Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia
Vencedores del 2 de Mayo de 1866 y
Defensores Calificados de la Patria

A mediados del mes de Junio del 2004 recibí una invitación de la primera institución patriótica del Perú para pronunciar el discurso de orden durante la ceremonia en homenaje a la Fuerza Aérea del Perú, que se realizó el 15 de julio del 2004, invitación que acepte gustoso (pero con una ligera preocupación dada la importancia del evento).

El solemne acto estuvo presidido por el Presidente de la BSFI, contralmirante Fernando Grau Umlauff, contando con la participación de todas las principales autoridades militares del Perú (CC FF AA, FAP, MGP, EP, PNP); personalmente creo que nunca había estado con tantos generales juntos...

Texto del Discurso

Señor Presidente de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Contralmirante Fernando Grau Umlauff, Autoridades civiles y militares, damas y caballeros:

Fue para mí una grata sorpresa a la vez que un alto honor el haber recibido esta invitación del presidente de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia y de su consejo directivo, con la finalidad de dirigirme esta noche a tan distinguida concurrencia para rendir un homenaje a la Fuerza Aérea del Perú y a la figura de su máximo héroe, el capitán José Abelardo Quiñones Gonzáles.

La Fuerza Aérea del Perú es una institución a la cual yo me siento estrechamente vinculado, a pesar de ser civil, y durante los últimos seis años vengo realizando una silenciosa labor de mantener en alto su imagen, difundir su historia y contribuir a la formación de la conciencia aeronáutica, participando en los festivales aéreos y haciendo uso de las últimas tecnologías como son las computadoras y la Internet; más de 130,000 personas han visitado mi página web y muchas de ellas me han escrito haciendo preguntas y comentarios sobre la FAP, tanto del interior de nuestro país como de lugares lejanos, por ejemplo, España, México, Polonia, inclusive desde la isla de Guam, en medio del Océano Pacífico, la mayoría de ellos impresionados con su poderío, con la riqueza de su historia. Me causa especial satisfacción recibir mensajes desde Argentina, porque todos empiezan siempre agradeciéndonos por el apoyo prestado durante la guerra de las Malvinas.

La pasión por el vuelo es tan antigua como la propia humanidad; desde tiempos remotos los hombres se han sentido cautivados al observar las aves volando con total libertad a través de los cielos y han querido emularlas. Para quienes hemos nacido en el siglo XX, la experiencia es diferente: es escuchar un sonido característico y ver estilizadas naves cruzando el cielo; pero cuando agudizamos la vista y descubrimos que llevan insignias con los colores rojo y blanco, es un sensación que no se puede explicar con palabras, son los aviones de nuestra Fuerza Aérea.

Han transcurrido exactamente 93 años y 6 meses desde que aquel ya lejano 15 de enero de 1911, don Juan Bielovucic Cavalié efectuara su primer vuelo en el hipódromo de Santa Beatriz, dando inicio a una actividad nueva en nuestro país, una actividad muy diferente de todas las conocidas hasta entonces: la aviación

En un principio fue el pasatiempo de los jóvenes de las familias adineradas sin embargo al cabo de pocos años se pudo apreciar su importancia y los servicios que podía prestar a la nación y pronto nuestros institutos armados organizaron sus cuerpos aéreos, tanto el Ejército como la Armada, convocando a los jóvenes deseosos de vivir esta nueva experiencia, de remontarse sobre las nubes y conquistar las alturas.

El Presidente de la República, don Augusto B. Leguía, previendo el futuro desarrollo que alcanzaría la aviación decide darle un destino propio y es así que en mayo de 1929 crea el Cuerpo de Aviación del Perú, fusionando la aviación militar, la aviación naval e incorporando también pilotos civiles; estos hombres ya no serán militares ni marinos, en adelante todos serán aviadores. Esta nueva institución con el paso de los años se convertirá en la Fuerza Aérea del Perú.

