Oye los latidos del corazón enamorado de Jesús.
Dame a conocer, Jesús, la inmensidad de tu amor.
Considera el corazón de Jesús
en el sermón último que dirigió a sus discípulos,
que es como su testamento y última voluntad, y verás como
este corazón se dilata, se enfervoriza, y como Maestro exhorta a
sus hijos a actos heroicos de virtud, como Consolador les hace grandes
promesas para su consuelo, y como Abogado ruega por ellos a su Padre...
Les recomienda su amor y la guarda
de los mandamientos, la oración, la confianza en Dios en medio de
las pruebas y adversidades, prometiéndoles a este fin el Espíritu
Santo...
Oye las palabras que son como los
latidos de este corazón divino y escúchalas con gran reverencia,
que el mismo Jesús dará la materia sabrosísima de
esta meditación.
Si estás cansado, reclina como
el discípulo amado tu cabeza sobre el pecho de Jesús en esta
última hora, la más solemne de su vida; y si a tanto no te
atreves por tus pecados, a lo menos póstrate a sus pies como María
Magdalena, o asóciate a los Apóstoles, y guarda tan divinas
enseñanzas en tu corazón...
Hijos míos, aún estoy
con vosotros un poco; vosotros me buscaréis, mas donde yo voy, vosotros
no podéis venir ahora...
No se turbe vuestro corazón...
Creed y confiad en Dios y en Mí, porque en la casa de mi Padre hay
muchas moradas, y Yo voy a prepararos el lugar, y volveré por vosotros,
y os llevaré conmigo, para que donde Yo estoy, allí estéis
también vosotros...
No os dejaré huérfanos.
Yo volveré a vosotros, no se turbe vuestro corazón ni tema,
pues os he dicho que voy y vengo a vosotros: un poco no me veréis,
y de ahí a poco me veréis y se gozará vuestro corazón,
y ninguno podrá quitaros el gozo que Yo os daré...
En el mundo tendréis apretura;
pero tened confianza, que Yo he vencido al mundo... Acordaos de las palabras
que os he dicho: No ha de ser el siervo mayor o más privilegiado
que su señor; si a Mí me persiguieron, también os
perseguirán a vosotros.
Os echarán de las sinagogas,
y vendrá hora en que quienquiera que os mate pensará que
hace servicio a Dios..."
Padre mío, no quiero otro consuelo
en este mundo sino saber que Tú me amas, porque si me amas, nada
me puede faltar, pues no sabes amar y desamparar a tus hijos...
Ámete como Tú me amas,
y vengan trabajos y contradicciones, que nada podrá apagar el fuego
de tu amor.
Ámete, Dios de mi corazón,
siempre y en todas las cosas con todo mi corazón, con toda mi alma,
con todas mis fuerzas, y haz de mí, tu siervo y tu hijo, lo que
quieras.
|
A.M.G.D.
|
|