Volver a la pagina principal

Juan, el autor del evangelio afirma haber escrito este testimonio  para que creáis que Jesús ese el cristo, el hijo de Dios y para que creyendo tengáis vida en su nombre. Tras un prologo que revela a cristo como  la eterna palabra de Dios,.el verbo encarnado en la realidad humana, el evangelio de juan (=jn) presenta un conjunto de enseñanzas y discursos que aquí ocupan el lugar de las parábolas a través de las cuales se explica el mensaje de los milagros o señales. A diferencia de los otros tres evangelios, llamados sinópticos en juan encontramos un lenguaje lleno de símbolos (cristo como el verbo, el agua, el pan, la luz,) e imágenes (el pastor y las ovejas, la vid y los pámpanos) que expresan los dones del hijo unigénito, enviado por el padre para quitar el pecado del mundo y dar vida eterna a todo aquel que en el cree. Este es el contexto en que se inscriben los grandes yo soy de Jesús. Testigo de la revelación de Dios juan centra su atención en la ultima etapa del ministerio de Jesús y ofrece preciosa información sobre su intima relación con los discípulos, por los cuales intercede  en la conmovedora oración del cap.17 dividiendo en dos grandes secciones el libro narra hasta el final del cap.12 episodios de la actividad publica del Mesías en galilea y juda así como acontecimientos relacionados con su presencia en Jerusalén durante las festividades religiosas judíos, la otra sección de los capítulos 13 al 21 relata lo ocurrido durante la ultima semana de la vida terrenal del señor incluyendo su pasión, muerte y resurrección. Pero mas que datos útiles para una biografía, el evangelio de juan nos ofrece una imagen de un cristo vivo que demanda una respuesta de fe. La misión divina del Mesías: rescatar a la humanidad y revelar la gloria del padre, aparece resumida en una frase de Jesús recogida por juan: yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia. - Prologo. El ministerio publico de Jesús.  Pasión, muerte y resurrección. Epilogo.

1 En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron. Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino un testigo de la luz. La luz verdadera que alumbra a todo hombre venia a este mundo. En el mundo estaba, ye el mundo fue hecho por medio de él; pero el mundo no lo conoció. A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, es dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino  de Dios. Y el Verbo  se hizo carne y habito entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre. Juan testificó de él diciendo: <Este es de quien yo decía: “ El que viene después de mi es antes de mi, porque era primero que yo”>.  De su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia, porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás; el unigénito Hijo, que esta en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer.  Este es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: -¿Quién eres tú? El confeso y no negó. Confesó: -Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: -¿Qué, pues? ¿Eres tu Elías? Dijo: -No lo soy. -¿Eres tu el profeta?. Y  respondió: -No. Entonces le dijeron: -¿quién eres? Tenemos que dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué  dices de ti mismo?. Dijo: -Yo soy “la voz de uno que clama en el desierto: enderezar el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías. Los que habían sido enviados eran de los fariseos. Y le preguntaron diciendo: -¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?. Juan les respondió diciendo: -Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mi, quien es antes de mi, del cual no soy digno de desatar la correa del calzado. Estas cosas sucedieron en Botavara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando. Al siguiente día vio Juan a Jesús que venia a él, y dijo:”¡Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!.Este es de quien yo dije:”Después de mi viene un hombre que es antes de mi, porque era primero que yo”. Y yo no lo conocía; pero por esto vine bautizando con agua: para que él fuera manifestado a Israel”. Además, Juan testifico, diciendo: “Vi al Espíritu que decencia del cielo como paloma, y que permaneció sobre él. Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:”Sobre quien veas descender el Espíritu y permanecer sobre el, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y testifico que este es el hijo de Dios”. Al día siguiente estaba otra vez Juan, y con el dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: “¡Este es el Cordero de Dios!”. Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús. Volviéndose Jesús y viendo que lo seguían, les  dijo: -¿Qué buscáis?. Ellos dijeron: -Rabí - que significa  “maestro”-, ¿Dónde vives?.Les dijo: -Venid y ved. Fueron y vieron donde vivía, y se quedaron aquel día con él, porque era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Aquel  encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: -Hemos encontrado al Mesías -que significa “Cristo”-. -Y lo trajo a  Jesús. Mirando Jesús, dijo: -Tu eres Simón hijo de Jonás; tu serás llamado Cefas -es decir Pedro-. Al siguiente día, Jesúús quiso ir a Galilea ; encontró a Felipe y le dijo: -sígueme. Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe encontró a Natanael y le dijo: -Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés , en la ley, y también los profetas: a Jesús hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: -¿De Nazaret puede salir algo bueno?. Respondió Felipe: -Ven y ve. Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él : -¡Aquí esta un verdadero israelita en quien no hay engaño!. Le dijo Natanael: -¿De donde me conoces? Jesús le respondió: -Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Rabí, tu eres el hijo de Dios! ¡Tu eres el rey de Israel! Le contesto Jesús: -¿Crees por que te dije: “te vi debajo de la higuera”? Cosas mayores que estas veras. Y agrego: -De cierto, de cierto os digo: desde ahora veréis el Cielo  abierto y a los Ángeles de  Dios subiendo y bajando sobre el hijo del hombre.

2 Al tercer día se celebraron unas bodas en Cana de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. También fueron invitados a las bodas Jesús y  sus discípulos. Y falto vino. Entonces  la madre de Jesús le dijo: -No tienen vino. Jesús le dijo: -¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aun no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los que servían: -Haced todo lo que el os diga. Había seis tinajas de piedra para agua, dispuestas para el rito de la purificación de los judíos; en cada una de ellas cabían dos o tres cantaros . Jesús le dijo: -Llenad de agua estas tinajas. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: -Sacad ahora un poco y presentadlo al encargado del banquete. Y se lo presentaron. Cuando el encargado del banquete probo el agua hecha vino , saber de donde era (aunque si lo sabían los sirvientes  que habían sacado el agua), llamo al esposo y le dijo: -Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando han bebido, el inferior; sin embargo, tu has reservado el buen vino hasta ahora. Este principio de señales hizo Jesús en Cana de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en el. Después de esto descendieron a Capernaum el ,su madre , sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días. Estaba cerca la pascua de los Judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Encontró en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas , y a los cambistas que estaban allí sentados e hizo un azote de cuerdas y hecho y hecho fuera del templo a todos, con las ovejas y los bueyes; también desparramo las monedas de los cambistas y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: -Quitad esto de aquí, y no convirtáis laa casa de mi padre en casa de mercado. Entonces recordaron sus discípulos que esta escrito: “El celo de tu casa me consumirá “. Los judíos respondieron  y le dijeron: -Ya que haces esto, ¿Qué señal nos muestras?.Respondió Jesús y les dijo: - Destruid este y en tres días lo levantare. Entonces los judíos dijeron: -En cuarenta y seis años fue edificado este Templo. ¿y tu en tres días lo levantaras?. Pero el hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto cuando resucito de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto, y creyeron en la escritura y en la palabra de Jesús había dicho . Mientras estaba en Jerusalén, en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacia. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos ; y no necesitaba que nadie le explicara nada acerca del hombre, pues sabia lo que hay en el hombre.

3 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos . Este vino a Jesús de noche y le dijo:- Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro , porque nadie puede hacer estas señales que tu haces, sino esta Dios con el. Le respondió Jesús :- De cierto , de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reinode  Dios. Nicodemo  le pregunto: -¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿ Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?. Respondió Jesús: -De cierto ,de cierto te digo que el que no nace de agua y del espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije:" Os es necesario nacer de nuevo". El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de donde viene ni a donde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.