Llega el año de 1933 y con él suenan los tambores de guerra; la Patria llama a sus jóvenes pilotos a que la defiendan y éstos acuden presurosos al llamado, atravesando grandes distancias para llegar al frente de batalla, pero las máquinas de guerra son bastantes incipientes todavía, propensas a fallar, casi indefensas contra el clima y nuestro país se caracteriza por tener un clima muy variado; es inevitable que se produzcan bajas; algunos se perderán en las nieblas de la costa, otros caerán bajo las feroces tormentas en la selva, sin embargo esto no los desanima y en nuestros cielos se desarrollan los primeros combates aéreos en América; luchando contra fuerzas superiores en número, nuestros pilotos van motivados por el amor a la patria y eso los engrandece y les permite realizar hazañas magníficas, tanto en el frente como en la retaguardia.

El avión ha demostrado su utilidad en la guerra y ahora la va a demostrar en la paz; llegando a los rincones más apartados de nuestro territorio; salvando en horas distancias que de otra manera significan muchos días de viaje, transportando suministros urgentes, abriendo nuevas rutas, llevando ayuda a poblaciones olvidadas mediante los vuelos de acción cívica, afirmando la presencia del Perú en los rincones más recónditos de nuestro territorio.

Y los jóvenes continúan respondiendo al llamado de la Patria, siguen siendo seducidos por la posibilidad de vivir una vida distinta, llena de vocación, de aventura, de servicio, de riesgo, sabiendo que deberán tomar siempre la decisión correcta porque cualquier error que cometan podría ser el último. La velocidad a la que se desplaza un avión hace que todo suceda más rápido, exige que su piloto esté siempre prevenido y al tanto de la dinámica del vuelo, del funcionamiento del motor, de los cambios metereológicos. Muchos factores se deben tomar en cuenta para conseguir el éxito en una misión.

Justamente el 20 de marzo de 1935 ingresa a la Escuela Central de Aviación Jorge Chávez, en Las Palmas, un nuevo grupo de jóvenes, deseosos de ser instruidos en las artes del vuelo, de aprender a servir a su patria. Con el tiempo se les conocerá como la Promoción José Raguz; algunos de ellos tienen ya fijada su cita con el destino, la suerte les será adversa rompiendo sus alas en el momento menos esperado, alejándolos para siempre de sus seres queridos, pero hay entre ellos uno a quién el destino le depara una misión especial, misión de la que no regresará, misión que le costará la vida pero le ganará la inmortalidad.

Es un joven inquieto, arriesgado, se destaca en la práctica de los deportes, asombra con las maniobras de su avión a la multitud de espectadores el día de su graduación, realizando un vuelo invertido en el que la cola pasa apenas a un metro del suelo, es destacado al Escuadrón de Aviación Nº 1 en Chiclayo, integra el primer equipo de paracaidismo en el Perú, resume en una frase su compromiso con la patria: "el aviador llegado el momento debe ir hasta el sacrificio".

1941; nuevamente nuestra patria se ve amenazada por una agresión enemiga, que intenta violar nuestro sagrado territorio y aviación es movilizada de inmediato. 23 de julio, temprano por la mañana un grupo de pilotos se prepara para despegar; hoy tienen una misión de ataque y apoyo cercano; deben "ablandar" las defensas del enemigo a fin de facilitar el avance por tierra de nuestras tropas; disponen para ello de bombas, ametralladoras y por supuesto, sus aviones, los North American 50, los famosos "Toritos". Una vez en el aire se dirigen hacia su objetivo, el puesto ecuatoriano de Quebrada Seca; es una corta distancia a recorrer, aproximadamente unos 35 kilómetros desde su campo de vuelo en Tumbes.

Uno a uno se lanzan los aviones sobre el blanco; tercero en una formación de cuatro está el teniente José Quiñones concentrado en su trabajo, tratando de causar el mayor daño posible al enemigo cuando, inevitablemente, le llega la hora suprema; llega en forma de balas impactando contra su avión y dañando sistemas vitales, tiene apenas unos segundos para tomar una decisión y esta debe ser la correcta. Que pensamientos pueden haber pasado por su mente en ese instante, no lo sabemos, solo sabemos que tomó una decisión y fue la correcta. Tan correcta fue su decisión que han pasado 63 años y hoy estamos aquí reunidos conmemorando esa decisión, más sencilla no pudo ser, más acertada tampoco: ¡La Patria antes que la propia vida!

