Interpretación y reelaboración del capítulo por cada alumno

Paloma Delgado Paola Gregorio Raúl Ansón Rogelio Sancho
Lola Goyanes Lorena Ortínez Pablo Luis Pablo Miguel
Javier Cebollada Javier Mellado Jennifer Alves Lara Ibáñez
Elena Pérez Elisa Zamora Félix Grafulla Irene Serrano
Clara Solozábal Daniel Ceresuela Dorita Garrido Elena Maicas
Alberto Gimeno Ana Arteaga Ana M Gutiérrez Celia Delgado

La princesa Micomicona y su séquito estaban muy cansados y decidieron quedarse a dormir en la misma venta donde se había producido el manteamiento de Sancho.

Don Quijote quiso ir a dormir pronto, pero Sancho, no y se queda a cenar con el resto de personajes.

Acaban la cena que el ventero les había preparado y en la sobremesa hablan de libros de cabalerría.

-         Pues yo sólo tengo dos o tres, pero son muy entretenidos – dice el ventero.

-         Deberían quemarlos todos, son una bobada – dice el cura.

-         ¡¿Pero, qué dices?! ¿No sabes la historia del príncipe Felixmarte que mató a un dragón de ocho cabezas con su lanza? ¿Y no sabes tampoco la del caballero que estranguló a un dragón con sus mismas manos?

-         Es imposible, los dragones no existen – replicó el cura.

De pronto se oye un aaaah a lo lejos. Es Sancho que viene pidiendo ayuda:

-         ¡Ayudadme! ¡Mi señor Don Quijote ha matado a un gigante! ¡Subid y contemplad la sangre que hay derramada en la habitación y la cabeza cortada del mismo gigante!.

El ventero ya se estaba imaginando los odres de vino acuchillados y toda la habitación llena de su gran reserva tirado por los suelos.

Subieron toodos a la habitación de la venta y vieron a Don Quijote en cueros, tan sólo vestido con un camisón corto con las dos piernas al aire y empuñando una espada con los ojos cerrados chillando:

-         ¡Lucha, si puedes, caballero! – decía con los ojos cerrados.

El ventero se lió a puñetazos con Don Quijote para despertarlo.

Entonces, Maese Nicolás le tiró un cubo de agua, Don Quijote despertó, limpiaron todo y el ventero les hiizo pagar los odres y todos se marcharon a descansar

 

Paloma Delgado Garza

__________________________________

Después de pasar la noche al raso, la princesa y sus secuaces pararon a descansar en una venta, en la cual habían manteado a Sancho la última vez

Don Quijote pidió irse a acostar y la ventera le preparó su aposento.

Mientras, los demás cenaban:

-         A mí, a veces me dan ganas de echarme al monte y pelear contra dragones – comentaba el posadero.

-         Eso son todo una sarta de mentiras – protestaba el cura.

-         ¡Qué dices!, buen hombre, ¿no te acuerdas cuando Felixmarte mató a cinco gigantes y Cirongiglio estranguló a un dragón con sus manos? – seguía diciendo el posadero.

-         ¡Venid, corred, mi señor necesita ayuda! – interrumpió Sancho.

-         ¡Corred, que está peleando!. Y si no os lo creéis, mirad la sangre en el suelo y la cabeza del tamaño de un odre de vino – seguía gritando.

-         ¿No serán los odres que Don Quijote tiene en la cabecera, verdad? – repetía el ventero una y otra vez.

Todos iban corriendo hacia el aposento del tal caballero andante y cuando cruzaron la puerta lo vieron en camisa, con las piernas al aire y, lo más impresionante, hablando con Pandafilando.

Como Don Quijote no paraba de pelear el ventero se tiró a su cabeza y empezó a pegarle como si fuera un dragón; los demás intentaron separarlo, pero, como no pudieron, maese Nicolás le tiró un gran jarrón de agua mientras Sancho buscaba la cabeza de Pandafilando para conseguir la ínsula prometida.

Paola Gregorio Lavilla

___________________________

Una noche al aire libre Don Quijote y Sancho decidieron descansar en una posada, pero Sancho se negó porque la última vez le hicieron una broma pesada, que parece que no le gusta mucho.

Don Quijote, ya dentro de la posada, decide irse a dormir por el cansancio de las múltiples aventuras que había tenido que superar acompañado de Sancho, que igualmente estaba cansado. Los que ya estaban en la posada decidieron comer, aprovechándose de que Sancho y Don Quijote no se encontraban con ellos.

El ventero decide hablar de libros de caballería andantes apoyándolos y expresando sus ideas de forma positiva, al contrario que el cura que los criticaba diciendo bien claro que eran bobadas y nada más que eso. El ventero contaba que a veces le hubiera gustado salir a la calle luchar contra todo tipo de maldades que se hacen en el mundo. El cura, malhumorado, le contestó que no existe ningún tipo de sus personajes imaginarios.

De repente Sancho apareció corriendo en la habitación pidiendo ayuda a todos, porque Don Quijote se estaba peleando con un gigante de un nombre que ahora no me acuerdo. Es cuando entran éstos y ven a Don Quijote en camisón, con las piernas al aire y más pelos que suciedad. Estaba rompiendo los odres de vino del ventero a espadazos, y lo más increíble es que tenía los ojos cerrados, con lo cual se encontraba dormido. Mientras, Sancho buscaba por el suelo la cabeza del supuesto gigante pensando que, si no la encontraba, no tendría la oportunidad de ser gobernador en la isla Barataria.

