Nacimiento de Jesucristo
 

Contempla al niño Jesús solo y pobre en el pesebre... por tu amor.

Yo te adoro y te amo, Jesús, con todo mi corazón.

    Ven a contemplar una de las escenas más sublimes que han admirado los siglos, los Ángeles y los hombres.
    Entra en ese desmantelado portal, y verás a un niño, envuelto en pobres y limpios pañales... recostado sobre paja en un pesebre... ¿Sabes quién es, cómo se llama?... Es Jesús..
    A un lado verás a una joven que es su Madre, María, Virgen Inmaculada. Un varón respetable llora de ternura al contemplar este cuadro y es, ¿no le conoces? el glorioso San José... el más feliz de todos los mortales que mereció ser tenido por padre de Jesús...
    Y tú ¿que haces?... ¿qué le dices a ese niño?... ¿No te atreves a llegar por respeto a su cuna?...
    Acércate con humildad; no temas, que nadie te dirá: Atrás. Toma al niño Jesús en tus brazos, como María y José.

    Párate un poco al lado de esa cuna...
    Mira y remira a tu niño Jesús... ¿No observas que te sonríe?... es que piensa en ti... ¿oyes sus gemidos?... ¿no ves correr sus lágrimas por sus mejillas?... Pues es que llora por ti...
    ¡Qué dicha la tuya!, Jesús piensa en ti... sufre por ti... llora por ti... y todo eso antes que tú fueses, le conocieses y amases...
    Mira al niño Jesús y vuélvele a mirar... ¡Qué bueno es Jesús! ¡Qué hermosos! ¡Cuanto te ama!... ¿Y aún continuaras negándole o regateándole tu amor?.

    Pondera que este Jesús, a quien arrullan unos pobres padres y festejan unos sencillos pastores en un establo, es al propio tiempo adorado y alabado como Dios de cielos y tierra por miles de Ángeles...
    Y mientras padece frío, viste los campos de flores, y esmalta de verdor las praderas y cubre de hojas los árboles...
    Y duerme en un establo, es honrado en un trono de gloria eterna en lo más excelso de los cielos...

    María y José, preparad una cuna en mi corazón, que quiero albergar en ella a vuestro hijo Jesús...
    No la desprecies, Jesús; ven y acepta, tal cual es, la casa pobrecita de mi corazón... Adórnala Tú, purifícala Tú con todas las virtudes, y conságrala para tu morada, y sea mi corazón tu lugar de descanso y recreo eternamente.
 
 

Representarnos en nuestro corazón al niño Jesús, recién nacido,
con María y José, y retirarnos a menudo en nuestro interior,
haciendo muchos actos de adoración, amor y reconocimiento.
Yo te adoro, Jesús mío, y te amo con todo mi corazón.
 

A.M.G.D.


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