Le pregunto Nicodemo: -¿Como puede hacerse esto? Jesús le respondió: -Tu, que eres maestro de Israel, ¿no sabes esto?, De cierto, de cierto te digo que de lo que sabemos, hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos; pero no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales y no creéis, ¿Como creeréis si os digo las celestiales?. nadie subió al Cielo sino el descendió del cielo, el hijo del hombre, que esta en el cielo. Y como Moisés levanto la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en el cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. "De tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por el. El que en el cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito hijo de Dios. Y esta es la condenación: la luz vino al mundo, pero los hombres amaron mas las tinieblas que la luz, por que sus obras eran malas, pues todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Después de esto vino Jesús con sus discípulos a tierras de Judea, y estuvo allí con ellos y bautizaba. También juan bautizaba en Enon, junto a Salim, porque había allí muchas aguas. y la gente llegaba y se bautizaba, pues aun no habían encarcelado a juan. Entonces se produjo una discusión entre los discípulos de juan y de algunos judíos acerca de la purificación. Y vinieron a juan y le dijeron: -Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tu diste testimonio, el también bautizaba, y todos van a el. Respondió juan: -No puede el hombre recibir nada a menos que le sea dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije:" Yo no soy enviado delante de el". El que tiene a la esposa es el esposo; pero el amigo  del esposo, el que esta a su lado y lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo. Por eso, mi gozo esta completo. Es necesario que el crezca, y que yo disminuya. El que viene de arriba esta por encima de todos; el que es de la tierra es terrenal y habla de cosas terrenales. El que viene del cielo esta por encima de todos, y de lo que ha visto y oído testifica, pero nadie recibe  su testimonio. El que recibe su testimonio, ese atestigua que Dios es veraz, porque aquel a quien Dios envió, las palabras de Dios habla, pues Dios no da el Espíritu  por medida. El padre ama al hijo y ha entregado todas las cosas en su mano. El que cree en el hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer en el hijo no vera la vida, sino que la ira de Dios esta sobre el.

4 Cuando , pues, el Señor supo que los fariseos habían oído decir:"Jesús hace y bautiza mas discípulos que juan"(aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), salió de Judea y se fue otra vez  a  Galilea. Y le era necesario pasar por Samaria. Fue ,pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad de Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del viaje, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Llego una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: -Dame de beber -pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos- . La mujer samaritana le dijo: -¿Como tu ,siendo judío, me pides a mi de beber, que soy mujer samaritana? -Porque judíos y samaritanos no se tratan entre si-. Respondió Jesús y le dijo: -Si conocieras el Don de Dios, y quien es el que te dice:"dame de beber",tu le pedirías, y el te daría agua viva. La mujer le dijo: -Señor, no tienes con quien sacarla, y el pozo es hondo.¿De donde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tu mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron el, sus hijos y sus ganados?. Jesús le contesto: -Cualquiera que beba de esta agua volverá  a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en el una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: -Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed ni venga  aquí a sacarla. Jesús le dijo: -Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: -No tengo marido. Jesús le dijo: -Bien has dicho:"No tengo marido",porque cinco maridos has tenido y el que ahora tienes  no es tu marido. Esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: -Señor, parece que tu eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, pero vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: -Mujer, créeme que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorareis al padre. Vosotros adorareis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores  adoraran al Padre en espíritu y en verdad, porque también el padre tales adoradores busca que lo adoren. Dios es espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren. Le  dijo la mujer: -Se que ha de venir el Mesías, llamado el cristo; cuando el venga nos declarara todas las cosas. Jesús le dijo: -Yo soy, el que habla contigo. En esto llegaron sus discípulos y se asombraron de que hablara con una mujer; sin embargo, ninguno dijo:"¿Preguntas?" o "¿Que hablas con ella"?.Entonces la mujer dejo su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombre: -Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho.¿No será este el Cristo?. Entonces salieron de la ciudad y vinieron a el. Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: -Rabí, come. El le dijo: -Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces los discípulos se decían entre si: -¿Le habrá traído alguien de comer?. Jesús le dijo: -Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra. ¿No decís vosotros:"Aun falta cuatro meses para que segué la siega"?. Yo os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se goce juntamente con el que siega. En esto es verdadero el dicho:"Uno es el que siembra y otro es el que siega". Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron y vosotros habéis entrado en sus labores. Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en el  por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo:"Me dijo todo lo que he hecho". Entonces vinieron los samaritanos a el le rogaron que se quedara con ellos, y se quedo allí dos días. Muchos mas creyeron por la palabra de el, y decían a la mujer: -Ya no creemos solamente por lo que has dicho, pues nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente este es el salvador del mundo, el Cristo. Dos días después salió de allí y fue a galilea, pues Jesús mismo dio testimonio de que el profeta no se le honra en su propia tierra. Cuando llego a galilea, los galileos lo recibieron, pues había visto todas las cosas que había hecho en Jerusalén, en la fiesta, porque también ellos habían  ido a la fiesta. Fue, pues, Jesús otra vez a cana de galilea, donde había convertido  el agua en vino. Había en capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Cuando oyó aquel que Jesús había llegado de Judea a galilea fue a el y le rogó que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. Entonces Jesús le dijo: - Si no veis señales y prodigios, no creeréis. El oficial del rey le dijo: - Señor, desciende antes que mi hijo muera. Jesús le dijo: -Vete, tu hijo vive. El hombre creyó la palabra de Jesús le dijo, y se fue. Cuando el ya descendía, sus siervos salieron a recibirlo, y le informaron diciendo: - Tu hijo vive. Entonces el se pregunto a que hora había comenzado a mejorar. Le dijeron: - Ayer, a la hora séptima, le paso la fiebre. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y creyó el  con toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús cuando fue de Judea a galilea.

5 Después de esto había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo betesda, el cual tiene cinco pórticos. En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua, porque  un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque y agitaba el agua; el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera. Había allí un hombre que hacia allí treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: - ¿Quieres ser san? El enfermo le respondió: -Señor no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo.  Jesús le dijo: - levántate, toma tu camilla y anda. Al instante aquel hombre fue sanado, y tomo su camilla y anduvo. Era sábado aquel día. Entonces los judíos dijeron  a aquel que había sido sanado: - Es sábado; no te es permitido cargar tu camilla. El respondió: - El que me sano, el mismo me dijo: “ toma tu camilla y anda”. Entonces le preguntaron: -¿quién es el que te dijo: “toma tu camilla y anda”? pero el que había sido sanado no sabia quien era, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Después lo hallo Jesús en el templo y le dijo: -mira, has sido sanado; no peques mas, para que no te suceda algo peor. El hombre se fue y contó a los judíos que Jesús era quien lo había sanado. Por esta causa los judíos lo perseguían a Jesús e intentaban  matarlo, porque hacia estas cosas en sábado.  Jesús le respondió: - mi padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo. Por esto los judíos aun mas intentaban matarlo, porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era su propio padre, haciéndose igual a Dios. Respondió entonces Jesús y les dijo: - de cierto, de cierto os digo: no puede el hijo hacer nada por si mismo, sino lo que ve hacer al padre. Todo lo que al padre hace, también lo hace el hijo igualmente, porque el padre ama al hijo y le muestra todas las cosas que el hace; y mayores obras que estas le mostrara, de modo que vosotros os admiréis.  Como el padre levanta a los muertos y les da vida, así también el hijo a los que quiere da vida, porque el padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al hijo, para que todos honren al hijo como honran al padre.  El que no honra al hijo no honra al padre, que lo envío. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envío tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado  de muerte a vida. De cierto, de cierto  os digo: Viene a la hora, y ahora es, y los que la oigan vivirán. Como el padre tiene vida en si mismo, así también ha dado al hijo el tener vida en si mismo; y además, le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el hijo del hombre. No os asombréis de esto, porque llegara a la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. No puedo yo hacer nada por mi mismo; según oigo, así juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del padre, que me envío. Si yo doy testimonio acerca de mi mismo, mi testimonio no es verdadero. Otro es el que da testimonio acerca de mi, y se que el testimonio que da de mi es verdadero. Vosotros enviasteis mensajeros a juan, y el dio testimonio de la verdad. Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; sin embargo, digo esto para que vosotros seáis salvos. El era antorcha que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de juan: las obras que el padre me dio para que cumpliera, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mi, de que el padre me ha enviado. También el padre, que me envío, ha dado testimonio de mi. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, ni tenéis su palabra morando en vosotros, porque no creéis a quien el envío. Escudriñad las escrituras, porque ha vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mi; y no queréis venir a mi para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo. Pero yo os conozco, que no tenéis el amor de Dios en vosotros. Yo he venido en nombre de mi padre y no me recibís; si otro viniera en su propio nombre, a ese recibiríais. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros y no buscáis la gloria que viene del Dios único? No penséis que yo voy acusaros delante del padre.  Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza, es quien os acusa, porque si creyerais a moisés, me creeríais a mi, porque de mi escribió el. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?.

