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24-25 y 26 de Febrero 2017
Joan Manuel Serrat en imágenes.
Joan Manuel Serrat en portadas de revistas y otros. (1974)
Reportaje y entrevista en la revista «Humor».
Junio
de 1983 - Número 107
Texto de Mona Moncalvillo
Fotos de Eduardo Grossman
Y el trovador catalán volvió y cantó. No disfrutó como en sus visitas de nueve
años atrás, las presiones fueron muchas y las emociones más. Pero prefirió
vivirlas y no renunciar a nada. Ahora que ya ha partido, en su ritmo cotidiano,
podrá ovillar la madeja de afectos y esperanzas que recibió de su público en
todos los escenarios.
Muy flaco, con rasgos de cansancio, sencillo, con humor y picardía, este
cantautor hubiera querido decir y hacer más. Todo fue a medias; le faltó tiempo
y no estuvo cómodo, como cualquiera ante una situación anormal...
No le faltaron, en cambio, dos horas para encontrarnos y hablar de su vida y su
arte. Música, política, España, sus comienzos, la democracia, sus hijos, su
padre, mujeres... Y la memoria, esa memoria que juzga esencial para no repetir
errores.
Serrat dejó su imagen de hombre libre, generoso, aspirando a que su música o su
poesía no sean sólo repetidas, sino que permitan a quien las escucha inventar,
descubrir, fantasear... Al borde de los cuarenta años, tironeado por el cariño a
un padre que no quiere olvidar y el amor de una hijita que lo tiene sometido,
Juan Manuel Serrat se despidió prometiendo volver en el verano. Volverá...
— ¿Qué tal el reencuentro?
— De momento, lo que está pasando es como una madeja de
emociones muy diferentes, de afectos, desilusiones, ilusiones, esperanzas...
Todas estas situaciones necesitan reposo... De alguna manera se han de
sedimentar, se han de colocar cada una en su lugar. Esto lleva un tiempo
determinado y una calidad determinada, que no es precisamente lo que se está
produciendo en estos momentos... He llegado a un país que, evidentemente, está
sufriendo angustias muy concretas que está volcando en mí, junto con toda la
ternura y los afectos... Esto no lleva a una situación normal, ni permite -al
menos a mí no me lo permite- situarme en una situación de equilibrio. Tampoco
soy muy muy equilibrado, nunca lo he sido. Soy más bien intuitivo que de
seguridades y de grandes conciencias y grandes metas. Voy tocando las cosas...
Las entiendo en la medida que las huelo, las toco, las chupo, las veo, las
escucho...
— No es el tiempo entonces...
— No... no es el mejor momento del tiempo. Y no lo es,
porque no tengo tiempo, de verdad. En estos momentos estoy cumpliendo un trabajo
que es diferente al de evaluar; estoy al servicio de algo que esta ocurriendo.
— ¿Estás presionado?
— Sí, soy un hombre muy presionado. Esto va en la medida
en que cada uno acepte estas presiones o le guste; pero evidentemente me siento
presionado. Lo que ocurre es que no renuncio a estas presiones... Lo que me esta
sucediendo es, de alguna manera, sumamente hermoso como experiencia personal y
como hecho colectivo, pero yo vivo de otra forma; con más autonomía de manejo;
de acuerdo a lo que siento cada día, con poco que ver con rutinas y mucho menos
con lo que pueden ser precauciones...
— ¿Cuándo has sentido mayor presión, en la programación de las actuaciones o con
el público, bastante desbordado?
— El público me ha abrumado... Lo siento como si se
estuviera ahogando y yo fuera una burbuja de aire... No sé si puedo trasmitir la
sensación... Me es difícil trasmitir sensaciones...
— ¿Qué crees que esperaba el público con tu vuelta?
— No creo que nada distinto a lo que está encontrando;
pienso que es la situación exacta en la que nos estamos moviendo la que produce
esta serie de cosas.
— ¿Y qué esperabas vos?
— Es muy difícil contestar que esperaba uno, cuando no
sabe exactamente la que va a encontrar. No esperaba, en absoluto, nada concreto.
Esperaba sensaciones que encuentro multiplicadas, en todo sentido. Si me
preguntas si estoy cómodo, la respuesta es no, no estoy cómodo. Uno no está
nunca cómodo en las situaciones anormales Tampoco hubiera preferido otra cosa.
Prefiero lo que ocurre.
— Creo que también estarás sumando los casi nueve años que no venias y la
recuperación de la familiaridad con los amores, los lugares, los recuerdos...
