A
partir del punto en que reyes y crónicas finalizan su relato, los
libros de Esdras (=Esd) y Nehemias retoman el hilo de la historia de
Israel. Ambas narraciones se entrelazan y complementan, brindando datos
de inapreciable valor, dada la escasa documentación disponible acerca
del periodo que siguió al decreto de retorno (538 a.C.) Ciro permitió
a los judíos exiliados en babilonia regresar a su patria, llevando
consigo el encargo expreso de edificar la casa de Jehová, Dios de
Israel (él es el Dios), la
cual esta en Jerusalén. La primera sección de las dos en que se divide
el libro de Esdras ofrece una detallada información sobre el tiempo que
siguió al regreso de los judíos exiliados. Pese a los problemas y
dificultades y tras una suspensión provisional de la reconstrucción
del templo , la personal decisión de Zorobabel y de otros responsables,
unida a la palabra profética de Hageo y Zacarías, posibilitaron que en
el año 516 a.C. se celebrara la dedicación del santuario único de
Jerusalén. La segunda parte del libro se refiere a la actividad
desarrollada por el propio Esdras hijo de seraias, un sacerdote y
escriba descendiente de Aarón por la línea de sadoc. Hombre piadoso e
ilustrado, gozo de gran prestigio incluso en la corte real de Babilonia.
El cumplimiento de la misión de crear una nueva comunidad nacional, auténticamente
regida por la ley de Dios, supuso para Esdras una serie de difíciles
retos. Probablemente el mas grave de ellos fue conducir a Israel a una
profunda reforma de sus valores éticos y religiosos, encaminada a
evitar que su fe en Dios se contaminara con elementos extraños e
impuros. Este es el contexto en que reaparece el sacerdote Esdras en el
cap.8-10 del libro de Nehemias, dando lectura ante el pueblo reunido, a
la ley mosaica. Después de escucharla y de haber hecho confesión
general de pecados, todos, con los sacerdotes y los levitas como
testigos, se comprometieron por escrito a guardar la ley. |
Esdras
1
El primer año de Ciro, rey de Persia,
para que se cumpliera la palabra de Jehová anunciada por boca de jeremías,
despertó Jehová el espíritu de Ciro, rey de Persia, el cual hizo pregonar la
palabra y también por escrito en todo su reino, este decreto: Así
ha dicho Ciro, rey de
Persia: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra
y me ha mandado que le edifique una casa en Jerusalén, que esta en
juda. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea Dios con el,
suba a Jerusalén, que esta en juda, y edifique la casa de Jehová, Dios de
Israel (él es el Dios), la cual esta en Jerusalén. Y a todo el que haya
quedado, en cualquier lugar donde habite, que las gentes de su
lugar lo ayuden con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas
voluntarias para la casa de Dios, la cual esta en Jerusalén. Entonces se
levantaron los jefes de las casas paternas de juda, y de benjamín, los
sacerdotes y levitas, todos aquellos a quienes Dios puso en su corazón subir a
edificar la casa de Jehová, la cual esta en Jerusalén. Y todos los que
habitaban en los alrededores los ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado,
y con cosas preciosas, y además de toda clase de ofrendas voluntarias. El rey
Ciro saco los utensilios de la casa de Jehová que nabucodonosor se había
llevado de Jerusalén y había depositado en la casa de sus dioses. Los saco,
pues, Ciro, rey de Persia, por medio del tesorero mitridates, el cual les contó
y se los entrego va sesbasar, príncipe de juda. La cuenta de ellos es
esta: treinta tazones de oro, mil
tazones de plata, veintinueve cuchillos, treinta tazas de oro, otras
cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil utensilios. En total, los
utensilios de oro y de plata eran cinco mil cuatrocientos. Todo esto lo hizo
llevar sesbasar con los que subieron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén.
2
Estos son los hijos de la provincia que regresaron del cautiverio,
aquellos que nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautivos a
Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a juda, cada uno a su ciudad. Los que
llegaron con Zorobabel fueron: jesua, Nehemias, seraias, reelaias, mardoqueo,
bilsan, mispar, bigvai, rehum y baana. El numero de los hombres del pueblo de
Israel fue: los hijos de paros, dos mil ciento setenta y dos. Los hijos de
sefatias, trescientos setenta y dos. Los hijos de ara,
setecientos setenta y cinco. Los hijos de pahat-moab, de los hijos de
jesua y de joab, dos mil ochocientos doce. Los hijos de elam, mil doscientos
cincuenta y cuatro. Los hijos de zatu, novecientos cuarenta y cinco. Los hijos
de zacai, setecientos sesenta. Los hijos de bani, seiscientos cuarenta y dos.
