El
libro de Nehemias (=neh) continuación del texto de Esdras se relata
como artajerjes I autorizo a su copero un hombre de confianza para ir a
Jerusalén a dirigir los trabajos de restauración de la muralla de la
ciudad y como la obra
fue realizada con gran celeridad pese a la pertinaz hostilidad de
samaritanos moabitas y otros habitantes de lugares vecinos. También
refiere Nehemias un segundo viaje a la ciudad durante el cual tomo
severas medidas para corregir la conducta irregular de muchos de los judíos
residentes. Las tareas de Nehemias se desarrollan de acuerdo con un gran
proyecto de reconstrucción de la ciudad y de reforma religiosa y moral
del pueblo. La fe y las costumbres de la comunidad
habían estado expuestas durante los muchos años de exilio a
influencias que a menudo la habían desviado de la recta obediencia a la
ley de Dios. Por eso Nehemias recoge también en su escrito la lectura
publica de la ley realizada por el sacerdote y escriba Esdras que da
lugar a la solemne renovación de la alianza con el Dios de Israel. En
sus últimos capítulos el libro incluye una detallada información
sobre el personal del templo, la consagración de los muros y
algunas reformas llevadas a
cabo por el propio Nehemias. Las historias narradas en los libros de
Esdras y Nehemias nos presentan a dos personalidades muy fuertes y muy
diferentes protagonistas de la complicada etapa que siguió al exilio
babilónico. Ambos –uno sacerdote y el otro laico- se muestran
animados de un mismo sentido del deber y de un ferviente anhelo de
llevar al pueblo a una profunda restauración espiritual y material.
Cada cual asume así su propia y especifica responsabilidad: Esdras
celoso custodio de la ley, es el gran reformador religioso del pueblo
judío, Nehemias uniendo la actividad a la fe se ocupa de temas
administrativos y de llevar a buen
termino la reedificación de las murallas de Jerusalén. |
Nehemias
1
Palabras de nehemias hijo de hacalias. Aconteció en el mes de quisleu,
en el año veinte, que estando yo en susa, capital del reino, vino hanani, uno
de mis hermanos, con algunos hombres de juda. Entonces les pregunte por los judíos
que habían escapado, los que se habían salvado de la cautividad, y por Jerusalén.
Ellos me dijeron: El resto, los que se
salvaron de la cautividad, allí en la provincia, están en una situación muy
difícil y vergonzosa. El muro de Jerusalén esta en ruinas y
su puertas destruidas por el fuego. Cuando oí estas palabras me senté y
llore, hice duelo por algunos días, ayune y ore delante del Dios de los cielos.
Y le dije: Te ruego , Jehová, Dios
de los cielos, fuerte, grande y temible, que guardas el pacto
y tienes misericordia de los que te aman y observan tus mandamientos;
este ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu
siervo, que hago ahora delante de ti, día y noche, por los hijos de Israel, tus
siervos. Confieso los pecados que
los hijos de Israel hemos cometido contra ti; si yo y la casa de mi padre hemos
pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti y no hemos guardado
los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a moisés, tu siervo.
Acuérdate ahora de la palabra que diste a moisés, tu siervo, diciendo: Si
vosotros pecáis, yo os dispersare por los pueblos; pero si os volvéis a mi y
guardéis mis mandamientos y los ponéis por obra, aunque vuestra dispersión
sea hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré y os traeré al lugar
que escogí para hacer habitar allí mi nombre. Ellos, pues, son tus siervos y
tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder y con tu mano poderosa. Te
ruego, Jehová, que este ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a
la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora
buen éxito a tu siervo y dale gracia delante de aquel hombre. En aquel entonces
servia yo de copero al rey.
2
Sucedió en el mes de nisan,
en el año veinte del rey artajerjes, que estando ya el vino
delante de el, tome el vino y lo servi al rey.
Y como yo no había estado antes triste en su presencia, me dijo el rey:
- ¿por qué esta triste tu rostro?, pues no estas enfermo. No es esto sino
quebranto de corazón. Entonces tuve un gran temor. Y dije al rey: - ¡ viva el
rey para siempre! ¿cómo no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad,
casa de los sepulcros de mis padres, esta desierta, y sus
puertas consumidas por el fuego? -¿qué cosas pides? – pregunto el
rey. Entonces ore a Dios de los cielos, y le respondí: - si
le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a
juda, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificare. Entonces el
rey, que tenia a la reina sentada junto a el, me pregunto: - ¿cuánto dura tu
viaje y cuando volverás? Y agrado al rey enviarme, después que yo le indique
las fechas. Le dije además al rey: - si al rey le place, que se me den cartas
para los gobernadores al otro lado del rió, para que me franqueen el paso hasta
que llegue a juda; y carta para asaf, guarda del bosque del rey, a fin de que me
de madera para enmaderar las puertas de la ciudadela de la casa, para el muro de
la ciudad y para la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, porque la
benéfica mano de mi Dios estaba sobre mi. Fui luego a los gobernadores
del otro lado del rió y les
di las cartas del rey. También el rey envió conmigo
capitanes del ejercito y gente de a
caballo. Pero cuando lo oyeron sanbalat el horonita, y Tobías el siervo
amonita, les disgusto mucho que viniera alguien a procurar el bien de los hijos
de Israel. Llegue, pues, a Jerusalén, y después de estar allí tres días, me
levante de noche, yo y unos pocos hombres conmigo, y no declare a nadie lo que
Dios había puesto en mi corazón me hiciera en Jerusalén. No tenia cabalgadura
conmigo, sino la única en que yo
cabalgaba. Aquella misma noche salí
por la puerta del valle hacia la fuente del dragón y a la puerta del muladar; y
observe los muros de Jerusalén que estaban derribados y sus puertas que
habían sido consumidas por el fuego. Pase luego a la puerta de la fuente
y al estanque del rey, pero no había lugar por donde pasara la cabalgadura en
que iba. Subí de noche por el torrente y observe el muro, di la vuelta y
entre por la puerta del valle, y regrese. Los oficiales no sabían a
donde yo había ido ni que había
hecho. Todavía no lo había declarado yo
a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles
y oficiales, ni a los demás que hacían la obra. Les dije, pues: - vosotros
veis la difícil situación en que
estamos: Jerusalén esta en ruinas y sus puertas
consumidas por el fuego. Venid y reconstruyamos el muro de Jerusalén, para que
ya no seamos objeto de deshonra. Entonces les declare como la mano
de mi Dios había sido buena conmigo, y asimismo las palabras que el rey
me había dicho. Ellos respondieron: - ¡ levantémonos y edifiquemos! Así
esforzaron sus manos para bien. Pero cuando lo oyeron sanbalat el horonita, Tobías
el siervo amonita y gesem, el árabe, se burlaron de nosotros y nos
despreciaron, diciendo: - ¿qué es lo que estáis haciendo? ¿ os rebeláis
contra el rey? Pero yo les respondí:
- El Dios de los cielos, el nos prosperaara, y
nosotros, sus siervos, nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros
no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén.
