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23 de Enero 2017
Coleccionable de El País "En tránsito" (12)
Querer a Serrat...
JUAN CRUZ (El País)
9 NOV 2014.
El restaurante de Buenos Aires donde él recala cuando viene aquí, desde donde
escribo ahora, es un lugar en el que se idolatra a Joan Manuel Serrat. Este
mediodía le están dando en Madrid el premio Ondas; han pasado unas horas desde
que su disco nuevo, Antología desordenada, que iba a llamarse Trencadís, está en
la calle, y su voz (opinando, rememorando) está en todas las emisoras y en todos
los periódicos.
En
las paredes del restaurante él está retratado con los grandes ídolos de la
historia musical, literaria y futbolística argentina, con Borges y con Cortázar,
con Messi y con Maradona, y también con Tomás Eloy Martínez y con Astor Piazzola.
El mesero habla de él señalando para una mesa, como si ahí estuviera Serrat
siempre, “hace un rato estuvo acá”. Como si el Noi del Poble Sec fuera el
muchacho de la Boca, como si él mismo, que ya es veterano, aunque menos que
Serrat, lo hubiera llevado de chico a la escuela.
El suplemento literario de La Nación de Buenos Aires publica este mismo día (el
jueves último) un inmenso reportaje de una de las estrellas del periodismo (y de
la escritura) de acá, Jorge Fernández Díaz. Revela “los secretos de un poeta
plebeyo”. Así acaba, como si reflejara el clima que acabamos de ver en torno al
cantante en su restaurante más querido de la ciudad: “Mientras espero el taxi
suena su ringtone muy cerca: es la voz de Serrat, pero en versión metálica. Para
la libertad, sangro, lucho y pervivo. Para la libertad”.
Ha ahondado tanto en lo que no sabemos decir que sus palabras y su ritmo han
sido instrumento para que lo pudiéramos decir
Durante los años oprobiosos, los argentinos tenían esa melodía en la cabeza
clandestina y en las casas, y era Serrat tan de dentro que ahora, cuando hablan
de él quienes lo evocan o lo describen, abren los ojos como si estuvieran dando
noticias de un pariente. En ese reportaje con que saluda esta mañana la
presencia de Serrat en Argentina y en el mundo hay un relato de lo que ha sido
su modo de decir (canciones, palabras) a lo largo de los años, desde que era un
pibe allá en Barcelona hasta este viaje en el que ahora se ha empeñado, con su
Trencadís que se llama Antología desordenada. En realidad, Serrat ha ido
contando, con su voz y las de los poetas (Machado, Hernández, Benedetti…), la
angustia y la esperanza de un tiempo que, como cantó también su amigo Raimon,
será el nuestro, o un país que no hemos hecho.
El resultado de esa larga excursión íntima por lo que ve y por lo que le afecta
ha sido, en cierto modo, una traslación sentimental de lo que ha ido pasando por
la cabeza de las diversas generaciones que lo abrazan o lo tararean. No se
trata, tan solo, de canciones, pues éstas se pueden oír en la voz metálica de
los taxis; se trata de que Serrat ha ahondado tanto en lo que no sabemos decir
que sus palabras y su ritmo han sido instrumento para que lo pudiéramos decir.
Eso lo ha convertido en compatriota de todos, en España, en Iberoamérica.
Ahora que no sabemos decir lo que nos pasa, en el fragor de lo que pasa,
escuchar a Serrat quizá nos dé el sosiego suficiente para entender que todos
somos de la misma raíz. Esa raíz es la poesía y el acuerdo, la señal de que
entendernos de veras sería otro cantar.
Oír a Serrat es quererlo. Cuando dejo el restaurante al que él va me dan
recuerdos para él. En el altavoz chiquito suena su voz, en catalán ahora.
Joan Manuel Serrat en imágenes.
Vídeo: Joan Manuel Serrat "Vendedor de yuyos.."
Serrat en concierto interpretando la
canción -vendedor de yuyos- Bs. Aires 18-11-05 (Gracias a Adriana Bellomo)
© Pere Mas Pascual (1997-2017)