Los hijos de bebai, seiscientos veintitrés. Los hijos de azgad,
mil doscientos veintidós. Los hijos de adonicam, seiscientos sesenta y
seis. Los hijos de bigvai, dos mil
cincuenta y seis. Los hijos
de adin, cuatrocientos cincuenta y
cuatro. Los hijos de ater, de ezequias, noventa y ocho. Los hijos de bezai,
trescientos treinta y tres. Los hijos de jora, ciento doce. Los hijos de
hasum, doscientos veintitrés. Los hijos de gibar, noventa y cinco. Los hijos de
Belén, ciento veintitrés. Los varones de netofa, cincuenta
y seis. Los varones de anatot, ciento
veintiocho. Los hijos de azmavet, cuarenta y dos. Los hijos de quiriat-jearim,
cafira y beerot, setecientos cuarenta y tres. Los hijos de rama y geba
,seiscientos veintiuno. Los varones de micmas, ciento veintidós. Los varones de
bet-el y hai, doscientos
veintitrés. Los hijos de nebo, cincuenta y dos. Los hijos de magbis,
ciento cicuenta y seis. Los hijos del otro elam, mil doscientos cincuenta y
cuatro. Los hijos de harim, trescientos veinte. Los hijos de lod, hadid y ono,
setecientos veinticinco. Los hijos de Jericó,
trescientos cuarenta y cinco. Los hijos de senaa, tres mil seiscientos
treinta. Sacerdotes: los hijos de jedaias, de la casa de jesua,
novecientos setenta y tres. Los hijos de imer, mil
cicuenta y dos. Los hijos de pasur,
mil doscientos cuarenta y siete. Los hijos de harim, mil diecisiete.
Levitas: los hijos de jesua y de cadmiel, de los hijos de hodavias, setenta y
cuatro. Cantores: los hijos de asaf, ciento veintiocho. Porteros: los hijos de
salum, los hijos de ater, los hijos de talmon, los hijos de acub, los hijos de
hatita, los hijos de sobai; total, ciento treinta y nueve. Sirvientes del
templo: los hijos de ziha, los hijos de hasufa, los hijos de tabaot, los hijos
de queros, los hijos de siaha, los hijos de padon, los hijos de lebana, los
hijos de hagaba, los hijos de acub, los hijos de hagab, los hijos de salmai, los
hijos de hanan, los hijos de gidel, los hijos de gahar, los hijos de reaia, los
hijos de rezin, los hijos de necoda,
los hijos de gazan, los hijos de uza, los hijos de paseah, los hijos de besai,
los hijos de asena, los hijos de meunim, los hijos de nefusim, los hijos de
bacbuc, los hijos de hacufa, los hijos de harhur, los hijos de bazlut, los hijos
de mehida, los hijos de harsa, los hijos de barcos, los hijos de sisara, los
hijos de tema, los hijos de nezia, los hijos de hatifa. Hijos de los siervos de
Salomón: los hijos de sotai, los hijos de
soferet, los hijos de peruda, los hijos de jaala, los hijos de darcon, los hijos
de gidel, los hijos de sefatias, los hijos de hatil, los hijos de poqueret-
hazebaim, los hijos de ami. Total de los sirvientes
del templo y de los hijos de los siervos de Salomón, trescientos noventa
y dos. Estos fueron los que volvieron de temela, tel-harsa, querub, addan e imer,
que no pudieron demostrar si la casa de
sus padres y su linaje eran de Israel: los hijos de delaia, los hijos de Tobías,
los hijos de necoda, seiscientos cincuenta y dos. Y entre los hijos de los
sacerdotes: los hijos de habaia, los hijos de cos, los hijos de barzilai, el
cual tomo por mujer a una de las hijas de barzilai, el galaadita, de quien
adopto el nombre. Estos buscaron su registro genealógico, pero como no lo
hallaron, fueron excluidos del sacerdocio, el gobernador le dijo que no comieran
de las cosas mas santas, con urim y tumim. Toda la congregación , unida como un
solo hombre, era de cuarenta y dos
mil trescientos sesenta. Sin contar sus siervos y siervas, que eran
siete mil trescientos treinta y siete. Había también doscientos
cantores y cantoras. Tenían setecientos treinta y seis caballos; doscientos
cuarenta y cinco mulas. Asimismo,
cuatrocientos treinta y cinco camellos y
seis mil setecientos veinte asnos. Algunos de los jefes de casa paternas, cuando
vinieron a la casa de Jehová que estaba en Jerusalén, hicieron ofrendas
voluntarias para la casa de Dios, para reedificarla
en su sitio. Según sus posibilidades, dieron al tesorero de la obra sesenta y
un mil dracmas de oro, cinco mil libras de plata y
cien túnicas sacerdotales. Habitaron los sacerdotes, los levitas, los
del pueblo, los cantores, los porteros y los sirvientes del templo en sus
ciudades. Todo Israel habito, pues, en sus ciudades.