— Y con los desamores también... Siempre uno se imagina
las cosas distintas de lo que en realidad son. Me es imposible hablar de lo que
esperaba y lo que me he encontrado. Sobre todo, sería inexacto...
— ¿Aparecieron fantasmas inesperados?
— Continuamente... Los recuerdos son fantasmas que
aparecen por un lado y las realidades por otro. Son fantasmas absolutamente
cotidianos para cualquiera de ustedes, y que para mí se convierten en cotidianos
en la medida en que me voy encontrando con ellos.
— ¿Tenés miedo? ¿Ganas de irte?
— No, para nada... Quizá la sensación que más me pesa es
que cuando me tenga que ir, me iré sin haber podido ejercer de individuo en la
medida que a mí me hubiera gustado, por haber tenido un espacio limitado de
tiempo para cumplir con una serie de actos. Lo poco que he podido hacer es
porque ha llovido. Ayer pude salir bastante a caminar, porque llovía y no había
nadie por las calles; hoy también he podido funcionar bastante bien, porque
sigue lloviendo. Pero estuve esperando un auto en San Martín y Corrientes, para
ir a comer, el auto se retrasó y automáticamente empezó a caer gente repleta de
afecto, gente que quería tocarme, decirme cosas... No soy yo el anormal, la
gente es la anormal; el tiempo que estamos viviendo es lo que nos coloca en esta
situación de anormalidad. Claro que es una anormalidad que yo no rechazo, en
cuanto a lo que me cae encima... ¿Qué más puede pedir alguien que lo quieran y
lo traten con cariño? lo que ocurre es que está multiplicado por la situación.
— ¿Qué pasó en tu vida en estos nueve años de ausencia en Argentina?
— ¿Cómo resumirlo...? Es tanto tiempo y fueron años tan
importantes... En estos años me han ocurrido cosas como sufrir un exilio de
España; como pasar de una dictadura fascista en mi país a un estado de derecho;
como participar de una victoria electoral, popular y mayoritaria; como que
muriera mi padre; como casarme y tener una hija... Y muchísimas cosas más... He
seguido cantando, escribiendo canciones y sintiéndome muy a gusto con el
oficio...
— De setiembre del 75 a agosto del 76 te exiliaste en México...
—
Sí... y espero no tener que exiliarme nunca más, pero uno nunca sabe... Espero
que eso no pase más, ni por mí ni por nadie. El exilio es, seguramente, una de
las experiencias más amargas que un hombre puede sufrir. Por la soledad; por el
circulo en que uno mismo se puede acabar enterrando; por la distancia tremenda
entre los sueños y la realidad donde aplicar esos sueños; por el nuevo mundo
absolutamente provisional, que uno inicia en el exilio, donde no se puede fijar
nada... Siempre los sueños están en otro lugar, todo lo que crece es
provisorio...
— Te faltan los olores, los colores...
— Y no te los puedes inventar... Con los olores ocurre
como con la música, creo que son las dos cosas capaces de transportarte
rápidamente, y cuando por casualidad te los encuentras en cualquier lugar, te
pegas unos viajes que te mueven el piso. Los exilios son absolutamente
injustos...
— ¿Cómo han vivido la transición en España?
— Con muchas dificultades; seguramente con muchas más que
las que te podría resumir. Ha sido una época difícil, pero pienso que todavía
nos espera otra mucho más difícil, que es intentar consolidar los pocos avances
que en ese sentido hayamos podido tener. La memoria juega malas pasadas si uno
no la tiene muy en cuenta... Hay una tendencia increíble en la gente a
acomodarse, a considerar que, bueno... ya estamos acá, no pasó nada... lo pasado
pisado... Si uno no se acuerda exactamente de lo que pasó, es muy difícil que
pueda valorar lo que tiene... Esto es algo que me empeño mucho en contar a la
gente joven de España, a los que vivieron con menos dolor aquellas épocas. Las
conquistas son difíciles de conseguir, siempre, y muy fáciles de abandonar. En
la vuelta de cada esquina te están esperando para volverte a bajar... Si les
puedo dar un consejo a la gente de acá es que hagan memoria siempre, muy buena,
que se acuerden bien dónde, de que manera y quién... Pienso que en la vida es
importante ser generoso, pero no olvidadizo... Porque uno corre el riesgo de
volver a caer en los mismos errores del pasado que propiciaron todas las
desgracias que luego nos llueven encima...
— Supongo que la transición bastante moderada que tuvieron ustedes, sin cambios
tajantes, va a facilitar precisamente esa consolidación.