El ventero, de lo más enfadado, cogió a Don Quijote y le empezó a pegar puñetazos en la cara sin control. Menos mal que el cura y el barbero le agarraron los brazos del ventero, porque, si no lo hacían, Don Quijote fallecería en ese mismo instante. El cura le echó a Don Quijote una jarra de agua para que se despertara, y Don Quijote, ya despierto, seguía estando igual de loco que cuando estaba dormido.

El cura y el ventero intentaron calmar al ventero explicándole que le pagarían todo lo que había sido destruido. El ventero se relajó y dejó de gritar, aunque viendo todo el vino que habían derrochado en el suelo, aún le quedaba un poco de furia en su interior... Don Quijote se echó a la cama y se durmió profundamente...

 

Raúl Ansón Colla

__________________________

Tras pasar la noche al raso, todos decidieron descansar menos Sancho y los otros personajes.

En la posada Don Quijote se fue a acostar mientras que los demás se sentaron y hablaron de lo loco que estaba Don Quijote y de los libros de caballería.

Comienzan a cenar y en la sobremesa el ventero dice:

-         ¡Yo querría echarme al monte!. Además tengo muchos libros de caballeros andantes en esta posada. Disfruto mucho cuando mis clientes los leen en voz alta.

-         ¡Eso son bobadas! – dijo el cura

-         ¡Esos libros tendrían que quemarse! – volvió a decir el cura.

Entonces el ventero dijo:

-         ¡Eso es verdad, tanto como que Felixmarte mató a cinco gigantes! ¡O Cirongiglio que mató a un dragón con sus propias manos ahogándolo!.

-         ¡Qué dragones ni qué pamplinas!. Los dragones no existen – dijo el cura.

En esos momentos Sancho vino pidiendo ayuda para su amo para acabar de derrotar a un gigante degollado.

El ventero ya pensando lo peor previó que eran sus odres de vino.

Todos subieron al aposento y vieron a Don Quijote degollando a todos los odres de vino. Estaba en camisón y con sus piernas peludas al aire. Todos lo ven hablando con Pandafilando, un gigante (pensaba que los odres eran Pandafilando)

El ventero le dio una somanta de palos, pero los separaron el cura y el barbero.

Pero en esos momentos Ámese Nicolás le tiró a Don Quijote un jarrón de agua para que Don Quijote despertara del sueño que tenía.

Mientras tanto, Sancho buscaba la cabeza del gigante que su había matado. Iba a gatas y pensando que la encontraría y ya se veía gobernador de alguna isla.

A continuación el ventero dijo:

-         ¡Me tendréis que pagar todos los odres de vino!

El cura y el barbero dijeron:

-         Le pagaremos todos los odres de vino cuesten lo que cuesten, es decir, sin regatear...

Rogelio Sancho Esteban

__________________________

  Una de las noches en que D. Quijote deseaba descansar Sancho se negaba ya que era en esa misma posada donde la princesa y sus secuaces la habían manteado

Aún con todo, se dirigieron a la venta. Don Quijote se dirigió rápidamente a la cama . el cura, el barbero y Maritornes se quedaron de sobremesa comentando la locura de Don Quijote y los libros de caballería.

-         Yo tengo algunos – comentaba el ventero – y no veas cómo disfrutan los clientes cuando los leen. A veces me dan ganas de salir por ahí en busca de malvados.

-         Yo prefiero las tramas – comentó Maritornes – en las que el caballero sienta a su dama bajo un naranjo y le confiesa todo su amor.

-         ¡ Lo mejor que se podría hacer con esos libros es quemarlos ¡ - dijo el cura.

-         ¡Están llenos de disparates! – prosiguió el cura.

En esto estaban cuando llegó Sancho gritando como un condenado.

-         ¡Ayuden a mi señor que está luchando con un gigante!. Si entran verán la cabeza en una esquina, que es tan grande como un cuero de vino y la sangre está derramada por el suelo.

Esperando lo peor los tres acompañados por Sancho se dirigieron a la habitación de Don Quijote. Lo encontraron atravesando cueros de vino, con camisa, lo que permitía ver unas flacas y sucias piernas. Pero lo que hacía notar que estaba dormido eran sus ojos, pues los tenía cerrados.

En poco tiempo en esa habitación un lío impresionante. Don Quijote gritaba a un supuesto gigante, el ventero echaba maldiciones y juraba que le pagarían los daños causados y Sancho, a gatas, buscaba la cabeza del gigante.

-         Mi princesa Micomicona, ya he matado a ese gigante – dijo Don Quijote a las faldas del cura.

-         ¡ Allá voy, ínsula Barataria! – gritó Sancho.

Algo más atrde entre el cura y el barbero consiguieron acostar a Don Quijote y calmar al ventero diciéndole que pagarían sin regatear lo que costasen los cueros de vino.

 

Lola Goyanes

____________________________________

Deciden descansar Don Quijote y Sancho, aunque Sancho no quiere porque le mantearon una vez. Pero Don Quijote lo convence.

Don Quijote se acuesta pronto porque está cansado, pero los señores de la posada estaban cenando y luego hablan de Don Quijote y de que estaba loco.

