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EL MAESTRO CANTERO MANUEL GONZÁLEZ PERDIZ (1833-1905)
El maestro cantero Manuel González Perdiz desarrolló el grueso de su obra en la segunda mitad del siglo XIX. En esta época fue una auténtica celebridad en los ambientes populares, pues sus coetáneos lo consideraban uno de los maestros canteros más importantes. En efecto, su nombre y su obra aún es evocada parcial y difusamente, sobre todo en su tierra natal, en el lugar de Covelo o Coveliño, perteneciente a la parroquia de Antas (A Lama, Pontevedra), e incluso sus descendientes más directos muestran con orgullo tan importante ancestro. Pero sobre todos estos datos posteriores a su vida, él mismo debía estar muy convencido de la superioridad de su arte respecto a la inmensa mayoría de sus colegas canteros, pues no en vano, con insistencia machacona, casi todas sus obras, cuenten o no con una inscripción conmemorativa, en la inmensa mayoría de los casos, llevan su firma. En su época, raro era el cantero que rubricaba sus producciones, y sin embargo, Manuel González ofrece esta singular peculiaridad, propia de quien se siente satisfecho de su arte, y no desea que las generaciones posteriores, olviden quién era tan magnífico artista.
Esta visión es la sostenida por el pueblo. Desde un punto de vista más científico, la realidad de los hechos exige otro tipo de tratamiento, menos subjetivo. En primer lugar, la época de actividad de Manuel González coincide estrictamente con la de José Cerviño García e Ignacio Cerviño Quinteiro, artistas de primera línea dentro del arte popular. Sobre ellos ya nos ocuparemos en sucesivos estudios. Por el momento dejar ya sentado que sobre todo el primero, es un cantero con estudios académicos donde obtiene conocimientos muy superiores a los tradicionales que aplica a sus encargos, lo cual, unido a su innata genialidad, hace que su obra brille sin comparación posible, tanto respecto a sus coetáneos, como en el seno de toda la historia de la cantería gallega, tanto la anterior, como la posterior : ni nunca había existido tan magno artista, ni tampoco con posterioridad se volverá a ver a nadie tan excelentemente dotado. El otro artista citado, Ignacio Cerviño, no alcanza en pericia a este último, pero sus conocimientos son también muy avanzados, y por lo tanto, en líneas generales de mayor consideración que las de Manuel González. De todos modos, estas apreciaciones no son exclusivamente nuestras: ni en los parientes actuales de Manuel González, ni en los ambientes populares, nadie pone en duda esta circunstancia. Sin embargo, tampoco nadie, ni siquiera él mismo en su vida, le restan méritos a su legado artístico.
Pero estas consideraciones afectan al aspecto plástico de las promociones artísticas. Si tenemos que encuadrar a Manuel González en algún lugar de la cantería tradicional, tendremos que etiquetarlo como el último, o uno de los últimos, canteros de la tradición barroca heredada del siglo XVIII. De todos modos, como tendremos ocasión de comprobar, su dimensión artística real demanda una matización más detallada.
En las siguientes líneas iremos desgranando los datos que hemos podido obtener con nuestras investigaciones de campo, llevadas a cabo desde1993, ofreciendo ahora una síntesis de los resultados obtenidos. Como quiera que de su vida apenas sabemos más que algunas anécdotas inconexas, el estudio se va a centrar fundamentalmente en sus producciónes artísticas, a fin de cuentas, su única aportación que nos interesa.
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