— Creo que es una espada de doble filo... Hay un refrán
castellano que dice "al burro muerto, la cebada al rabo': Evidentemente fue de
esta manera y pasó de esta manera; lo más deseable no lo sé... Pienso siempre
que los reformismos corren el riesgo de quedarse en reformismos, como esas obras
viales que nunca llegan a terminarse, siempre están en obras y uno nunca puede
llegar a circular por ellas...
— ¿No ha habido cambios profundos?
— Eso creo... Además, los hechos ocurridos en el 82,
cuando un grupo de guardias civiles se metió en el Congreso de Diputados con la
pretensión de secuestrar a un gobierno legítimamente constituido, me parece que
son demostrativos...
— Pero hubo una reacción total contra eso...
— SI, pero fue la reacción de la gente en contra... que se
quedó en su sitio... Podría haber ocurrido cualquier otra cosa. Creo que cuando
hay una manzana podrida en un cesto hay que sacarla; es muy difícil convivir con
manzanas podridas, así sabemos bien dónde está cada uno...
— ¿Cómo ha sido la evolución de la música española en los últimos diez años?
— Estamos viviendo una crisis de difusión, no de creación,
que confunde porque es lo que se ve. La música se está manejando, en cuanto a
distribución, por un aparato burocrático, administrativo-económico, en el cual
los ejecutivos llegan a tomar el rol de los creadores. Le dicen a los creativos
qué es lo que tienen que hacer, y de qué manera, para vender o no vender. Algo
que atenta contra lo que significa la creación. Creo que no sólo ocurre en
España, es un fenómeno general... Los manejadores de marketing, se están
metiendo en las que son decisiones de creación y administrando lo que hay que
difundir o no. Eso es tremendo. Aunque sea sólo por inconsciencia, cometen un
error gravísimo, porque cortan toda posibilidad a un muchacho de inventar,
imaginar... Todo lo que puede hacer son genialidades y las genialidades
solamente se permiten a los que tienen una trayectoria y pueden plantearse esto
como un lujo. Y cuando hablo de genialidad, lo digo entre comillas, es el
riesgo, porque pienso que la primera obligación de un creador es correr los
riesgos. Siempre hay que estar corriendo el riesgo de lo que sea...
— De lo contrario no surgiría nada...
— Es claro... Y esto está castrado por todo el aparato de
ventas, de administración, que imponen una serie de señores que, en la mayoría
de las veces, son artistas frustrados...
— Tampoco le dan el tiempo suficiente a alguien que se inicia...
— Directamente, no se le da... Un chico joven crea en su
casa, normalmente sin ayuda, sin escuela, sin ninguna protección previa... Si
tiene suerte -entre comillas también- hace un trabajo con una dignidad, forma y
calidad determinada. Si luego tiene la "suerte" de que le acepten aquello y
tiene la "suerte" de que aquello funcione, le cae encima la tremenda desgracia
de que a los seis meses le exigen que plantee un segundo trabajo que supere al
primero o que mantenga el nivel. Con la diferencia que para hacer el primero
tardó cuatro años, dio cincuenta vueltas, rompió ochenta cosas... Así se lo
estrangula. Tiene pocas posibilidades de plantarse, enfrentarse, porque
automáticamente se convierte en un enemigo de los tipos que lo tienen que
administrar y con los que tiene un contrato por equis años... También creo que
es un mal negocio para ellos, los inversores matan la gallina...
— Cuando vos empezaste, hace dieciocho años, no te pasó eso.
— Claro, los ejecutivos sabían que eran vendedores y se
limitaban a vender lo que otros hacían. Ahora no, te dicen cosas como "tú con la
voz que tienes deberías hacer tal tema como hace fulano..." Y te cagan... Y
fulano está haciendo eso porque es lo que hace mengano...
— A nosotros nos han mandado un nivel parejo de malos, lo sabemos bien...
— Sí, porque normalmente no responden a ellos mismos, sino
al criterio de los ejecutivos. Así funcionan, actúan y tocan. Incluso, cuando
hablan de estilo en los medios de difusión, los juzgan según las complicaciones
en que se meten, no por los riesgos que corren en su trabajo. He oído críticas
muy curiosas de un tipo que ha pasado del rock al blue, del blue ha pasado al
folk y así a otros, dicen "este tío se la juega..." No se la juega nada, va
tanteando, como un ciego, en todos lados... Lo he oído considerar como un hecho
positivo cuando es sólo un despiste, un descontrol. Y el tipo las pasa muy
putas, no vende, pasa hambre, pero lo consideran como un arriesgado... Va en
contra. Bueno, va en contra de lo que yo pienso que tiene que ser...