6 Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de galilea, el de tiberias. Y lo seguía una gran multitud, porque veían las señales que hacia en los enfermos. Entonces subió Jesús a un monte y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. Cuando alzo Jesús los ojos y vio que había venido a el una gran multitud, dijo a Felipe: -¿de donde compraremos pan que coman estos? Pero esto decía para probarlos, porque el sabia lo que iba hacer. Felipe le respondió: - doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomara un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: - aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: - haced recostar a la gente. Había mucha hierba en aquel lugar, y se recostaron como en  numero de cinco mil hombres. Tomo Jesús aquellos panes y, después de dar gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; de igual manera hizo con los pescados, dándoles cuanto querían. Y cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: - recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. Entonces aquellos hombres, al ver la señal que Jesús había hecho, dijeron: “Verdaderamente este es el profeta que había de venir al mundo”. Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de el y hacerlo rey, volvió a retirarse al monte  el solo. Al anochecer descendieron sus discípulos al mar, y entraron en una barca iban cruzando el mar hacia capernaum. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento. Cuando  habían remando  como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero el les dijo: - yo soy; no temáis. Entonces ellos lo recibieron con gusto en la barca, la cual llego en seguida a la tierra a donde iban. Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar se dio cuenta de que no había  habido allí mas que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que estos se habían ido solos. Pero otras barcas habían llegado de tiberias  junto a lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias al señor. Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a capernaum, buscando a Jesús. Y hallándolo al otro lado del mar, le preguntaron: - Rabí, ¿cómo llegasteis acá? Respondió Jesús y les dijo: - De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y  os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida  que permanece para vida eterna, la cual os dará el hijo del hombre, porque a este señalo Dios, el padre. Entonces le preguntaron: ¿qué debemos hacer para poner en practica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: - Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que el ha enviado. Entonces le dijeron: - ¿Qué señal, pues, haces tu, para que veamos y te creamos? ¿qué obra haces? Nuestros padres comieron el mana en el desierto, como esta escrito: “ les dio a comer pan del cielo”. Y Jesús le dijo: - de cierto, de cierto os digo: moisés no os dio el pan del cielo, pero mi padre os da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Le dijeron: - Señor, danos siempre este pan. Jesús les respondió: - yo soy el pan de vida. El que a mi viene nunca tendrá hambre, y el que  a mi cree no tendrá  sed jamás. Pero ya os he dicho que, aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el padre me da, vendrá a mi, y al que a mi viene, no lo hecho fuera. He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envío. Y la voluntad del padre, que me envío, es que no pierda yo nada de todo lo que el me da, sino que lo resucite en el día final. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al hijo y cree en el tenga vida eterna; y yo la resucitare en el día final. Murmuraban entonces de el los judíos, porque había dicho: “yo soy el pan que descendió del cielo”, y decían: - este, ¿no es Jesús el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿cómo dice ahora: “del cielo he descendido”?. Jesús respondió y les dijo: - no murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mi, si el padre, que me envío, no lo atrae; y yo lo resucitare en el día final. Escrito esta en los profetas: “ y todos serán enseñados por Dios”. Así que, todo aquel que oye al padre y aprende de el, viene a mi. No  que alguien haya visto al padre; solo aquel que viene de Dios , ese ha visto al padre. De cierto, de cierto os digo: el que cree en mi tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el mana en el desierto, y aun así murieron. Este es el pan que desciende del cielo para que no muera quien coma de el. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguien come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos discutían entre si, diciendo: - ¿cómo puede este darnos a  comer su carne? Jesús les  dijo: - de cierto, de cierto os digo: si no coméis la carne del hijo del hombre y bebéis su  sangre, no tenéis vida  en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo la resucitare en el día final, porque mi carne es verdadera  comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mi y yo en el. Así como me envío  el padre viviente y yo vivo  por el padre, también el que come vivirá por mi. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres, que comieron el  mana y murieron; el que come este pan vivirá eternamente. Estas cosas dijo en capernaum, enseñando en una sinagoga. Al oír esto, muchos de sus discípulos  dijeron: - dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en si mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: -¿ esto os escandaliza? ¿pues que, si vierais al hijo del hombre subir a donde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne para nada  aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay de algunos de vosotros que no creen – porque Jesús sabia desde el principio quienes eran los  que no creían y quien lo había de entregar-. Y dijo: - por eso os he dicho que ninguno puede venir a mi, si no le es dado del padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con el. Dijo entonces Jesús a los doce: - ¿queréis acaso iros  también vosotros? Le respondió Simón Pedro: - señor, ¿a quien iremos? Tu tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tu eres el Cristo, el hijo del Dios viviente. Jesús les respondió: - ¿ no os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es el diablo?. Hablaba de judas iscariote hijo de Simón, porque el era el que iba a entregar,  y era uno de los doce.

7 Después de esto andaba Jesús en galilea, pues no quería andar en Judea, porque los judíos intentaban matarlo. Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos, y le dijeron sus hermanos: - Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces, porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Ni aun sus hermanos creían en el. Entonces Jesús les dijo: - mi tiempo aun no ha llegado, pero vuestro tiempo siempre esta preparado. No puede el mundo odiaros a vosotros; pero a mi me odia, porque yo testifico de el, que sus obras son malas. Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aun no se ha cumplido. Y habiéndoles dicho esto se quedo en galilea. Pero después que sus hermanos subieron, entonces el también subió a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto. Y lo buscaban los judíos en la fiesta, y decían: - ¿dónde estará aquel? Y había mucha murmuración acerca de el entre  la multitud, pues unos decían: “es bueno”; pero otros decían: “no, sino que engaña al pueblo”. Sin embargo, ninguno hablaba abiertamente de el por miedo a los judíos. Pero a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. Y se admiraban los judíos, diciendo: - ¿cómo sabe este letras sin haber estudiado? Jesús le respondió y dijo: - mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envío. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que lo envío, este es verdadero y no  hay en el injusticia. ¿no os dio moisés la ley? Sin embargo, ninguno de vosotros la cumple. ¿por qué intentáis matarme? Respondió la multitud y dijo: - demonio tienes, ¿quién intenta matarte? Jesús respondió y les dijo: - una obra hice y todos os admiráis, por cierto, moisés os dio la circuncisión –no porque sea de moisés, sino de los padres-, y en sábado circuncidáis al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión en sábado, para que la ley de moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sane completamente a un hombre?. No juzguéis  según las apariencias, sino juzgad con  justo juicio. Decía entonces unos de Jerusalén: -¿ no es  a este a quien buscan para matarlo? Pues mirad, habla públicamente y no le dicen nada. ¿ habrá reconocido en verdad las autoridades que este es el Cristo? Pero este, sabemos de donde es; sin embargo, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de donde es. Jesús entonces, enseñando en el templo, alzo la voz y dijo: - a mi me conocéis y sabéis de donde soy; no he venido de mi mismo, pero el que me envío, a quien vosotros no conocéis, es verdadero. Pero yo lo conozco, porque de el procedo, y el me envío. Entonces intentaban prenderlo, pero ninguno le hecho mano, porque aun no había llegado su hora. Y muchos de la multitud creyeron en el y decían: - el Cristo, cuando venga, ¿hará mas señales que las que este hace?. Los fariseos oyeron a la gente que murmuraban de el estas cosas. Entonces los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para que lo prendieran.  Y Jesús dijo: - todavía estaré con vosotros algún tiempo, y luego iré al que me envío. Me buscareis, pero no me hallareis, y a donde yo estaré, vosotros no podréis ir. Entonces los judíos  dijeron entre si: - ¿a donde se ira este , que no lo hallaremos? ¿ se ira a los dispersos entre los griegos y enseñara a los griegos? ¿qué significa esto que dijo: “ me buscareis, pero no me hallareis, y a donde yo estaré, vosotros no podéis ir”?. En el ultimo  y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzo la voz, diciendo: -si alguien tiene sed, venga a mi  y beba. El que cree en mi, como dice la escritura, de su interior brotaran ríos de agua viva.  Esto dijo del espíritu que habían de recibir los que creyeran en el, pues aun no había venido el espíritu santo, porque Jesús no había sido aun glorificado. Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: “verdaderamente este es el profeta”. Otros decían: “este es el Cristo”. Pero algunos decían: “¿de galilea ha de venir el Cristo? ¿ no dice la escritura que la descendencia de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?” hubo entonces división entre la gente a causa de el. Y algunos de ellos querían prenderlo, pero ninguno le hecho mano. Los guardias vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos. Entonces estos les preguntaron: - ¿por qué no lo habéis traído? Los guardias respondieron: - ¡ jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!. Entonces los fariseos les preguntaron: -¿ también vosotros habéis sido engañados? ¿acaso ha creído en el alguno de los gobernantes o de los fariseos?. Pero esta gente que no sabe la ley, maldita es. Les  dijo nicodemo, el que vino a el de noche, el cual era uno de ellos: - ¿juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no lo oye y sabe lo que ha hecho?. Respondieron y le dijeron:  - ¿eres tu también Galileo?  Escudriña y ve que de galilea nunca se ha levantado un profeta.

