FRIGID STARS LP (1990)
“Frigid Stars” es uno de los discos iniciales del estilo conocido como “slowcore”. Ofrece una música muy lenta y triste, que discurre cansinamente entre subidas y bajadas de intensidad (nunca velocidad) eléctrica. Esa alternancia bajo-alto no fructifica en dinámicas canciones pop-rock, como ocurre con Pixies o Nirvana, sino en piezas más atmosféricas.
Las principales referencias serían Joy Division o los Cure de “Seventeen Seconds” y “Faith”. Para hacerse una idea imagínense a éstos sin afectación vocal y con mayor distorsión en las guitarras. También escuchamos ecos de Slint, Galaxie 500 y la Velvet del tercer elepé.
Aun destacando las que quizá sean sus dos mejores composiciones, “Pickup Song” y “Pea”, aquí lo que prima es el conjunto. O conectas con la somnolencia depresiva que transmiten o pasas de ellos por pelmas y aburridos.
Una nueva vuelta de tuerca al drama de la soledad y desamor adolescentes.
THE WHITE BIRCH (1994)
Siendo difícil establecer diferencias o preferencias entre sus álbumes, diría que en "The White Birch" llevan su fórmula al límite. Guitarra, bajo, batería y palabras caen a plomo repetitivamente, como una pesada y angustiosa carga, con extremada sobriedad y economía de medios. Desde la primera hasta la última canción da la sensación de estar en el mismo árido paisaje. Más reposado (todavía), melódico y desolador.
En fin, dos discos de melancólica belleza, no aptos ni recomendables para todos los públicos, que encuentro notablemente logrados al transformar el estado de ánimo en sonido. Eso sí, aunque te gusten y relajen, no conviene abusar de su escucha.
Inteligentemente, conscientes de lo limitado y simple de la propuesta, no volvieron a publicar nada. Por eso y porque este tipo de obras son más producto de las circunstancias y el trabajo colectivo que del oficio creativo. Y la inspiración, claro, que a veces aparece allí donde menos se la espera, marcando distancias entre los buenos discos y los que no lo son.
Joselete Pérez
