La Bicicleta de Frances


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MIAOW: ELUSIVO POP REPIQUETEANTE


El movimiento C-86 no fue ni mucho menos uniforme. Ni siquiera fue un movimiento. Más bien una etiqueta utilizada por la prensa musical británica para englobar a una serie de bandas que a mediados de los ochenta operaban al margen de modas comerciales. En general se trataba de grupos de guitarras abonados a las canciones de tres minutos, que miraban más al pasado que al futuro. Pero no todo eran arpegios a lo Byrds. Había otros referentes. El punk de Ramones y Buzzcocks, los inmigrantes australianos The Go-Betweens, el Nueva York de Velvet Underground y Television, la inocencia de Jonathan Richman, Dolly Mixture y Shangri-Las o el dispar pop de Orange Juice, TV Personalities y Smiths.

Los muy desconocidos Miaow encajaron bien en esa escena a pesar de no ser una entidad de fácil clasificación Practicaban un elusivo pop de repiqueteantes guitarras que procuraba evitar lugares demasiado comunes. Yo los veo como amables y refinados herederos de las heterodoxias surgidas a raíz del estallido punk del 77. Raros, mas agradables. En su música, al igual que en la de los grupos vinculados al "post-punk" (The Fall, Slits, Gang of Four, Raincoats, Au Pairs, Modettes), además del gusto por hacer cosas diferentes, encontramos rastros descontextualizados de funk, dub, rock alemán de los setenta y hasta rockabilly.

Miaow optaron por un proceso de creación conjunto en el que tuvieran participación los diversos miembros más o menos estables. Bajo, batería y guitarras formaban la columna vertebral, junto a la juguetona voz de su líder, la jovencísima Cath Carroll. Luego, según terciara, añadirían otros instrumentos. Utilizaron órgano en su primer single, contaron ocasionalmente con el saxo y la trompeta de Terry Edwards, y en la recta final de su carrera abrazaron la electrónica. Esa democracia creativa acarrearía riqueza de ideas e influencias pero también cierta falta de concreción.

Todo lo que registraron en su corta existencia, de 1984 a 1987, está reunido en el disco "When It All Comes Down", publicado por el sello LTM en 2003. Tres sencillos, dos sesiones de radio para John Peel, temas procedentes de discos colectivos y un par de maquetas. La escucha atenta de este material nos descubre a uno de los grupos más interesantes de su generación. Tal vez les faltara un punto de emoción o tensión para haber dado el salto cualitativo. Y es posible que muchas de sus canciones no estén plenamente logradas. Sin embargo, veinte años después de haber sido grabadas, la gran mayoría conservan algún atractivo. Creo que lograron insuflar frescura y naturalidad a melodías poco acomodaticias. No sólo a las más redondas o inmediatas -el espléndido single formado por "When It All Comes Down" y "Did She?", "Belle Vue", "Fate", "Following Through"- sino también a piezas más angulosas y esquivas como "Grocer's Devil Daughter", "Three Quarters Of The Way To Paradise" o "The Dreamer's Death". Lo suyo es una cara agraciada, en la que algo nunca terminó de encajar, pero a la que el paso del tiempo no hace sino dotar de mayor encanto.

No obstante, en su caso no podemos decir que con los años hayan ganado fama o reconocimiento. Al contrario. En la cinta original del C-86, publicada por la revista New Musical Express, donde Cath escribía esporádicos artículos, colaron "Sport Most Royal", chispeante tema que nos hizo olvidar la inexplicable ausencia de Talulah Gosh. Sin embargo los han dejado fuera de la reedición ampliada que supuso "CD 86" (Sanctuary, 2007), en la cual sí aparece la banda de Amelia Fletcher y Elizabeth Price.

Quizá el problema radicara en su excesiva inquietud. Con un poco de paciencia podrían haber dado forma a uno de los elepés definitivos de aquel confuso periodo. Mimbres tenían para ello. En cualquier caso, nos conformaremos con lo que hay, que ya es bastante.
Joselete Pérez


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