8 Y cada uno se fue a su casa, pero Jesús se fue al monte de los olivos. Por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a el; y sentándose, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer  sorprendida en adulterio y , poniéndola en medio, le dijeron: - maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio, y en la ley nos mando moisés apedrear a tales mujeres. Tu, pues, ¿qué dices?. Esto decían probándolo, para tener de que acusarlo. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezo y les dijo: - el que de vosotros este sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto,  acusados por su conciencia, fueron saliendo uno a uno, comenzando  desde los mas viejos hasta los mas jóvenes; solo quedaron Jesús y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: - mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿ ninguno te condeno? Ella dijo: - ninguno, señor. Entonces Jesús le dijo: - ni yo te condeno; vete y no peques mas. Otra vez Jesús les hablo, diciendo: - yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará  en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Entonces los fariseos le dijeron: - tu das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio no es valido. Respondió Jesús y les dijo: - aunque yo doy testimonio acerca de mi mismo, mi testimonio es valido, porque se de donde he venido y a donde voy; pero vosotros no sabéis de donde vengo ni a donde voy.  Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. Sic yo juzgo, mi juicio es según la verdad, porque no soy yo solo, sino yo y el padre que me envío. Y en vuestra ley esta escrito que el testimonio de dos hombres es valido. Yo soy el que doy testimonio de mi mismo. También el padre que me envío da testimonio de mi. Ellos dijeron: - ¿dónde esta tu padre? Respondió Jesús: - ni a mi me conocéis, ni a mi padre; si a mi me conocierais, también a mi padre conoceríais. Estas palabras hablo Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie lo prendió, porque aun no había llegado su hora. Otra vez les dijo Jesús: - yo me voy, y me buscareis, pero en vueestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis ir. Decían entonces los judíos: - ¿acaso pensara matarse, que dice: “a donde yo voy, vosotros no podéis ir”?.  Y el les dijo: - vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; si no creéis que yo soy, en  vuestros pecados moriréis. Entonces le dijeron: - tu, ¿quién eres? Entonces Jesús les dijo: - lo que desde el principio os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envío es verdadero, y yo, lo que he oído de el, esto hablo al mundo. Pero no entendieron que les  hablaba del padre. Les dijo , pues, Jesús: - cuando hayáis levantado al hijo del hombre, entonces conoceréis que yo soy y que nada hago por mi mismo, sino que, según me enseño el padre, así hablo, porque  el que me envío, conmigo esta; no me ha dejado solo el padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. Al hablar de estas cosas, muchos creyeron en el. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en el: - si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Le respondieron: - descendientes de Abraham somos y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿cómo dices tu: “seréis libres”?. Jesús les respondió: - de cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo si queda para siempre. Así que, si el hijo os liberta, seréis  verdaderamente libres. Se que sois descendientes de Abraham; sin embargo intentáis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto estando junto al padre, y vosotros hacéis lo que habéis oído junto a vuestro padre. Respondieron y dijeron: - nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: - si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham  haríais. Pero ahora intentáis matarme a mi, que os he hablado  la verdad, la cual he oído de Dios. No hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: - ¡ nosotros  no hemos nacido de fornicacion! ¡un padre tenemos: Dios!. Jesús entonces les dijo: - si vuestro padre fuera Dios, entonces me amaríais, porque yo de Dios he salido y he venido, pues no he venido de mi mismo, sino que el me envío. ¿ por que no entendéis mi lenguaje?. Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido  homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en el. Cuando habla mentira, de suyo habla, pues es mentiroso y padre de mentira. Pero a mi, que digo la verdad, no me creéis. ¿ quien de vosotros puede acusarme de pecado? Y si digo la verdad, ¿ por que vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; pero  esto no lo oís vosotros, porque no sois de Dios. Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: - ¿no decimos bien nosotros, que tu eres samaritano y que tienes demonio? Respondió Jesús: - yo no tengo demonio, antes honro a mi padre; y vosotros me deshonráis. Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. De cierto, cierto os digo que el que guarda mi palabra nunca vera muerte. Entonces los judíos le dijeron: -ahora nos convencemos de que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tu dices: “ el que guarda mi palabra nunca sufrirá muerte”. ¿ eres tu acaso mayor  que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡también los profetas murieron! ¿ quien crees que eres?. Respondió Jesús: - si yo me glorifico a mi mismo, mi gloria nada es; mi padre es el que me glorifica, el que vosotros decís  que es vuestro Dios. Vosotros no lo conocéis. Yo si lo conozco y, si digo que no lo conozco, seria mentiroso como vosotros; poro lo conazo y guardo su palabra. Abraham, vuestro padre, se gozo que había de ver mi día; y lo vio y se gozo. Entonces le dijeron los judíos: - aun no tienes cincuenta años, ¿ y has visto a Abraham?.  Jesús les dijo: - de cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuera, yo soy. Tomaron entonces piedras para arrojárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo y , atravesando por en  medio de ellos, se fue.

9  Al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron  sus discípulos, diciendo: - rabí, ¿quién peco, este o sus padres, para que haga nacido ciego? Respondió Jesús: - no es que peco este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en el. Me es necesario hacer las obras del que me envío, mientras dura el día; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y unto con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: -ve a lavarte en el estanque de siloe – que significa “enviado”-. Entonces se fue, se lavo y regreso viendo. Por eso, los vecinos y los que antes lo habían visto que era ciego, decían: - ¿no es este el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: “el es”. Otros: “a el se parece”. El decía: “yo soy”. Entonces le preguntaron: -¿cómo te fueron abiertos los ojos? Respondió el y dijo:  - aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo , me unto los ojos y me dijo: “ve a  siloe y lávate”. Fui, pues, me lave y recibí la vista. Entonces le dijeron: -¿dónde esta el? El dijo: - no lo se. Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Y era sábado cuando Jesús hecho el lodo y le había abierto  los ojos. Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos como había recibido la vista. El les dijo:  - me puso lodo sobre los ojos, me lave y veo. Entonces algunos de los fariseos decían: -ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el sábado. Otros decían: -¿ como puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había divisiones entre ellos. Entonces le preguntaron otra vez al ciego: -¿ que dices tu del que te abrió los ojos? El contesto: - que es profeta. Pero los judíos no creyeron que el había sido ciego y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: -¿ es este vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿cómo, pues,  ve ahora? Sus padres  respondieron y le dijeron: - sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero como ve ahora, no lo sabemos, o quien le haya abierto los ojos,  nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a el; el hablara por si mismo. Esto dijeron sus padres porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesaba que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: “ edad tiene, preguntadle a el”. Llamaron nuevamente al hombre que había sido ciego, y le dijeron: -¡ da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese hombre es pecador. Entonces el respondió  y dijo: - si es pecador, no lo se; una cosa se, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. Le volvieron a decir: -¿ que te hizo? ¿cómo te abrió los ojos? El respondió: - ya os lo he dicho y no habéis escuchado, ¿por qué  lo queréis oír otra vez? ¿queréis también vosotros haceros sus discípulos? Entonces lo insultaron, y le dijeron: - tu eres su discípulo, pero nosotros, discípulos de moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a moisés, pero respecto a ese, no sabemos de donde ha salido. Respondió el hombre y le dijo: - pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de donde ha salido, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno  es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ese oye. Nunca se ha oído decir  que alguien abriera los ojos a uno que nació ciego. Si este no viniera de Dios, nada podría hacer. Respondieron y le dijeron: - tu naciste del todo en pecado, ¿ y nos enseñas a nosotros? Y los expulsaron.  Oyó Jesús que lo habían expulsado y hallándolo, le dijo: -¿crees tu en el hijo de Dios? Respondió el y dijo: - ¿ quien es, señor, para que crea en el? Le dijo Jesús: - pues lo has visto; el que habla contigo, ese es.  Y el le dijo: - creo, señor –y lo adoro. Dijo Jesús: -para juicio he venido yo a este mundo, para los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. Entonces algunos de los fariseos que estaban con el, al oír esto, le dijeron: - ¿acaso también nosotros somos ciegos? Jesús le respondió: - si fuerais ciegos no tendríais pecado, pero ahora, porque decís: “vemos”, vuestro pecado permanece.

