LOS PIONEROS

 

3.0    TERCERA ENTREGA DE FEDERICO G. MACIÑEIRA Y PARDO DE LAMA DE SU ESTUDIO PRELIMINAR DE LOS CASTROS PREHISTÓRICOS DE GALICIA.

 

Parece que en 1.897 no era nada fácil en Galicia la realización de excavaciones por los arqueólogos…

 

 

CASTROS PREHISTÓRICOS DE GALICIA

(APUNTES PARA SU ESTUDIO)

(III)

por   Federico G. Maciñeira.

 

REVISTA CRÍTICA DE HISTORIA Y LITERATURA

Españolas, Portuguesas é Hispano-Americanas

TOMO IV.- AÑO IV, 1.899

 

 

3.1    DIFICULTADES ENCONTRADAS POR EL ARQUEÓLOGO PARA HACER EXCAVACIONES EN EL CASTRO PREHISTÓRICO  ARTIFICIAL DE LADRIDO.

 

En el último artículo que hice para la REVISTA, después de ocuparme del castro de Céltigos

 

(1)  Véanse los números 4 y 8-9 correspondientes á abril y agosto-setiembre de 1.897 respectivamente. Con el presente artículo se publica el croquis de este castro que no pudo insertarse en el anterior.

 

mencioné el de Ladrido como uno de los más notables de este país, indicando que no tenía conocimiento de que dentro de su recinto hubiese aparecido cosa alguna digna de llamar la atención.

 

Prosiguiendo en mis constantes investigaciones sobre la historia primitiva de esta comarca más al N-O de España, proyecté practicar excavaciones en el recinto superior del mencionado castro de Ladrido y para ello pedí licencia á los poseedores del monte inculto donde se halla enclavado este térreo monumento, que eran tres campesinos conocidos y alguno colono mío.

 

Alcanzado sin dificultad alguna tal permiso por tratarse de terreno que sólo produce mal tojo y otras malezas, dí comienzo á la roturación de dos zanjas paralelas y distantes entre sí unos 15 metros que cortaban el castro de O á E; empezando por la parte, donde, por existir mayor cantidad de escombros, suponía ser más feliz en hallazgos; más cuando estaba á medios trabajos se me presentaron los dueños del monte á manifestarme en malas formas que no me dejaban continuar en aquella labor por cuanto les habían dicho que sólo me guiaba el deseo de buscar los tesoros de reyes moros que allí existían y que esto no me lo permitían aún cuando les pagase bien.

 

Supe luego, extrañado de tal proceder, que personas que por su carrera ejercen gran influencia entre los campesinos, para satisfacer miserables bajezas de espíritu, indignas de hombres morales, les habían aconsejado tal heroicidad.

 

¡Y entre tales gentes gasta uno el dinero, el tiempo y la salud en trabajos que no han de producirme, fuera de los consiguientes disgustos y contrariedades, otra cosa que la propia satisfacción del deber cumplido… !

 

A escondidas de los dueños del predio y bien adiestrados los cuatro peones con que trabajaba, pude terminar la escombra de las comenzadas zanjas, y el resultado que obtuve indícanlo las siguientes notas que sobre este castro hice para mi arsenal de datos.

 

 

3.2    RESULTADOS DE LAS EXCAVACIONES REALIZADAS POR FEDERICO G. MACIÑEIRA EN EL CASTRO PREHISTÓRICO  ARTIFICIAL DE LADRIDO.

 

Entre la rada de Espasante y la ría de Ladrido se interpone una elevada colina de perfil cónico, cuyas estribaciones avanzan gran trecho en el mar formando una península.

 

En la cúspide de esta colina, uno de los puntos de la costa de donde mejor se domina la zona marítima del país, se halla emplazado el castro.

 

Desde él se divisa perfectamente por el N-E, á unos 8 kilómetros de distancia, tendiendo la vista por la profunda cañada en cuyo fondo corre el río que desagua en Espasante, el castro también prehistórico de Céltigos; y del S-E en la cúspide de los montes más elevados, á unos 6 kilómetros, vénse algunas mámoas de la cordillera Faladora.

 

Denomínanse, la parte superior de la colina Monte dos Castros; el recinto principal del térreo monumento Croa grande (corona grande) y Croa pequeña el recinto inferior ó antecastro.

 

Sobre él corren fantásticas leyendas denominadas encantos, creyendo los campesinos, que allí guardan misteriosos tesoros los espíritus sobrenaturales que lo habitan.

 

Tanto en su imperfecto trazado cuanto en su construcción, revela mucha rusticidad, siguiendo el nivel ó plano horizontal del foso y del parapeto las ondulaciones naturales del terreno.

