9.0
En
el Capítulo 8
hemos seguido el proceso de conquista y
ocupación del reino
germano
de la “Galia Céltica” por las tropas de
Ahora estamos a comienzos
del verano del año
Queremos resaltar esta diferencia porque los Belgas Haeduos y Sequanos sabían muy bien que las condiciones de la vida en
esclavitud bajo el yugo de Roma, eran
muchísimo peores que las consecuencias que implicaba ser súbditos obligados
del Rey Ariovisto [I ,17].
Al
mismo tiempo,
Ciegos de soberbia, sobre
todo por el magnífico resultado de la guerra
relámpago
contra los Germanos que habían ocupado la “Galia Céltica”,
ni al senador más pesimista se le ocurre pensar que el país belga será un durísimo enemigo…
Después del ejercicio de lectura que hicimos para el Libro I de los Comentarios, ya
nos será un poco más fácil adivinar las interpolaciones
de
También veremos que los textos del Libro II son prácticamente lineales en el tiempo, al contrario de
lo que nos encontramos en los textos del Libro I.
Por nuestra parte, empezamos a pensar que, tras salir vencedor de
En efecto, Don Julio tergiversó
Señoras y señores, nos disponemos a ver cómo las tropas de
Como
de costumbre,
AVISO A LOS NAVEGANTES:
letra normal en color
azul Textos
originales de Julio César.
Letra negrita en color verde [Interpolaciones de
[...] Amputaciones de
letra normal o itálica en color fucsia [Comentarios], o interpolaciones
nuestras en la lectura de los textos clásicos, para facilitar su
comprensión.
9.1 ARGUMENTOS DE
[II, 1] Como estuviese César en la […] [Galia Citerior] y las legiones estuviesen
colocadas en los cuarteles de invierno, [así como hemos indicado arriba,] rumores frecuentes eran
llevados a él, e igualmente era hecho sabedor de ellos por cartas de Labieno: que [todos] los Belgas [, la cual habíamos
dicho ser la tercera parte de
El primer pasaje del capítulo [II,
1] es una buena muestra de cómo la propaganda del Estado de
Roma nunca ataca un país sin motivo. Las guerras que
Roma emprende siempre son preventivas, porque los países con los que
tiene fronteras se preparan para atacarla. El Estado Romano no es, pues, un
estado imperialista…
El resto del capítulo contiene
datos muy reveladores:
[II, 1] … Que éstas eran las causas de
conjurar:
Primero, porque temían que, “pacificada” toda
Después, porque eran solicitados [por algunos Galos. Por una parte,] por los que, como no habían
querido que los Germanos permanecieran más tiempo en
●
● Queda demostrado
definitivamente que Julio César
conquistó
TODA
● De acuerdo con lo anterior, tenemos que la designación de Galia
Ulterior es una
interpolación censoria posterior a la muerte de Julio César,
porque éste se refiere al nuevo
territorio conquistado llamándole simplemente Galia.
● Queda
demostrado una vez más que la designación de Bélgica y Aquitania
como Galia, también ha sido interpolada en los Comentarios con posterioridad a
la muerte de Julio César.
● Y también
queda confirmado que los Germanos que fundaron el Reino
de Galia, una vez asentados en los territorios
conquistados a los Belgas, se llamaban a sí mismos Celtas en el tiempo de Julio César, tal y como ha quedado conservado para
Señoras
y señores, ya se pueden ir ustedes olvidando de esa popular MILONGA que reza: “las
costas atlánticas europeas estaban ocupadas por los Germanos = Celtas, con anterioridad a
la invasión romana”; pues se trata de pura basura propagandística del Imperio Romano que
ha sido aceptada por
HOY
YA NO EXISTE JUSTIFICACIÓN ALGUNA para que las
Universidades Españolas sigan propagando
Igualmente,
es irracional que continúen sosteniendo
También
es otra MILONGA fruto de la ignorancia, como
afirma el filósofo Estrabón en su Geografía, […], que
sigan denominando Germano-Iberos
= Celtíberos a los habitantes prerromanos del alto
valle del Ebro.
— Increíbles, las MILONGAS
que todavía se propagan desde tan doctas instituciones, pero así están las
cosas en 2006.
Seguimos. El año
Por otra parte, Roma ha
ocupado un territorio que siempre
ha sido belga,
hasta que fue conquistado por los 120.000
soldados Germanos de
Ariovisto. Los
ciudadanos belgas Haeduos y Sequanos, ahora esclavos de Roma, tratados como bestias sin ningunos derechos por las tropas
romanas de ocupación, y sometidos a todo tipo de vejaciones, [II, 14], ansían su antigua libertad y solicitan
insistentemente al Estado Belga que les libre del yugo romano.
En este capítulo,
las farragosas interpolaciones de
9.2 LAS TROPAS ROMANAS INVADEN
[II, 2] César, movido por estas noticias y cartas, alistó dos [2] nuevas legiones en la […] [Galia Citerior] y, comenzado el verano, envió al legado Q. Pedio, para que las llevara a la […] [Galia Ulterior]. Él mismo, cuando primeramente comenzaba a haber abundancia de
forraje, vino al ejército.
Da encargo a los Senones, [y a los restantes Galos] que eran
limítrofes a los Belgas, para que averigüen las cosas que entre éstos suceden y le
hagan sabedor de estas cosas. Todos éstos anunciaron unánimemente que tropas se reunían. Que el ejército [belga] era conducido a un solo lugar.
Entonces ciertamente
juzgó que no se debía dudar de que marchara a ellos. Preparada la cosa
triguera, mueve el campamento y, en quince días, aproximadamente, llega a las fronteras de los Belgas.
Como calcula que
la guerra con los Belgas puede ser difícil, dado que no cuenta con el factor sorpresa que tuvo en la
guerra contra Ariovisto, Julio César solicita al Senado Romano, y éste lo autoriza, el envío de dos (2) nuevas legiones al antiguo Reino de Galia,
ahora Provincia
Romana. Es decir, que a las doce
(12) legiones reales que conquistaron el Reino de Galia
se agregan otras dos (2) legiones
romanas; o sea, cuatro (4) legiones
reales, para incrementar el poder ofensivo del ejército romano que se
prepara para el
asalto a
Más
que probablemente, todavía hay más tropas romanas en la nueva Provincia de Galia, pues, cuando se produzca el ataque
contra
Es
evidente que
Así que tenemos
que las fuerzas de invasión romanas
están compuestas de 16 legiones reales, dando un total de unos 82.000 hombres, de los cuales los efectivos de
infantería suman unos 76.800 hombres, y los de caballería unos 5.200 jinetes,
sin contar los efectivos de la infantería ligera que las acompaña.
Al comienzo del
verano, bien abastecido de trigo y forraje ese gran ejército ─gracias a los esfuerzos de los esclavos Belgas Haeduos y Sequanos─, Julio César lo pone en marcha con rapidez buscando de nuevo la sorpresa: en quince (15) días llega
a las fronteras belgas.
Seguimos
considerando que las designaciones de Galia
Citerior y Galia Ulterior son
interpolaciones censorias posteriores
a la muerte de Julio César, debido a que éste denomina
simplemente Galia al antiguo reino de Ariovisto, tal y
como hemos visto cuando leímos [II, 1]. Por otra parte, no podemos
soslayar que la torpe Censura
romana se ha dejado sin
cambiar por Sequanos el etnónimo Senones que
escribió Julio César.
Julio César denominaba Senones a los Belgas
de
En efecto, muchos años después de su muerte,
Lógicamente,
Señoras
y señores, comprueben ustedes lo difícil que es cambiar el nombre de un río, o
cualquier otro topónimo. A lo largo de nuestra lectura, verán como casi todos
los topónimos prerromanos de Bélgica
que menciona Julio
César continúan siendo
utilizados en la actualidad.
Por otra parte,
también podemos ver en este párrafo que
[II, 3] Como hubiese llegado allí
de improviso, y más rápidamente que toda creencia, los Remi, que son los más cercanos a
Que dijeran que
entregaban a sí mismos y todas sus cosas a la protección y a la soberanía del
pueblo romano. Que ellos ni se habían concertado con los restantes Belgas, ni habían conjurado contra el pueblo romano; y que estaban
dispuestos no sólo a dar rehenes, sino a cumplir las órdenes y a recibir en sus plazas fuertes; y ayudar
con trigo y con las demás cosas. Que [todos] los restantes Belgas estaban en armas, y que los Germanos que habitan a este lado del Rhin se habían unido con
éstos. [Y que la locura de
todos ellos es tan grande que ni siquiera han podido disuadir a los Suessiones, hermanos y cosanguíneos suyos, que usan del mismo derecho y de las mismas leyes
y tienen un solo mando militar y una sola magistratura con ellos mismos, de que se pusieran de
acuerdo con éstos].
Si nos fijamos
bien en el primer párrafo de [II, 3], de nuevo somos
informados de que las tropas de
Los antiguos
habitantes de Reims,
denominados Remi por la torpe lengua latina de Julio César
─hay que tener en cuenta que el pobre Don Julio no era licenciado en Románicas─, se quedan helados al contemplar un ejército
invasor de 82.000 hombres ante las
murallas de su ciudad; y claudican rápidamente, porque saben que no hay en Bélgica
quién les pueda auxiliar, y que es inútil cualquier tipo de resistencia.
En efecto, para evitar un ataque sorpresa por
parte de las tropas de Roma, los Belgas y Germanos están organizando sus ejércitos en un lugar
bien alejado de la frontera con
También ha sido
conservado por
Según nos cuenta Julio César,
la zona geográfica europea comprendida entre el Rhin, el Mosa
y el Mosela, estaba habitada por un pueblo de etnia germana
con anterioridad a la “Guerra de las Galias”, los cuales ante el peligro común se han aliado con los Belgas
para rechazar a las tropas Romanas.