10 De cierto, de cierto os digo:  el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador. Pero el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre y  las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. Pero al extraño no seguirán, sino que  huirán de el, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús, pero ellos no entendieron que era lo que les quería decir. Volvió, pues, Jesús a decirles: - de cierto, de cierto os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mi vinieron, ladrones son y salteadores, pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta: el que por mi entre será salvo, entrara y saldrá, y hallara pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Pero el asalariado, que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye porque es asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el padre me conoce y yo conozco al padre;  y pongo mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son  de este redil; a esas también debo atraer y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor. Por eso me ama el padre, porque  yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mi mismo la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi padre.   Volvió a haber división entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían: - demonio tiene y esta fuera de si. ¿por qué lo oís? Decían otros: - estas palabras no son de endemoniado. ¿puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?. Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Lo rodearon los judíos y le dijeron: -¿ hasta cuando nos tendrás en suspenso? Si tu eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús le respondió: - os lo he dicho, y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi padre, ellas dan testimonio de mi; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mí voz y yo las conozco, y me siguen; yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatara de mi mano. Mi padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi padre. El padre y yo uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo. Jesús les respondió: - muchas buenas obras os he mostrado de mi padre; ¿por cual de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: - por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tu, siendo hombre, te haces Dios. Jesús le respondió: - ¿ no esta escrito en vuestra ley: “yo dije, dioses sois”? Si llamo dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y las escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el padre santifico y envío al mundo, vosotros decís: “tu blasfemas”, porque dije: “hijo de Dios soy”? si no hago las obras de mi padre, no me creáis. Pero  si las hago, aunque no me creáis a mi, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el padre esta en mi y yo  en el padre. Intentaron otra vez prenderlo, pero el se escapo de sus manos. Y se fue de nuevo al otro lado del jordán, al lugar donde primero había estado bautizando juan, y se quedo allí. Muchos acudían a el, y decían: - juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que juan dijo de este era verdad. Y muchos creyeron en el allí.

11 Estaba enfermo uno llamado Lázaro, de betania, la aldea de María y de marta, su hermana. (María, cuyo hermano lazado estaba enfermo, fue la que ungió al señor con perfume y le seco los pies con sus cabellos). Enviaron, pues,  las hermanas a decir a Jesús: - señor, el que amas esta enfermo. Jesús, al oírlo, dijo: - esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el hijo de Dios sea glorificado por ella.  Y amaba Jesús a marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedo dos días mas en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: -vamos de nuevo a Judea. Le dijeron  los discípulos: - rabí, hace poco los judíos intentaban apedrearte, ¿y otra vez  vas allá?. Respondió Jesús: -¿ no tiene el día doce horas? El que annda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en el. Dicho esto, agrego: - nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo. Dijeron entonces sus discípulos: - señor, si duerme, sanara. Jesús decía esto de la muerte de Lázaro, por ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: - Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; pero vamos a el. Dijo entonces tomas, llamado didimo, a sus discípulos: -vamos  también nosotros, para que muramos con el. Llego, pues, Jesús y hallo que hacia ya  cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios, y muchos de los judíos habían venido a marta y a María, para consolarlas por su hermano. Entonces marta, cuando oyó que Jesús llegaba, salió a encontrarlo, pero María se quedo en casa. Marta dijo a Jesús: - señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero también se ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: - tu hermano resucitara. Marta le dijo: -yo se que resucitara en la resurrección, en el día final. Le dijo Jesús: -yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi, aunque este muerto, vivirá. Y todo aquel que viví y cree en mi, no morirá eternamente. ¿crees esto?. Le dijo: - si, señor;  yo he creído que tu eres el Cristo, el hijo de Dios, que has venido al mundo. Habiendo dicho esto, fue y llamo a María su hermana, diciéndole en secreto: - el maestro esta aquí, y te llama. Ella cuando lo oyó, se levanto de prisa y fue a el. Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde marta lo había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella  y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: - va al sepulcro, a llorar allí. María, cuando llego a donde estaba Jesús, al verlo, se postro a sus pies, diciéndole:- señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y pregunto: -¿dónde lo pusisteis? Le dijeron: - señor, ven y ve. Jesús lloro. Dijeron entonces los judíos: - ¡  mirad cuanto lo amaba!. Y a algunos de ellos dijeron: - ¿no podía este, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?. Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva y tenia una piedra puesta encima. Dijo Jesús: - quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: - señor, hiede ya, porque lleva cuatro días. Jesús le dijo: -¿no te he dicho que si crees veras la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: - padre, gracias te doy por haberme oído. Yo se que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que esta alrededor, para que crean que tu me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamo a gran voz: - ¡ Lázaro, ven fuera !. Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: - desatadlo y dejadlo ir. Entonces muchos de los judíos que habían ido para acompañar a María y vieron lo que había hecho Jesús, creyeron en el. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: - ¿ Que haremos?, pues este hombre hace muchas señales. Si lo dejamos así, todos creerán en el, y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces caifas, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: -vosotros no sabéis nada, ni os dais cuenta de que  nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por si mismo, sino  que como era el sumo sacerdote aquel  año, profetizo que Jesús había de morir por la nación;  y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Así desde aquel día acordaron matarlo. Por eso, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejo de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y se quedo allí con sus discípulos. Se acercaba la pascua de los judíos, y muchos subieron de aquella región a Jerusalén, antes de la pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y se preguntaban unos a otros en templo: - ¿qué os parece? ¿no vendrá a la fiesta? Los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden  de que si alguno se enteraba de donde estaba, informara de ello, para prenderlo.