Más tarde Sancho va a la mesa muy alborotado.

-         ¿Qué pasa? – dijo el cura.

-         Don Quijote ha matado a un gran dragón – dijo sancho – parecido a un odre de vino.

El ventero se preguntó:

-         ¿No será que está rompiendo los odres de vino que hay a la cabecera de la cama y la sangre será el vino? – dijo el ventero.

-         De repente todos fueron al cuarto de Don Quijote a ver lo que pasaba y vieron todo el cuarto lleno de “sangre – vino.”

-         ¿Se puede saber lo que has hecho, Don Quijote? – preguntó el ventero.

-         He matado al dragón más fiero – contestó Don Quijote.

El ventero se abalanzó sobre Don Quijote, pero el cura y el barbero los separaron.

Poco después Don Quijote vio la sotana del cura, le pareció el vestido de una dama y el cura se quedó sorprendido.

Poco después el cura y el barbero durmieron a Don Quijote.

Lorena Ortínez Viamonte

 

_________________________

Don Quijote y sus amigos buscaban refugio.

Decidieron pasar la noche en una posada, aunque esto no le gustaba a Sancho.

Don Quijote se acostó pronto porque quería dormir. Los demás después de comer estuvieron comentando cómo eran los libros de caballería.

El ventero dijo:

-         A mí los libros de caballería me encantan, me dan ganas de ir al campo y matar algún dragón. Yo tengo dos o tres libros de caballería y me gusta que los huéspedes me lean alguno.

-         Eso son sólo bobadas, habría que quemarlos – dijo el cura.

-         De bobadas nada. ¿O también son bobadas que Felixmarte de un movimiento de espada cortó la cabeza a cinco gigantes, y que Gironciglio estranguló a un dragón con sus propias manos? – dijo el ventero.

-         En ninguna parte del mundo se ha visto un dragón – afirmó el cura.

Entonces llegó Sancho fatigado diciendo:

-         Don Quijote ha cortado la cabeza de Pandafilando que es igual que los odres de vino y está rodeada de sangre.

-         Seguro que la cabeza son mis odres y la sangre, el vino – dijo el ventero.

Se levantaron de la mesa y fueron al aposento.

Don Quijote daba espadazos al aire, estaba en camisa.

Don Quijote le dijo a los odres:

-         ¡Malandrines, aquí acaban vuestras fechorías!

El ventero le dio unos cachiporrazos a Don Quijote. Si no llega a ser por el barbero, Don Quijote se queda sin cabeza.

Ámese Nicolás le tiró a Don Quijote una jarra de agua fría para que se despertase.

Sancho buscaba la cabeza de Pandafilando para que le dieran el trono en la Ínsula Barataria.

El barbero y el cura pagaron los odres al ventero.

 

Pablo Luis Rúa

 ___________________________

Tras un largo día el barbero, el cura, don Quijote y Sancho descansan en una posada.

Mientras don Quijote duerme, los demás hablan en la sobremesa de los libros de caballeros andantes de don Quijote.

El cura opina que son una bobada, y dice así:

-¡Yo creo que estos libros hay que quemarlos, volvieron loco a don Quijote, y lo que pone en ellos no es verdad!

Poco más tarde, entra el ventero diciendo:

-         Entonces, ¿no es verdad que Felixcuarte mató a un par de gigantes? ¿O que Cirangiglio estranguló a un dragón con sus propias manos?

 Y responde el cura:

-         ¿Pero no sabes que no han existido dragones ni gigantes?

Después de la pelea, viene Sancho Panza pidiendo ayuda porque su amo está peleando contra  gigantes y dice:

-         ¡Esta vez no me lo invento, porque hay hasta sangre!

El ventero lastimado dice:

-         Ya entiendo todo, ¡ está rajando a mis odres y la sangre, es mi vino!

Cuando llegan al aposento de don Quijote lo ven en camisón, con su espada matando al gigante llamado Pantafilando.

Don Quijote está en camisón, con las piernas al aire ...

Sus piernas son flacas y muy peludas, tanto como un moño.

-         ¡Se os han acabado vuestras fechorías, gigantes porque vais a morir!

Todos los presentes en la sala se estaban partiendo de risa, bueno, el ventero no, ya que se le había desparramado el vino y Sancho tampoco porque estaba a gatas buscando la cabeza del gigante.

-         ¡Si no la encuentro ya me puedo despedir de mi ínsula! 

Poco más tarde cuando don Quijote se durmió, le dicen al ventero, el cura y el barbero:

-         Le pagaremos lo de sus odres de vino sin regatear!

Pablo Miguel Gil

____________________________

Un día por la tarde, ya tarde, la princesa Micomicona y sus secuaces decidieron descansar en una posada. En esta misma posada Sancho Panza ya había estado hacía poco y como le mantearon (cosa que no le agradó) no le apetecía mucho volver allí. Sin escuchar las quejas y lamentos de Sancho decidieron descansar.

Como ya he dicho, era tarde y, mientras, Don Quijote decidió echarse a dormir; los demás cenaron y cuando ya iban por la sobremesa el posadero comentó que tenía tres libros de caballería y que disfrutaba mucho acda vez que le leían un trozo. El cura respondió que todo eso eran trolas. El posadero, indignado, le dijo que Felixmarte había rebanado cinco cabezas de gigantes de una sola tajada y que Cirongiglio había ahogado a un dragón con sus manos, a lo que el curo respondió que no existían.