3
Cuando llego el séptimo mes, y ya establecidos los hijos de Israel en
las ciudades, se congrego el pueblo como un solo hombre en Jerusalén. Entonces
se levantaron jesua hijo de josadac, con sus hermanos los sacerdotes, y
zorobabel hijo de salatiel, con sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de
Israel, para ofrecer sobre el holocaustos, como esta escrito en la ley de moisés,
varón de Dios. Colocaron el altar
firme sobre su base, porque tenían miedo de la gente de la región, y
ofrecieron sobre el holocaustos a Jehová, los holocaustos de la mañana y de la
tarde. Celebraron asimismo la fiesta solemne de los tabernáculos, como esta
escrito, y los holocaustos cotidianos, según el rito de cada día; además de
esto, el holocausto continuo , las nuevas lunas, todas las fiestas solemnes de
Jehová, todo sacrificio espontáneo y toda ofrenda voluntaria a Jehová. Desde
el primer día del séptimo mes
comenzaron a ofrecer holocaustos a Jehová, aunque los cimientos del templo de
Jehová no se habían echado todavía. Luego dieron dinero a los albañiles
y carpinteros; asimismo comida, bebida y aceite a los sidonios
y tirios para que trajeran por mar madera de cedro desde el Líbano hasta
jope, conforme a la autorización de Ciro, rey de Persia, acerca de esto. En el
segundo año de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el segundo mes,
comenzaron la obra zorobabel hijo
de salatiel, jesua hijo de josadac, con el resto de sus hermanos, los sacerdotes
y los levitas, todos los que habían regresado a Jerusalén de la cautividad; y
pusieron a los levitas mayores de veinte años a dirigir la obra de la casa de
Jehová. También jesua, sus hijos y sus hermanos, cadmiel y sus hijos, hijos de
juda, como un solo hombre, se pusieron a dirigir a los que hacían la obra en la
casa de Dios, junto con los hijos de henadad, sus hijos y sus hermanos levitas.
Cuando los albañiles del templo de Jehová echaron los cimientos, se pusieron
en pie los sacerdotes, vestidos de sus ropas y con trompetas, y los levitas
hijos de asaf con cimbalos, para alabar a Jehová, según la ordenanza de David,
rey de Israel. Cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y decían: porque
el es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Todo el pueblo
aclamaba con gran jubilo y alababa a Jehová porque se echaban los cimientos de
la casa de Jehová. Muchos de los sacerdotes, levitas y jefes de familia,
ancianos que habían visto la primera casa, al ver como echaban los cimientos de
esta casa, lloraban en alta voz, mientras otros muchos daban
grandes gritos de alegría. No se podía distinguir el clamor de los
gritos de alegría de las voces del llanto, porque clamaba el pueblo
con gran jubilo y el ruido se oía hasta de lejos.
4
Cuando los enemigos de juda
y de benjamín oyeron que los que habían vuelto de la cautividad edificaban un
templo a Jehová, Dios de Israel, fueron a ver a zorobabel y
a los jefes de familia, y les dijeron: - edificaremos con vosotros,
porque, como vosotros, buscamos a vuestro Dios, y a el ofrecemos sacrificios
desde los días de esar-hadon, rey de asiría, que nos hizo venir aquí.
Zorobabel, jesua y los demás jefes
de las casas paternas de Israel dijeron: - no nos conviene edificar con vosotros
la casa de nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová, Dios
de Israel, como nos mando Ciro, rey de Persia. Entonces la gente del país
intimido al pueblo de juda y lo atemorizo para que no siguiera edificando.
Sobornaron además contra ellos a algunos consejeros para frustrar sus propósitos,
durante todo el tiempo que Ciro fue rey de Persia y hasta el reinado de Darío,
rey de Persia. En el reinado de asuero, al principio de su reinado, escribieron
acusaciones contra los habitantes de juda y de Jerusalén. También en días de
artajerjes escribieron bislam, mitridates, tabeel y los demás compañeros
suyos, a artajerjes, rey de Persia; y la carta estaba escrita en arameo, y
traducida. El canciller rehum y el
secretario simsai escribieron una
carta contra Jerusalén al rey artajerjes. En esa fecha escribieron el canciller
rehum y el secretario simsai, y los demás compañeros suyos, los jueces,
gobernadores y oficiales, los de Persia, erc, Babilonia y susa, es decir, los
elamitas, y los demás pueblos que
el grande y glorioso asnapar deporto e hizo habitar en las ciudades de samaria y
las demás provincias del otro lado del rió. Esta es la copia de la carta que
enviaron: Al rey artejerjes: tus siervos del otro lado del rió te saludan. Ha
de saber el rey que los judíos que de parte tuya vinieron a nosotros, llegaron
a Jerusalén y edifican esta ciudad rebelde y mala.
Ya levantan los muros y
reparan los fundamentos. Sepa, pues, el rey, que si aquella ciudad es
reedificada y los muros son levantados, no pagaran tributo, impuesto y rentas, y
el erario de los reyes será perjudicado. Como nos mantienen desde el palacio,
no podemos permitir que el rey sea menospreciado, por lo cual hemos enviado al
rey esta denuncia, a fin de que se investigue en el libro de las memorias
encontraras y sabrás que esta ciudad es ciudad rebelde, perjudicial a los reyes
y a las provincias, y que de tiempo antiguo en ella se han fomentado rebeliones.