12  Seis días antes de  la pascua fue Jesús a betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto y a quien había resucitado de los muertos. Y le hicieron allí una cena; marta servia y Lázaro era uno de los  que estaban sentados a la mesa con el. Entonces María tomo la  una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús y los seco con sus cabellos; y  la casa se lleno del olor del perfume. Dijo uno de sus discípulos, judas iscariote hijo de Simón, el que lo había de entregar: -¿por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios y se dio a los pobres? Pero dijo esto,  no porque se preocupara por los pobres, sino porque era ladrón y, teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. Entonces Jesús dijo: -Déjala, para el día de mi sepultura ha guardado esto. A  los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mi no siempre me tendréis. Gran multitud de los judíos supieron entonces que el estaba allí, y fueron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de el muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús. El siguiente día, grandes multitudes que habían  ido a la fiesta, al oír que Jesús llegaba a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirlo, y clamaban: - ¡ hosana ¡ ¡Bendito el que viene en el nombre del señor, el rey de Israel!.  Hallo Jesús un asnillo y monto sobre el, como esta escrito: “ no temas, hija de Sión; tu rey viene, montado sobre un pollino de asna”. Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio, pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de el, y de que se las habían hecho. Y daban testimonio la gente que estaba con el  cuando llamo a Lázaro del sepulcro y lo resucito de los muertos. Por lo cual también había salido la gente a recibirlo, porque había oído que el había hecho esta señal. Pero los fariseos dijeron entre si: - ya veis que no conseguís nada. Mirad , el mundo se va tras el. Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Entonces, pues, se acercaron a Felipe, que era de betsaida de galilea, y le rogaron, diciendo: - señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús. Jesús le respondió diciendo: - ha llegado la hora para el hijo del hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo  que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardara. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo este, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi padre lo honrara. Ahora esta turbada mi alma, ¿ y que diré? ¿ padre, sálvame de esta hora? Pero para esto he llegado a esta hora. Padre glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: “lo he glorificado, y lo glorificare otra vez”. Y la multitud que estaba allí y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: - un&nbssp; ángel le ha hablado. Respondió Jesús y dijo:  - no ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. Ahora es el juicio de este mundo; ahora  el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mi mismo. Esto decía  dando a entender de que muerte iba a morir. Le respondió la gente: - nosotros hemos oído que, según la ley, el Cristo permanece para siempre. ¿ como, pues, dices tu que es necesario que el hijo del hombre sea levantado? ¿quién es este hijo del hombre? Entonces Jesús les dijo: - aun por un poco de tiempo la luz esta entre vosotros; andad entretanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas, porque el que anda en tinieblas no sabe a donde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Habiendo dicho  Jesús esto,  se fue y se oculto de ellos. Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en el, para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías, que dijo:  “ señor, ¿quién  ha creído a nuestro anuncio? ¿ y a quien se ha revelado el brazo del señor?”. Por esto no podían creer,  porque también dijo Isaías: “cegó los ojos de ellos y endureció su corazón, para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón, ni se conviertan, y yo los sane”. Isaías  dijo esto cuando vio su gloria, y hablo acerca de el. A pesar de eso, muchos, incluso de los gobernantes, creyeron en el, pero no lo confesaban por temor a los fariseos, para no ser expulsados de la sinagoga, porque amaban mas la gloria de los hombres que la gloria de Dios. Jesús clamo y dijo: “el que  cree en mi, no  cree en mi, sino en el que me envío. Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mi no permanezca en tinieblas. Al que oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue: la palabra que he hablado, ella lo juzgara en el día final. Yo he hablado por mi propia cuenta; el padre, que me envío, el me dio mandamiento de lo que he de recibir y de lo que he de hablar. Y se que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el padre me lo ha dicho”.

13  Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su obra había llegado para que pasara de este mundo al padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amo hasta el fin. Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de judas iscariote hijo  de Simón que lo entregara, sabiendo Jesús que el padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios y a Dios iba, se levanto de la cena, se quito su manto y, tomando una toalla, se la ciño. Luego puso agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secarlos con la toalla con que estaba ceñido. Cuando llego a Simón Pedro, este le dijo: - señor, ¿tu me lavaras los pies? Respondió Jesús y le dijo: - lo que yo hago, tu no lo comprendes ahora, pero lo entenderás después. Pedro le dijo: - no me lavaras los pies jamás. Jesús le respondió: - si no te lavo, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: - señor, no solo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: - el que esta lavado no necesita sino lavarse los pies, pues esta todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. El sabia quien  lo iba a entregar; por eso dijo: “no estáis limpios todos”.  Así que, después que les lavo los pies, tomo su manto, volvió a la mesa y les dijo: - ¿ sabéis lo que os hecho? Vosotros  me llamáis maestro y señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el señor y el maestro, he lavado vuestros  pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros, porque ejemplo os he dado para que, como yo os hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: el siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que lo envío. Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis. No hablo de todos vosotros; yo se a quienes  he elegido. Pero debe cumplirse la escritura: “ el que come pan conmigo alzo el pie contra mi”. Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. De cierto, de cierto os digo: el que reciba al que yo envié, me recibe a mi;  y el que me recibe a mi, recibe al que me envío. Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu y declaro: - De cierto, de cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraron unos a otros, dudando de quien hablaba. Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús.  A este, pues,  hizo señas Simón Pedro para que preguntara quien era aquel de quien hablaba. El entonces, recostándose sobre el pecho de Jesús, le pregunto: - señor, ¿quién es? Respondió Jesús: - a quien yo el pan mojado, ese es. Y, mmojando el pan, lo dio a judas iscariote hijo de Simón. Y después del bocado, Satanás entro en el. Entonces  Jesús le dijo: - lo que vas hacer, hazlo pronto. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por que le dijo esto. Algunos pensaban, puesto que judas tenia la bolsa, que Jesús le decía: “compra lo que necesitamos para la fiesta”; o que diera algo a los pobres. Cuando el tomo el bocado, salió en seguida. Era ya de noche. Entonces, cuando salió, dijo Jesús: - ahora es glorificado el hijo del hombre, y Dios es glorificado con el. Si Dios es glorificado en el, Dios también lo glorificara en si mismo, y en seguida  lo glorificara. Hijitos, aun estaré con vosotros un poco. Me buscareis, pero, como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: a donde yo voy, vosotros no podéis ir. Un mandamiento nuevo os doy: que os améis  unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros. Le dijo Simón Pedro: - señor, ¿ a donde vas? Jesús le respondió: - a donde voy, no me puedes seguir ahoraa, pero me seguirás después. Le dijo Pedro: - señor, ¿ por que no te puedo seguir ahora? ¡ mi vida daré por ti!. Jesús le respondió: - ¿ tu vida darás por mi? De cierto, de cierto  te digo: no cantara el gallo sin que me hayas negado tres veces.

14.- No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi. En la casa de mi padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues,  a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomare a mi mismo, para que donde yo este, vosotros también estéis. Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino. Le dijo tomas: - señor, no sabemos a donde vas; ¿cómo, pues,  podemos saber el camino?. Jesús le dijo:  - yo soy el camino, la verdad  y la vida; nadie viene al padre sino por mi. Si me conocierais, también a mi padre conoceríais; y desde ahora lo conocéis y lo habéis visto. Felipe le dijo: - señor, muéstranos el padre y nos basta. Jesús le dijo: - ¿ tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mi  ha visto al padre; ¿cómo, pues, dices tu: “muéstranos al padre”? ¿no crees que yo soy en el padre y el padre en mi? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el padre, que vive en mi, el hace las obras. Creedme que yo soy en el padre, y el padre en mi; de otra manera, creedme por las mismas obras.  De cierto, de cierto os digo: el que en mi cree, las obras que yo hago, el también las hará; y aun mayores hará, porque voy al padre. Todo lo que pidáis al padre en mi nombre, lo haré, para que el padre sea glorificado en el hijo. Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré. Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogare al padre y os dará otro consolador, para que este con vosotros para siempre: el espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros. No os dejare huérfanos; volveré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me vera mas, pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy  en mi padre, y vosotros en mi y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi padre, y yo lo amare y me manifestare a el. Le dijo judas (no el iscariote): - señor, ¿cómo es que te manifestaras a nosotros y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: - el que me ama, mi palabra guardara; y mi padre lo amara, y vendremos a el y haremos morada con el. El que no me ama no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del padre que me envío. Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Pero el consolador, el espíritu santo, a quien el padre enviara en mi nombre, el os enseñara todas las cosas y os recordara todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo. Habéis oído que yo os he dicho: “ voy, y vuelvo a vosotros”. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al padre, porque el padre mayor es que yo. Y ahora  os lo he dicho antes que suceda, para que, cuando suceda, creáis. No hablare ya mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo y el nada tiene en mi. Pero para que el mundo conozca que amo al padre, y como el padre me mando, así hago. ¡ Levantaos, vamonos de aquí!.

15 Yo soy la vid verdadera y mi padre es el labrador. Todo pámpano que en mi no lleva fruto, lo quitara; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiara, para lleve mas fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mi, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por si mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mi. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mi  y yo en el, este lleva mucho fruto, porque separados de mi nada podéis hacer. El que en mi no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secara; y los recogen, los echan en el fuego y arden. Si permanecéis en mi y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho. En esto es glorificado mi padre: en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos. Como el padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardéis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi padre y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado para que mi gozo este en vosotros, y vuestro gozo sea completo. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie  tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamare siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor;  pero os he llamado amigos,  para que todas las cosas que oí de mi padre os la he dado a conocer. No me elegisteis vosotros  a mi, sino que yo os elegí a vosotros  y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo que pidáis al padre en mi nombre, el os lo de.  Esto os mando: que os améis unos a otros. Si el mundo os odia, sabed que a mi me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí  del mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: “ el siervo no es mayor que su señor”. Si a mi me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardaran la vuestra. Pero todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me odia a mi, también a mi padre odia. Si yo no hubiera hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto, y me han odiado a mi y a mi padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que esta escrita en su ley: “sin causa me odian”. Pero venga el consolador, a quien yo os enviare del padre, el espíritu de verdad, el cual procede del padre, el dará testimonio acerca de mi. Y  vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.