3
Entonces se levantaron el
sumo sacerdote eliasib y sus hermanos los sacerdotes y edificaron la puerta de
las ovejas. Ellos arrglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de la hamea,
y edificaron hasta la torre de hanaeel. Junto a ella trabajaron los hombres de
Jericó, y luego zacur hijo de imri. Los hijos
de senaa edificaron la puerta del
pescado; la enmaderaron y levantaron sus puertas, con sus cerraduras
y sus cerrojos, junto a ellos trabajo en la restauración meremot hijo de
Urías hijo de cos y, al lado de ellos, mesulam hijo de berequias hijo de
mesezabeel. Junto a ellos trabajo sadoc hijo de baana. Y a su lado colaboraron
los tecoitas; pero sus notables no se prestaron a ayudar a la obra del señor.
La puerta vieja fue restaurada por joiada hijo de pasehah y musulam hijo de
besodias, quienes la enmaderaron y levantaron sus puertas, con su cerraduras y
cerrojos. Junto a ellos trabajaron melatias, el gaboonita, y jadon, el
meronotita, hombres de gabaon y de mizpa, que estaban bajo el dominio del
gobernador del otro lado del rió. Junto a ellos trabajo uziel hijo de
harhaia, de los plateros, con quien colaboro también hananias, hijo de
un perfumero. Así terminaron la reparación de Jerusalén hasta el muro ancho.
Junto a ellos trabajo en la restauración refaias hijo de hur, gobernador de la
mitad de la region de Jerusalén; asimismo, junto a ellos, y frente a su casa,
jedais hijo de harumaf. Junto a este trabajo hatus hijo de hasabnias. Malquias
hijo de harim y hasub hijo de pahat-moab restauraron otro tamo, y la torre de
los hornos. Junto a ellos trabajo en la restauración salum hijo de halohes,
gobernador de la mitad de la region de Jerusalén, el con sus hijas. La puerta
del valle la restauro hanun con los habitantes de zanoa; ellos la reedificaron y
levantaron sus puertas, con sus cerraduras y cerrojos, y mil codos del muro,
hasta la puerta del muladar. Reedifico la puerta del muladar malquias hijo de
recab, gobernador de la provincia de bet-haquerem; el la reedifico y levanto sus
puertas, sus cerraduras y sus
cerrojos. Salum hijo de colhoze, gobernador de la region de mizpa, restauro la
puerta de la fuente; el la reedifico, la enmadero y levanto sus puertas, sus
cerraduras y sus cerrojos; también
el muro del estanque de siloe junto al huerto del rey, hasta las gradas que
descienden de la ciudad de David. Después de el trabajo en la restauración
nehemias hijo de azbuc, gobernador de la mitad de la región de bet-sur, hasta
delante de los sepulcros de David, el estanque labrado y casa de los valientes.
Tras el trabajaron los levitas;
rehum hijo de van y , junto a el, hasabias, gobernador de la mitad de la región
de keila, a nombre de su región. Después de el colaboraron en la restauración
sus hermanos, Babia hijo de henadad, gobernador de la mitad de la región de
keila. Junto a el, ezer hijo de jesua, gobernador de mizpa, restauro otro tramo
frente a la subida de la armería de la esquina hasta la puerta de la
casa de eliasib, sumo sacerdote. Tras el meremot hijo de hurias hijo de
cos restauro otro tramo, desde la entrada hasta el estremo de la casa de eliasib.
Después de el ayudaron en la restauración los sacerdotes que habitaban
en la llanura. Después de ellos, benjamín, y hasub, frente a su casa; y, después
de estos, azarias hijo de maasias hijo de ananás cerca de su casa. Después de
el binui hijo de henadad restauro otro tramo, desde la casa de azarias hasta el
Angulo entrante del muro, y hasta la esquina. Palal hijo de uzai restauro el
muro de frente a la esquina y también la torre alta que sale de la casa del
rey, la cual esta en el patio de la cárcel. Después de el siguió pedaias hijo
de faros. Los sirvientes del templo que habitaban en ofel trabajaron en la
restauración hasta frente a la puerta de las aguas al oriente y la torre que
sobresalía. Después de ellos los tecoitas restauraron otro tramo, frente a la
gran torre que sobresalen hasta el muro de ofel. Desde la puerta de los caballos
trabajaron en la restauración los sacerdotes, cada uno frente a su casa. Después
de ellos, sadoc hijo de imer restauro frente
a su casa; y después de el semaias hijo de secanias, guarda de la puerta
oriental. Tras el, hananias hijo de selemias y hanun hijo sexto de salaf
restauraron otro tramo; después de ellos, mesulam hijo de berequias restauro
frente a su cámara, y después de el maquias hijo de platero restauro hasta la
casa de los sirvientes del templo y de los comerciantes, frente a la puerta del
juicio, hasta la sala de la esquina. Entre la sala de la esquina y la puerta de
las ovejas, trabajaron en la restauración los plateros y los
comerciantes.
4
Cuando oyó sanbalat que
nosotros edificamos el muro, se enojo y enfureció mucho, y burlándose de los
judíos, dijo delante de sus hermanos y del ejercito de samaria: - ¿Qué hacen
estos débiles judíos? ¿ se les permitirá volver a ofrecer sacrificios? ¿
acabaran en un día? ¿ resucitaran
de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas? Y estaba junto a el
Tobías, el amonita, el cual dijo: - lo que ellos edifican del muro de piedra si
sube una zorra lo derribara. ¡ oye,
Dios nuestro, como somos objeto de su desprecio! Haz que su ofensa caiga sobre
su cabeza y entrégalos por despojo
en la tierra de su cautiverio. No
cubras su iniquidad si su pecado sea borrado delante de ti, porque se han airado
contra los que edificaban. Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue
terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo animo para
trabajar. Pero aconteció que oyeron sanbalat, Tobías, los árabes, los
amonitas y los de asdod que los muros de Jerusalén eran reparados, pues ya las
brechas comenzaban a ser cerradas, y se encolerizaron mucho. Conspiraron luego
todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño. Entonces oramos a
nuestro Dios, y por culpa de ellos montamos guardia contra ellos de día y de
noche. Y decía juda: las fuerzas de los acarreadores se han debilitado y el
escombro es mucho; no podremos
reconstruir el muro. Nuestros
enemigos dijeron: que no sepan ni vean hasta que entremos en medio de ellos, los
matemos y hagamos cesar la obra. Pero sucedió que cuando venían los judíos
que Vivian entre ellos, nos decían una y otra vez:
de todos los lugares donde habitan, ellos caerán sobre nosotros.
Entonces puse al pueblo por
familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos, por las partes bajas
del lugar, detrás del muro y en los sitios
abiertos. Después mire, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al
resto del pueblo: - no temáis delante de ellos; acordaos
del señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por
vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.
Cuando supieron nuestros enemigos que estábamos sobre aviso, y que Dios había
desbaratado sus planes, nos volvimos todos
al muro, cada uno a su tarea. Desde aquel día la mitad de mis siervos
trabajaba en la obra, y la otra mitad mantenía armada con lanzas, escudos,
arcos y corazas. Y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de juda.
