Cantar
de los cantares (el mas hermoso de los cantares o el cantar por
excedencia), es un poema distribuido en estrofas en las que,
alternativamente, dos enamorados manifiestan sus recíprocos
sentimientos en un lenguaje apasionado y de brillante colorido. En
cantares (=Cnt), el esposo mira a la esposa como un dechado de
perfecciones, la contempla a la luz de lo que el tiene por mas
apetecible, sea viña o fuente, jardín o nardo y azafrán. La belleza
de los enamorados y las delicias del amor son como los frutos de la
tierra, los lirios, el vino, la leche o el panal de miel. El poema
expresa también la angustia por la ausencia del ser amado, la felicidad
del encuentro y sobre todo, el anhelo de la mutua entrega. A lo largo de
la historia, el sentido primario de las metáforas propuestas por este
poema ha sido rechazado a pesar de su evidencia. A muchos interpretes,
tanto judíos como cristianos, les ha resultado impensable que, entre
los libros de la Biblia, pudiera figurar uno cuyo fin sea festejar la
dicha de los esposos unidos por un amor propiamente humano. De ahí que
desde muy
temprano se ha tratado de encontrar en el libro un segundo
sentido, de estricta naturaleza religiosa. Así, el judaísmo lo
interpreto como una exaltación alegórica del pacto de Jehová con
Israel. La iglesia vio su relación con cristo prefiguraba en los
enamorados protagonistas del poema. Y por ultimo, la mística cristiana
descubrió en ellos los mas perfecta referencia a la unión del alma con
Dios. Estos criterios han oscurecido la interpretación mas sencilla e
inmediata de cantares, y su vinculación literaria y de pensamiento con
antiguos himnos de bodas de la ciudad israelita. Lo si debe subrayarse
es que la figura de la unión conyugal tan bellamente loada en el poema
se utiliza a menudo en el AT como símbolo excelso de la alianza de Dios
con Israel. Y en el NT, de relación de cristo con la iglesia. |
El
cantar de los Cantares
1
El cantar de los cantares, de Salomón. La
esposa ¡Ay, si me besaras con besos de tu boca!,
porque mejores son tus amores que el vino. Delicioso es el aroma de tus
perfumes, y tu nombre, perfume derramado. ¡Por eso las jóvenes te aman! ¡llévame
en pos de ti!... ¡Corramos!... ¡El rey me ha llevado a sus habitaciones!. Coro
Nos gozaremos y alegraremos contigo, nos acordaremos de tus amores mas que del
vino. ¡Con razón te aman! La esposa Morena soy, hijas de Jerusalén, pero
hermosa como las tiendas de cedar, como las cortinas de Salomón. No reparéis
en que soy morena, pues el sol me miro. Los hijos de mi madre se enojaron contra
mi; me pusieron a cuidar las viñas, mas mi viña, que era mía, no guarde. Dime
tu, amado de mi alma, donde apacientas tu rebaño, donde descansas al mediodía;
pues ¿por qué he de andar como errante junto a los rebaños de tus compañeros?
Coro Si lo sabes, hermosa entre las
mujeres, sigue las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las
cabañas de los pastores. El esposo A la yegua del carro del faraón te he
comparado, amada mía. ¡que hermosas son tus mejillas entre los pendientes
y tu cuello entre los collares! Zarcillos de oro te haremos, con
incrustaciones de plata. La esposa Mientras el rey esta en su reclinatorio, mi
nardo esparce su fragancia. Mi amado es para mi un saquito de mirra que reposa
entre mis pechos. Ramo de flores de alheña en las viñas de en-gadi es
mi amado para mi. El esposo ¡Que
hermosa eres, amada mía, que hermosa eres! ¡Tus ojos son como palomas!. La
esposa ¡Que hermoso eres, amado mio, que dulce eres! El esposo
Frondoso es nuestro lecho; las vigas de nuestra casa, cedro; nuestro
artesonado, ciprés.
