En
el prologo de la llamada epístola a los hebreos (=heb) leemos:
Dios...[que tiempos anteriores había hablado por medio de los
profetas]... en estos últimos días nos ha hablado por el hijo. Sobre
este testimonio de fe, lugar permanente de referencia para la totalidad
del escrito, su autor plantea desde el propio comienzo el
fundamento teológico de la exposición que va a abordar en seguida. Su
objetivo es proclamar la universal supremacía de Jesucristo la palabra
de Dios encarnada en la realidad inmediata del ser humano. De carácter
exhortatorio, el autor de este texto entreteje las enseñanzas teóricas
con consejos y recomendaciones practicas a fin de afianzar la fe de sus
lectores cristianos en medio de los desalientos, temores y sufrimientos
de la vida presente. Por otro lado, las exhortaciones que leemos en esta
epístola sugieren que las comunidades cristianas
para las que fueron originalmente redactadas enfrentaban
situaciones conflictivas y que debido a una
u otra causa, algunos creyentes estaban cayendo en el desanimo
y el abandono de la fe. El autor demuestra ser un experto
conocedor del AT cuyo texto cita siempre de la traducción griega
conocida como septuaginta o versión de los setenta (=LXX). Su dominio
de este idioma le permitió redactar alrededor quizá del año 70,
nuestra epístola a los hebreos sin duda el documento estilísticamente
mas depurado de todo el NT, pese a que su redacción no corresponde al
genero epistolar: carece de presentación del
autor, no consigna destinatario y la mención a los hebreos que
figura exclusivamente en el titulo, no es parte del texto.
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1
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los
padres por los profetas, en estos últimos días nos hablado por el hijo, quien
constituyo heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo. El ,que es el
resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia y quien sustenta todas
las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de
nuestros pecados por medio de si mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en
las alturas, hecho tanto superior a los ángeles cuanto que heredo mas excelente
nombre que ellos. ¿A cual de los ángeles dijo Dios jamás: "Mi hijo eres
tu, yo te he engendrado hoy",ni tampoco:" yo seré un padre para el,
el será un hijo para mi"?.Y otra vez, cuando introduce al primogénito en
el mundo, dice: “Adórenlo todos los ángeles
de Dios”. Y ciertamente, hablando de los ángeles dice: “El que hace
a sus ángeles espíritus, y a sus
ministros llama de fuego”. Pero
del hijo dice: “Tu trono, Dios, por los siglos de los siglos. Cetro de equidad
es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y odiado la maldad, por lo cual
te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría mas que tus compañeros”.
También dice: “Tu, señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos
son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tu permaneces. Todos ellos
se envejecerán como una vestidura; como un vestido los envolverás, y
serán mudados. Pero tu eres el mismo, y tus años no acabaran”.
¿A cual de los ángeles dijo Dios jamás: “Siéntate a mi diestra,
hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”?.¿No son
todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que
serán herederos de la salvación?.
2
Por tanto, es necesario que con mas diligencia atendamos a las cosas que hemos oído,
no sea que nos deslicemos. Por que si la palabra dicha por medio de los ángeles
fue firme y toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?. La cual,
habiendo sido anunciada primeramente por el señor, nos fue confirmada por los
que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales, prodigios,
diversos milagros y repartimientos del espíritu santo según su voluntad. Dios
no sujeto a los ángeles el mundo venidero,
acerca del cual estamos hablando. Al contrario, alguien testifico en cierto
lugar, diciendo: “ ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de el, el ser
humano para que lo visites? Lo hiciste un poco menor que los ángeles, lo
coronaste de gloria y de honra y lo pusiste sobre las obras de tus manos. Todo
lo sujetaste bajo sus pies”. En cuanto le sujeto todas las cosas, nada dejo
que no sea sujeto, aunque todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
Pero vemos aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús,
coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte, para que
por gracia de Dios experimentara la muerte en todos. Convenía a qué por cuya
causa existen todas las cosas y por quien todas las cosas subsisten que,
habiendo de llevar muchos hijos a
la gloria, perfeccionara por medio de las aflicciones al autor de la salvación
de ellos, porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos;
por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, diciendo: “Anunciare a
mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabare”. Y otra vez
dice: “Yo confiare en el”. Y de nuevo: “Aquí estoy yo con los hijos que
Dios me dio”. Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre,
el también participo de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que
tenia el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por
el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
Ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de
Abraham. Por lo cual debía de ser en todo semejante a sus hermanos, para venir
a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para
expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto el mismo padeció siendo tentado,
es poderoso para socorrer a los que son tentados.
