La
única obra que en todo en NT se presenta como continuación de otra es
hechos de los apóstoles (=hch). Prácticamente el libro comienza en el
punto en que termina el tercer evangelio. después de una introducción
temática que incluye la dedicatoria a Teofilo, su autor sitúa la
narración en el escenario de betania, donde Jesús, viéndolo [sus discípulos]
fue alzado y lo recibió una nube que lo oculto a sus ojos. El
acontecimiento de la ascensión aparece marcado para Lucas por la
afirmación de Jesús, me seréis testigos. Bajo el signo de estas
palabras va a desarrollarse la historia entera de la iglesia naciente.
La ascensión señala el comienzo de la actividad del espíritu santo en
la iglesia, a la que convoca primero sobre el fundamento de la fe en
cristo, para guiarla en adelante hacia su plenitud gloriosa del nuevo
pueblo de Dios. Asimismo la actividad y los discursos de los apóstoles
pedro y pablo son los principales centros de interés de Lucas, quien
busca documentar los primeros pasos de la difusión del evangelio de
Jesucristo y el modo en que
el espíritu de Dios impulsaba en aquel entonces el crecimiento de la
iglesia en Jerusalén, en Judea,
en samaria y hasta lo ultimo de la tierra. Jerusalén es el lugar donde
comienza la historia de la actividad apostólica, allí es donde se
congrega y organiza la iglesia madre, allí se dan las primeras
manifestaciones del espíritu santo, allí muere Esteban protomártir de
la fe cristiana, allí se escuchan los primeros mensajes evangélicos
y de allí parten los primeros enviados a anunciar fuera de los
limites palestinos el mensaje de salvación. A estos acontecimientos
aparece estrechamente vinculada la persona de pedro. Pero mas interesado
aun se muestra Lucas en la figura de pablo, quien fue capaz de renunciar
a sus antiguos esquemas mentales
y religiosos para, de todo corazón proclamar a Jesucristo ante cuantos
quisieran escucharlo. La llegada de pablo a roma tras una serie
de viajes misioneros por otras tierras de gentiles pone punto final a un
drama que arranca de la Jerusalén de pocos años antes. |
Hechos
de los Apóstoles
1
En el primer escrito, Teofilo, me referí a todas las cosas que Jesús hizo y
enseño desde el comienzo hasta el día en que fue recibido arriba, después de
haber dado mandamientos por el espíritu santo a los apóstoles que había
escogido. A ellos también, después de haber padecido, se presento vivo con
muchas pruebas indubitables, apareciéndoles durante cuarenta días y hablándoles
acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les ordeno: -No salgáis de Jerusalén,
sino esperad la promesa del padre, la cual oísteis de mi, porque juan
ciertamente bautizo con agua, pero vosotros seréis bautizados con el espíritu
santo dentro de no muchos días. Entonces los que se habían reunido le
preguntaron, diciendo: - Señor, ¿restauraras el reino de Israel en este
tiempo?. Les dijo: -No os toca a vosotros saber los tiempos o las ocasiones que
el padre puso en su sola potestad; pero recibiereis poder cuando haya venido
sobre vosotros el espíritu santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en samaria y hasta lo ultimo de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas,
viéndolo ellos, fue alzado, y lo recibió una nube lo que oculto de sus ojos. Y
estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que el se iba, se
pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales les
dijeron: -Galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que
ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como lo habéis visto ir al
cielo. Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del olivar,
el cual esta cerca de Jerusalén, camino de un sábado. Cuando llegaron,
subieron al aposento alto, donde se alojaban Pedro y Jacobo, juan, Andrés,
Felipe, tomas, Bartolomé, mateo, Jacobo hijo de alfeo, simón el zelote y judas
hermano de Jacobo. Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con
las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. En aquellos días
Pedro se levanto en medio de los hermanos (los reunidos eran como de ciento
veinte en numero), y dijo: -Hermanos, era necesario que se cumpliera la
escritura que el espíritu santo, por boca de David, había anunciado acerca de
judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros
y tenia parte en este misterio. Este, pues, que había adquirido un campo con el
salario de su iniquidad, cayo de cabeza y se reventó por la mitad, y todas sus
entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de
tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, aceldama (que significa
“campo de sangre”), porque esta escrito en el libro de salmos: “Sea hecha
desierta su habitación y no haya
quien more en ella”. Y: “Tomo otro su oficio”. “ Es necesario, pues, que
estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el señor
Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando
desde el bautismo de juan hasta el día
en que de entre nosotros fue
recibido arriba, uno sea hecho con nosotros testigo de su resurrección.
Entonces propusieron a dos: a José,
llamado barsabas, que tenia por sobrenombre justo, y a Matías. Y orando ,
dijeron: “ Tu, señor, que conoces los corazones de todos, muestra cual de
estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado,
del cual cayo judas por trasgresión, para irse a su propio lugar”. Entonces
echaron suertes sobre ellos, y la suerte cayo sobre Matías; y fue contado con
los once apóstoles.
2
Cuando llego el día de Pentecostés estaban
todos unánimes juntos. De repente
vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual lleno
toda la casa donde estaban; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del espíritu
santo y comenzaron hablar en otras lenguas, según el espíritu les daba que
hablaran. Vivian entonces en Jerusalén judíos piadosos, de todas la naciones
bajo el cielo. Al oír este estruendo, se junto la multitud; y estaban
confusos, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban atónitos
y admirados, diciendo: -Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo,
pues, los oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos
nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en mesopotamia, Judea,
capadocia, el ponto y Asia, frigia y panfilia, Egipto y las regiones de África
mas allá de cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos,
cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de
Dios. Estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: -¿Qué
quiere decir esto? Pero otros, burlándose, decían: -Están borrachos. Entonces
Pedro, poniéndose en pie con los once, alzo la voz y les hablo diciendo: “Judíos
y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, oíd mis palabras,
pues estos no están borrachos, como vosotros suponéis, puesto que es la hora
tercera del día. Pero esto es lo dicho por el profeta Joel: “ En los
postreros días –dice el señor-, derramare mi espíritu sobre toda mi carne,
y vuestros hijos y vuestras hijas profetizaran; vuestros jóvenes verán
visiones y vuestros ancianos soñaran sueños; y de cierto sobre mis siervos y
sobre mis siervas, en aquellos días derramare mi espíritu, y profetizaran. Y
daré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra, sangre, fuego
y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes
que venga el día del señor, grande y glorioso. Y todo aquel que invoque el
nombre del señor será salvo”. “ Israelitas, oíd estas palabras:
Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas,
prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de el, como vosotros
mismos sabéis; a este, entregado por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios, prendisteis y amantasteis por manos de inicuos, crucificándolo.
Y Dios lo levanto, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible
que fuera retenido por ella, pues David dice de el: “ Veía al señor siempre
delante de mi; porque esta a mi diestra, no seré conmovido. Por lo cual mi
corazón se alegro y se gozo mi lengua, y aun mi carne descansara en esperanza,
porque no dejaras mi alma en el hades ni permitirás que tu santo vea corrupción.
Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenaras de gozo con tu
presencia”. “Hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David ,
que murió y fue sepultado, y su sepulcro esta con nosotros hasta el día de
hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que
de su descendencia en cuanto a la carne levantaría al Cristo para que se
sentara en su trono, viéndolo antes, hablo de la resurrección de Cristo, que
su alma no fue dejada en el hades ni su carne vio corrupción. A
este Jesús resucito Dios, de los cual todos nosotros somos testigos. Así
que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del padre la
promesa del espíritu santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. David
no subió a los cielos, pero el mismo dice: “Dijo el señor a mi señor: siéntate
a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado
de tus pies”. “Sepa, pues, ciertisimamente toda la casa de Israel,
que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho señor y
Cristo”. Al oír esto, se compungieron de corazón y dijeron a Pedro y a los
otros apóstoles: - Hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: - Arrepentios y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de
pecados, y recibiréis el don del espíritu santo, porque para vosotros es la
promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos
el señor nuestro Dios llame. Y con otras muchas palabras testificaba y los
exhortaba, diciendo: -Sed salvos de
esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron
bautizados, y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en
la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento
del pan y en las oraciones. Sobrevino temor a toda persona, y muchas maravillas
y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban
juntos y tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus
bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban unánimes
cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría
y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y
el señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
3
Pedro y juan subían juntos al
templo a la hora novena, que era la
de la oración. Había un hombre, cojo de nacimiento, que era llevado y dejado
cada día a la puerta del templo que se llama las hermosa , para que pidiera
limosna a los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a juan que
iban a entrar en el templo, les rogaba que le dieran limosna. Pedro, con juan,
fijando en el los ojos, le dijo: -
Míranos. Entonces el los miro atento, esperando recibir de ellos algo. Pero
Pedro dijo: -No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de
Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Entonces lo tomo
por la mano derecha y lo levanto. Al instante se le afirmaron los pies y
tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entro con ellos en el templo,
andando, saltando y alabando
a Dios. Todo el pueblo lo vio andar y alabar a Dios. Y lo reconocían que era el
que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la hermosa; y se llenaron
de asombro y espanto por lo que había sucedido. Mientras el cojo que había
sido sanado tenia asidos a Pedro y a juan, todo el pueblo, atónito, concurrió
a ellos al pórtico que se llama de Salomón. Al ver esto Pedro, hablo al
pueblo: “ Israelitas. ¿por qué os admiráis de esto? ¿o porque ponéis los
ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho andar a
este? El Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha
glorificado a su hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante
de pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. Pero vosotros
negasteis al santo y al justo, y pedisteis que se os diera un homicida, y
matasteis al autor de la vida, a quien Dios resucito de los muertos, de lo cual
nosotros somos testigos. Por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis y
conocéis, lo ha confirmado su nombre; y la fe que es por el ha dado a este esta
completa sanidad en presencia de todos vosotros. “ Pero ahora, hermanos, se
que por ignoráis lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. Pero
Dios ha cumplido así lo que antes había anunciado por boca de todos sus
profetas: que su Cristo habría de
padecer. Así que, arrepentios y convertios para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia
del señor tiempos de consuelo, y el envié a Jesucristo, que os fue antes
anunciado. A este, ciertamente, es
necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las
cosas, de que hablo Dios por boca de sus santos profetas que han sido de este
tiempo antiguo, pues moisés dijo a los padres: “El señor vuestro Dios os
levantara profeta de entre vuestros hermanos, como a mi; a el oiréis en todas
las cosas que os hable, y toda alma que no oiga a aquel
profeta será desarraigada del pueblo”. “ y todos los profetas desde
Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días.
Vosotros sois los hijos de los profetas y
del pacto que Dios hizo con nuestros padres diciendo a Abraham: “ En tu
simiente serán benditas todas las familias de la tierra”. A vosotros
primeramente, Dios, habiendo levantado a su hijo, lo envío para que os
bendijera, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.
4
Mientras ellos hablaban al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el
jefe de la guardia del templo de los saduceos, resentidos de que enseñaran al
pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de entre los muertos. Y le
echaron mano y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya
tarde. Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron;
y el numero de los hombres era como cinco mil. Aconteció al día
siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los
escribas, y el sumo sacerdote anas, y caifas, juan, Alejandro y todos los que
eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndolos en medio, les
preguntaron: -¿con que potestad o en que nombre habéis hecho vosotros esto?
Entonces Pedro, lleno del espíritu santo, les dijo: - Gobernantes del pueblo y
ancianos de Israel: puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a
un hombre enfermo, de que manera este a sido sanado, sea notorio a todos
vosotros y a todo el pueblo de Israel que en
el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien
Dios resucito de los muertos, por
el este hombre esta en vuestra
presencia sano. Este Jesús es la piedra
rechazada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado
a los hombres, en que podamos ser salvos. Entonces viendo la valentía de Pedro
y de juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se admiraban; y
les reconocían que habían estado con Jesús. Y viendo al hombre que había
sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podía decir nada en contra.
Entonces les ordenaron que salieran del concilio; y deliberaban entre si,
diciendo: -¿qué haremos con estos hombres? Porque , de cierto, señal evidente
ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que viven en Jerusalén, y no lo
podemos negar. Sin embargo, para que no se divulgue mas entre el pueblo, amenacémoslos
para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre.
Entonces los llamaron y les ordenaron que en ninguna manera hablaran ni
enseñaran en el nombre de Jesús. Pero Pedro y juan respondieron diciéndoles:
-Juzgad si es justo delante de Dios obeedecer a vosotros antes que a Dios, porque
no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. Ellos entonces, después
de amenazarlos, los soltaron, no hallando ningún modo de castigarlos, por causa
del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho, ya que
el hombre en quien se había hecho, este
milagro de sanidad tenia mas de cuarenta años. Al ser puestos en libertad,
vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los
ancianos les habían dicho. Ellos, al oírlo, alzaron
unánimes la voz a Dios y dijeron: “Soberano señor, tu eres el Dios
que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo
lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: “¿Por qué
se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes
de la tierra y los príncipes se juntaron en uno contra el señor y contra su
Cristo”. “ y verdaderamente se unieron en esta ciudad herodes y poncio
pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, contra tu santo hijo Jesús, a
quien ungiste, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado
que sucediera. Y ahora, señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que
con toda valentía hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se
hagan sanidades, señales y prodigios mediante el nombre de tu santo hijo Jesús”.
