En las estribaciones de la Cordillera Cantábrica, ya en la Provincia de León, se encuentra el pueblo de La Cándana de Curueño. En él se abre La Montaña para convertirse en la ribera del río Curueño. La Cándana, cuyo nombre evoca antiguos dioses prerromanos, es un pueblo pequeño, perteneciente al Ayuntamiento de La Vecilla.  A él se llega, saliendo desde León, por la carretera LE-321. Una vez llegados a Robles de La Valcueva, se gira a la derecha, por la carretera LE-626, hacia La Vecilla. Desde aquí, a 2 kilómetros siguiendo el cauce del Curueño, se llega a La Cándana. Otra ruta alternativa es salir de León por la carretera N-621 hasta Ambasaguas de Curueño y, una vez allí, tomar el desvío hacia La Vecilla, siguiendo el cauce del río Curueño. En ambos casos el viaje nos descubre hermosos paisajes llenos de verdor, de aguas cantarinas, abundantes árboles y, cerca ya de La Vecilla, montañas y colinas escarpadas.

Por sus fértiles campos serpentea el río Curueño, tributario del Porma, con quien se une cerca de Ambasaguas de Curueño. El río, abundante en truchas, conforma, en gran parte, la vida del pueblo. Esta cultura de la pesca ha dado lugar a las famosas Plumas de La Cándana, conocidas en muchas partes de España y del mundo por cualquier pescador que se precie. Estas plumas únicas, procedentes de las razas de gallos pardo e indio, adquieren toda su calidad en La Cándana de Curueño, fruto del esmerado trabajo de sus criadores y de una exigente búsqueda de calidad.

También la historia o la leyenda hacen su aparición en La Cándana, donde la aguerrida Dama de Arintero fue muerta por los hombres del Rey. Eran los turbulentos años del siglo XV, en los que Dª Isabel y Dª Juana, cabalgando sobre el caballo de la Guerra, se disputaban los Reinos de León, Castilla y Galicia, el Señorío de Vizcaya y las ciudades de Zamora y Toro.