Por ese motivo esta ciudad fue destruida. Hacemos saber al rey que si se
reedifica esta ciudad y se levantan sus muros, la región de mas allá del rió
no será tuya. El rey envió esta respuesta:
Al canciller rehum, al secretario simsai, a los compañeros suyos que
habitan en samaria , y a los demás del otro lado del rió: salud y paz.
La carta que nos enviasteis fue leida claramente delante de mi. Ordene
que se investigara, y se ha encontrado que aquella ciudad se subleva desde
antiguo contra los reyes, y que en ella se han
fomentado revueltas e insurrecciones. Que hubo
en Jerusalén reyes fuertes, cuyo dominio se extendía a todo lo que hay
mas allá del rió, y que se les pagaba tributo, impuestos y rentas. Ahora,
pues, ordenad que se detengan aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada
hasta nueva orden enviada por mi. Procurad no ser negligentes en esto; ¿por qué
habrá de crecer el daño en perjuicio de los reyes?. Cuando la copia de la
carta del rey artajerjes fue leída delante de rehum, de simsai, el secretario,
y de sus compañeros, salieron apresuradamente hacia Jerusalén, donde estaban
los judíos, y les hicieron cesar los trabajos utilizando la fuerza y la
violencia. Así se detuvo la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén,
la cual quedo suspendida hasta el segundo año del reinado de Darío, rey de
Persia.
5
Profetizaron hageo y Zacarías hijo de iddo, ambos profetas, a los judíos
que estaban en juda y Jerusalén en el nombre del Dios de Israel, quien estaba
con ellos. Entonces se levantaron zorobabel hijo de salatiel y jesua hijo de
josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén;
junto a ellos estaban los profetas de Dios que los ayudaban. En ese mismo tiempo
tatnai , el gobernador del otro lado del rió, y setar-boznai, junto a sus compañeros,
fueron a decirles: ¿ quien os ha dado orden para edificar esta casa y levantar
estos muros?. También preguntaron: ¿ cuales son los nombres de los
hombres que hacen este edificio?. Pero los ojos de Dios velaban sobre los
ancianos de los judíos, y no les hicieron suspender la obra hasta que el asunto
fuera llevado a Darío y se recibiera una carta de respuesta sobre esto. Esta
copia de la carta que tatnai, gobernador del otro lado del rió, setar-boznai y
sus compañeros, los gobernadores del otro lado del rió enviaron al rey Darío.
Ellos le enviaron una carta escrita de esta manera: Al rey Darío: paz completa.
Ha de saber el rey que fuimos a la
provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras
grandes. Ya los maderos están puestos en las paredes, la obra se hace de prisa
y prospera en sus manos. Entonces interrogamos a los ancianos, diciéndoles: ¿
quien os dio orden para edificar esta
casa y para levantar estos muros?. También les preguntamos sus nombres para hacértelo
saber, a fin de escribirte los nombres de los hombres que están al frente de
ellos. Y esta fue la respuesta que nos dieron:
nosotros somos siervos del Dios del cielo
y de la tierra, y reedificamos la casa que hace ya muchos años fue
edificada, y que un gran rey de Israel edifico
y termino. Pero después que nuestros padres provocaron a ira al Dios de
los cielos, el los entrego en manos de nabucodonosor, rey de Babilonia, caldeo,
el cual destruyo esta casa y llevo cautivo al pueblo a Babilonia. Pero en el
primer año de Ciro, rey de Babilonia, el mismo rey Ciro dio orden para que esta
casa de Dios fuera reedificada. Los utensilios de oro y plata de la casa de
Dios, que nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalén para
llevarlos al templo de Babilonia, el rey Ciro los retiro del templo de
Babilonia, y fueron entregados a sesbasar,
a quien había nombrado gobernador. El le dijo: toma estos
utensilios, ve y llévalos al templo que esta en Jerusalén, y sea
reedificada la casa de Dios en su lugar. Vino, pues, este sesbasar y puso los
cimientos de la casa de Dios, la cual esta en Jerusalén, y desde entonces hasta
ahora se edifica, pero aun no esta concluida. Ahora, si el rey le parece bien,
que se investigue en la casa de los tesoros del rey que esta allí en Babilonia,
si es verdad que el rey Ciro dio efectivamente la orden para reedificar esta
casa de Dios en Jerusalén, y que se nos comunique la decisión del rey sobre
esto.