Los que edificaban en el muro, los
que acarreaban y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra y con la
otra sostenía la espada. Porque los que edificaban, cada uno tenia su espada ceñida
a la cintura, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mi,
después yo había dicho a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: -
la obra es grande y extensa, y
nosotros estamos apartados en el muro, lejos los unos de los otros. En el lugar
donde oigáis el sonido de la trompeta, reunios allí con nosotros; nuestro Dios
peleara por nosotros. Así pues, mientras trabajamos en la
obra desde la subida del alba hasta que salían las estrellas, la mitad
de ellos montaba guardia con la
lanza en la mano. También dije entonces al pueblo: - cada uno con su criado
permanezca dentro de Jerusalén; de
noche sirvan de centinelas y de día
trabajen en la obra. Y ni yo ni mis
hermanos, ni mis jóvenes ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos
nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse.
5
Entonces hubo un gran clamor
del pueblo y de sus mujeres contra
sus hermanos judíos. Había quien
decía: nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos; por tanto,
hemos pedido prestado grano para
comer y vivir. Y había quienes decían: hemos empeñado nuestras tierras,
nuestras viñas y nuestras casas, para comprar grano, a causa del hambre. Otros
decían: hemos tomado prestado dinero sobre nuestras tierras y viñas para el
tributo del rey. Ahora bien, nosotros y nuestros hermanos somos de una misma
carne, y nuestros hijos son como hijos; sin embargo, nosotros tuvimos que
entregar nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre, y algunas de nuestras
hijas son ya esclavas, y no podemos rescatarlas porque nuestras tierras y
nuestras viñas son de otros. Cuando oí su clamor y estas palabras, me enoje
mucho. Después de meditarlo bien, reprendí a los nobles y a los oficiales. Y
les dije: - ¿ Exigís interés a vuestros hermanos? Además convoque contra
ellos una gran asamblea, y les dije: - nosotros, según
nuestras posibilidades, rescatamos a nuestros hermanos judíos que habían
sido vendidos a las naciones; ¿y ahora
sois vosotros los que vendéis aun a vuestros
hermanos, para que nosotros tengamos que rescatarlos de nuevo? Y
callaron, pues que no tuvieron que responder. Y añadí: - no es bueno lo que
decís. ¿no deberíais andar en el temor de nuestro Dios, para no ser objeto
de burla de las naciones enemigas nuestras? También
yo, mis hermanos y mis criados les hemos prestado dinero y grano. ¡
perdonémosles esta deuda! Os ruego que les devolváis hoy sus tierras, sus viñas,
sus olivares y sus casas, y la centésima parte del dinero, del grano, del vino
y del aceite, que demandáis de ellos como interés. Ellos respondieron: - lo
devolveremos y nada le demandaremos; haremos así como tu dices. Entonces
convoque a los sacerdotes y les hice jurar que harían conforme a esto. Sacudí
además mi vestido, y dije: - así sacuda Dios de su casa y de su trabajo a todo
hombre que no cumpla esto; así sea sacudido y quede sin nada. Y respondió toda
la congregación: - ¡Amen!. Entonces alabaron a Jehová, y el pueblo hizo
conforme a esto. También desde el
día que me mando el rey que fuera gobernador de ellos en la tierra de juda,
desde el año veinte del rey artajerjes hasta el año treinta y dos, doce años,
ni yo ni mis hermanos comimos del pan del gobernador. En cambio, los primeros
gobernadores que me antecedieron abrumaron al pueblo: les cobraban, por el pan y
por el vino, mas de cuarenta ciclos de plata, y aun sus criados se enseñoreaban
del pueblo. Pero yo no hice así, a causa del temor de Dios. También trabaje mi
parte en la restauración de este muro, y no he comprado heredad, también todos
mis criados estaban allí juntos a la obra. Además, ciento cincuenta judíos y
oficiales, y los que venían de las naciones que había alrededor de nosotros,
se sentaba a mi mesa. Cada día se preparaba un buey y seis ovejas escogidas;
también me preparaban aves; y, cada diez días, se traía vino en abundancia.
Así y todo, nunca reclame el pan del gobernador, porque la carga que pesaba
sobre este pueblo era excesiva. ¡ Acuérdate de mi para bien, Dios mío, y de
todo lo que hice por este pueblo!.
6
Cuando oyeron sanbalat, Tobías,
gesem el árabe y los demás de nuestros enemigos que yo había edificado el
muro, y que no quedaba en el brecha alguna ( aunque hasta aquel tiempo no había
puesto las hojas de las puertas), sanbalat y gesem enviaron a decirme: ven y
reunamos en alguna de las aldeas en el campo de ono. Pero ellos habían pensado
hacerme mal. Entonces envié mensajeros
para decirles: estoy ocupado en una gran obra y no puedo ir; porque cesaría la
obra si yo la abandonara para ir a vosotros. Cuatro veces me enviaron mensajes
sobre el mismo asunto, y yo respondí
de la misma manera. Entonces sanbalat me envió a su criado para decir lo mismo
por quinta vez, con una carta abierta en su mano, en la cual estaba escrito: se
ha oído entre las naciones, gasmu lo dice, que tu y los judíos pensáis
rebelaros y que por eso edificas tu el muro, con la mira, según estas palabras,
de ser tu su rey; y
que has puesto profetas que, refiriéndose a ti, proclamen en Jerusalén:
¡ hay rey en juda!. Estas palabras
van a llegar a los oídos del rey; ven, por tanto, y consultemos juntos.
Entonces envié yo a decirles: no hay nada de lo que dices, sino que son
invenciones de tu corazón. Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: se
debilitaran las manos de ellos en la obra, y no será terminada. ¡ Ahora, pues,
oh Dios, fortalece tu mis manos!. Después
fui a casa de semaias hijo de delaia hijo de mehetabel, porque estaba encerrado.
El me dijo: - reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las
puertas, porque vienen a matarte; si, esta noche vendrán a matarte. Pero yo les
respondí: - ¿un hombre como yo ha de huir? ¿ y quien, que fuera como yo,
entraría al templo para salvarse la vida? No entrare. Reconocí que Dios no lo
había enviado, sino que decía aquella profecía contra mi porque Tobías y
sanbalat lo habían sobornado. Pues fue sobornado para intimidarme, para que así
yo pecara. Ellos aprovecharían
esto para crearme mala fama y desprestigiarme. ¡ Acuérdate, Dios mío, de Tobías
y de sanbalat, conforme a estas cosas que hicieron; también acuérdate
de la profetisa noadias y de los otros profetas que procuraban infundirme miedo!
Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de elul, en cincuenta y dos
días. Cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que
estaban alrededor de nosotros; se sintieron humillados y reconocieron que por
nuestro Dios había sido hecha esta obra. En aquellos días los principales de
juda enviaban muchas cartas a Tobías y recibían las de este. Por muchos en
juda se habían aliado con el, pues era yerno de secanias hijo de ara; y johanan
su hijo había tomado por mujer a
la hija de mesulam hijo de berequias. También contaban delante de mi las buenas
obras de Tobías, y a el le referían mis palabras. Y Tobías enviaba cartas
para atemorizarme.