En esas estaban cuando apareció Sancho y les dijo que Don Quijote había matado a Pandafilando, pero el cura respondió que estaba lejísimos. Sancho insistión en que subieran, que le había cortado la cabeza y que era del tamaño de los cueros de vino y que había sangre por el suelo.

El ventero, suponiendo que Don Quijote había destrozado los cueros de vino que tenía encima de la cama, subió con todos.

Encontraron a Don Quijote en camisón destrozando los odres de vino y gritándoles que no huyeran. Estaba todavía dormido. El ventero saltó encima de él y le empezó a pegar puñetazos en la cabeza y de no ser por el cura y el barbero le habría molido. Don Quijote seguía dormido y le echaron agua fría para que despertara.

Al ver la sotana del cura, Don Quijote la confundió con las faldas de la princesa Micomicona y se arrodilló ante él y le dijo que el gigante ya había muerto.

Mientras pasaba esto, sancho estaba buscando la cabeza del gigante para recibir la ínsula Barataria.

El cura y el barbero prometieron al ventero que le pagarían exacto lo que valieran los vinos. Durmieron rápido a Don Quijote y volvieron a acabar la sobremesa...

 

Javier Cebollada Orús

___________________________

La princesa y sus secuaces deciden descansar en la venta donde habían manteado a Sancho, por lo que éste no quería ir allí.

Don Quijote se acostó pronto y , mientras tanto, abajo hablaban de libros de caballería y de la locura de Don Quijote.

-         Si por mí fuera iría al monte a matar dragones y gigantes – dijo el ventero.

-         Eso son bobadas, deberíamos destruir esos libros – respondió el cura.

-         ¿Y qué pasa con Felixmarte, el que rebanó la cabeza a cinco gigantes de una estocada; y con Cirongiglio, el que mató a un dragón sin utilizar armas.

-         Por muy lejos que et fueras nunca encontrarías un dragón – dijo el cura.

De repente viene sancho y dice:

-         Don Quijote está atacando a Pandafilando y ha llenado la habitación de sangre y le ha cortado la cabeza que es como un odre de vino.

En ese momento el ventero pensó en los odres de vino y fueron todos a la habitación de Don Quijote y se lo encontraron en camisón atacando a los odres de vino y con los ojos cerrados.

Mientras tanto Sancho buscaba la cabeza del gigante para conseguir su ínsula Barataria.

Entonces Don Quijote se arrodilló y dijo:

-         Princesa, he vencido al gigante.

Entonces el ventero le empezó a pagar, pero el cura y el barbero los separaron.

Maese Nicolás le tiró agua a Don Quijote para que se despertara...

 

Javier Mellado

 

_____________________________

Don Quijote y compañía decidieron parar a descansar aunque a Sancho no le apetecía, por la faena del otro día.

Don Quijote pidió una habitación a la ventera, pero a cambio tenía que pagar.  Don Quijote se durmió pronto.

Mientras don Quijote dormía, los demás al mismo tiempo que cenaban, el cura, el ventero, Maese Nicolás y el resto hablan sobre libros de aventuras

que don Quijote había leído.

Entonces, el ventero dice:

- yo  solo tengo 2  ó 3  libros de aventuras, pero, algún día de estos voy a ir en busca de aventuras.

Pero el cura no está de acuerdo y dice:

-         Eso son bobadas,¿ acaso existen los dragones?

 Maritornes da su opinión:

-         A mí lo que mas me gusta es cuando el príncipe le dice palabras de amor a la princesa de debajo de un árbol.

El cura vuelve a hablar:

-         Lo mejor sería quemarlos antes de que os coma el cerebro, como a Don Quijote.

El ventero vuelve a hablar:

-         Pero, ¿acaso no habéis oído hablar del hombre que cortó la cabeza de cinco dragones con su espada y de Felixmarte que estranguló a uno con sus propias manos?.

Pero, de repente, Sancho entró en el comedor y dijo:

-         Ayudadme. Mi señor ha cortado la cabeza de Pandafilando como un nabo.

-         Es imposible, el gigante Pandafilando está en la otra parte del mundo – dijo el cura.

-         Pues venid y mirad cómo la cabeza del gigante se encuentra en el suelo y ved también el charco de sangre que se extiende por el suelo – dijo Sancho.

El ventero se imaginó que Don Quijote le había roto algunos de sus odres de vino que había al lado de su cama.

Corrieron hasta la habitación de Don Quijote y lo vieron en camisón, con las piernas desnudas y llenas de pelos y con la espalda en alto agitándola con los ojos cerrados.

Y Don Quijote decía:

-         Pelea, malandrín.

El ventero, al ver que sus odres estaban destrozados empezó a darle puñetazos en la cabeza. Si no hubiera sido por el cura y el barbero que los separaron, Don Quijote se hubiera abierto la cabeza por los puñetazos del ventero.

Pero Don Quijote no abría los ojos y Maese Nicolás le tiró agua fría.

Mientras, sancho buscaba a gatas en el suelo la cabeza del gigante.

Después de todo aquel jaleo, los demás intentaron calmar al ventero que decía una y otra vez:

-         Me tenéis que pagar todos los odres rotos.

Al final, Don Quijote se quedó dormido profundamente...

