Desde
el s. XIX ha venido afirmándose la idea de que el segundo evangelio fue
básico en la preparación de mateo y Lucas. Esto haría de marcos (=mc)
el documento mas antiguo que poseemos sobre la vida y la obra de Jesús.
La opinión mas generalizada identifica a su autor con juan marcos (o
solo juan) pariente de Bernabé e hijo de Maria, la cual vivía en
Jerusalén en una casa que
disponía de un aposento alto, donde moraban los apóstoles. Fue
colaborador de pablo y quizá discípulo
de pedro, quien en su primera carta lo menciona como marcos mi
hijo. Marcos probablemente acude a la memoria de cosas oídas pero su
capacidad narrativa crea en el lector la
impresión de hallarse ante un testigo presencial de los hechos
relatados. Le concede a los hechos de Jesús un espacio mas amplio que a
sus discursos. A medida que la historia progresa el desarrollo dramático
del segundo evangelio crece en intensidad hasta alcanzar su punto
culminante en el relato de la pasión, crucifixión y resurrección del
Mesías. Lo que realmente importa al evangelista es atestiguar que a la
pregunta sobre quien era Jesús, la primitiva comunidad cristiana
respondió con convicción: Jesús es el hijo de Dios. En cada una de
sus paginas este evangelio proclama que el sencillo maestro llegado de
galilea es el cristo el Mesías que desde siglos atrás esperaba el
pueblo de Israel. Jesús de nazaret el hijo de Dios es también el hijo
del hombre. Participa de los sentimientos humanos
y es sujeto de sufrimiento y de muerte. Por eso exige
frecuentemente que su condición de Mesías se mantenga en secreto. De
hecho, los discípulos no
comprendieron hasta el ultimo momento
que el sacrificio de Jesucristo formaba parte del plan de salvación que
Dios le había encomendado. |
Evangelio
según San Marcos
1
Principio del evangelio de Jesucristo, hijo de Dios. Como esta escrito en el
profeta Isaías: “yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparara
tu camino delante de ti. Voz del que clama en el desierto: “preparad el camino
del señor. ¡Enderezad sus sendas!”. Bautizaba juan en el desierto y
predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. Acudía a el
toda la provincia de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por el
en el río jordán, confesando sus pecados. Juan estaba vestido de pelo de
camello, tenia un cinto de cuero alrededor de su cintura, y comía langostas y
miel silvestre. Y predicaba, diciendo: “Viene tras de mi el que es mas
poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, agachado, la correa de su
calzado. Yo a la verdad os he bautizado con agua, pero el os bautizara con espíritu
santo”. Aconteció en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de galilea, y
fue bautizado por juan en el jordán. Luego, cuando subía del agua, vio abrirse
los cielos y al espíritu como paloma que descendía sobre el: “Tu eres mi
hijo amado, en ti tengo complacencia”. Luego el espíritu lo impulso al
desierto. Y estuvo allí en el desierto cuarenta días. Era tentado por Satanás
y estaba con las fieras, y los ángeles lo servirán. Después que juan fue
encarcelado, Jesús fue a galilea predicando el evangelio del reino de Dios. Decía:
“ El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha cercado. ¡Arrepentios y
creed en el evangelio”. Andando junto al
mar de galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red en
el mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: - Venid en pos de mi, y haré
que seáis pescadores de hombres. Y dejando al instante sus redes, lo siguieron.
Pasando de allí un poco mas adelante, vio a Jacobo, hijo de zebedeo, y a su
hermano juan, que estaban en la barca remendando las redes; y en seguida los
llamo. Entonces, dejando a su padre, zebedo, en la barca con los jornaleros, lo
siguieron. Entraron en capernaum, y el sábado entro Jesús en la sinagoga y
comenzó a enseñar. Y se admiraban de su doctrina, porque les enseñaba como
quien tiene autoridad, y no como los escribas. Pero había en la sinagoga de
ellos un hombre con espíritu impuro, que grito: -¡Ah! ¿Qué tienes con
nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Se quien eres: el santo
de Dios. Entonces Jesús lo reprendió, diciendo: - ¡Cállate y sal de el!. Y
el espíritu impuro, sacudiéndolo con violencia y dando un alarido, salió de
el. Todos se asombraron, de tal manera que discutían entre si, diciendo: -¿Qué
es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus
impuros, y lo obedecen? Muy pronto se difundió su fama por toda la provincia
alrededor de galilea. Al salir de la sinagoga, fueron a casa de Simón y Andrés,
con Jacobo y juan. La suegra de Simón estaba acostada con fiebre, y enseguida
le hablaron de ella. Entonces el se acerco, la tomo de la mano y la levanto, e
inmediatamente se le paso la fiebre y los servia.
Cuando llego la noche, luego que el sol se puso, le llevaron a todos los
enfermos y endemoniados. Toda la ciudad se agolpo a la puerta. Y sano a muchos
que padecían de diversas enfermedades, y echo fuera muchos demonios; y no deja
hablar a los demonios, porque lo conocían. Levantándose muy de mañana,
saliendo aun muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. Lo
busco Simón y los que con el estaban, y hallándolo, le dijeron: - Todos te
buscan. El les dijo: - Vamos a los
lugares vecinos para que predique también allí, porque para esto he venido. Y
predicaba en las sinagogas de ellos en toda galilea, y echa fuera demonios. Vino
a el un leproso que, de rodillas, le dijo: - Si quieres, puedes limpiarme. Jesús,
teniendo misericordia de el, extendió la mano, lo toco y le dijo: - Quiero, se
limpio. Tan pronto termino de hablar, la lepra desapareció del hombre, y quedo
limpio. Entonces los despidió en seguida, y le ordeno estrictamente: - mira ,
no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al
sacerdote y ofrece por tu purificación lo que moisés mando, para
testimonio de ellos. Pero, al salir, comenzó a publicar y a divulgar mucho
el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la
ciudad, sino que se quedaba fuera,
en los lugares desiertos; y venían a el de todas partes.
2
Después de algunos días, Jesús entro otra vez en capernaum. Cuando se supo
que estaba en casa, inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían
ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Entonces vinieron a el
unos trayendo a un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían
acercarse a el a causa de la
multitud, quitaron parte del techo de donde el estaba y, a través de la
abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe
de ellos, dijo al paralítico: - Hijo, tus pecados
te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los
cuales pensaban para si: “¿por qué habla este de ese modo? Blasfemias dice.
¿quién puede perdonar pecados ,sino solo Dios?”.
Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban de esta manera
dentro de si mismos, les pregunto: - ¿por qué pensáis así? ¿qué es mas fácil,
decir al paralítico: “tus pecados te son perdonados”, o decirle: “levántate,
toma tu camilla y anda”?. Pues para que sepáis que el hijo del hombre tiene
potestad en la tierra para perdonar pecados –dijo al paralítico -: A ti te
digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Entonces el se levanto y,
tomando su camilla, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron y
glorificaron a Dios, diciendo: - nunca hemos visto tal cosa. Después volvió a
la orilla del mar; y toda la gente venia a el, y les enseñaba. Al pasar, vio a
levi hijo de alfeo sentado en el banco de los tributos publico, y le dijo: - Sígueme.
Y levantándose, lo siguió. Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de
el, muchos publícanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús
y sus discípulos, porque eran muchos los que lo habían seguido. Los escribas y
los fariseos, viéndolo comer con los publícanos y con los pecadores, dijeron a
los discípulos: - ¿Qué es esto, que el come y bebe con los publícanos y
pecadores?. Al oír esto Jesús, les dijo: - los sanos no tienen necesidad de
medido, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Los
discípulos de juan y los de los
fariseos estaban ayunando. Entonces fueron y le preguntaron: - ¿por qué los
discípulos de juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?.
Jesús le dijo: - ¿Acaso pueden ayunar los que están de bodas mientras esta
con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar.
Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces, en aquellos
días, ayunaran. “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra
manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo y se hace peor la rotura. Y
nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los
odres, el vino se derrama y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres
nuevos se ha de echar. Aconteció que al pasar el por los sembrados un sábado,
sus discípulos, mientras andaban, comenzaron
a arrancar espigas. Entonces los fariseos le dijeron: - mira, ¿por qué hacen
en sábado lo que no es licito?. Pero
el les dijo: - ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió
hambre, el y los que con el estaban; como entro en la casa
de Dios, siendo abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la
proposición, de los cuales no es licito comer sino a los sacerdotes, y aun dio
a los que con el estaban?. También
les dijo: - El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa
del sábado. Por tanto, el hijo del hombre es señor aun del sábado.
3
Otra vez entro Jesús en la sinagoga. Había allí un hombre que tenia seca una
mano. Y lo acechaban para ver si lo sanaría en sábado, a fin de poder
acusarlo. Entonces dijo al hombre que tenia al mano seca: - Levántate y ponte
en medio. Y les pregunto: - ¿Es
licito en los sábados hacer el bien o hacer el mal; salvar una vida, o
quitarla?. Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos con enojo, entristecido
por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: - Extiende tu mano. El la
extendió, y la mano le fue
restaurada sana. Salieron entonces los fariseos y se confabulaban con los
herodianos para destruirlo. Pero Jesús se retiro al mar con
sus discípulos, y lo siguió gran multitud de galilea. También de
Judea, de Jerusalén, de idumea, del otro lado del jordán y de los alrededores
de tiro y de sidon, oyendo cuan grandes cosas hacia, grandes multitudes vinieron
a el. Entonces dijo a sus discípulos que le tuvieran siempre lista la barca,
para evitar que la multitud lo oprimiera, pues, como había sanado a muchos,
todos los que tenían plagas se echaban sobre el para tocarlo. Y los espíritus
impuros, al verlo, se postraban delante de el y gritaban: - ¡Tu eres el hijo de
Dios! Pero el los reprendía para que no lo descubrieran. Después subió al
monte y llamo así a los que el quiso, y vinieron a el. Designo
entonces a doce para que estuvieran con el, para enviarlos a predicar y
que tuvieran autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a
Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro, a Jacobo, hijo de zebedeo, y a juan,
hermano de Jacobo, a quienes apellido boanerges, es decir, “hijos del
trueno”; a Andrés, Felipe, Bartolomé, mateo, tomas, Jacobo hijo de alfeo,
Tadeo, Simón, el cancaneo, y judas iscariote, el que lo entrego. Volvieron a
casa, y se junto de nuevo tanta gente que ni siquiera podían comer pan. Cuando
lo oyeron los suyos, vinieron para prenderlo, porque decían: “Esta fuera de
si”. Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenia a
Belcebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. Y
habiéndolos llamado, les hablaba en parábolas: -¿Cómo puede Satanás echar
fuera a Satanás?. Si un reino esta dividido contra si mismo, tal reino no puede
permanecer. Y si una casa esta dividida contra si misma, tal casa no puede
permanecer. Y si Satanás se levanta contra si mismo y se divide, no puede
permanecer, sino que ha llegado su fin. “ Nadie puede entrar en la casa de un
hombre fuerte y saquera sus bienes, si antes no lo ata; solamente así podrá
saquear su casa. “De cierto os digo que todos los pecados y las blasfemias,
cualquiera que sean, les serán perdonados a los hijos de los hombres; pero
el que blasfeme contra el espíritu santo,
no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Es que ellos
habían dicho: “tiene espíritu impuro”. Entre tanto, llegaron sus hermanos
y su madre y, quedándose afuera, enviaron a llamarlo. Entonces la gente que
estaba sentada alrededor de el le dijo: - Tu madre y tus hermanos están afuera
y te buscan. El respondió
diciendo: - ¿Quién son mi madre y mis hermanos? Y mirando
a los que estaban sentados alrededor de el, dijo: - Aquí están mi madre
y mis hermanos, porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre.
4
Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar. Y se reunió alrededor de el
tanta gente, que subió a una barca que estaba en el mar, y se sentó; mientras,
la gente se quedaba en la orilla.
Entonces le enseñaba por medio de parábolas muchas
cosas. Les decía en su enseñanza: - Oíd: El sembrador salió a
sembrar; y, al sembrar, aconteció que una parte cayo junto al camino, y
vinieron las aves del cielo y se la comieron. Otra parte cayo en pedregales,
donde no había mucha tierra, y broto pronto, porque la tierra no era profunda;
pero cuando salió el sol se quemo, y como no tenia raíz, se seco. Otra parte
cayo entre espinos; y los espinos crecieron
y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayo en buena tierra, y
dio fruto, pues broto, creció y produjo a treinta, a sesenta y a ciento por
uno. Entonces añadió: - El que tiene oídos para oír, oiga. Cuando quedo
solo, los que estaban cerca de el con los doce le preguntaron
sobre la parábola. Y les dijo: - A vosotros os es dado saber el misterio
del reino de Dios; pero a los que están fuera, por parábolas todas las cosas,
para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no
se conviertan y les sean perdonados los pecados. Y les dijo: - ¿No entendéis
esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las
parábolas? El sembrador es el que siembra la palabra. Los de junto el
camino son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen
viene Satanás y quita la palabra que se sembró en sus corazones. De igual
modo, los que fueron sembrados en pedregales con los que, al oír la palabra, al
momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en si y no se mantienen
firmes; por eso, cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la
palabra, tropiezan. Los que fueron sembrados entre espinos son los que oyen la
palabra, pero los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas y las
codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y la hacen infructuosa. Y
los que fueron sembrados en buena tierra son los que oyen la palabra, la reciben
y dan fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno. También les dijo: - ¿Acaso
se trae la luz para ponerla debajo de una vasija o debajo de la cama? ¿No es
para ponerla en el candelero? Pues bien, nada hay oculto que no haya de ser
manifestado, ni escondido que no haya de salir a la luz. Si alguno tiene
oídos para oír, oiga. Les dijo también: - Prestad atención a lo que oís,
porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a
vosotros los que oís, porque al que tiene, se le dará; pero al que no tiene,
aun lo que tiene se le quitara. Decía además: “ Así es el reino de Dios,
como cuando un hombre echa semilla
en la tierra. Duerma y vele, de noche y de día, la semilla brota y crece sin
que el sepa como, porque de por si lleva fruto la tierra: primero hierba, luego
espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto esta maduro, en
seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”. Decía también: “¿A
que aunque compararemos el reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para
representarlo? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra es la mas
pequeña de todas las semillas que hay en la tierra, pero después de sembrado
crece y se hace la mayor de todas las hortalizas, y
echa grandes ramas, de tal
manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra”. Con muchas parábolas
como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas
no les hablaba, aunque a sus discípulos se lo explicaba todo en privado. Aquel
día, cuando llego la noche, les dijo: - Pasemos al otro lado. Una vez despedida
la multitud, se lo llevaron tal como estaba en la barca. También
había otras barcas. Pero se levanto una gran tempestad de viento que
echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. El estaba en la
popa, durmiendo sobre un cabezal. Lo despertaron y le dijeron: - ¡Maestro!, ¿no
tienes cuidado que perecemos? El, levantándose, reprendió al viento y dijo al
mar: - ¡Calla, enmudece!. Entonces ceso el viento y sobrevino una gran calma. Y
les dijo: - ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
Entonces sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro: - ¿Quién es
este, que aun el viento y el mar lo obedecen?.
5
Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. Cuando salió el
de la barca, en seguida vino a su
encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu impuro que habitaba en
los sepulcros y nadie podía atarlo, ni aun con cadenas. Muchas veces había
sido atado con grillos y cadenas, pero las cadenas habían sido hechas pedazos
por el, y desmenuzados los grillos. Nadie lo podía
dominar. Y siempre, de día y
de noche, andaba gritando en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con
piedras. Cuando vino, pues, a Jesús de lejos, corrió y se arrodillo ante el. Y
clamando a gran voz, dijo: - ¿Qué tienes conmigo, Jesús, hijo de Dios
Altísimo? ¡Te conjuro por Dios que no me atormentes!, porque le decía: “Sal
de este hombre, espíritu impuro”. Jesús le pregunto: - ¿Cómo te llamas? Y
respondió diciendo: - Legión me llamo, porque somos muchos. Y le rogaba mucho
que no los enviara fuera de aquella región. Estaba allí cerca del monte un
gran hato de cerdos paciendo. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: - Envíanos
a los cerdos para que entremos en ellos. Jesús, de inmediato, les dio
permiso. Y saliendo aquellos espíritus
impuros, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos
mil. El hato se precipito al mar por un despeñadero, y en el mar se
ahogaron. Los que cuidaban los cerdos huyeron y dieron aviso en la ciudad y en
los campos. Y la gente salió a ver que era aquello que había sucedido.