7
Después que el muro fue edificado y se colocaron las puertas, se
nombraron porteros, cantores y levitas. A mi hermano hanani y a hananias, jefe
de la fortaleza de Jerusalén (
pues era un hombre de verdad y temeroso de Dios, mas que muchos) , les ordene, y
les dije: - las puertas de Jerusalén
no se abrirán hasta que caliente el sol, y se cerraran y
atrancaran antes de que se ponga. Y de entre los habitantes de Jerusalén
nombre guardias e indique que cada uno hiciera su turno frente a su propia casa.
La ciudad era espaciosa y grande, pero había poca gente dentro de ella, porque
las casas no habían sido reedificadas. Entonces puso Dios en mi corazón que
reuniera a los nobles, a los oficiales y al pueblo, para que fueran empadronados
según sus familias. Y halle el libro de la genealogía de los que habían
subido antes, y encontré que en el se había escrito así: estos son los hijos
de la provincia que subieron del cautiverio, de los que llevo cautivos
nabucodonosor, rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a juda,
cada uno a su ciudad. Ellos vinieron en zorobabel, jesua, nehemias,
azarias, raamias, nahamami, mardoqueo, bilsan, misperet, bigvai, nehum y baana.
Lista de los nombres del pueblo de Israel: los hijos de paros, dos mil ciento
setenta y dos. Los hijos de ara, seiscientos cincuenta
y dos. Los hijos de pahat-moab, de los hijos de jesua y de joab, dos mil
ochocientas diciocho. Los hijos de elam, mil doscientas cincuenta y cuatro. Los
hijos de zatum, ochocientas
cuarenta y cinco. Los hijos de zacai, setecientos sesenta. Los hijos de
binui, seiscientos cuarenta y ocho. Los hijos de babai, seiscientos veintiocho.
Los hijos de azgad, dos mil seiscientos veintidós. Los hijos de adonicam,
sesiscientos sesenta y siete. Los
hijos de bigvai, dos mil sesenta y siete. Los hijos de adin, seiscientos
cincuenta y cinco. Los hijos de ater, de ezequias, noventa y ocho. Los hijos de
hasum, trescientos veintiocho. Los hijos de bezai, trescientos
veinticuatro. Los hijos de harif, ciento doce. Los hijos de gabaon,
noventa y cinco. Los hombres de Belén y de netofa, ciento ochenta y ocho. Los
hombres de anatot ciento veintiocho. Los hombres de bet-azmavet, cuarenta y dos.
Los hombres de quiriat-jearim, cafira
y beerot, setecientos cuarenta y tres. Los hombres de rama y de geba,
seiscientos veintiuno. Los hombres de micmas, ciento veintidós. Los hombres de
bet-el y de hai, ciento veintitrés. Los hombres del otro nebo, cincuenta y dos.
Los hijos del otro elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. Los hijos de harim,
trescientos veinte. Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. Los
hijos de lod, hadid y ono, setecientos veintiuno. Los hijos de senaa, tres mil
novecientos treinta. Sacerdotes: los
hijos de jedaia, de la casa de
jesua, novecientos setenta y tres. Los hijos
de imer, mil cuncuenta y dos. Los hijos de pasur, mil doscientos cuarenta y
siete. Los hijos de harim, mil diecisiete. Levitas:
los hijos de jesua, de cadmiel, de los hijos de hodavias, setenta y
cuatro. Cantores: los hijos de asaf, ciento cuarenta y ocho. Porteros: los hijos
de salum, los hijos de ater, los hijos de talmon, los hijos de acub, los hijos
de hatita y los de sobai, ciento treinta y
ocho. Sirvientes del templo: Los hijos de ziha,
los hijos de hasufa, los hijos de tabaot, los hijos de queros, los hijos
de siaha, los hijos de padon, los hijos de salmai, los hijos de hanan, los hijos
de gidel, los hijos de gahar, los hijos de reaia, los hijos de rezin, los hijos
de necoda, los hijos de gazam, los hijos de
uza, los hijos de paseah, los hijos de besai, los hijos de mehunim, los
hijos de nefisesim, los hijos de bacbuc, los hijos de hacufa, los hijos de
harhur, los hijos de bazlut, los hijos de mehida, los hijos de harsa, los hijos
de barcos, los hijos de sisara, los hijos de tema, los hijos de nezia y los
hijos de hatifa. Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de sotai, los
hijos de soferet, los hijos de perida, los hijos de jaala, los hijos de darcon,
los hijos de gidel, los hijos de sefatias, los
hijos de hatil, los hijos de poqueret-hazebaim, los hijos de Amón. Todos
los sirvientes del templo e hijos de los siervos de Salomón, trescientos
noventa y dos. Estos son los que subieron de tel-mela, tel-harsa, querub, addon
e imer, los cuales no pudieron
mostrar que la casa de sus padres ni su genealogía eran de Israel:
los hijos de delaia, los hijos de Tobías, y los hijos de necoda,
seiscientos cuarenta y dos. Y entre los sacerdotes: los hijos de habaia, los
hijos de cos y lso hijos de barzilai, el cual tomo mujer de las hijas
de barzilai galaadita, cuyo nombre adopto. Estos buscaron su registro de
genealogías, pero no se hallo, por lo cual fueron excluidos del sacerdocio, y
el gobernador les prohibió que comieran de
las cosas mas santas, hasta que
hubiera sacerdote con urim y tumim. Toda la congregación reunida era de
cuarenta y dos mil trescientas sesenta, sin
contar sus siervos y
siervas, que eran siete mil trescientos cuarenta
y cinco cantores y cantoras. Tenían setecientas treinta y seis caballos,
doscientas cuarenta y cinco mulos; los camellos eran cuatrocientos treinta y
cinco y los asnos seis mil setecientos veinte. Algunos de las cabezas de familia
dieron ofrendas para la obra. El gobernador dio para el tesoro mil dracmas de
oro, cincuenta tazones y quinientas treinta vestiduras sacerdotales. Los cabezas
de familia dieron para el tesoro de
la obra veinte mil dracmas de oro y dos mil doscientas libras de plata. El resto
del pueblo dio veinte mil dracmas de oro, dos mil libras de plata
y sesenta y siete vestiduras sacerdotales. Y los sacerdotes, los levitas,
los porteros, los cantores, los del pueblo, los sirvientes del templo y todo
Israel habitaron en sus ciudades. Al llegar el mes séptimo, ya los hijos de
Israel estaban en sus ciudades.
