La Bicicleta de Frances


La Bicicleta de Frances


THE GORIES: RHYTHM'N'BLUES CAVERNÍCOLA



HOUSEROCKIN’ (1989)

A finales de los años ochenta tres jóvenes de Detroit unen sus fuerzas para destripar con saña garagera el rhythm and blues de los cincuenta. No saben tocar pero no parece importarles demasiado. Tampoco necesitan bajo. El monolítico ritmo marcado por Peg (Margaret Ann O’Neill), batería que haría pasar por sofisticada a Moe Tucker, les basta a Mick Collins y Dan Kroha para enzarzar sus rudimentarias y descontroladas guitarras. Y así, fundiendo a Hound Dog Taylor y John Lee Hooker con el punk sesentero y el soul grasiento del sello Fortune (Andre Williams, Nathaniel Mayer, Nolan Strong), irían modelando su particular sonoridad.
En su primer elepé, “Houserockin’”, los descarados chicos descuartizan canciones de John Lee Hooker (“Boogie Chillum”), Howlin’ Wolf (“You’ll Be Mine”) y Willie Dixon (un “Hidden Charms” inspirado en la versión de Link Wray); saquean-homenajean a Sonics (“Feral”), Hound Dog Taylor (“You Done Got Wrong”) o Remains (“I’ll Go”); convitan a 13th Floor Elevators a un ritual vudú (“Charm Bag”) y muestran querencia por el ruidismo tribal en la selvática “Gimme Love”.
La cosa podría haber degenerado en un completo desaguisado o en el mediocre quiero y no puedo de tantas bandas con similares referencias. Sin embargo, el resultado es excelente. “I Think I Have It” y “Sister Ann”, dos temas propios de ejemplar rhythm'n'blues-punk, son la mejor prueba de ello.
Los Gories contaban con un arma secreta. No estaban guiados por un cualquiera. Mick Collins, principal cantante, guitarrista y compositor, es uno de los grandes a la hora de enfocar la música negra desde un prisma garagero. Un tipo de clase y talento, que además es negro, y sabe cantar. Entona el blues o berrea, según lo exija la situación, sin caer en el ridículo o la artificiosidad de la mayoría de blanquitos que pretenden afrontar estilos negros. Collins dotó de alma al conjunto y supo encauzar las carencias de sus compañeros hacia un sonido especial y diferente, dentro de la tradición del rock'n'roll. El visceral, destartalado, minimalista, obsesivo y primitivo sonido Gories.


I KNOW YOU FINE BUT HOW YOU DOIN’ (1990)

Grabado en Memphis y producido por Alex Chilton (Big Star, Box Tops), “I Know You Fine But How You Doin’” es el más sobresaliente de sus trabajos. Las canciones son mejores y más variadas que en el primero. El sonido, menos sucio y caótico, facilita la diferenciación entre ellas.
En este segundo álbum encontramos además otras novedades. Dan tiene un poquito más de espacio, mientras que Peg se permite alguna alteración rítmica. En el boogie “Detroit Breakdown” Mick sopla una armónica y en “Chick-Inn” escuchamos un saxo chatarrero. No obstante, estos cambios son solo superficiales. La esencia continuaba inalterada. Una batería primaria (tres timbales, una pandereta) golpeada con brutal simpleza y cuatro cochinos “riffs” generados por dos maltratadas guitarras.
Daba igual lo que tocaran. Ya sean gemas originales –“Stranded”, “View From Here”, “Nitroglycerine”, la alcohólica “Thunderbird ESQ”- o fenomenales recreaciones de piezas añejas –“Early In The Morning” (Louis Jordan, Ray Charles), “Smashed” (Mose Allison), “Let Your Daddy Ride” (Hooker)-, al final todo acababa sonando a Gories. Incluso el reverberante blues tenebroso “Six Cold Feet” y el gospel-punk “Goin’ To The River”, dos de las más singulares y destacadas canciones de su discografía.
El corte inicial, “Hey We’re The Gories”, les presenta cantando y aullando a la vez, como una cuadrilla de trogloditas saliendo de caza. Y en temas como “You Make It Move”, “Nitroglycerine” o la versión de Suicide, “Ghostrider”, dan la impresión de estar abatiendo un mamut a cachiporrazos. Queda claro, los Gories son los reyes absolutos del rhythm and blues-cavernícola. Nosotros, sus acólitos, celebramos la exitosa expedición bailando al son que nos dictan, retorciéndonos dislocadamente a imagen de las mujeres que aparecen en la portada de “Houserockin’”.


OUTTA HERE (1992)

Los Gories cerraron su andadura con el autoproducido “Outta Here”, un álbum que no alcanza el nivel de sus predecesores. Empieza de forma arrolladora pero en la segunda parte pierde fuelle por culpa de algunas canciones menos inspiradas de lo habitual. Acusa, creo yo, los problemas internos de la banda y el creciente protagonismo de Dan Kroha. Éste no está a la altura compositiva ni mucho menos interpretativa de Collins. Su nasal vocecilla de enloquecido macarra puede tener gracia como ocasional contrapunto, pero en esta ocasión su concurso es excesivo. E imagino que también él es responsable de que el disco se incline algo más al punk y al garage que al r&b.
Con todo, estas reservas no deben llevarnos a engaño. “Outta Here” no es un mal trabajo. En determinados momentos resulta hasta brillante. Es admirable cómo trituran la tonada disco “There But For The Grace Of God I”, de Machine, y el rock funky de Nueva Orleáns “Trick Bag”, de Earl King, dándoles apariencia de creación propia. “Can’t Catch Up” y “Great Big Idol With The Golden Head” son notables y divertidas. La veloz “He’s Doin’ It”, la desesperada “Drowning”, "Outta Here" y la inevitable adaptación de John Lee Hooker, “I Got Eyes For You”, están bastante bien. Y tampoco desdeñamos los dos paleolíticos instrumentales -wraysiana “Omologato”, surfera “Ichiban”- ni el tributo a Bo Diddley, “Crawdad”, otro de los ídolos referenciales de Collins. Vamos, que el artefacto es obligado para seguidores del conjunto, los cuales saben que toda grabación suya merece la pena.
No suele ser bueno que los grupos de sonido tan espontáneo y definido prolonguen excesivamente su existencia. Corren el riesgo de terminar fotocopiándose a sí mismos, decolorándose en cada nueva entrega. Así que no seré yo quien lamente que las desavenencias liquidaran a los Gories. Me limitaré a disfrutar de su legado y a proclamar sus excelencias allí donde vaya.
Joselete Pérez


La Bicicleta de Frances 1

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