6
Entonces el rey Darío dio
la orden de buscar en la casa de los archivos, donde guardaban los tesoros allí
en Babilonia. Y fue hallado en acmeta, en el palacio que esta en la provincia de
media, un libro en el cual estaba escrito así: memoria: En el año primero del
rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba
en Jerusalén, para que la casa fuera reedificada como lugar para ofrecer
sacrificios, y que fueran puestos sus cimientos; su altura, de sesenta codos, y
de sesenta codos su anchura; con tres hileras de piedras grandes y una de madera
nueva. El gasto será pagado por el
tesoro del rey. Además, los utensilios de oro y plata de la casa de Dios, que
nabucodonosor saco del templo que estaba en Jerusalén y se llevo a
Babilonia, serán devueltos, para que vayan a su lugar, al templo que
esta en Jerusalén, y sean puestos
en la casa de Dios. Ahora, pues, tatnai, gobernador del otro lado del rió,
setar-boznai y vuestros compañeros, los gobernadores que estáis al otro lado
del rió, alejaos de allí. Dejad que se haga la obra de
esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos
reedifiquen esa casa de Dios en su lugar. Estas son mis ordenes sobre lo que habéis
de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar esa casa de Dios: que
de la hacienda del rey, proveniente
del tributo del otro lado del rió, sean pagados puntualmente a esos hombres los
gastos, para que no cese la obra. Lo que sea necesario, becerros, carneros y
corderos para holocaustos al Dios
del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme a lo que digan los sacerdotes que
están en Jerusalén, les sea dado día por día sin obstáculo alguno,
a fin de que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren
por la vida del rey y por sus hijos. También he dado orden de que a cualquiera
que altere este decreto se le arranque una viga de su casa, y sea colgado en
ella. Luego su casa sea convertida en un montón de escombros. Que el Dios que
hizo habitar allí su nombre destruya a todo rey y pueblo que intente cambiar o
destruir esa casa de Dios, la cual esta en Jerusalén. Yo, Darío, he dado este
decreto; sea cumplido puntualmente. Entonces tatnai, gobernador del otro lado
del rió, setar-boznai y sus compañeros, hicieron puntualmente según el rey
Darío había ordenado. Así, los ancianos de los judíos edificaban y
prosperaban, conforme a la profecía del profeta hageo y de Zacarías hijo de
iddo. Edificaron, pues, y terminaron la obra, por orden del Dios de Israel, y
por mandato de Ciro, de Darío y de artajerjes, rey de Persia. Esta casa fue
terminada el tercer día del mes de adar, que era el sexto año del reinado del
rey Darío. Los hijos de Israel,
los sacerdotes, los levitas y los demás que habían regresado de la cautividad,
hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo. Ofrecieron para la
dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros y
cuatrocientos corderos;
y como expiación por todo Israel, doce machos cabrios, conforme al
numero de las tribus de Israel. Luego organizaron a los sacerdotes en sus turnos
y a los levitas en sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén,
conforme a lo escrito en el libro de moisés. Los que regresaron de la
cautividad celebraron la pascua a los catorce días del primer mes. Sacerdotes y
levitas se habían purificado como
un solo hombre y todos estaban limpios. Así que sacrificaron la pascua por
todos los hijos de la cautividad, por sus hermanos los sacerdotes y por si
mismos. Comieron los hijos de Israel que habían regresado del cautiverio con
todos aquellos que se habían apartado de las inmundicias de las gentes de la
tierra para buscar a Jehová, Dios de Israel. Durante siete días celebraron con
regocijo la fiesta solemne de los panes sin levadura, por cuanto Jehová los había
alegrado, y había dispuesto el corazón del rey de asiría favorablemente hacia
ellos, a fin de fortalecer sus manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de
Israel.
7
pasadas estas cosas, en el reinado de artajerjes, rey de Persia, Esdras
hijo de seraia hijo de azarias, hijo de hilcias, hijo de salum, hijo de sadoc,
hijo de ahitob, hijo de amarias, hijo de azarias, hijo de meraiot, hijo de
zaraias, hijo de uzi, hijo de buqui, hijo de abisua, hijo de finees, hijo de
eleazar, hijo de Aarón, primer sacerdote, subió de Babilonia. Esdras era un
escriba diligente en la ley de moisés, que Jehová, Dios de Israel había dado;
y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová, su Dios,
estaba sobre Esdras. En el séptimo año del rey artajerjes, subieron también
con el a Jerusalén algunos de los hijos de Israel, sacerdotes, levitas,
cantores, porteros y sirvientes del templo. Este llego a Jerusalén en el quinto
mes del séptimo año del rey. El primer día del primer mes había dispuesto su
partida de Babilonia, y el primero del mes quinto llegaba a Jerusalén. ¡ la
buena mano de Dios estaba sobre el! porque Esdras había preparado su corazón
para estudiar la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus
estatutos y decretos. Esta es la copia de la carta que dio el rey artajerjes al
sacerdote Esdras, escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus
estatutos dados a Israel: Artjerjes, rey de reyes, a Esdras, sacerdote y
escriba erudito en la ley del Dios del cielo: paz. He dado la siguiente orden:
todo aquel que en mi reino pertenezca al pueblo de Israel, a sus sacerdotes y
levitas, que quiera ir contigo a Jerusalén, que vaya. Porque de parte del rey y
de sus siete consejeros eres enviado a visitar a Judea y a Jerusalén, conforme