8
Entonces se junto todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que esta
delante de la puerta de las aguas, y dijeron al escriba Esdras que trajera el
libro de la ley de moisés, la cual Jehová había dado a Israel. El primer día
del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la
congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían
entender. Desde el alba hasta el mediodía, leyó en el libro delante de la
plaza que esta delante de la puerta de las aguas, en presencia de hombres y
mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo
estaban atentos al libro de la ley. Y
el escriba Esdras estaba sobre un estrado de madera que habían levantado para
esa ocasión, y junto a el estaban, a su derecha, matatias, sema, anias, Urías,
hilcias y maasias; y a su mano
izquierda, pedaias, misael, malquias, hasum, hasbadana, Zacarías y
mesulam. Abrí, pues, Esdras, el libro ante los ojos de todo el pueblo
– pues estaba mas alto que todo el pueblo- ;
y cuando lo abrió, el pueblo entero estuvo atento. Bendijo entonces
Esdras a Jehová, Dios grande, y
todo el pueblo, alzando sus manos, respondió: ¡ amen! ¡amen!;
y se humillaron, adorando a Jehová rostro en tierra. Los levitas jesua,
van, serebias, jamin, acub, sabetai, hodias, maasias, kelita, azarias, jozabel,
hanan y pelaia, hacían entender al pueblo la ley, mientras el pueblo se mantenía
atento en su lugar. Y leían claramente en el libro de la ley de Dios, y
explicaban su sentido de modo que entendieran la lectura. Entonces el gobernador
nehemias, el sacerdote y escriba Esdras y los levitas que hacían entender al
pueblo dijeron a todo el pueblo: hoy es día consagrado a Jehová, nuestro Dios;
no os entristezcáis ni lloréis; pues todo el pueblo lloraba oyendo las
palabras de la ley. Luego les dijo: id, comed alimentos grasos, bebed vino dulce
y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque este es día
consagrado a nuestro señor. No os
entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza. También los
levitas calmaban a todo el pueblo, diciendo: callad, porque es día santo; no os
entristezcáis. Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, a obsequiar porciones
y a gozar de gran alegría, porque habían entendido las palabras que les habían
enseñado. Al día siguiente, se reunieron los cabezas de familia de todo el
pueblo, sacerdotes y levitas, junto al escriba Esdras, para estudiar las
palabras de la ley. Y hallaron escrito en la ley que Jehová había mandado por
medio de moisés, que habitaran los hijos de Israel en tabernáculos en la
fiesta solemne del mes séptimo; y
que hicieran saber e hicieran pregonar por todas sus ciudades y por Jerusalén,
diciendo: salid al monte y traed ramas de olivo, de olivo silvestre, de arrayán,
de palmeras y de todo árbol frondoso, para hacer tabernáculos, como esta
escrito. Salió, pues, el pueblo, y trajeron ramas e hicieron tabernáculos,
cada uno sobre su terrado, en sus patios, en los patios de la casa de Dios, en
la plaza de la puerta de las aguas y en la plaza de la puerta de Efraín. Toda
la congregación que volvió de la cautividad hizo tabernáculos, y en tabernáculos
habito; porque desde los días de Josué hijo de num hasta aquel día, no habían
hecho así los hijos de Israel. Y hubo gran alegría. Leyó Esdras el libro de
la ley de Dios cada día, desde el primer día hará el ultimo; hicieron la
fiesta solemne por siete días, y el octavo día fue de solemne asamblea, según
el rito.
9
El día veinticuatro del
mismo mes se reunieron los hijos de Israel para ayunar, vestidos de ropas ásperas
y cubiertos de polvo. Ya se habían apartado la descendencia de Israel de todos
los extranjeros; y en pie, confesaron sus pecados y las iniquidades de sus
padres. Puestos en pie en su lugar, leyeron el libro de la ley de Jehová, su
Dios, la cuarta parte del día, y durante otra cuarta parte del día confesaron
sus pecados y adoraron a Jehová, su Dios. Jesua, bani, cadmiel, sebanias, buni,
serebias, bani y quenani, subieron luego
al estrado de los levitas y clamaron en voz alta a Jehová, su Dios.
Y esto es lo que dijeron los levitas jesua, cadmiel, bani, hasabnias,
serebias, hodias, sebanias y petaias: - levantaos y bendecid a Jehová, vuestro
Dios: Desde la eternidad y hasta la eternidad sea bendecido tu nombre glorioso,
que supera toda bendición y alabanza. tu solo eres Jehová. Tu hiciste los
cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejercito, la tierra
y todo lo que esta en ella, los mares
y todo lo que hay en ellos. Tu vivificas toda estas cosas, y los ejércitos
de los cielos te adoran. Tu eres, oh Jehová, el Dios, el Dios que escogió a
abram; tu los sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste por nombre Abraham.
Hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste pacto con el para darle la
tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del jebuseo y del
gergeseo, para darle a su descendencia; y cumpliste tu palabra, porque eres
justo. Miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto,
y oíste el clamor de ellos en el mar rojo. Hiciste señales y maravillas
contra el faraón, contra todos sus siervos, y contra todo el pueblo de su
tierra, porque sabias que habían procedido con soberbia contra ellos; y te
hiciste nombre grande como hasta este día. Dividiste el mar delante de ellos, y
pasaron por medio de el en seco; pero sus perseguidores echaste en las
profundidades, como una piedra en profundas aguas. En columna de nube los
guiaste de día, y en columna de
fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde habían de ir. Sobre el
monte sinai descendiste, y hablaste
con ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y
estatutos y mandamientos buenos. Les ordenaste guardar tu santo sábado, y por
medio de moisés, tu siervo, les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley.
Les diste pan del cielo para saciar su hambre, y para su sed les sacaste aguas
de la peña; y les dijiste que entraran a poseer la tierra, por la cual alzaste
tu mano y juraste que se la darías. Mas ellos y nuestros padres fueron
soberbios, y endurecieron su cerviz y no escucharon tus mandamientos. No
quisieron oír, ni se acordaron de las maravillas que con ellos hiciste; antes
endurecieron su cerviz y, en su rebelión pensaron en poner caudillo para
volverse a su servidumbre. Pero tu
eres Dios perdonador, clemente y piadoso, tardo para la ira y grande en
misericordia, pues no los abandonaste. Aun cuando no hicieron para si un becerro
de fundición y dijeron: Este es tu Dios que te hizo subir de Egipto, y
cometieron grandes ofensas, tu, con
todo, por tus muchas misericordias no los abandonaste en el desierto. La columna
de nube no se aparto de ellos de día, para guiarlos por el camino, ni de noche
la columna de fuego, para alumbrarles el camino por el cual habían de ir.
Enviaste tu buen espíritu para enseñarles; no retiraste tu mana de su boca, y
agua les diste para su sed. Los sustentaste cuarenta años en el desierto; de
ninguna cosa tuvieron necesidad;
sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies. Les diste reinos y
pueblos, y los repartiste por distritos; poseyeron la tierra de sehon,
la tierra del rey de hesbon, y la tierra de og, rey de basan.
Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo, y los llevaste a la tierra
de la cual habías dicho a sus padres que habían de entrar a poseerla. Y los
hijos vinieron y poseyeron la tierra, y humillaste delante de ellos a los
habitantes del país, a los cananeos, los cuales entregaste en sus manos,
igual que a sus reyes y a los pueblos de la tierra, para que hicieran de
ellos como quisieran. Tomaron ciudades fortificadas y tierra fértil, y
heredaron casas llenas de todo bien, cisternas hechas, viñas y olivares, y
muchos árboles frutales; comieron, se saciaron y engordaron, y se deleitaron en
tu gran bondad. Pero te provocaron a ira y se rebelaron contra ti, y echaron tu
ley tras sus espaldas, mataron a tus profetas que los amonestaban a volver a ti,
y te ofendieron grandemente. Entonces los entregaste en manos de sus enemigos,
los cuales los afligieron; pero en
el tiempo de su tribulación clamaron a ti y tu desde los cielos los oíste;
y según tu gran misericordia les enviaste
libertadores para que los salvaran de manos de sus enemigos. Pero una vez
que tenían paz, volvían a hacer lo malo delante de ti, por lo cual los
abandonaste en manos de sus enemigos que los dominaron; pero volvían y clamaban
otra vez a ti; tu desde los cielos los oías, y según tus misericordias muchas
veces los libraste. Les amonestaste a
que se volvieran a tu ley; mas ellos se llenaron de soberbia y no oyeron tus
mandamientos, sino que pecaron contra tus juicios, los cuales dan vida a quienes
los cumple; se revelaron, endurecieron su cerviz y no escucharon. Los soportaste
por muchos años, y les testificaste con tu espíritu por medio de tus profetas,
pero no escucharon; por lo cual los entregaste en manos de los pueblos de la
tierra. Mas por tus muchas misericordias no los consumiste ni los desamparaste;
porque eres Dios clemente y misericordioso. Ahora pues, Dios nuestro, Dios
grande, fuerte, temible , que guardas el pacto y la misericordia no sea tenido
en poco delante de ti todo el sufrimiento que al alcanzado a nuestros reyes, a
nuestros gobernantes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas, a nuestros
padres y a todo tu pueblo, desde los días de los reyes de asiría hasta este día.
Pero tu eres justo en todo lo que ha venido sobre nosotros; porque rectamente
has hecho, mas nosotros hemos hecho lo malo.
Nuestros reyes, nuestros gobernantes, nuestros sacerdotes y nuestros
padres no pusieron por obra tu ley, ni atendieron a tus mandamientos ni a los
testimonios con que los amonestabas. Pero ellos en su reino y en los muchos
bienes que les diste, y en la tierra espaciosa y fértil que entregaste delante
de ellos, no te sirvieron, ni se convirtieron de sus malas obras. Míranos hoy,
convertidos en siervos; somos siervos en la tierra que diste a nuestros padres
para que comieran su fruto y su bien. El fruto de ella se multiplica para los
reyes que has puesto sobre nosotros por nuestros pecados, quienes se enseñorean
sobre nuestros cuerpos, y sobre nuestros ganados, conforme a su voluntad. ¡ En
gran angustia estamos!.A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel
promesa, y la escribimos, firmada por nuestros gobernantes, por nuestros levitas
y por nuestros sacerdotes.
10
Los que firmaron fueron:
nehemias, el gobernador, hijo de hacalias, y sedequias, seraias, azarias, jeremías,
pasur, amarias, malquias, hatus, sebanias, maluc, harim, meremot,
obadias, daniel, gineton, baruc, mesulam, abias,
mijamin, maazias, bilgai y semaias; estos eran sacerdotes. Luego los
levitas: jesua, hijo de azanias, binui, de los hijos de henadad, cadmiel, y
sus hermanos sebanias, hodias, kelita, pelaias, hanan, micaia, rehob,
asabais, zacur, serebias, sebanias, hodias, bani y beninu. Los jefes del pueblo:
paros, pahat-moab, elam, zatu, bani, buni, azgad, bebai, adonias, bigvai, adin,
ater, ezequias, azur, hodias, hasum, bezai, harif, anatot, nebai, magpias,
mesulam, hezir, meseazabeel, sadoc, jadua, pelatias, hanan, anaias, oseas,
hananias, hasub, haloes, piha, sabec, rehum, asaban, maasias, ahias, hanan, anan,
maluc, harim y baana. El resto del pueblo, los sacerdotes, levitas, porteros y
cantores. Los sirvientes del templo, y todos los que se había apartado de los
pueblos de las tierras para cumplir con la ley de Dios, con sus mujeres, sus
hijos e hijas, todos los que tenían comprensión
y discernimiento, se reunieron con sus hermanos y sus principados, para
declarar y jurar que andarían en la ley de Dios, que fue dada por moisés,
siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos
y estatutos de Jehová, nuestro señor. Y que no daríamos nuestras hijas
para nuestros hijos. Asimismo, que si los pueblos de la tierra vinieran a vender
mercaderías y comestibles en sábado, nada tomaríamos de ellos en ese día ni
en otro día santificado; y que el año séptimo dejaríamos descansar la tierra
y perdonaríamos toda deuda. Nos impusimos además la obligación de contribuir
cada año con la tercera parte de un siclo para la obra de nuestro Dios; para el
pan de la proposición y para la ofrenda continua, para el holocausto continuo,
los sábados, las nuevas lunas, las festividades, y para las cosas santificadas
y los sacrificios de expiación por el pecado de Israel, y para todo el servicio
de la casa de nuestro Dios. Echamos también suertes los sacerdotes, los levitas
y el pueblo, acerca de la ofrenda de la leña, para atraerla a la casa de
nuestro Dios, según las familias de nuestros padres, en los tiempos
determinados cada año, para quemar sobre el altar de Jehová, nuestro Dios,
como esta escrito en la ley. Y que cada año llevaríamos a la casa de Jehová
las primicias de nuestra tierra y las primicias del fruto de todo árbol.
Asimismo los primogénitos de nuestro hijos y de nuestros ganados, como
esta escrito en la ley; y que traeríamos los primogénitos de nuestras vacas y
de nuestras ovejas a la casa de nuestro Dios, a los sacerdotes que ministran en
la casa de nuestro Dios. También acordamos llevar las primicias de nuestras
masas, de nuestras ofrendas, del fruto de todo árbol, del vino
y del aceite, para los sacerdotes, a los depósitos de la casa de nuestro
Dios, y el diezmo de nuestra tierra para los levitas; y que
los levitas recibirían el décimo de nuestras labores en todas las
ciudades. Un sacerdote, hijo de Aarón, estaría con los levitas
cuando estos recibieran el diezmo; y que los levitas llevarían del
diezmo a la casa de nuestro Dios, a los depósitos de la casa del tesoro. Porque
a los depósitos del tesoro han de llevar los hijos de Israel y los hijos de
levi la ofrenda del grano, del vino y del aceite; y allí estarán los
utensilios del santuario y los cantores. Y prometimos no abandonar la casa de
nuestro Dios.
11
Los jefes del habitaron en Jerusalén, pero el resto del pueblo echo
suertes para que cada uno de cada
diez fuera a vivir a Jerusalén, ciudad santa, y
las otras nueve partes en las otras ciudades. Y
bendijo el pueblo a todos los hombres que voluntariamente se ofrecieron
para habitar en Jerusalén. Estos son los jefes de la provincia que habitaron en
Jerusalén: pero en las ciudades de juda habitaron cada uno en su posesión, en
sus ciudades: los israelitas, los sacerdotes y levitas, los sirvientes del
templo y los hijos de los siervos de Salomón.