3
Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad
al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús, el cual es
fiel al que lo constituyo, como
también lo fue moisés en toda la casa de Dios. Por que de tanta mayor gloria
que moisés es estimado digno este, cuanto mayor honra que la casa tiene el que
la hizo. Toda casa es hecha por alguien; pero el que hizo todas las cosas es
Dios. Y moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para
testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo, como hijo, sobre su casa. Y
esa casa somos nosotros, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza
y el gloriarnos en la esperanza. Por eso, como dice el espíritu santo: “ Si oís,
hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día
de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me pusieron
a prueba y vieron mis obras cuarenta años. Por eso me disguste contra
aquella generación y dije: “Siempre andan vagando en su corazón y no han
conocido mis caminos”. Por tanto, jure en mi ira: “no entraran en mi
reposo”. Mirad, hermanos, que no hay en ninguno de vosotros corazón tan malo
e incrédulo que se aparte del Dios vivo. Antes bien, exhortaos los unos a los
otros cada día, entre tanto que se dice: “hoy”, para que ninguno de
vosotros se endurezca por el engaño del pecado, porque somos hechos
participantes de Cristo, con tal
que retengamos firme hasta el fin nuestra
confianza del principio. Por lo cual dice: “ Si oís hoy su voz, no endurezcáis
vuestros corazones como en la provocación”. ¿Quiénes fueron los que,
habiendo oído, lo provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por
mano de moisés? ¿Y con quienes estuvo el disgustado cuarenta años? ¿No fue
con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quienes juro
que no entrarían en su reposo, sino aquellos que desobedecieron?. Y vemos que
no pudieron entrar por causa de su incredulidad.
4
Temamos, pues, no sea que permaneciendo aun la promesa de entrar en su reposo,
alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. También
a nosotros se nos ha anunciado la buena
nueva como a ellos; a ellos de nada les sirvió haber oído la palabra,
para no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído
entramos en el reposo, de la manera que dijo: “Por tanto, jure en mi ira que
no entrarían en mi reposo”, aunque las obras suyas estaban acabadas desde la
fundación del mundo, pues en cierto lugar dijo así del séptimo día: “ Y
reposo Dios de todas sus
obras en el séptimo día”. Nuevamente dice: “ No entraran en mi
reposo”. Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en el, y aquellos a
quienes primero se les anuncio la buena nueva no entraron por causa de la
desobediencia, otra vez determina un día: “hoy”, del cual hablo David
mucho tiempo después, cuando dijo: “Si oís hoy su voz, no endurezcáis
vuestros corazones”. Si Josué les
hubiera dado el reposo, no hablaría
después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios, porque
el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de
las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en
semejante ejemplo de desobediencia. La palabra de Dios es viva, eficaz y mas
cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu,
las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones
del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifestada en su presencia; antes
bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien
tenemos que dar cuenta. Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspaso
los cielos, Jesús el hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro.
5
Porque todo sumo sacerdote escogido de entre los hombres y constituido a
favor de los hombres ante Dios, para que presente ofrendas y sacrificios por los
pecados, el puede mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, puesto
que el también esta rodeado de debilidad, por causa de la cual debe ofrecer
por los pecados, tanto por si mismo como también por el pueblo. Y nadie
toma para si esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.