2
La esposa Yo soy la rosa de saron, el lirio de los valles. El esposo
Como lirio entre los espinos es mi amada entre las jóvenes. La esposa
Como un manzano entre árboles silvestres es mí amado entre los jóvenes. A su
sombra deseada me senté y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevo a
la sala de banquetes y tendió sobre mi la bandera de su amor.
Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas, porque estoy enferma de amor.
Su izquierda este debajo de mi cabeza; con su derecha me abrace. El esposo
¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas y las ciervas del
campo, que no despertéis a mi amor!, ¡Dejadla dormir mientras quiera!. La
esposa ¡La voz de mi amado! ¡Ya
viene, saltando sobre los montes, brincando sobre los collados! Semejante a una
gacela es mi amado; como un joven cervatillo. Helo aquí, esta tras nuestra
pared, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías. Hablo mi amado, y
me dijo: Amada mía, hermosa mía, levántate y ven. Ya ha pasado el invierno,
la lluvia ha cesado y se fue; han
brotado las flores en la tierra, ha venido el tiempo de la canción y se oye el
arrullo de la tórtola en nuestro país. Ya la higuera ha dado sus higos y las
vides en cierne, su olor. ¡ Amada mía, hermosa mía, levántate y ven! Paloma
mía, que anidas en los oculto de la roca, en lo escondido de escarpados
parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz, porque tu voz es dulce y
hermoso tu aspecto. La esposa y el esposo ¡Cazadnos las zorras esas zorras
pequeñas que destruyen las viñas, nuestras viñas en cierne!. La esposa ¡Mi
amado es mío y yo soy suya! El apacienta entre los lirios. Mientras despunta el
día y huyen las sombras, vuelve, amado mío, como una gacela o un cervatillo
por los montes de beter.
3
Por las noches busque en mi lecho al amado de mi alma; lo busque, mas no lo
halle. Pensé entonces: Me levantare, recorreré la ciudad,
y por calles y plazas buscare al amado de mi alma. Lo busque, mas no lo
halle. Me hallaron los guardias que rondan la ciudad, y les pregunte: ¿Habéis
visto al amado de mi alma?. Apenas me aparte de ellos un poco, halle al amado de
mi alma; me así a el, y no lo deje hasta llevarlo a casa de mi madre, a la
habitación de quien me dio a luz. el esposo ¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
por las gacelas y las ciervas del campo, que no despertéis a mi amor! ¡
Dejadla dormir mientras quiera!. Coro ¿Qué es eso que sube del desierto cual
columna de humo, perfumado de mirra e incienso, y de todo polvo aromático? ¡Vid,
es la litera
de Salomón! Sesenta valientes la rodean, de entre los fuertes de Israel.
Todos ciñes espada y son diestros en la guerra; cada uno lleva su espada al
cinto, por los peligros de la noche. El rey Salomón se hizo una carroza de
madera del Líbano, con columnas de plata, respaldo de oro y asiento de grana;
su interior, recamado de amor por las hijas de Jerusalén. ¡Hijas de sion,
salid! Ved al rey Salomón con la corona que
le ciño su madre el día de su boda, el día del gozo de su corazón.
4
el esposo ¡Que hermosa eres, amada mía, que hermosas eres! ¡Tus ojos son
como palomas en medio de tus guedejas! Tus cabellos, como manada de
cabras que bajan retozando las laderas de galaad. Tus dientes, como manada de
ovejas que suben del baño recién trasquiladas, todas con crías gemelas,
ninguna entre ellas estéril. Tus labios son como hilo de grana; tu hablar,
cadencioso; tus mejillas, como gajos de granada detrás de tu velo. Tu cuello,
como la torre de David, edificada para armería: de ella cuelgan mil escudos,
escudos todos de valientes. Tus dos pechos, como gemelos de gacela que se
apacientan entre lirios. Mientras despunta el día y huyen las sombras, me iré
al monte de la mirra a la colina del incienso. ¡Que hermosa eres, amada mía!