En Jerusalén, pues, habitaron algunos de los hijos de juda y de los
hijos de benjamín. De los hijos de juda: ataias hijo de uzias hijo de Zacarías,
hijo de amarias, hijo de sefatias, hijo de mahalaleel, de los hijos de fares, y
maasias hijo de baruc hijo de colhoze, hijo de hazaias, hijo de adaias, hijo de
joiarib, hijo de Zacarías, hijo de siloni. Todos los hijos de
fares que habitaron en Jerusalén fueron cuatrocientos sesenta y ocho
hombres de guerra. Estos son los
hijos de benjamín: salu hijo de mesulam hijo de joed, hijo de pedaias, hijo de
colaias, hijo de maasias, hijo de itiel, hijo de jesaias. Y después de el gabal
y salai; novecientos veintiocho en total. Joel hijo de senua el segundo en la
ciudad. De los sacerdotes: jedaias hijo de joiarib, jaquin, seraias hijo de
hilcias hijo de mesulam, hijo de sadoc, hijo de meraiot, hijo de
ahitob, jefe de la casa de Dios, y sus hermanos, los que hacían la obra
de la casa; ochocientas veintidós en total. Adaias, hijo de jeroham hijo de
pelalias, hijo de amsi, hijo de Zacarías, hijo de pasur, hijo de malquias,
y sus hermanos, jefes de familia; doscientas cuarenta y dos en total.
Amasai hijo de azareel hijo de azai, hijo de mesilomot, hijo de imer, y sus
hermanos, hombres de gran vigor; ciento veintiocho en total; el jefe de los
cuales era zabdiel hijo de gedolim. De los levitas: semaias hijo de hasub hijo
de azricam, hijo de asabais, hijo de buni; sebetai y jozabad, de los principales
de los levitas, capataces de la obra exterior de la casa de Dios. Matanias hijo
de micaia hijo de zabdi, hijo de asaf, el principal , el que empezaba las
alabanzas y acción de gracias al tiempo de la oración;
bacbuquias, el segundo de entre sus hermanos; y abda hijo de samua hijo
de galal hijo de jedutun. Todos los levitas en la
santa ciudad eran doscientas ochenta y cuatro en total. Los porteros:
Acub, talmon y sus hermanos, que
hacían guardia en las puertas; ciento veintidós en total. El resto de Israel,
de los sacerdotes y de los levitas, Vivian en todas las ciudades de juda, cada
uno en su heredad. Los sirvientes del templo habitaban en
ofel; y ziha y gispa tenían autoridad sobre los sirvientes del templo.
El jefe de los levitas en Jerusalén era uzi hijo de bani hijo de asabais, hijo
de matanias, hijo de micaia, de los hijos de asaf, cantores según el servicio
de la casa de Dios. Porque había un mandato del rey y un reglamento que fijaba
los deberes de los cantores para cada día. Y petaias hijo de mesezabeel, de los
hijos de zera hijo de juda, estaba al servicio del rey para todos los asuntos
del pueblo. En cuanto a las aldeas y sus tierras, algunos de los hijos de juda
habitaron en quiriat- arba y sus aldeas, en dibon y sus aldeas, en jecabseel y
sus aldeas, en jesua, molada y bet-pelet, en hazar-sual, en berseaba y sus
aldeas, en siclag, en mecona y sus
aldeas, en en-rimon, en zora, en
jarmut, en zanoa, en adulam y sus
aldeas, en laquis y sus tierras, y en azeca y sus aldeas. Y habitaron desde
beerseba hasta el valle de hinom. Los hijos de benjamín habitaron desde geba,
en micmas, en aia, en bet-el y sus
aldeas, en anatot, nob ananias, hazor, rama, guitaim, hadid, seboim, nebalat,
lod, y ono, valle de los artesanos.
Algunos de los levitas habitaron en juda y benjamín.
12
Estos son los sacerdotes y
levitas que subieron con zorobabel hijo de salatiel, y con jesua: seraias, jeremías,
Esdras, amarias, maluc, hatus, secanias, rehum, meremot, iddo, gineto, abias,
mijamin, maadias, bilga, semaias, joiarib, jedaias, salu, amoc, hilcias y
jedaias. Estos eran los principales sacerdotes y sus hermanos en los días de
jesua. Los levitas: jesua, binui, cadmiel, serebias, juda y matanias, que son
sus hermanos oficiaba en los cantos de alabanza. Y bacbuquias y uni, sus
hermanos, cada cual en sus ministerio. Jesua engendro a joiacim, joiacim
engendro a eliasib, y eliasib engendro a joaida; joaida engendro a Jonatan y
Jonatan engendro a jadua. En los días de joiacim los
sacerdotes jefes de familia fueron: de seraias, meraias; de jeremías,
hananias; de Esdras, mesulam; de amarias,
hohanan; de melicu, Jonatan; de melicu, Jonatan; de sebanias, José; de harim,
adna; de meraiot, helcal; de iddo,
Zacarías; de gineton, mesulam; de abias, zicri; de miniamin, de moadias, piltai;
de bilga, samua; de seremaias, Jonatan; de joiarib, matenai; de jedaias, uzi; de
salai, calai; de amoc, eber; de hilcias, asabais; de jedaias, natanael. Los
levitas en días de eliasib, de joaida, de johanan y de jadua fueron inscritos
como jefes de familia; también los sacerdotes, hasta el reinado de Darío
el persa. Los hijos de levi, jefes de familia, fueron inscritos en el libro de
las crónicas hasta los días de johanan hijo de eliasib. Los principales de los
levitas eran: asabais, serebias, jesua hijo de cadmiel, y sus hermanos estaban
frente a ellos, para alabar y dar
gracias, conforme al estatuto de David, varón de Dios, durante su turno de
servicio. Matanias, bacbuquias, obadias, mesulam, talmon y acub, eran porteros y
hacían guardia en las entradas de las puertas. Estos vivieron en los días de
joiacim hijo de jesua hijo de josadac, y
en los días del gobernador nehemias y del sacerdote y escriba Esdras. Para la
dedicación del muro de Jerusalén, buscaron a los levitas de todos los lugares
donde Vivian y los llevaron a Jerusalén, para hacer la dedicación y la fiesta
con alabanzas y con cánticos, con cimbalos, salterios y citaras. Los hijos de
los cantores acudieron, como de las aldeas de los netofatitas; también de la
casa de gilgal y de los campos de geba y de azmavet, porque los cantores se habían
edificado aldeas alrededor de Jerusalén. Los sacerdotes y los levitas se
purificaron, y luego purificaron al pueblo, las puertas
y el muro. Hice entonces subir a los gobernantes de juda sobre el muro, y
organice dos grandes coros que fueron en procesión; el primero a la derecha,
sobre el muro, marchaba hacia la puerta de muladar. Detrás de ellos iban osaias,
con la mitad de los gobernantes de juda, azarias, Esdras, mesulam, juda y benjamín,
semaias y jeremías. De los hijos de los sacerdotes iban con trompetas: Zacarías
hijo de Jonatan hijo de semaias, hijo de matanias, hijo de micais, hijo de zacur,
hijo de asaf; y sus hermanos
semaias, azarael, milalai, gilalai,
maai, natanael, juda y hanani, quienes iban con los instrumentos musicales de
David, varón de Dios; y el escriba Esdras marchaba delante de ellos. A la
altura a la puerta de la fuente, subieron derecho por las gradas de la ciudad de
David, por la subida del muro, desde la casa de David hasta la puerta de las
aguas, al oriente. El segundo coro iba del lado opuesto; yo iba detrás, con la
mitad del pueblo, sobre el muro, desde la torre de los hornos hasta el muro
ancho, pasando por la puerta de Efraín, la puerta vieja, la puerta del pescado,
la torre de hananeel y la torre de hamea, hasta la puerta de las ovejas; y se
detuvieron en la puerta de la cárcel. Llegaron luego los dos coros a la casa de
Dios. A mi lado estaban la mitad de los oficiales,
y los sacerdotes eliacim, maaseias, miniamin, micaias, elioenai, Zacarías
y hananias, con trompetas; y maasias, semaias, eleazar,
uzi, johanan, malquias, elam, y ezer. Y los cantores cantaban en alta
voz, dirigidos por izrahies. Aquel
día se ofrecieron numerosos sacrificios, y
se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento; también
se alegraron las mujeres y los niños. Y
el alborozo de Jerusalén se oía desde lejos. En aquel día fueron puestos
hombres sobre los depósitos de los tesoros, de las ofrendas, de las primicias y
de los diezmos, para almacenar en ellos las porciones que la ley otorga a
sacerdotes y levitas, las cuales
llegaban de las ciudades; porque era grande el gozo de juda con respecto a los
sacerdotes y levitas que servían. Ellos cumplían en el servicio de su Dios, y
en el servicio de la expiación, junto con los cantores y los porteros, conforme
al estatuto de David y de Salomón, su hijo. Porque desde el tiempo de David y
de asaf, ya de antiguo, había un director de cantores para los cánticos, las
alabanzas y la acción de gracias a Dios. Y todo Israel, en días de zorobabel y
en días de nehemias, daba alimentos a los cantores y a los porteros, cada cosa
en su día. Entregaban asimismo sus porciones a los levitas, y los levitas
entregaban su parte a los hijos de Aarón.