Cuando terminaron de orar, el lugar en que estaban congregados tembló, y todos
fueron llenos del espíritu santo y hablaban con valentía la palabra de Dios.
La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma.
Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas
las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la
resurrección del señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así
que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que
poseían heredades o
casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido y lo ponían a los pies
de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su
necesidad. Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por
sobrenombre Bernabé (que significa “hijo de consolación”), levita, natural
de Chipre, vendió una heredad que tenia y trajo el producto de la venta y lo
puso a los pies de los apóstoles.
5
Pero cierto hombre llamado ananias con safira, su mujer, vendió una
heredad, y sustrajo parte del precio, sabiéndolo también su mujer; luego llevo
el resto y lo puso a los pies de
los apóstoles. Pedro le dijo: -ananias, ¿por qué lleno Satanás tu corazón
para que mintieras al espíritu santo y sustrajeras del producto de la venta de
la heredad? Reteniéndola, ¿ no te quedaba a ti?, y vendida, ¿no estaba en tu
poder? ¿por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres,
sino a Dios. Al oír ananias estas palabras, cayo y expiro. Y sobrevino un gran
temor sobre todo los que lo oyeron. Entonces se levantaron los jóvenes, lo
envolvieron, lo sacaron y lo sepultaron. Pasado un lapso como de tres horas,
sucedió que entro su mujer, sin saber lo que había acontecido. Entonces Pedro
le dijo: -Dime, ¿vendiste en tanto la heredad? Y ella le dijo: -si, en tanto.
Pedro le dijo: -¿por qué convinisteis
en tentar al espíritu del señor? He aquí a la puerta
los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacaran a ti. Al
instante ella cayo a los pies de el, y expiro. Cuando entraron
los jóvenes, la hallaron muerta; la sacaron y la sepultaron junto a su
marido. Y sobrevino gran temor sobre toda la iglesia y sobre todos los que
oyeron estas cosas. Por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y
prodigios en el pueblo. Estaban todos
unánimes en el pórtico de Salomón, y de los demás ninguno se atrevía a
juntarse con ellos; sin embargo, el pueblo los alababa grandemente. Los que creían
en el señor aumentaban mas, gran numero de hombres y de mujeres; tanto que
sacaban los enfermos a las calles y los ponían en camas y camillas para que, al
pasar Pedro, a lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos. Aun de las
ciudades vecinas muchos venían de Jerusalén trayendo enfermos y atormentados
de espíritus impuros, y todos eran sanados. Entonces, levantándose el sumo
sacerdote y todos los que estaban con el, esto es, la secta de los saduceos, se
llenaron de celos; y echaron mano a
los apóstoles y los pusieron en la
cárcel publica. Pero un ángel del señor, abriendo de noche las puertas de la
cárcel y sacándolos, dijo: “id, y puestos en pie en el templo, anunciad al
pueblo toda las palabras de esta vida”. Habiendo oído esto, entraron de mañana
en el templo y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que
estaban con el, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos de
Israel, y enviaron a la cárcel para que
los trajeran. Pero cuando llegaron los guardias no los hallaron en la cárcel;
entonces volvieron y dieron aviso, diciendo: “por cierto, la cárcel hemos
hallado cerrada con toda la seguridad, y los guardas afuera de pie ante las
puertas; Pero cuando abrimos, a nadie hallamos dentro”. Cuando oyeron estas
palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y los principales
sacerdotes, dudaban en que vendría a parar aquello. Pero viniendo uno,
les dio la noticia: “ los hombres que pusisteis en la cárcel están en el
templo y enseñan al pueblo”. Entonces fue el jefe de la guardia con los
guardias y los trajo con violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.
Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les
pregunto, diciendo: -¿no os mandamos estrictamente que no enseñareis en ese
nombre? Pero ahora habéis llenado Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis
echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles,
dijeron: -es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de
nuestros padres levanto a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo en un
madero. A este, Dios ha exaltado con su diestra por el príncipe y salvador,
para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Nosotros somos testigos
suyos de estas cosas, y también el espíritu santo, el cual ha dado Dios a los
que lo obedecen. Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos.
Entonces levantándose en el
concilio un fariseo llamado gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el
pueblo, mando que sacaran fuera por un momento a los apóstoles, y luego dijo:
-israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos hombres,
porque antes de estos días se levanto teudas, diciendo que era alguien. A
este se unió un numero como de cuatrocientos hombres, pero el murió, y
todos los que lo obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de
este se levanto judas, el Galileo,
en los días del censo y llevo en pos de si a mucho pueblo. Pereció también
el, y todos los que lo obedecían fueron dispersados. Y ahora os digo: apartaos
de estos hombres y dejadlos, porque si este
consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; pero si es de Dios, no
la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.
Estuvieron de acuerdo con el. Entonces llamaron a los apóstoles y, después de
azotarlos, les ordenaron que no hablaran en el nombre de Jesús; y los pusieron
en libertad. Ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido
tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del nombre. Y todos los días,
en el templo y por las casas, incesantemente, enseñaban y predicaban a
Jesucristo.
6
En aquellos días, como crecía el
numero de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos,
que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria.
Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, dijeron: -no es
justo que nosotros dejemos la palabra de Dios para servir a las mesas. Buscad,
pues, hermanos, de entre vosotros a siete hombres de buen testimonio, llenos del
espíritu santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Nosotros
persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agrado la
propuesta a toda la multitud y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del espíritu
santo, a Felipe, procuro, Nicanor, timón, parmenas y Nicolás, prosélito de
Antioquia. A estos presentaron ante
los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. La palabra del señor
crecía y el numero de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén;
también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. Esteban, lleno de gracia y
de poder, hacia grandes prodigios y señales entre el pueblo. Entonces algunos
de la sinagoga llamada “de los libertos”, y los de cirene, de Alejandría,
de cilicia y de Asia, se levantaron para discutir con Esteban. Pero no podían
resistir la sabiduría y el espíritu con que hablaba. Entonces sobornaron a
unos para que dijeran que lo que habían oído hablar palabras blasfemas contra
moisés y contra Dios. Y alborotaron al pueblo, a los ancianos
y a los escribas; y arremetiendo, lo arrebataron y lo trajeron al
concilio. Pusieron testigos falsos que decían: - este hombre no cesa de hablar
palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley, pues le hemos oído
decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiara las costumbres
que nos transmitió moisés. Entonces todos los que estaban sentados en el
concilio, al fijar los ojos en el, vieron su rostro como el rostro de un ángel.
7
El sumo sacerdote dijo entonces: -¿es esto así? Esteban dijo: -Hermanos y
padres, oíd: el Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abraham
cuando aun estaba en mesopotamia, antes que viviera en harán, y
le dijo: “ sal de tu tierra y de tu parentela y vete a la tierra que yo
te mostrare”. Entonces salió de la tierra de los caldeos y habito en harán;
y de allí, cuando murió su padre, Dios lo traslado a esta tierra, en la cual
vosotros habitáis ahora. No le dio herencia
en ella ni aun para asentar un pie, pero prometió dársela en posesión a el
y a su descendencia después de el, aunque el aun no tenia hijo. Dios le
dijo que su descendencia seria extranjera en tierra ajena, y que los reducirían
a servidumbre y los maltratarían por cuatrocientos años. “Pero yo
juzgare”- dijo Dios- “ a la nación de la cual serán siervos; y después de
esto saldrán y me servirán en
este lugar”. Le dio el pacto de la circuncisión, y así Abraham engendro a
Isaac, y lo circuncidó al octavo día; e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce
patriarcas. “ Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para
Egipto; pero Dios estaba con el y lo libro de todas las tribulaciones, y le dio
gracia y sabiduría delante del faraón, rey de Egipto, el cual lo puso por
gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa. Hubo entonces hambre en toda la
tierra de Egipto y de canaan, y
gran tribulación; y nuestros padres no hallaban alimentos. Cuando oyó Jacob
que había trigo en Egipto, envío a nuestros padres por primera vez. Y en la
segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue manifestado al faraón el
linaje de José. José envío a buscar a su padre Jacob y a toda su familia, en
numero de setenta y cinco personas. Así descendió Jacob a Egipto, donde murió
el y también nuestros padres, los cuales fueron trasladados a siquem y puestos
en el sepulcro que Abraham, a precio de
dinero, había comprado a los hijos de hamor en siquem. Pero cuando se acercaba
el tiempo de la promesa de Dios había jurado
a Abraham, el pueblo creció y se multiplico en Egipto, hasta que se
levanto en Egipto otro rey que no conoció a José. Este rey, usando de astucia
con nuestro pueblo, maltrato a nuestros padres hasta obligarlos a que expusieran
a la muerte a sus niños para que no se propagaran. En aquel mismo tiempo nació
moisés, y fue agradable a Dios; y fue criado tres meses en casa de su padre.
Pero siendo expuesto a la muerte, la hija del faraón lo recogió y lo crió
como a hijo suyo. Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios; y
era poderoso en sus palabras y obras. Cuando cumplió la edad de cuarenta años,
le vino al corazón el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel. Y al ver a
uno que era maltratado, lo defendió, y dando muerte al egipcio, vengo al
oprimido. El pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad
por mano suya, pero ellos no lo habían entendido así. Al día siguiente se
presento a uno de ellos que reñían, e intentaban ponerlos en paz, diciéndoles:
“hermanos sois, ¿por qué os
maltratáis el uno al otro?”. Entonces el que maltrataba a su prójimo lo
rechazo, diciendo: “¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre
nosotros? ¿Quieres tu matarme como mataste ayer al egipcio?”. Al oír
esta palabra, moisés huyo y vivió
como extranjero en tierra de madian, donde engendro dos hijos. Pasados
cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte sinai, en la
llama de fuego de una zarza. Entonces moisés, mirando, se maravillo de la visión;
y al acercarse para observar, vino a el la voz del señor: “Yo soy el Dios de
tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac
y el Dios de Jacob”. Y moisés, temblando, no se atrevía a mirar. Le
dijo el señor: “Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estas
es tierra santa. Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que esta
en Egipto, he oído su gemido y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven,
te enviare a Egipto”. A este moisés, a quien habían rechazado diciendo: “¿Quién
te ha puesto por gobernante y juez?” , a este envío Dios como gobernante y
libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza. Este los saco,
habiendo hecho prodigios y señales en tierra de Egipto, en el mar rojo y en el
desierto por cuarenta años. Este moisés es el que dijo a los hijos de Israel:
“Profeta os levantara el señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como
a mi; a el oiréis”. Este es aquel moisés que estuvo en la congregación en
el desierto con el ángel que le hablaba en el monte sinai, y con nuestros
padres, y que recibió palabras de vida para darnos. Pero nuestros padres no
quisieron obedecer, sino que lo desecharon, y en sus corazones se volvieron a
Egipto cuando dijeron a Aarón: “haznos dioses que vayan delante de nosotros,
porque a este moisés que nos saco de la tierra de Egipto no sabemos que le haya
acontecido”. Entonces hicieron un becerro , ofrecieron sacrificio al ídolo y
en las obras de sus manos se regocijaron. Dios se aparto de ellos y los entrego
a que rindieran culto al ejercito del cielo; como esta escrito en el libro de
los profetas: “¿Acaso me ofrecisteis victimas y sacrificios en
el desierto por cuarenta años, casa de Israel? Antes bien llevasteis el
tabernáculo de moloc y la estrella de vuestro dios refan, figuras que os
hicisteis para adorarlas. Os transportare, pues, mas allá de Babilonia”.
Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto como había
ordenado Dios cuando dijo a moisés que lo hiciera conforme al modelo que había
visto. El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué
al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojo de la
presencia de nuestros padres hasta los días de David. Este hallo gracia delante
de Dios y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob. Pero fue Salomón
quien le edifico casa, si bien el altísimo no habita en templos hechos de mano,
como dice el profeta: “El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis
pies. ¿Qué casa me edificareis? -Dice el señor-; ¿O cual es el lugar de mi
reposo? ¿ No hizo mi mano todas estas cosas?”. ¡Duros de cerbiz! ¡Incircuncisos
de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al espíritu santo; como
vuestros padres, así también vosotros. ¿A cual de los profetas no
persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la
venida del justo, a quien vosotros ahora habéis
entregado y matado; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles,
y no la guardasteis. Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones y crujían
los dientes contra el. Pero Esteban, lleno del espíritu santo, puestos los ojos
en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y
dijo: “Veo los cielos abiertos, y al hijo del hombre que esta
a la diestra de Dios”. Entonces ellos, gritando, se taparon los oídos
y arremetieron a una contra el. Lo echaron fuera de la ciudad y lo apedrearon.
Los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba y decía: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”.
Y puesto de rodillas, clamo a gran voz: “Señor, no les tomes en cuenta este
pecado”. Habiendo dicho esto,
durmió.