a la ley de tu Dios que esta en tus manos; y a llevar la plata y el oro que el
rey y sus consejeros voluntariamente ofrecen al Dios de Israel, cuya morada esta
en Jerusalén, así como toda la plata y el oro que logres reunir en toda la
provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias que el pueblo y los
sacerdotes entreguen voluntariamente para la casa de su Dios, la cual esta en
Jerusalén. Compraras, pues, diligentemente con este dinero becerros, carneros y
corderos, con sus ofrendas y sus
libaciones, y los ofrecerás sobre el altar de la casa de vuestro Dios, la cual
esta en Jerusalén. Y lo que a ti y a tus hermanos os parezca hacer con la otra
plata y el oro, hacedlo conforme a la voluntad de vuestro Dios. Los utensilios
que te son entregados para el servicio de la casa de tu Dios, los restituirás
delante de Dios en Jerusalén. Todo lo que se requiere para la casa de tu Dios,
que te sea necesario dar, lo darás de la casa de los tesoros del rey, yo mismo,
el rey artajerjes, doy esta orden a todos los tesoreros que están al otro lado
del rió, que todo lo que os pida el sacerdote Esdras, escriba de la ley del
Dios del cielo, se le conceda puntualmente, hasta cien talentos de plata, cien
coros de trigo, cien batos de vino, cien batos de aceite, y sal sin medida. Todo
lo que es mandado por el Dios del cielo, sea hecho puntualmente para la casa del
Dios del cielo; pues, ¿por qué habría
de caer su ira contra el reino del rey y de sus hijos? A vosotros os hacemos
saber que a los sacerdotes y levitas, cantores y porteros, sirvientes del templo
y ministros de la casa de Dios, ninguno podrá imponerles tributo, contribución
ni renta. Y tu, Esdras, conforme a la sabiduría que tienes de tu Dios, pon
jueces y gobernadores que gobiernen en todo el pueblo que esta al otro lado del
rió, a todos los que conocen las
leyes de tu Dios; y al que
no las conoce, enséñaselas. Y todo aquel que no cumpla la ley de tu
Dios, y la ley del rey, será castigado rigurosamente, ya sea a muerte, a
destierro, a pena de multa, o prisión. Bendito Jehová, Dios de nuestros
padres, que puso tal cosa en el corazón del rey, para honrar la casa de Jehová
que esta en Jerusalén, y me favoreció con su misericordia delante del rey, de
sus consejeros y de todos los poderosos príncipes del rey. Así yo, fortalecido
por la protección de mi Dios, reuní a los principales de Israel para que
subieran a Jerusalén conmigo.
8
Estos son los cabezas de
familia, y la genealogía de aquellos que subieron conmigo a Jerusalén desde
Babilonia, cuando reinaba el rey artajerjes: de los hijos de finees, gerson; de
los hijos de itamar, daniel; de los hijos de David, hatus.
De los hijos de secanias y de los hijos de paros, Zacarías, y con el
fueron registrados ciento cincuenta hombres. De los hijos de pahat- moab,
elioenai hijo de zeraias, y con el doscientos hombres. De los hijos de secanias,
el hijo de jahaziel, y con el trescientos hombres. De los hijos de adin, ebed
hijo de Jonatan, y con el cincuenta hombres. De los hijos de elam, jesaias hijo
de atalias, con el setenta hombres.
De los hijos de sefatias, zabadias hijo de micael, y con el ochenta hombres. De
los hijos de joab, obadias hijo de jehiel, y con el doscientos dieciocho
hombres. De los hijos de selomit, el hijo de josifias, y con el ciento sesenta
hombres. De los hijos de bebai, Zacarías hijo de bebai, y con el veintiocho
hombres. De los hijos azgad, johanan hijo de hacatan,
y con el ciento diez hombres. De los hijos de adonicam, los porteros,
cuyos nombres son estos: elifelet,
jeiel y semaias, y con ellos sesenta hombres.
Y de los hijos de bigvai,
utai y zabud y con ellos setenta
hombres. Los reuní junto al rió que corre hacia ahava, y acampamos allí tres
días. Observé que había gente del pueblo y sacerdotes, pero no halle ningún
levita. Entonces despache a Eliécer, Ariel, semaias, elnatan, jarib, elnatan,
natan, Zacarías, y mesulam, hombres principales
, así como a joiarib y a elnatan,
hombres doctos. Los envié a iddo, jefe de un lugar llamado casifia,
y puse en boca de ellos las palabras que debían decirles a iddo
y a sus hermanos, los sirvientes del templo en el lugar llamado casifia,
para que nos enviaran ministros para la casa de nuestro Dios. Gracias que la
mano bondadosa de nuestro Dios estaba sobre nosotros, nos enviaron un hombre
entendido llamado serebias, de los hijos de mahli hijo de levi hijo de Israel,
junto con sus hijos y sus hermanos: dieciocho hombres en total. También a
asabais, y con el jesaias, de los hijos de merari, a sus hermanos y a sus hijos,
veinte hombres en total. De los sirvientes del templo, a quienes David y los
jefes destinaron para el ministerio de los levitas, doscientos veinte hombres,
todos los cuales fueron designados por sus nombres. Allí, junto al rió ahava,
proclame un ayuno para humillarnos delante de nuestro Dios y solicitar de el un
viaje para nosotros, para nuestros niños y para todos nuestros bienes. Pues
tuve vergüenza de pedir al rey
tropa y gente de a caballo que nos defendieran del enemigo en el camino, ya que
le habíamos dicho al rey: la mano de nuestro Dios esta, para bien, sobre todos
los que los buscan; pero su poder y su furor contra
todos los que lo abandonan. Ayunamos, pues,
y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y el
nos fue propicio. Aparte luego a doce de los principales entre los
sacerdotes, a serebias y a asabais, y con ellos diez de sus hermanos;
y les pese la plata, el oro y los utensilios que para la casa de nuestro
Dios habían ofrecido el rey, sus
consejeros y sus jefes, y todos los israelitas que se encontraban allí.