13
Aquel
día se leyó a oídos del pueblo el libro de moisés, y fue hallado
escrito en el que los amonitas y moabitas no debían entrar jamás en la
congregación de Dios, por cuanto no salieron a recibir a los hijos de Israel
con pan y agua, sino que dieron dinero a balaam para que los maldijera; pero
nuestro Dios volvió la maldición en bendición. Cuando oyeron, pues, la ley
separaron de Israel a todos los mezclados con extranjeros. Ante de esto, el
sacerdote eliasib, encargado de los aposentos de la casa de nuestro Dios, había
emparentado con Tobías, y le había hecho una gran habitación, en la cual
guardaban antes las ofrendas, el incienso, los utensilios , el diezmo del grano,
del vino y del aceite que se habían mandado dar a los
levitas, a los cantores y a los porteros, y la ofrenda de los sacerdotes.
Pero cuando ocurrió esto, yo no estaba en Jerusalén, porque en el año treinta
y dos de artajerjes, rey de Babilonia, había ido adonde el rey
estaba; pero al cabo de algunos días pedí permiso al rey para volver a
Jerusalén; y entonces supe del mal
que había hecho eliasib por consideración a Tobías, haciendo para el una
habitación en los atrios de la casa de Dios. Esto me dolió mucho, y arroje
todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la habitación. Luego mande que
limpiaran las habitaciones e hice volver allí los utensilios de la cada de
Dios, las ofrendas y el incienso. Encontré asimismo que las porciones para los
levitas no les habían sido dadas, y que los levitas y cantores que hacían el
servicio habían huido cada uno a su heredad. Entonces reprendí a los oficiales
diciéndoles: ¿ por que esta la casa de Dios abandonada? Después los reuní y
los puse en sus puestos. Y todo
juda trajo el diezmo del grano, del vino y del aceite, a los almacenes. Luego
puse por mayordomo de ellos al sacerdote selemias y al escriba sadoc, y de los
levitas a pedaias; y al servicio de ellos a hanan hijo de zacur hijo de
matanias; pues eran tenidos por fieles. Ellos se encargarian de repartir
las porciones a sus hermanos. ¡ acuérdate de mí por esto, Dios mío, y no
borres las misericordias que hice en la casa de mi Dios, y en su servicio!.
Aquellos días vi en juda a algunos que pisaban en lagares en sábado, que
acarreaban manojos de trigo y
cargaban los asnos con vino, y
también las uvas, de higos y toda suerte de carga, para traerlo a Jerusalén en
sábado; y los amoneste acerca del día en que vendían las provisiones. También
había en la ciudad tirios
que traían pescado y toda mercadería,
y vendían en sábado a los hijos
de juda en Jerusalén. Entonces reprendí a los señores de juda y les dije: ¿qué
mala cosa es esta que vosotros hacéis, profanando así el sábado? ¿no
hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro Dios todo este mal sobre nosotros
y sobre esta ciudad? ¿y vosotros añadís ira sobre Israel profanando el sábado?.
Sucedió, pues, que al caer la tarde, antes del sábado, ordene que se cerraran
las puertas de Jerusalén y que no las
abrieran hasta después del sábado; y puse a las puertas algunos de mis
criados, para que no dejaran entrar carga alguna en sábado. Una o dos veces, se
quedaron fuera de Jerusalén los negociantes y los que vendían toda especie de
mercancía. Pero yo les amoneste diciéndoles: ¿ por que os quedáis vosotros
delante del muro? Si lo hacéis otra vez, os echare mano. Desde entonces no
volvieron en sábado. Y dije a los levitas que se purificaran y fueran a guardar
las puertas , para santificar el sábado. ¡ también por esto acuérdate de mi,
Dios mío, y perdóname según la grandeza de tu misericordia!. Vi asimismo en
aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de asdod, amonitas, y
moabitas; y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de asdod, porque no sabían
hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo. Reñí
con ellos y los maldije, hice azotar a algunos de ellos y arrancarles los
cabellos, y les hice jurar, diciendo: no
daréis vuestras hijas a sus hijos, ni tomareis de sus hijas para vuestros
hijos, ni para vosotros mismos. ¿no peco por esto Salomón, rey
de Israel? Aunque en muchas naciones no hubo rey como el, que era amado
de su Dios y Dios lo había puesto por
rey sobre todo Israel, aun a el lo hicieron pecar las mujeres extranjeras. ¿ os
vamos a obedecer ahora cometiendo todo este mal tan grande de prevaricar contra
nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras?.
Uno de los hijos de joiada, hijo del sumo sacerdote eliasib, era yerno de
sanbalat, el horonita; por tanto,
lo eché de mi lado. ¡ acuérdate de ellos, Dios mío, de los que contaminan el
sacerdocio y el pacto del
sacerdocio y de los levitas!. Los limpie, pues, de todo extranjero, y
puse a los sacerdotes y levitas por sus grupos, a cada uno en su servicio; lo
mismo hice para la ofrenda de la leña
en los tiempos señalados, y para las primicias. ¡ acuérdate de mi, Dios mío,
para bien!.