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Colosas se alzaba a unos 175 Km., al este de efeso y desde el punto de vista administrativo pertenecía a la provincia romana de Asia. La iglesia colocense le era personalmente desconocida a pablo en las fechas en que escribía esta epístola. Un par de veces había pasado por la región de frigia pero sin visitar la ciudad. La predicación del evangelio en aquella zona de Asia menor había sido confiada a epafras, residente en colosas y quizá fundador de la iglesia. En este documento se revela la influencia que entre los creyentes de colosas ejercían todavía algunos hábitos residuales de sus antiguas creencias religiosas y usos paganos. El cuerpo central de la epístola a los colosenses (=col), esta estructurado en tres grandes secciones, precedidas de una breve introducción y seguidas de un epilogo que contiene notas personales y saludos de despedida. En la primera sección pablo da gracias al señor por la fe de los fieles y santos hermanos en cristo que están en colosas a quienes asegura de la acción salvadora de Dios. La segunda parte de la carta se refiere al ministerio de pablo y a su publicación del evangelio entre los gentiles. A estos  el apóstol les habla de los designios de Dios, antes secretos pero ahora revelados en Jesucristo que es la esperanza gloriosa para cuantos creen en el. La tercera sección instruye acerca de los valores del evangelio de la gracia. El epilogo incluye una relación de saludos en la que se menciona a varios colaboradores de pablo. Entre otros a tiquico portador de la carta, a enésimo que es uno de vosotros. Y  a Lucas el medico amado. Es probable que colosenses y efesios pertenezcan a la misma épocas (los años 60 y 61), lo cual explicaría la semejanza de los temas expuestos, la forma similar  de tratarlos y los paralelos de estilo y vocabulario. - prologo. La obra salvadora de Dios.  El ministerio de pablo.  La nueva vida en cristo.  Epilogo: salutaciones finales.

Epístola del apóstol san pablo a los Colosenses

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en cristo que están en colosas: gracia y paz sean a  vosotros, de Dios nuestro padre y del señor Jesucristo. Siempre que oramos por vosotros, damos gracias a Dios, padre nuestro señor Jesucristo, pues hemos oído  de vuestra fe en cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os esta guardada en los cielos. De esta esperanza ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad. Así lo aprendisteis de epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de cristo para vosotros, quien también nos ha declarado vuestro amor en el espíritu.  Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Así podréis andar como es digno del señor, agradándolo en todo, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento  de Dios. Fortalecidos en todo poder, conforme a la potencia de su gloria, obtendréis fortaleza y paciencia, y con gozo, daréis gracias al padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz. El nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino  de su amado hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación,  porque en el fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay  en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de el y para el. Y el es antes que todas las cosas, y todas las cosas en el subsisten. El es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia, y es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia, porque al padre agrado que en el habitara toda plenitud, y por medio de el reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. También a vosotros, que erais en otro tiempo extraños y enemigos por vuestros  pensamientos y por vuestras malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprochables delante de el. Pero es necesario que permanezcáis fundados y firmes en la fe, sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que esta debajo del cielo y del cual yo, pablo, fui hecho ministro. Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de cristo por su cuerpo, que es la iglesia. De ella fui hecho ministro, según la administración  de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero ahora ha sido manifestado a sus santos. A ellos, Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es cristo en vosotros, esperanza  de gloria. Nosotros anunciamos a cristo, amonestando a todo hombre y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en cristo Jesús a todo hombre. Para esto también trabajo, luchando según la fuerza de el, la cual actúa poderosamente en mi.

2 Quiero pues, que sepáis cuan grande lucha sostengo por vosotros, por los que están en laodicea y por todos los que nunca han visto mi rostro. Lucho para que sean consolados sus corazones y para que, unidos en amor, alcancen todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el padre y de cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas, porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante, en espíritu  estoy con  vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en cristo. Por tanto, de la manera que habéis recibido al señor Jesucristo, andad en el, arraigados y sobreedificados en el y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías  y huecas sutilezas basadas en las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según cristo. Porque en el habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad, y vosotros estáis completos en el, que es la cabeza de todo principado y potestad. En el también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha por mano de hombre, sino por la circuncisión de cristo, en la cual sois despojados de vuestra naturaleza pecaminosa. Con el fuisteis sepultados en el bautismo, y en el fuisteis también resucitados por la fe en el poder de Dios que lo levanto  de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncision de vuestra carne, os dio vida juntamente con el, perdonándoos todos los pecados. El anulo el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, y la quito de en medio clavándola en la cruz. Y despojo a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Por tanto, nadie os critique en asuntos de comida o de bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados. Todo esto es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de cristo. Que nadie os prive de vuestro premio haciendo alarde de humildad y de dar culto a los ángeles (metiendose en lo que no ha visto), hinchado de vanidad por sui propiamente carnal, pero no unido a la cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios. Si habéis muerto con cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos tales  como: “no uses”, “no comas”, “no toques”? Todos  estos preceptos son solo mandamientos y doctrinas de hombres, los cuales se destruyen con el uso. Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría, pues exigen cierta religiosidad, humildad y duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

3 Si, pues, habéis resucitado con cristo, buscad las cosas de arriba, donde esta cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra, porque habéis muerto y vuestra vida esta escondida con cristo en Dios. Cuando cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados  con el  en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicacion, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. Por estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando  vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos y revestido del nuevo. Este, conforme a la imagen  del que lo creo, se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni circuncisión, bárbaro  ni extranjero, esclavo  ni libre, sino que cristo es el todo y  en todos. Vestios, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que cristo os perdono, así también hacedlo vosotros. Sobre todo, vestios de amor, que es el vinculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de cristo habite en abundancia en vosotros. Enseñaos  y exhortaos unos a otros con toda sabiduría. Cantad con gracia en vuestros corazones al señor, con salmos, himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del señor Jesús, dando gracias a Dios padre por medio de el. Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperas con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten. Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el señor y no para los hombre, sabiendo que del señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a cristo el señor servís. Pero el que actúa con injusticia recibirá la injusticia que haya cometido, porque no hay acepción de personas.

4 Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros esclavos, sabiendo que también vosotros tenéis un amo en los cielos. Perseverad  en la oración, velando en ella con acción de gracias. Orad también al mismo tiempo por nosotros, para que el señor nos abra  puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de cristo, por el cual también estoy  preso, para que lo de a conocer anunciándolo como es debido. Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis como debéis responder a cada uno. Todo lo que a mi se refiere, os lo hará saber tiquico, amado hermano y fiel ministro y consiervo en el señor. Os lo he enviado a vosotros para esto mismo, para que conozca lo  que a vosotros se refiere y conforte vuestros corazones. Lo acompaña onesimo, amado y fiel hermano, que es uno de vosotros. Todo lo que acá pasa, os lo harán saber. Aristarco, mi compañero de prisiones, os saluda; y también marcos, el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido instrucciones; si va a visitaros, recibidlo. También os saluda Jesús, el que es llamado justo. Estos son los únicos de la circuncisión que me ayudan en el reino de Dios, y han sido para mi un consuelo. Os saluda epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de cristo. El siempre ruega encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere. De el doy testimonio de que se preocupa mucho por vosotros, por los que  están en laodicea y los que están  en hierapolis. Os saluda Lucas, el medico amado , y demás. Saludad a los hermanos que están  en laodicea, ninfas y a la iglesia que esta en su casa. Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de las laodicenses, y que la de laodicea la leáis también vosotros. Decid a arquipo: “mira que  cumplas el ministerio que recibiste en el señor”. Esta salutación es de mi propia mano, de pablo. Acordaos de mis prisiones. La gracia sea con vosotros. Amen. 

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