Dirección: Ang Lee.

Guión: Eileen Chang (historia). James Schamus y Hui-Ling Wang (guión).
País: EE.UU., China, Taiwan y Hong Kong.
Año: 2007.
Duración: 157 min.

Genero: Thriller.

Titulo Original: Se, Jie.
Elenco: Tony Leung (Sr. Yee), Tang Wei (Wong Chia Chi), Joan Chen (Sra. Yee), Wang Leehom (Kuang Yu Min).

Producción: William Kong y Ang Lee.

Música: Alexandre Desplat.

 

Crimen y Lujuria

Por Maximiliano Curcio

 

      Sinopsis: Es la época de la Segunda Guerra Mundial en Shanghai. Wong Chia Chi es una universitaria china que participa en las actividades de un grupo de teatro en el que ha ingresado tras conocer a un carismático compañero de estudios, Kuang Yu Min. Mientras Wong disfruta actuando sobre el escenario, Kuang le propone que interprete un papel mucho más peligroso en la vida real: convertirse en la señora Mak y trabar amistad con la esposa de un importante colaboracionista de los japoneses, el señor Yee. La idea es tender a este último una trampa para que Kuang y sus secuaces le liquiden. En su momento, sin embargo, el plan se frustra, pero al cabo de varios años Kuang vuelve a aparecer en la vida de Wong y le pide que reanude su mortífera misión…

    

 

* * * * / MUY BUENA

 

Ang Lee, el versátil director oriental que asombrara al mundo con su fantástica épica “El Tigre y el Dragón” allá por el año 2000 y que incursionara con relativo éxito comercial en Hollywood con la adaptación de “Hulk” nos sorprende esta vez con un thriller de espionaje que se basa en el cuento homónimo de la escritora china Eileen Chang y que está ambientado en la Segunda Guerra Mundial y resulta de corte similar a esa gran película llamada “Black Book – El Libro Negro” que dirigió Paul Verhoeven el año último y que en no menos calibre generara también revuelo y críticas a favor y en contra de igual magnitud.

Nunca ajeno a las polémicas, Lee es un autor comprometido (su film más audaz “Secreto en la Montaña”  lo demuestra) y aquí el eje de dicha polémica resulta el clima de violencia y de sexo de alto contenido incluido en el film. No como leit motive de este, pero si como motor vital y funcional a la trama en el sentido que Lee no se regodea en estas imágenes, pero si las utiliza de forma impecable para desencadenar el conflicto que sirve como punto de partida a este rompecabezas pausado y lentamente (a veces en demasía) narrado en qué consiste la trama, inundada de la corrupción, el pecado, la venganza y el deseo que tiñen a sus personajes y hacen honor al título del film.

Como costumbre en sus films, con un reparto sobrio apoyado en figuras locales de resonancia y rubros técnicos impecables (que aquí ambientan de forma magnífica a la historia) Lee construye con paciencia y cadencia un relato de dos horas y media  que requiere de atención y de saber apreciar esas sutilezas que Lee utiliza como recursos para, con su pausa y artesanía oriental provocar el impacto desde miradas, gestos de sus personajes o bien climas de intriga y poco dialogo. En las antípodas del mencionado film de Verhoeven donde el nervio y la tensión fluían en la pantalla. El efecto es el mismo, el resultado igual de notable, pero el lenguaje cinematográfico de Lee es más depurado y menos estruendoso. Será sin dudas, disfrutado por sus más fieles seguidores en una vuelta a las fuentes de este incursioncita en tierras americanas.
 
 

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