RELATOS

EL SE�OR DEL EDELWEIS de Paul Wanner, cuento alem�n.

Cuentan que hace much�simos a�os, en las altas monta�as donde nace el edelweis, vivi� el rey de los enanos, dotado de grandes poderes. Era �nico se�or de aquellos parajes y a veces se dejaba ver vestido de las m�s diversas formas, siempre con su largu�sima barba roja.

Amaba mucho a todos los animales y premiaba o castigaba a los hombres, seg�n su comportamiento con ellos. Si un carretero trataba bien a su caballo, aquel carro sub�a con admirable facilidad las m�s empinadas cuestas, pero si era al rev�s, si se ensa�aba con la pobre bestia, el carro volcaba sin explicaci�n o se part�a una rueda y hac�a que toda su carga rodara por la pendiente..

El paisaje de aquellas tierras era precioso y solitario. Tanto es as�, que un verano el rey de Bohemia lo eligi� para pasar unos d�as de descanso con su familia y la corte.

El rey de los enanos, que ten�a la facultad de hacerse grande o peque�o, seg�n su capricho, contemplaba disfrazado de caminante a los reci�n llegados y en especial a la bell�sima princesa Gretchen, �nica hija del rey.

Una tarde de aquel verano, en la que, como otras, la princesa sali� a pasear acompa�ada de su inseparable amiga Brunilda y de otras damas de honor, dieron con un maravilloso lago, tranquilo y transparente, situado entre aquellas hermosas monta�as.

-�Oh! Este debe de ser el incomparable Lago Azul del que me ha hablado mi preceptor -indic� la princesa-. �Qu� l�stima que no hayamos tra�do los trajes de ba�o!

-S� -asinti� Brunilda, cautivada tambi�n por el paisaje-. Es muy bonito. Pero puede ser peligroso.

-Bah, no seas miedosa. Ma�ana nos ba�aremos.

El rey de los enanos, oculto tras una roca, hab�a escuchado aquellas palabras y sent�a que su coraz�n palpitaba con fuerza cada vez que Gretchen hablaba o re�a.

-�La princesa tiene que ser mi esposa! -exclam�-. �Nadie lo impedir�!

Al d�a siguiente Gretchen volvi� al Lago Azul acompa�ada de sus damas de honor, pero todo estaba tan distinto que algunas pensaron que aquel lugar no era el mismo.

-�Alteza! -dijo una de las damas- Este lago no es el de ayer. �Acaso no os dais cuenta?.

-�Lo habr� cambiado el se�or del Edelweis! brome� Gretchen, riendo a carcajadas.

-Es cierto, Gretchen -intervino Brunilda-. El fondo del lago era ayer de guijarro y ahora es de fino m�rmol verde. Las orillas, que ahora vemos cubiertas de c�sped, estaban ayer erizadas de �ridas rocas... Y aquella gruta...

Lo cierto es que, exceptuando a la hija del rey, todas las dem�s estaban aterradas ante aquellos cambios inexplicables y �nicamente Gretchen continuaba riendo y bromeando sobre el miedo de sus acompa�antes. La princesa introdujo los pies en el lago cristalino y coment� encantada:

-El agua est� deliciosa, �qui�n se ba�a conmigo?

-No deber�as ba�arte, Gretchen -recomend� Brunilda-. Todo esto es muy extra�o y me parece una imprudencia...

Pero la princesa ya se hab�a lanzado desde el extrmo opuesto al de la gruta, al tiempo que dec�a:

-�A ver hasta d�nde llego por debajo del agua!

Un grito de horror se escap� de las m�s j�venes damas al contemplar c�mo Gretchen cruzaba el lago y desaparec�a en la gruta del fondo sin salir a la superficie. Brunilda fue la que reaccion� primero y se lanz� decidida al lago, pero las aguas pronto se enturbiaron y una densa niebla flot� sobre la gruta.

M�S SOBRE EL SE�OR DEL EDELWEIS EN BREVE.

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