PHILIP K. DICK

LA REALIDAD NO ES LO QUE PARECE

 

Tomado de acuerdo con las instrucciones, Ubik le deparar� un sue�o ininterrumpido y un despertar libre de molestias. Con Ubik usted se levantar� fresco como una rosa y dispuesto a enfrentarse a esos peque�os problemas que le preocupan cada d�a. No exceda la dosis aconsejada.

“Ubik’, Philip K. Dick, 1969.

 

Humildemente Joe D’Allessandro

 

    Puede que nunca hayan o�do el nombre de Philip K. Dick, si acaso les suene como un tipo que escribi� la novela en la que se bas� Ridley Scott para hacer su mitificada “Blade Runner”. Dick no s�lo escribi� cerca de cincuenta novelas, buena parte de ellas tan incre�bles como impres�cindibles, adem�s de varios cientos de relatos y cuentos, sino que es uno de los autores m�s influyentes de �so -hoy casi desaparecido- que se dio en llamar la Contracultura. Por si �so no basta, es, adem�s, uno de los escritores de cabecera de Mondo Brutto. Lean, lean y sabr�n por qu�. Nuestra bizarra historia empieza, c�mo no, en Am�rica del Norte. Concretamente en la ciudad de Chicago un fr�o d�a de diciembre de 1928 cuando la se�ora Dorothy Dick da a luz a dos gemelos sietemesinos a los que ella, y el se�or Dick, don Edgar, pusieron por nombres Philip Kindred y Jane Charlotte. La vida de Philip K. Dick quedar�a marca�da desde el principio: un mes y once d�as despu�s de nacer, su peque�a hermana Jane mor�a por no ser llevada a tiempo al m�dico. Dick se convirti� as� en hijo �nico. Y de alg�n modo tambi�n en viudo: toda su obra est� trufadita de Janes, de atractivas mujeres de pelo moreno en las que �l imaginaba a su desaparecida hermana, cuando no, de referencias expl�citas a ella. De hecho, para Dick el esp�ri�tu de Jane vivi� siempre como un segundo ser vivo en su interior, como el ente tel�pata que habitaba en el interior del focomelo mutante en su novela “Doctor Bloodmoney” (“El Doctor Moneda Sangrienta”/l 965). De hecho, una de las pocas cosas que estaban claras casi cin�cuenta y cuatro a�os despu�s, cuando muri� el maestro, fue d�nde deb�a ser enterrado: con su hermana, en la tumba que �l hab�a encargado y en cuya l�pida doble a�n puede leerse “Jane C. & Philip K. Twins”. La muerte de la min�scula Jane, de la que Phil nunca lleg� a tener un recuerdo consciente, acab� tambi�n con la Unidad Familiar Dick, como dir�a hoy un ministro. Pero vayamos por partes. En 1929 Edgar Dick, honrado funcio�nario del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, consigue un traslado a San Francisco y la familia de tres miembros se muda a la soleada California. Tras varios cambios de residencia, dos a�os despu�s de llegar se asientan definitivamente en Berkeley. El padre de Dick, totalmente domina�do por su esposa, se hab�a convertido para �sta en la encarnaci�n de la culpa por la muerte de Jane (que, sin embargo, Phil siempre atribuy� a su madre). El caso es que en 1933 Dorothy y Edgar se divorcian, quedando el peque�o Phil bajo custodia materna en Berkeley.

La mam� de Dick era lo que se dice una bruja dominanta y manipuladora que afect� al acomplejado muchacho hasta tal punto que Phil dijo odiarla hasta el d�a de su muerte. Para que se hagan una idea del car�cter de su madre, baste saber que la buena mujer, en un gesto s�lo concebi�ble en una mentalidad americana, con�sult� con su psiquiatra si deb�a o no divorciarse, temerosa de que la sepa�raci�n fuera a afectar psicol�gicamen�te al ni�o (��??). Pese a las palabras de consuelo del psiquiatra, el peque�o Phil se convirti� en un muchacho retra��do e introvertido, que viv�a con su madre e iba al Colegio Hillside en Berkeley, localidad que por aquel enton�ces -los a�os 30 y 40- no era todav�a la Tierra Prometida para los librepensadores en que luego devino. Pero el colegio y las actividades que le son pro�pias, no eran precisamente lo que m�s le interesaba a Dick. El Dick ni�o estaba subyugado por las revistas de Ciencia Ficci�n que todos los peque�uelos de su �poca devoraban con pasi�n. Aquellas amarillentas publicaciones de papel barato, con coloristas portadas llenas de mons�truos y naves espaciales comenzaron a ocupar buena parte de su tiempo. Adem�s de las fant�sticas aventuras escenificadas en el futuro o en el espacio, le�a sin distin�ci�n todo lo que ca�a en sus manos. Acumul� como teso�ros grandes paquetes con todos los n�meros de revistas como Stirring Science Stories, Astounding, Unknown, Amazing o Unknown Worlds. Con doce a�os, un Dick prep�ber decidi� que lo suyo hab�a de ser escribir y, a modo de primera piedra en dicho camino, aprendi� por sus propios medios Mecanograf�a y, ya a la tierna edad de 13 a�os public� sus primeros relatos para el editor John W. Campbell due�o de Unknown y Astound�ng y escribi� una desaparecida novela de aventuras juveniles titulada “Regreso a Liliput”, obviamente influida por el autor de “Los Viajes de Gulliver”.