8
Y saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra
la iglesia que estaba en Jerusalén, y todos , salvo los apóstoles, fueron
esparcidos por las tierras de Judea y de samaria. Unos hombres piadosos llevaron
a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre el. Saulo, por su parte,
asolaba a la iglesia; entrando casa por casa, arrastraba a hombres y mujeres y
los enviaba a la cárcel. Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes
anunciando el evangelio. Entonces
Felipe, descendiendo a la ciudad de samaria, les predicaba a Cristo. La gente,
unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las
señales que hacia, pues de muchos que tenían espíritus impuros, salían estos
lanzando gritos; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había
gran gozo en aquella ciudad. Pero había un hombre llamado simón, que antes
ejercía la magia en aquella ciudad y que había engañado a la gente de samaria
haciéndose pasar por alguien importante. A este oían atentamente todos, desde
el mas pequeño hasta el mas grande, y decían: “Este es el gran poder de
Dios”. Estaban a atentos a el, porque con
sus artes mágicas los había engañado por mucho tiempo. Pero cuando creyeron a
Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo,
se bautizaban hombres y mujeres. También creyó simón mismo, y después de
bautizado estaba siempre con Felipe; y al ver las señales y grandes milagros
que se hacían, estaba atónito. Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén
oyeron que samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y
a juan; los cuales, una vez llegados, oraron por ellos para que recibieran el
espíritu santo, pues aun no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que
solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían
las manos y recibían el espíritu santo. Cuando vio simón que por la imposición
de las manos de los apóstoles se daba el espíritu santo, les ofreció dinero,
diciendo: -Dadme también a mi este poder, para que cualquiera a quien yo
imponga las manos reciba el espíritu santo. Entonces Pedro le dijo: -Tu dinero
perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No
tienes tu parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante
de Dios. Arrepiéntale, pues, de esta tu maldad y ruega a Dios, si quizás te
sea perdonado el pensamiento de tu corazón, porque en hiel de amargura y en
prisión de maldad veo que estas. Respondiendo entonces simón dijo: -Rogad
vosotros por mi al señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre
mi. Ellos , habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a
Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio.
Un ángel del señor hablo a Felipe, diciendo: “Levántate y ve hacia el sur
por el camino que desciende de Jerusalén a gaza, el cual es desierto”.
Entonces el se levanto y fue. Y sucedió que
un etiope, eunuco, funcionario de candace, reina de los etíopes, el cual estaba
sobre todos sus tesoros y había venido a
Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro leyendo al profeta Isaías.
El espíritu dijo a Felipe: “Acércate y júntate a ese carro”. Acudiendo
Felipe, lo oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: - pero ¿entiendes lo que
lees? El dijo: ¿Y como podré, si
alguien no me enseña? Y rogó a Felipe que subiera y se sentara con el. El
pasaje de la escritura que leía era este: “Como oveja a la muerte fue
llevado; y como cordero mudo
delante del que lo trasquila, así no abrió la boca. En su humillación no se
hizo justicia; mas su generación, ¿quién la contara?,
porque fue quitada de la
tierra su vida”. Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: - te ruego que me
digas: ¿de quien dice el profeta esto; de si mismo o de algún otro?. Entonces
Felipe, abriendo su boca y comenzando desde
esta escritura, le anuncio el
evangelio de Jesús. Yendo por el camino llegaron a un lugar donde había agua,
y dijo el eunuco: -aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe
dijo: - si crees de todo corazón, bien puedes. El respondió, dijo: Creo que
Jesucristo es el hijo de Dios. Mando parar el carro; y descendieron ambos al
agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizo. Cuando subieron del agua, el espíritu
del señor arrebato a Felipe y el eunuco no lo vio mas; y siguió gozoso su
camino. Pero Felipe se encontró en azoto; y, al pasar, anunciaba el evangelio
en todas las ciudades hasta llegar a cesárea.
9
Saulo, respirando aun amenazas y muerte contra los discípulos del señor, vino
al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de damasco, a fin de que
si hallaba algunos hombres o mujeres de este camino, los trajera presos a
Jerusalén. Pero, yendo por el camino, aconteció que, al llegar cerca de
damasco, repentinamente lo rodeo un resplandor de luz del cielo;
y cayendo en tierra oyó una voz que le decía: -Saulo, Saulo, ¿por qué
me persigues? El le dijo: -¿Quién eres, señor? Y le dijo: -Yo soy Jesús, a
quien tu persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando
y temeroso, dijo: - Señor, ¿Qué quieres que yo haga? El señor le dijo: - Levántate
y entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que debes hacer. Los hombres
que iban con saulo se pararon atónitos, porque, a la verdad, oían la voz, pero
no veían a nadie. Entonces saulo se levanto del suelo, y abriendo los ojos no
veía a nadie. Así que, llevándolo de la mano, lo metieron en damasco, donde
estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en damasco un
discípulo llamado ananias, a quien el señor dijo en visión: - ananias. El
respondió: -he aquí, señor. El
señor le dijo: -levántate y ve a la calle que se llama derecha, y busca en
casa de judas a uno llamado saulo, de tarso, porque el ora, y ha visto en visión
a un hombre llamado ananias, que entra y pone las manos sobre el para que
recobre la vista. Entonces ananias respondió: -Señor, he oído de muchos
acerca de este hombre, cuantos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun
aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que
invocan tu nombre. El señor le dijo: -Ve, porque instrumento escogido me es
este para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de reyes y de los hijos
de Israel, porque yo le mostrare cuanto es necesario padecer por mi nombre. Fue
entonces ananias y entro en la casa, y poniendo
sobre el las manos, dijo: -hermano saulo, el señor Jesús, que se te
apareció en el camino por donde venias, me ha enviado para que recibas la vista
y seas lleno del espíritu santo. Al instante cayeron de sus ojos como escamas y
recobro la vista. Se levanto y fue bautizado; y habiendo tomado alimento,
recobro las fuerzas. Y estuvo saulo por algunos días con los discípulos que
estaban en damasco. En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que
este era el hijo de Dios. Y todos los que lo oían estaban atónitos, y decían:
-¿no es este el que asolaba en Jerusaléén a los que invocaban este nombre, y a
eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes? Pero saulo
mas se enardecía, y confundía a los judíos que Vivian en damasco, demostrando
que Jesús era el Cristo. Pasados muchos días, los judíos
resolvieron en consejo matarlo; pero sus asechanzas llegaron a
conocimientos de saulo. Y ellos guardaban las puertas
de día y de noche para matarlo. Entonces los discípulos, tomándolo de
noche, lo bajaron por el muro, descolgándolo en una canasta. Cuando llego a
Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían
miedo, no creyendo que fuera discípulo. Entonces Bernabé, tomándolo, lo trajo
a los apóstoles y les contó como saulo había visto en el camino al señor, el
cual le había hablado valerosamente en
el nombre de Jesús. Y estaba con ellos en Jerusalén; entraba y salía, y
hablaba con valentía en el nombre del señor, y discutía con los griegos; pero
estos intentaban matarlo. Cuando supieron esto los hermanos, lo llevaron hasta
cesárea y lo enviaron a tarso. Entonces las iglesias tenían paz por toda
Judea, galilea y samaria; eran edificadas, andando en el temor del señor, y se
acrecentaban fortalecidas por el espíritu santo. Aconteció que Pedro,
visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en lida. Hallo allí
a uno que se llamaba eneas, que hacia ocho años que estaba en cama, pues era
paralítico. Pedro le dijo: - eneas, Jesucristo te sana; levántate y haz tu
cama. Y en seguida se levanto. Y lo vieron todos los que habitaban en lidia y en
saron, los cuales se convirtieron al señor. Había entonces en jope una discípula
llamada tabita, (que traducido es”Dorcas”). Esta abundaba en buenas obras y
en limosnas que hacia. Aconteció que en aquellos días
enfermo y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala. Como linda
estaba cerca de jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le
enviaron dos hombres, a rogarle: “no tardes en venir a nosotros”. Pedro se
levanto entonces y fue con ellos. Cuando llego, lo llevaron a la sala, donde lo
rodearon todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que
dorcas hacia cuando estaba con ellas. Entonces , sacando a todos, Pedro se puso
de rodillas y oro; y volviéndose al cuerpo, dijo: “¡Tabita, levántate”!.
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporo. El le dio la mano y la
levanto; entonces llamo a los santos y a las viudas y la presento viva. Esto fue
notorio en toda jope y muchos creyeron en el señor. Pedro se quedo muchos días
en jope en casa de un cierto simón, curtidor.
10
Había en cesárea un hombre llamado, centurión de la compañía llamada “la
italiana”, piadoso y temeroso de Dios con
toda su casa, y que hacia muchas limosnas al pueblo y oraba siempre a Dios. Este
vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un
ángel de Dios entraba donde el estaba y le decía: -¡Cornelio! El mirándolo
fijamente, y atemorizad, dijo: ¿Qué es, señor? Le dijo: - Tus oraciones y tus
limosnas han subido para memoria delante de Dios. Envía, pues, ahora hombres a
jope y haz venir a Simón, el que tiene por
sobrenombre Pedro. Este se hospeda en casa de cierto Simón, un curtidor que
tiene casa junto al mar; el te dirá lo que es necesario que hagas. Cuando se
marcho el ángel que hablaba con Cornelio, este llamo a dos de sus criados y a
un devoto soldado de los que lo asistían, a los cuales envío a jope, después
de habérselo contado todo. Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino
y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca
de la hora sexta. Sintió mucha hambre y quiso comer; pero
mientras le preparaban algo le sobrevino un éxtasis: vio el cielo
abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las
cuatro puntas era bajado a la tierra, en el cual había de todos los cuadrúpedos
terrestres, reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: - levántate, Pedro,
mata y come. Entonces Pedro le
dijo: - Señor, no; porque ninguna cosa común o impura he comido jamás. Volvió
la voz a el la segunda vez: - lo que Dios limpio, no lo llames tu común. Esto
ocurrió tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo. Mientras
Pedro estaba perplejo dentro de si sobre lo que significaría la visión que había
visto , los hombres que habían sido enviados por Cornelio, habiendo preguntado
por la casa de Simón , llegaron a la puerta. Llamaron y preguntaron si allí se
hospedaba un tal Simón que tenia por sobrenombre Pedro. Y mientras Pedro
pensaba en la visión, le dijo al espíritu: “tres hombres te buscan. Levántate,
pues, desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado”.
Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados por
Cornelio, les dijo: - yo soy el que buscáis. ¿cuál es la causa de vuestra
venida? Ellos dijeron: - Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de
Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido
instrucción de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oír tus
palabras. Entonces, haciéndoles entrar, los hospedo. Y al día siguiente,
levantándose, se fue con ellos; y los acompañaron algunos de los hermanos de
jope. Al otro día entraron en cesárea. Cornelio los
estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos mas íntimos.
Cuando Pedro entro, salió Cornelio a recibirlo y, postrándose a sus pies, lo
adoro. Pero Pedro lo levanto, diciendo: - levántate, pues yo mismo también soy
un hombre. Hablando con el, entro y hallo a muchos
que se habían reunido. Y les dijo: - vosotros sabéis cuan abominable es
para un judío juntarse o acercarse a un extranjero,
pero a mi me ha mostrado Dios que a nadie llame común o impuro. Por eso, al ser
llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿por qué causa me habéis hecho
venir? Entonces Cornelio dijo: - hace cuatro días
que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba
en mi casa, vi que se puso delante de mi un
varón con vestido resplandeciente y me dijo: “Cornelio, tu oración ha
sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. Envía, pues, a
jope y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual se
hospeda en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; cuando llegue, el te
hablara”. Así que luego envié a por ti, y tu has hecho bien en venir. Ahora,
pues, todos nosotros estamos aquí en
la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado. Entonces Pedro,
abriendo la boca, dijo: - en verdad comprendo que Dios no hace acepción de
personas, sino que en toda nación
se agrada del que lo teme y hace justicia. Dios envío mensaje a los hijos de
Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; este es señor
de todos. Vosotros sabéis lo que se divulgo por toda Judea, comenzando
desde galilea, después del bautismo que predico juan: Como Dios ungió
con el espíritu santo y con poder a Jesús de Nazaret , y como este anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios
estaba con el. Nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús, a quien
mataron colgándolo en un madero, hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén. A
este levanto Dios al tercer día e hizo que apareciera, no a todo el pueblo,
sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos
y bebimos con el después que resucito de los muertos. Y nos mando que predicáramos
al pueblo y testificáramos que el es el que Dios ha puesto por juez de vivos y
muertos. De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en el
crean recibirán perdón de pecados por su nombre. Mientras aun hablaba Pedro
estas palabras, el espíritu santo cayo sobre todos los que lo oían el
discurso. Y los fieles de la
circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también
sobre los gentiles se derramara el don del espíritu santo, porque lo oían que
hablaban en lenguas y que glorificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: - ¿Puede
acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que ha recibido
el espíritu santo lo mismo que nosotros? Y
mando bautizarlos en el nombre del señor Jesús. Entonces le rogaron que se
quedara por algunos días.
11
Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea que también los
gentiles habían recibido la palabra de Dios. Por eso, cuando Pedro subió a
Jerusalén, discutían con el los que eran de la circuncisión, diciendo: - ¿
por que has entrado en casa de hombres incircuncisos y has comido con ellos?
Entonces comenzó Pedro a contarles de forma ordenada lo sucedido, diciendo: -
Estaba yo en la ciudad de jope orando, y tuve
en éxtasis una visión: algo semejante a un gran lienzo suspendido por
las cuatro puntas, que bajaba del
cielo y llegaba hasta mi. Cuando fije los ojos en el, considere y vi cuadrúpedos
terrestres, fieras, reptiles y aves del cielo.
Y oí una voz que decía: “levántate, Pedro, mata y come”. Yo dije:
“Señor, no; por ninguna cosa común o impura entro jamás en mi boca”.
Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: “ lo que Dios limpio,
no lo llames tu común”. Este se
remetió tres veces, y volvió todo a ser llevado arriba al cielo. En aquel
instante llegaron tres hombres a la casa donde
yo estaba, enviados a mi desde cesárea.
Y el espíritu me dijo que fuera con
ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa
de un hombre, quien nos contó como había visto en su casa un ángel que,
puesto en pie, le dijo: “envía hombres a jope y haz venir a Simón, el que
tiene por sobrenombre Pedro; el te hablara palabras por las cuales serás salvo
tu y toda tu casa”.
Cuando comencé a hablar, cayo el espíritu santo sobre ellos, como también
sobre nosotros al principio.
Entonces me acorde de lo dicho por el señor, cuando dijo: “juan ciertamente
bautizo en agua, pero vosotros seréis bautizados con el espíritu santo”. Si
Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído
en el señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiera estorbar a Dios?. Entonces,
oídas estas cosas, callaron y glorificaron a Dios, diciendo: - ¡De que manera
que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! Ahora bien,
los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo
de Esteban, pasaron hasta fenicia, Chipre y Antioquia, sin hablar a nadie la
palabra, sino solo a los judíos. Pero había entre ellos unos de Chipre y de
cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquia, hablaron también a los
griegos, anunciando el evangelio del señor Jesús. Y la mano del señor estaba
con ellos, y gran numero creyó y se convirtió al señor. Llego la noticia de
estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén,
y enviaron a Bernabé para
que fuera hasta Antioquia. Este,
cuando llego y vio la gracia de
Dios, se regocijo y exhorto a todos a que con propósito de corazón
permanecieran fieles al señor. Era un varón bueno, lleno del espíritu santo y
de fe. Y una gran multitud fue agregada al señor. Después fue Bernabé a tarso
en busca de saulo; y cuando lo hallo, lo llevo a Antioquia. Se congregaron allí
todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente. A los discípulos se
les llamo cristianos por primera vez en Antioquia. En aquellos días, unos
profetas descendieron de Jerusalén
a Antioquia. Y levantándose uno de ellos llamado agabo, daba a entender por el
espíritu que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la
cual sobrevino en tiempo de claudio. Entonces los discípulos, cada uno
conforme a lo que tenia, determinaron a enviar un socorro a los hermanos que
habitaban en Judea; lo cual en
efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de saulo.
12
En aquel mismo tiempo, el rey herodes echo mano
a algunos de la iglesia para maltratarlos. Mato a espada a Jacobo,
hermano de juan, y al ver que esto había agradado a los judíos, procedió a
prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura. Tomándolo
preso, lo puso en la cárcel, entregándolo a cuatro grupos
de cuatro soldados cada uno, para que lo vigilaran; y se proponía
sacarlo al pueblo después de la pascua. Así que Pedro estaba custodiado en la
cárcel, pero la iglesia hacia sin cesar oración a Dios por el.
Cuando herodes lo iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo
entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta
custodiaban la cárcel. Y se presento un ángel
del señor y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el
costado, lo despertó, diciendo: “levántate pronto”. Y las cadenas se le
cayeron de las manos. Le dijo el ángel:
“Cíñete y átate las sandalias”. El lo hizo así. Y el dijo: “ envuélvete
en tu manto y sígueme”. Pedro salió tras el ángel, sin saber si lo que el
ángel hacia era realidad; mas bien pensaba que veía una visión. Habiendo
pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba
a la ciudad, la cual se les abrió por si misma. Salieron y pasaron una calle, y
luego el ángel se aparto de el. Entonces Pedro, volviéndose en si, dijo:
“ahora entiendo verdaderamente que el señor ha enviado su ángel y me ha
librado de la mano de herodes y de todo lo que el pueblo de los judíos
esperaba”. Al darse cuenta de esto, llego a casa de María, la madre de juan,
el que tenia por sobrenombre marcos.
Muchos estaban allí reunidos, orando. Cuando Pedro llamo a la
puerta del patio, salió a atender una muchacha llamada rode, la cual, al
reconocer la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo
adentro dio la nueva de que Pedro estaba en la puerta. Ellos le dijeron: -¡Estas
loca! Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: -¡Es un ángel!
Pero Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y lo vieron, se quedaron atónitos.
Pero el, haciéndoles con la mano señal de que callaran, les contó como
el señor lo había sacado de la cárcel. Y dijo: -haced saber esto a Jacobo y a
los hermanos. Luego salió y se fue
a otro lugar. Cuando se hizo de día, se produjo entre
los soldados un alboroto no pequeño sobre que habría sido de Pedro.
Pero herodes, habiéndolo buscado sin hallarlo, después de interrogar a los
guardas ordeno llevarlos a la muerte. Después descendió de Judea a cesárea y
se quedo allí. Herodes estaba enojado contra los de tiro y de sidon, pero
ellos, de común acuerdo, se presentaron ante el, y habiendo sobornado a blasto,
que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido
por el rey. El día señalado, herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el
tribunal y los arengo. Y el pueblo aclamaba gritando:. “¡Voz de un dios, y no
de un hombre!”. Al momento, un ángel del señor lo hirió, por cuanto no dio
la gloria a Dios; y expiro comido de gusanos. Pero la palabra del señor crecía
y se multiplicaba. Bernabé y saulo, cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén,
llevando también consigo a juan, el que tenia por sobrenombre marcos.
13
Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y maestros:
Bernabé, Simón el que se llamaba Níger, lucio de cirene, manaen el que se había
criado junto a herodes el tetrarca, y saulo. Ministrando estos al señor y
ayunando, dijo el espíritu santo: “Apartadme a Bernabé y a saulo para la
obra a que los he llamado”. Entonces,
habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos,
entonces, enviados por el espíritu santo, descendieron a seleucia, y de allí
navegaron a Chitré. Al llegar a salamina, anunciaban la palabra de Dios en la
sinagoga de los judíos. Tenían también a juan de ayudante. Habiendo
atravesado toda la isla hasta pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío,
llamado barjesus, que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente.
Este , llamando a Bernabé y a saulo, deseaba oír la palabra de Dios. Pero los
resistía elimas, el mago( pues así se traduce su nombre), intentando apartar
de la fe al procónsul. Entonces saulo, que también es pablo, lleno del espíritu
santo, fijando en el los ojos, le dijo: -¡Lleno de todo engaño y de toda
maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿no cesaras de trastornar
los caminos rectos del señor?. Ahora, pues, la mano del señor esta contra ti,
y quedaras ciego y no veras el sol por algún tiempo. Inmediatamente cayeron
sobre el oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien
lo condujera de la mano. Entonces el procónsul, viendo lo que había
sucedido, creyó, admirado de la doctrina del señor. Habiendo zarpado de pafos,
pablo y sus compañeros llegaron a perge de panfilia, pero juan, apartándose de
ellos, volvió a Jerusalén. Ellos, pasando de perge, llegaron a Antioquia de
pisidia; y entraron en la sinagoga un sábado y se sentaron. Después de la
lectura de la ley y de los profetas, los altos dignatarios de la sinagoga
mandaron a decirles: - hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para
el pueblo, hablad. Entonces pablo se levanto y, hecha señal de silencio con la
mano, dijo: - israelitas y los que teméis a Dios, oíd: el Dios de este pueblo
de Israel escogió a nuestros padres
y enalteció al pueblo siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo
levantado los saco de ella. Por un tiempo como de cuarenta años los soporto en
el desierto, y habiendo destruido siete naciones en la tierra de canaan, les dio
en herencia su territorio. Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les
dio jueves hasta el profeta Samuel. Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl,
hijo de cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado este,
les levanto por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: “he
hallado a David, hijo de isai, varón conforme a mi corazón, quien hará todo
lo que yo quiero”. De la descendencia de este, y conforme a la promesa, Dios
levanto a Jesús por salvador a Israel. Antes de su venida, predico juan el
bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. Cuando juan terminaba su
carrera, dijo: “¿quién pensáis que soy? Yo no soy el; pero viene tras mi
uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies”. Hermanos ,hijos
del linaje de Abraham y los que entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es
enviada la palabra de esta salvación, porque los habitantes de Jerusalén y sus
gobernantes, que no conocían a Jesús ni las palabras de los profetas que se
leen todos los sábados, las cumplieron al
condenarlo. Sin hallar en el causa digna de muerte, pidieron a pilato que se le
matara. Y cuando cumplieron todas
las cosas que de el estaban escritas, lo bajaron del madero y lo pusieron en el
sepulcro. Pero Dios lo levanto de los muertos. Y el se apareció durante muchos
días a los que habían subido juntamente con el de galilea a Jerusalén, los
cuales ahora son sus testigos ante el pueblo. Nosotros también os anunciamos el
evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios nos ha
cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús; como esta escrito también
en el salmo segundo: “mi hijo eres tu, yo te he engendrado hoy”. Y en cuanto
a que lo levanto de los muertos para nunca mas volver a corrupción, lo dijo así:
“ os daré las misericordias fieles de David” . Por eso dice también en
otro salmo: “ no permitirás que tu santo vea corrupción”. Y a la verdad
David, habiendo servido a su propia generación según
la voluntad de Dios, durmió y fue reunido con sus padres, y vio corrupción.
Pero aquel a que Dios levanto, no vio corrupción. Sabed , pues, esto hermanos:
que por medio de el se os anuncia perdón de
pecados, y que de todo aquello de que no pudisteis ser justificados por la ley
de moisés, en el es justificado todo aquel que cree. Mirad, pues, que no venga
sobre vosotros lo que esta dicho en los profetas: “mirad, menospreciadores,
asombraos y desapareced, porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no
creeréis si alguien os la
cuenta”. Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les
rogaron que el siguiente sábado les hablara de estas cosas. Y despedida la
congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a
pablo y a Bernabé, quienes hablándoles los persuadían a que perseveraran a la
gracia de Dios. El siguiente sábado se junto casi toda la ciudad para oír la
palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos y
rebatían lo que pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces pablo y
Bernabé, hablando con valentía, dijeron: - a vosotros, a la verdad, era
necesario que se os hablara primero la palabra de Dios; pero puesto que la
desecháis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos volvemos a los
gentiles, porque así nos ha mandado el señor, diciendo:
“te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación
hasta lo ultimo de la tierra”. Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y
glorificaban la palabra del señor, y creyeron todos los que estaban ordenados
para vida eterna. Y la palabra del señor se difundía por toda aquella
provincia. Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a
los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra pablo y Bernabé,
y los expulsaron de sus limites. Ellos, entonces,
sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, llegaron a iconio. Y los
discípulos estaban llenos de gozo y del espíritu santo.
14
Aconteció en iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y
hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos y de griegos.
Pero los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los
gentiles contra los hermanos. Sin embargo, se detuvieron allí mucho tiempo,
hablando con valentía, confiados en el señor, el cual daba testimonio de la
palabra de su gracia, concediendo que se hicieran por las manos de ellos señales
y prodigios. La gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos,
y otros con los apóstoles. Pero sucedió que los judíos y los gentiles,
juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a maltratarlos y apedrearlos; y
ellos, al darse cuenta, huyeron a listra y derbe, ciudades de licaonia, y a toda
la región circunvecina, y allí predicaban el evangelio. Cierto hombre de
listra esta sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás
había andado. Este oyó hablar a pablo, el cual, fijando en el sus ojos y
viendo que tenia fe para ser sanado, dijo a gran voz: - ¡levántate derecho
sobre tus pies! El salto y anduvo. Entonces la gente, al ver lo que pablo había
hecho, alzo la voz, diciendo en lengua licaonica: “¡Dioses con la semejanza
de hombres has descendido a nosotros!”. A Bernabé llamaban Júpiter, y a
pablo, mercurio, porque este era el que llevaba la palabra. El sacerdote de Júpiter,
cuyo templo estaba en frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de
las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. Cuando
lo oyeron los apóstoles Bernabé y pablo, rasgaron sus ropas y se lanzaron
entre la multitud, gritando y diciendo:- ¿por qué hacéis esto? Nosotros también
somos hombre semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os
convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en
ellos hay. En las edades pasadas el ha dejado a todas las gentes andar por su
propios caminos; si bien no dejo a si mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos
lluvias del cielo y tiempos fructíferos,
llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. Pero aun diciendo estas
cosas, difícilmente lograban impedir que la multitud les ofreciera sacrificio.
Entonces vinieron unos judíos de Antioquia y de iconio que persuadieron
a la multitud; apedreando a pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, pensando
que estaba muerto. Pero estando rodeado por los discípulos, se levanto
y entro en la ciudad. Al día siguiente salió con Bernabé par derbe.
Después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos,
volvieron a listra, iconio y
Antioquia, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que
permanecieran en la fe y diciéndoles: “Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios”. Constituyeron ancianos en cada
iglesia y , después de orar y de ayunar, los encomendaron al señor en quien
habían creído. Pasando por
pisidia vinieron a panfilia. Predicaron la
palabra en perge y luego descendieron a
atalia. De allí navegaron a Antioquia, donde habían sido encomendados a la
gracia de Dios para la obra que habían cumplido. Al llegar, reunieron a la
iglesia y les refirieron cuan grandes cosas había hecho Dios con ellos y como
había abierto la puerta de la fe a los gentiles. Se quedaron allí mucho tiempo
con los discípulos.
