Prensa, vídeos, canciones, imágenes, novedades...al día.
 13 de Marzo 2017


Colección "Serrat Personal" de El Periódico de Catalunya (2007)

1971 - Mediterráneo (7)

"Mediterráneo" Concierto de Joan Manuel Serrat en el Teatro Tívoli de Bcn. 1984

 


Joan Manuel Serrat y el Barça (Actualizado)


MARTIRIO ENTREVISTA A SERRAT

Revista Panorama Internacional
Número 14
7 Septiembre de 1987
Texto de Martirio

Un poquito embargada por la emoción de conocer al cantante que admira desde hace casi treinta años, Martirio — la moderna canción andaluza — ha entrevistado al cantautor catalán Joan Manuel Serrat. En Cádiz. En campo propio y en un momento importante de sus respectivas carreras. Martirio prepara su segundo disco, "Ya estoy mejor", y Serrat, que el viernes actúa en Madrid, tiene ya en la calle su último trabajo.


MARTIRIO ENTREVISTA A SERRAT

El suelo de sintasol desprendía sus puntas al calor de la sombra de la calle Olivar. Yo dormía con mi prima en su sofá-cama. Ella ya trabajaba y tenía un pick-up auténtico. Era la primera vez que venía a Madrid. Tenía 14 años. Mi primo se casaba. Había oído su nombre, me había fijado. Desde un escaparate me llamó y compré el single. Esa carita. Poco antes de que den las diez. Mi padre me miraba, oyendo con mal disimulado pudor provinciano. Sentí, por primera vez, sin miedo, la morbidez, esa calentita que sigo sintiendo hoy, después de 19 años. La misma fibra. Lo bueno. La ternura. Gente. Serrat.

— Tocar fibra. Es un fenómeno que consigues. ¿Cuál es el código secreto que tienen algunos privilegiados de poder llegar con un verso o una melodía directamente a las vísceras?

Así, de momento. Estamos sentados en la cafetería de su hotel, en Cádiz. Por error, ha esperado un poco más de la cuenta, pero viene sonriente y dispuesto. Yo, que aluciné tanto la noche anterior oyéndole en el Pemán, aún no doy crédito de estar allí enfrente con mi cassete de Andorra.

— Tiene que ver con la manera en que la gente se identifica con lo que estás contando, cómo te ven, cómo te imaginan. Ante todo, está la credibilidad que tengas. Que te lo creas. Hay que meterse dentro de la historia, aunque se produzca un hecho mecánico en el escenario que de hecho se produce. Siempre hay que saberle ganar a la mecánica.

— ¿Estás de acuerdo conmigo en que cuando un artista se acomoda pierde el metro de la fuerza?

— En un escenario lo mejor es la serenidad. Es preferible estar tranquilo que nervioso. Pero lo malo es que puedes llegar a montarte en un escenario a pasearte, y es perderle la cara al toro. Ahí te pilla.

— A mí me obsesiona el riesgo, el vilo, el miedo a que las cosas no salgan, pero es mi motor. ¿Qué es para ti la duda?

— Soy partidario. Soy un hombre lleno de dudas. Para mí es un ejercicio mental y vital imprescindible. Dudas a ganar cada día.

— Después de un gran éxito de público, de crítica y una cierta tranquilidad personal, ¿cómo te bajas y empiezas otra vez?

— Es un reto diario que la gente venga. Y cada vez que termino, empiezo. Es como si uno estuviese toda la vida escribiendo la misma canción y no acabase nunca. Si no tuviese el compromiso personal y discográfico de entregar temporalmente un trabajo hecho, nunca me parecería haberlo terminado.

— ¿De qué manera influye la gente en tu vida y en tu trabajo?

— No hay otra cosa. Si soy capaz de escribir es porque la gente está ahí, me cuenta cosas. Yo miro, escucho, siento, participo y hago mías estas cosas con una mecánica y una técnica que es la de hacer canciones, hacemos lo mismo.

— Yo te miro y veo a un trovador.

— Sí, no sé hacer otra cosa. Es un trabajo solitario y duro. Para encontrar algo tienes que sentarte muchos días y enfrentarte a los folios.

— ¿Y el refranero, qué?

— El refranero bien, gracias.