Por su parte,
9.3 EL CATÁLOGO DE LAS TROPAS DE
[II, 4] Como preguntase […] [de éstos qué pueblos y
cuán grandes] [cuántos] estaban en armas, y qué podían en la
guerra, encontraba así: que [la mayoría de] los Belgas [habían salido de los Germanos y, habiendo cruzado el Rhin antiguamente, se habían
asentado allí a causa de la fertilidad del lugar y habían expulsado a los Galos
que habitaban aquellos lugares; y que] eran los únicos que, en
memoria de nuestros padres, habían
impedido que los Teutones y Cimbros, asolada toda
Los Remi decían que ellos tenían
todas las cosas exploradas acerca del número de ellos [, porque, unidos por
vecindades y parentescos, conocían cuánta gente cada uno había prometido para
esta guerra en la asamblea común de los Belgas]:
Que los Bellovacos valían muchísimo entre
ellos, ya por el valor, ya por la autoridad, ya por el número de hombres. Que
éstos podían
reunir cien millares [100.000] de hombres armados. Que
habían prometido de aquél número sesenta escogidos [60.000] [y pedían para sí el
mando de toda la guerra].
Que los Suessiones eran sus fronterizos.
Que poseían términos amplísimos y campos
feracísimos.
[Que había sido Rey entre ellos, aún en nuestra memoria, Diviciaco, el más poderoso de […] [toda
Que tenían doce [12] plazas fuertes en número y prometían cincuenta mil [50.000] armados.
Otros tantos los Nervios [50.000], que eran tenidos por los más fieros entre los
mismos [y
distaban los que más].
Los Atrebates, quince mil [15.000]. Los Ambianos, diez mil [10.000]. Los Morinos, veinticinco mil [25.000]. Los Menapios, siete mil [7.000]. Los Caletos, diez mil [10.000]. Los Veliocasses y Viromanduos, otros tantos [10.000 + 10.000]. Los Atuatucos, diez y nueve mil [19.000].
Que se creía que los Condrusos, Eburones, Caeroesos y Paemanos, que se llaman con un solo
nombre: Germanos, alrededor de cuarenta mil
[40.000].
El capítulo [II, 4] de los Comentarios también es
sumamente revelador:
En
el primer párrafo,
En este pasaje
todavía quedan textos originales de Julio César que nos indican cuándo se produjo la
famosa invasión de los Teutones y Cimbros. Julio César testimonia aquí que la invasión se produjo en vida de sus
padres; pero su descripción del modo en que se realizó el ataque difiere
de lo que cuentan autores romanos posteriores. Ni que decir tiene que damos más
credibilidad a Julio
César, porque está más próximo en el tiempo a estos acontecimientos
históricos.
Según Julio César,
los ejércitos de esa coalición comenzaron invadiendo el territorio belga
que años más tarde fue denominado por Ariovisto Reino de Galia. Después, dirigiéndose hacia el Oeste,
intentaron conquistar el resto de Bélgica, pero los Belgas consiguieron rechazarlos y recuperaron el control de los territorios
atacados [I, 31]. Esto ocasionó que el ejército cimbro-teutónico se viese obligado a
desplazarse hacia el sur, acosado por los Belgas, y se viese forzado a penetrar en los
territorios del Imperio de
Sin embargo, en el año
Seguimos. Resulta muy interesante analizar el catálogo de las
tropas de la coalición belgo-germana que está a punto de enfrentarse a las tropas de
Julio César siempre incluía en sus Informes de Guerra el número de efectivos
de las tropas enemigas, tanto si ganaba como si perdía; aunque pormenorizaba mucho más
los datos siempre que perdía. Cuando ganaba, el tamaño de las
fuerzas enemigas realzaba su victoria. Cuando perdía, buscaba la indulgencia del
Senado de
Como
ya hemos visto antes en el caso de los Remi y Suessiones, los efectivos belgas son enumerados utilizando los nombres de los habitantes de las
capitales de comarca o provincia belgas
de la época, en nuestra opinión. Los Germanos
que habitan al sur del Rhin, en la zona geográfica
situada entre el Rhin, el Mosa
y el Mosela ─hoy
denominada Renania─, y que incluiría al actual Luxemburgo, son citados claramente como habitantes
de un país prerromano, aunque nos quedamos sin saber su nombre
gracias a los malos oficios de
EFECTIVOS BELGO-GERMANOS EN |
|||
Nombre |
Pueblo |
Efectivos |
|
Bellovacos |
Belga |
60.000 |
|
Suessiones |
Belga |
50.000 |
|
Nervios |
Belga |
50.000 |
|
Atrebates |
Belga |
15.000 |
|
Ambianos |
Belga |
10.000 |
|
Morinos |
Belga |
25.000 |
|
Menapios |
Belga |
7.000 |
|
Caletos |
Belga |
10.000 |
|
Veliocasses |
Belga |
10.000 |
|
Viromanduos |
Belga |
10.000 |
|
Atuatucos |
Belga |
19.000 |
|
SUBTOTAL POR PARTE BELGA |
266.000 |
||
Condrusos |
Germano |
|
|
Eburones |
Germano |
|
|
Caeroesos |
Germano |
|
|
Paemanos |
Germano |
|
|
SUBTOTAL POR PARTE GERMANA |
40.000 |
||
TOTAL
DE EFECTIVOS ALIADOS |
306.000 |
A la vista de los
efectivos que ha movilizado el Estado Belga para esta guerra, aunque puede que Don Julio los haya inflado, quedan
puestos de manifiesto el poderío
económico, el desarrollo
cultural y tecnológico, y la gran densidad de población
que tiene
Ya
hemos visto en
el comentario (1) del Capítulo 8
de nuestra web, lo que implica que un país del Siglo
I a.C. tenga la capacidad de reclutar;
armar; entrenar;
mantener; y gestionar,
un ejército tan enorme como el que ha movilizado el Estado Belga.
Con
el catálogo de las tropas de la coalición belgo-germana queda confirmado que Julio César
dice la verdad cuando afirma que
La interpolación que aparece en la
descripción de los Suessiones
es una interpolación que consideramos
“positiva”, debido
a que nos proporciona una excelente información acerca de la organización
política de los países pertenecientes a
En
nuestra opinión, se trata de los restos de un pasaje original de Julio César que estaba en alguno de los capítulos
iniciales del Libro II, donde se explicaba la
organización política del país enemigo de
Esta
interpolación destruye todo el trabajo político realizado por
●
Se nos dan los nombres de dos (2) Reyes de
Se infiere que, antes de que diese comienzo la “Guerra de las Galias”, el sistema político de
Todo lo anterior coincide exactamente con la
información que proporcionan tanto el Kritias de Platón [114, c],
como
Por otra parte,
según han quedado los textos de los Comentarios, en tiempos de Julio César
se había producido en ese IMPERIO ATLÁNTICO MILENARIO un
acontecimiento político de gran importancia: la sucesión del Rey Diviciaco
por el Rey Galba.
En base a lo
anterior, queda puesta en evidencia, como milonga de
En definitiva, que el año
9.4 JULIO CÉSAR DECIDE
ADOPTAR UNA ESTRATEGIA DEFENSIVA, DEBIDO A QUE
SU EJÉRCITO ES INFERIOR AL DE
[II, 5] César, exhortando a los Remi y prosiguiendo con el discurso amistosamente,
mandó [que
todo el Senado se reuniera ante él; y] que fueran llevados a él los hijos de los
principales como rehenes. […] [Todas las cuales cosas fueron hechas] por éstos diligentemente
para el día indicado.
Él mismo, exhortando encarecidamente al haeduo
Diviciaco, indica hasta qué punto es del interés de
Como ha descubierto que su ejército es muy inferior al de la coalición belgo-germana en cuanto a número de efectivos, Julio
César decide adoptar una estrategia defensiva debido a que el
ejército romano podría ser embolsado en campo abierto. Toma como
rehenes a los hijos de los ciudadanos más importantes de Reims, para asegurar su retaguardia; porque
necesita mover el ejército para instalar el campamento en una posición
ventajosa de fácil defensa.
Don Julio introduce aquí la milonga de que ordenó que un ejército de
esclavos Belgas Haeduos, dirigido
por el colaboracionista haeduo Diviciaco, hiciese una maniobra de distracción para obligar al ejército belgo-germano a dividir sus fuerzas, lanzando un ataque simultáneo por
el sur del río Aisne.
Con ello intenta
ocultar a sus lectores que ese
ataque, pero por
la orilla norte del río Loira, fue realizado con éxito por su lugarteniente P. Crasso, al mando de una (1) sola legión romana; es decir, dos (2) legiones reales (9.600 infantes y
600 jinetes); aunque, por despiste, Julio César acabará reconociéndolo en [II, 34].
En realidad, el
buen trabajo del general P. Crasso, fue lo único
decente que hizo el ejército romano en la guerra del año
9.5 DESCRIPCIÓN DEL LUGAR DONDE SE INSTALÓ EL CAMPAMENTO DEL EJÉRCITO ROMANO, Y DETALLES DE
[II, 5] … Después que vio que
todas las tropas de los Belgas, reunidas en un solo lugar, venían
hacia él, y conoció por aquellos
exploradores que había enviado [, y por los Remi,] que no estaban ya lejos,
se apresuró a pasar con el ejército el río […] [Axona] [Aisne], que está en los términos extremos de los Remi, y allí puso el
campamento. La cual cosa no sólo defendía con las riberas del río un lado del
campamento, sino que volvía seguras de los enemigos las cosas que estaban detrás
de él, y hacía que el aprovisionamiento pudiera ser llevado sin peligro hasta
él desde los Remi y los restantes pueblos.