15
Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: “si no
os circuncidáis conforme al rito de moisés no podéis ser salvos”. Pablo y
Bernabé tuvieron una discusión y contienda no pequeña con ellos. Por eso
dispuso que pablo, Bernabé y algunos otros
de ellos subieron a Jerusalén, a los apóstoles y a los ancianos, para
tratar esta cuestión. Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia,
pasaron por fenicia y samaria contando la conversión de los gentiles; y
causaban gran gozo a todos los hermanos. Al llegar a Jerusalén fueron recibidos
por la iglesia, por los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas
que Dios había hecho con ellos. Pero alguno de la secta de los fariseos, que
habían creído, se levantaron diciendo: - Es necesario circuncidaros y
mandarles que guarden la ley de moisés. Entonces se reunieron los apóstoles y
los ancianos para conocer de este asunto. Después de mucha discusión, Pedro se
levanto y les dijo: - Hermanos, vosotros sabéis como ya hace algún tiempo Dios
escogió que los gentiles oyeran por mi boca la palabra del evangelio y
creyeran. Y Dios, que conoce los corazones, le dio testimonio, dándoles el espíritu
santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos,
purificando por la fe sus corazones. Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios,
poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni
vuestros padres ni nosotros hemos
podido llevar? Antes creemos que por la gracia del señor Jesús seremos salvos,
de igual modo que ellos. Entonces toda la multitud callo, y oyeron a Bernabé y
a pablo, que contaban cuan grandes señales y maravillas había hecho Dios por
medio de ellos entre los gentiles. Cuando ellos callaron, Jacobo respondió
diciendo: -Hermanos, oídme. Simón ha contado como Dios visito por primera vez
a los gentiles para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan
las palabras de los profetas, como esta escrito: “Después de esto volveré y
reedificare el tabernáculo de David, que esta caído; y reparare
sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres
busque al señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,
dice el señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos”. Por lo
cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino
que se le escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de
fornicacion, de ahogado y de sangre, porque moisés desde tiempos antiguos tiene
en cada ciudad quien lo predique en
las sinagogas, donde es leído cada sábado. Entonces pareció bien a los apóstoles
y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir a algunos varones y enviarlos a
Antioquia con pablo y Bernabé, a silas, hombres principales entre los hermanos,
y escribir por conducto de ellos: “los
apóstoles, los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles
que están en Antioquia, Siria, y cilicia: salud. Por cuanto hemos oído que
algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han
inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando
circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a
un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y
pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro señor
Jesucristo. Así que enviamos a judas y a silas, los cuales también de palabra
os harán saber lo mismo, pues ha parecido bien al espíritu santo y a nosotros
no imponeros ninguna carga mas que estas cosas necesarias: que os abstengáis de
lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicacion; si os guardéis
de estas cosas, bien haréis. Pasadlo bien”.
Así pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquia y, reuniendo
a la congregación, entregaron la carta, habiéndola leído, se regocijaron por
la consolación. Judas y silas, que también eran profetas, consolaron y
animaron a los hermanos con abundancia de palabras. Después de pasar algún
tiempo allí, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a aquellos
que los habían enviado. Sin embargo, a silas le pareció bien quedarse allí.
Pablo y Bernabé continuaron en Antioquia, enseñando la palabra del señor y
anunciando el evangelio con otros muchos. Después de algunos días, pablo dijo
a Bernabé: -Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que
hemos anunciado la palabra del señor, para ver como están. Bernabé quería
que llevaran consigo a juan, el que tenia por sobrenombre marcos, pero a pablo
no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde
panfilia y no había ido con ellos a la obra. Hubo tal desacuerdo entre ambos,
que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a marcos, navego a Chipre, y
pablo escogiendo a silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del señor,
y paso por Siria y cilicia, animando a las iglesias.
16
Después llego a derbe y a listra. Había allí
cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente, pero de
padre griego; y daban buen testimonio de el los hermanos que estaban en listra y
en iconio. Quiso pablo que este fuera con el; y tomándolo, lo circuncido por
causa de los judíos que había en aquellos lugares, pues todos sabían
que su padre era griego. Al pasar por las ciudades, les comunicaban las
decisiones que habían acordado los apóstoles y los ancianos que estaban en
Jerusalén, para que las guardaran. Así que las iglesias eran animadas en la fe
y aumentaban en numero cada día. Atravesando frigia
y la provincia de galacia, les fue prohibido por el espíritu santo
hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a misia, intentaron ir a bitinia,
pero el espíritu no se lo permitió. Entonces pasando junto a misia,
descendieron a troas. Una noche, pablo tuvo una visión. Un varón macedonio
estaba en pie, rogándole y diciendo: “pasa a macedonia y ayúdanos”. Cuando
vio la visión, en seguida
procuramos partir para macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que
les anunciáramos el evangelio. Zarpando, pues, de troas, navegamos directamente
a somotracia, el día siguiente a neapolis y de allí a filipos, que es la
primera ciudad de la provincia de macedonia, y una colonia. Estuvimos en aquella
ciudad algunos días. Un sábado salimos fuera de la puerta, junto al rió,
donde solía hacerse la oración. Nos sentamos y hablamos a las mujeres que se
habían reunido. Entonces una mujer llamada lidia, vendedora de púrpura, de la
ciudad de tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo. El señor le abrió el
corazón para que estuviera atenta a lo que pablo decía, y cuando fue
bautizada, junto con su familia, nos rogó diciendo: -Si sabéis juzgado que yo
sea fiel al señor, hospedaos en mi casa. Y nos obligo a quedarnos. Aconteció
que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que
tenia espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos,
adivinando. Esta, siguiendo a pablo y a nosotros, gritaba: -¡Estos hombre son
siervos del Dios altísimo! Ellos os anuncian el camino de salvación. Esto lo
hizo por muchos días, hasta que, desagradando a pablo, se volvió el y dijo al
espíritu: - te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella. Y salió en
aquella misma hora. Pero al ver sus amos que había salido la esperanza de su
ganancia, prendieron a pablo y a silas, y los trajeron al foro, ante las
autoridades. Los presentaron a los magistrados y dijeron: - Estos hombres,
siendo judíos, alborotan nuestra ciudad y enseñan costumbres que no nos es
licito recibir ni hacer, pues somos romanos. Entonces se agolpo el pueblo contra
ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarlos con varas.
Después de haberlos azotado mucho, los echaron
en la cárcel, mandando al carcelero que los guardara con seguridad. El
cual, al recibir esta orden, los metió en el calabozo de mas adentro y les
aseguro los pies en el cepo. Pero
a media noche, orando pablo y silas, cantaban himnos a Dios; y los presos
lo oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los
cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las
puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Se despertó el carcelero y , al
ver abiertas las puertas de la cárcel,
saco la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Pero
pablo grito: - ¡No tengas ningún mal, pues todos estamos aquí!. El entonces
pidió una luz, se precipito adentro y , temblando, se postro a los pies de
pablo y de silas. Los saco y les dijo: - Señores. ¿qué debo hacer para ser
salvo? Ellos dijeron: - Cree en el señor Jesucristo, y serás salvo tu y tu
casa. Y le hablaron la palabra del señor a el y a todos los que estaban en su
casa. El, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavo las heridas, y
en seguida se bautizo con todos los suyos. Luego los llevo a su casa, les puso
la mesa y se regocijo con toda su casa de haber creído a Dios. Cuando fue de día,
los magistrados enviaron a guardias a decir: - Suelta a esos hombres. El
carcelero hizo saber estas palabras a pablo: - los magistrados han mandado a
decir que se os suelte; así que ahora salid y marchaos en paz. Pero pablo le
dijo: - después de azotarnos públicamente sin sentencia judicial y siendo
ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿ y ahora nos libran
encubiertamente? No , por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos. Los
guardias hicieron saber estas palabras a los magistrados, los cuales tuvieron
miedo al oír que eran romanos. Fueron y se excusaron; los sacaron y les
pidieron que salieran de la ciudad. Entonces, saliendo de la cárcel, entraron
en casa de lidia y, habiendo visto a los hermanos, los consolaron y se fueron.
17
Pasando por anfipolis y apolonia llegaron a tesalónica, donde había una
sinagoga de los judíos. Pablo como acostumbraba, fue a ellos, y por tres sábados
discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las escrituras que era
necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos. Y decía: “Jesús,
a quien yo os anuncio, es el Cristo”. Algunos de ellos creyeron y se juntaron
con pablo y con silas, a si mismo un gran numero de griegos piadosos, y mujeres
nobles no pocas. Celosos, entonces, los judíos que no creían, tomaron consigo
algunos ociosos, hombres malos, con los que juntaron
una turba y alborotaron la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón, e
intentaban sacarlos al pueblo, pero como no lo hallaron , trajeron a Jasón y
algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: “estos que
trastornan el mundo entero también han venido acá, y Jasón los ha recibido.
Todos ellos contravienen los decretos de cesar, diciendo que hay otro rey, Jesús”.
Al oír esto, el pueblo y las autoridades de la ciudad se alborotaron. Pero
después de obtener fianza de Jasón y de los demás, los soltaron.
Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a pablo y a silas hasta berea. En
cuanto llegaron, entraron en la sinagoga de los judíos. Estos eran mas nobles
que los que estaban en tesalónica, pues recibieron la palabra con toda
solicitud, escudriñando cada día las escrituras para ver si estas cosas eran
así. Muchos de ellos creyeron, y de los griegos , mujeres distinguidas y no
pocos hombres. Cuando los judíos de tesalónica supieron que también en berea
era anunciada la palabra de Dios por pablo, fueron allá y también alborotaron
a las multitudes. Entonces los hermanos hicieron que pablo saliera
inmediatamente en dirección al mar; pero silas y Timoteo se quedaron allí. Los
que se habían encargado de conducir a pablo lo llevaron a Atenas; y habiendo
recibido el encargo de que silas y Timoteo vinieran a el
lo mas pronto posible, salieron. Mientras pablo los esperaba en Atenas,
su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Así que
discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con
los que concurrían. Algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos
discutían con el. Unos decían: -¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros:
- Parece que es predicador de nuevos diioses. Estos decían porque les predicaba
el evangelio de Jesús, y de la resurrección. Lo tomaron y lo trajeron al areópago,
diciendo: -¿Podremos saber que es esta nueva enseñanza de que hablas?, pues
traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber que quiere decir
esto. (porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en
ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo). Entonces
pablo, puesto en pie en medio del areópago, dijo: -Atenienses, en todo observo
que sois muy religiosos, porque pasando y mirando vuestros santuarios, halle
también un altar en el cual estaba
esta inscripción: “Al dios no conocido” . al que vosotros adoráis, pues,
sin conocerlo, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las
cosas que en el hay, siendo señor del cielo y de la tierra, no habita en
templos hechos por manos humanas ni es honrado por manos de hombres, como si
necesitara de algo, pues el es
quien da a todos vida, aliento y todas las cosas. De una sangre ha hecho todo el
linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha
prefijado el orden de los tiempos y los limites de su habitación, para
que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarlo, aunque
ciertamente no esta lejos de cada uno de nosotros, porque en el vivimos, nos
movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho:
“Porque linaje suyo somos”. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar
que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de
imaginación de hombres. Pero Dios,
habiendo pasado por lo alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos
los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día
en el cual juzgara al mundo con justicia, por aquel varón
a quien designo, acreditándolo ante todos al haberlo levantado de los
muertos. Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se
burlaban y otros decían: “ya te oiremos acerca de esto otra vez”. Entonces
pablo salió en medio de ellos. Pero algunos de los que se le habían juntado,
creyeron; entre ellos, Dionisio el areopagita
y una mujer llamada Damaris, y otros con ellos.
18
Después de estas cosas, pablo salió de Atenas y fue a corintio. Y hallo
a un judío llamado alquila, natural de ponto, recién venido de Italia
con Priscila su mujer, por cuanto claudio había mandado que todos los judíos
salieran de roma. Fue a ellos y, como era del mismo oficio, se quedo con ellos y
trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas. Y discutía en la
sinagoga todos los sábados, y persuadía a
judíos y a griegos. Cuando silas y Timoteo vinieron a macedonia, pablo estaba
entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los judíos
que Jesús era el Cristo. Pero oponiéndose y blasfemando estos, les dijo,
sacudiéndose los vestidos: -Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza. Mi
conciencia esta limpia; desde ahora me iré a los gentiles. Salió de allí y se
fue a la casa de uno llamado justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la
sinagoga. Crispo, alto dignatario de la sinagoga, creyó en el señor con toda
su casa; y muchos de los corintios al oír, creían y eran bautizados. Entonces
el señor dijo a pablo en visión de noche: “ No temas, sino habla y no
calles, porque yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte
mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad”. Y se detuvo allí un año y
seis meses, enseñándoles la palabra de Dios. Pero siendo galion procónsul de
acaya, los judíos se levantaron de común acuerdo contra pablo y lo llevaron al
tribunal, diciendo: - Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley.
