La Bicicleta de Frances


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PEG LEG HOWELL: LOS MARGINALES DE DECATUR ST.



Peg Leg Howell fue uno de los primeros cantantes de blues del área de Atlanta en grabar. Su voz y su música tienen un evidente sabor primitivo, mugriento y callejero. Nada cuesta imaginarlo tocando frente a una barbería, expectante ante el caballerete que le escucha encantado mientras rebusca monedas en el bolsillo.
Era un tipo curioso. Pese a su heterodoxia (seguramente gracias a ella) y pobreza técnica –como cantante y guitarrista- resulta artísticamente interesante. Tiene algo que mantiene con vida su legado, evitando que quede en el simple valor histórico-etnográfico. Un músico poco dotado con un cancionero peculiar y parcialmente notable.
Nunca tuvo problema en reconocer que formó su repertorio a partir de canciones escuchadas a cantantes que nunca pudieron dejar constancia de su obra y de juntar frases que circulaban en el ambiente. En realidad esto era lo que hacían (y hacen) casi todos, sólo que él lo admitía. En cualquier caso creó una pintoresca amalgama de errabundas letras sobre la vida en la calle, el trabajo y la violencia, entre las que ocasionalmente insertaba alguna epatante estrofa como la de “New Prison”: “Says I’ll cut your throat, mama, drink your blood like wine; says you can’t quit me, t’ain’t no need o’ tryin’”.
Joshua Barnes Howell nació en 1888 en una granja de Eaton, Georgia, en la que pasó su infancia y juventud desempeñando los típicos trabajos de campo, a la vez que tímidamente tomaba contacto con la música. Contaba que aprendió a tocar la guitarra de forma autodidacta en una sola noche.
En 1916 ocurrió algo esencial. Tras una virulenta discusión con su hermanastro, éste le dispara en la pierna derecha. Se la amputan y le colocan una prótesis. A partir de entonces, al serle más complicado encontrar trabajo, pensó en la música como medio de subsistencia. Se ve que a veces, como reflejaba aquel cuento de Chesterton, son necesarios esos “tiros en la pierna” para replantearnos nuestras vidas. Desconozco si fue un hecho positivo para él, pero al menos los demás nos beneficiamos de ello porque quizá de otra forma nunca hubiera grabado. El apodo también se lo debe a ese incidente, aunque seguro que gustosamente habría prescindido de éste. Las desgracias del bueno de Howell no habían hecho más que comenzar.
Como en su pueblo no tenía mucho futuro como artista-mendigo, se trasladó a una ciudad más grande, Atlanta, en la que trabaría relación con otros músicos callejeros. Pero a pesar de dedicar gran parte del tiempo a tocar junto a ellos, su principal fuente de ingresos en ese tiempo fue la venta ilegal de alcohol, lo cual le llevaría a la cárcel en 1925.
Al salir de prisión regresa a las calles de Atlanta, donde le escuchan los de Columbia Records. En los años siguientes grabaría de forma regular cuando los del sello visitaban la ciudad, registrando 28 canciones entre noviembre de 1926 y abril de 1929.
Estamos ante un artista irregular, que intercala canciones muy buenas y sorprendentes con otras más vulgares. Esto ocurre tanto en sus trabajos individuales como en los colectivos.
Las sesiones solitarias las dedica principalmente al blues. Entre ellas está la que es sin duda su canción más importante, “Skin Game Blues”, en la que se recrea magistralmente el febril ambiente de los fulleros y el golfo jugueteo. “Hold the cards! Dollar more! Deuce beat a nine. Half more, too. Put up more, nigger!”. No lejos está la otra perla de su discografía, “Please Ma’am”. También son buenas “Coal man blues” y “Tishamingo Blues”.
El problema es que cuando la canción no es muy allá él no la hace brillar con su interpretación. Por eso, dadas sus limitaciones, es un acierto que habitualmente trabajara con el guitarrista Henry Williams y el violinista Eddie Anthony, músicos algo más diestros que disimulan mejor las canciones menores.
La música realizada con ellos es más alegre y festiva. Aunque orientada al baile campestre, encontramos destacados números jazzísticos (“New Jelly Roll”, “Too Tight”) y blues (“Papa Stobb Blues”). Mis favoritas son las divertidas “Banjo Blues” y “Turkey Buzzard Blues”, y un relajado blues con un "riff" especial, “Sadie Lee Blues”, que interpreta él solo. Otra pieza vibrante es el instrumental “Beaver Slide Rag”.
En su última sesión le acompañan Jim Hill (mandolina y segunda voz) y un incierto violinista (posiblemente Ollie Griffin). Sobresalen “Broke and Hungry Blues” y “Rolling Mill Blues”. El resto, sin ser nada memorable, son suficientemente entretenidas.
Los de Columbia siguieron visitando regularmente la ciudad pero ya no volverían a llamarle. El continuó tocando en las calles y vendiendo alcohol destilado, hasta que tales ocupaciones ya no le dieron para vivir. Tras ejercer múltiples trabajos marginales, en 1952 perdió su otra pierna a consecuencia de la diabetes, quedando confinado a una silla de ruedas y a la beneficencia.
Sorprendentemente en 1963, a los 75 años, graba un disco para Testament Records. Nada sé sobre éste, salvo que no levanta muchas pasiones entre los pocos que lo citan.
En 1966 entra en el hospital por una crisis nerviosa, muriendo en agosto de ese mismo año. Sus restos yacen en el cementerio de Chesnut Hill en Atlanta.
Sirva este comentario como mero cariñoso recordatorio de un músico menor, de los reservados para amantes del género.
Manolo Barrero



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