No hay defecto en ti. Ven conmigo del Líbano, esposa mía; baja del Líbano
conmigo. Mira desde la cumbre del amana, desde la cumbre del
senir y del hermon, desde las guaridas de los leones, desde los montes de
los leopardos. Me robaste el corazón, hermana, esposa mía; me robaste el corazón
con una mirada tuya, con una gargantilla de tu cuello. ¡Cuan hermosa son tus
amores, hermana, esposa mía! ¡Cuantos mejores
que el vino tus amores, y la fragancia de tus perfumes mas que toda
especia aromática! ¡Esposa mía! Tus labios, como un panal , destilan miel;
miel y leche hay debajo de tu lengua, y el aroma de tus vestidos es como la
fragancia del Líbano. Jardín cerrado eres, hermana mía, esposa mía; fuente
cerrada, sellado manantial, vergel de renuevos de granado, de frutos suaves, de
flores de alheña y de nardos, nardo y azafrán, caña aromática y canela, árboles
de incienso y de mirra, áloes y las
mas aromáticas especias. Manantial de los jardines, pozo de aguas vivas que
descienden del Líbano. La esposa ¡Levántate,
aquilón, y ven, austro! ¡Sopla, y mi jardín desprenda sus aromas! ¡Venga mi
amado a su jardín y coma de sus
dulces frutos!.
5
El esposo He venido a mi jardín,
hermana, esposa mía; he recogido mi mirra y mis aromas, he comido mi panal y mi
miel, mi vino y mi leche he bebido. Coro Comed, amados amigos; bebed en
abundancia. La esposa Yo dormía,
pero mi corazón velaba. La voz de mi amado que llama: ¡Ábreme, hermana mía,
amada mía, paloma mía, perfecta mía, pues mi cabeza esta cubierta de roció,
mis cabellos, de la humedad de la noche! Me he quitado la ropa, ¿cómo vestirme
otra vez? Ya me he lavado los pies,
¿cómo ensuciarlos de nuevo?. Mi amado metió su mano por el resquicio de la
puerta y mi corazón se conmovió dentro de mi. Me levante para abrir a mi amado
a mis manos gotearon mirra: ¡De mis dedos corría la mirra sobre el pestillo de
la cerradura! Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido, ya había pasado, y
tras su voz se me salió el alma.
Lo busque, mas no lo halle; lo llame, y no me respondió. Me encontraron los
guardias que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron, me arrebataron el
manto los guardias de las murallas. Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, si halláis
a mi amado, hacedle saber que estoy enferma de amor. Coro ¿Qué es tu amado mas
que otro amado, tu, la mas hermosa entre las mujeres? ¿qué es tu amado mas que
otro amado, para que así nos conjures? La esposa Mi amado es blanco y
sonrosado, distinguido entre diez mil; su cabeza es oro fino; sus cabellos
crespos, negros como el cuervo. Sus ojos, palomas que junto a arroyos de aguas
se bañan en leche, están a la
perfección colocados. Sus mejillas, eras perfumadas con especias aromáticas,
son como fragantes flores; sus labios, lirios que destilan mirra. Sus manos,
anillos de oro engastados de jacintos; su cuerpo, claro marfil cubierto de
zafiros. Sus piernas, columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino; su
aspecto, como el Líbano; esbelto cual los cedros. Su paladar, dulcísimo, y
todo en el codiciable. ¡Tal es mi amado, tal es mi amigo, hijas de Jerusalén!.
6
Coro ¿a dónde se ha ido tu amado,
tu, las mas hermosa entre las mujeres? ¿a dónde se dirigió tu amado, y lo
buscaremos contigo?. La esposa Mi
amado ha dejado a su jardín, a las eras de las especias, a apacentar en los
huertos y recoger los lirios. ¡ Yo soy de mi amado, y mi amado es mío! El
apacienta entre los lirios. El esposo Amada
mía, eres bella como tirsa, deseable como Jerusalén, imponente como ejércitos
en orden de batalla. ¡Aparta tus ojos de mi, pues me subyugan!. Tu cabello es
como manada de cabras que bajan retozando las laderas de galaad. Tus dientes,
como manada de ovejas que suben del baño, ninguna estéril, todas con crías
gemelas. Tus mejillas, como gajos de granada detrás de tu velo. Sesenta son las
reinas, ochenta las concubinas, y las jóvenes, sin numero; mas única y
perfecta es la paloma mía, la única madre, la escogida de quien la dio a luz.