Al comenzar pablo a hablar, galion dijo a los judíos: -Si fuera algún agravio
o algún crimen enorme, judíos, conformé a derecho yo os toleraría, pero sin
son cuestiones de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo vosotros, porque
yo no quiero ser juez de estas cosas. Y
los hecho del tribunal. Entonces todos los griegos apoderándose de sostenes,
alto dignatario de la sinagoga, lo golpeaban delante del tribunal. Pero galion
no hacia caso alguno. Pablo permaneció allí muchos días. Luego se despidió
de los hermanos y navego a Siria, junto con Priscila, y alquila. En cencrea se
rapo la cabeza, porque tenia hecho voto. Llego a efeso y los dejo allí; y
entrando en la sinagoga, discutía con los judíos. Estos le rogaban que se
quedara con ellos mas tiempo, pero el no accedió, sino que se despidió de
ellos, diciendo: -Es necesario que en todo caso yo celebre en Jerusalén la
fiesta que viene; pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere. Y zarpo de
efeso. Habiendo llegado
a cesárea, subió para saludar a la iglesia y luego descendió a
Antioquia. Después de estar allí algún tiempo, salió y recorrió por orden
la región de galacia y de frigia, animando a todos los discípulos. Llego
entonces efeso un judío llamado apolos, natural de Alejandría, hombre
elocuente , poderoso en las escrituras. Este había sido instruido en el camino
del señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente
lo concerniente al señor, aunque solo conocía el bautismo de juan. Comenzó,
pues, a hablar con valentía en la sinagoga; pero cuando lo oyeron Priscila y
alquila, lo tomaron aparte y le expusieron con mas exactitud el camino de Dios.
Cuando el quiso pasar a acaya, los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos
que lo recibieran. Al llegar allá, fue de gran provecho a los que por la gracia
habían creído, porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los judíos,
demostrando por las escrituras que Jesús era el Cristo.
19
Aconteció que entre tanto que apolos estaba en corinto, pablo, después de
recorrer las regiones superiores, vino a efeso, y hallando a ciertos discípulos,
les pregunto: - ¿Recibisteis el
espíritu santo cuando creísteis? Ellos dijeron: - Ni siquiera habíamos oído
que hubiera espíritu santo. Entonces
dijo: -En que, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: -En el bautismo de juan.
Dijo pablo: -juan bautizo con
bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en aquel que vendría
después de el, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron
bautizados en el nombre del señor Jesús. Y habiéndoles impuesto pablo las
manos, vino sobre ellos el espíritu santo; y hablaban en lenguas y
profetizaban. Eran entre todos unos doce hombres. Entrando pablo en la sinagoga,
hablo con valentía por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca
del reino de Dios. Pero como algunos se rehusaban a creer y maldecían el camino
delante de la multitud, pablo se aparto de ellos y separo a los discípulos,
discutiendo cada día en la escuela de uno llamado tirano. Así continuo por
espacio de los años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y
griegos, oyeron la palabra del señor Jesús. Y hacia Dios milagros
extraordinarios por mano de pablo,
de tal manera que hasta los pañuelos o delantales que habían tocado su cuerpo
eran llevados a los enfermos, y las enfermedades se iban
de ellos, y los espíritus malos salían. Pero algunos de los judíos,
exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del señor Jesús sobre los
que tenían espíritus malos, diciendo: “¡ Os conjuro por Jesús, el que
predica pablo!”. Había siete hijos de un tal esceva, judío, jefe de los
sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo
el espíritu malo, dijo: “A Jesús conozco y se
quien es pablo, pero vosotros, ¿quien sois?”. El hombre en quien
estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo mas que
ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. Esto fue
notorio a todos los que habitaban
en efeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era
glorificado el nombre del señor Jesús. Muchos de los que habían creído venían,
confesando y dando cuenta de sus hechos.
Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los
quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su valor, hallaron que era de
cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la
palabra del señor. Pasadas estas cosas, pablo se propuso en su espíritu ir a
Jerusalén, después de recorrer macedonia y acaya. Decía el: “Después de
que haya estado allí, me será necesario ver también roma”. Envío entonces
a macedonia a dos de los que lo ayudaban, Timoteo y erasto, y el que se quedo
por algún tiempo en Asia. Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca
de del camino, porque un platero llamado Demetrio, que hacia de plata
templecillos de diana, daba no poca ganancia a los artífices; de los cuales,
reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: - ¿Sabéis que de este oficio
obtenemos nuestra riqueza; pero veis y oís que a este pablo, no solamente en
efeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a mucha gente con persuasión,
diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay
peligro de que nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el
templo de la gran diosa diana sea estimado en
nada y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera
toda Asia y el mundo entero. Cuando oyeron estas cosas se llenaron de ira, y
gritaron, diciendo: “¡Grande es diana de los efesios!”. La ciudad se lleno
de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a gayo y a aristarco,
macedonios, compañeros de pablo. Pablo quería salir del pueblo, pero los discípulos
no lo dejaron. También algunas de las autoridades de Asia, que eran amigos
suyos, le enviaron recado rogándole que no se presentara en el teatro. Unos,
pues, gritaban una cosa y otros otra, porque la concurrencia estaba confusa y la
mayoría no sabia por que se habían reunido. De entre la multitud sacaron a
Alejandro, empujado por los judíos. Y Alejandro, pidiendo silencio con la mano,
quiso hablar en su defensa ante el pueblo. Pero cuando se dieron cuenta de que
era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: “¡Grande es diana de
los efesios!”. Entonces el escribano, cuando apaciguo a la multitud, dijo:
“Efesios, ¿y quien es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es
guardiana del templo de la gran diosa diana, y de la imagen venida de Júpiter?”.
Puesto que esto no puede contradecirse, es necesario que os apaciguáis, y que
nada hagáis precipitadamente, porque habéis traído a estos hombres, que no
son sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa. Que si Demetrio y los artífices
que están con el tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden y procónsules
hay; acusarse los unos a los otros. Y si demandáis alguna otra cosa, en
legitima asamblea se puede decidir, pues hay peligro de que seamos acusados de
sedición por esto de hoy, ya que no existe causa alguna por la cual podamos dar
razón a este alboroto. Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.
20
Cuando ceso el alboroto, llamo pablo a los discípulos y, habiéndolos exhortado
y abrazado, se despidió y salió, para macedonia. Después de recorrer aquellas
regiones, y de exhortarlos con abundancia de palabras, llego a Grecia. Al cabo
de tres meses de estar allí, debido a los planes que los judíos tenían contra
el cuando se embarcara para Siria, tomo la decisión de volver por macedonia. Lo
acompaño hasta Asia, sopater hijo de pirro, de berea; aristarco y segundo, de
tesalónica; gayo, de derbe, y Timoteo; y de Asia, tiquico y trofimo. Estos,
habiéndose adelantado, nos esperaron en troas. Y nosotros, pasados los días de
los panes sin levadura, zarpamos de filipos y en cinco días nos reunimos con
ellos en troas, donde nos quedamos siete días. El primer día de la semana,
reunidos los discípulos para partir el pan, pablo que tenia que salir al día
siguiente, les enseñaba, y alargo el discurso hasta la medianoche. Había
muchas lámparas en el aposento alto donde se hallaban reunidos. Un joven
llamado eutico estaba sentado en la
ventana, y rendido de un sueño profundo por cuanto pablo disertaba largamente,
vencido del sueño cayo del tercer piso abajo, y fue levantado muerto. Entonces
descendió pablo y se echo sobre el, y abrazándole , dijo: -No os alarméis,
pues esta vivo. Después de haber subido, partió el pan, lo comió y siguió
hablando hasta el alba; y luego se fue. Llevaron vivo al joven, y fueron
grandemente consolados. Nosotros, adelantándonos a embarcarnos, navegamos a
ason para recoger allí a pablo, ya que así lo había determinado, queriendo el
ir por tierra. Cuando se reunió con nosotros en ason, tomándolo abordo,
vinimos a mitilene. Navegando de allí, al día siguiente llegamos delante de quío,
y al otro día tocamos puerto en samos. Hicimos escala en trogilio, y al día
siguiente llegamos a Mileto. Pablo se había propuesto pasar de largo a efeso,
para no detenerse en Asia, pues se apresuraba por estar el día de Pentecostés,
si le fuera posible, en Jerusalén. Enviando, pues, desde Mileto a efeso, hizo
llamar a los ancianos de la iglesia. Cuando vinieron a el, les dijo: - Vosotros
sabéis como me he comportado entre
vosotros todo el tiempo, desde el primer día que llegue Asia, sirviendo al señor
con toda humildad, con muchas lagrimas y pruebas que me han venido por las
acechanzas de los judíos; y como nada que fuera útil he rehuido de anunciaros
y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles
acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe
en nuestro señor Jesucristo. Ahora, ligado yo en espíritu, voy a
Jerusalén sin saber lo que allá me ha de acontecer; salvo que el espíritu
santo por todas las ciudades me da testimonio de que me esperan prisiones y
tribulaciones. Pero de ninguna cosa hago caso ni estimo preciosa mi vida para mi
mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo,
y el ministerio que recibí del señor Jesús, para dar testimonio del
evangelio de la gracia de Dios. Y ahora, yo se
que ninguno de todos vosotros entre quienes he pasado predicando el reino
de Dios, vera mas mi rostro. Por tanto, yo os declaro en el día de hoy, que
estoy limpio de la sangre de todos, porque no he rehuido anunciaros todo
el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño
en que el espíritu santo os ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del
señor, la cual el gano por su propia sangre, porque yo se que después de mi
partida entraran en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonaran al rebaño.
Y entre vosotros mismos se levantaran hombres que hablaran cosas perversas para
arrastrar tras si discípulos. Por tanto, velad, acordándoos de que por tres años,
de noche y de día, no he cesado de amonestar con lagrimas a cada uno.
Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia que
tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados. Ni
plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes bien vosotros sabéis que
para lo que me ha sido necesario a
mi y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo
os he enseñado que, trabajando así, sé debe ayudar a los necesitados,
y recordar las palabras del señor Jesús, que dijo: “mas bienaventurados es
dar que recibir”. Cuando termino de decir estas cosas, se puso de rodillas y
oro con todos ellos. Entonces hubo gran llanto de todos, y echándose al cuello
de pablo, lo besaban, y se dolían en gran manera por la palabra que dijo de que
no verían mas su rostro. Y lo acompañaron al barco.
21
Después de separarnos de ellos, zarpamos y fuimos con rumbo directo a cos; al día
siguiente, a roma, y de allí a patara. Y hallando un barco que pasaba a
fenicia, nos embarcamos y zarpamos. Al avistar Chipre, dejándola a mano
izquierda, navegamos a Siria y llegamos a tiro, porque el barco había de
descargar allí. Hallamos a los discípulos y nos quedamos allí siete días; y
ellos, por el espíritu, decían a pablo que no subieran a Jerusalén. Cumplidos
aquellos días, salimos. Todos, con sus mujeres e hijos, nos acompañaron hasta
las afueras de la ciudad, y puestos de rodillas en la playa, oramos. Y
abrazándonos los unos a los otros, subimos al barco y ellos se volvieron
a sus casas. Nosotros completamos la navegación saliendo de tiro y llegando a
tolemaida; saludamos a los hermanos, y nos quedamos con ellos un día. Al otro día,
saliendo pablo y los que con el estábamos, fuimos a cesárea; entramos en casa
de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete, y nos hospedamos con el.
Este tenia cuatro hijas doncellas que profetizaban. Mientras nosotros permanecíamos
allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado agabo, quien,
viniendo a vernos, tomo el cinto de pablo, se ato los pies y las manos y dijo:
-Esto dice el espíritu santo: “ Así ataaran los judíos en Jerusalén al
hombre de quien es este cinto, y lo entregaran en manos de los gentiles”.
Al oír esto, le rogamos nosotros y los de aquel lugar que no subiera a
Jerusalén. Pero pablo respondió: -¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el
corazón?, pues yo estoy dispuesto no solo a ser atado, sino también a morir en
Jerusalén por el nombre del señor Jesús. Como no lo pudimos persuadir,
desistimos, diciendo: -Hágase la voluntad del señor. Después de esos días,
hechos ya los preparativos, subimos a Jerusalén. Y vinieron también con
nosotros algunos de los discípulos de cesárea, trayendo consigo a uno llamado
mnason, de Chipre, discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos. Cuando
llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo. Al día siguiente,
pablo entro con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los
ancianos; a los cuales, después de haberlos saludado, les contó una por una
las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio. Cuando
ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: -Ya ves, hermano, cuantos
millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley. Pero se
les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están
entre los gentiles a apostatar de moisés, diciéndoles que no circunciden a sus
hijos ni observen las costumbres. ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de
cierto, porque oirán que has venido. Haz, pues, esto que te decimos: hay entre
nosotros cuatro hombres que tienen obligación de cumplir voto. Tómalos
contigo, purifícate con ellos y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza;
y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informo acerca de
ti, sino que tu también andas ordenadamente, guardando la ley. Pero en cuanto a
los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito determinando que no
guarden nada de esto; solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos,
de la sangre, de ahogado y de fornicacion. Entonces pablo tomo consigo aquellos
hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entro en el
templo para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, cuando
había de presentarse la ofrenda por cada uno de ellos. Pero cuando estaban para
cumplirse los siete días, unos judíos de Asia, al verlo en el templo,
alborotaron a toda la multitud y le echaron mano, gritando: -¡Israelitas,
ayudad! Este es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo,
la ley y este lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo y ha
profanado este santo lugar. Decían esto porque antes habían visto con el la
ciudad a trofimo, de efeso, a quien
pensaban que pablo había metido en el templo. Toda la ciudad se alboroto, y se
agolpo el pueblo. Apoderándose de pablo, lo arrastraron fuera del templo, e
inmediatamente cerraron las puertas. Intentaban ellos matarlo, cuando se le
aviso al comandante de la compañía que toda la ciudad de Jerusalén estaba
alborotada. Este, inmediatamente tomo soldados y centuriones y corrió a ellos.