[…] [Había un puente en aquel río]. Pone allí una guarnición y en la otra parte del río deja al legado
Q. Titurio Sabino con seis [6] cohortes [2.880 hombres]. Manda que el campamento sea fortificado con un vallado de doce pies [3,5 m] en altura y un foso de diez
y ocho pies [5,3 m de ancho].
El
lugar que se considera idóneo para montar el campamento es una zona elevada que
está en la orilla norte del río Aisne ─hidrónimo prerromano que
El campamento
romano es instalado de modo que no pueda ser rodeado por el numerosísimo
ejército enemigo. El río Aisne sirve de defensa
natural para la retaguardia y los flancos del campamento. Hay que resaltar que este
campamento es de dimensiones considerables ─de
varios kilómetros─, pues tiene que resguardar 82.000 hombres, los caballos de los
jinetes, los rehenes, los carros del bagaje de las legiones, las máquinas de
guerra, etc..
Detrás del campamento, [II, 9], hay un puente
prerromano belga sobre
el Aisne,
cuya ocupación es ordenada por Julio César. En el extremo norte del puente pone
una guarnición para su defensa, con el fin de asegurarse una vía de
aprovisionamiento; o de escape
en caso de que las cosas se le pongan feas. En el extremo sur ordena que se
construya un reducto y tomen en él posiciones seis cohortes (2.880 hombres) dirigidas por el legado T. Titurio
Sabino, por si el enemigo, dando un rodeo, intenta conquistarlo e
inutilizarlo.
La
amputación censoria
de los textos que precedían al último párrafo de [II, 5], realizada, quizás, con el propósito de
que no se sepa el lugar donde fue instalado el campamento romano, para que nunca sepamos dónde
estaba
el puente prerromano, tampoco nos deja saber el tipo de puente, ni los materiales con los que había
sido construido; detalles que, probablemente, aportaba Julio César.
En
cualquier caso, nos enteramos de que los “cuasi-salvajes” Belgas del
Siglo I a.C. disponían de la tecnología, del
capital y de los recursos humanos especializados que son necesarios para diseñar y construir puentes. O sea, que Bélgica ya disponía de una
avanzada red de vías de comunicación con anterioridad a la “Guerra de las Galias” ¡Inaudito!
Por otra parte, hay que resaltar que, en esta
ocasión, Julio César nos habla con datos realistas de la altura
del parapeto del campamento romano (
Estas dimensiones nada tienen que ver con las burradas que dejó escritas respecto a las
dimensiones del muro y del foso de la
“Guerra de los
Helvetios”.
[II, 6] Una plaza fuerte de los Remi, […] [Bibrax] [Beaurieux ¿?] por nombre, distaba de
este campamento ocho millares de pasos [11,8 km]. Los Belgas comenzaron a atacar a
ésta con gran ímpetu desde la marcha. Se sostuvo difícilmente aquél día.
El asalto de los […] [Galos] es el mismo que el de los Belgas. Es éste:
Cuando, puesta alrededor para
todas las murallas una multitud de hombres, han comenzado a ser lanzadas de
todas partes piedras contra el muro y el muro ha sido desguarnecido de
defensores, hecho el testudo, ponen fuego por debajo a las puertas y socavan el muro, lo cual entonces
se hacía fácilmente, pues, como tan gran multitud arrojase piedras y dardos,
para nadie había posibilidad de permanecer en el muro.
Como la noche hubiese hecho fin de asaltar, el remi Icio, de la más alta nobleza e influencia entre los suyos,
que entonces había estado al frente de la ciudad, uno de aquellos que habían
venido a César como legados de paz, envía a éste un mensaje: que él no puede
resistir más tiempo si no le es enviado socorro.
[II, 7] César, usando como guías los mismos que
habían venido mensajeros de Icio, envía allí después
de media noche arqueros númidas y cretenses, y honderos baleares, para socorro a los de la
ciudad, con la llegada de los cuales no sólo se infundió a los Remi afán de luchar con la esperanza de la defensa, sino que, por
la misma causa, la esperanza de apoderarse de la ciudad abandonó a los
enemigos.
Así, pues, habiéndose
detenido un poco junto a la ciudad, habiendo devastado los campos de los Remi, incendiadas todas las
aldeas y edificios adonde habían podido llegar, se dirigieron con todas las tropas al campamento de César y pusieron su campamento a menos de dos millares de pasos [2,9 km]; el cual campamento, según era indicado
por el humo y por los fuegos, se extendía en latitud más de ocho millares de
pasos [más de 11,8 km].
Resulta cuando
menos extravagante, que el enorme ejército de la coalición belgo-germana
que viene contra el ejército romano, se distraiga atacando una de las plazas
fuertes de Bélgica,
estando tan sólo a
Es altamente
probable que tanto el asalto aliado a la plaza fuerte de Bibrax (Beaurieux ¿?), como el envío de tropas
romanas de socorro a la ciudad, sean unas milonguitas de Don Julio de consecuencias
históricas tan sólo anecdóticas, porque:
●
Nos dijo antes que el río Aisne era el límite de la región o provincia belga que
tenía a Reims por capital; pero, la ciudad atacada está situada al norte del río, luego sus
habitantes no son Remi.
● Dice que envía tropas de socorro a la plaza fuerte, estando el ejército romano en una
desventaja de casi
— ¿Qué
le importaría a Julio César que los Belgas se mataran entre ellos?
Aprovechando la ocasión que ha
creado, Julio César tiene el placer de informarnos de que
los Belgas
utilizaban la misma táctica militar que los Germanos cuando asaltaban una ciudad
amurallada.
Pero, en su
descripción nos encontramos que la
famosa formación en testudo, la cual siempre nos han mostrado nuestros historiadores
como genuinamente romana, también era utilizada por Belgas y Germanos. Así que a
cualquiera le entra una duda razonable: ¿quién
aprendió de quién?
Por su parte, la torpe Censura
romana nos sigue recordando que los Belgas no son Germanos =
Galos = Celtas, lo cual
contradice la interpolación realizada en el párrafo inicial de [II, 4].
Las dimensiones
que da Julio
César para el frente del campamento del ejército enemigo concordarían con las cifras que nos dio
acerca de su número de efectivos. Seguro que el campamento del ejército aliado también es fortificado cuidadosamente, para
evitar un ataque nocturno por sorpresa del ejército romano. De hecho, a Julio César
ni se le ocurre intentarlo.
9.6 PRIMERAS ESCARAMUZAS ENTRE LAS TROPAS DE
[II, 8] César, en un principio, no sólo por la muchedumbre de los
enemigos, sino por la fama eminente de
valor, decidió desistir de la batalla. Diariamente, sin embargo, tanteaba con combates ecuestres qué podía el enemigo con
valor, y qué osaban los nuestros.
Cuando comprendió que los
nuestros no eran inferiores, un lugar delante del campamento oportuno e idóneo
por naturaleza para formar las acies, porque aquel collado donde el campamento
había sido puesto, elevado un poco de la llanura, se extendía de frente en
latitud tanto espacio cuanto podía ocupar el ejército formado, y por una y otra
parte del lado tenía barrancos y, elevado en delante suavemente, volvía
paulatinamente a la llanura.
Desde uno y otro lado de
este collado trazó un foso transversal de cuatrocientos pasos [591m], aproximadamente, y en los extremos fosos estableció reductos y colocó allí máquinas de guerra, para que no
pudieran los enemigos, cuando hubiera formado las acies ─puesto
que podían tanto con su multitud─, rodear por los lados a los suyos mientras
estuviesen luchando.
Hecho esto, dejadas en el campamento las dos [2] legiones que había
alistado recientemente, para que, si había necesidad de algo, pudieran ser llevadas
en socorro, colocó en formación delante del campamento las seis [6] legiones restantes. Los enemigos, igualmente, habían formado sus tropas sacadas del campamento.
Las hostilidades
comienzan con combates ecuestres. Las tropas de caballería de ambos ejércitos
intentan desgastarse. Como Julio César ve que la caballería romana en un principio
parece resistir bien a la caballería belgo-germana, saca del campamento doce (12) legiones reales (unos 57.600 hombres) y forma las acies
ante él, aguardando que la infantería aliada se decida a atacar estando las
tropas romanas en una posición ventajosa.
Además, espera
sacar un buen partido de sus máquinas de guerra, las cuales coloca en reductos
fortificados a ambos lados de la zona que calcula se convertirá en campo de
batalla. Con ellas diezmaría la infantería aliada y rompería su formación, si
se decidiesen a atacar.
Por su parte, el general Boduognato también forma el ejército aliado
ante su campamento, y espera a que las tropas romanas se decidan a bajar de la
colina. Aunque no se nos deja saber el
tipo de formación de las tropas de la coalición, dado el modo en que se
expresa Julio
César, seguro que ésta no es una formación desordenada ─tipo horda─,
como siempre nos han contado nuestros historiadores acerca
de la técnica militar de “los Galos”.
— ¿Utilizarían la formación en falanges, como
los Germanos del Rey Ariovisto?
[II, 9] Había una laguna no grande entre nuestro ejército y el de los enemigos. Los enemigos esperaban si los nuestros
pasaban ésta; pero los nuestros estaban preparados en las armas, para que
atacaran mientras los enemigos estaban impedidos, si se hacía
por ellos el comienzo de pasar. Mientras
tanto se luchaba en combate ecuestre entre los dos ejércitos.
Como ni unos ni otros
hacen comienzo de pasar, y el combate de los jinetes más favorable a los nuestros, César volvió a los suyos
al campamento.
Súbitamente, los enemigos
se dirigieron desde aquel lugar al río [Axona] [Aisne], que se ha indicado que estaba detrás de nuestro campamento. Encontrados vados allí, intentaron pasar
parte de sus tropas, con este designio: que, si podían, tomaran el reducto el
cual presidía el legado Q. Titurio y cortaran el puente. Si menos podían, que talaran los campos de los
Remi, que eran de gran utilidad
para nosotros para hacer la guerra, e impidieran a los nuestros el
aprovisionamiento.