Por eso, tampoco cristo se
glorifico a si mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que fue Dios quien dijo:
“ Tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”.
Como también dice en otro lugar: “Tu eres sacerdote para siempre, según
el orden de Melquisidec”. Y Cristo, en los días de su vida terrena, ofreció
ruegos y suplicas con gran clamor y lagrimas al que podía librar de la muerte,
y fue oído a causa de su temor reverente. Y, auque era hijo, a través del
sufrimiento aprendió lo que es la obediencia; y habiendo sido perfeccionado,
vino a ser autor de eterna salvación para
todos los que lo obedecen, y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el
orden de Melquisedec. Acerca de esto tenemos mucho que decir, pero difícil de
explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Debiendo ser ya maestros
después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que os vuelva a enseñar cuales
son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser
tales, que tenéis necesidad de leche y no alimento sólido. Y todo aquel que
participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño.
El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el
uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
6
Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de cristo, vamos adelante a
la perfección, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras
muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de
manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. Y esto haremos,
si Dios en verdad lo permite. Es imposible que los que una vez fueron
iluminados, gustaron del don celestial, fueron hechos participes del espíritu
santo y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del mundo
venidero, recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando
de nuevo para si mismos al hijo de Dios y exponiéndolo a la burla. La tierra
que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa
a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que
produce espinos y abrojos es reprobada, esta próxima a ser maldecida y su fin
es ser quemada. Pero en cuanto a nosotros, amados; estamos persuadidos de cosas
mejores, pertenecientes a la salvación, aunque hablamos así, porque Dios no es
injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado
hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndolos aun. Pero
deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para
plena certeza de la esperanza, a fin de que no hagáis perezosos, sino
imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. Cuando
Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juro por si
mismo diciendo: “ De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicare
grandemente”. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzo la promesa. Los
hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, para ellos el fin de toda
controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios
mostrar mas abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su
consejo, interpuso juramento, para que por dos cosas inmutables, en las cuales
es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos
acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos
como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde
Jesús entro por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según
el orden Melquisidec.
7
Este Melquisedec, rey de salem, sacerdote del Dios altísimo, salió a recibir a
Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y lo bendijo. A el asimismo dio
Abraham los diezmos de todo. Melquisedec significa primeramente “rey de
justicia” , y también “ rey de salem”, esto es, “rey de paz”. Nada
se sabe de su padre ni de su madre ni de sus antepasados; ni tampoco del
principio y fin de su vida. Y así, a semejanza del hijo de Dios, permanece
sacerdote para siempre. Considerad, pues, cuan
grande era este, a quien Abraham el patriarca dio diezmos del botín.
Ciertamente los que entre los hijos de levi reciben el sacerdocio, tienen
mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus
hermanos, aunque estos también sean descendientes de Abraham. Pero aquel cuya
genealogía no es contada de entre ellos, tomo de Abraham los diezmos y bendijo
al que tenia las promesas. Y , sin
discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. y aquí ciertamente
reciben los diezmos hombres mortales; pero allí , uno de quien se da testimonio
de que vive. Y por decirlo así, en Abraham pago el diezmo también levi, que
recibe los diezmos, porque aun estaba en las entrañas de su padre cuando
Melquisedec le salió al encuentro. Si, pues, la perfección fuera por el
sacerdocio levítico –bajo el cual recibió el pueblo la ley-, ¿qué
necesidad habría aun de que se levantara otro sacerdote, según el orden de
Melquisedec, y que no fuera llamado según el orden de Aarón?, pues cambiado el
sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; y aquel de quien se
dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque sabido es
que nuestro señor vino de la tribu de Juda, de la cual nada hablo moisés
tocante al sacerdocio. Y esto es aun mas evidente si
a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no
constituido conforme a la ley meramente humana, según el poder de una vida
indestructible, pues se da testimonio de el: “Tu eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec”. Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior
a causa de su debilidad e ineficacia –pues la ley nada perfecciono- y se
introduce una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. Y esto no fue
hecho sin juramento; porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos
sacerdotes; pero este, con el juramento del que le dijo: “Juro el señor y no
se arrepentirá: tu eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.
Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. Y los otros sacerdotes
llegaron a ser muchos, debido a que
por la muerte no podían continuar; pero este, por cuanto permanece para
siempre, tiene un sacerdocio inmutable. Por eso pueden también salvar
perpetuamente a los que por el se acercan a Dios, viviendo siempre para
interceder por ellos. Tan sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin
mancha, apartado de los pecadores y hecho mas sublime que los cielos; que no
tiene necesidad cada día, como
aquellos sumos sacerdotes , de ofrecer primero sacrificio por sus propios
pecados, y luego por los del pueblo, porque lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose
a si mismo. La ley constituye sumos
sacerdotes a hombres débiles; pero la palabra del juramento, posterior a la
ley, constituye al hijo, hecho perfecto para siempre.
8
Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos al sumo
sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la majestad en los
cielos. El es ministro del santuario y de aquel verdadero
tabernáculo que levanto el señor y no el hombre. Todo sumo sacerdote
esta constituido para presentar ofrendas y sacrificios, por lo cual es necesario
que también este tenga algo que ofrecer. Así que, si estuviera sobre la
tierra, ni siquiera seria sacerdote, habiendo aun sacerdotes que presentan las
ofrendas según la ley. Estos sirven a
lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se les advirtió a moisés
cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: “Mira haz todas las cosas
conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”. Pero
ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuando es mediador de un mejor
pacto, establecido sobre mejores promesas. Si aquel pacto hubiera sido sin
defecto, ciertamente no se habría procurado lugar para el segundo, pues
reprendiéndolos dice: “Vienen días – dice el señor- en que estableceré
con la casa de Israel y la casa de Juda un nuevo pacto. No como el pacto que
hice con sus padres el día que los tome de la mano para sacarlos de la tierra
de Egipto. Como ellos no permanecieron en mi pacto, yo me desentendí de ellos
– dice el señor- . Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de
Israel después de aquellos días – dice el señor-: Pondré mis leyes en la
mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos
por Dios y ellos me serán a mi por pueblo. Ninguno enseñara a su prójimo,
ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce al señor”, porque todos me
conocerán desde el menor hasta el mayor de ellos, porque seré propicio a sus
injusticias, y nunca mas me acordare de sus pecados ni de sus maldades”. Al
decir “Nuevo pacto”, ha dado por viejo al primero; y lo que se ha dado por
viejo y se envejece esta próximo a desaparecer.
9
Ahora bien, aun el primer pacto tenia ordenanzas de culto y un santuario
terrenal, pues el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte,
llamada el lugar santo, estaba el candelabro, la mesa y los panes de la
proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el
lugar santísimo. Allí había un incensario de oro y el arca del pacto cubierta
de oro por todas partes, en la que había una urna de
oro que contenía el mana, y la vara de Aarón que reverdeció y las
tablas del pacto. Sobre la urna estaban los querubines de gloria que cubrían el
propiciatorio. De estas cosas no se puede ahora hablar en detalle. Así
dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los
sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto. Pero en la segunda
parte, entra solo el sumo sacerdote una vez al año, llevando la sangre que
ofrece por si mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo. El espíritu
santo da a entender con esto que aun no
se había abierto el camino al lugar santísimo, entre tanto que la primera
parte del tabernáculo estuviera en
pie. Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan
ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia,
al que practica ese culto, ya que consiste solo de comidas y bebidas, de
diversas purificaciones y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el
tiempo de reformar las cosas. Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de
los bienes venideros, por el mas amplio y mas perfecto tabernáculo, no hecho de
manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabrios ni de
becerros, sino por su propia sangre, entro una vez para siempre en el lugar santísimo,
habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los
machos cabrios, y las cenizas de la becerra rociadas a los impuros,¿Cuánto mas
la sangre de cristo , el cual mediante el espíritu
eterno se ofreció a si mismo sin mancha a Dios, limpiara vuestras
conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?. Por eso,
Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que, interviniendo muerte para la
remisión de los pecados cometidos bajo el primer pacto, los llamados reciban la
promesa de la herencia eterna, pues donde hay testamento, es necesario que
conste la muerte del testador, porque el testamento con la muerte se confirma,
pues no es valido entre tanto que el testador vive. De donde aun el primer pacto
