasiones con despreocupado sinsentido.
Benito, sin ser nada convencional, lo es más que Antonio; formalmente más correcto pero menos genial. Es bastante más maduro y sus textos son mucho más claros y profundos, evitando (casi) siempre, eso sí, los tópicos del cantautor hispano. Es un tipo serio, no un Serrat o un Sabina, ni tampoco un jipi brillante (si bien jipi al fin y al cabo) como Sisa. Lógicamente, no comparte influencias "ochentero siniestras" aunque sea muy tétrico y enemigo del buen rollo. También compone en varias dimensiones, pero únicamente en el terreno lírico.
Los 4 discos son producciones de Gonzalo García-Pelayo y fueron grabados en Madrid a pesar de que por entonces Benito vivía en Francia.
El primero, "Romances del Lute y otras canciones", es de 1975. No se me asusten porque algunos de Triana le acompañaran en el estudio; la austeridad es asombrosa y los discretos arreglos flamencos dan en el blanco. Es su mejor trabajo y el más personal (en disputa con el de las Sombras). Sólo 8 canciones y todas buenas.
Comienza con un tríptico sobre el Lute: "Romance de la huida", "Romance de la cogida" y un instrumental que nos remite a la celda ("Silencio en Cartagena"). Son bastante fúnebres y tienen un poco de Triana (las únicas, tranquilos, y ni se nota) y de Morricone. No esperen la típica exaltación del delincuente perseguido por la justicia franquista y la crítica al poder establecido; él se limita a una melancólica descripción en la que trata de acercarse a la persona en lugar de al mito.
"Nana para no dormir" es, como indica su título, una nana al revés: llamada a permanecer despiertos para enfrentarse al coco. ¿Monstruos SA? En todo caso, sin el colegueo.
La simpática "España huele a pueblo" es la comercial. A ritmo de pasodoble rompe la rutina del álbum y sirve para coger aire antes de la oscura y sabia traca final.
"Mis ojos" prende la mecha. "Gimen como cerrojos, por no querer cerrarse van a arder y a quemarse igual que los rastrojos". Ay, qué difícil nos resulta sustraernos a algunas visiones aun sabiendo que pueden aniquilarnos. Recuerden aquello de: "Si tus ojos te hacen pecar, arráncatelos".
En "Sevillano" reflexiona sobre su condición de hispalense; parece una oración mental en la que comenta el tema con Dios: "soy un sevillano tonto, un sevillano aburrido, de esos que se van de pronto sin anunciar que se han ido", "yo creo Señor en tu Gracia porque has hecho al ser humano y también en la desgracia de a veces ser sevillano", "no me pidas para ser sevillano de los buenos que te rece el Viernes Santo vestido de Nazareno, suprímeme la desgracia de caer en la tentación de volverme un sevillano de esos de televisión, hazme sevillano bueno, hondo sevillano hondo, no me hagas sevillanito señorito y sabiondo". Remata cada estrofa con un estribillo que dice: "ay con el ay, ay con el ay". Una maravilla.
Termina con "Canción de luto", una reflexión sobre la muerte muy entroncada con los medievales. Acabemos de una vez con el falso buen rollo de jipis y burgueses, recordándoles que la muerte está a la vuelta de la esquina y que "con ella es difícil el cachondeo". Sus dejes flamencos son emparentables con los desganados "ay, ay" de Luque en la "Primera Opera Envasada Al Vacío".
"Ellos y ellos y ellos y...ella" (1976) es su segunda gran obra. En conjunto baja un poquito, pero posiblemente contenga sus mejores canciones. Gana ligeramente en colorido y luminosidad; incluso las dos últimas son positivas. Yo lo veo más como un disco de su época y por momentos recuerda algo a Serrat pero en mejor (el catalán no tiene un LP como éste). Instrumentalmente sigue bien, mejor si cabe: muy buenas guitarras (está Raimundo Amador) y arreglos.
Lo mejor está en la oscura "Topacio", la más cercana al anterior, y en la belleza de "Huele a paisaje tu pelo", "Julia", "Mi niña" y "Primavera", que curiosamente son las que mantienen el toque flamenco. Las canciones de amor y desamor suelen sobrellevar mejor el paso de los años.
En el lado positivo situaría también "Eso es todo" y "Esos señores". Ésta puede parecer desfasada pero opino que todavía es aplicable a "esos señores que poseen los medios" aunque ahora no lleven "bigotito afilado" ni hicieran la guerra. Además en el estribillo suelta una perla como: "merecen esta canción, ese respeto, esa cosa y ese sitio en el cajón de insectos y mariposas".