Cuando ellos vieron al comandante y a los soldados, dejaron de golpear a pablo.
Entonces, llegando el comandante, lo prendió y lo mando atar con dos
cadenas, y pregunto quien era y que había hecho. Pero, entre la
multitud, unos gritaban una cosa y otros otra; y como no podía entender nada de
cierto a causa del alboroto, lo mando llevar a la fortaleza. Al llegar a las
gradas, aconteció que era llevado en peso por los soldados a causa de la
violencia de la multitud, porque la muchedumbre del pueblo venia detrás,
gritando: -¡Muera!. Cuando estaban a punto de meterlo en la fortaleza, pablo
dijo al comandante: -¿Se me permite decirte algo?
Y el dijo: -¿Sabes griego? ¿No eres tu aquel egipcio que levanto una
sedición antes de estos días y saco al desierto los cuatro mil sicarios?.
Entonces dijo pablo: -Yo de cierto soy hombre judío de tarso, ciudadano de una
ciudad no insignificante de cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al
pueblo. Cual el se lo permitió, pablo, de pie en las gradas, hizo señal con la
mano al pueblo. Se hizo un gran silencio, y comenzó hablar en lengua hebrea,
diciendo:
22
“Hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros”. Al oír que les
hablaba en lengua hebrea, guardaron silencio. El les dijo: “Yo de cierto soy
judío, nacido en tarso de cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los
pies de gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de
Dios como hoy los sois todos
vosotros. Perseguía yo este camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en
cárceles a hombres y mujeres; como el sumo sacerdote también me es testigo, y
todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, fui a
damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuvieran allí, para
que fueran castigados. Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de damasco,
como a mediodía, de repente me rodeo mucha
luz del cielo. Caí al suelo y oí una voz que me decía: “Saulo, saulo, ¿
por que me persigues?” Yo entonces respondí: “¿Quién eres, señor?”. Me
dijo: “Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tu persigues”.
Los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron, pero
no entendieron la voz del que hablaba conmigo. Yo dije: “¿ Que haré, señor?”.
Y el señor me dijo: “ Levántate y vete a damasco, y allí se te dirá todo
lo que esta ordenado que hagas”.
Como yo no veía a causa de aquella
luz resplandeciente, llegue a damasco llevado de la mano por los que estaban
conmigo. Entonces uno llamado
ananias, hombre piadoso según la ley, que tenia buen
testimonio de todos los judíos que allí habitaban, vino a mi y, acercándose,
me dijo: “hermano saulo, recibe la vista”. Y yo en aquella misma hora
recobre la vista y lo mire. El dijo: “ el Dios de nuestros padres te ha
escogido para que conozcas su voluntad, veas al justo y oigas la voz de su boca,
porque serás testigo suyo ante todos los hombres, de los que has visto y oído.
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados
invocando su nombre”. Volví a Jerusalén, y mientras estaba orando en el
templo me sobrevino un éxtasis. Vi al señor, que me decía: “ date prisa y
sal prontamente de Jerusalén, porque no recibirán
tu testimonio acerca de mi”. Yo dije: “Señor, ellos saben que yo
encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; y cuando
se derramaba la sangre de Esteban, tu testigo, yo mismo también estaba presente
y consentía en su muerte, y guardaba las
ropas de los que lo mataban”. Pero me dijo: “ Ve, porque yo te enviare
lejos, a los gentiles”. Lo oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz,
diciendo: -¡Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva!. Y
como ellos gritaban, arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire, mando el
comandante que lo metieran en la fortaleza y ordeno que fuera azotado para que
hablara, a fin de saber por que causa gritaban así contra el. Pero cuando lo
ataban con correas, pablo dijo al centurión que estaba presente: -¿Os
esta permitido azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado?
Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al comandante, diciendo: -¿Qué
vas a hacer? Por que este hombre es ciudadano romano. Se acerco el comandante y
le dijo: -Dime, ¿eres tu ciudadano romano? El dijo: -Si. Respondió el
comandante: - yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces pablo
dijo: -pero yo lo soy de nacimiento. Así que, al punto se apartaron
de el los que le iban a dar tormento; y aun
el comandante, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por
haberlo atado. Al día siguiente,
queriendo saber con certeza la causa por la cual lo acusaban los judíos, lo
soltó de las cadenas, y mando venir a los principales sacerdotes y a todo el
concilio, y sacando a pablo, lo presento ante ellos.
23
Entonces pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: -Hermanos, yo con toda
buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.
El sumo sacerdote ananias ordeno entonces a los que estaban junto a el
que lo golpearan en la boca. Entonces pablo le dijo: -¡Dios te golpeara a ti,
pared blanqueada! ¿Estas tu sentado para juzgarme conforme a la ley,
quebrantando la ley me mandas golpear? Los que estaban presentes dijeron:
-¿Al sumo sacerdote de Dios
insultas? Pablo dijo: -No sabia, hermanos, que fuera el sumo sacerdote, pues
escrito esta: “No maldecirás a un príncipe de tu pueblo”. Entonces pablo,
notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzo la voz en el
concilio: - hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y
de la resurrección de los muertos se me juzga. Cuando dijo esto, se produjo
discusión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió, porque
los saduceos dicen que no hay resurrección ni ángel ni espíritu, pero los
fariseos afirman que si existen. Entonces hubo un gran vocerío y, levantándose
los escribas de la parte de los fariseos, discutían diciendo: -Ningún mal
hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no
resistamos a Dios. Como la discusión era cada vez mas fuerte, el comandante,
temiendo que pablo fuera
despedazado por ellos, mando que bajaran soldados, lo arrebataran de en medio de
ellos y lo llevaran a la fortaleza. A la noche siguiente se le presento el señor
y le dijo: “ Ten animo, pablo, pues como has testificado de mi en Jerusalén,
así es necesario que testifiques también en roma”. Cuando fue de día,
algunos de los judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición,
diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran dando muerte a pablo.
Eran mas de cuarenta los que habían hecho esta conjuración, los cuales fueron
a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: - nosotros nos hemos
juramentado bajo maldición a no gustar nada hasta que hayamos dado muerte a
pablo. Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid al comandante que lo
traiga mañana ante vosotros, con el pretexto
de que queréis indagar
alguna cosa mas cierta acerca de
el; y nosotros estaremos listos para matarlo antes
que llegue. Pero el hijo de la hermana de pablo, oyendo hablar de la
celada, fue y entro en la fortaleza y dio aviso a pablo. Pablo, llamando a uno
de los centuriones, dijo: -lleva a este joven ante el comandante, porque tiene
cierto aviso que darle. El entonces, tomándolo, lo llevo al comandante y dijo:
- el preso pablo me llamo y me rogó quee trajera ante ti a este joven, que tiene
algo que hablarte. El comandante, tomándolo de la mano y retirándose aparte,
le pregunto: - ¿Qué es lo que tienes que decirme? El le dijo: - los judíos
han convenido en rogarte que mañana lleves a pablo ante el concilio, con el
pretexto de que van a inquirir alguna cosa mas cierta acerca de el. Pero tu no
lo creas, porque mas de cuarenta hombres de ellos lo acechan, los cuales se han
juramentado bajo maldición a no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte;
y ahora están listos esperando tu promesa. Entonces el comandante despidió al
joven, mandándole que nadie dijera que le había dado aviso de esto. Llamando a
dos centuriones, mando que prepararan para la hora tercera de la noche
doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros, para que fueran
hasta cesárea; y que prepararan
cabalgaduras en que, poniendo a pablo, lo llevaran a salvo a Félix, el
gobernador. Y escribió una carta en estos términos: “Claudio lisias al
excelentísimo gobernador Félix: salud. A este hombre aprendido por los judíos,
y que iban a ellos a matar, lo libre yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido
que era ciudadano romano. Y queriendo saber la causa por la que lo acusaban, lo
lleve al concilio de ellos; y halle
que lo acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero ningún delito tenia
digno de muerte o de prisión. Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos
habían tendido contra este hombre, al punto lo he enviado a ti, intimando también
a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan contra el. Pásalo
bien”. Los soldados, tomándolo a pablo como se les ordeno, lo llevaron de
noche a antipatris. Al día siguiente, dejando a los jinetes que fueran con el,
volvieron a la fortaleza. Cuando aquellos llegaron a cesárea y dieron la carta
al gobernador, presentaron también a pablo delante de el. El gobernador leyó
la carta, y pregunto de que provincia era;
y al saber de que era de cilicia, le dijo: -Te oiré cuando vengan tus
acusadores. Y mando que lo vigilaran en el pretorio de herodes.
24
Cinco días después, descendió el sumo sacerdote ananias con algunos de los
ancianos y un cierto orador llamado tertulo, y comparecieron ante el gobernador
contra pablo. Cuando este fue llamado, tertulo comenzó a acusarlo, diciendo:
-Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el
pueblo por tu prudencia, excelentísimo Félix, lo recibios en todo tiempo y en
todo lugar con toda gratitud. Pero por no molestarte mas largamente, te ruego
que nos oigas brevemente conforme a tu equidad. Hemos hallado que este hombre es
una plaga, promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y
cabecilla de la secta de los nazarenos. Intento también profanar el templo, así
que lo prendimos y quisimos juzgarlo conforme a nuestra ley. Pero interviniendo
el comandante lisias, con gran violencia lo quito de nuestras manos, mandando a
sus acusadores que vinieran a ti. Tu mismo, pues, al juzgarlo, podrás
informarte de todas las cosas de que lo acusamos. Los judíos también
confirmaban, diciendo ser así todo. Habiéndole hecho señal el gobernador a
pablo para que hablara, este respondió: - Porque se que desde hace muchos años
eres juez de esta nación, con buen animo haré mi defensa. Como tu puedes
cerciorarte, no hace mas de doce días que subí adorar a Jerusalén; y no me
hallaron discutiendo con nadie, ni amotinando a la multitud, ni en el templo ni
en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me
acusan. Pero esto te confieso: que, según el camino que ellos llaman
herejía, así sirvo al Dios de mis padres; creo todas las cosas que en
la ley y en los profetas están escritas; con la esperanza en Dios, la cual
ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de
justos como de injustos. Por esto procuro tener siempre una conciencia sin
ofensa ante Dios y ante los hombres. Pero pasados algunos años, vine hacer
limosnas a mi nación y presentar ofrendas. Estaba en ello, cuando unos judíos
de Asia me hallaron purificado en el templo, no con multitud ni con alboroto.
Ellos debieran comparecer ante ti y acusarme, si contra a mi tienen algo. O
digan estos mismos si hallaron en mi alguna cosa mal hecha cuando comparecí
ante el concilio, a no ser que estando entre ellos prorrumpí en alta voz:
“Acerca de la resurrección de los muertos soy juzgado hoy por vosotros”. Al
oír esto, Félix, como estaba bien informado de este camino, los relego,
diciendo: -Cuando descienda el comandante lisias, acabare de conocer de vuestro
asunto. Y mando al centurión que se custodiara a pablo, pero que se le
concediera alguna libertad, y que no impidiera a ninguno de los suyos servirlo o
venir a el. Algunos días después, viniendo Félix con drusilla, su mujer, que
era judía, llamo a pablo y lo oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al
disertar pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero,
Félix se espanto y dijo: - ahora vete, y cuando tenga oportunidad te llamare.
Esperaba también con esto que pablo le diera dinero para que lo soltara, por lo
cual muchas veces lo hacia venir y hablaba con el. Pero al
cabo de dos años recibió Félix por sucesor a porcio festo; y queriendo
Félix congraciarse con los judíos, dejo preso a pablo.
25
llego, pues, festo a la provincia, y a los tres días subió de cesárea a
Jerusalén. Entonces los principales sacerdotes y los mas influyentes de los judíos
se presentaron ante el contra pablo, y le rogaron, pidiendo contra el, como
gracia, que lo hiciera traer a Jerusalén.
Y preparaban ellos una celada
para matarlo en el camino. Pero festo respondió que pablo estaba custodiado en
cesárea, adonde el mismo partiría en breve. “los que vosotros puedan”
–dijo-, “desciendan conmigo, y si hay algún crimen en este hombre, acúsenlo”.