fue instituido sin sangre, porque habiendo anunciado moisés todos los
mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomo la sangre de los becerros y de los
machos cabrios, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y
también a todo el pueblo diciendo: “Esta es la sangre del pacto que Dios os
ha mandado”. Además de esto, roció también la sangre con la sangre el
tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y según la ley, casi todo es
purificado con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay remisión. Fue,
pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fueran purificadas así;
pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos, porque no
entro cristo en el santuario hecho por los hombres, figura del verdadero, sino
en el cielo mismo, para presentarse ahora por
nosotros ante Dios. Y no entro para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo
sacerdote en el lugar santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le
hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero
ahora, en la consumación de los tiempos, se presento una vez para siempre por
el sacrificio de si mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que
esta establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el
juicio, así también cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados
de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para
salvar a los que los esperan.
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La ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las
cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada
año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de
ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían mas
conciencia de pecado. Pero estos sacrificios cada
se hace memoria de los pecados, por que la sangre de los toros y de los
machos cabrios no puede quitar los pecados. Por los cual, entrando en el mundo
dice: “Sacrificio y ofrenda no quisiste, me diste un cuerpo. Holocaustos y
expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: “He aquí, vengo
Dios, para hacer la voluntad, como en el rollo del libro esta escrito de
mi””. Diciendo primero: “Sacrificio y ofrenda,
holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, no te agradaron”
–cosas que se ofrecen según la ley- , y diciendo luego: “he aquí, vengo,
Dios, para hacer tu voluntad”, quita lo primero para establecer esto ultimo.
En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo
hecha una vez para siempre. Ciertamente, todo sacerdote esta día tras día
ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden
quitar los pecados. Pero cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo
sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios. Allí estará
esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Y
así, con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados. El espíritu santo nos atestigua lo mismo, porque después de
haber dicho: “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días,
dice el señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré”.
Añade: “ Y nunca mas me acordare de sus pecados y transgresiones”, pues
donde ha remisión de estos, no hay mas ofrenda por el pecado. Así que,
hermanos, tenemos libertad para entrar en el lugar santísimo por la sangre de
Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que el nos abrió a través del velo,
esto es, de su carne. También tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios.
Acerquémonos, pues, con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua
pura. Mantengamos firmes, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza,
porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto mas, cuanto veis que
aquel día se acerca. Si pecamos voluntariamente después de haber recibido el
conocimiento de la verdad, ya no queda mas sacrificio por los pecados, sino una
horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los
adversarios. El que viola la ley de moisés, por el testimonio de dos o tres
testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá
el que pisotee al hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto
en la cual fue santificado y ofenda al espíritu de gracia?. Pues
conocemos al que dijo: “Mía es la venganza, yo daré pago” –dice el señor-.
Y otra vez: “el señor juzgara a su pueblo”. ¡ Horrenda cosa caer en manos
del Dios vivo!. Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después
de haber sido iluminados, sostuvisteis un fuerte y doloroso combate; por una
parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo,
y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación
semejante: porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de
vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor
y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que
tiene una gran recompensa, pues os es necesaria la paciencia, para que, habiendo
hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. “Porque aun un poco y el que
ha de venir vendrá, y no tardara. Mas el justo vivirá por fe; pero su
retrocede, no agradara mi alma”. Pero nosotros no somos de los que retroceden
para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.