[II, 10] César, hecho sabedor por Titurio, pasa el puente toda la caballería y los númidas de armamento
ligero, los honderos y arqueros, y se dirige a ellos. Duramente se luchó en aquel lugar. Los
nuestros, atacando en el río a los enemigos impedidos, mataron gran número de
ellos. Rechazaron con multitud de dardos a los restantes, que intentaban muy
audazmente pasar por los cuerpos de aquéllos; mataron a los primeros que habían
pasado, rodeados por la caballería. …
Don Julio miente cuando dice que el combate ecuestre es más favorable a la
caballería romana. Ésta ha tenido que refugiarse en el campamento
debido al empuje de la caballería aliada. Si hubiese puesto en fuga a la
caballería belgo-germana, habría quedado dueña del campo; y,
probablemente, la batalla habría tomado otro curso.
Nótese que el ejército aliado
dispone de una potente
caballería. Más que
probablemente, también es superior a la romana en cuanto al número de
efectivos, y tiene una preparación y un equipamiento militar equivalentes a los
de la caballería romana. Recordemos
que Julio César
lleva en su ejército una importante fuerza de caballería, compuesta de 5.200 jinetes, la cual ha tenido que
refugiarse en el campamento después de sufrir fuertes pérdidas.
Una vez que todo
el ejército romano se ha visto obligado a recluirse en su campamento, las
tropas aliadas quedan dueñas del campo. El general
Boduognato envía un cuerpo de ejército
para que, dando un rodeo, pase el río Aisne y tome el famoso puente
prerromano que sirve de vía de escape y aprovisionamiento al
ejército enemigo. De tener éxito, se les cortaría la retirada y el
aprovisionamiento a los Romanos. Sin
embargo, Julio
César, consigue rechazarlos empleando toda la caballería que le
queda y las tropas ligeras.
9.7 EL EJÉRCITO BELGO-GERMANO HACE UNA
ESTRATAGEMA A LOS ROMANOS PARA HACERLOS SALIR DE SU POSICIÓN VENTAJOSA.
[II, 10] … Los enemigos, cuando
entendieron que les había engañado la esperanza ya de
tomar la ciudad, ya de pasar el río, y no vieron a los nuestros avanzar a un lugar
más desfavorable a causa de luchar, y el aprovisionamiento de trigo comenzó a
faltarles, convocada asamblea, decidieron que lo mejor era que cada uno se volviera […] [a
su patria] y se reunieran de todas partes para defender a aquellos en
cuyos términos los Romanos primeramente hubiesen metido el ejército, para que
lucharan en sus términos más bien que en los ajenos y se sirvieran de los
recursos domésticos de provisión de trigo.
Con las restantes causas, los llevó a este parecer también
esta razón: que habían averiguado que Diviciaco y los
Haeduos se acercaban a los territorios de los Bellovacos. No podía persuadirse a éstos a que se demorasen más tiempo
y no llevaran auxilio a los suyos.
[II, 11] Decidida esta cosa, saliendo
del campamento en la segunda vigilia con gran estrépito y tumulto, sin ningún orden ni jefatura, como si buscase cada uno para sí el
primer lugar de la marcha y se apresurase a llegar a la patria, hicieron que la marcha pareciera semejante a una fuga.
César, conocida esta cosa
al punto por medio de escuchas; temiendo celadas, porque aún no había comprendido por qué causa se marchaban, retuvo el ejército y la caballería en el campamento.
A la primera luz,
confirmada la cosa por los exploradores, envió
delante toda la caballería, para que entorpeciera a la retaguardia. Puso al frente para
éstos a los legados Q. Pedium y L. Aurunculeium Cottam.
Mandó que el legado T. Labieno
siguiera con tres [3] legiones.
Éstos, atacando a los
últimos y persiguiendolos muchos miles
de pasos [muchos km], mataron gran multitud
de ellos que huían, como se detuviesen por la retaguardia a los que se había
llegado, y resistiesen firmemente el ímpetu de
nuestros soldados.
Los primeros, porque
parecían estar alejados del peligro, y no estaban sujetos por necesidad alguna ni mando, oído el clamor, desordenadas todas las filas, todos ponían para sí la defensa en la fuga.
Así, sin peligro alguno, los nuestros mataron tan gran multitud de ellos cuanto
fue el espacio del día, y hacia el ocaso del sol
desistieron y se retiraron al campamento, como
había sido mandado.
Julio César y su Estado Mayor se quedan atónitos cuando
oyen que el ejército enemigo ─que es superior al
romano casi en la relación de
Dice que él y sus
generales pensaron que el enemigo intentaba hacerles una estratagema, y
decidieron retener el ejército en el campamento durante toda la noche, para
evitar emboscadas. Al amanecer, confirmado por los exploradores romanos que el
ejército enemigo parece haber huido, Julio César, que todavía no se fía,
envía toda la caballería para que vean lo que hace el enemigo y lo acosen en la
huida.
También dice que envia
tras ellos al legado T. Labieno con 6 legiones reales
(unos 28.800 hombres), pero esto no es creíble, porque sus tropas tienen que avanzar muchos kilómetros
para alcanzar la retaguardia belgo-germana;
tienen que dedicarse a acosarla; y luego tienen que regresar al campamento
antes de que llegue la noche, como les ha sido ordenado, para
evitar posibles emboscadas. Sólo la
caballería romana tiene esa capacidad de movimiento.
Los informes que a su regreso le traen los legados
que mandan la caballería son impactantes; vamos, lo
nunca visto en la historia militar que conocen los Romanos:
Le informan de que se han esfumado
las importantes fuerzas de caballería belgo-germanas
que el día anterior les han derrotado; y de que los enemigos son tan cobardes
que vieron cómo su vanguardia huía despavorida de forma totalmente
desordenada, después de romper filas (luego, el
ejército aliado
siempre había formado hasta entonces según el arte militar de la época),
mientras acosaban a la retaguardia, la
cual les plantó cara en formación cerrada…
¿Qué
es lo que realmente ha pasado?
Como dice Julio César
en el primer párrafo de [II, 10], su ejército
está bien atrincherado en un lugar muy favorable para la defensa. Eso también
lo saben el general Boduognato y su Estado Mayor, los cuales calculan que el ejército aliado sufriría grandes
pérdidas, e incluso podría llegar a ser derrotado, si se deciden a atacar el
campamento romano bajo esas condiciones tan desfavorables.
Por otra parte,
también se ha demostrado que es muy difícil rodear el campamento romano y
cortarle el aprovisionamiento, debido a que el río Aisne
es un obstáculo natural que facilita la defensa a los Romanos. En resumen, que el ejército Romano está en una posición muy ventajosa, y puede mantenerla por
tiempo indefinido.
Al general Boduognato
sólo le queda una alternativa: hay que hacer salir a los Romanos de su atrincheramiento
para cazarlos en campo abierto, y…
¿Qué se puede hacer que sea mejor que simular una huida
desordenada y cobarde para conseguir ese objetivo?
Y la huida desordenada y
cobarde es tan bien simulada
por el disciplinado ejército belgo-germano,
que Julio César
y su Estado Mayor… SE TRAGAN EL
ANZUELO, Y DECIDEN SALIR EN PERSECUCIÓN DE TAN COBARDES ENEMIGOS PARA ACABAR
CON ELLOS DEFINITIVAMENTE.
— Menudos
cobardes estos Belgas. No sé como pudieron
arreglárselas para derrotar a la coalición cimbro-teutona…
— Esta
guerra será un paseo militar…
— Ja, ja, ja. Vamos a conquistar toda Bélgica
casi sin haber lanzado una flecha…
9.7.1 JULIO CÉSAR INTERPOLA SU INFORME DE
[II, 12] Al día siguiente de aquel
día, antes de que los enemigos se recobraran del terror y de la fuga…
[…] César llevó el ejército a los términos de los Suessiones, que eran los más próximos a los Remi y, hecha una gran marcha, llegó a la plaza fuerte de […] [Noviodunum] [Soissons]. Intentando asaltar ésta de camino, porque oía que estaba vacía
de defensores, no la pudo tomar a causa de la anchura del foso y altura del
muro, defendiendo pocos.
Fortificado el campamento, comenzó a acercar los manteletes
y preparar las cosas que eran para utilidad para el asalto.
Mientras tanto toda la muchedumbre de los Suessiones de la fuga afluyó a la ciudad en la noche siguiente.
Acercados los manteletes a la ciudad rápidamente, echado el
terraplén y construidas las torres, los […] [Galos] asombrados por la magnitud
de las obras, [que ni habían visto antes, ni habían oído] y por la rapidez de los Romanos, envían legados de rendición a César.
Pidiendo los Remi que fuesen conservados, lo logran.
[II, 13] César, recibidos rehenes de los principales [de la nación y dos hijos del propio Rey Galba] y entregadas todas las
armas de la ciudad, recibió a los Suessiones en
sometimiento. …
Julio
César modifica e interpola su Informe de Guerra del año
En contra de lo que aconseja el arte
militar más elemental: no se debe poner sitio a las ciudades
mientras no se domina el campo abierto, Don Julio quiere
hacernos creer que, en lugar de lanzarse en persecución del enorme ─“pero
cobarde”─ ejército de la coalición belgo-germana, para acabar
definitivamente con él y así quedar dueño del campo abierto, entretiene a su ejército poniendo sitio a algunas de las
plazas fuertes belgas.