Más bizarra es "Ra ra ra", en la que critica el fútbol y la sociedad que lo sustenta (los hinchas) de forma muy grotesca. Según se mire está tan anticuada como de actualidad. Debe ser su composición más popular y curiosamente sirvió de sintonía en un programa deportivo. Tiene su gracia, al igual que "Hablando con Pepa", que no es una canción sino la representación de un emigrante andaluz llamando por teléfono a su mujer. Con todo, estas dos me las suelo saltar al escuchar el disco.
El tercero, "Mis Sombras Completas", (1978) es recomendable si te gustan bastante los dos primeros. En la primera cara aparecen 5 canciones en la línea del anterior; están bien pero se nota un estancamiento y da la sensación de que Benito ya ha agotado su pequeño talento musical. Dedica toda la cara b a la Semana Santa: instrumentales, un pequeño recitado y alguna canción. Sin estar muy logrado, contiene "Sueño de sombras", una de sus piezas más impactantes. Me imagino una gran masa de gente en las procesiones y a Benito solo en su casa con un vaso de whisky ("detrás del parabrisas de mi vaso") y hablando con Dios; y puedo vislumbrar a Dios prestando más atención a esa oración que al acto masivo.
El cuarto es "G. A. Bécquer" (1979) y son eso, poemas de éste musicados. Es ya sólo para los muy entusiastas. Incluye una mayor diversidad de instrumentos y composiciones: sevillanas, canción sudamericana y otras propias de cantautor. Lejos de ser un horror, está bien hecho; el problema reside en que los pasajes inspirados son escasos. Cuando se empieza a recurrir a poetas consagrados suele ser señal de peligro. Aunque hay gente a la que le encantan este tipo de discos y lo mismo es el que más le gusta. Sí, ya saben a que tipo de chapuzas me refiero.
Posteriormente salieron "A Sevilla" (1983) y "La Vida" (1988) de los que nada puedo decir.
Y en 1999, la gratísima sorpresa de "Me han quitado lo bailado" (fantástico título) hace que me trague (gustosísimamente) mis comentarios: pequeño talento agotado y bla bla bla. ¿Se agota el talento?
Es un disco mucho más festivo y guasón que los antiguos y está repleto de buenas canciones. Verbena con clase. Según sus propias palabras es el triunfo de lo pequeño y sencillo ("El Barrio", "Ella") y también de la pobreza: en "Flamenco confusión" se burla del pretencioso desmadre moderno y reivindica el auténtico flamenco marginal y oscuro. Él lo explica perfectamente: "lo de siempre, el dolor, el amor, el alcohol, el calor, el barrio, los ordenadores, el siquiatra y eso" (sobre todo en este disco: eso). Las ya citadas, "Bebo", "Cuando hace calor", "El ordenador" (muy vainiquera)... Y el humor más presente que nunca. Hasta funcionan, y muy bien, esa mezcla entre blues chungo y verbena que es "El Rinconcillo" y las recuperadas "España huele a pueblo" y "Ra ra ra". Ésta, en clave swing de baratillo, me gusta bastante más que la original. Mi favorita es "Depresión", con su fatástico estribillo: "y ya no sé, niña, por qué. Flores, ¿pa qué?, si no quiero enamorarte". Ésta y la del ordenador son las que más recuerdan a sus primeros discos.
Aunque vista las canciones con arreglos diversos (salsa, rumba, sevillanas, etc), siempre queda en primer término la personalidad del autor. El sonido, sin estar nada mal, no tiene la brillantez de antaño.
Kiko Veneno ha hecho algún disco mejor pero hace tiempo que no llega a este nivel.
En el 2000 otros dos heterodoxos como Vainica Doble y Sisa reaparecieron con "En Familia" y "Visca la Llibertat" respectivamente. Benito se les había adelantado con un trabajo que yo uniría a los de ellos como una vuelta de los veteranos talentosos a sus mejores momentos. Pero en el caso del sevillano no pasó nada. Y es que, después de todo, siempre ha sido un olvidado, a pesar de que gente como Manolo Escobar, María Jiménez, Los Payos o Camarón hayan interpretado sus canciones. Quizá, como él dice, el éxito lo deja para aquellos que lo buscan y necesitan. Que les aproveche.
Como es de suponer, ha ejercido diferentes actividades para ganarse el sustento: artísticas y menos. Una de sus facetas más destacadas es la pintor. Pueden hacerse una idea de sus habilidades consultando la página http://come.to/benitomoreno.
Terminar dándole las gracias al Zurdo, porque si no lo cita es muy posible que nunca hubiera oído hablar de Benito Moreno.
Manolo Barrero


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