16 Estas cosas os he hablado para que no tengáis tropiezo. Os expulsaran de las sinagogas, y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate pensara que rinde  servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al padre ni a mi. pero os he dicho estas cosas para que,  cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.  Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros. Pero ahora voy al que me envío, y ninguno de vosotros me pregunta: “ ¿ a donde vas?” . Antes , porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya, porque si me voy, el consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviare. Y cuando el venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mi; de justicia, por cuanto voy al padre y no me veréis mas; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aun tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el espíritu  de verdad, el os guiara a toda la verdad, porque no hablara por su propia cuenta, sino que hablara todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán  de venir. El me glorificara, porque tomara de lo mío y os lo hará saber. Todo lo que tiene el padre es mío; por eso dije que tomara de lo mío y os lo  hará saber. Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis, porque yo voy al padre. Entonces algunos de sus  discípulos se decían entre si: - ¿qué es esto que nos dice: “todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis”; y “ porque yo voy al padre”?. Decían , pues: - ¿qué quiere decir con: todavía un poco”?  no  entendemos lo que dice. Jesús comprendió que querían preguntarle, y les dijo: -¿ preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: “todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis”? De cierto, de cierto os digo que vosotros llorareis y lamentareis, y en cambio el mundo se alegrara; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer cuando da a luz tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz a un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza, pero os volveré a ver y se gozara vuestro corazón, y nadie os quitara vuestro gozo. En aquel día no me preguntareis nada. De cierto, de cierto os digo que todo cuanto pidáis al padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo.  Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablare en alegorías, sino que claramente os anunciare acerca del padre. En aquel día pediréis en  mi nombre, y no os  digo que yo rogare al padre por vosotros, pues el padre mismo  os ama, porque vosotros me habéis amado y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del padre y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo y regreso al padre. Le dijeron sus discípulos: - ahora hablas claramente y ninguna alegoría dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: - ¿ahora creéis? La hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado y me dejareis solo; pero no estoy solo, porque el padre esta conmigo. Estas cosas os he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo.

17 Estas cosas hablo Jesús, y levantando  los ojos al cielo, dijo: - padre, la hora ha llegado: glorifica a tu  hijo, para que también tu hijo te glorifique a ti, pues le has dado potestad sobre toda carne para que de vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciera. Ahora pues, padre, glorifícame tu al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo existiera. He manisfetado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado proceden de ti, porque las palabras que me diste les he dado; y ellos las  recibieron y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tu me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Ya no estoy en el mundo; pero estos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guarde y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la escritura se cumpliera.  Pero ahora vuelvo a ti, y hablo esto en el mundo para que tenga mi gozo completo en si mismos. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los odio porque no son del mundo, como tampoco yo  soy del  mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco  yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. Como tu me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Por ellos yo me santifico a mi mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Pero no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mi por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tu, padre en mi y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tu me enviaste. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tu en mi, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tu me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mi me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo este, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado, pues me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y todos  han conocido que tu me enviaste. Les he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer aun, para que el amor con que me has amado este ellos y yo en ellos.

18 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de cedron, donde había un huerto en el cual entro con sus discípulos. Y también judas, el que lo entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Judas, tomando una compañía de soldados y guardias de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas, antorchas y armas. Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelanto y les pregunto: - ¿A quien buscáis? Le respondieron: - a Jesús Nazareno. Jesús le dijo: - yo soy. Estaba también con ellos judas, el que lo entregaba. Cuando les dijo: “yo soy”, retrocedieron y cayeron a tierra. Volvió, pues, a preguntarles: - ¿ a quien buscáis?.  Y ellos dijeron: - a Jesús Nazareno.  Respondió Jesús: - os he dicho que yo soy. Si me buscáis a mi, dejad a ir a estos. Esto dijo para que se cumpliera aquello que había dicho: “de los que me diste , no perdí ninguno”.  Entonces Simón Pedro, que tenia una espada, la desenvaino, hirió al siervo del sumo sacerdote y le corto la oreja derecha. El siervo se llamaba malco. Jesús entonces dijo a Pedro: -mete tu espada en la vaina. La copa que el padre me ha dado, ¿no la he de beber?. Entonces la compañía de soldados, el comandante y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y los llevaron primeramente ante anas, porque era suegro de caifas, que era sumo sacerdote aquel año. Caifas  fue quien explico a los judíos que convenía que un solo hombre muriera por el pueblo. Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entro con Jesús al patio del sumo sacerdote; pero Pedro esta fuera, a la puerta. Salió, pues, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y hablo a la portera e hizo entrar a Pedro. Entonces la criada portera dijo a Pedro: - ¿ no eres tu también de los discípulos de este hombre? Dijo el: - ¡ no lo soy!. Estaban en pie los siervos y los guardias que habían encendido un fuego, porque hacia frió y se calentaban. También con ellos estaba Pedro en pie, calentándose. El sumo sacerdote pregunto a Jesús a cerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le respondió: - yo públicamente he hablado al mundo. Siempre he enseñado  en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto. ¿por qué me preguntáis a mi? Pregunta, a los que han oído, de que les he hablado; ellos saben lo que he dicho. Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada, diciendo: - ¿ así respondes al sumo sacerdote? Jesús le respondió: - si he hablado mal, testifica en que esta el mal; pero si bien, ¿por qué me golpeas?. Anas entonces lo envío atado a caifas, el sumo sacerdote. Estaba, pues, Pedro en pie , calentándose, y le preguntaron: - ¿ no eres tu de sus discípulos?. El negó y dijo: - ¡no lo soy!.  Unos de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: - ¿no te vi yo en le huerto con el?.  Negó Pedro otra vez, y en seguida canto el gallo. Llevaron a Jesús de casa de caifas al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse  y así poder comer la pascua. Entonces salió pilato a donde ellos estaban, y les dijo: - ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Respondieron y le  dijeron: - si este no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado. Entonces les dijo pilato: - tomadlo vosotros y juzgadlo  según vuestra ley. Los judíos le dijeron: - a nosotros  no nos esta permitido dar muerte a nadie. Dijeron esto para que se cumpliera la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de que muerte iba a morir. Entonces pilato volvió a entrar en el pretorio, llamo a Jesús y le dijo: - ¿ eres tu el rey de los judíos? Jesús le respondió: - ¿dices esto por ti mismo o te lo han dicho otros de mi?.  pilato  le respondió: - ¿soy yo acaso judío? Tu nación y los principales sacerdotes te han entregado a mi. ¿qué has hecho?. Respondió Jesús: - mi reino no es de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces pilato: - luego, ¿eres tu rey?.  Respondió Jesús: - tu dices que soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel  que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo pilato: - ¿Qué es la verdad?.  Y dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos, y les dijo: - yo no hallo en el ningún delito. Pero vosotros tenéis  la costumbre de que os suelte a un preso en la pascua. ¿ queréis, pues,  que os suelte al rey de los judíos?.  Entonces todos dieron voces de nuevo, diciendo: - ¡ a este no! ¡ a barrabas! – y barrabas era ladrón -.