Llegaron a Jesús y vieron al que había estado atormentado por el demonio, el
que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron
miedo. Y los que lo habían visto les contaron lo que
le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos.
Entonces comenzaron a rogarle que se fuera de sus
contornos. Al entrar el en la barca, el que había estado endemoniado le
rogaba que lo dejara quedarse con el. Pero Jesús no se lo permitió, sino que
le dijo: - Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuan
grandes cosas el Señor ha hecho contigo y como ha tenido misericordia de
ti. El se fue y comenzó a publicar en Decapolis cuan grandes cosas había hecho
Jesús con el; y todos se maravillaban. Al pasar
otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió a su alrededor
una gran multitud; y el estaba junto al mar. Y vino un alto dignatario de la
sinagoga, llamado jairo. Al verlo, se postro a sus pies, y le rogaba mucho,
diciendo: - Mi hija esta agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea
salva, y viva. Fue, pues, con el, y lo seguía una gran multitud, y lo
apretaban. Pero una mujer que desde hacia doce años padecía flujo de sangre, y
había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que
tenia y de nada le había servido,
antes le iba peor, cuando oyó
hablar de Jesús se acerco por detrás entre la multitud y toco su manto, porque
decía: “Si toco tan solo su manto, seré salva”.
Inmediatamente la fuente de su sangre se seco, y sintió en el cuerpo que
estaba sana de su azote. Luego Jesús, conociendo en si mismo el poder
que había salido de el, volviéndose a la multitud, pregunto: - ¿Quién
ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: - Ves que la multitud te
aprieta, y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”. Pero el miraba alrededor
para ver quien lo había hecho. Entonces la mujer, temiendo y temblando,
sabiendo lo que en ella había sido
hecho, vino y se postro delante de el y le dijo toda la verdad. El le dijo: -
Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad. Mientras
el aun hablaba, vinieron de casa del alto dignatario de la sinagoga, diciendo: -
Tu hija ha muerto, ¿para que molestas mas al maestro? Pero Jesús, luego que oyó
lo que se decía, dijo al alto dignatario de la sinagoga: - No temas, cree
solamente. Y no permitió que lo siguiera nadie sino Pedro, Jacobo y juan,
hermano de Jacobo. Vino a casa del alto dignatario de la sinagoga, y vino el
alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. Entro y les dijo: - ¿Por qué
alborotáis y lloráis? La niña no esta muerta, sino dormida. Y se burlaban de
el. Pero el, echando fuera a todos, tomo al padre y a la madre de la niña, y a
los que estaban con el, y entro donde estaba la niña. Tomo la mano de la niña
y le dijo: - ¡Talita cumi! (Que significa: “niña, a ti te digo, levántate”).
Inmediatamente la niña se levanto y andaba, pues tenia doce años. Y la gente
se lleno de asombro. Pero el les insistió en que a nadie lo supiera, y dijo que
dieran de comer a la niña.
6
Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y lo seguían sus discípulos. Cuando
llego el sábado, comenzó a enseñar en
la sinagoga; y muchos, oyéndolo, se admiraban y preguntaban: - ¿De donde saca
este estas cosas? ¿ Y que sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros
que por sus manos son hechos? ¿ No
es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de judas y
de Simón? ¿No están también aquí
con nosotros sus hermanas?. Y se escandalizaban de el: Pero Jesús les dijo: -
No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, entre sus parientes y en su
casa. No pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sano a unos pocos enfermos
poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos.
Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando. Después llamo a los doce y
comenzó a enviarlos de dos en dos, y les dio autoridad sobre los espíritus
impuros. Les mando que no llevaran nada para el camino, sino solamente bastón.
Ni bolsa, ni pan, ni dinero en el cinto; sino que calzaran sandalias y no
llevaran dos túnicas. Y añadió: - Dondequiera que entréis en una casa, posad
en ella hasta que salgáis de aquel
lugar. Y si en algún lugar no os reciben ni os oyen, salid de allí y sacudid
el polvo que esta debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De
cierto os digo que en el día del juicio será mas tolerable el castigo
para los de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad. Y saliendo, predicaban que
los hombres se arrepintieran. Y echaban fuera muchos demonios, ungían con
aceite a muchos enfermos y los sanaban. Oyó el rey herodes la fama de Jesús,
porque su nombre se había hecho notorio, y dijo: - Juan el bautista ha
resucitado de los muertos, y por eso actúan en el estos poderes. Otros decían:
“Es Elías”. Y otros: “Es un profeta, como los profetas antiguos”. Al oír
esto, herodes dijo: - Este es juan, el que yo decapite, que ha resucitado de los
muertos. El mismo herodes había enviado a prender a juan, y lo había
encadenado en la cárcel por causa de
herodias, mujer de Felipe, su hermano, pues la había tomado por mujer, porque
juan había dicho a herodes: “No te
esta permitido tener la mujer de tu hermano”. Por eso, herodias lo acechaba y
deseaba matarlo; pero no podía, porque herodes temía a juan, sabiendo que era
un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, se quedaba muy
perplejo, pero lo escuchaba de buena gana. Llego el día oportuno cuando
herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y
tribunos y a los altos dignatarios de galilea. Entro la hija de herodias y
danzo, y agrado a herodes y a los que estaban con el a la mesa. El rey entonces
dijo a la muchacha: - Pídeme lo que quieras y yo te lo daré. Y le juro: - Todo
lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino. Saliendo ella, dijo a su
madre: - ¿qué pediré? Y esta le dijo: - la cabeza de juan el bautista.
Entonces ella entro apresuradamente ante el rey, y pidió diciendo: -
Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de juan el bautista. El rey
se entristeció mucho, pero a causa del juramento y de los que estaban con el a
la mesa, no quiso desairarla. En seguida el rey, enviando a uno de la guardia,
mando que fuera traída la cabeza de juan. El guarda fue y lo decapito en la cárcel,
trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su
madre. Cuando oyeron esto sus discípulos,
vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro. Entonces los apóstoles
se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían
enseñado. El les dijo: - Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y
descansad un poco, porque eran
muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. Y
se fueron solos en una barca a un
lugar desierto. Pero muchos los vieron ir y lo reconocieron; entonces muchos
fueron allá a pie desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron
a el. Salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque
eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
Cuando ya era muy avanzada la hora, sus discípulos se acercaron a el, y le
dijeron: - El lugar es desierto y la hora ya muy avanzada. Despídelos para que
vayan a los campos y aldeas de alrededor y compren pan, pues no tienen que
comer. Respondiendo el, les dijo: - Dadles vosotros de comer. Ellos le dijeron:
- ¿Quieres que vayamos y compremos pan ppor doscientos denarios y les demos de
comer?. El les pregunto: - ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Y al saberlo,
dijeron: - Cinco, y dos peces. Entonces les mando que hicieran recostar a todos
por grupos sobre la hierba verde. Se recostaron por grupos, de ciento en
ciento, y de cincuenta en
cincuenta. Entonces tomo los cinco panes y los dos peces y, levantando los ojos
al cielo, bendijo, y partió los panes y dio a sus discípulos para que los
pusieran delante; también repartió los dos peces entre todos. Comieron todos y
se saciaron. Y recogieron, de los
pedazos y de lo que sobro de los peces, doce cestas llenas. Los que comieron
eran cinco mil hombres. En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e
ir delante de el a betsaida, en la otra ribera, entre tanto que el despedía a
la multitud. Y después que los despidió, se fue al monte a orar. Al llegar la
noche, la barca estaba en medio del mar, y el solo en tierra. Viéndolos remar
con gran esfuerzo, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta
vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.
