Más allá del muro no hay nada, sólo yonkis en busca del Nirvana. Es la Ciudad Paranoia. Para llegar allí no hay más que coger el coche esquizofrenia y tomar la autopista Psicodelia. En la Ciudad Paranoia no existe cordura o locura por separado, se funden e impregnan el ambiente viciado de la urbe. Pocos han regresado alguna vez de Ciudad Paranoia; y los que regresaron estaban complemente locos. La Ciudad Paranoia está en la región psicotrópica, esa tierra te engancha con sus costumbres y sus frutos. ¿He dicho ya que hay que tomar la autopista psicodelia para llegar allí? Muchos han ido allí en busca del Nirvana y no han encontrado más que la Nada. En las calles de Ciudad Paranoia se entremezcla la pobreza y el dinero, la necesidad y las ganas de algo nuevo, los cuerpos formados por pellejos extrañamente adheridos a los huesos y los cuerpos llenos de grasa; en Ciudad Paranoia, como se puede deducir, abundan los contrastes. Enfermos mentales que se embarcaron en un mal viaje vagan solitarios por las calles de la ciudad, esos nunca volverán; yonkis, viejos o jóvenes, con miradas perdidas o buscando el Todo, todos descarnados, recorren las avenidas en busca del maná cotidiano; críos con gafas de sol y camisas ajustadas prueban en las esquinas el poder de los colores; otros buscan consuelo en el oro marrón, ya no son sólo los hippies. Ciudad Paranoia nunca duerme, miles de almas, zombis en penitencia, buscan por la noche el consuelo de un pico, las pesadillas embargan sus mentes y sopesan la posibilidad de que este pueda ser el Gran Último Pico. En Ciudad Paranoia se pierde todo, hasta el último resquicio de humanidad, el individuo deja de ser libre y todos sus pensamientos se dirigen a su Gran Verdad, la próxima dosis. Sus pasos se encaminan hacia ella y sólo cuando la tiene dentro respira aliviado; la dosis le domina. Un par de yonkis buscan un imperdible y el cuentagotas en sus bolsillos; están en una luminosa avenida de Ciudad Paranoia, la gente, zombis o no, pasa junto a ellos sin fijarse en lo que hacen, es Ciudad Paranoia, es típico. Las fuerzas de seguridad de Ciudad Paranoia son severas, nadie puede cuestionar las prácticas que se realizan en la ciudad; no se sabe donde acabó el último que empezó a dudar. El cuerpo de un crío yace en el suelo de la Avenida Lisérgico, demasiados colores en una sola noche, está muerto, no siempre le va a tocar a los heroinómanos. Alguien recorre el barrio viejo gritando que le persigue Dios intentando matarle con un pene gigante, demasiado LSD en un mal momento, si estaba en medio de una depresión era mejor que no hubiese comprado billete, ¿no se lo dijo nunca su mamá? En la Ciudad Paranoia existen las clases, es inevitable, el cocainómano nunca se junta con el morfinómano o el heroinómano, clases que suelen ir fundidas en el mismo ser, y aunque alguna vez se sienta tentado por la Speed-Ball, un recuerdo para John Belushi, nunca se rebajará al nivel de estos. Dos viajeros están gritando que la Virgen María se las está meneando a dos manos. El humo de la marihuana se concentra en las habitaciones. Nadie menciona la palabra "droga", es tabú, no son drogadictos, son ciudadanos de Ciudad Paranoia. Hoy viene un cargamento de "maría negra" al mercado central de la ciudad; el estado controla el mercado, los traficantes no se quejan, ellos son el estado. Ningún traficante se hace ciudadano de Ciudad Paranoia, no son tontos, ellos venden la mierda y saben que es mierda -perdón, por si algún ciudadano de Ciudad Paranoia lo lee-, ellos venden el maná y no saben que es maná. Más allá del muro no hay nada, es lo que reza escrito en las puertas de la ciudad; pero nadie ha visto el muro. ¿Es un sueño? ¿Una utopía? ¿Una broma pesada? Quizá. Hippies fumando opio en la puerta de un café; en el café: dos putas adictas al crack la chupan por algo de mercancía, lo necesitan. No todo es perfecto en Ciudad Paranoia: el sol se oculta en el imperio y bajo los adoquines no hay arena de playa, sólo mugre, una mezcla de sangre, plasma y demás líquidos corporales. Ciudad Nirvana fue la idealización, Ciudad Paranoia la realidad, molesta pero real. Un grupo de zombis se pelea por algo; es dinero, siempre dinero. El dinero es maná inmediato si encuentras al Señor Amable, él te cambia esa mierda de papel por el maravilloso maná, es pío. No todo es lo que parece en Ciudad Paranoia, la realidad se distorsiona: se nubla la visión, se alargan las formas, se aceleran o ralentizan las imágenes, se ve lo que no existe. Es Ciudad Paranoia, de donde no se regresa, en la región Psicotrópica; tú eres quien decide ir o no, nunca ellos, lo decides tú. Ciudad Paranoia en la región Psicotrópica. F.Huerta |