Pegue la estampilla en el ángulo superior derecho del sobre
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Un
fama y un cronopio son muy amigos y van juntos al correo a despachar
unas cartas a sus esposas que viajan por Noruega gracias a la diligencia
de Thos, Cook & Son. El fama pega sus estampillas con prolijidad,
dándoles golpecitos para que se fijen bien, pero el cronopio lanza
un grito terrible sobresaltando a los empleados, y con inmensa cólera
declara que las imágenes de los sellos son repugnantes de mal gusto
y que jamás podrán obligarlo a prostituir sus cartas de amor conyugal
con semejantes tristezas. El fama se siente muy incómodo porque ya
ha pegado sus estampillas, pero como es muy amigo del cronopio, quisiera
solidarizarse y aventura que en efecto la vista de la estampilla de
veinte centavos es más bien vulgar y repetida, pero que la de un peso
tiene un color borra de vino sentador. Nada de esto calma al cronopio,
que agita su carta y apostrofa a los empleados que lo contemplan estupefactos.
Acude el jefe de correos, y apenas veinte segundos más tarde el cronopio
está en la calle, con la carta en la mano y una gran pesadumbre. El
fama, que furtivamente ha puesto la suya en el buzón, acude a consolarlo
y le dice:
-Por suerte nuestras esposas viajan
juntas, y en mi carta anuncié que estabas bien, de modo
que tu señora se enterará por la mía.
Cortázar, Julio; Historias
de cronopios y de famas, Buenos Aires, Sudamericana, 1994
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