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Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve. Por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe comprendemos que
el universo fue hecho por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho
de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios mas excelente sacrificio
que Caín, por lo cual alcanzo testimonio de que era justo, dando a Dios
testimonio de sus ofrendas; y muerto, aun habla por ella, Por la fe Enoc fue
transpuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y
antes que fuera traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin
fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que el existe y que recompensa a los que lo buscan. Por la fe Noe, cuando
fue advertido por Dios acerca de cosas que aun no se veían, con temor preparo
el arca en que su casa se salvaría; y
por esa fe condeno al mundo y fue hecho heredero de la justicia
que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció
para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin
saber a donde iba. Por la fe habito como extranjero en la tierra prometida como
en tierra ajena, habitando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma
promesa, porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió
fuerza para concebir; y dio a la luz aun fuera del tiempo de la edad, porque
creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y
ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, como la
arena innumerable que esta a la orilla del mar. En la fe murieron
todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos,
creyéndolo y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre
la tierra. Los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria,
pues si hubieran estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían
tiempo de volver. Pero anhelaban
una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza en llamarse
Dios de ellos, porque le ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue
probado, ofreció a Isaac: el que había recibido las promesas, ofrecía su unigénito,
habiéndosele dicho: “en Isaac te será llamada descendencia”,
porque pensaba que Dios es poderoso para levantar aun de entre los
muertos, de donde, en sentido figurado, también lo volvió a recibir. Por la fe
bendijo Isaac a Jacob y a Esau respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al
morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y adoro apoyado sobre el extremo
de su bastón. Por la fe José, al morir, menciono la salida de los hijos de
Israel y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe moisés, cuando nació,
fue escondido por sus padres por tres meses, porque lo vieron niño hermoso y no
temieron el decreto del rey. Por la fe moisés, hecho ya grande, rehusó
llamarse hijo de la hija del faraón, prefiriendo ser maltrato con el pueblo de
Dios, antes de gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores
riquezas el aprobio de cristo que los tesoros de los egipcios, porque tenia
puesta la mirada en la recompensa. Por la fe dejo a Egipto, no temiendo la ira
del rey, porque se sostuvo como viendo al invisible. Por la fe celebro la pascua
y la aspersión de la sangre, para que
el que destruía a los primogénitos
no los tocara a ellos. Por la fe pasaron el mar rojo como por tierra seca; e
intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron
los muros de Jericó después
de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con
los desobedientes, porque recibió a los espías en paz. ¿Y que mas digo? El
tiempo me faltaría para hablar de gedeon, de barac, de sansón, de jefte, de
David, así como de Samuel, y de los profetas. Todos ellos, por fe, conquistaron
reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de
debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos
extranjeros. Humos mujeres que recobraron con vida a sus muertos; pero otros
fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
Otros experimentaron oprobios, azotes, y, a mas de esto, prisiones, puestos a
prueba, muertos a filo de espada. Anduvieron de acá para allá cubiertos de
pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados. Estos hombres,
de los cuales el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por
los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Pero ninguno de
ellos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, recibió la prometido,
porque Dios tenia reservado algo mejor para nosotros, para que no fueran ellos
perfeccionados aparte de nosotros.
