Lazos de familia
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Odian
de tal manera a la tía Angustias que se aprovechan hasta de las vacaciones
para hacérselo saber. Apenas la familia sale hacia diversos rumbos
turísticos, diluvio de tarjetas postales en Agfacolor, en kodachrome,
hasta en blanco y negro si no hay otras a tiro, pero todas sin excepción
recubiertas de insultos. De Rosario, de San Andrés de Giles, de Chivilcoy,
de la esquina de Chacabuco y Moreno, los carteros cinco o seis veces
por día a las puteadas, la tía Angustias feliz. Ella no sale nunca
de su casa, le gusta quedarse en el patio, se pasa los días recibiendo
las tarjetas postales y está encantada.
Modelos de tarjetas: "Salud,
asquerosa, que te parta un rayo, Gustavo". "Te escupo en el tejido,
Josefina". "Que el gato te seque a meadas los malvones, tu hermanita".
Y así consecutivamente.
La tía Angustias se levanta temprano para atender
a los carteros y darles propinas. Lee las tarjetas, admira las fotografías
y vuelve a leer los saludos. De noche saca su álbum de recuerdos y
va colocando con mucho cuidado la cosecha del día, de manera que se
puedan ver las vistas pero también los saludos. "Pobres ángeles, cuántas
postales me mandan", piensa la tía Angustias, "ésta
con la vaquita, ésta con la iglesia, aquí el lago Traful,
aquí el ramo de flores", mirándolas una a una enternecida
y clavando alfileres en cada postal, cosa de que no vayan a salirse
del álbum, aunque eso sí clavándolas siempre
en las firmas vaya a saber por qué.
De Un tal Lucas
Cortázar, Julio; Cuentos
completos 2, Buenos Aires, Alfaguara, 1996
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