Jennifer Alves

 

______________________________

Don Quijote se acostó y los demás fueron a cenar.

Luego en la mesa todos hablaban.

El ventero dijo:

-         A mí me gustaría ir al monte y hacer como hacen los caballeros andantes.

-         A mí me parecen una bobada, además de que secaron el cerebro de Don Quijote – dijo el cura.

Luego vino Sancho y dijo:

-         ¡Ayuda!, Don Quijote se ha peleado con unos gigantes. (En realidad eran odres de vino)

-         ¡Ay, ay!, como sean los cueros de vino que estaban a los pies de la cama... – exclamó el ventero asustado.

Luego fueron al aposento y vieron a Don Quijote en camisa y con las piernas al fresco todo peludas y hablando dormido.

Luego el ventero pega a Don Quijote y el cura y el barbero los separan. Luego acuestan a Don Quijote y pagan al ventero sus odres...

Lara Ibáñez Durán

 

____________________________________

Después de pasar la noche al raso decidieron ir a dormir a la venta en la que mantearon a Sancho, razón por la que éste no quería volver.

Don Quijote, debido a su cansancio, pidió acostarse. El ventero le preparó el mismo aposento que la otra noche, a condición de que le pagase.

Los demás, después de comer, hablaban en la sobremesa de la locura de Don Quijote y de libros de caballería.

-         Yo tengo tres libros de caballería – decía el ventero, - me dan ganas de echarme cualquier día de éstos al monte y comenzar a buscar dragones y gigantes.

-         Eso sólo son bobadas, lo que dicen esos libros no es verdad, habría que quemarlos – replicó el cura.

Estas palabras del cura no le gustaron mucho al ventero:

-         ¿Sí?. ¿Y qué me dices de Felixmarte que cortó el cuello de cinco gigantes, o de Cirongiglio que estranguló a un terrible dragón con sus propias manos?.

-         Pero, si no existe ningún dragón en el mundo...

Esto decía el cura a la vez que venía Sancho pidiendo ayuda:

-         Venid a ayudar a mi amo que está luchando contra el gigante Pandafilando, yo mismo he visto cómo le cortaba la cabeza y caía en un lado en un lado de la habitación, como un odre de vino.

-         ¡Que me maten si no está acuchillando mis odres! – dijo el ventero al oir esto.

Todos fueron al aposento y vieron a Don Quijote en camisa, con sus flacas y peludas piernas hablando con los odres.

El ventero empezó a pegar a Don Quijote por romper sus odres. Consiguieron separarlos y Maese Nicolás arrojó una jarra de agua en la cabeza de Don Quijote.

Sancho buscaba la cabeza del gigante por toda la habitación, pensando que, si no la encontraba, se quedaría sin ínsula.

Al final, consiguieron volver a meter a Don Quijote en la cama, quien se quedó dormido al instante, y prometieron al ventero pagarle los odres de vino sin regatear.

Elena Pérez

 

___________________________________

Una bella princesa y sus súbditos cogieron una una manta y mantearon a Sancho, pero esto no le gustó. Mientras tanto, Don Quijote subió a los aposentos de la posada donde estaban alojados a descansar. Sancho, cansado de tanto subir y bajar se fue con él.

Los otros se fueron a cenar y a hablar de libros de caballería. El barbero quería ser el valiente “Valentino de Roma”. El panadero quería ser “Lobetino de Londres”. El sastre pensaba que vencería al dragón más temido y se casaría con la princesa Mariata y tendría diez hijos.

-         ¡¿Pero, cómo podéis creer esas chorradas!?. Los libros de caballería son libros llenos de fantasía.

-         ¿Cómo pueden existir dragones? – dijo el cura.

En ese instante salió de la habitación Sancho muy alarmado, chillando:

-         ¡Corred, corred!. Mi señor le ha cortado la cabeza al gigante y hay sangre por toda la habitación.

-         ¡Eso es imposible! – dijo el barbero.

-         ¡Que sí, que sí! Que la cabeza parece un bidón de vino y la sangre parece vino. Venid a verlo – dijo Sancho muy seguro.

Todos subieron corriendo a la habitación de Don Quijote. Al subir se encontraron con Don Quijote en camisa luchando contra unos odres de vino. Rápidamente lo despertaron y lo volvieron a acostar en la cama, prometiéndole al posadero que le pagarían todos los odres rotos.

 

Elisa Zamora Martínez

 

_______________________________

Tras pasar la noche a la intemperie, el grupo decidió ir a una posada en la que ya habían estado y en la que anteriormente habían manteado a Sancho.

Nada más llegar, Don Quijote pidió acostarse; la posadera lo alojó en la misma habitación donde había estado, a condición de que le pagase.

El resto, después de cenar, en la sobremesa, charlaron sobre los libros de caballería y sobre lo loco que estaba Don Quijote.

El ventero intervino:

-         Pues yo tengo dos o tres libros de esos y disfruto mucho cuando alguno de los que vienen a esta posada lee alguno de ellos frente al fuego.

-         Esos libros son una sarta de boabadas – dijo el cura.

-         ¿Es mentira que Felixmarte rebanó la cabeza de cinco gigantes, y que Cirongiglio estranguló con sus manos a un dragón? – pregunto el ventero.

-         Sí, es mentira – respondió el cura.