Viéndolo ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y gritaron,
porque todos lo veían, y se asustaron. Pero en seguida hablo con ellos, y les
dijo: - ¡Tened animo! Soy yo, no
temáis. Subió a la barca con ellos, y se calmo el viento. Ellos se asustaron
mucho, y se maravillaban, pues aun no habían entendido lo de los panes, por
cuanto estaban endurecidos sus corazones. Terminada la travesía, vinieron a
tierra de genesaret y arribaron a la orilla. Al salir ellos de la barca, en
seguida la gente lo reconoció. Mientras recorrían toda la tierra de alrededor,
comenzaron a traer de todas las partes enfermos en camillas a donde oían que
estaba. Y donde quiera que entraba, ya fuera en aldeas, en ciudades o en campos,
ponían en las calles a los que estaban enfermos y le rogaban que los dejara
tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban sanos.
7
Se acercaron a Jesús los fariseos y algunos de los escribas, que habían venido
de Jerusalén; estos, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan
con manos impuras, esto es, no lavadas, los condenaban, (pues los fariseos y
todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si no se lavan
muchas veces las manos, no comen. Y cuando regresan de la plaza, si no se lavan,
no comen. Y otras muchas cosas hay que
se aferran en guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, de los
jarros, de los utensilios de metal y de las camas.) Le preguntaron, pues,
los fariseos y los escribas: - ¿Por qué tus discípulos no andan
conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?
Respondiendo el, les dijo: - ¡Hipócrita! Bien profetizo de vosotros Isaías,
como esta escrito: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón esta lejos
de mi, pues en vano me honran, enseñando con doctrinas, mandamientos de
hombres”. Porque, dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición
de los hombres: los lavamientos de los jarros y los vasos de beber.
Y haces otras cosas semejantes. Les decía también: - Bien invalidéis
el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición, porque moisés dijo:
“honra a tu padre y a tu madre” y “El que maldiga al padre o
a la madre, muera irremisiblemente”,
pero vosotros decís “Basta que diga el nombre al padre o a la madre:
“Es corban (que quiere decir: mi ofrenda a Dios) todo aquello con que
pudiera ayudarte”, y no lo
dejáis hacer mas por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios
con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis
semejantes a estas. Llamando así a toda la multitud, les dijo: - Oídme todos y
entended: Nada hay fuera del hombre que entre en el, que lo pueda contaminar;
pero lo que sale de el, eso es lo que contamina al hombre. Si alguno tiene oídos
par oír, oiga. Cuando se alejo de la multitud y entro en casa, le preguntaron
sus discípulos sobre la parábola. El les dijo: - ¿También vosotros estáis
así, sin entendimiento? ¿No entendéis que nada de fuera que entra en el
hombre lo puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre,
y sale a la letrina?. Esto decía, declarando limpios todos los alimentos. Pero
decía que lo que sale del hombre, eso contamina al hombre, porque de dentro,
del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, los
fornicarios, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño,
la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez.
Todas estas maldades salen de dentro y contamina al hombre. Levantándose
de allí, se fue a la región de tiro y de sidon. Entro en una casa, y no quería
que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse. Una mujer, cuya hija tenia un espíritu
impuro, luego que oyó de el vino y se postro a sus pies. La mujer era griega,
sirofenicia de origen, y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio. Pero
Jesús le dijo: - Deja primero que se sacien los hijos, porque no esta bien
tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros. Respondió ella y le dijo: -
Si, Señor; pero aun los perros, debajo de la mesa, comen de las migajas de los
hijos. Entonces le dijo: - Por
causa de esta palabra, vete; el demonio ha salido de tu hija. Cuando la mujer
llego a su casa, hallo a la hija acostada en la cama, y que el demonio había
salido de ella. Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por sidon al mar
de galilea, pasando por la región de Decapolis. Le trajeron
un sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera la mano sobre el.
Entonces, apartándolo de la gente, le metió los dedos en los oídos, escupió
y toco su lengua. Luego, levantando los ojos al cielo, gimió y le dijo: - ¡Efata!
(que quiere decir: “Se abierto”). Al momento fueron abiertos sus oídos, se
desato la ligadura de su lengua y hablaba bien. Y les mando que no lo dijeran a
nadie; pero, cuanto mas les mandaba, tanto mas y mas lo divulgaban. Y en gran
manera se maravillaban, diciendo: - Bien
lo ha hecho todo; hace a los sordos oír y a los mudos hablar.
8
En aquellos días, como había una gran multitud y no tenían que comer, Jesús
llamo a sus discípulos y les dijo: – Tengo compasión de la gente, porque ya
hace tres días que están conmigo y no tienen que comer; y si los envío en
ayunas a sus casas, se desmayaran en
el camino, pues algunos de ellos han venido de muy lejos.
Sus discípulos le respondieron: - ¿De donde podrá alguien saciar de
pan a estos aquí en el desierto? El les pregunto: - ¿Cuántos panes
tenéis? Ellos dijeron: - Siete. Entonces mando a la multitud que se
recostara en tierra, tomo los siete panes y, habiendo
dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran
delante; y los pusieron delante de la multitud. Tenían además unos pocos
pececillos; los bendijo y mando que también los pusieran delante. Comieron y se
saciaron; y recogieron, de los pedazos que habían sobrado, siete canastas. Los
que comieron eran como cuatro mil; y los despidió. Luego, entrando en la barca
con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta. Vinieron entonces los
fariseos y comenzaron a discutir con el, pidiéndole señal del cielo para
tentarlo. El, gimiendo en su espíritu, dijo: - ¿Por qué pide señal esta
generación? De cierto os digo que
no se dará señal a esta generación. Y dejándolos, volvió a entrar en la
barca y se fue a la otra ribera. Se
olvidaron de llevar pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. Y el les
mando, diciendo: - Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la
levadura de herodes. Discutían entre si, diciendo: - Es porque no trajimos pan.
Entendiéndolo Jesús, les dijo: - ¿Qué discutís?, ¿Por qué no tenéis pan?
¿no entendéis ni comprendéis?
¿ Aun tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo
oídos no oís? ¿ No recordáis?
Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los
pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: - Doce. – Y cuando repartí los siete
panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis?.
Y ellos dijeron: - Siete. Y les
dijo: - ¿Cómo es que aun no entendéis?.
Vino luego a betsaida, y le trajeron un ciego, y le rogaron que lo
tocara. Entonces, tomando la mano del ciego, lo saco fuera de la aldea; escupió
en sus ojos, puso sus manos sobre el y le pregunto si veía algo. El, mirando,
dijo: - Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. Luego le puso
otra vez las manos sobre los ojos, le hizo que mirara; y fue restablecido, y vio
de lejos y claramente a todos. Jesús le envío a su casa, diciendo: - No entres
en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea. Salieron Jesús y sus discípulos
por las aldeas de cesárea de filipo. Y en
el camino pregunto a sus discípulos, diciéndoles: - ¿Quién dice los hombres
que soy yo? Ellos respondieron: - Unos, juan el
bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. Entonces el les
dijo: - Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: - Tu
eres el Cristo. Pero el les mando que no dijeran esto de el a nadie. Comenzó a
enseñarles que le era necesario al
hijo del hombre padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los
principales sacerdotes y por los escribas, ser muerto y resucitar después de
tres días. Esto les decía claramente. Entonces Pedro lo tomo aparte y comenzó
a reconvenirlo. Pero, el volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a
Pedro, diciendo: - ¡Quítate de delante de mi, Satanás!, porque no pones la
mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Y llamando a la gente y a
sus discípulos, les dijo: - Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si
mismo, tome su cruz y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y
todo el que pierda su vida por causa de mi y del evangelio, la salvara, porque
¿de que le aprovechara al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? ¿ O
que recompensa dará el hombre por su alma?. Por tanto, el que se avergüence de
mi y de mis palabras en esta generación adultera y pecadora, también el hijo
del hombre se avergonzara de el cuando venga en la gloria de su padre con los
santos ángeles.
