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DAVID                                                                                                                 LAZARO                                    

Oyólo don Quijote, y dijo a Sancho:¿No adviertes, amigo, lo que aquel mochacho ha dicho: «No la has de ver en todos los días de tu vida»? Pues bien, ¿qué importa (respondió Sancho) que haya dicho eso el mochacho?

¿Qué? (replicó don Quijote). ¿No vees tú que, aplicando aquella palabra a mi intención, quiere significar que no tengo de ver más a Dulcinea?

Queríale responder Sancho, cuando se lo estorbó ver que por aquella campaña venía huyendo una liebre, seguida de muchos galgos y cazadores, la cual, temerosa, se vino a recoger y a agazapar debajo de los pies del rucio. Cogióla Sancho a mano salva y presentósela a don Quijote, el cual estaba diciendo:Malum signum! Malum signum! Liebre huye, galgos la siguen: ¡Dulcinea no parece!

Estraño es vuesa merced (dijo Sancho). Presupongamos que esta liebre es Dulcinea del Toboso y estos galgos que la persiguen son los malandrines encantadores que la transformaron en labradora: ella huye, yo la cojo y la pongo en poder de vuesa merced, que la tiene en sus brazos y la regala: ¿qué mala señal es ésta, ni qué mal agüero se puede tomar de aquí?

CERVANTES

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