Burla burlando ya van seis delante
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Más
allá de los cincuenta años empezamos a morirnos poco a poco en otras
muertes. Los grandes magos, los chamanes de la juventud parten sucesivamente.
A veces ya no pensábamos tanto en ellos, se habían quedado atrás en
la historia; other voices, other rooms nos reclamaban. De alguna
manera estaban siempre allí, pero como los cuadros que ya no se miran
como al principio, los poemas que sólo perfuman vagamente la memoria.
Entonces -cada cual tendrá
sus sombras queridas, sus grandes intercesores- llega el día
en que el primero de ellos invade horriblemente los diarios y la radio.
Tal vez tardaremos en darnos cuenta de que también nuestra
muerte ha empezado ese día; yo sí lo supe la noche en
que en mitad de una cena alguien aludió indiferente a una noticia
de la televisión, en Milly-la-Forêt acababa de morir
Jean Cocteau, un pedazo de mí
también caía muerto sobre los manteles, entre las frases
convencionales.
Los
otros han ido siguiendo, siempre del mismo modo, Louis Armstrong,
Pablo Picasso, Stravinski, Duke Ellington, y anoche, mientras yo tosía
en un hospital de La Habana, anoche en una voz de amigo que me traía
hasta la cama el rumor del mundo de afuera, Charles Chaplin. Saldré
de este hospital. Saldré curado, eso es seguro, pero por sexta
vez un poco menos vivo.
De Un tal Lucas Cortázar, Julio; Cuentos
completos 2, Buenos Aires, Alfaguara, 1996
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