El sacrificio de Quiñones quedó como un ejemplo para las nuevas generaciones, ejemplo de lo que significa amar a la patria, de lo que significa estar dispuesto a defenderla hasta la muerte, ejemplo que ha servido de inspiración para todos los pilotos de la FAP, algunos de ellos seguirán ese ejemplo hasta el final, ofrendando su vida durante el conflicto del Cenepa, ejemplo que se debe inculcar a todos los peruanos, que amen a su patria, que la defiendan hasta la muerte.

Este acto heroico fue reconocido por el gobierno en 1966 al declarar a Quiñones como Héroe Nacional, institucionalizando el lugar que ya tenía, por derecho propio, en el altar de la patria y estableciendo el 23 de julio de cada año como el Día de la Aviación Militar.

Pero la misión de la Fuerza Aérea del Perú no es solamente defender a la Patria ante una amenaza externa, también es ayudar a su desarrollo durante los tiempos de paz, es ser un ejemplo de peruanidad llevando nuestros colores, rojo y blanco, por los cielos de la patria, es ser una señal de esperanza para muchos peruanos en dificultades, heridos, enfermos, víctimas de desastres naturales, muchos deben su vida a haber sido rescatados por un avión o un helicóptero de la FAP, es también garantizar su seguridad interna luchando contra los males que nos corroen, como son el terrorismo y el narcotráfico.

En la actualidad nuestra Fuerza Aérea atraviesa una etapa difícil, la crisis económica ha disminuido sus recursos, sus aviones, postrados en tierra, esperan impacientes el momento de remontarse nuevamente por nuestros cielos y recuperar el sitial que siempre tuvieron.

Quiero relatarles algo que sucedió el último domingo, mientras se desarrollaba el festival aéreo en la base de Las Palmas; me encontraba conversando con dos pilotos, mostrándoles las fotos que había tomado durante las practicas de vuelo, cuando se nos acercó un niño, tendría ocho, tal vez diez años de edad y empezó a seguir con mucha atención nuestra conversación; luego empezó a identificar correctamente los aviones en las fotos: "ese es un Mig, este el Mirage" cuando volteamos sorprendidos me dijo: "yo lo he visto a usted en Internet, sale en una foto con el brazo apoyado en un avión; yo siempre que puedo aprovecho para entrar a esa página y así aprender más sobre nuestros aviones y sobre nuestra historia" por demás está decir que le mostré una por una todas las fotos y las comentamos de igual a igual.

Es eso a lo que debemos aspirar, a trabajar con los niños, inculcarles el patriotismo, inculcarles los valores que tanta falta hacen ahora, los niños de hoy serán los hombres del mañana, de ellos depende hacer grande a nuestra patria en el futuro.

Los tiempos han cambiado, las circunstancias han cambiado, la tecnología también, los aviones modernos son complejas máquinas con infinidad de sistemas pensados en ayudar a solucionar cada uno de los aspectos de la misión encomendada; pero hay algo que no ha cambiado y aquí quiero citar las palabras de un piloto que vuela un Mig-29, tal vez el avión de combate más avanzado de toda Latinoamérica; él me dice lo siguiente: "Para mí ser piloto de combate de la FAP, es tener la oportunidad de seguir los pasos de Quiñones. En caso haya un conflicto o una guerra, nosotros vamos a ser llamados para defender el país, y no encuentro sentimiento más sublime que entregar la vida, como lo hizo Quiñones, por defender a nuestra Patria".

Hay algo que no ha cambiado y eso es el espíritu que motiva a nuestros aviadores, su compromiso de servir a la Patria, su decisión para luchar defendiendo nuestros cielos, inclusive hasta la muerte.

Muchas gracias.

 

Muchachos asistentes al evento (de izq. a der.):
Pedro Olaechea, Sergio de la Puente, José Carlos Icochea, Carlos Takahashi, José Antonio Bedoya.

 

El orador en compañía del Comandante General de la FAP, General del Aire Orlando Denegri.

 


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