Aquel muchacho so�ador, pero muy despierto, disfrutaba tanto con la lectura de los relatos de sus autores favoritos de ciencia ficci�n como Robert A. Heinlein o Alfred E. Van Vogt como sufr�a con el contacto con desconocidos. Todo ello, y su manifiesta pasividad en asuntos escolares, motiv� que su madre le obligara a recibir tratamiento psi�qui�trico. Los eminentes terapeutas dieron la raz�n a la madre, que al fin y al cabo pagaba la minuta, y diagnosti�caron al imberbe Dick agorafobia as� como diversos tras�tornos y debilidades emocionales. A los 15 a�os, un Dick adolescente ingresa en el Instituto (lo que all� denominan High School) y, un a�o despu�s, entra a trabajar como dependiente en University Radio, una tienda de repara�ci�n y venta de radios, que, desde mediados los 40 tam�bi�n empezaba a ocuparse de un electrodom�stico emer�gente conocido como televisi�n. Los �nicos oficios que desempe�� Dick a lo largo de su vida fueron, adem�s del de escritor, al que consagr� su existencia, las diferentes tareas que desarroll� en la tienda: ayudante de reparacio�nes, mensajero, dependiente y vendedor. Herb Hollis, el due�o de University Radio, mont� despu�s Art Music una tienda de discos especializada en cl�sica, jazz, �pera y folk a la que fue trasladado el bueno de Phil a finales de la d�cada y en la que trabaj� hasta convertirse en escritor profesional. En Art Music tuvo adem�s contacto con la Radio, porque la tienda patrocinaba un programa de m�si�ca folk en la emisora local KMSO y Dick escrib�a los guio�nes y hacia las veces de asesor musical para el programa. Aunque segu�a yendo a la consulta del psic�logo materno, el trabajo le dio la independencia que necesitaba respecto a su madre, quien naturalmente no ve�a con buenos ojos las extra�as aficiones y dedicaciones de su hijo, al que, por aquel entonces, fuera de sus lecturas, sus escritos y su actividad en la tienda de Hollis, ni siquiera le atra�an las chicas.

 

MAM� SOY ESCRITOR, PERO NO SOY HOMOSEXUAL

A finales de 1947, reci�n cumplidos los diecinueve a�os, Phil decide que ha llegado la hora de buscarse la vida por su cuenta. Su madre, espantada por la idea de que su hijo la dejara sola, amaga con llamar a la polic�a y le monta una dram�tica escena. En vista de la determinaci�n de su hijo por irse, Dorothy Dick le amenaza, horrorizada, con estas palabras: “Si te vas y me dejas sola, te convertir�s en un maldito homosexual, porque eres d�bil, ��d�bil!!”.

Con la cabeza hecha un l�o y las voces de su madre reso�nando en su conciencia, Phil se traslada a un antiguo almac�n de la calle Mckinley convertido en casa de estu�diantes. All� comparte un piso con dos poetas de la escena local de Berkeley, tan modernos como homosexuales, con los que traba una gran amistad basada en el com�n inte�r�s de los tres por la literatura y la m�sica. Hay que aclarar que, por aquel entonces, Dick era un joven virgen y, como si la premonici�n de su madre fuera infalible, se hab�a autoconvencido de su condici�n gay. El atribulado escritor le cuenta sus cuitas sentimentales a sus amigos, primero, pero �stos no le creen gay, y, despu�s, a Vincent Lusby, su nuevo jefe en Art Music, que al parecer ten�a un gran ascendente sobre �l, y , viendo que Dick, con perd�n de la expresi�n, ten�a la picha hecha un l�o, decide adoptar una dr�stica soluci�n: presentarle a una chica.

 

En mayo de 1948 Lusby le presenta a Jeanette Marlin, una mujer diez a�os mayor que Phil, de car�cter muy liberal y, al parecer, descaradamente sical�ptica. El propio Dick tampoco quiso explicarlo nunca del todo, pero el hecho es que, tras un torpe encuentro sexual en un jerg�n del almac�n de Art Music, Phil y Jeanette se casan ante la estupe�facci�n de todos los que conocen al escritor, con menci�n especial para su desconsolada progenitora. El matrimonio apenas dura dos meses, pues Dick echa a Jeannette del apartamento que han alquilado la noche en que ella le revela que necesita acostarse semanalmente con varios hombres para sentirse satisfecha. De �ste, su primer y casi p�rrico matrimonio, el propio escritor apenas habl� nunca, salvo en cierta ocasi�n, varias d�cadas despu�s, cuando –tras una noche disparatada de drogas y alcohol- remiti� una carta a Lusby agradeci�ndole que le “hubiera salvado de convertirse en homosexual contra su voluntad”.

Se acababa la d�cada de los cuarenta y Philip se hab�a convertido en un divorciado de veinte a�os que hab�a escrito un pu�ado de relatos de ciencia ficci�n y de fanta�s�a. Pero en su min�sculo apartamento de Berkeley, rodeado de libros y de revistas pulp, Dick no piensa en la cien�cia ficci�n, sino en el sue�o de su vida: convertirse en un reconocido escritor “serio”.

Seg�n le dictaba su ingenua cabecita, todos los escritores respetados eran universitarios, por lo tanto �l tambi�n deb�a cursar estudios superiores. As�, se matricula en la Universidad de Berkeley, en la que, durante algunos meses acude a las clases de Alem�n y de Filosof�a. Aquello dur� poco, entre otras cosas porque no era rico (ten�a que trabajar para comer y para pagar la matr�cula), pero le dio a conocer nuevos autores y nuevas visiones de la realidad. Adem�s, aprendi� verdaderamente alem�n: el propio Dick supervis� y corrigi� de su pu�o y letra las edi�ciones en lengua germ�nica de varias de sus novelas.

Durante la d�cada de los cincuenta Dick escribe fren�tica�mente (como hizo durante toda su vida, por otra parte). En seis a�os escribir� hasta ocho novelas de ficci�n, ambien�tadas casi todas en California, y las va enviando por correo a todas las editoriales que conoce en Nueva York. Para su desdicha, debe recoger cada semana en el buz�n escue�tas notas del tipo de “Se�or Dick, su novela es muy intere�sante, pero no se adapta al perfil que buscamos en estos momentos. Mant�ngase en contacto”. Su sue�o se desva�nece un poco m�s con cada novela rechazada y la amar�gura por ello le durar� toda la vida. Curiosamente, salvo “Confessions of a crap artist” (“Confesiones de un Artista de Mierda”/l959) que se public� en 1975, el resto de su producci�n literaria convencional (o “mainstream” como dir�a un anglosaj�n) fue editada con �xito tras su muerte por varias de las editoriales que las rehusaron en su d�a.