9
También les dijo: - De cierto os digo que algunos de los que están aquí no
gustaran la muerte hasta que hayan visto que el reino de Dios ha venido con
poder. Seis días después, Jesús tomo a Pedro, a Jacobo y a juan, y los llevo
aparte solos a un monte alto. Allí se transfiguro delante de ellos. Sus
vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que
ningún lavador en la tierra los puede dejar tan blancos. Y vieron a Elías y a
moisés que hablaban con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: - ¡Maestro,
bueno es para nosotros que estemos aquí! Hagamos
tres enramadas: una para ti, otra para moisés y otra para Elías. No
sabia lo que hablaba, pues estaban
asustados. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz
que decía: “Este es mi hijo amado; a el oíd”. Y luego, cuando miraron, no
vieron a nadie mas con ellos, sino a Jesús solo. Mientras descendía del monte,
les mando que a nadie dijeran lo que habían visto, hasta que el hijo del hombre
hubiera resucitado de los muertos. Por eso guardaron la palabra entre si,
discutiendo que seria aquello de resucitar de los muertos. Le preguntaron,
diciendo: - ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga
primero? Respondiendo el, les dijo: - Elías a la verdad
vendrá primero y restaurara todas las cosas. Pero ¿no dice la escritura
que el hijo del hombre debe padecer mucho y ser despreciado? Pero os digo que Elías
ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como esta escrito de el. Cuando
llego a donde estaban los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos,
y escribas que discutían con ellos. En seguida toda la gente, viéndolo, se
asombro; y corriendo a el, lo saludaron. El les pregunto: - ¿Qué discutís con
ellos? Respondiendo uno de la multitud, dijo: - Maestro, traje a ti mi hijo, que
tiene un espíritu mudo, el cual,
dondequiera que lo toma, lo sacude; echa espumarajos, cruje los dientes y se va
secando. Dije a tus discípulos que lo echaran fuera, pero no pudieron.
Respondiendo el, les dijo: - ¡Generación incrédula! ¿Hasta cuando he de
estar con vosotros? ¿Hasta cuando
os he de soportar? Traédmelo. Se lo trajeron, y cuando el espíritu vio a Jesús,
sacudió con violencia al muchacho, que cayo al suelo revolcándose y echando
espumarajos. Jesús pregunto al padre: - ¿Cuánto tiempo hace que le sucede
esto?. El dijo: - Desde niño. Y muchas veces lo arroja al fuego o al
agua, para matarlo; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de
nosotros y ayúdanos. Jesús le dijo: - Si puedes creer, al que cree todo le es
posible. Inmediatamente el padre del muchacho clamo y dijo: - Creo; ayuda mi
incredulidad. Cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu
impuro, diciéndole: - Espíritu mudo y sordo, yo te mando que salgas de el y no
entres mas en el. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndolo con violencia,
salió; y el quedo
como muerto, de modo que muchos decían: “esta muerto”.
Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo enderezo; y se levanto. Cuando el
entro en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: - ¿por qué nosotros no
pudimos echarlo fuera? Y les dijo: - Este genero con nada puede salir, sino con
oración y ayuno. Saliendo de allí, caminaron por galilea; y no quería que
nadie lo supiera, pues enseñaba a sus discípulos, y les decía: - El hijo del
hombre será entregado en manos de hombres, y lo mataran; pero, después de
muerto, resucitara al tercer día. Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían
miedo de preguntarle. Llego a capernaum y, cuando estuvo en casa, les pregunto:
- ¿Qué discutíais entre vosotros por el camino? Pero ellos callaron, porque
por el camino habían discutido entre si sobre quien había
de ser mayor. Entonces el se sentó, llamo a los doce y les dijo: - Si
alguno quiere ser el primero, será el ultimo de todos y el servidor de todos. Y
tomo a un niño, lo puso en medio de ellos y, tomándolo en sus brazos, les
dijo: - El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mi; y el
que a mi me recibe, no me recibe a mi sino al que me envío. Juan le respondió
diciendo: - Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios,
pero el no nos sigue, y se lo prohibimos porque no nos seguía. Pero Jesús
dijo: - No se lo prohibáis, porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre,
que luego pueda hablar mal de mi, pues el que no esta contra nosotros, por
nosotros esta. Y cualquiera que os de un
vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no
perderá su recompensa. A cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos
que creen en mi, mejor le seria que se le atara una piedra de molino al cuello y
se le arrojara al mar. Si tu mano te es ocasión de caer, córtala, porque mejor
te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego
que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se
apaga. Y si tu pie te es ocasión de caer, córtalo, porque mejor te es entrar
en la vida cojo, que teniendo dos
pies ser arrojado al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el
gusano de ellos no muere y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo
te es ocasión de caer, sácalo, porque
mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos
ser arrojado al infierno, donde el gusano de ellos no muere y el fuego nunca se
apaga. Todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.
Buena es la sal; pero si la sal se hace insípida, ¿con que la sazonareis?
Tened sal en vosotros mismos, y vivid en paz los unos
con los otros.
10
Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del jordán. Y
volvió el pueblo a juntarse a el, y de nuevo les enseñaba como solía. Se
acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarlo, si era licito al marido
repudiar a su mujer. El, respondiendo, les dijo: - ¿Qué os mando moisés?
Ellos dijeron: - Moisés permitió dar carta de divorcio y repudiarla.
Respondiendo Jesús, les dijo: - Por la dureza de vuestro corazón os escribió
este mandamiento; pero al principio de la creación, hombre y mujer los hizo
Dios. Por esto dejara el hombre a su padre y a su madre, y se unirá
a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya mas dos,
sino uno. Por tanto, lo que Dios junto, no lo separe el hombre. En casa
volvieron los discípulos a preguntarle sobre lo mismo, y les dijo: - Cualquiera
que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y la
mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio. Le presentaban
niños para que los tocara, pero los discípulos reprendían a los que los
presentaban. Viéndolo Jesús, se indigno y les dijo: - Dejad a los niños
venir a mi, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de
Dios. De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como a un niño,
no entrara en el. Y tomándolos en los brazos, ponía las manos sobre ellos y
los bendecía. Al salir el para
seguir su camino, llego uno corriendo y, arrodillándose
delante de el, le pregunto: - Maestro bueno, ¿qué haré
para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: - ¿Por qué me llamas
bueno? Nadie es bueno, sino solo
uno, Dios. Los mandamientos sabes: “no adulteres. No mates. No hurtes. No
digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre”. El
entonces, respondiendo , le dijo: - Maestro, todo esto lo he guardado desde mi
juventud. Entonces Jesús, mirándolo, lo amo y le dijo: - Una cosa te falta:
anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, tendrás tesoro en el cielo;
y ven , sígueme, tomando tu cruz. Pero el, afligido por esta palabra, se fue
triste, porque tenia muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor,
dijo, a sus discípulos: -¡Cuan difícilmente entraran en el reino de Dios los
que tienen riquezas!. Los discípulos se asombraron de sus palabras, pero Jesús,
respondiendo, volvió a decirles: - Hijos, ¡Cuan difícil les es entrar en el
reino de Dios a los que confían en las riquezas! Mas fácil es pasar un camello
por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se
asombraron aun mas, diciendo entre si: -¿Quién, pues, podrá ser salvo?
Entonces Jesús, mirándolos, dijo: - Para los hombres es imposible, pero
no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios. Entonces Pedro
comenzó a decirle: - Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Respondió
Jesús y dijo: - De cierto os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o
hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa
de mi y del evangelio, que no reciba cien veces mas ahora en este tiempo: casas,
hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, aunque con persecuciones, y en el
siglo venidero la vida eterna. Pero muchos primeros serán los últimos, y los
últimos, primeros. Iban por el camino subiendo a Jerusalén. Jesús iba
delante, y ellos, asombrados, lo seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar
a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer: -
Ahora subimos a Jerusalén, y el hijo del hombre será entregado a los
principales sacerdotes y a los escribas. Lo condenaran a muerte y lo entregaran
a los gentiles. Se burlaran de el, lo azotaran, lo escupirán y lo mataran; pero
al tercer día resucitara. Entonces Jacobo y juan, hijos de zebedeo, se le
acercaron y le dijeron: - Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a
pedirte. El le pregunto: - ¿Qué queréis que os haga? – Concédenos que en
tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Entonces
Jesús les dijo: - No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo
bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos
respondieron: - Podemos. Jesús les dijo: - A la verdad, del vaso que yo bebo
beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado seréis bautizados; pero
el sentaros a mi derecha y a mi izquierda no es mío darlo, sino a aquellos para
quienes esta preparado. Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra
Jacobo y contra juan. Pero Jesús, llamándolos, les dijo: - Sabéis que los que
son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus
grandes ejercen sobre ellas potestad.
Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre
vosotros, será vuestro servidor; y el que de vosotros quiera ser el primero,
será siervo de todos, porque el hijo del hombre no vino para ser servido, sino
para servir y para dar su vida en rescate por todos. Entonces vinieron de Jericó;
y al salir de Jericó el, sus discípulos y una gran multitud, bartimeo, el
ciego, hijo de timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando. Al oír que
era Jesús Nazareno , comenzó a gritar: - ¡Jesús, hijo de David, ten
misericordia de mi! Y
muchos lo reprendían para que callara, pero el clamaba mucho mas: - ¡
Hijo de David, ten misericordia de mi!. Entonces Jesús, deteniéndose, mando
llamarlo; y llamaron al ciego, diciéndole: - Ten confianza; levántate, te
llama. El entonces, arrojando su capa, se levanto y vino a Jesús. Jesús le
pregunto: - ¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: - Maestro, que recobre
la vista. Jesús le dijo: - Vete, tu fe te ha salvado. Al instante recobro la
vista, y seguía a Jesús por el camino.
11
Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a betfage y a betania, frente al monte
de los olivos, Jesús envío a dos de sus discípulos, y le dijo: - Id a la
aldea que esta enfrente de vosotros, y al entrar en ella
hallareis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado.
Desatadlo y traedlo. Y si alguien
os pregunta: “¿Por qué hacéis eso?”, decid que el señor lo necesita y
que luego lo devolverá. Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta,
en el recodo del camino, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les
preguntaron: - ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos entonces les dijeron
como Jesús había dicho, y los dejaron ir. Trajeron el pollino a Jesús,
echaron sobre el sus mantos, y se sentó sobre el. También muchos tendían sus
mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por
el camino. Los que iban delante y los que venían detrás gritaban, diciendo: -
¡Hosana! ¡ Bendito el que viene en el nombre del señor! ¡ Bendito el reino
de nuestro padre David que viene! ¡ Hosana en las alturas! Entro Jesús en
Jerusalén y fue al templo. Después de observarlo todo, como ya anochecía,
se fue a betania con los doce. Al día siguiente, cuando salieron de
betania, tubo hambre. Viendo a lo lejos una higuera que tenia hojas, fue a ver
si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llego a ella,
nada hallo sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo
a la higuera: - ¡ Nunca jamás coma nadie fruto de ti! Y lo oyeron sus discípulos.
Vinieron, pues, a Jerusalén, y entretanto Jesús en el templo comenzó a echar
fuera a los que vendían y
compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los
que vendían palomas; y no consentía que
nadie atravesara el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba, diciendo:
- ¿ Ni esta escrito: “ Mi casa será llammada casa de oración para todas las
naciones”? Pero vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones. Lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban
como matarlo, porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo esta admirado
de su doctrina. Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.
Por la mañana, al pasar junto a la higuera, vieron que se había secado
desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: - Maestro, mira, la
higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: - Tened fe
en Dios. De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: “Quítate y
arrójate en el mar”, y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho
lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidáis
orando, creed que lo recibiereis, y os vendrá. Y cuando estéis orando,
perdonad, si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro padre que
esta en los cielos os perdone a vosotros vuestras
ofensas, porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro padre que esta en los
cielos os perdonara vuestras ofensas. Volvieron entonces
a Jerusalén y, andando el por el templo, se le acercaron los principales
sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le preguntaron: - ¿Con que autoridad
haces estas cosas? ¿Quién te dio autoridad para hacer estas cosas? Jesús,
respondiendo, les dijo: - Os haré yo también
una pregunta. Respondedme y os diré con que autoridad hago estas cosas.
El bautismo de juan , ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme.
Entonces ellos discutían entre si, diciendo: - Si decimos “del
cielo”, dirá: “¿por qué pues, no lo creísteis?”. ¿Y si decimos “ de
los hombres” ...? Pero temían al pueblo, pues todos tenían a juan como un
verdadero profeta. Así que, respondiendo, dijeron a Jesús: - No sabemos.
Entonces, respondiendo Jesús, les dijo: - Tampoco yo
os digo con que autoridad hago estas cosas.
12
Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: “ Un hombre planto una viña,
la rodeo con una cerca, cavo un lagar y edifico una torre; luego la arrendó a
unos labradores y se fue lejos. A su tiempo envío un siervo a los labradores
para recibir de estos del fruto de la viña. Pero ellos, tomándolo, lo
golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Volvió a enviarles otro siervo;
pero apedreándolo, lo hirieron en la cabeza, y también lo insultaron. Volvió
a enviar otro, y a este lo mataron. Después envío otros muchos: a unos los
golpearon y a otros los mataron. “ por ultimo, teniendo aun un hijo suyo,
amado, lo envío también a ellos, diciendo: “ tendrán respeto a mi hijo”.
Pero aquellos labradores dijeron entre si: “Este es el heredero; venid matémoslo,
y la heredad será nuestra”. Y tomándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de
la viña. “ ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Ira,
destruirá a los labradores y dará su viña a otros. “¿Ni aun esta
escritura habéis leído: “la piedra que desecharon los edificadores ha venido
a ser cabeza del ángulo. El señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a
nuestros ojos”?. Procuraban prenderlo, porque entendían que decía contra
ellos aquella parábola; pero temían a la multitud y , dejándolo, se fueron.
Le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos para que los
sorprendieran en alguna palabra. Viniendo ellos, le dijeron: - Maestro, sabemos
que eres hombre veraz y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia
de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es licito dar
tributo a cesar, o no? ¿ Daremos, o no daremos? Pero el, percibiendo la
hipocresía de ellos, les dijo: - ¿Por qué me tentáis? Traedme una denario
para que lo vea. Ellos se lo trajeron; y el entonces pregunto: - ¿De quien es
esta imagen y la inscripción? Ellos le dijeron: - De cesar. Respondiendo
Jesús, les dijo: - Dad a cesar lo que es de cesar, y a Dios lo que es de
Dios. Y se maravillaron de el.
Entonces vinieron a el los saduceos, los que dicen que no hay resurrección,
y le preguntaron, diciendo: - Maestro, moisés nos escribió que si el
hermano de alguno muere y deja esposa, pero no deja hijos, su hermano
debe casarse con ella y levantar descendencia
a su hermano. Hubo siete hermanos: el primero tomo esposa, y murió sin
dejar descendencia. Entonces el segundo se caso con ella, pero el también murió
sin dejar descendencia. Lo mismo paso con el tercero, y con los siete: ninguno
dejo descendencia. Finalmente, murió también la mujer. En la resurrección,
pues, cuando resuciten, ¿de cual
de ellos será la mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?. Entonces,
respondiendo Jesús, les dijo: - Erráis también en esto,
porque ignoráis las escrituras y el poder de Dios, porque cuando
resuciten de los muertos, ni se casaran ni se darán en casamiento, sino que serán
como los ángeles que están en los
cielos. Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el
libro de moisés como le hablo Dios en la zarza, diciendo: “Yo soy el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac, y el
Dios de Jacob”? ¡Dios no es Dios de muertos, sino de vivos! Así
que vosotros mucho erráis. Acercándose uno de los escribas, que los había
oído discutir y sabia que les había respondido bien ,le pregunto: -¿ Cual es
el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: - El primero de todos los
mandamientos es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el señor uno es. Y
amaras al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas”. Este es el principal mandamiento. El segundo
es semejante: “ Amaras a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro
mandamiento mayor que estos. Entonces el escriba le dijo: - Bien, maestro,
verdad has dicho, que uno es Dios y no hay otro fuera de el; y amarlo con todo
el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma y con todas las
fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es mas que todos los holocaustos y
sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo:
- No estas lejos del reino de Dios.
