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El libro de Hageo(=hag) incluye fechas y noticias que permiten señalar con exactitud el tiempo en que el profeta comenzó a ejercer su actividad: el año 520 a.C., segundo del rey Darío, quien gobernó entre el 521 y el 485 a.C. Ciro el monarca fundador del imperio persa promulgo el año 538 a.C. el edicto que puso fin a la cautividad judía en Babilonia. Poco después en el 537 los judíos que habían regresado a Jerusalén iniciaron con entusiasmo la reconstrucción del templo. Sin embargo pronto cundió entre la gente un profundo desaliento, causado en parte por el precario de los medios de que disponían y en parte  por la intranquilidad de tener que hacer frente día a día a la actitud hostil de los samaritanos. Aquellas circunstancias afectaron las obras de restauración del templo, hasta provocar su paralización total. Mientras comenzaban aparecer en la propia Jerusalén hermosas mansiones para su uso privado de adinerados miembros de la comunidad. Esta situación unida a la falta de estabilidad política reinante en el imperio persa desde el año 522 a.C. ilumina el fondo del mensaje de Hageo al pueblo y a las autoridades mas relevantes de Jerusalén: el gobernador de juda y el sumo sacerdote. La profecía de Hageo consiste básicamente en una exhortación a reanudar sin demora la reconstrucción del templo para gloria de Jehová. La orden procede de Dios y no puede ser descuidada sin que ello se deriven graves perjuicios para todos: la sequía, la perdida de cosechas y la pobreza signos del enojo divino. En cambio el señor bendecirá y traerá una pronta y definitiva salvación a su pueblo si el templo es construido. La reacción positiva de Zorobabel  y Josué a los requerimientos de Hageo y Zacarías, despertó el entusiasmo popular. Las obras se pusieron en marcha sin perdida de tiempo y no mucho mas tarde se celebro con grandes manifestaciones de alegría la dedicación del restaurado santuario. - Exhortación a reconstruir el templo (cap. 1) – la gloria del nuevo templo (cap.2) – reprensión de la infidelidad del pueblo (cap. 2) -  promesa de Jehová a Zorobabel (cap.2)

Hageo

1  En el año  del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, fue dirigida esta palabra de Jehová, por medio del profeta Hageo, a zorababel hijo de salatiel, gobernador de judea, y a Josué hijo de josadac, el sumo sacerdote: “ Así hablado Jehová de los ejércitos: Este pueblo dice: “no ha llegado aun el tiempo, el tiempo  de que la casa de Jehová sea reedificada”. Entonces llego esta palabra de Jehová por medio del profeta Hageo: “¿ es acaso para vosotros  tiempo de habitar en vuestras casas artesonadas, mientras esta casa esta en ruina? Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, pero recogéis poco; coméis, pero no os saciáis; bebéis, pero no quedáis satisfechos; os vestís, pero no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su salario en saco roto. Así a dicho Jehová de los ejércitos: meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, traed madera y reedificad la casa; yo me complaceré en ella y seré glorificado, ha dicho Jehová. Buscáis mucho, pero halláis poco; lo que guardáis en casa yo lo disipare  con un soplo. ¿por qué?, dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa esta desierta, mientras cada uno de vosotros corre a su propia casa. Por eso los cielos os han negado la lluvia, y la tierra retuvo sus frutos. Yo llame la sequía sobre esta tierra y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de sus manos”. Entonces zorababel hijo de salatiel, y Josué hijo de josadac, el sumo sacerdote, y  todo el resto del pueblo oyeron la voz de Jehová, su Dios, y las palabras del profeta Hageo, tal como le había encargado Jehová, su Dios; y temió el pueblo delante de Jehová. Entonces Hageo, el enviado de Jehová, hablo por mandato de Jehová al pueblo, diciendo: “Yo estoy con vosotros, dice Jehová”. Así despertó Jehová el espíritu de zorobabel hijo de salatiel, gobernador de juda, y el  espíritu de Josué hijo de josadac, el sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo. Ellos fueron y comenzaron a trabajar en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios. Era el día veinticuatro del mes sexto del segundo año del rey Darío.

2 En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, llego palabra de Jehová por medio del profeta Hageo: “habla ahora a zorababel hijo de salatiel, gobernador de juda, y a Josué hijo de josadad, el sumo sacerdote, y al resto del pueblo, y diles: ¿Quién queda entre vosotros que haya visto esta casa en su antiguo esplendor? ¿ Como la veis ahora? ¿No es ella como nada ante vuestros ojos? Pues ahora, zorobabel, anímate, dice Jehová; anímate tu también, sumo sacerdote Josué hijo de josadac; cobrad animo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad, porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; haré temblar a todas las naciones; vendrá el Deseado de todas la naciones y llenare de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mía es la plata y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria de esta segunda casa será mayor que la de la primera ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos”. A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, llego esta palabra de Jehová por medio del profeta Hageo: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley, y diles: Si  alguno lleva carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella toca el pan o la vianda, el vino o el aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada?”. Los sacerdotes respondieron diciendo que no. Entonces Hageo continuo: “Si uno que esta impuro por haber tocado un cadáver, toca alguna cosa de estas, ¿quedara ella inmunda?”. Los sacerdotes respondieron: “inmunda quedara”. Hageo respondió: “así es este pueblo y esta gente que esta delante de mi, dice Jehová; asimismo es toda la obra de sus manos: todo lo que aquí ofrecen es inmundo. Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová. Antes que sucedieran estas cosas, venían al montón de veinte  efas, y solo había diez; venían a lagar para sacar cincuenta cántaros, y solo había veinte. Os herí con un  viento sofocante, con tizoncillo y con granizo en toda la obra de vuestras manos, pero no os convertisteis a mi, dice Jehová. Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echo el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón. ¿no esta aun el grano en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; pero desde este día, yo os bendeciré”. Hageo recibió por segunda vez esta palabra de Jehová, a los veinticuatro días del mismo mes: “habla a zorobabel, gobernador de juda, y dile: Yo haré temblar los cielos y  la tierra; trastornare el trono de los reinos y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornare los carros y a los que en ellos suben; caballos y jinetes caerán bajo la espada de sus propios hermanos. En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomare, zorobabel hijo de salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar, porque yo te he escogido, dice Jehová de los ejércitos”.

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