Pero Dick no era precisamente profeta y en aquellos a�os el �nico sentimiento que albergaba en su coraz�n era la amarga impotencia del escritor sin editar. Su futuro estaba en la ciencia ficci�n, pero Dick no lo hubiera descubierto sin la crucial intervenci�n de dos personas: KIeo Apostolides y Anthony Boucher. La primera era una joven griega de 19 a�os que un buen d�a se present� en Art Music en busca de discos de �pera. El propio Phil la atendi� y, dado su car�cter enamoradizo, qued� prendado de ella al instante. En junio de 1950, y con tan s�lo veinti��n a�os, Philip K. Dick se casa por segunda vez y la joven pareja se traslada a una casita de campo a las afueras de Berkeley.

Tambi�n en la tienda del se�or Hollis conoci� a Boucher, escritor y editor de la revista “The Magazine of Fantasy & Science Fiction”. Ambos traban una gran amistad y Dick le entre�ga varios de sus manuscri�tos. El editor se da cuenta de que aquel so�ador mucha�cho de extraviados ojos azu�les es un diamante en bruto. Reci�n casado en segundas nupcias, Phil recibe por pri�mera vez en su vida dinero a cambio de unos folios escrit�os por su propia mano: Boucher compra para su revista, por el m�dico precio de 75 d�lares, el relato “Roog!”. Desde ese momento, comienza a enviar sus relatos a diferentes revis�as y con bastante �xito: “Galaxy”, “Astounding”, “If’, “Beyond Fantasy Fiction” y otros pulps empiezan a comprar regularmente sus extra�os cuentos. El circulo que le convertir� en escritor profesional se cierra finalmente poco despu�s: Herb Hollis despide a Phil de su tienda y, �ste, tras probar durante un mes en Tupper & Reed (la compe�tencia de University Radio y Art Music), decide intentar vivir te sus escritos, para lo que contrata como agente a Scott Meredith, un fenicio negociante neoyorquino al que se mantuvo fiel toda su vida, pese a las fuertes discusiones que sosten�an, siempre por motivos econ�micos.

La fotograf�a de la �poca se completa con el primer y descabellado contacto de Phil con la Autoridad, en este caso con el FBI. Una ma�ana de 1953 se presentan en el domi�cilio de los Dick dos agentes del Bureau, quienes tras mostrar unas fotograf�as de var�as reuniones de izquierdistas en plazas p�blicas de Berkeley -en las que curiosamente siempre aparecen Phil y Kleo- les piden informaci�n sobre los asistentes. Al final se desvelo el motivo de la visita: los agentes ofrecen al joven matrimonio una suculenta beca para ir a la Universidad de M�xico con la �nica contra�partida de remitir peri�dicos informes sobre el resto de estudiantes. Phil llega a sopesar la posibilidad de ir a M�xico en vista de la remuneraci�n, pero al final pesa m�s la monstruosi�dad de espiar para McCarthy y decli�nan el ofrecimiento gubernamental. Dick decidi�, varios a�os despu�s, que tanto el FBI como la CIA le hab�an seguido los pasos desde aquella oca�si�n.

 

�HAY UN OJO EN EL CIELO?

Estamos en 1955 y Dick ha pasado de la condici�n de fan a la de autor e incluso ha llegado a conocer a sus �do�los (a Van Vogt el primero, en una Convenci�n Mundial de Ciencia Ficci�n en San Francisco) y comienza a trabar amistad con otros escritores como Poul Anderson, mientras des�cubre a otros autores que le fascinan como Pohl, Sheckley, Leiber o Vonnegut. Como escritor de relatos, Dick es extremadamente prol�fico: en 1952 publica siete, treinta en el 53, veintiocho en el 54 y m�s de cuarenta en el 55, adem�s de dos recopilaciones con sus mejores cuentos. En 1955, adem�s, ve la luz su primera novela “Solar Lottery” (“Loter�a Solar”) editada en un Paperback de Ace Books. Todo esto no le impide seguir escribiendo “esas novelas serias” que, a diferencia de sus escritos Sci-Fi, los editores van rechazando una a una, indefectible�mente.

Aunque publicaba regularmente en revistas, ten�a un agen�te y hasta sal�an al mercado novelas suyas, D�ck no nada�ba, ni mucho menos, en la abundancia. Seg�n su propia confesi�n �l y Kleo no ten�an m�s que “un peque�o apar�tamento de alquiler, un gato, una colecci�n de revistas, libros y discos y el aparato de m�sica Magnavox”. Y es que Ace impon�a unas condiciones leoninas: pagaba entre 500 y 1000 d�lares por novela y entre un 3 y un 4% de los royalties, as� que Phil ten�a que escribir sin descanso, mientras Kleo trabajaba a media jornada.

En 1956 salen al mercado “The World that Jones Made” (“El Tiempo Doblado”) y “The Man who Japed” (“Planetas Morales”); y en 1957 “Cosmic Puppets” (“Mu�ecos C�smicos”) y “Eye in the Sky” (“El Ojo en el Cielo”). Esta �ltima es el primer gran cl�sico de la Bibliograf�a Dickiana y la novela que le establece, con 28 a�os, como uno de los escritores j�venes m�s reconocidos de la ciencia ficci�n norteamericana. Cuenta la extra�a historia entrecruzada de ocho personajes que sufren un accidente junto a un reactor nuclear y se ven inmersos en una aventura ps�quica t�picamente dickiana: se trasladan a un mundo cam�biante que va pasando por diferentes fases, cada una regi�da por la conciencia de uno de ellos, desde una utop�a comunista hasta un extra�o mundo normatizado por el fanatismo religioso m�s extremo. Adem�s de ser una nove�la incre�ble, resulta imprescindible para empezar a atar cabos sobre las obsesiones del autor que luego se ir�n repitiendo en su obra. Obsesiones que podemos sintetizar en dos preguntas: �Qu� es la realidad?, y �Qu� es lo humano?. En 1958 pone fin a su ag�nico sue�o de convertirse en un “escritor serio”: ninguna de las ocho novelas escritas desde 1952 ha sido aceptada por las editoriales y Dick, roto por la amar�gura, decide concentrarse definitiva�mente en la ciencia ficci�n. Afortunadamente. Ese a�o tiene otra buena noticia: termina una de sus mejores novelas “Time Out of Joint” (“Tiempo Desarticulado”) que se publica a principios del 59. Una novela desconcertante y lis�rgica que cuenta la historia de Raggle Gumm un individuo medio y gris de la Am�rica de 1958 que vive dedicado a resolver cada d�a antes de las siete de la tarde un juego matem�tico del peri�dico local, que lleva ganando varios a�os, llamado “D�nde est� el Hombrecito Verde”. Pero poco a poco ira descubriendo que vive en una Realidad Falsa, construida para �l, que se desmorono y agrieto a cada p�gina hasta el subyugante desenlace final en el que se desvelo el ver�dadero sentido del juego del Hombrecito Verde. A lo mejor s�lo me lo parece a m�, pero la relativamente archifamosa “El Juego de Ender” de Orson Scott Card est�, digamos que inspirada en esta novela de Dick, �no?.