— ¿Son necesarios los escritores para las canciones?

— Yo necesito a los escritores y necesito escribir. Me cuesta, pero es para mí un ejercicio personal.

En el repertorio que lleva este verano le oí canciones que no conocía: "Filtro de amor", un cuentecito que me dejó como muerta, basado en la rana y el príncipe; el irónico tema que da título al disco "Bienaventurados"; la historia del Roxy…

— Presento en los conciertos casi todo el disco. Llevo más de un año y medio pariéndolo.

A mí me gusta, y le auguro, con cara de bruja, más éxito que en los últimos.

— ¿Las letras son tuyas y de Juan Marsé?

— Son mías, menos una canción sobre el poema de Juan Marsé que cuenta la historia del cine Roxy de Barcelona, que derribaron para construir una sucursal bancaria. En la canción, los fantasmas de la cajita de sueños que había sido el cine, se rebelan.

— ¿Cómo ves tú al público?

— Cada día distinto. Más que público, hay una relación entre público y escenario que se muerde la cola. Según estés tú está el público, y viceversa. El hecho determinante es hacerse con la canción. Yo pienso que la música y los olores son de las cosas que más te hacen viajar, te trasladan en tiempo, espacio y sensaciones en un segundo. La gente oye las canciones en un momento de su vida y las hace suyas, y al volver a oírlas revive ese momento.

— ¿A qué edad crees que se va más a los conciertos? Es curioso, yo he visto este verano más gente mayor, que se arregla y se va a un recital con su "Pepe".

— Sí, van viniendo más, pero siguen siendo los jóvenes los que llenan, que son los que están locos por salir a la calle y curiosear. Que es lo que deben hacer, por otro lado. La gente que va menos es la de mi edad.

— ¿Crees en la reencarnación?

— No soy muy crédulo en este tipo de cosas, y sería más optimista eso de prolongarme más en el tiempo y en las cosas; pero sinceramente, no creo.

— ¿Hay que procurar no crearse enemigos?

— Sí, pero es difícil. O bien has de tener muchas tripas y tragar mucho o tienes una actitud injusta con tus amigos. Uno hace muchas cosas y es difícil que llueva a gusto de todos.

— ¿Es necesaria la soledad del artista?

— La soledad voluntaria es imprescindible, pero no es buena la soledad del palo, esa que se siente en el vientre, aun estando rodeado de gente.

— Dicen que el genio se queda indiscutiblemente solo.

— ¡Ah!, no sé: pregúntaselo a un genio.

— ¿Estás hecho para cantar o en el futuro piensas que puedes manifestarte de otra forma?

— Yo nunca pensé que iba a cantar hasta que empecé a hacerlo. Me daba cuenta de que cantando podía darme, expresarme, y también me decidí a hacerlo por cosas más superficiales, como que las niñas se fijaban en el de la guitarra y se ligaba más. Luego vas descubriendo de qué manera puedes comunicarte, volcarte, de lo bonito y lo mágico que es este trabajo. Y te enamoras.

— ¿Supongo que siendo un hombre comprometido habrá mucha gente que te llamará para determinadas causas. ¿Cómo eliges un compromiso?

— Me dejo llevar por la intuición. El subconsciente. No elijo tanto lo que quiero hacer como lo que no quiero hacer. Hay cosas que nunca haría. Manda la tripa.

— Parece que me estoy oyendo, estamos muchos reivindicando la tripa, las cosas que sienten en el vientre.

— Las cosas, para llegar a la cabeza, antes pasan por la barriga. Si intelectualizas todo y le haces caso a la cabeza, a lo mejor se lo haces a una serie de informaciones que están ahí metidas y tienen unas escalas de valores muy discutibles.

— Cuando sientes que no se produce la conexión con el público, ¿cómo lo superas?

— Lo supero haciéndolo mal, pues intentas tirar para arriba y te puedes convertir en una caricatura. Pero esto, de alguna manera, es el coraje, y no se puede discutir a nadie que tenga que usar la rabia para superar su eficacia.

— ¿Ese mismo coraje es el que hace que uno salga adelante, aunque la crítica sea adversa?