 

El parapeto, construído de terraplén sin que se observe hoy resto alguno de muro, hállase en gran parte desgastado hasta casi el nivel del piso interior; y el foso, que en lo que puede apreciarse indica haber sido poco profundo, está también muy cegado.

 

(2)  Hechas estas notas para un libro donde aparecerán ilustradas con los correspondientes planos, no me ocupo en describir la forma del castro; véase para esto el artículo anterior publicado en la REVISTA.

 

En la primera zanja que roturé para explorarlo, puse al descubierto una capa de escombros de unos 0m´60 de espesor formada por gran cantidad de piedras de diversos tamaños provenientes de lugares próximos —los mayores alcanzaban unos 0m´40 x 0m´30 de superficie y 0m´25 de espesor— de buenos paramentos naturales, excelentes para construcción.

 

En estos escombros hallé muchas delgadas pizarras, de 0m´60 las mayores, de las que en el país se usan para cubrir los techos de las casas, llamadas losas, que á lo sumo tienen un grueso de 0m´005, cuyos filones más cercanos distan 4 kilómetros del castro. Estaban caídas desordenadamente de plano unas sobre otras, logrando recoger entre ellas una pequeña donde se aprecian perfectísimamente las huellas del instrumento con que fue desbastada que era de punta fina.

 

Aparecían también algunas pequeñas lajas sin trabajar, propias de los alrededores.

 

También he recogido entre los escombros bastantes piedras de cuarzo blanco y pizarra dura naturalmente redondeadas y pulidas, de diversos tamaños, sin duda procedentes del lecho de algún río ó de la riberamar, pues el terreno del contorno no es de aluvión, que debieron de llevarse allí para ser en algo utilizadas.

 

Por último, en el extremo O de la zanja, bajo muchas pizarras ó losas sobrepuestas sin concierto, hallé una gruesa capa de arcilla endurecida, sin mezcla de piedra alguna (al revés de lo que ocurría en el terreno circundante), y más al fondo, á 0m´50 ó 0m´60, algunas cenizas y pequeñas piedras con señales de haber sufrido la acción del fuego. Observando además que en aquel punto el subsuelo formaba una depresión ó concavidad.

 

Entre las cenizas y piedras que ocupaban este hoyo ó cocina (¿) exhumé algunos trozos del fondo y lado de una vasija de barro modelada á torno, sin ornamentación ni abrillantamiento alguno, de asiento plano, cuyas paredes tienen un grueso máximo de 0m´015 y mínimo de 0m´010, hechas de tierra groseramente trabajada formando dos capas, una exterior, de 0m´001 á 0m´002 de espesor, enrojecida por la acción del fuego y otra interior de color negruzco sembrada de pequeños fragmentos cuarzosos.

 

Cerca de la entrada abrí otra zanja y como en la anterior corté una zona de escombros de piedra y barro cual si se tratase de muros deshechos. Hay que hacer notar que esta parte S-O del castro está toda escombrada, mientras que por el N y aún algo del E vése la peña al descubierto.

 

Lo primero que topé y recogí fue una piedra plana de la misma naturaleza que las demás que allí abundan, perfectamente recortada en forma de trapecio de 0m´29 de alto por 0m´26 de ancho en el término medio, y 0m´02 de grueso, bien desempenada, á la cual en el centro de la línea superior, cerca del borde, le abrieron un pequeño orificio, cuyo diámetro, de 0m´01, igual por uno y otro lado va disminuyendo á medida que se aproxima al encuentro ó centro de los dos taladros, pues aparece claramente determinado que por una y otra cara de la piedra dieron comienzo á la operación, apreciándose admirablemente que por un lado lo practicaron á percusión, siendo por ello más imperfecto, y por el otro las paredes alisadas denotan que se ejecutó á roce, sin duda haciendo girar el instrumento de que se valieron á media rotación.

 

En el centro de la zanja me hallé con trozos bien conservados de dos muros rectos, sin tendencia alguna á trazado curvo, hechos de pequeñas piedras sentadas en arcilla (piedras y arcilla idénticas á las del resto de los escombros que reconocí) formando buen paramento; y adosadas, sirviéndole de base al muro más próximo á la entrada del castro, aparecían pequeñas y toscas lajas dispuestas en escalones que bajan hasta el fondo del hueco ó depresión que á manera de pozo formaba entre estos muros el subsuelo.