12
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con
paciencia la carrera que tenemos por
delante, puestos los ojos en Jesús , el autor y consumador de la
fe, el cual por el gozo puesto delante del el sufrió la cruz,
menospreciando el aprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Considerad a aquel que sufrió tal
contradicción de pecadores contra si mismo, para que vuestro animo no se canse
hasta desmayar, pues aun no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo
contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os
dirige, diciendo: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del señor
ni desmayes cuando eres reprendido por el, porque el señor al que ama,
disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”. Si soportáis la
disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es
aquel a quien el padre no disciplina? Pero
si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes,
entonces sois bastardos, no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres
terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos.¿por qué no obedeceremos
mucho mejor al padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos, ciertamente por
pocos días nos disciplinaban como a ellos
les parecía, pero este para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece
ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia
a los que por medio de ella han sido ejercitados. Por eso, levantad las manos caídas
y las rodillas paralizadas, y haced
sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino,
sino que sea sanado. Seguid la paz con todos y la santidad,
si la cual nadie vera al señor. Mirad bien,
para que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios, y para que no brote
ninguna raíz de amargura que os perturbe y contamine a muchos. Que no haya ningún
fornicario o profano, como Esau, que por una sola comida vendió su
primogenitura. Ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue
desechado, y no tuvo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuro con
lagrimas. No os habéis acercado al monte que se podía palpar y que ardía en
fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la
trompeta y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no les
siguiera hablando, porque no podían soportar lo que se les ordenaba: “ Si aun
una bestia toca el monte será apedreada o asaetada”. Tan terrible era
lo que se veía, que moisés dijo: “ estoy espantado y temblando”. Vosotros,
en cambio, os habéis acercado al monte sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén
la celestial, a la compañía de muchos millares de Ángeles, a la congregación
de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a
Dios, juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús,
mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.
Mirad que no desecháis al que habla, pues si no escaparon aquellos que
desecharon al que los amonestaba en la tierra, muchos menos nosotros, si
desechamos al que amonesta desde los cielos. Su voz conmovió entonces la
tierra, pero ahora ha prometido diciendo: “ Una vez mas conmoveré no
solamente la tierra, sino también el cielo”. Y esta frase: “ Una vez
mas”, indica la remoción de las cosas móviles, como cosas hechas, para que
queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible,
tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agrandándole con temor y
reverencia, porque nuestro Dios es fuego consumidor.
13
Permanezca el amor fraternal. No os olvidáis de la hospitalidad, porque por
ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Acordaos de los presos, como si
estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como si vosotros
estuvierais en su mismo cuerpo. Honroso sea en todos el matrimonio y el lecho
sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgara Dios. Sean
vuestras costumbres sin avaricia, contentos con los que tenéis ahora, pues el
dijo: “No te desamparare ni te dejare”.
Así que podemos decir confiadamente: “ El Señor es mi ayudador; no
temeré lo que me pueda hacer el hombre”. Acordaos de vuestros pastores, que
os hablaron la palabra de Dios; considerad cual haya sido el resultado de su
conducta e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. No
os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas. Es mejor afirmar el corazón
con la gracia, no con alimentos que nunca aprovecharon a los que se han ocupado
de ellos. Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven
al tabernáculo, por que los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa
del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados
fuera del campamento. Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo
mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a el,
fuera del campamento, llevando su aprobio, porque no tenemos aquí ciudad
permanente, sino que buscamos la por venir. Así que, ofrezcamos siempre a Dios,
por medio de el, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan
su nombre. Y de hacer el bien y de la ayuda mutua no os olvidéis, porque de
tales sacrificios se agrada Dios. Obedeced
a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras
almas como quienes han de dar cuenta, para que lo hagan con alegría, sin
quejarse, porque esto no os es provechoso. Orad por nosotros, pues confiamos en
que tenemos buena conciencia, ya que deseamos conducirnos bien en todo. Y mas os
ruego que lo hagáis así, para que pueda volver a estar pronto con vosotros.
Que el Dios de paz, que resucito de los muertos a nuestro señor Jesucristo, el
gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, los haga aptos en
toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo el en vosotros lo que es
agradable delante de el por Jesucristo ; al cual sea la gloria por los siglos de
los siglos. Amen. Os ruego, hermanos, que soportéis la palabra de exhortación,
pues os he escrito brevemente. Sabed que esta en libertad nuestro hermano
Timoteo , con lo cual, si viene pronto, iré a veros.
Saludad a todos vuestros pastores y todos los santos. Los de Italia
os saludan. La gracia sea con todos vosotros. Amen.