Las jóvenes la vieron y la llamaron Bienaventurada; la alabaron las reinas y
las concubinas. Coro ¿Quién es esta, que se muestra como el alba, hermosa como
la luna, radiante como el sol, imponente como ejércitos en orden de batalla?.
La esposa Baje al huerto de los
nogales a ver los frutos del valle, a ver si brotaban las
vides y florecían los granados. Luego, antes de darme cuenta, mi alma me
puso entre los carros de aminadab. Coro ¡Vuelve, vuelve, silamita! ¡Vuelve,
vuelve, que te veamos!. La esposa ¿Qué miráis en la sulamita?. Coro Que
danza, como en los campamentos.
7
El esposo ¡Que bellos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe! Los
contornos de tus caderas son como joyas, obra de excelente artífice. Tu
ombligo, como una taza redonda donde no falta el buen vino. Tu vientre, como
montón de trigo de lirios rodeado. Tus dos pechos, como gemelos de gacela. Tu
cuello, como torre de marfil; tus ojos, como los estanques de hesbon junto a la
puerta de bat-rabim; tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia
damasco. Tu cabeza erguida, como el Carmelo; como púrpura, tus guedejas: en
ellas, un rey esta cautivo. ¡Que hermosa eres y cuan suave, oh amor deleitoso!
Tu talle, como la palmera; tus pechos, como sus racimos. Yo dije: Subiré a la
palmera y asiré sus frutos. Deja que sean tus pechos como racimos de vid, y
como de manzanas la fragancia de tu aliento. Tu paladar, como el buen vino, que
entra al amado suavemente y corre por los labios de los viejos. La esposa
Yo soy de mi amado, y en mi tiene su contentamiento. Ven, amado mío,
salgamos al campo, pasemos la noche en las aldeas. Vayamos de mañana a las viñas,
a ver si brotan las vides, si ya están en cierne, si han florecido los
granados. ¡Allí te daré mis amores! Las mandrágoras exhalan su aroma, y a
las puertas hay toda suerte de
deliciosas frutas, frescas y secas, que para ti, amado mío, he guardado.
8
¡Ah, si fueras tu un hermano mío, criado a los pechos de mi madre!
Cuando te hallara fuera de casa, te besaría, y no me menospreciarían. Te
llevaría y te haría entrar en casa de mi madre; tu me enseñarías. Yo te daría
a beber vino aromado con licor de mis granadas. Su izquierda este debajo de mi
cabeza; con su derecha me abrace. El esposo ¡ yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
que no despertéis a mi amor! ¡Dejadla dormir mientras quiera!. Coro ¿Quién
es esta que sube del desierto, recostada sobre su amado? El esposo Debajo de un
manzano te desperté; donde tuvo tu madre los dolores, donde tuvo los dolores
quien te dio a luz. La esposa Ponme
como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte
como la muerte es el amor y duros como el seol los celos. Sus brasas son brasas
de fuego, potente llama. Las muchas aguas no podrán apagar el amor ni lo
ahogaran los ríos. Y si un hombre
ofreciera todos los bienes de su casa a cambio del amor, de cierto seria
despreciado. Epilogo Tenemos una
pequeña hermana, que no tiene pechos; ¿Qué haremos con nuestra hermana cuando
ella se hable? Si fuera una muralla, edificaríamos sobre ella un palacio de
plata; si fuera una puerta, la recubriríamos con tablas de cedro. Yo soy como
una muralla, y mis pechos, como torres. Ante sus ojos he sido como quien ha
hallado la paz. Salomón tuvo una viña en baal- hamon, y la encomendó a unos
guardas, y cada uno le llevaba por su fruto mil monedas de plata. ¡Mi viña, la
mía, esta delante de mi! ¡Que las mil monedas sean para ti, Salomón, y
doscientas para los que guardan el fruto! Tu,
que habitas en los huertos, los compañeros escuchan tu voz. ¡Házmela oír!
¡Corre, amado mío, como la gacela o el cervatillo, por las montañas llenas de
aromas!.