De repente llegó Sancho didiendo:

-         ¡Ayuda, ayuda!, mi amo acaba de matar al gigante Pandafilando, he visto la cabeza de ese monstruo, tiene el tamaño de un odre de vino.

-         ¡Ay!, que me maten si ese loco no está arremetiendo contra los cueros de vino que hay en su habitación.

Subieron corriendo las escaleras y vieron a Don Quijote en camisón, luchando contra los cueros.

El ventero se lanzó y empezó a pegar a Don Quijote.

Sancho buscaba la cabeza del monstruo, el cura y el barbero separaron a Don Quijote y al ventero y prometieron a éste que le pagarían lo que costasen esos cueros.

Don Quijote, confundido, le dijo al cura, mientras sancho buscaba la cabeza:

-         Tranquila, princesa Micomicona, ya he matado a esa fiera, ahora está a salvo.

Ámese Nicolás le echó a Don Quijote un jarro de agua fría para que despertase...

Félix Grafulla Urbón

 

_________________________________

Tras pasar la noche al aire libre, la princesa Micomicona y sus seguidores habían decidido quedarse en una venta. Sancho no quería pero le obligaron.

Don Quijote pidió un aposento. La ventera le preparó la cama, pero con la condición de que le pagara.

Don Quijote se echó a la cama y los demás comieron y hablaron sobre libros de caballerías.

El ventero decía que le gustaba que sus huéspedes le leyeran libros de caballería.

-         Ahora me lanzaría yo al monte – decía el ventero emocionándose.

El curo dijo con desprecio: - Esos libros están llenos de disparates, ¡hay que quemarlos!.

De repente, salió Sancho del aposento diciendo: - Don Quijote, mi señor, le ha cortado la cabeza a Pandafilando. La cabeza de Pandafilando es tan grande como un cuero de vino.

El ventero, al oírlo dijo: - ya sé lo que está pasando; está dando cuchilladas a los toneles de vino que hay a la cabeza de su cama, piensa que es Pandafilando.

Entró corriendo el ventero y se tiró encima de Don Quijote. El barbero y el cura los separaron.

Don Quijote confundió la sotana del cura con la espalda de la princesa y le decía: - ya he matado a Pandafilando.

El barbero y el cura durmieron a Don Quijote y le dijeron al ventero que le pagarían los destrozos.

Irene Serrano

____________________________

Todos deciden volver a la posada, pero esta vez tendrán que pagar por dormir en ella.

Deciden descansar, pero sancho no quiere; Don Quijote se va a la cama y se duerme en un segundo.

Los demás deciden comer y charlar en la sobremesa; hablan de libros de caballería y el ventero dice que él tiene unos tres y que quiere echarse al monte como los caballeros andantes.

El cura contesta que los libros de caballeros andantes son una serie de bobadas, pero el ventero le responde que hace tiempo Felixmarte mató unos cuantos gigantes y les cortó la cabeza.

El cura dice que no existen ni los dragones ni los gigantes.

Al segundo, viene Sancho corriendo y pide ayuda.

- ¡Mi señor ha matado a un gigante y le ha cortado la cabeza; se ve la sangre la sangre por el suelo!

Clara Solozábal

 

________________________________

La princesa Micomicona y sus seguidores deciden dormir en la venta donde habían manteado a Sancho; por lo tanto Sancho no quería parar.

Don Quijote quiso irse a dormir temprano. Los demás se fueron a cenar y en la sobremesa hablaron de libros de caballería.

El cura dijo que esos libros sólo decían tontadas.

El ventero dijo que él tenía dos ó tres libros y que le gustaban; también dijo que tendría ganas de echarse al monte y matar un dragón.

Después preguntó si acaso no era cierto que un caballero mató a un dragón estrangulándolo con sus propias manos y que otro mató a cinco gigantes.

Y de repente apareció Sancho diciendo que Don Quijote había matado a un gigante cortándole la cabeza como a un nabo y que la cabeza del gigante era como un odre de vino.

Cuando fueron a ver a Don Quijote que estaba en camisa y se le podían ver sus piernas, estaba soñando y luchando contra los odres de vino; entonces el ventero se enfureció por la pérdida del vino y se puso a pegar a Don Quijote.

El cura y el barbero fueron a separarlos pero aún así Don Quijote no se despertó y cuando despertó le costó mucho acostarlo.

El cura y el barbero prometieron pagarle el vino al ventero sin regatear...

Daniel Ceresuela Salvoch

 

___________________________________

Tras pasar una noche al raso, Don Quijote y sus secuaces fueron a descansar. Al llegar, Don Quijote pidió un aposento para poder dormir, pues estaba muy cansado.

Mientras éste dormía, los demás se fueron a cenar, y se pusieron a hablar en la sobremesa de la locura de D. Quijote y también de libros de caballerías que lo volvieron loco.

El posadero dijo que tenía algunos libros de caballería. Éste, el posadero dijo sobre los libros y sus historias:

-         A veces, dan ganas de pegarle un guantazo a dragones y gigantes...

Otro de los personajes dijo:

-         A mí lo que más me gusta de esas historias es cuando el caballero se sienta al lado de su dama y le susurra cosas bonitas bajo un sauce llorón.

-         Esa es una sarta de mentiras y sandeces, esos libros tendrían que ser quemados – dijo el cura.

-         No es cierto, los caballeros y los dragones existen – respondió el ventero.