A finales de 1958 el matrimonio Dick se muda a Point Reyes. Todo va sobre el gui�n previsto: son felices aunque no ricos, y su nueva casa es perfecta para el escritor. Pero la realidad se entremezcla con su apariencia tambi�n en la vida y la de Dick vuelve a dar un nuevo giro en 1959. En esa �poca, y en su nuevo barrio, se ha convertido en un “famoso” entre los modernos de la emergente “escena californiana” y su vida social comienza a existir (pasando por encima de su enfermizo y paranoico rechazo a las reuniones con gente desconocida). Una de sus nuevas vecinas es Anne Williams, una pija viuda t�picamente wasp, de Cuyos huesos Dick queda totalmente prendado. Como est� escri�to, los t�rtolos tortolean y Kleo, una mujer tan amable como inteligente, elige la v�a del divorcio amistoso. El D�a de los Locos de Abril de 1959 Philip K. Dick se casaba por tercera vez en un juzgado de Ensenada (M�xico) y en febrero de 1960 nac�a su primera hija Laura Archer Dick.

La vida con Anne exigir� de Phil esfuer�zos extraordinarios como escritor. Ella recibe una mediana cantidad anual de su familia, pero la gasta a manos llenas. Para mantener a su caprichosa tercera esposa, que no conoce el significado de la palabra prudencia, y a su ni�ita, nuestro genio escribir� a un ritmo infernal: adem�s de los consabidos relatos para las revistas, publica dos novelitas en Ace: ‘Vulcan’s Hammer” y “Doctor Futurity” y termina otras tres nove�las “serias” (“Humpty Dumpty in Oakland”, “The Man whose Teeth where Exactly Alike” e “ln Milton Lumky Territory”; que no se editar�an hasta 1987, 1984 y 1986, respectivamente).

NOVELAS, OR�CULOS CHINOS y ANFETAMINAS

En 1961 la relaci�n entre Phil y Anne comienza a enrare�cerse. Ella ha montado un negocio de joyer�a en el que participa el propio Dick, pero �ste no encuentra tiempo para escribir y cree que el negocio de su mujer va a arrui�nar su carrera como escritor. Fruto de lo que luego deno�min� “la tercera gran crisis nerviosa de mi vida”, Phil se traslada a la caba�a del jard�n con su Magnavox, sus discos �y libros y la m�quina de escribir. Sabe que ha de escribir �una novela pero, a diferencia de otras ocasiones no tiene esbozadas ni tramas secundarias, ni argumentos, ni personajes, tan s�lo una idea alucinante que bulle en su cabeza: narrar la historia de una Am�rica paralela que hubiera perdido la II Guerra Mundial; las naciones del eje se habr�an repartido el territorio norteamericano, quedando bajo dominio nazi la costa Este hasta las Monta�as Rocosas, mientras el Imperio Nip�n tomar�a bajo su r�gimen �la mitad occidental del pa�s. La �nica esperanza para los habitantes de ese mundo paralelo es Hawthorne Abdesen, legendario hombre de la resistencia que ha escrito una novela -dentro de la novela- (“La Langosta se ha Posado”) seg�n la cual la Realidad no es la que todos est�n viendo, sino la que cuentan los actuales libros de historia: �que los Aliados ganaron la Guerra.

Dick acababa de descubrir el libro�-or�culo chino llamado “1 Ching” o “Libro de los Cambios” y estaba totalmente obsesionado por �l. Hasta el punto que asegur� a uno de sus mejores amigos que escribir�a una novela siguiendo las predicciones del I.Ching. Esa novela fue “Man in the High Castle” (“El Hombre en el Castillo”/1962). Una obra enigm�tica y contradictoria cuya trama va avanzando seg�n las respuestas que da el “I.Chinga las preguntas del autor en la silenciosa soledad de su caba�a en el jard�n. El final, escrito seg�n las profec�as del or�culo chino, resulta tan incomprensible como la mayor�a de los finales de Dick, que desde luego no eran su punto fuerte. Aunque el “I.Ching” tuvo pocos a�os despu�s una difusi�n muy extendida entre los medios, autores y escenas enrolladas, Dick fue el primer autor que dio a conocer el libro y la gran mayor�a de los profetas de la Contracultura supieron de la existencia del Chino de los Cambios gracias a su novela. Sin embargo, el propio Dick abomin� a�os despu�s del I.Ching”, asegurando que era un libro “diab�lico y mentiroso” y que hab�a falseado el sentido de su novela. “El Hombre en el Castillo” se edit� en tapa dura, para alegr�a de Dick quien segu�a anhelando no ser considerado un autor de g�nero. Las ventas fueron tan escasas como encendidas las alabanzas de la cr�tica, pero los aficionados a la ciencia ficci�n lo aclam�ron y en 1963 le fue concedido el �Premio Hugo, la m�s alta distinci�n que pod�a alcanzar un escritor Sci-Fi.

Coincidiendo con la concesi�n del Hugo, la caba�a del jardin pr�odujo todav�a otras dos novelas, tan desquiciadas y raras como las mejores suyas: “Martian Time-Slip” (“Tiempo Marciano”/“Tiempo de Marte”), que viene a ser un extra�o ensayo sobre la esquizofrenia y la naturaleza de la Realidad ambientado en un Marte de 1994 colonizado por la Tierra y dominado por el Sindicato de Fontaneros, dado que el agua es all� el bien m�s preciado; y “We Can Build You” (“Podemos Construirle”/1962) dedicada a su angus�tiosa b�squeda de la verdadera naturaleza del ser humano en una historia protagonizada por humanoides (simula�cros) a imagen y semejanza de los primeros presidentes de los Estados Unidos.