Dice que primero
va contra la plaza fuerte de Soissons, la cual está fuertemente
amurallada y tiene un anchísimo foso. Vapuleado el ejército romano de 82.000 hombres en un asalto inicial, y
después de pasarse muchos días haciendo las obras de sitio reglamentarias ─bajo
fuego enemigo─
para asegurar el éxito del asalto final a la ciudad, Don Julio nos informa de que los Suessiones
se le rinden sin más. Y, pásmense
ustedes, dice que, gracias a “los ruegos”
de los Remi, renuncia a conquistar
la ciudad; y se conforma sólo con una entrega de rehenes, y con la entrega de
todas las armas de los muchos más de 50.000 cobardes soldados
defensores que hay en Soissons…
—Menuda
milonga.
Si hubiese tomado la ciudad, habría pasado a cuchillo a buena parte de sus
habitantes, o a la totalidad, para vengar a sus soldados muertos en el asalto
inicial; y, de paso, dar un escarmiento…
—Y ni siquiera les impone una multita a los Suessiones…
Por
su parte, la
torpe censura romana se luce intentando borrar de
—Genial.
Ni Don Julio se hubiese atrevido a tanto…
Pero
las milongas de Don Julio
no acaban aquí:
[II, 13] … Lleva el ejército
contra los Bellovacos, los cuales, como se hubieran
reunido y todas sus cosas a la plaza fuerte de […] [Bratuspantium] [Breteuil], y César con el ejército distara de esta ciudad cinco
millares de pasos [7,4 km], aproximadamente, todos los mayores de nacimiento, saliendo
de la ciudad, comenzaron a tender las manos a César y manifestar con la voz que
ellos venían a la protección y dominio de él y que no luchaban con las armas
contra el pueblo romano.
Igualmente, como se hubiera acercado a la ciudad y pusiera
allí el campamento, los niños y las mujeres desde la muralla, tendidas las
manos según su costumbre, pidieron la paz los Romanos.
[II, 14] Diviciaco —pues,
después de la retirada de los Belgas, licenciadas las tropas de
los Haeduos, había
vuelto a él— hace palabras en favor de éstos:
Que los Bellovacos habían estado en todo tiempo en la fidelidad y amistad del pueblo Haeduo. Que, impulsados
por sus jefes, que decían que los Haeduos, reducidos a la esclavitud por César, soportaban todas las indignidades y afrentas, se habían separado de los Haeduos y habían declarado la guerra al pueblo romano.
Que los que habían sido promotores de esta resolución habían
huido a Britania [, porque entendían
cuán gran desgracia habían causado a su nación].
Que no sólo los Bellovacos, sino también los Haeduos por éstos, pedían que usara para con ellos de su clemencia y
benignidad. Si hacía lo cual,
amplificaría la autoridad de los Haeduos ante todos los Belgas, con cuyos socorros y recursos solían mantener las guerras,
si algunas ocurrían.
[II, 15] César, a causa del honor
de Diviciaco y de los Haeduos, dijo que él los recibiría en vasallaje y conservaría; porque el pueblo era de gran autoridad entre los Belgas y sobresalía
por la muchedumbre de hombres. Pidió
seiscientos rehenes. Entregados éstos, y traídas juntamente de la ciudad todas
las armas, …
Ahora les dice a
sus lectores que, una vez conseguida la sumisión de Soissons, con
gran arrojo se lanza contra la plaza fuerte de Breteuil
─
Y,
asómbrense ustedes de nuevo: todos los abuelitos Bellovacos, teniendo para la defensa de su ciudad a
un ejército bastante superior en número de efectivos al ejército romano ─pero claro, sólo son unos 100.000 “cobardes” Bellovacos armados hasta
los dientes─, salen a su encuentro y se le rinden, pero Don Julio, a pesar de
tenerlos ya en su poder, se acerca a la ciudad y monta su campamento ante ella.
Además, gracias a la
intervención del haeduo Diviciaco, que ha
capitaneado durante unos días un ejército fantasma de esclavos Haeduos que “ahorita mismo
acaba de ser desmovilizado”, decide no tomar la ciudad ni emprender
represalias contra los Bellovacos, y de nuevo se
conforma sólo con seiscientos (600)
rehenes y la
entrega de todas las armas de aquellos 100.000
cobardes…
— Esta milonga
de Don Julio también es de Juzgado de Guardia…
— Y ni siquiera les impone una multita a
los Bellovacos…
— A ver si paras con lo de las multitas,
hombre. Los
historiadores españoles saben de muy buena fuente que a Don Julio nunca le importó el dinero…
— ¿En qué transportaría el ejército romano
tan riquísimo botín de armas capturadas?
Don
Julio nos está hablando de muchas
toneladas de armas capturadas. Estimando a sólo
Por otra parte,
en [II, 14], Don Julio nos deja saber lo que hacía
Sigamos
leyendo:
[II, 15] … llegó desde aquél lugar
a los términos de los Ambianos, que se entregaron y todas
sus cosas sin demora…
Los Nervios tocaban las fronteras de
éstos, sobre cuya naturaleza y costumbres como preguntara César,
encontraba así:
[Que ningún acceso a ellos
había para los mercaderes; que soportaban que nada de vino y de las restantes
cosas referentes al lujo fueran importadas, porque pensaban que los ánimos
languidecían y el valor disminuía con estas cosas.] Que eran hombres feroces y de gran valor. Que censuraban y
acusaban a los restantes Belgas que se habían entregado al pueblo romano y habían
abandonado el valor patrio. Que
afirmaban que ellos ni enviarían legados ni aceptarían condición alguna paz.
En su rosario de milongas
de rendiciones de plazas fuertes belgas, Don Julio nos dice que también se le entregan los
Ambianos, habitantes de la plaza fuerte de Amiens
─otro topónimo prerromano que la censura
intentó cambiar por Samarobriva─, acerca de los cuales nos dijo, en [II, 4], que habían aportado 10.000
hombres al ejército belgo-germano.
En el último
párrafo de [II, 15], vemos que todavía se conserva íntegra una auto-interpolación de Don Julio,
en donde, por boca de los Nervios ─habitantes de una ciudad belga desaparecida cuyo nombre prerromano
sería Nerva─, nos muestra a los Belgas como
un único pueblo que tiene una única patria,
lo cual contradice las interpolaciones censorias
que hemos resaltado en los capítulos que acabamos de leer.
9.8 CONTINUACIÓN DEL PARTE DE GUERRA DEL AÑO
Una vez que ha “aligerado”
de 160.000 hombres al ejército que manda el general Boduognato, para que sea más verosímil su victoriosa
milonga de
[II, 16] Como hubiera hecho una marcha de tres días por los términos de
éstos, averiguaba por los cautivos que el río [Sabim] [Sambre] no distaba de su campamento más de diez
millares de pasos [14,8 km]. Que todos los Nervios habían acampado
tras este río y esperaban allí la llegada de los
Romanos junto con los Atrebates y Viromanduos, sus vecinos, pues habían persuadido a estos dos a que probaran la
misma suerte de la guerra.
Que las tropas de los Atuatucos eran esperadas también por éstos y estaban en camino. [Que habían reunido a
las mujeres y a los que por edad parecían inútiles para la lucha “en aquel lugar” adonde no había
acceso para el ejército “a causa de las lagunas”.]
Según Don Julio,
el ejército enemigo que se dispone a hacerle frente está compuesto de unos 75.000
hombres (50.000 Nervios + 15.000 Atrebates
+ 10.000
Viromanduos). Los 19.000 Atuatucos
están muy alejados del futuro teatro de la guerra, “aunque están en camino”; y
también han desaparecido de la escena los 40.000 soldados del país Germano a este lado del Rhin. Se trata, pues, de un ejército de un tamaño asequible para que lo pueda
vencer el ejército romano.
[II, 17] Conocidas estas cosas, envía
delante exploradores y centuriones, para que elijan un lugar idóneo para el campamento. …
Fíjense
ustedes como Don Julio
ha salido en persecución del ejército belgo-germano, y todavía continúa temiendo caer en una emboscada del
general Boduognato.
No envía ningún general a elegir el lugar
del campamento, sino que lo eligen las tropas que avanzan en
descubierta: exploradores acompañados de algunos centuriones.
Esto quiere decir
que Julio César
marcha tomando precauciones según las ordenanzas de rigor, y ha ordenado que
avanzadillas de exploradores vayan reconociendo el terreno que su ejército tiene por delante para evitar una sorpresa
por parte del ejército enemigo. Sin embargo, se está metiendo, sin saberlo, en la boca del lobo…
[II, 17] … Como muchos de los
sometidos Belgas [y los restantes Galos], siguiendo a César,
hicieran la marcha junto con él, algunos de éstos,
observada la costumbre de marcha de nuestro ejército de aquellos días, según se
conoció después de los cautivos, llegaron por la noche a los Nervios y manifestaron a éstos que un gran número de bagajes mediaba
entre cada legión, y que no era algo de
trabajo, cuando la primera legión
hubiera llegado al campamento y las restantes legiones distaran gran
espacio, atacar a ésta bajo los bagajes; derrotada la cual y
saqueados los bagajes, sucedería que las restantes no osarían detenerse contra ellos.
Ayudaba también al plan
de los que delataban la cosa, el que los Nervios “desde antiguo, como no pudiesen nada con la caballería pues no tienen afición a esta cosa
hasta este tiempo, sino que cuanto pueden, lo valen por las tropas de a
pie”, para que impidieran más fácilmente a la caballería [“de los vecinos”], si viniesen a ellos [“a causa de saquear”], desmochados y doblados árboles tiernos y crecidas
muchas ramas a lo ancho e intercalados zarzales y espinos, habían
hecho que estos setos proporcionaran fortificaciones a manera de muro, adonde
no sólo no podía entrarse, mas ni siquiera verse a través. Como se impidiera la marcha de nuestro ejército por estas cosas,
los Nervios estimaron
que el consejo no debía ser abandonado por ellos.
