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Vuelta al día en el tercer
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Informe de un norteamericano
sobre el drama de la infancia
en Vietnam del Sud


   Nueva York, 22 de diciembre (A.F.P) Doscientos cincuenta mil niños muertos en Vietnam desde 1961, víctimas de la guerra. Más de setecientos cincuenta mil heridos, mutilados y quemados con napalm. Miles y miles de niños mueren de desnutrición y de enfermedades infecciosas en hospitales atestados y carentes del material necesario. Más de diez mil niños hacinados en orfelinatos, privados de lo indispensable. Miles de niños sucumben en campos de refugiados, diezmados por la tuberculosis y el tifus. Y miles de niños abandonados vagabundean por las ciudades, obligados a la mendicidad. Éstas son las cifras que presenta William Pepper, director del Centro de Estudios e Investigaciones sobre la Infancia, del Mercy College, institución católica del Estado de Nueva York, como resultado de una encuesta de seis semanas que se efectuó en Vietnam del Sud la primavera pasada.
   El documento de William Pepper, aparecido en Ramparts, publicación mensual progresista, está ilustrado con fotografías atroces. Según Pepper, desde 1961 murieron en Vietnam unos cuatrocientos quince mil civiles, es decir, seis civiles por cada vietcong. Como el 50 % de la población del Vietnam del Sud tiene menos de 16 años y todos los hombres de más de esa edad están combatiendo, no cabe dudad, dice el autor, de que por lo menos el 70 % de las víctimas de las operaciones con napalm llevadas a cabo contra las aldeas son niños.
   El autor expone además las condiciones espantosas de los heridos en Vietnam. En las aldeas retiradas no hay medicamentos ni posibilidad alguna de atención médica; el transporte de los heridos es tan lento que al llegar a los hospitales -los que llegan- tienen toda clase de complicaciones infecciosas. En los hospitales mismos, donde con frecuencia hay setecientos enfermos para trescientas camas y aún menos, es imposible proporcionar una atención eficaz.
   No hay medicamentos, ni antibióticos, ni sangre para las transfusiones; el equipo es rudimentario. La cantidad de médicos es ridícula; doscientos para todo el Vietnam del Sud. Los heridos de menor gravedad suelen recibir un tratamiento de urgencia, pero deben dejar el lugar a los recién llegados. A veces se pone término a los sufrimientos de los casos desesperados con una simple inyección. Es frecuente que se proceda a una amputación sin que sea absolutamente necesario, para andar más rápido, cuenta Pepper.
   Por último, dice, hay una cuestión política que se añade a la penuria de personal y de medicamentos: los médicos sospechosos de simpatías antigubernamentales no reciben ni créditos ni medicamentos. La obra de organizaciones de caridad, como Terre des Hommes, cuya sede está en Suiza, se ve dificultada por consideraciones políticas.
   Pepper habla, además, de los miles de niños que se encuentran en los campos de refugiados, enfermos de peste, cólera, tifus, tuberculosis; de diez mil huérfanos recogidos en instituciones donde falta todo, tanto alimentos como medicinas. Señala las legiones de niños abandonados en las grandes ciudades, que viven en las calles, mendigando y prostituyéndose desde los diez años de edad. Por último, habla de la desesperación de los jóvenes, abocados al suicidio.
   La revista Ramparts ha transmitido a Henry Labouisse, director del Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), el documento de Pepper y las fotografías que ha traído de Vietnam y ha dirigido al Unicef un llamamiento para que "se efectúe con urgencia una encuesta sobre la situación de los niños víctimas de la guerra" y se formulen recomendaciones inmediatas para tratar de salvarlos.


La desaparición de menores
en Venezuela


   "... Pero en el aspecto relacionado con la mendicidad es donde estriba fundamentalmente la gravedad de estas desapariciones, puesto que no lleva consigo conducir a los menores, víctimas de la fechoría, a la simple condición de explotarlos en la mendicidad, sino que estos actos involucran una situación más grave e inhumana todavía: la mutilación.
   Estos tipos de desapariciones y sus consecuencias eran denunciados a fines de marzo de 1965 por el distinguido psiquiatra Hernán Quijada, presidente de la Comisión de Prevención de la Delincuencia. La denuncia del Dr. Quijada se concretaba a señalar a un peligroso criminal de guerra de nacionalidad alemana como autor de mutilamiento de niños para lanzarlos a la mendicidad.
   En mayo de 1963, en la Jefatura Civil de El Recreo, era detenido un ciego de nacionalidad colombiana identificado como Abraham Remolino, quien tenía en su poder a un menor oriundo de Santander del Norte, República de Colombia, el cual, al ser interrogado, reveló que no era familiar de Remolino y que lo habían traído bajo engaño de Colombia, le ofrecieron un auto y posteriormente lo vendieron al ciego por Bs. 500.
   En junio de ese mismo año funcionarios de la misma Jefatura Civil de El Recreo descubrieron debajo de un puente situado en la zona del Este de la ciudad a un grupo de extranjeros indocumentados integrantes de una banda internacional de secuestradores de niños, quienes una vez que secuestraban a sus víctimas los vendían a 500 bolívares cada uno para que sirvieran de lazarillos.
   Uno de estos indocumentados, Pedro Ignacio Rincón Granados, había sido extrañado del país por la Dirección de Extranjeros el 31 de octubre de 1962, en compañía del menor Francisco Torres, quien para entonces informó a las autoridades policiales que había sido traído a Caracas bajo engaño, y que posteriormente fue vendido al ciego en cuestión por traficantes de menores que raptaban niños en ciudades interiores de Colombia pasándolos clandestinamente a Venezuela por el estado Táchira.
   En esta segunda oportunidad Rincón Granados fue detenido con otro menor que le servía de lazarillo, el cual suministró bastantes detalles sobre las operaciones de los traficantes internacionales de menores.
   En esa misma fecha, según informaciones periodísticas, una dama venezolana reconoció en un pequeño limosnero mocho de ambas manos al hijo suyo que dos años antes había desaparecido."

Cortázar, Julio; La vuelta al día en ochenta mundos, México, Siglo Veintiuno Editores, 1984 (Tomo II)



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[1]Informe del Ministerio de Justicia de Venezuela, julio de 1966.
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