La Realidad no siempre coincide con nuestros Deseos. Quien no quer�a ser autor de g�nero se convert�a en el aplaudido Rey de la Ciencia Ficci�n con apenas 35 a�os. El escritor que deseaba vehementemente ser un literato “serio, respetado y reconocido” -una cosa as� como Paul Auster- recib�a un paquete de su agente en Nueva York con los originales de las nueve novelas rechazadas por las editoriales del “mainstream”. Ambos sucesos ocurr�an en 1963, como las dos caras de la moneda de su vida; pero Dick hab�a decidido vivirla como si la moneda hubiese ca�do de canto. Su consumo de “speed” (metanfetamina en polvo) y de Semoxydrine (dex�troanfetaminas), mezcla�do con generosas y varia�das dosis de antidepresi�vos, hab�a pasado en esa �poca de la categor�a de habitual a la de compulsivo y la paranoia volv�a a adue�arse de su vida, mientras su producci�n literaria alcanzaba dimen�siones de Record Guinnes.

El matrimonio Dick, sostenido en una burbuja, no iba a aguantar mucho. A principios de 1963 Phil decidi� que Anne pretend�a matarle, tal y como -seg�n �l- hab�a hecho con su anterior marido. No pod�a quitarse esa idea de la cabeza, hasta el punto que su psiquiatra la examin� y determ�n� que Anne era una maniaca depresiva con deli�rios de grandeza por lo que fue internada durante dos semanas en un manicomio, tras una denuncia del propio escritor. Adem�s, la agorafobia hab�a vuelto: el escritor rara vez sal�a de casa, como no fuera para asistir a alguna convenci�n de ciencia ficci�n y ver a su por entonces gran amigo el escritor, agitador y compilador Harlan Ellison (al que a�os m�s tarde calific� de “monstruo y mala persona”). El resto del tiempo lo pasaba totalmente drogado frente a la m�quina de escribir.

En marzo de 1964 el tercer matrimonio de Dick se romp�a definitivamente, Laura Archer Dick quedaba bajo la custo�dia materna y la vida, una vez m�s, ten�a que volver a empezar para �l. Pero esos dos a�os dejaron impreso un trabajo que supera lo tit�nico: once relatos, dos ensayos y once novelas. Al fin y al cabo, las anfetas dieron su enlo�quecido fruto: adem�s de la ya citada “Dr. Bloodmoney”, “The Crack in the Space” (1963), “Clans of the Alphane Moon” (“Los Clanes de la Luna Alfana”/1963), “The Simulacra” (“Los Simulacros”/1963), “The Zap Gun” (1963), “The three Stigmata of Palmer Eldricht” (“Los Tres Estigmas de Palmer Eldricht”/1963), “The Game Players of Titan” (“Los Jugadores de Tit�n”/“Torneo Mortal”/1963), “Now Walt for the Last Year” (“Aguardando el A�o Pasado”/1963), “The Unteleported Man” (1964), “The Penultimate Truth” (“La Pen�ltima Verdad”/1964) y “Counter-Clock World” (“El Mundo Contra Reloj”/1964). Tambi�n escribi� los argumentos de “Deus Irae” (“Deus lrae”/1963) y “The Ganymede Takeover” (1964) que a�os despu�s se convertir�an en sendas novelas escritas al alim�n con Roger Zelazny y Ray Nelson, aunque, sin desmerecer a estos en absoluto, las pod�a haber firmado Dick en solitario.

Debe ser cierta la opini�n de William Burroughs seg�n la cual los dos estados animicos m�s fruct�feros para el escri�tor son el p�nico y la furia, porque Dick dej� en esos dos fren�ticos a�os varias obras inolvidables. “Los Clanes de la Luna Alfana” es una rar�sima tesis dickiana sobre la enfer�medad mental: un sat�lite del sistema Alfano que en su d�a fue un planeta-manicomio de la Tierra es ahora una comu�nidad libre asociada a los alienigenas alfanos, pero la Tierra quiere recuperarlo para lo cual env�a all� a sus agen�tes. Estos descubren que, tras ser abandonados all�, los presuntos dementes han constituido una sociedad, dividida en clases y extra�amente parecida a la nuestra, cuyos habitantes se han agrupado en clanes seg�n su dolencia ps�quica: los man�acos, los depresivos, los hebefr�nicos, los esquizofr�nicos, los paranoicos y los obsesos-compul�sivos. Y, adem�s, desean decidir por si mismos. “La Pen�ltima Verdad” nos presenta un aterrador mundo post-nuclear en el que los humanos viven, divididos en dos blo�ques antag�nicos, hacinados bajo tierra en unos inmensos dep�sitos-ciudades-f�bricas dedicados a construir robots soldados que luchar�n por ellos sobre la radiactiva super�ficie del planeta. En sus ciudades subterr�neas reciben propaganda televisiva constante sobre el devenir de la guerra e instrucciones sobre lo que deben construir, a cam�bio de lo cual reciben alimento y pertrechos desde la superficie. Hasta que el protagonista descubre -al salir de su prisi�n subterr�nea- que no existe guerra alguna, que las im�genes b�licas que ven son reconstrucciones con maquetas y efectos especiales creadas por los t�cnicos de ambos bloques y que, sin apenas radiactividad, los amos del mundo -pol�ticos, militares y millonarios de las dos Superpotencias- viven en inmensos latifundios atendidos por los robots que construyen los esclavos humanos bajo tierra.