Como
dice el refrán, por la boca muere el pez. En estos párrafos de [II, 17], Don
Julio nos da una información un poquito sesgada acerca de cómo ideó el general
Boduognato la emboscada con la que batió al ejército romano:
El modo de marcha
tradicional de un ejército romano compuesto de varias legiones, cuando no
estaba en una situación de peligro, consistía en una formación alargada de
bastantes kilómetros, en la cual cada legión marchaba por delante de su bagaje;
mediando, además, cierta distancia entre las legiones.
Según Don Julio,
los Belgas
planearon atacar su ejército mientras estaba
marcha, momento en el
cual era más vulnerable. Para ello le prepararon una emboscada creando un
pasillo de muchos kilómetros de longitud, y cerrando ambos lados de éste con “auténticos muros”
construidos con tal gran cantidad de malezas y árboles cortados, que ni siquiera
podía verse a través de ellos.
Esto impidió que
la caballería romana, que iba en vanguardia, pudiese explorar los terrenos
situados a ambos flancos de la columna que formaba el ejército romano en
marcha, con lo cual no pudo descubrir al ejército del general Boduoganto
agazapado tras las malezas, a la espera del momento señalado como idóneo para
el ataque.
Según Don Julio,
los pésimos e
ignorantes generales Belgas no tenían ni idea
de cómo avanzaba un ejército romano, pero fueron avisados por algunos de los
rehenes belgas que se le fugaron… y
[II, 18] Ésta era la naturaleza del lugar, el cual lugar los nuestros habían elegido para
campamento. Un collado pendiente uniformemente desde la cima se dirigía al río [Sabim] [Sambre] [, que hemos nombrado
arriba]. Un collado de inclinación
igual nacía de este río, opuesto y contrario a éste, despejado lo más bajo
cerca de doscientos pasos [300 m], cubierto de bosque por la parte superior, que no podía fácilmente verse
adentro.
Los enemigos se mantenían
en oculto dentro de aquellas selvas; en el lugar despejado unos pocos jinetes montando guardia se veían según el río.
La altura del río era, aproximadamente, de tres [3] pies [0,9 m].
El astuto general Boduognato les hace creer a Julio César
y su Estado Mayor que todo el
ejército aliado está al otro lado del río Sambre, en una colina boscosa que impide a
los exploradores romanos verlo con claridad. Les pone como cebo pequeños grupos
de jinetes que montan guardia en la orilla opuesta del río Sambre, haciendo como que vigilan la llegada
del ejército romano.
Esto hace que Julio César
y sus generales se confíen todavía más, lo cual ocasiona que no se huelan la
emboscada en ningún momento.
La profundidad
del río Sambre en esa zona no es mucha, unos
9.9
[II, 19] César, enviada delante la
caballería, seguía detrás con todas las tropas; pero el plan y el orden del
ejército se tenía de otra manera que los Belgas habían anunciado a los Nervios; pues César, porque se
aproximaba a los enemigos, según su costumbre llevaba seis [6] legiones expeditas.
Detrás de éstas había colocado los bagajes de todo el ejército; después las dos [2] legiones que habían sido alistadas últimamente cerraban toda
la formación y eran para defensa para los bagajes. …
En los primeros
pasajes de [II, 19], Julio César nos confirma de que su ejército marcha en columna, y
que los soldados romanos van preparados para entrar en un posible combate, porque van en
persecución del ejército del general Boduognato:
En la vanguardia
van los 5.200 jinetes y las
tropas de infantería ligera, a
las cuales sigue una fuerza de infantería pesada formada por las seis (6)
legiones romanas más veteranas ─doce (12) legiones reales, unos 57.600
infantes─, equipadas con todo su armamento
reglamentario. Tras ellas marchan el
bagaje de todo el ejército y los rehenes belgas. Cierran la marcha las dos (2)
legiones romanas más bisoñas ─cuatro (4) legiones reales, unos 19.200
infantes, también listas con todo su equipo militar.
Aunque no sabemos
con certeza cuál es el fondo que Julio César ha dispuesto para la columna en marcha
del ejército romano listo para entrar en combate, se puede afirmar con
seguridad que esta columna tiene una longitud de bastantes kilómetros; si
tenemos en cuenta, además, que entre legiones tiene que haber una distancia
suficiente para que puedan desplegarse en caso de entrar en combate, según la
necesidad…
[II, 19] … Nuestros jinetes, cruzando
el río con los honderos y arqueros, trabaron
batalla con la caballería de los enemigos. Como de cuando en cuando
ellos se retiraran a las selvas hacia los suyos y de nuevo hicieran irrupción
desde la selva contra los nuestros, y no osaran los nuestros perseguir a los
que se retiraban más lejos que hasta el término al que los lugares abiertos
alcanzaban extendidos…
En este pasaje de
[II, 19], comprobamos
que Don Julio
nos mintió en [II, 17], donde nos
dijo que el ejército enemigo carecía de caballería:
Cuando la
caballería romana avista a la “cobarde” caballería aliada, se lanza al ataque sin
dudarlo, y cruza el río Sambre acompañada de las tropas de
infantería ligera ─los
honderos y arqueros. La caballería aliada intenta atraerlos hacia los bosques,
para que acaben de pasar el río y queden aislados del resto del ejército
romano…
[II, 19] … […] mientras tanto las seis [6] legiones que habían
venido las primeras, medida la obra, comenzaron a fortificar el campamento. …
A Don Julio le fastidia reconocer que cayó como un pardillo en la emboscada que le tendió el general Boduognato, y amputa e
interpola los textos originales de su Informe de Guerra con la intención de hacernos creer que no había ningún
soldado belga a este lado del río.
Nos cuenta, sin ningún rubor, que buena parte de las doce (12) legiones reales que venían en
vanguardia listas para entrar en combate, se despojan de sus armas y se ponen a
fortificar el campamento con total tranquilidad, mientras la caballería y las
tropas de infantería ligera han entrado en batalla con la caballería enemiga al
otro lado del Sambre; pero, enseguida lo vamos a cazar en mentira
…
[II, 19] […] Cuando los primeros bagajes de nuestro ejército fueron vistos
por aquellos que se ocultaban escondidos en las selvas, el cual momento de
entablar combate habían convenido entre ellos, como habían formado el ejército y las filas
dentro de las selvas, y ellos mismos se
habían fortalecido, súbitamente volaron adelante con todas las tropas, e hicieron
ímpetu contra nuestros […] jinetes. …
Mientras que la
caballería y las tropas de infantería ligera romanas luchan en la otra orilla
del Sambre con la potente caballería aliada,
la retaguardia de la kilométrica
columna que forma el ejército romano en marcha ─donde viajan los bagajes
de todas las legiones─ ya ha entrado en la ratonera
preparada por el general Boduognato.
En ese instante, todos
los cuerpos del ejército aliado que estaban emboscados a ambos lados de la
marcha (recordemos que los efectivos del ejército aliado superan a los del
ejército romano casi en la relación de
Por su parte, Don Julio
continúa
deformando torpemente
[II, 19] … Rechazados éstos y desordenados fácilmente […], bajaron corriendo al río
con increíble rapidez, que casi a un tiempo eran vistos los enemigos ora junto a
las selvas ora en el río, ora ya en nuestras manos.
Don Julio quiere que pensemos que tanto la caballería como
las tropas de infantería ligera romanas han
sido puestas en fuga por la infantería aliada. Sin embargo, ha tenido que ser la potente caballería
aliada la que las ha hecho huir en
desbandada; la cual, saliendo en su persecución, destroza la infantería ligera
romana (Julio César no volverá a mencionarla en el resto del relato);
y es la invisible
fuerza que, en adelante, evitará que la caballería romana se pueda reagrupar
con su infantería pesada. No obstante, según interpolará más adelante Don Julio,
sus 5.200 jinetes
deben haber sido puestos en fuga por el viento…
Conseguida la aniquilación
de la infantería ligera del ejército romano, y puesta en fuga su caballería, un
cuerpo del ejército aliado cruza el río Sambre y hace un amago de
ataque a las legiones que van en vanguardia, según Don Julio … pero esto, como veremos, es ciertamente
dudoso…
[II, 20] Todas las
cosas debían ser hechas por César a un tiempo: debía ser
izada la bandera, que era la enseña cuando era preciso que se acudiese a las
armas. Debía ser dada la señal con la trompeta. Debían ser llamados los soldados del trabajo. Los que a causa de buscar material habían avanzado un poco más lejos,
debían ser llamados. El ejército debía ser
formado,
los soldados exhortados; la señal dada. Gran parte de las cuales cosas impedía la brevedad del tiempo y la
afluencia de los enemigos.
Dos
cosas eran para ayuda para estas dificultades:
●
El conocimiento y experiencia de los soldados, porque, ejercitados en los
anteriores combates, podían no menos convenientemente ellos mismos prescribirse
qué debía hacerse que ser enseñados por otros.
●
Y que César había prohibido que cada legado se apartara de la obra y de cada legión, a no ser una vez
fortificado el campamento.
Éstos, a causa de la proximidad y rapidez
de los enemigos, nada esperaban ya el mando de César, sino que por sí disponían
las cosas que parecían.
El caos en que está sumido el ejército romano debido el efecto de la emboscada es expresado
elocuentemente por Don Julio en
[II, 20], aunque continúa porfíando con la
milonga de la construcción del campamento romano.