Mientras éstos estaban discutiendo, Sancho Panza vino muy preocupado y alterado diciendo:

-         Ayudad a mi señor Don Quijote, que está luchando contra el gigante Pandafilando. Le ha cortado la cabeza y hay un gran charco de sangre en el suelo.

Al oír aquello el ventero se sobresaltó y dijo alarmado:

-         ¡Ojalá que vuestro señor D. Quijote no haya acuchillado los odres de vino y la sangre fuera el vino derramado!.

Inmediatamente todos se dirigieron a los aposentos de D. Quijote.

Al entrar lo vieron en camisón, con las piernas desnudas, más peludas que sucias, y hablando con los odres de vino que según Don Quijote eran Pandofilando.

Cuando el ventero vio el vino por el suelo, se encaramó a Don Quijote y le metió una somantapalos impresionante (y lo más sorprendente era que Don Quijote estaba en su mundo de color y fantasía lleno de gigantes, dragones, princesas, magos, brujas...)

Si el cura y el barbero no llegan separar al ventero de Don Quijote, seguro que no sale vivo de la posada. Y como no despertaba, Maese Nicolás le echó una jarra de agua para que por fin abriera los ojos.

Mientras pasaba esto, el cura y el barbero lograron calmar al ventero de su furia, y éste dijo que Don Quijote le pagaría el vino, pero estos dos amigos le pagaron el vino al ventero y después acostaron a Don Quijote, que, en unos pocos instantes, se quedó profundamente dormido y los demás se pusieron a charlar de nuevo...

Dorita Garrido

_______________________________

Cuando deciden descansar en una posada, sancho se niega profundamente, pero para su desgracia no lo consiguió.

Al entrar Don Quijote decide acostarse, ya que estaba muy cansado. Cuando los demás ya han comido y están sentados a la mesa empiezan a hablar de los libros de caballería.

El ventero dijo:

-         ¡Me encantaría echarme al monte a matar dragones, pues tengo dos ó tres libros de caballería y me gustan bastante!.

-         ¡Eso sólo son bobadas! – dijo el cura.

-         ¿Acaso no es verdad que Felixmarte mató de un espadazo a cinco gigantes, y que Cirongiglio mató a un dragón con sus propias manos? – preguntó el ventero.

-         En este mundo no hay dragones, no existen! – dijo el cura.

Pero en ese preciso instante apareció Sancho que gritaba:

-         ¡Venid a ayudar a mi amo Don Quijote, que está peleando contra un gigante; le ha cortado la cabeza y el suelo está encharcado de sangre.

-         ¡Mis odres, mis odres, son mis odres! – gritó el ventero, que al abrir la puerta de los aposentos de Don Quijote y ver lo que Sancho decía de la sangre, se lanzó encima de Don Quijote y le empezó a pegar puñetazos en la cabeza.

-         ¡Por Dios, está peor Sancho despierto que Don Quijote dormido, pues arrodillado en el suelo está buscando la cabeza del gigante! – gritaba el cura.

-         Al final acostaron a Don Quijote y le prometieron al ventero que le pagarían sin regatear lo que valiesen los odres rotos....

Elena Maicas Muñío

_______________________________

Don Quijote iba cansado junto a Sancho.

Fueron a una posada, por la noche. Se acostaron.

El cura, el barbero y el ventero hablaban sobre libros de caballería.

El ventero decía que le gustaban, sobre todo cuando alguien se los leía en voz alta.

-         A mí me parecen una sarta de mentiras – decía el cura.

-         ¿Acaso no es verdad que el caballero Cirongiglio ahogó a cinco dragones? – decía el ventero.

-         ¿Acaso se ha visto algún dragón en el mundo? – decía el cura.

En ese momento salió Sancho pidiendo ayuda porque su amo se estaba peleando con el gigante Pandafilando al que había cortado la cabeza y que éste era de grande como un odre de vino.

El ventero pensó que lo que estaba acuchillando eran sus odres de vino. Subieron y vieron que Don Quijote estaba soñando despierto y que luchaba en realidad con los odres: el vino era la sangre.

El ventero saltó encima de Don Quijote; lo iba a matar, pero el cura y el barbero lo detuvieron y le decían que le pagarían los odres de vino que Don Quijote había estropeado.

Maese Nicolás le echó una jarra de agua fría y se despertó y se confundió pensando que la capa que llevaba el cura era la princesa Nicomicona y le dijo:

-         ¡Oh querida, ya he vencido al gigante!

Sancho iba a gatas buscando la cabeza del gigante, pensando en la ínsula Barataria.

El cura y el barbero se reían e intentaron acostar a Don Quijote...

Alberto Gimeno Tirado

_______________________________

Don Quijote y Sancho deciden pasar a descansar, tras una larga caminata, en una venta. Sancho no quería entrar, ya que la vez anterior lo lanzaron como si fuera un artilugio sin importancia hasta caer en una manta. Pero Don Quijote no hizo caso.

Ya dentro, Don Quijote se echó a la cama a cambio de una buena recompensa a la ventera. Mientras, los demás (el cura, el barbero, el ventero...) hablaban sobre libros de caballería que Don Quijote leía.

El ventero comentaba que tenía dos ó tres y que le gustaban mucho. Le gustaría echarse al monte para derrotar a uno de los gigantes que en los libros salían. El cura dijo que eran bobadas ya que todo lo que decían era mentira, y que por eso habría que quemarlos.