13
Al salir Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: - Maestro, ¡mira
que piedras y que edificios!. Jesús , respondiendo, le dijo:- ¿Ves estos
grandes edificios? No quedara piedra sobre piedra que no sea derribada. Y se
sentó en el monte de los olivos, frente al templo. Entonces Pedro, Jacobo, juan
y Andrés le preguntaron aparte: - Dinos, ¿ Cuando serán estas cosas? ¿ Y que
señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse? Jesús, respondiéndoles,
comenzó a decir: - Mirad que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi
nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo”; y engañaran a muchos. Pero cuando oigáis
de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que así
suceda; pero aun no es el fin, pues se levantaran nación contra nación y reino
contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y
alborotos; principios de dolores son estos. “Pero cuidad de vosotros mismos,
porque os entregaran a los concilios, y en las sinagogas os azotaran; y delante
de gobernadores y de reyes os llevaran por causa de mi, para testimonio a ellos.
Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. Pero
cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis por los que habéis de
decir, ni lo penséis, sino lo que os sea dado en aquella hora, eso hablad,
porque no sois vosotros los que habláis, sino el espíritu santo. El hermano
entregara a la muerte al hermano, y al padre al hijo; y se levantaran los hijos
contra los padres, y los mataran. Y seréis odiados por todos por causa de mi
nombre; pero el que persevere hasta el fin, este será salvo. “Pero cuando veáis
la abominación desoladora de que hablo el profeta Daniel, puesta donde no debe
estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los
montes. El que este en la azotea, no descienda a la casa ni entre para tomar
algo de su casa; y el que este en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. ¡Ay
de las que estén encinta y de las que críen en aquellos días! Orad, pues,
para que vuestra huida no sea en invierno, porque aquellos días serán de
tribulación cual nunca ha habido
desde el principio de la creación que Dios hizo, hasta este tiempo, ni la habrá.
Y si el señor no hubiera acortado aquellos días, nadie seria salvo; pero por
causa de los escogidos que el eligió, acorto aquellos días. “ Entonces, si
alguno os dice: “Mirad, aquí esta el Cristo” o “Mirad, allí esta”, no
le creáis, porque se levantaran falsos cristos y falsos
profetas, y harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible,
aun a los escogidos. Pero vosotros ¡Tened cuidado! Os lo he dicho todo de
antemano. “Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se
oscurecerá y la luna no dará su resplandor. Las estrellas caerán del cielo y
las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al
hijo del hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Entonces
enviara a sus ángeles y juntara a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el
extremo de la tierra hasta el otro extremo del cielo. “De la higuera aprended
la parábola: Cuando ya su rama esta tierna y brotan las hojas, sabéis que el
verano esta cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas
cosas, conoced que esta cerca, a las puertas. De cierto os digo que no pasara
esta generación sin que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasaran, pero
mis palabras no pasaran. “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun
los ángeles que están en el cielo, ni el hijo, sino el padre. Mirad, velad y
orad, porque no sabéis cuando será el tiempo. Es como el hombre que, yéndose
lejos, dejo su casa, dio autoridad a sus siervos, a cada uno le dio un trabajo y
al portero mando que velara. Velad, pues, porque no sabéis cuando vendrá el señor
de la casa; si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana;
para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros
digo, a todos lo digo: ¡Velad!.
14
Dos días después era la pascua y la
fiesta de los panes sin levadura. Los principales sacerdotes y los escribas
buscaban como prenderlo con engaño y matarlo. Y decían: “No durante la
fiesta, para que no se alborote el pueblo”. Pero estando el en betania,
sentado a la mesa en cada de Simón el leproso, vino una mujer con un vaso de
alabastro de perfume de nardo puro de mucho valor; y quebrando el vaso de
alabastro, se lo derramo sobre su cabeza. Entonces algunos se enojaron dentro de
si, y dijeron: - ¿Para que se ha hecho este desperdicio de perfume?, pues podía
haberse vendido por mas de trescientos denarios
y haberse dado a los pobres. Y
murmuraban contra ella. Pero Jesús le dijo: - Dejadla, ¿por qué la molestáis?
Buena obra me ha hecho. Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando
queráis les podréis hacer bien; pero a mi no siempre me tendréis. Esta ha
hecho lo que podía, porque se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la
sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en
todo el mundo, también se contara lo que esta ha hecho, para memoria de ella.
Entonces judas iscariote, unos de los doce, fue a los principales sacerdotes
para entregárselo. Ellos, al oírlo, se alegraron y prometieron darle dinero. Y
judas buscaba oportunidad para entregarlo. El primer día de la fiesta de los
panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la pascua, sus discípulos
le preguntaron: - ¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la
pascua? Y envío a dos de sus discípulos diciéndoles: - Id a la ciudad, y os
saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y donde
entre decid al señor de la casa: “ El maestro dice: “¿Dónde esta
el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?””. Entonces el
os mostrara un gran aposento alto ya dispuesto. Haced allí los preparativos
para nosotros. Fueron sus discípulos, entraron en la ciudad, hallaron lo que
les había dicho y prepararon la pascua. Cuando llego la noche vino el con los
doce. Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo
Jesús: - De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va
a entregar. Entonces ellos comenzaron a entristecerse y a decirle uno tras otro:
- ¿Seré yo? Y el otro: - ¿Seré yo? El, rrespondiendo, les dijo: - Es uno de
los doce, el que ,moja conmigo en el plato. A la verdad el hijo del hombre va,
como esta escrito de el, pero ¡ ay de aquel hombre por quien el hijo del hombre
es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido. Mientras comían, Jesús
tomo pan, lo bendijo, lo partió y
les dio, diciendo: - Tomad, esto es mi cuerpo.
Después tomo la copa y , habiendo dado gracias, les dio y bebieron de ella
todos. Y les dijo: - Esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es
derramada. De cierto os digo que no beberé mas del fruto de la vid, hasta
aquel día en que lo beba nuevo en el
reino de Dios. Después de haber cantado el himno, salieron al monte de
los olivos. Entonces Jesús les dijo: - Todos os escandalizareis de mi esta
noche, pues escrito esta: “Heriré al pastor y las ovejas serán
dispersadas”. Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a
galilea. Entonces Pedro le dijo: - Aunque todos se escandalicen, yo no. Y le
dijo Jesús: - De cierto te digo que tu hoy, en esta noche, antes que el gallo
haya cantado dos veces , me negaras tres veces. Pero el con mayor insistencia
decía: - Aunque tenga que morir contigo, no te negare. También todos
decían lo mismo. Vinieron, pues, a
un lugar que se llama getsemani, y dijo a sus discípulos: - Sentaos aquí,
entre tanto que yo oro. Se llevo consigo a Pedro, a Jacobo y a juan, y comenzó
a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: - Mi alma esta muy triste, hasta la
muerte; quedaos aquí y velad. Yéndose
un poco adelante, se postro en tierra, y oro que, si fuera posible, pasara de el
aquella hora. Y de decía: “¡ Abba, padre, todas las cosas son posibles para
ti. Aparta de mi esta copa; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo quieres
tu”. Vino luego y los hallo durmiendo, y dijo a Pedro: - Simón, ¿duermes? ¿no
has podido velar una hora? Velad y orad para que no entréis en tentación; el
espíritu a la verdad esta dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue y
oro, diciendo las mismas palabras. Al volver, otra vez los hallo durmiendo,
porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían que
responderle. Vino la tercera vez, y les dijo: - ¡ Dormid ya y descansad! ¡
basta, la hora ha llegado! He aquí, el hijo del hombre es entregado en manos de
los pecadores. “¡ Levantaos! ¡ Vamos! Ya se acerca el que me entrega. Aun
estaba el hablando cuando vino judas, que era
unos de los doce, y con el mucha gente con espadas y palos, de parte de
los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. El que lo
entregaba les había dado señal,
diciendo: “Al que yo bese, ese es. Prendedlo y
llevadlo con seguridad”. Cuando vino, se acerco luego
a el y le dijo: - ¡Maestro! ¡maestro! Y lo beso. Entonces ellos le
echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los que estaban allí, sacando la
espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le corto la oreja. Respondiendo
Jesús, les dijo: - ¿Cómo contra un
ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día estaba
con vosotros enseñando en el templo y no me prendisteis;
pero así es, para que se cumplan las escrituras. Entonces todos los discípulos
, dejándolo, huyeron. Pero cierto joven lo seguía, cubierto el cuerpo con una
sabana. Lo prendieron, pero el, dejando la sabana, huyo desnudo. Trajeron, pues,
a Jesús al sumo sacerdote; y se reunieron todos los principales sacerdotes, los
ancianos y los escribas. Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del
sumo sacerdote; y estaba sentado con los guardias, calentándose al fuego. Los
principales sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús para
entregarlo a la muerte, pero no lo hallaban, porque muchos daban falso
testimonio contra el, pero sus testimonios no concordaban. Entonces, levantándose
unos, dieron falso testimonio contra el, diciendo: - Nosotros lo hemos oído
decir: “Yo derribare este templo hecho a mano, y en tres días edificare otro
no hecho a mano”. Pero ni aun así concordaban en el testimonio. Entonces el
sumo sacerdote, levantándose en medio, pregunto a Jesús, diciendo: - ¿No
respondes nada? ¿Qué testifican estos en contra de ti?