Pero la obra c�lmen de esta �poca de Philip K. Dick es sin duda “Los Tres Estigmas de Palmer Eldricht”, una novela que, por momentos traspasa los l�mites de lo extra�o, superponiendo experiencias mentales con sucesos en realidades que, en realidad, no son sino apariencias y a la inversa. En el siglo XXI, el calentamiento de la Tierra, con temperaturas superiores a los 70 grados en verano, hace que s�lo puedan vivir en ella las clases m�s acomodadas (las �nicas que pueden pagar los car�simos sistemas de refrigeraci�n), por lo que grandes cantidades de humanos son designados por sorteo para vivir en las colonias exteriores. En dichos planetas, el hombre, inca�paz de humanizar los ecosistemas vive recluido en ciuda�des subterr�neas donde la �nica ocupaci�n consiste en tomar la droga Can-D un fort�simo emp�tico traslativo que venden junto con la mu�eca Perky Pat y su novio Walt (en clara referencia a Barbie y Ken). Tras la ingesta de la droga, los colonos hombres se trasladan mentalmente a Walt y las mujeres a Perky, sublimando en dichos perso�najes todos sus impulsos y desarrollando en la normatiza�da actuaci�n de estos todo el cat�logo de relaciones huma�nas. Todo se complica con la aparici�n del inquietante Palmer Eldricht, un pionero que retorna de los confines de la galaxia (o tal vez de la Muerte) con un brazo mec�nico, dentadura de acero, los ojos artificiales y con una nueva droga llamada a sustituir a la Can-D, la Chew-Z, presenta�da a los colonos con el eslogan Dios Promete la Vida Eterna. Nosotros Podemos Proporcionarla”. �Pueden cre�erlo?

 

�QU� HACER CUANDO TODO SE DESMORONA A TU ALREDEDOR?

La tercera separaci�n matrimonial, lejos de tranquilizarle, meti� a Dick en una desconocida din�mica de fiestas y reu�niones sociales siempre regadas con generosas dosis de speed, hongos ps�locibios y LSD. Es legendaria la fama de gran comedor de �cidos de Dick, y buena culpa de ello tie�nen sus novelas, llenas de im�genes y desarrollos protot��pica y asombrosamente lis�rgicos. Sin embargo, a Phil no le gustaron mucho los �cidos, las diez o doce veces que los tom�, porque, seg�n confes�, “me hac�an pensar demasiado en el D�a del Juicio Final y los viajes siempre fueron dolorosos”. �l prefer�a, sin duda, una pila de cerve�zas y una caja llena de anfetaminas.

Nuestro hombre se traslada de nuevo a Berkeley y alli, tras varios affairs sentimentales de poca entidad, conoce a una bella chica de 21 a�os y hermoso pelo negro. Ella se llama Nancy Hackett y es la sobrina de una buena amiga de Phil y Anne, con ciertos problemas de inestabilidad emocional que se acentuar�n con los a�os. Dick, a sus 37 a�os, sigue sin poder vivir sin una mujer a su lado y, pese a la diferen�cia de edad, Nancy tambi�n se ha enamorado perdida�mente del bizarro escritor. En 1965 Phil y Nancy se van a vivir juntos a una peque�a casita llena de gatos en Oakland y, un a�o despu�s, Nancy se convert�a en la cuarta se�ora Dick.

El nuevo matrimonio volvi� a insuflar en Phil la facultad de escribir, que hab�a perdido entre el divorcio, las fiestas, el consumo irracional de drogas y las crisis de paranoia aguda. Durante 1966 termina con Ray Nelson el manuscrito de “The Ganymede Takeover” que se publica un a�o des�pu�s. En 1968 publica el imprescindible “Do Androids Dream of Electric Sheep?”

(“�Sue�an los Androides con Ovejas El�ctricas?”) que hab�a terminado de escribir entre 1966 y 1967, una nueva perla del desconcertante estilo dic�kiano de superposici�n de realidades en un mundo futur�o en el que los simulacros artificiales han sustituido a los propios animales (todos extinguidos o al borde de la extinci�n) y en el que los humanoides quieren sustituir a los humanos en busca de una respuesta que nunca obtendr�n. Tambi�n en 1967 ve la luz una novela de ciencia ficci�n juvenil titu�lada “The Glimmung of Plowman’s Planet”. La publica�ci�n de estas novelas coincidi� con su nueva paternidad: en marzo, Nancy da a luz a Isolde Freya Dick, su segun�da hija. Pese a la felicidad que supuso para Phil la ni�a -pues apenas ve�a a su anterior hija Laura- la vida del escri�tor se mueve, ya definitivamente, sobre el filo de la cordu�ra. Son tiempos de plena eclosi�n de la Cultura de las Drogas en California y Dick sigue inmerso en su desqui�ciada carrera a lomos de las anfetaminas (llegaba a con�sumir hasta quince pastillas de veinte miligramos diarias), sin despreciar ocasionalmente el LSD, el Peyote, el PCP, la Marihuana y el Haschisch; y hasta el mism�simo Timothy Leary se considera un fan suyo y mantiene correspondencia con �l. Las drogas eran una parte m�s de su existencia y, como tal, tambi�n iban a ayudar al abrupto fin de su cuarto matrimonio y a su nuevo -y esta vez brutal- hundimiento. Pero no nos adelantemos a los aconteci�mientos.

En 1969 se publica la obra maestra absoluta de la biblio�graf�a dickiana “Ubik”, casi a la vez que la selecci�n de relatos “The Preserving Machine” (“La M�quina Preservadora”) y “Galactic Port-Healer” (“Gestarescala”), una de sus m�s flojas novelas. “Ubik” de la que nada hay que decir, salvo que todo mondobruttista que se vista por los pies debe leerla al menos una vez en la vida- fue acogida con entusiasmo por la comunidad Sci-Fi americana, pero se vendi� algo menos que las anteriores. En Francia, sin embargo, el libro tuvo un gran impacto y engalan� a Dick con el prestigio que da el respeto de los intelectuales europeos. �l bromeaba al respecto aseguran�do que el �xito se deb�a, bien a que su disparatada novela cobrara sentido en franc�s, bien a que ten�a un gran tra�ductor en dicho idioma que hab�a logrado hacerla com�prensible. De tal �xito (relativo) Dick no disfrut� hasta bien entrados los 70 cuando le invitaban a las conferencias mundiales y le halagaban constantemente.