19 Así que tomo entonces pilato a Jesús y lo azoto. Los soldados entretejieron una corona de espinas y la pusieron sobre su cabeza, y lo vertieron con un manto de púrpura, y le decían: -¡Salve, rey de los judíos! –y le daban bofetadas. Entonces pilato salió otra vez, y les dijo: - mirad, os lo traigo fuera para que entendáis que ningún delito hallo en el. Y salió Jesús llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Pilato les dijo: -¡ este es el hombre!. Cuando lo vieron los principales sacerdotes y los guardias, dieron voces diciendo: - ¡crucifícalo! ¡crucifícalo!. Pilato les dijo: - Tomadlo  vosotros y crucificadlo, porque yo no hallo delito en el. Los judíos le respondieron: -nosotros tenemos una ley y, según nuestra ley, debe morir, porque se hizo a si mismo hijo de Dios. Cuando pilato  oyó decir esto, tuvo mas miedo. Entro otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: - ¿de donde eres? Pero Jesús no le respondió. Entonces le dijo pilato: - ¿ a mi no me hablas? ¿ no sabes que  tengo autoridad para crucificarte y autoridad para soltarte?. Respondió Jesús: - Ninguna autoridad tendrías contra mi si no te fuera dada de arriba; por tanto,  el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.  Desde entonces procuraba pilato soltarlo, pero los judíos daban voces diciendo: - si a este sueltas, no eres amigo de cesar; todo el que  se hace rey, a cesar se opone. Entonces pilato, oyendo esto, llevo fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado el enlosado, en hebreo gabata. Era la preparación de la pascua y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: -¡aquí tenéis a vuestro rey!. Pero ellos gritaron: -¡fuera! ¡Fuera! ¡crucifícalo!. Pilato les dijo: -¿ a vuestro rey he de crucificar?. Respondieron los principales sacerdotes: -¡no tenemos mas rey que cesar!. Así que entonces lo entrego a ellos para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús y se lo llevaron. El, cargando su cruz, salió del lugar llamado de la calavera, en hebreo, gólgota. Allí, lo crucificaron  con otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. Escribió también pilato un titulo, que puso sobre la cruz, el cual decía: “ Jesús Nazareno, Rey de los judíos”. Muchos de los judíos leyeron  este titulo, porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad,  y el titulo estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Dijeron a pilato los principales sacerdotes de los judíos: - no escribas: “ rey de los judíos, sino: “ este dijo: soy rey  de los judíos”.  Respondió pilato: - lo que he escrito, he escrito. Cuando los soldados lo crucificaron a Jesús, tomaron su vestidos e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. Entonces dijeron entre si: - no la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quien  será. Esto sucedió para que se cumpliera la escritura, que dice: - repartieron entre si mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”. Y así lo hicieron los soldados. Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María magdalena. Cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien el amaba, que estaba presente, dijo a su madre: - mujer, he ahí tu hijo. Después dijo all discípulo: - he ahí a tu madre.  Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo  Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la escritura se cumpliera: - ¡tengo sed!. Había allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús tomo el vinagre, dijo: - ¡consumado es!. E inclinando la cabeza, entrego el espíritu. Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedaran en la cruz el sábado (pues aquel sábado era de gran solemnidad), rogaron a pilato que se les quebraran las piernas y fueran quitados de allí. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas al primero y asimismo al otro que había sido crucificado con el. Pero cuando llegaron a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y el sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis, pues estas cosas sucedieron para que se cumpliera la escritura: “no será quebrado hueso suyo”. Y también otra escritura dice: “miraran al que traspasaron”.  Después de todo esto, José de arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo  de  los judíos, rogó a pilato que le permitiera llevarse  el cuerpo de Jesús; y pilato se lo concedió. Entonces fue y se llevo el cuerpo de Jesús. Vino también nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues,  el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aun no se había puesto a nadie. Allí, pues,  por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.

20 El primer día de la semana, María magdalena fue de mañana, siendo aun oscuro, al sepulcro, y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel a quien amaba Jesús, y les dijo: - se han llevado del sepulcro al señor y no sabemos donde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió mas aprisa que Pedro y llego primero al sepulcro. Y, asomándose, vio los lienzos puestos allí, pero no entro. Luego llego Simón Pedro tras el, entro en el sepulcro y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entro  también el otro discípulo que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó, pues aun no habían entendido la escritura: que era necesario que el resucitara de los muertos. Y volvieron los discípulos a los suyos. Pero María estaba fuera llorando al sepulcro; mientras lloraba, se inclino para mirar dentro del sepulcro, y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: - mujer, ¿por qué lloras?. Les dijo: - porque se han llevado a mi señor y no se donde lo han puesto.  Dicho esto, se volvió y vio a Jesús que estaba allí; pero no sabia que era Jesús. Jesús le dijo: - ¿mujer por que lloras? ¿a quien buscas?. Ella, pensando que era el jardinero, le dijo: - señor, si tu lo has llevado, dime donde lo has puesto y yo lo llevare. Jesús le dijo: -¡María!. Volviéndose ella, le dijo: -¡raboni! – que significa maestro”-. Jesús le dijo:  - ¡suéltame!, porque aun no he sido subido a mi padre; pero ve a mis hermanos y diles: “subo  a mi padre y a vuestro padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. Fue entonces María magdalena para dará los discípulos la noticia de que había visto al señor, y que el  había dicho estas cosas. Cuando llego la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, llego Jesús y, puesto en medio, les dijo: - ¡ paz a vosotros!. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al señor. Entonces Jesús les dijo otra vez:  - ¡ paz a vosotros! Como me envío el padre, así también yo os envío. Y al decir esto, soplo y les dijo: - recibid el espíritu santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados, y a quienes se los retengáis, les serán retenidos. Pero tomas, uno de los doce, llamado didimo, no estaba con ellos cuando Jesús se presento. Le dijeron, pues, los otros discípulos: ¡ hemos visto al señor! El les dijo: - si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar  de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos tomas. Llego  Jesús, estando las puertas cerradas, se puso en medio y les dijo: - ¡ paz a vosotros!. Luego dijo a tomas: - pon aquí tu dedo y mira mis  manos; acerca tu mano y metela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces tomas respondió y le dijo: - ¡ señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: - porque me has visto, tomas,  creíste; bienaventurados los que no vieron  y creyeron. Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

21  Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de tiberias; y se manifiesto de esta manera: están juntos Simón Pedro, tomas, llamado el didimo, natanael, el de cana de galilea, los hijos de zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: - voy a pescar. Ellos le dijeron: - vamos nosotros también contigo. Salieron, pues, y  entraron en una barca; pero aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presento Jesús en la playa, pero los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: - hijitos, ¿tenéis algo de comer?. Le respondieron: - ¡no!. El les dijo: - echad la red a la derecha de la barca y hallareis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba y dijo a Pedro: - ¡es el señor!. Simón Pedro, cuando oyó  que era el señor, se ciño la ropa (porque se había despojado de ella) y se tiro al mar. Los otros dos discípulos fueron a la barca, arrastrando la red llena de peces, pero no distaban de la tierra sino como doscientos codos.  Al descender a tierra, vieron brasas puestas y un pescado encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: - traed de los peces que acabáis de sacar. Subió  Simón Pedro y saco la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. Les dijo Jesús: - venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿tu, quien eres?”,  sabiendo  que era  el señor. Vino, pues, Jesús, y tomo el pan y les dio, y asimismo  del pescado. Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos. Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: - Simón, hijo de Jonás, ¿ me amas mas que estos?. Le respondió: - si, señor; tu sabes que te quiero. El le dijo: - apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: - Simón, hijo de Jonás, ¿ me amas?. Pedro le respondió: - si, señor; tu sabes que te quiero. Le dijo: - pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: - Simón, hijo de Jonás, ¿ me quieres? Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: “¿me quieres?”, y le respondió: - señor, tu lo sabes todo; tu sabes que te quiero. Jesús le dijo: - apacienta mis ovejas. De cierto, de cierto os digo: cuando era mas joven, te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevara a donde no quieras. Esto dijo dando a entender con que muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: - sígueme. Volviéndose Pedro, vio que los seguía el discípulo  a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de el y le había dicho: “ señor, ¿quién es el que te ha de entregar?”. Cuando Pedro lo vio, dijo a Jesús: - señor, ¿ y que de este?. Jesús le dijo: - si quiero que el quede hasta que yo vuelva, ¿qué a ti? Sígueme tu. Se extendió  entonces entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: “si quiero que el quede hasta que yo vuelva, ¿ que a ti? ” . Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.  Hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amen.

Volver a la pagina principal

Hosted by www.Geocities.ws

1