Pese , pues, y puse en sus manos seiscientos cincuenta talentos de plata,
utensilios de plata por cien
talentos, y cien talentos de oro; además, veinte tazones de oro de mil dracmas
y dos vasos de bronce bruñido muy bueno, tan precioso como el oro. Luego les
dije: vosotros estáis consagrados a Jehová, y son santos los utensilios, la
plata y el oro, ofrenda voluntaria a Jehová, Dios de nuestros padres.
Vigiladlos y guardadlos, hasta que los poséis delante de los principales
sacerdotes y levitas, y de los cabezas de familia de Israel, en los aposentos
de la casa de Jehová en Jerusalén. Entonces los sacerdotes y levitas
recibieron el peso de la plata, del oro y de los utensilios, para traerlo a
Jerusalén a la casa de nuestro Dios. El doce del primer mes partimos del rió
ahava para ir a Jerusalén; la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros y nos
libro de manos de enemigos y asaltantes en el camino. Llegamos a Jerusalén y
reposamos allí tres días. Al cuarto día fue pesada la plata, el oro y los
utensilios, en la casa de nuestro Dios, y se entrego todo al sacerdote maremot
hijo de Urías, y a eleazar hijo de finees; con ellos
estaban los levitas jozabad hijo de jesua y
noadias hijo de binui. Todo se entrego contado y pesado,
y se anoto entonces el peso total. Los hijos de la cautividad, los que
habían regresado del cautiverio, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: doce
becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, y
doce machos cabrios por expiación, todo en holocausto a Jehová. Y se
entregaron los decretos del rey a sus sátrapas y capitanes del otro lado del rió,
los cuales ayudaron pueblo y a la casa de Dios.
9
Acabaras estas cosas, los gobernantes se acercaron a mi y me dijeron: el
pueblo de Israel, los sacerdotes y levitas no se han separado de las gentes del
país, de los cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios
y amorreos, y han caído en sus abominaciones. Porque han tomado mujeres para si
y para sus hijos de las hijas de ellos, y el linaje santo ha sido mezclado con
las gentes del país. Los jefes y los gobernadores han sido los primeros en
cometer este pecado. Cuando oí esto, rasgue mi vestido y mi manto, me arranque
pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo. Todos los
que temían las palabras del Dios de Israel se reunieron en torno de mi, a causa
de la infidelidad de quienes habían regresado de la cautividad; pero estuve muy
angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde. A la hora del sacrificio de
la tarde salí de mi aflicción y, rasgados
mi vestido y mi manto, me postre de rodillas, extendí mis manos a Jehová,
mi Dios, y dije: Dios mío,
confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro hacia ti,
porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestras cabezas y
nuestros delitos han crecido hasta el cielo. Desde los días de nuestros padres
hasta este día hemos vivido en gran pecado; y por nuestras iniquidades
nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en manos de
los reyes de los países, a la espada, al cautiverio, al robo y a la vergüenza
que cubre nuestro rostro, como todavía sucede. Ahora por un breve momento, nos
ha mostrado su misericordia Jehová, nuestro Dios, y ha hecho que nos quedara un
resto libre, y nos ha dado un lugar seguro en su santuario. Así
nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un poco de vida en
medio de nuestra servidumbre. Porque siervos somos; pero en nuestra servidumbre
no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que nos favoreció con su misericordia
delante de los reyes de Persia, para animarnos a levantar la casa de nuestro
Dios, restaurar sus ruinas y darnos protección en juda y en Jerusalén. Pero
ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos
abandonado los mandamientos que nos
habías dado por medio de tus siervos, los profetas, diciendo: la tierra en cuya
posesión vais a entrar, es tierra corrompida a causa de la inmundicia de los
pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones con que la han llenado de
uno a otro extremo con su impureza. Ahora, pues, no deis vuestras hijas a sus
hijos, ni toméis sus hijas para
vuestros hijos, ni procuréis jamás su paz ni su prosperidad; para que seas
fuertes, comáis los mejores frutos de
la tierra y la dejéis como herencia a vuestros hijos para siempre. Después de
todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras
y a causa de nuestro gran
pecado, ya que tu, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras
iniquidades, y nos diste un resto como este, ¿hemos de volver a infringir tus
mandamientos y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿ no
te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara resto ni
quien escape? Jehová, Dios de Israel, tu eres justo, pues hemos quedado como un
resto que ha escapado, tal cual ha sucedido en este día. Henos aquí delante de
ti con nuestros delitos; por su causa no somos dignos de estar en tu presencia.