Como reconoce Don Julio,
su ejército está en una formación tan estirada que es
imposible dirigirlo con un mando unificado. Menos mal que los generales romanos están cada uno
con su legión, puesto que, como hemos comentado antes, Don Julio había ordenado que el
ejército romano avanzase con cierta precaución. Como son buenos profesionales, actúan con iniciativa propia, e intentan
aguantar como mejor pueden la embestida del ejército aliado…
[II, 21] César, mandadas las cosas necesarias, […] bajó corriendo a exhortar a los soldados a la parte que la suerte le ofreció y llegó a la legión décima. Habiendo exhortado a
los soldados con un discurso no más largo que para que conservaran el recuerdo
de su pristino valor y no se perturbaran en ánimo; y
sostuvieran valientemente el ímpetu de los enemigos, dio la señal de trabar
batalla, porque los enemigos no distaban más que adonde podía ser lanzado un
dardo […] y, dirigiéndose “a la otra
parte” igualmente a causa de exhortar, la encontró peleando.
Fue tanta la escasez de tiempo, y el ánimo de los enemigos tan dispuesto para pelear, que faltó tiempo no sólo para acomodar las enseñas […] sino
también para ponerse los cascos y quitar las cubiertas de los escudos. A la parte que cada uno llegó
por casualidad desde el trabajo y las primeras enseñas que vio, formó junto a
éstas, para que no dejara pasar el tiempo de luchar en busca de los suyos.
Don Julio marchaba próximo a la legión décima, la cual era su legión predilecta en ese tiempo. Sin
embargo, fue tan rápido el ataque del enemigo, que apenas le quedó tiempo para
exhortarla al combate, y no pudo desplegarla adecuadamente en orden de batalla…
[II, 22] Formado el ejército más
como pedía la naturaleza del lugar y la
pendiente de la colina, y la necesidad del
momento,
que como el sistema y orden del arte militar; como las legiones separadas resistieran a los
enemigos ─unas “en otra parte”─, [y fuera impedida la
vista por setos densísimos intercalados, según indicamos antes,] ni podían ser colocadas
las reservas precisas, ni preverse qué era necesario “en cada
parte”, ni ser dadas “por uno solo” todas las órdenes. Y
así, en tan gran desigualdad de cosas, sucedían también diversos resultados de la fortuna.
A pesar de que continúa con la milonga de la
construcción del campamento, con el objeto de ocultarnos que ha caído en una
emboscada, Don Julio confiesa, en [II, 22], lo que ya hemos visto antes:
El ejército romano ha sido atacado por ambos flancos mientras estaba en orden de marcha. Esa es la razón de que las legiones se encuentren separadas; y de que el ejército romano no pueda ser desplegado “según el sistema y el orden del arte militar”
─la situación se debió asemejar bastante al esquema que
adjuntamos para explicar la emboscada.
Por esa misma
razón, tampoco
se puede prever qué es necesario en cada parte, ni dónde es
necesario colocar las reservas precisas; ni se puede ejercer un mando único sobre las
tropas.
Las legiones que están “en otra
parte”, demasiado alejadas para que Julio César pueda acceder a ellas
en plena emboscada, son las legiones XI
, VIII, y las dos legiones bisoñas que
marchan en retaguardia, las cuales están encargadas de defender el bagaje del
ejército…
[II, 23] Los soldados de la novena y
de la décima legión, “como se habían
colocado en la parte izquierda de la formación”, lanzados los pilum, rechazaron rápidamente desde un lugar más elevado
hasta el río a los Atrebates –pues aquella parte había correspondido a éstos– sin aliento por la carrera y el cansancio, y
agotados por las heridas; y, persiguiendo con las espadas a los que intentaban
cruzar, mataron a gran parte de ellos impedida.
Ellos mismos no dudaron pasar el
río, y,
avanzando a un lugar desfavorable, […] pusieron de nuevo en fuga a los enemigos que
resistían, habiéndose renovado el combate.
Igualmente, “en otra parte” dos [2] legiones “separadas”, la undécima y la octava, […] derrotados ya los Viromanduos, con los
cuales habían trabado combate desde un lugar más elevado, combatían en las
mismas orillas del río.
Pero, desguarnecido casi todo el campamento “por el frente y por
la parte izquierda”, como la duodécima legión se
hubiera situado en el ala derecha, y la séptima con un intervalo no grande de aquella, todos los Nervios, cuyo general era Boduognato, el cual tenía la
totalidad del mando, se dirigieron a aquel
lugar en cerradísima formación, y parte de los cuales comenzó a rodear a las legiones por el lado
descubierto, parte a dirigirse al
lugar más elevado del campamento.
Como los soldados
de las legiones están apelotonados a causa de la formación que traían durante
la marcha, y todo el ejército romano está confinado en un espacio muy reducido
para que pueda ser adecuadamente desplegado en orden de batalla formando las acies,
Julio César
ordena a las legiones IX y X que pasen a la otra orilla del río Sambre, con el fin de que busquen espacio
para desplegarse formando las acies, a pesar de que el terreno les es desfavorable.
Con esta maniobra
amplía el teatro de la batalla y, de paso, habilita espacio para que las
legiones XII y VII se puedan estirar formando las
acies, de acuerdo con el arte militar romano. De
este modo ocupa “el
terreno situado a la izquierda del campamento”, el cual había
quedado “desguarnecido”
por el paso de las legiones IX y X al otro lado del río Sambre; pero abre un espacio entre las legiones VII y XI, el cual fue inmediatamente ocupado por las tropas aliadas, con
el fin de partir en dos la columna que formaba el ejército romano:
Dice Don Julio
que las legiones XI y VIII, están “en otra parte”; es decir, han sido
aisladas de las legiones XII y VII por el ejército aliado,
y combaten por su cuenta, sin coordinación alguna con la vanguardia del
ejército romano.
En el último
pasaje de [II, 23], Julio
César tiene el gusto de informarnos de que el general Boduognato
fue el General
en Jefe del ejército belgo-germano que lo derrotó en la
batalla del río Sambre, porque que tenía el mando supremo del ejército
aliado.
Por su parte, el general Boduognato ordena que las legiones XII y VII sean rodeadas por el lado descubierto, con el fin de
embolsarlas contra el río Sambre, y
acabar dando el jaque mate a Julio César.
Sigamos
con el relato del desastre
sufrido por el ejército romano:
[II, 24] Al mismo tiempo nuestros
jinetes y los infantes de armadura ligera, que habían estado juntamente con
aquellos, [que había dicho] derrotados al primer ataque
de los enemigos, como se retiraran […] al
campamento, se encontraban a los enemigos de frente y nuevamente buscaban
la huida “hacia otra parte”.
Y los bagajeros, […] que habían visto desde
la puerta decumana y la cima más alta de la colina
que los nuestros vencedores habían cruzado el río, saliendo a causa de saquear,
como hubiesen mirado atrás y hubiesen visto que los enemigos se hallaban en
nuestro campamento, se entregaban a la fuga precipitados. Al mismo tiempo surgía el clamor y el estrépito de los que venían con los
bagajes; y, asustados, se dirigían unos “a otra
parte” […]
Como ya hemos
visto antes, la infantería ligera romana
ha sido machacada. La caballería, derrotada y perseguida por
la caballería belgo-germana, se ha dado a la fuga y ahora está muy alejada
del campo de batalla; y, siempre que intenta reagruparse con la
infantería pesada romana, se ve forzada de nuevo a la huida debido al acoso a
que la tiene sometida la caballería aliada.
Mientras tanto,
en “otra parte”,
atacados por las tropas aliadas los flancos de la retaguardia de la columna romana, donde viajan todo el bagaje del
ejército y los rehenes belgas, los bagajeros
ponen pies en polvorosa.
Al mismo tiempo, “los que venían
con los bagajes” ─las legiones XI
y VIII, y las dos legiones bisoñas─, “asustados”,
inician la
retirada “hacia
otra parte”, lo cual quiere decir que…
¡¡¡La
totalidad del bagaje del ejército romano ha sido capturado por el ejército aliado!!!
[II, 24] … Movidos por todas las
cuales cosas, los jinetes Treveros ─cuya reputación de valor es singular entre los […] [Galos],─ que habían venido a
César enviados por su pueblo a causa de auxilio, como
hubieran visto que nuestro campamento se llenaba con multitud de enemigos, que las legiones eran acosadas y casi eran tenidas
rodeadas. Que los bagajeros,
jinetes, honderos, y númidas, separados y dispersos huían hacia todas partes. Que estaban desesperadas nuestras cosas; se dirigieron […] [a su patria] y anunciaron a su pueblo que los Romanos habían sido derrotados y vencidos.
Que los enemigos se habían apoderado del campamento y los bagajes de ellos.
En el último
pasaje de [II, 24], Don Julio monta una estúpida milonga para intentar “demostrar”
a sus lectores cómo se creó “el miserable bulo” de que su ejército fue derrotado
en
Pero,
gracias a esta milonga, el torpe
de Don Julio nos confirma que hasta ahora hemos
interpretado correctamente la tergiversación de
Según Don Julio,
“ese miserable bulo” fue creado por “unos cobardes
jinetes Treveros que se habían incorporado a la caballería
romana”; los cuales, viendo
que la cosa estaba feísima
para el ejército romano, lo dejaron tirado en plena emboscada y se volvieron a
casa.
— Ni
que decir tiene que es muy dudoso que entre
la caballería romana hubiese esclavos
de
Debido “a la gran
reputación de valor” que los Treveros
tenían entre los […] ─como siempre,
● Que las
legiones romanas, atacadas por el
ejército aliado, “casi” habían sido rodeadas.
● Que los
bagajeros, la caballería, y la infantería ligera romanas habían huido en
desbandada.
● Que el
ejército romano había sido derrotado y vencido.
● Que las
tropas aliadas habían capturado todo el bagaje del ejército romano.
A
ver qué nos encontramos ahora …
[II, 25] César, marchando de la exhortación de la legión décima al ala
derecha, cuando vio que los suyos eran apremiados y que los soldados de la legión duodécima, reunidos los estandartes en un solo
lugar, ellos mismos, apiñados,
eran para impedimento para sí para el combate.