Pero el callaba y nada respondía. El
sumo sacerdote le volvió a preguntar: - ¿Eres tu el Cristo, el hijo del
bendito? Jesús le dijo: - Yo soy. Y veréis al hijo del hombre sentado a la
diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo.
Entonces el sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo: - ¿qué mas
necesidad tenemos de testigos? Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y
todos ellos lo condenaron, declarándolo digno de muerte. Entonces algunos
comenzaron a escupirlo, a cubrirle el rostro, a darle puñetazos y a decirle:
“¡ profetiza!”. También los guardias le daban bofetadas. Estando Pedro
abajo, en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote,
y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándolo, le dijo: - Tu también
estabas con Jesús, el Nazareno. Pero el negó, diciendo: - no lo conozco, ni se
lo que dices. Y salió a la entrada, y canto el gallo. La criada, viéndolo otra
vez, comenzó a decir a los que estaban allí: - Este es uno de ellos. Pero el
volvió a negarlo. Poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a
Pedro: - Verdaderamente tu eres de ellos, porque eres Galileo y tu manera
de hablar es semejante a la de ellos. Entonces el comenzó a maldecir y a
jurar: - ¡ No conozco a este hombre de quien habláis! Y el gallo canto la
segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había
dicho: “ Antes que el gallo cante dos veces, me negaras tres veces”. Y
pensando en esto, lloraba.
15
Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con
los ancianos, con los escribas, y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado
y lo entregaron a Pilato. Pilato le
pregunto: - ¿Eres tu el rey de los judíos? Respondiendo el, le dijo: - Tu lo
dices. Y los principales sacerdotes lo acusaban mucho. Otra vez le pregunto
Pilato, diciendo: - ¿Nada respondes? Mira de cuantas cosas te acusan. Pero Jesús
ni aun con eso respondió, de modo que Pilato quedo muy extrañado. En el día
de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidieran. Y había uno que se
llamaba barrabas, preso con sus compañeros de motín que había cometido
homicidio en una revuelta. Viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciera
como siempre les había hecho. Pilato les respondió diciendo: - ¿Qué queréis
que os suelte al rey de los judíos?, porque sabia que por envidia lo habían
entregado los principales
sacerdotes. Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les
soltara mas bien a barrabas. Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: - ¿Qué,
pues, queréis
que haga del que llamáis rey
de los judíos?. Y ellos volvieron
a gritar: - ¡Crucifícalo! Pilato , queriendo satisfacer al pueblo, les soltó
a barrabas, y entrego a Jesús, después de azotarlo, para que fuera
crucificado. Entonces los soldados
lo llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y reunieron a toda la compañía.
Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona tejida de espinas y comenzaron
a saludarlo: - ¡Salve, rey de los judíos! Le golpeaban la cabeza con una caña,
lo escupían y, puestos de rodillas, le hacían reverencias. Después de haberse
burlado de el, le quitaron la púrpura, le pusieron sus propios vestidos y lo
sacaron para crucificarlo. Obligaron a uno que pasaba, Simón de cirene, padre
de Alejandro y de Rufo, que venia del campo, a que llevara la cruz. Y lo
llevaron a un lugar llamado gólgota,
(que significa: “lugar de la calavera”). Le dieron a beber vino mezclado con
mirra, pero el no lo tomo. Cuando lo crucificaron, repartieron entre si sus
vestidos, echando suertes sobre ellos para ver que se llevaría cada uno. Era la
hora tercera cuando lo crucificaron. El titulo escrito que señalaba la causa de
su condena era: “El Rey de los judíos”. Crucificaron también con el a dos
ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Así se cumplió la
escritura que dice: “ y fue contado con los pecadores”. Los que pasaban lo
insultaban, meneando la cabeza y diciendo: - ¿Bah! Tu que derribareis el templo
de Dios y en tres días lo reedificarías, sálvate a ti mismo y desciende de la
cruz. De esta manera también los principales sacerdotes, burlándose, se decían
unos a otros, con los escribas: - A
otros salvo, pero a si mismo no se puede salvar. ¡El Cristo! ¡Rey de Israel!
¡Que descienda ahora de la cruz,
para que veamos y creamos!. También los
que estaban crucificados con el lo insultaban. Cuando vino la hora sexta, hubo
tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y a la hora novena Jesús
clamo a gran voz, diciendo: -¡ Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? (que significa:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”). algunos de los que
estaban allí decían, al oírlo: - Mirad, llama a Elías. Corrió uno y,
empapando una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio de beber,
diciendo: - Dejad, veamos si viene Elías a bajarlo. Pero Jesús, lanzando un
fuerte grito, expiro. Entonces el velo del templo se rasgo en dos, de arriba
abajo. Y el centurión que estaba frente a el, viendo que después de clamar había
expirado así, dijo: - ¡ Verdaderamente este hombre era hijo de Dios!. También
había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María
Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y salome, quienes,
cuando el estaba en galilea, lo seguían y le servían; y otras muchas que habían
subido con el a Jerusalén. Cuando llego la noche, porque era la preparación,
es decir, la víspera del sábado, José de arimatea, miembro noble del
concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entro osadamente a
Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se sorprendió de que ya hubiera
muerto, y llamando al centurión, le pregunto si ya estaba muerto. E informado
por el centurión, dio el cuerpo a José, el cual compro una sabana y, bajándolo,
lo envolvió en la sabana, lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña
e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María
madre de José miraban donde lo ponían.
16
Cuando paso el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y salome,
compraron especias aromáticas para ir a ungirlo. Muy de mañana, el primer día
de la semana, vinieron al sepulcro, recién salido el sol. Pero decían entre
si: - ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando
miraron, vieron removida la piedra, aunque era muy grande. Y cuando entraron en
el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga
ropa blanca, y se asustaron. Pero el les dijo: - No os asustéis; buscáis a Jesús
Nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no esta aquí; Mirad el
lugar en donde lo pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que el
va delante de vosotros a galilea; allí lo veréis, como os dijo. Ellas salieron
huyendo del sepulcro, porque les había entrado temblor y espanto; y no dijeron
nada a nadie, porque tenían miedo. Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana,
el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien
había echado siete demonios. Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado
con el, los cuales estaban tristes y llorando. Ellos, cuando oyeron que vivía y
que había sido visto por ella, no lo creyeron.
Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino al
campo. Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos les
creyeron. Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la
mesa, y les reprocho su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído
a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: - Id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, será salvo;
pero el que no crea, será condenado. Estas señales seguirán
a los que creen: En mi nombre echaran fuera demonios, hablaran nuevas
lenguas, tomaran serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les
hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanaran.
Y el señor, después que les hablo, fue recibido arriba en el cielo y se
sentó a la diestra de Dios. Ellos, saliendo, predicaron en todas las partes,
ayudándolos el señor y confirmando la palabra con las señales que la acompañaban.
Amen.