 

Todo el espacio que existía entre los muros y el fondo del hoyo, con una altura de 1m´50 hasta el nivel del actual piso superior, estaba lleno, en primer término, como arriba indico, de escombros, y, debajo de éstos, de losas de regular tamaño caídas unas sobre otras horizontalmente y con desconcierto. Levantadas éstas, desalojé gran cantidad de tierra calcinada, cenizas, carbones y piedras con señales evidentes de haber sufrido la acción del fuego.

 

Entre los residuos de esta cocina (?) abierta en el fondo del antiguo suelo, recogí diversas piedras de río ó riberamar muy bien formadas, desde 0m´20 de diámetro hasta 0m´10. Una de pizarra en forma de riñón está sumamente pulida, denotando haberse empleado como moledora; otra también de pizarra y naturalmente trabajada afecta la forma de una gran hacha plana neolítica. Sin duda todas llenaron algún objeto.

 

Exhumé así mismo una piedra de 0m´12 de largo en forma de tibia, de grano finísimo, faltándole un extremo, la cual conserva bien caracterizadas señales de haber servido para afilar cosas de corte plano y también de punta fina como punzones o agujas.

 

Últimamente hallé porción de trozos de cerámica pertenecientes á diversas vasijas, pudiendo por algunos restos darles la siguiente clasificación:

 

● Lado completo de un vaso de barro no muy ordinario, hecho á torno, de 0m´11 de alto y fondo plano, sin ornamentación ni abrillantamiento alguno, de forma de tulipán de los que G. de Mortillet cita (Le Prehistórique: pág. 558) como tipo común en los vasos finos de diversos países europeos; cuyas paredes tienen un espesor de 0m´007, siendo rojas por la acción del fuego interior y exteriormente y negruzca la masa del centro, salpicado todo de arenas cuarzosas, hallándose algo cuarteada la superficie interna por falta de la suficiente cocción.

 

● Borde superior de una vasija que tenía por cuello un anillo de lado vertical y forma panzuda sin ornamentación ni abrillantamiento, con paredes de 0m´006 de tierra fina con algunas arenas, de buena cocción, enrojecida la capa exterior y parduzca todo el resto de la masa.

 

Trozos con grandes huellas del torno, sin ornamentación ni abrillantamiento, de tierra fina salpicada de arenas cuarzosas; paredes de 0m´008 de espesor, amarillo-rojo la capa exterior por la influencia del fuego, y negruzca toda la interior.

 

● Cuello medio arrollado para fuera de una vasija muy panzuda, y fondo plano de la misma, construída á torno sin ornamentación ni abrillantamiento, afectando la forma aún hoy usual en la cerámica del país. El anillo de la boca tiene 0m´15 de diámetro y el disco del fondo 0m´16. Está hecha de tierra muy ordinaria con profusión de arenas gordas y finas de cuarzo; siendo el espesor de sus paredes de 0m´008, muy roja por la parte exterior y negro todo el resto.

 

● Restos de un vaso de bastante diámetro que presumo fuese también hecho á torno, sin ornamentación, pero que reviste la particularidad de estar ligeramente abrillantadas las superficies exterior é interior, sin duda por circunstancias especiales de la cocedura, y que sus paredes, de 0m´007, son rojas en todo el espesor, aunque de color más vivo las caras interior y exterior que el centro de la masa. En cambio la tierra es sumamente ordinaria y está cuajada de arenas cuarzosas y carbones que motivaron muchas desigualdades en las superficies al ser alisadas y porción de poco profundas cuarteadoras.

 

● Hay más restos pertenecientes á otras vasijas similares á las anteriores, y además seis pequeños trozos notables por su rareza que no determinan la forma que hubiera tenido el vaso á que pertenecieron. Presentan tales trozos la particularidad de que la pared, de 0m´008, hecha de tierra azul-oscuro bastante fina, con muchas arenas de cuarzo y pizarra, y en cuya cara interior existen grandes huellas de torno, está exteriormente recubierta por una capa de 0m´001 de espesor de tierra muy blanca y fina —también con alguna arena—,  mejor trabajada que la de las demás y con algún abrillantamiento, aunque desprovista de ornamentación; denotando desde luego en todo, que se trataba de una cerámica de relativo lujo.

 

Por muchos de sus caracteres, excepción hecha del empleo del torno de alfarero que en algunas aparece aquí bien definido, todas estas cerámicas deben de pertenecer al grupo de las del período robenhausien que G. de Mortillet estudia en la pág. 558 y siguientes de su Prehistórique.

 

Tales hallazgos acusan la existencia de viviendas en este castro.

 

 

Federico G. Maciñeira Pardo.

 

CRONISTA DE ORTIGUEIRA.

Ortigueira, julio de 1.899 

 

CONTINUAR

 

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