— En mi caso lo que más influye es la bronca personal. La lucha conmigo para hacer un trabajo con una calidad dentro de mis límites, claro. La ventaja de los años haciendo lo mismo es que descubres que todo pasa por la prueba del nueve, y sabes dónde están las cosas. Los medios de comunicación mandaban a la gente a Deportes y a Espectáculos. Hoy, los de deportes han aprendido, pero hay muchos de espectáculos que se fijan en cuántas filas han sobrado, o qué camisa llevas, pero desconocen qué tipo de luces, qué instrumentos hay y para qué sirven, la música y la organización del espectáculo en general. Sin embargo, tienen todo el derecho de opinar. Pero la gente acaba dándose cuenta de las cosas de verdad. Si no, aparecerían hogueras, y no hay hogueras en la calle. Cada uno come con lo que puede.

— ¿Quién tiene carisma para ti?

— Cantidad de gente. Yo soy un mitómano. Hay mucha gente a la que miro con amor y admiro, y esto va desde un ciclista a un científico.

— ¿Quién te saca de tu casa, de la música de hoy, para ir a un concierto?

— Tina Turner.

— ¿Qué es para ti ser fiel?

— ¡Uf! Es algo difícil. La fidelidad para mí está unida al respeto, y más unida a las pequeñas que a las grandes cosas.

— ¿Cómo te gusta la mujer?

— La mujer, como el ser humano, me gusta lo más franco (con perdón) posible.

— ¿Te gusta la mujer dulce o agresiva de portafolio?

— La agresividad no me gusta nada. No tengo un tipo determinado de mujer. Me gusta la relación sencilla, la honestidad.

— ¿Qué papel tiene la mujer de un músico?

— El que ella quiera.

— Yo he visto muchos músicos liberales que con sus mujeres y en sus casas tienen otra actitud.

— Eso no pasa en mi banda. La mujer de un músico, teniendo en cuenta el tiempo que tiene que pasar sola y la escasa participación en el trabajo de su marido, no tiene más remedio que, para no quedarse colgada, tener una vida independiente, ser una mujer segura de sí.

— ¿Parte de tu éxito es trabajar siempre con el mismo equipo?

— Para tener una buena relación con algo hay que conocerse a través del tiempo. Cuando la gente se conoce, se respeta o se va. Y el respeto facilita el cariño, y las cosas van para arriba. Y, además, tengo la suerte de trabajar con gente muy buena.

— ¿Crees que es posible que alguien que luche con fe para sacar adelante un trabajo en la música, prescindiendo del "marketing" establecido, sin inversiones esclavizantes o castraciones artísticas puede salir adelante?

— Oigo mucha música en la radio como impuesta por América, Inglaterra… Tienen el oído acostumbrado a eso. Aunque conozco ejecutivos que llevan años trabajando con seriedad. Hay pocos.

— ¿De qué forma te ha influido la música española?

— Desde Juanito Valderrama y Antonio Molina a Concha Piquer, que hemos oído tanto y los llevamos dentro, o los maestros Quintero, León y Quiroga, que hicieron cosas inmejorables. Canciones totalmente acabadas. Si Rafael de León estuviera vivo hoy, en edad de escribir, haría con libertad cosas bellísimas.

— ¿Qué es lo que más deseas hoy?

— Que estuvieran aquí mis niñas, bañándose conmigo en Cádiz.

— ¿Cuál sería el último lugar?, ¿un sitio para despedirte de la vida?

— De eso ni hablar, no pienso, no quiero.

Y le miro, y estoy a punto de acabar. Esa carita, ¡con lo que sabe!

— ¿Cómo sigues teniendo esa cara de bueno?

— ¡Ah! Lo de cara de bueno es de familia.

Y me voy por la piscina, discreta, quitándome la peineta para unirme a su grupo y comer tortilla de camarones.

Material extraído y recopilado de la antigua página de Paco Martín.


Joan Manuel Serrat ha sido, es y será, para varias generaciones de hispanohablantes de uno y otro lado del Atlántico, una parte fundamental de la banda sonora de nuestras vidas.
Joan Manuel Serrat ha estat, és i serà, per a diverses generacions de castellanoparlants d'un i altre costat de l'Atlàntic, una part fonamental de la banda sonora
de les nostres vides.

© Pere Mas Pascual (1997-2017)