-         ¿Es verdad que Felixmarte le cortó la cabeza a cinco gigantes muy hábiles? – preguntó el ventero.

-          ¿Y que Cirongiglio mató a un dragón de un espadazo?

Pero el cura dijo que los dragones no existían y que esos libros eran una tontería. Sancho interrumpió la conversación diciendo que Don Quijote había derrotado a Pandafilando, un gran gigante. También decía que la cabeza de Pandafilando estaba por el suelo y toda la sangre derramada por la habitación.

El ventero se empezó a temer que esa cabeza de aquel gigante pudiera ser uno de sus odres de vino y la sangre, el vino. Éste se enfada tanto que sube seguido de los demás a la habitación de Don Quijote.

Se lo encontraron con una especie de camisón por donde se le veían sus piernas flacas, peludas. Además hablaba con los odres de vino como si fueran partes de un gigante al que acababa de derrotar.

El ventero, enfadado, se dirigió a darle una buena paliza a Don Quijote por haberle rooto sus odres de vino. Pero el cura y el barbero los separaron.

Don Quijote, como estaba dormido y no se enteraba de nada, le dijo al cura:

-         ¡Oh mi amada dama, ya he matado al gigante Pandafilando!.

Al oír esto Maese Nicolás le tiró un jarro de agua fría por encima para que despertase. Mientras, Sancho buscaba la cabeza que creía del gigante, para poder ser gobernador algún día de la ínsula Barataria...

Ana Arteaga Leris

 

____________________________________

Después de que pasara el día, decidieron descansar, pero Sancho no quería. Don Quijote se acostó y todos, cuando terminaron de comer, empezaron a hablar de los libros de caballería.

El ventero dice que tiene libros de estos. El cura decía que estos libros eran bobadas, que los dragones no existían.

Sancho vino corriendo pidiendo ayuda rápidamente.

Van al aposento de Don Quijote y lo ven en camisón, con las piernas llenas de pelos y luchando con los odres de vino.

El ventero quería pegar a Don Quijote.

Todos los demás los separan. A Don Quijote le echan un jarro de agua porque estaba dormido.

Ana María Gutiérrez Parejo

 

_______________________________

Llegaron al fin Don Quijote y los demás a una posada, y, pese a las protestas de Sancho que no quería entrar allí, pues era donde antes lo habían manteado, decidieron entrar a pasar la noche.

Don Quijote le pidió al ventero una habitación para dormir, y el ventero le dijo que se la daría, pero sólo si luego le pagaba los gastos.

Don Quijote accedió a todo, se tumbó en la cama y se durmió...

Mientras, los demás (incluido el posadero) se sentaron a comer y a hablar de los libros de caballería que habían enloquecido tanto a Don Quijote.

El ventero confesó que tenía dos o tres y que le gustaban los espadazos y las batallas que salían en dichas novelas.

La moza que trabajaba en la venta, menuda, chata, tuerta y con joroba, llamada Maritornes, fiel seguidora y creyente de las historias de amor, declaró que su parte preferida era cuando el caballero le susurraba a la dama tiernas palabras debajo de un naranjo.

-         ¡Bah, pamplinas! – se enfadó el cura. - ¡Esos libros le robaron el juicio a mi buen amigo Alonso, por lo tanto, no puede ser nada bueno!. ¡Quemarlos es lo único que tendríamos que hacer con esos libros, quemarlos!.

En estas estaban cuando Sancho bajó corriendo de la habitación de su señor, gritando y gesticulando:

-         ¡Mi señor está luchando contra el gigante Pandafilando!. ¡Y le ha cortado la cabeza de un tajo!. ¡Hay sangre por todas partes!.

El ventero se llevó una mano a la cara:

-         ¡¡Dios mío!!. A que le ha dado que los gigantes son los odres de la cabecera de su cama...

Subieron todos en tromba hacia la habitación de Don Quijote y lo vieron en camisa con las piernas al aire, blandiendo su espada contra los odres de vino, los cuales ya chorreaban líquido por el suelo. Tenía Don Quijote los ojos cerrados, así que supusieron que estaba sonámbulo.

Sancho se puso a buscar por el suelo la cabeza del gigante Pandafilando.

Mientras, el ventero, muy enfadado por lo que había hecho Don Quijote, se abalanzó sobre él y le dio puñetazos y patadas y si no mató fue porque el cura y el barbero lo agarraron y lo separaron de Don Quijote, que seguía sin despertarse hasta que le echaron una jarra de agua fría en la cara.

El pobre Don Quijote, confundiéndola  las faldas de la princesa Micomicona con la sotana del cura, se arrodilló ante él y proclamó con voz solemne:

-         Hermosísima princesa Micomicona, podéis quedar en paz, pues he vencido.

Sancho se puso contentísimo y afirmó:

-         ¡ Hala, venga esa ínsula, que mi señor ya le ha cortado la cabeza a Pandafilando, que lo he visto!

Todos los presentes, viendo y comparando la locuradel caballero y de su escudero, se echaron a reír, y las carcajadas se oyeron en toda la venta.

El único que no se hallaba contento era el ventero, pues se había quedado sin sus mejores reservas de vino y no paraba de maldecir e insultar a Don Quijote...

Celia Delgado Mastral

Página principal

Hosted by www.Geocities.ws

1