Cervantes
Agobiada por aquella carrera violenta y el calor abrasador ,se decide a descansar en un lecho de flores, que apenas deja percibir un mullido cesped.
Fragmento del Orlando Furioso de Ludovico Ariosto traducción del 1851
Engáñaste en eso -dijo don Quijote-, porque no habremos estado dos horas por estas encrucijadas, cuando veamos más armados que los que vinieron sobre Albraca a la conquista de Angélica la Bella.
CERVANTES