Matados casi todos los centuriones de la cuarta cohorte y matado
el portaestandarte; perdida la enseña; o heridos o matados casi
todos los centuriones de las restantes cohortes, ─entre éstos el primipilo P. Sextio
Báculo,
varón muy valiente, acabado por muchas y graves heridas, que no podía ya
sostenerse.
Que los demás eran más
remisos; y que no ningunos, abandonados por los últimos se retiraban del
combate y evitaban los dardos.
Que los enemigos ni cesaban subiendo por delante desde un lugar más bajo y apremiaban por uno y otro lado.
Y vio que la cosa estaba en estrecho; y
que no había socorro alguno que
pudiera ser enviado, quitando el escudo a un soldado de los últimos ─porque él
mismo había venido allí sin escudo─ avanzó a la primera línea. Y, llamando a los
centuriones nominalmente, habiendo exhortado a los restantes soldados, mandó
llevar contra
el enemigo las enseñas y aflojar los manípulos, para que pudieran más fácilmente usar
de las espadas.
Con cuya llegada,
infundida esperanza a los soldados y renovado el ánimo, como cada uno por sí
deseara, a la vista del General en
Jefe, aún es sus cosas extremas, cumplir bien su misión, el ímpetu
de los enemigos se frenó un poco.
Después de haber
ordenado a las legiones IX y X que pasen el río Sambre,
con el fin de crear espacio para el despliegue de las legiones XII y VII, Don Julio nos muestra en qué lamentable estado se
encuentra la legión XII, la más
próxima a él, debido al castigo a que está siendo sometida atacada por los
flancos por las tropas del general Boduognato:
La legión está apiñada y no ha podido formar las acies. Los
enemigos han matado al portaestandarte y se
ha perdido la enseña de la legión. Hay una gran cantidad de bajas …
Don Julio ordena que la legión se despliegue poco a poco,
formando las acies según el arte militar romano, para
que puedan entrar en combate mayor número de soldados, y haya mayor espacio
para hacer esgrima con las espadas, sin que los soldados se estorben entre sí.
Esto hace que la
situación mejore un poco para la legión XII
...
[II, 26] César, como hubiera visto que
la séptima legión, la cual se había situado junto [a la octava], era acosada igualmente por el enemigo, advirtió a los
tribunos de los soldados que las legiones se juntaran despacio y llevaran
contra los enemigos las enseñas vueltas; hecho lo cual, como uno
a otro llevara apoyo, y no temieran que, vueltos, fueran rodeados por el
enemigo, comenzaron a resistir más audazmente y luchar más valientemente.
Mientras tanto, los soldados de las dos [2] últimas
legiones que en el último cuerpo había sido para defensa a los bagajes,
anunciado el combate, apresurada la carrera, eran vistos por los enemigos… en
la cima de la colina.
Y T. Labieno,
[…] habiéndose apoderado del campamento de los
enemigos y viendo desde lugar más elevado qué cosas se hacían en nuestro
campamento, envió la décima legión
para socorro de los nuestros; los cuales, como hubieran
conocido por la fuga de los jinetes y de los bagajeros en qué
lugar estaba la cosa y en cuán gran peligro ya el campamento, ya las legiones, ya el General en Jefe se hallaba, nada de restante hicieron
para sí en cuanto a la rapidez. …
La legión VII era la más próxima a
Una vez que las
legiones XII y VII han conseguido colocarse espalda contra espalda, aunque siguen
estando rodeadas por las tropas aliadas, los soldados romanos no se ya sienten
tan agobiados porque pueden desplegar con más efectividad su técnica militar; y
también darse relevos en el combate.
Aún así, la
situación continúa siendo crítica para las legiones XII y VII. Por esta
razón, el legado T. Labieno, el cual debe haber
conseguido una situación más desahogada en la otra orilla del río Sambre, decide quedarse tan sólo con la
legión IX; y envía la legión décima en auxilio de Don Julio, al ver que las legiones XII y VII se encuentran en tan gran aprieto …
— Fijémonos también en que hace bastante tiempo que la
caballería; la infantería ligera; los bagajeros; las legiones XI y VIII, y las dos legiones bisoñas
han desaparecido del relato y no se sabe dónde están. Nos quedamos sin saber si
fueron masacradas; o capturadas; o si pudieron retirarse tras sufrir fuertes
pérdidas. Y recordemos que siempre que hablamos de una (1) legión romana,
hablamos de dos (2) legiones reales…
[II, 27] Con la llegada de éstos, […] tan gran cambio de cosas se hizo, que los nuestros, incluso los que habían caído acabados por las heridas,
apoyados en los escudos, renovaban el combate.
Los bagajeros, viendo a los enemigos aterrorizados, incluso inermes corrían
al encuentro a los armados. Los jinetes por su
parte, para que borraran con su valor la vergüenza de la fuga, en todos los
lugares de la lucha se adelantaban a los soldados legionarios.
Pero los enemigos, incluso en la extrema esperanza de
salvación, demostraron tan gran valor que, como hubieran caído los primeros de
ellos, los más próximos se sobreponían a los caídos y luchaban desde los
cuerpos de ellos; derribados éstos y amontonados sus cadáveres, los que
quedaban arrojaban dardos contra los nuestros como desde un parapeto y
devolvían las picas interceptadas; de modo que debía juzgarse que hombres de
tan gran valor no habían osado vanamente cruzar un
río anchísimo, escalar unas riberas altísimas, avanzar a un lugar muy
desfavorable; cosas que su grandeza
de ánimo había tornado fáciles de muy difíciles.
En [II, 27], se
acaba el relato de
Lo que
probablemente debió suceder fue que la
legión décima consiguió abrir una brecha en el
cerco al que estaban sometidas las legiones XII y VII, con lo cual habilitó una vía
de escape para que los restos
del ejército romano que todavía quedaban en el campo de batalla pudiesen
emprender la retirada.
[II, 28] Hecha esta batalla y
reducido el nombre [y la nación] de los Nervios casi a exterminio, los
mayores por nacimiento [, que habíamos dicho reunidos en estuarios y pantanos juntamente con los
niños y las mujeres], anunciada esta lucha,
como juzgaran que nada era difícil para los vencedores y nada era seguro para los
vencidos,
por acuerdo de todos los que habían quedado,
enviaron legados a César y se entregaron a él; y, al recordar el desastre del pueblo, dijeron que
ellos habían sido reducidos a tres [3] senadores de seiscientos [600], apenas a quinientos [500] que pudieran llevar
armas de sesenta millares [60.000] de hombres [Don Julio dijo
50.000 en [II, 4]].
A los cuales César, para que se viera que usaba de
misericordia para con los desgraciados y suplicantes, los conservó
diligentísimamente y mandó que usaran de sus
términos y ciudades; y ordenó a sus vecinos que se
retrajeran ─y a los suyos─
de la injuria y el daño. …
Aunque, gracias a Don Julio, nos perdemos
Los capítulos [II, 29] a [II, 33] carecen de interés, puesto que son un
relleno para cubrir la ausencia los textos amputados del Informe de
Naturalmente,
esta ciudad “carece
de nombre” … para que nunca se
pueda comprobar la falsedad del relato.
[II, 34] Por el
mismo tiempo fue hecho sabedor por P. Crasso, al que
había enviado con una legión a los Vénetos, Unelos, Osismos, Coriosolites, Esubios, Aulercos y Redones, que son pueblos marítimos y tocan el Océano, que todos aquellos pueblos habían sido reducidos a la
jurisdicción y potestad del pueblo romano.
En [II, 34], Don Julio intenta tachar de mentiroso a su lugarteniente P. Crasso, diciendo que le ha informado de que
conquistó todo los territorios del sur de Bélgica, incluyendo la actual península de Bretaña,
con sólo una (1) legión romana ─dos (2) legiones reales─; mientras que él, al
mando de ocho (8) legiones romanas ─dieciséis (16) legiones reales─, acaba de recibir una
soberana paliza en la emboscada del río Sambre.
A cambio, nos
enteramos de fue P. Crasso el general romano que dirigió con éxito el ataque de distracción
ordenado por Julio
César para tratar de dividir al ejército belga.
[II, 35] Hechas estas cosas, y
pacificada […] [toda
Él mismo, llevadas las legiones a los
cuarteles de invierno a los Carnutes, Andes, Turones, y pueblos que “estaban
próximos” a estos lugares “donde había hecho la guerra”, marchó a Italia.
[A causa de estas
cosas, por las cartas de César, una acción de gracias quince días fue decretada,
lo cual a nadie sucedió antes de aquel tiempo.]
Don Julio termina, en [II, 35], el Libro II de los Comentarios haciéndose un panegírico vergonzoso
que no comentaremos, porque se cae por sí solo.
También nos deja
saber hasta donde penetró el general
P. Crasso por el sur de Bélgica, siguiendo el curso del río
Loira, que es la zona donde pasarán el invierno las diezmadas legiones
romanas que pudieron escapar de la emboscada del Sambre.
Los cuarteles de invierno
son instalados en las comarcas de los Carnutes ─los antiguos habitantes
de Orleáns,
topónimo
prerromano que
Según Don Julio, esos
cuarteles de invierno estaban situados “en
territorios próximos” a los lugares en donde tuvo lugar la
emboscada del general Boduognato …
—
Pues sí, estaban muy cerquita. Tan sólo a unos
(1) CAESAR’S COMMENTARIES,
W. A. McDevitte y W. S. Bohn,
Nueva York, 1.869.
(2) Guerra
de las Galias, V.García
Yebra y H. Escolar Sobrino, Editorial Gredos, 1.996.
(3) Guerra
de las Galias, H. J. Edwards, Loeb, 1.913.
(4) SUETONIUS,
J.C. Rolfe, Nueva York,
1.914.
(5) Vidas de los Doce Césares, Mariano Bassols de Climent, Madrid,
1.990.