Pero estamos a finales de 1969 y el panorama no resulta�ba entonces tan halag�e�o. Dick est� convencido de que la CIA le sigue los pasos, primero porque, seg�n �l, en alguno de sus libros ha desvelado por casualidad alg�n importante secreto militar y le creen un esp�a y, segundo, porque fue uno de los 500 firmantes de “Escritores y Editores contra el Impuesto de Guerra”, una especie de movimiento de desobediencia fiscal contra la Guerra de Vietnam, contra la que tambi�n se declar� abiertamente, en cierta revista de ciencia ficci�n, con el grupo de escrito�res izquierdistas (Sheckley, Thomas M. Disch, Pohl, Vonnegut, Andersen), frente al apoyo a las hostilidades de los escritores m�s conservadores (o fachas como dec�an entonces), caso de Heinlein o de Cordwainer Smith, por ejemplo. A la paranoia sobre la persecuci�n gubernamen�tal se uni� una pancreatitis aguda y un fallo hep�tico, debi�dos, seg�n �l, a una partida de “speed” adulterado (s�lo sal�a de casa para las convenciones de ciencia ficci�n, a comprar discos o a pillar “speed”) y seg�n el m�dico a un descomunal y constante consumo de anfetaminas y otras sustancias t�xicas. Ese mismo a�o, 1970, ve�a la publica�ci�n de dos nuevas muestras de su genuino talento, las novelas “Our Friends from Frolix 8” (“Nuestros Amigos de Frolix 8”) y “A Maze of Death”, as� como el fin de su cuarto matrimonio. Mientras Dick se reun�a con sus amigo�tes para oir discos, tomar drogas y conversar sobre ideas disparatadas, Nancy buscaba refugio en los brazos Honor Jackson, un vecino negro al que Phil se refiri� despu�s como “el maldito Pantera Negra que me rob� a Nancy”, aunque el bueno de Honor nada tuviera que ver con los Panthers.

Comenzaba una nueva d�cada y Dick volvia a estar solte�ro. La subsiguiente “crisis nerviosa” se tradujo, aparente�mente, en un voluntario y suicida tirarse al barro. La casa del escritor se convirti� en lo que podr�amos denominar refugio de drogotas, melenudos y ex-beatniks. Se pasaba el d�a tomando drogas -pero ahora no escrib�a- oyendo m�sica y organizando tertulias con camellos, yonquis, otros escritores, fans de la ciencia ficci�n o cuanto freak se acercara por all�. Primero iban s�lo amigos y conocidos, pero la legendaria generosidad de Dick -que siempre invi�taba a drogas, comida y bebida, pon�a m�sica y daba charla- convirti� su casa de Santa Venecia en un lugar de peregrinaci�n para todo tipo de colgados. Pronto, algunos de ellos se convirtieron en inquilinos y Phil s�lo sal�a de casa para ir a diferentes psiquiatras que le diagnosticaron, sucesivamente, paranoia y reacciones esquizofr�nicas.

A finales de 1971 la casa de Dick en Santa Venecia es asaltada: varios archivos y armarios arrasados y la puerta principal reventada con explosivos pl�sticos. Seg�n �l varios documentos, as� como los argumentos para tres novelas, desaparecieron. El asalto le hizo perder la cabe�za definitivamente, pues lo atribu�a, por este orden de pro�babilidades a: fan�ticos religiosos, extremistas negros, ultraderechistas, la Polic�a de Narc�ticos, el FBI, la CIA y la Inteligencia Militar. Los agentes del sheriff local encarga�dos del caso a�adieron a estas hip�tesis otra m�s: que �l mismo hubiera sido el autor del asalto. Totalmente presa de la ansiedad y la paranoia huye a Canad�, temiendo por su vida, aprovechando que tiene que dar una conferencia en la Convenci�n de Ciencia Ficci�n de Vancouver.

Pocas semanas despu�s su casa de Santa Venecia era desvalijada, totalmente esta vez, por delincuentes comunes poco sos�pechosos de pertenecer a conspiraci�n alguna.

 

DIOS SE LLAMA “VALlS”, PERO TODOS HEMOS DE MORIR UN D�A

La estancia en Vancouver finaliz� con un desquiciado intento de suicidio del que se salv� milagrosamente tras ingerir 700 mili�gramos de bromuro pot�sico. Puede que eso influyera, pero lo cierto es que Dick regres� a California, m�s concretamente al Centro de Rehabilitaci�n de Toxic�manos X-Kalay en Los Angeles en el que ingres� haci�ndose pasar por un adicto a la hero��na (que nunca prob�). Su estancia all� le dio la idea para el centro de rehabilitaci�n de drogadictos en el que en rea�lidad se cultivaba la adictiva y letal Sustancia M de “A Scanner Darkly” (“Una Mirada a la Oscuridad”/1977). El tiempo de las anfetaminas y la autodestrucci�n hab�a que�dado atr�s y entonces apareci� Tessa Busby, que se con�virti� en 1973 en la quinta se�ora Dick, tan s�lo tres meses antes del nacimiento de Christopher Dick, el tercer hijo del escritor.

 

Llevaba casi cuatro a�os sin escribir, pero su fama como autor hab�a aumentado, especialmente debido a las impor�tantes ventas y a favorables criticas en Francia, Alemania e Inglaterra. Con una mujer de nuevo a su lado, el desva�lido Phil pod�a volver a escribir. Su siguiente novela fue la disparatada y contradictoria “Flow my Tears, the Policeman Said” (“Fluyan mis L�grimas dijo el Polic�a”/1974) galardonada con el premio Memorial John W. Campbell y representada con �xito por varias compa���as “modernas” en el Off-Broadway. Aunque no se publi�c� hasta 1977, “Una Mirada a la Oscuridad” la escribi� tambi�n en 1973. Un alucinante ejercicio de esquizofrenia pr�ctica as� como un delirante pero l�ci�do intento de sistematizar sus disparata�das teor�as sobre la droga y sus conse�cuencias. Una novela tan rara como apa�sionante protagonizada por un agente de narc�ticos llamado Fred y dedicado a investigar, con ayuda de los avances tec�nol�gicos del futuro, hasta el �ltimo deta�lle a un peque�o traficante, Bob Ardor, que, en realidad, resulta ser tambi�n �l mismo.