10
Mientras oraba Esdras y
hacia confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se reunió
en torno a el una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres, y niños; y
el pueblo lloraba amargamente. Entonces secanias hijo
de jehiel, de los hijos de elam, tomo la palabra y dijo a Esdras:
nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres
extranjeras de los pueblos de la tierra; pero a pesar de esto, aun hay esperanza
para Israel. Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios de despedir a todas las
mujeres y los nacidos de ellas, según
el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de
nuestro Dios. ¡ que se haga conforme a la ley! Levántate, porque esta
es tu obligación, y nosotros estaremos contigo.
¡ anímate y pon
manos a la obra! Entonces se
levanto Esdras e hizo jurar a los principales sacerdotes y de los levitas, y a
todo Israel, que harían conforme a esto; y ellos lo juraron. Se retiro luego
Esdras de delante de la casa de
Dios y se fue a la habitación de johanan hijo de eliasib; pero no comió pan ni
bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los que habían
regresado del cautiverio. Después hicieron pregonar en juda y en
Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se reunieran en Jerusalén;
y que el que no se presentara en le plazo de tres días, conforme al acuerdo de
los jefes y de los ancianos, perdiera toda su hacienda y fuera excluido de la
congregación de los que habían regresado del cautiverio. Así todos los
hombres de juda y de benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres días,
a los veinte días del mes, que era el noveno mes; y se sentó todo el pueblo en
la plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de aquel asunto, y a causa de
la lluvia. Entonces se levanto el sacerdote Esdras y les dijo:
- vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras,
aumentando así el pecado de Israel. Ahora, pues, dad gloria a Jehová, Dios de
vuestros padres, haced su voluntad y apartaos de los pueblos de las tierras y de
las mujeres extranjeras. Toda asamblea respondió en
alta voz: - hágase conforme a lo que has dicho. Pero el pueblo es muy
numeroso y estamos en tiempo de lluvias; además no podemos permanecer en la
calle, ni es cuestión de un día ni de dos, pues somos muchos los que hemos
pecado en esto. Que sean nuestros jefes los que se queden en lugar
de toda la congregación, y vengan en fechas determinadas todos aquellos
que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, acompañados de los
ancianos y los jueces de cada ciudad, hasta que apartemos de nosotros el ardor
de la ira de nuestro Dios a causa de esto. Solamente Jonatan hijo de ásale, y
jahazias hijo de ticva se opusieron a esto y los levitas
mesulam y sabetai los
apoyaron. Los que habían regresado del cautiverio actuaron de acuerdo con lo
convenido. Y fueron apartados el sacerdote Esdras y algunos jefes de familia,
según sus casas paternas. El primer día del décimo mes todos ellos,
personalmente, se sentaron para examinar el asunto. Y el primer día del primer
mes terminaron el juicio de todos aquellos que habían tomado mujeres
extrajeras. Entre los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres
extranjeras, fueron hallados estos: de los hijos de jesua hijo de josadac y de
sus hermanos: maasias, Eliécer, jarib y gedalias. Estos levantaron su mano
prometiendo que despedirían a sus mujeres y presentaron como ofrenda de
reparación por su pecado un carnero de los rebaños. Entre los hijos de imer:
hanani y zebadias. Entre los hijos de harim: maasias, elias, semaias, jehiel y
uzias. Entre los hijos de pasur: elioenai, maasias, Ismael, natanael, jozabad y
elsa. Entre los hijos de los levitas: jozabad, simei, kelaia, (este es kelita),
petaias, juda y Eliécer. Entre los cantores: eliasib,
y de los porteros: salum, telem y uri. Entre los hijos de Israel: de los
hijos de paros: ramia, jezias, malquias, mijamin, Eleazar, malquias, y benaia.
De los hijos de elam: matanias,
Zacarías, jehiel, abdi, jeremot y elias. De los hijos de zatu: elioenai,
eliasib, matanias, jeremot, zabad y aziza.
De los hijos de bebai: johanan, hananias, zabai y atlai.
De los hijos de bani: mesulan, maluc, adaia, jasub, seal y ramot. De los
hijos de pahat-moab: adna, quelal, benaia, maasias, matanias, bezaleel, binui y
manases. De los hijos de harim: Eliécer, isias, malquias, semaias, simeon,
benjamín, maluc y semarias. De los hijos de hasum: matenai, matata, zabad,
elifelet, jeremai, manasese y simei. De los hijos de bani: madai, amram, uel,
benaia, bedias, queluhi, vanias, meremot, eliasib, matanias, matenai, jaasai,
bani, binui, simei, sarai, azareel, selemias, semarias, salum, amarias
y José. Y de los hijos de nebo: joiel, matatias, zabad, zebina, jadau,
joel y benaia. Todos estos habían tomado mujeres extrajeras; y algunas de sus
mujeres habían dado a luz hijos.