Estuvo entre ellos no mas de ocho o diez días, y luego fue a cesárea; al día
siguiente se sentó en el tribunal y mando que fuera traído pablo. Cuando este
llego, lo rodearon los judíos que habían venido de Jerusalén, presentando
contra el muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar. Pablo se
defendía diciendo:- ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni
contra el cesar he pecado en nada. Pero festo, queriendo congraciarse con los
judíos, le pregunto a Pablo: -¿Quieres subir a Jerusalén y ser juzgado allá
de estas cosas delante de mi?. Pablo dijo: - ante el tribunal de cesar estoy,
donde debo ser juzgado. A los judíos no les hecho ningún agravio, como tu
saber muy bien. Porque si algún agravio, o cosa digna de muerte he hecho, no
rehusó morir; pero si nada hay de las cosas de que estos me acusan, nadie puede
entregarme a ellos. A cesar apelo. Entonces festo, habiendo hablado con el
consejo, respondió: - A cesar has apelado; a cesar iras. Pasados algunos días,
el rey agripa y Berenice vinieron a cesárea para saludar a festo. Como se
quedaron allí muchos días, festo expuso al rey la causa de Pablo, diciendo: -
un hombre ha sido dejado preso por Félix, respecto al cual, cuando fui a
Jerusalén, se me presentaron los principales sacerdotes y los ancianos de los
judíos, pidiendo condenación contra el. A estos respondí que no es costumbre
de los romanos entregar a alguien a la muerte antes que el acusado tenga delante
a sus acusadores y pueda defenderse de la acusación. Así que, habiendo venido
ellos junto acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el
tribunal, mande traer al hombre. Y estando presentes los acusadores, ningún
cargo presentaron de los que yo sospechaba, sino que tenían contra el ciertas
cuestiones acerca de su religión y de un cierto Jesús, ya muerto, que Pablo
afirma que esta vivo. Yo, dudando en cuestión semejante, le pregunte si quería
ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas cosas. Pero como Pablo apelo para
que se le reservara para el conocimiento de augusto, mande que lo custodiara
hasta que lo enviara yo a cesar. Entonces agripa dijo a festo: - yo también
quisiera oír a ese hombre. Y el le
dijo: - mañana lo oirás. Al otro día, viniendo agripa y Berenice con mucha
pompa, y entrando en la audiencia con los comandantes y principales hombres de
la ciudad, por mandato de festo fue traído Pablo. Entonces festo dijo:
- rey agripa y todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros,
aquí tenéis a este hombre, respecto del cual toda multitud de los judíos me
ha demandado en Jerusalén y aquí, gritando que no debe vivir mas. Pero yo he
callado que ninguna cosa digna de muerte te ha hecho, y como el mismo apelo a
augusto, determinado enviarlo a el. Como no tengo cosa cierta que escribir a mi
señor, lo he traído ante
vosotros, y mayormente ante ti, rey
agripa, para que después de examinarlo tenga yo que escribir, pues me parece
fuera de razón enviar un preso sin informar de los cargos que haya en su
contra.
26
Entonces agripa dijo a Pablo: - Se te permite hablar por ti mismo. Pablo
entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa: -Me tengo por dichoso,
rey agripa, de que pueda defenderme
hoy delante de ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos.
Mayormente porque tu conoces todas
las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por lo cual te ruego que
me oigas con paciencia. “ Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el
principio pase en mi nación, en Jerusalén, la conocen todos los judíos; los
cuales también saben que yo desde
el principio, si quieren testificarlo, conforme a la
mas rigurosa secta de nuestra religión viví como un fariseo. Ahora por
la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres, soy llamado a
juicio; promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras doce
tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche. Por esta esperanza,
rey agripa, soy acusado por los judíos. ¡Que! ¿Se juzga entre vosotros cosa
increíble que Dios resucite a los muertos?. Yo ciertamente había creído mi
deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también
hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo
recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi
voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a
blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las
ciudades extranjeras. Ocupado en esto, iba yo a damasco con poderes especiales y
en comisión de los principales sacerdotes, cuando a mediodía, rey, yendo por
el camino , vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual
me rodeo a mi y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en
tierra, oí una voz que me hablaba
y decía en lengua hebrea: “Saulo, saulo, ¿por qué me persigues? Dura
cosa te es dar coces contra el aguijón”. Yo entonces dije: “¿Quien eres,
señor?. Y el señor me dijo: “Yo soy Jesús, a quien tu persigues. Pero levántate
y ponte sobre tus pies, porque para esto he aparecido a ti, para ponerte
por ministro y testigo de las cosas que has visto y de aquellas en que me
apareceré a ti, librándote de tu pueblo y de los gentiles, a quienes ahora te
envío para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz
y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mi,
perdón de pecados y herencia entre los santificados”. Por lo cual, rey
agripa, no fui rebelde a la visión celestial, sino que anuncie primeramente a
los que están en damasco y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y
a los gentiles, que se arrepintieran y se convertirán a Dios, haciendo
obras dignas de arrepentimiento. Por causa de esto los judíos, prendiéndome en
el templo, intentaron matarme. Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero
hasta el día de hoy dando testimonio a pequeños y grandes, no diciendo nada
fuera de las cosas que los profetas y moisés dijeron que habían de suceder:
que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los
muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles. Diciendo el estas cosas
en su defensa, festo a gran voz dijo: -¡Estas loco, Pablo! ¡Las
muchas letras te vuelven loco! Pero el dijo: - No estoy loco, excelentísimo
festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. El rey, delante de quien
también hablo con toda confianza, sabe estas cosas, pues no pienso que ignora
nada de esto, porque no se ha hecho esto en algún rincón. ¿Crees, rey agripa,
a los profetas? Yo se que crees. Entonces agripa dijo a Pablo: - Por poco me
persuades a hacerme cristiano. Y Pablo dijo: - ¡Quisiera Dios que por poco o
por mucho, no solamente tu, sino también todos los que hoy me oyen, fuerais
hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!. Cuando dijo estas cosas, se
levantaron el rey, el gobernador, Berenice y los que habían sentado con ellos;
y cuando se retiraron aparte, hablaban entre si, diciendo: - Ninguna cosa digna
de muerte ni de prisión ha hecho este hombre.
Y agripa dijo a festo: - Este hombre podría ser puesto en libertad, si
no hubiera apelado a cesar.
27
Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a
algunos otros presos a un centurión llamado julio, de la compañía augusta.
Nos embarcamos en una nave adramitena
que iba a tocar los puertos de Asia, y zarpamos. Estaba con nosotros aristarco,
macedonio de tesalónica. Al otro día llegamos a sidon; y julio,
tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuera a los amigos para ser
atendido por ellos. Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos a sotavento
de Chipre, porque los vientos eran contrarios. Habiendo atravesado el mar frente
a cilicia y panfilia, llegamos a mira, ciudad de licia. Allí el centurión
hallo una nave alejandrina que zarpaba para Italia, y nos embarco en ella.
Navegamos despacio muchos días, y habiendo llegado a duras penas frente a gnido
porque nos los impedía el viento, navegamos a sotavento de creta, frente a salmón.
Después de costearla con dificultad, llegamos a un lugar que llaman
buenos puertos, cerca del cual estaba la ciudad de lasea. Como habíamos
perdido mucho tiempo y era ya peligrosa la navegación por haber pasado ya el
ayuno, Pablo los amonestaba, diciéndoles: - Veo que la navegación va a ser con
perjuicio y mucha perdida, no solo
del cargamento y de la nave, sino también de nuestras vidas. Pero el centurión
daba mas crédito al dueño y al capitán de la nave que a lo que Pablo decía.
Y como el puerto era incomodo para invernar , la mayoría acordó zarpar de allí
e intentar llegar a fenice, puerto de creta que mira al nordeste y sudeste, e
invernar allí. Y como comenzó a soplar una brisa del sur, les pareció que podían
continuar el viaje. Entonces levaron anclas y fueron
costeando creta. Pero no mucho después dio contra la nave un viento
huracanado llamado euroclidon. La nave era arrastrada, y al no poder poner proa
al viento, nos abandonamos a el y nos dejamos llevar. Después de pasar a
sotavento de una pequeña isla llamada clauda, con dificultad pudimos recoger el
esquife. Una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para asegurar las amarras
de la nave; y por temor de dar en la sirte, arriaron
las velas y quedaron a la deriva. Pero siendo combatidos por una furiosa
tempestad, al siguiente día empezaron a deshacerse de la carga, y al tercer día
con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. Al no aparecer ni
el sol ni estrellas por muchos días, y
acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de
salvarnos. Entonces Pablo, como hacia ya mucho que no comíamos, puesto en pie
en medio de ellos, dijo: - Habría sido por cierto conveniente haberme oído, y
no zarpar de creta tan solo para recibir este perjuicio y perdida. Pero ahora os
exhorto a tener buen animo, pues no habrá ninguna perdida
de vida entre vosotros, sino solamente de la nave, pues esta noche ha
estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y
a quien sirvo, y me ha dicho: “Pablo, no temas; es necesario que
comparezcas ante el cesar; además, Dios te ha concedido todos los que navegan
contigo”. Por tanto, tened buen animo, porque yo confió en Dios que será así
como se me ha dicho. Con todo, es necesario que demos en alguna isla. Al llegar
la decimacuarta noche, y siendo llevados a través del mar adriático, a la
medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra. Echaron la
sonda y hallaron veinte brazas; y pasando un poco mas adelante, volvieron a
echar la sonda y hallaron quince brazas. Temiendo dar en escollos, echaron
cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciera de día. Entonces los
marineros procuraron huir de la
nave, y echando el esquife al mar
aparentaban como querían largar las anclas de proa. Pero Pablo dijo al centurión
y a los soldados: - Si estos no
permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. Entonces los soldados
cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse.
Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comieran,
diciendo: - Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas,
sin comer nada. Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud, pues ni
aun un cabello de la cabeza
de ninguno de vosotros perecerá. Y
dicho esto, tomo el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, lo partió y
comenzó a comer. Entonces todos, teniendo ya mejor animo, comieron también. Y
éramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis. Una vez
sactifechos, aligeraron la nave echando el trigo al mar. Cuando se hizo de día,
no reconocieron el lugar, pero vieron una ensenada que tenia playa, en la cual
acordaron varar la nave, si podían. Cortaron, pues, las anclas y las dejaron en
el mar; aflojaron también las amarras del timón, izaron al viento la vela de
proa y enfilaron hacia la playa. Pero, dando en un lugar de dos aguas, hicieron
encallar la nave. La proa, hincada, quedo inmóvil, y la popa se abría con la
violencia del mar. Entones los soldados acordaron
matar a los presos, para que ninguno se fugara nadando. Pero el centurión,
queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mando que los que los que
supieran nadar se arrojaran al agua primero y salieran a tierra; y los demás,
parte en tablas, y parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se
salvaron saliendo a tierra.
28
Estando ya a salvo, supimos que la isla se llamaba malta. Los habitantes del
lugar nos trataron con no poca humanidad, pues, encendiendo un fuego, nos
recibieron a todos, a causa de la lluvia que caía, y del frió. Entonces Pablo
recogió algunas ramas secas y las hecho al fuego; y
una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano. Cuando la
gente de allí vio la víbora colgando de su mano, decía: - Ciertamente este
hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir. Pero
el, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció. Ellos estaban
esperando que el se hinchara o cayera muerto de repente; pero habiendo esperado
mucho, y viendo que ningún
mal le venia, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios. En aquellos
lugares había propiedades del hombre principal de la isla, llamado Publio,
quien nos recibió y hospedo solícitamente tres días. Y aconteció que el
padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería. Pablo entro
a verlo y , después de haber orado, le
impuso las manos y lo sano. Viendo esto, también los otros que en la isla tenían
enfermedades venían, y eran sanados; los cuales también nos honraron con
muchas atenciones, y cuando zarpamos nos proveyeron de todo lo necesario.
Pasados tres meses nos hicimos a la vela en una nave alejandrina que había
invernado en la isla, la cual tenia por enseña a castor y polux. Llegados a
Siracusa, estuvimos allí tres días. De allí, costeando alrededor, llegamos a
regio; y al día siguiente, soplando el viento sur, llegamos al segundo día de
puteoli. Allí encontramos a algunos hermanos, los cuales nos rogaron que nos
quedáramos con ellos siete días. Luego fuimos a roma, de donde,
oyendo de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos hasta el foro de
apio y las tres tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobro aliento.
Cuando llegamos a roma, el centurión entrego los presos al prefecto militar;
pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con un soldado que lo vigilara.
Aconteció que tres días después, Pablo convoco a los principales de los judíos,
a los cuales, luego que estuvieron reunidos, les dijo: - Yo, hermanos, no
habiendo hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de nuestros
padres, he sido entregado preso desde Jerusalén en manos de los romanos; los
cuales, habiéndome examinado, me querían soltar por no haber en mi ninguna
causa de muerte. Pero, oponiéndose
los judíos, me vi obligado a apelar a cesar, aunque no porque tenga de que
causar a mi nación. Así que por esta causa os he llamado para veros y
hablaros, porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena.
Entonces ellos dijeron: - Nosotros no hemos recibido de Judea cartas contra ti,
ni ha venido ninguno de los hermanos que haya denunciado o hablado algún mal de
ti. Pero querríamos oír de ti lo que piensas, porque de esta secta nos es
notorio que en todas partes se habla contra ella. Habiéndole señalado un día,
vinieron a el muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba
el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndolos acerca de Jesús,
tanto por la ley de moisés como por los profetas. Algunos asentían a lo que se
decía, pero otros no creían. Como no estamos de acuerdo entre si, al retirarse
les dijo Pablo esta palabra: - Bien hablo el espíritu santo por medio del
profeta Isaías a nuestros padres,
diciendo: “ Ve a este pueblo y diles: De oído oiréis y no entenderéis; y
viendo veréis y no percibiréis, porque
el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron
pedamente y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos y oigan
con los oídos, y entiendan de corazón y se conviertan, y yo los sane”. Sabed
, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios, y ellos oirán.
Cuando termino de decir esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión
entre si. Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía
a todos los que a el venían. Predicaba
el reino de Dios y enseñaba a cerca del señor Jesucristo, abiertamente y sin
impedimento.