A principios de 1974 todo parec�a de nuevo seguro y bajo control para Philip K. Dick: comienza a ganar una cantidad de dinero digna por lo que escribe y por los derechos de lo ya publicado, acaba de tener un hijo y su quinto matrimo�nio, parece ser definitivamente el bueno. Pronto, todo iba a disparatarse m�s todav�a de lo que uno pudiera imaginar. Los supuestos hechos ocurridos entre los meses de febre�ro y marzo de 1974 y a cuyo intento de explicaci�n racio�nal Dick consagr� sus ocho �ltimos a�os de vida refiri�n�dose a ello como 2-3-74 trascienden por completo los l�mi�tes de la inteligencia humana. Uno puede intentar aproxi�marse a ellos de distintas formas: a trav�s de las decenas de tomos de su “Ex�gesis”, un monumental diario en el que trat� de poner por escrito todas las hip�tesis concebi�bles para explicar lo ocurrido; leyendo la extra�a, desqui�ciada y m�stica trilog�a autobiogr�fica formada por “VALlS” (“SIVAINVI”/1981), “The Divine lnvasion” (“La Invasi�n Divina”/1981) y “The Transmigration of Timothy Archer” (“La Transmigraci�n de Timothy Arche”/1982); o gracias al c�mic de Robert Crumb, “La Experiencia Religiosa de Philip K. Dick”. Si les pica ya la curiosidad, este podr�a ser un breve intento de resumen. Durante esos dos meses, Phil padeci� un fuerte insomnio y tuvo cons�tantes alucinaciones sonoras (en forma de voces) y visua�les (luces y objetos girando en el aire) -algunas de las cua�les asegura tambi�n haberlas visto Tessa- durante las cua�les una entidad superior y sobrenatural, que bien podr�a ser lo que entendemos por Dios aunque �l la denomin� Zebra o VALlS (siglas de Sistema Activo de Vasta Inteligencia Viva), se puso en contacto con �l y le trasmi�ti� un fluido inabarcable de informa�ci�n, incluyendo el secreto que se oculta tras el Espacio y el Tiempo, dos conceptos que, seg�n VALlS, no seri�an reales, sino apariencias superpues�tas y la capacidad para recorrer la Historia. Dentro de la locura m�stica de lo ocurrido se ocultan, sin embargo, inquietantes cuestiones, como el hecho de que Phil recibir�a informaci�n sobre una dolencia que estaba a punto ce sufrir su hijo: le llevaron de inmediato al m�dico y fue intervenido de una hernia inguinal que le habr�a costado la vida si no la hubieran operado a tiempo. Para terminar de redondear la cuesti�n, VALlS le trasmiti� que Richard Nixon era la encarnaci�n del Mal en la Tierra.

 

No existen evidencias para juzgar la veracidad o la false�dad de lo ocurrido en febrero y marzo de 1974 pero s� es constatable que Dick lo vivi� como un suceso completa�mente real y su carrera de escritor desde entonces qued� supeditada por entero al intento de arrojar luz sobre aque�llo. En 1976 se edit� por fin su colaboraci�n con Roger Zelazny, “Deus Irae”, una novela bizarra y desasosegante que no fue bien considerada por la cr�tica, aunque es extraordinaria y en 1977 se public�, con bastante m�s �xito, “Una Mirada en la Oscuridad”. Tambi�n en 1977 vio la luz una compilaci�n de 19 relatos titulada al modo de los recopilatorios de Rock, “The Best of Philip K. Dick”, y tuvo lugar su quinto divorcio, que esta vez fue amistoso y tras el cual �l deleg� la custodia de su hijo en Tessa.

Phil alcanz� en los �ltimos a�os 70 el estatus m�s elevado de su vida. Era un reconocido autor de ciencia ficci�n, empezaba a ganar bastante dinero con los adelantos de las editoriales y la compra de derechos por parte de Hollywood. Era aclamado por sus escritores amigos (Anderson, Disch, Theodore Sturgeon, Robert Anton Wilson, Ursula K. Leguin) en las convenciones Sci-Fi; e incluso acud�a con cierta regularidad a Europa -sobre todo a Francia- a dar conferencias y charlas sobre su obra.

Los �ltimos a�os de su vida los pasa encerrado en su piso de Los Angeles (paranoico y temeroso, hab�a comprado un piso doble en un condominio lleno de medidas de seguri�dad, un poco al estilo del B�nker neoyorquino de Burroughs). Apenas sale m�s que a casa de sus dos mejo�res amigos -KW. Jetter y Tim Powers- a los que habi�tualmente recib�a para su tertulia semanal de los jueves en su piso.

La llegada de los 80 es la del reconocimiento absoluto de un Dick casi famoso -en 1980 se publica una nueva colec�ci�n de sus relatos bajo el titulo de “The Golden Man”-que ve cumplido al fin, a�n de modo agridulce, su sue�o de ser un escritor serio, la trilog�a de “Valis” se publica en tapa dura y en una editorial no de ciencia ficci�n. A finales de febrero de 1982, sufre un infarto de miocardio y es trasla�dado al hospital, donde logran salvarle. Sucesivos ataques acaban con su vida el dos de marzo de 1982. Tras su muerte se edito “Radio Free Albemuth” (“Radio Libre Albemut”/1985) una novela disparatada y herm�tica, pero llena de sus constantes: paranoia, decadencia social, represi�n pol�tica, la realidad y su apariencia; junto a sus otras dos caracter�sticas: humor y ternura. Dos a�os antes de esta obra p�stuma, el mundo de la ciencia ficci�n deci�di� honrar su memoria instituyendo los premios Memorial Philip K. Dick, que galardonan anualmente desde enton�ces a la mejor novela de ciencia ficci�n editada en colec�ci�n de bolsillo.

En todo caso, �ste no es m�s que otro de sus, tambi�n t�pi�cos, malos finales. Puede que en este continuo temporal Dick haya desaparecido, pero, mientras tengamos sus novelas la realidad no ser� nunca la apariencia que ahora estamos viendo. �Verdad?.

 

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