La
epístola de judas(=jud), aunque breve, tiene un fuerte carácter polémico.
Revela en el autor un animo
resuelto de hacer frente a algunos hombres indeseables, que
solapadamente infiltraban en la iglesia enseñanzas contrarias al
evangelio. Ignoramos que personas se trata, o si estaban relacionadas
con alguna doctrina conocida del pensamiento religioso de la época.
Pero esta claro que el autor de este texto no se refiere a un peligro
meramente potencial, procedente del mundo pagano, sino a algo que había
comenzado a dañar a la iglesia (o por los menos, a la comunidad
destinataria de la epístola); o sea, judas advierte las consecuencias
de confusión espiritual y relajamiento moral a que podían arrastrar a
gente sencillas las enseñanzas y el comportamiento de los falsos
maestros contra quienes escribe. Era un daño cuya gravedad acentuaba el
hecho de quienes lo causaban se llamaban cristianos: individuos que
participaban en los ágapes
fraternales de la congregación, pero que arrastrados por su propia
sensualidad, habían caído en el desenfreno. Por eso, judas los tacha
de impíos, que convierten en libertinaje la gracia de Dios. Los acusa
de negar a Dios como el único soberano y a nuestro señor Jesucristo;
de rechazar la autoridad y blasfemar de las potestades superiores; de
causar divisiones y de no tener el espíritu
de Dios. Judas apoya sus palabras con figuras y escenas del AT:
sodoma y gomorra; el arcángel miguel; Caín, balaam y core; y
enoc, séptimo desde Adán. También hace alusión algunas
tradiciones judías. No se conocen datos históricos precisos relativos
a este escrito, aparte de aquel de que el autor se identifica a si mismo
como el hermano de Jacobo. Por otra parte, la opinión mas generalizada
es que este Jacobo (o Santiago) era hermano del señor, y que fue el
autor de la epístola de Santiago. De ser correcta esta presunción,
judas también era hermano de Jesús. No
se mencionan los primeros destinatarios de esta carta, que, en un
griego de elevado nivel literario, fue redactada probablemente entre los
años 70 y 75 d. C., en medios judíos radicados fuera de Palestina. |
Epístola
universal de San Judas Apóstol
Judas,
siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios
padre y guardados en Jesucristo: Misericordia, paz y amor os sean multiplicados.
Amados, por el gran deseo que tenia
de escribiros acerca de nuestra común salvación,
me ha sido necesario escribiros para exhortaros a que contendáis
ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos, porque algunos
hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados
para esta condenación, hombres impíos, que
convierten en libertinaje la gracia
de nuestro Dios y niegan a
Dios, el único soberano, y a nuestro señor Jesucristo. Quiero recordaros, que
una vez lo habéis sabido, que el señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo
de Egipto , después destruyo a los que no creyeron. Y a los ángeles que no
guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propio hogar, los ha guardado
bajo oscuridad, en prisiones eternas, para juicio del gran día. También sodoma
y gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquellos,
habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra la naturaleza, fueron puestas
por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.
No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la
carne, rechazan la autoridad y blasfeman de los poderes superiores. Pero cuando
el arcángel miguel luchaba con el
diablo disputándose el cuerpo de moisés, no se atrevió a proferir juicio de
maldición contra el, sino que dijo: “El señor te reprenda”. Pero estos
blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se
corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos!, por que han seguido el
camino de Caín, se lanzaron por lucro en el error de balaam y perecieron en la
contradicción de core. Estos son
manchas en vuestros ágapes, que comiendo sin vergüenza alguna con vosotros, se
apacientan a si mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los
vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados. Son
fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para
las cuales esta reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas. De estos
también profetizo Enoc, séptimo
desde Adán, diciendo: “Vino el Señor con sus santas decenas de millares,
para hacer juicio contra todos y dejar convictos a todos los impíos de todas
sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los
pecadores impíos han hablado contra el”.
Estos son murmuradores, quejumbrosos, que andan según los propios
deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar
provecho. Pero vosotros, amados,
tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de
nuestro señor Jesucristo; los que os decían: “ En el ultimo tiempo habrá
burladores que andarán según sus malvados deseos”. Estos son los que causan
divisiones, viven sensualmente y no tienen al espíritu . Pero vosotros, amados,
edificados sobre vuestra santísima fe, orando en el espíritu santo, conservaos
en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro señor Jesucristo para
vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros, salvadlos arrebatándolos
del fuego; y de otros, tened misericordia con temor, desechando aun la ropa
contaminada por su carne.
A
aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante
de su gloria con alegría, al único y sabio Dios, nuestro salvador, sea la
gloria y majestad, imperio y poder, ahora y por todos los siglos. Amen.