Desafortunadamente todo va más deprisa... Todo nace y muere más deprisa; hay una
angustia por absorber rápidamente, sin absorber nada...
— ¿Qué queda, entonces, para hacer el análisis de la música española?
—
Lamentablemente, en estos momentos quedamos los jovatos... Los de una generación
con algo menos o algo más de cuarenta años, los que nacimos del 40 al 48. Eso ha
quedado como una cosa consistente a partir de la cual deberían haber podido
pasar más cosas. Pero en estos mementos hay dos generaciones que están muy
jodidas; una, absolutamente frustrada, que es la que puede andar por los treinta
años, están cansados... Y otra, con veinte años, que no sabe por dónde sacar la
nariz.
— ¿Y aquí en Argentina?
— Pasa mas o menos lo mismo; el proceso es igual... Lo que
está ocurriendo no es un fenómeno especifico de un país, ni algo que un
cuestionamiento social-político haya podido modificar. La reacción tiene un
empeño servil en intentar demostrar que a partir de que España es un país
demo... que vive en una democracia, pues todo lo que era un grupo de gente que
cantaba se iba al carajo. Lo cual es absolutamente falso. Con las mismas cosas
que están sucediendo igual se puede cantar y se puede trabajar muchísimo mejor
en la libertad que en la represión. Lo que pasa es que una compañía discográfica
que tenía cuarenta artistas de catálogo y que los defendía, ahora tiene nueve
con los que trabaja de otra forma y para subir a la primera división los
muchachos tienen que trabajar duro. A esos nueve los defienden a capa y espada
aunque hagan bodrios, porque existe una inversión montada en ellos. Y así no
pueden progresar.
— ¿Y vos?
— Soy un hombre con mucha suerte. Entré en la música junto
con un fenómeno como fue la "nova canço" y así aprendí un oficio becado por la
gente. Me becó la gente que venía a escucharme cantar y que llenaba los lugares
porque cantábamos una canción que no era nueva (nunca entendí el calificativo de
nueva), pero que era la continuación de una canción que existía y que rompía con
los esquemas de la canción que se da en llamar "comercial", tampoco creo en
estos adjetivos, pero para entendernos un poco... Cantábamos lo que ocurría en
aquel momento, nuestros sueños, incorporábamos textos distintos a los habituales
y aprendíamos un oficio. Todo eso nos dio, a algunos; la posibilidad de
progresar con independencia de lo que son las estructuras. Tanto de las
promocionales como el afiche, o de los tipos que van castrando y dirigiendo al
que tiene algo para contar. Me he salvado de esto... bueno... salvado
relativamente, porque cuando uno depende de compañías discográficas para editar
los discos, no está a salvo del todo, por mucha autonomía que tenga o las
exigencias que pueda plantear respecto de su trabajo. A salvo del todo no
está...
— ¿Qué pasa con vos en tu país?
— Me tratan bien en casa. Me becan...
— ¿Los jóvenes asimilan bien tu música?
— A los jóvenes y a los viejos se los usa para votar,
pobres... Pero bueno, me asimilan fácilmente, andamos bien... Hace diez años me
era más difícil comunicarme con ellos; en estos momentos los chicos de 18 años
están agarrados ahí...
— ¿No hay que explicarles quien sos?
— No, es muy jodido tener que andar explicándole a la
gente... Uno ya está explicado a esta altura del partido.
— ¿Tu nivel es parejo?
— Nunca hay un nivel parejo. Depende de lo que uno haga.
"En tránsito" ha sido muy fuerte, pero el anterior no me fue tan bien.
— ¿Cuál era?
— Uno que se llamó "78", donde estaba "Ciudadano",
"Irene"... Tampoco eso es algo que haya afectado mi funcionamiento para seguir
trabajando...
— Aquí, con el rock, ha habido un fenómeno de buena repercusión entre los
jóvenes, ¿y allá?
— Sí, aquí tienen tíos como Gieco, Baglietto, el uruguayo
Rada, que son unas maravillas... En España el fenómeno del rock funciona más a
partir de los viejos rockeros, al menos lo que a mí me gusta. El fenómeno "Tekno"
lo han lanzado con una gran promoción pero para mí es algo muy frío. Cuando
busco buenas referencias tengo que volver a los viejos. En España, hay muchos
grupos rockeros pero, lamentándolo, muchos también son de calidad deficiente.
Digo calidad instrumentista, no estoy expresando mi capacidad de entender las
cosas, pues ahí sí me tengo que parar, me refiero a tocar, contar las cosas de
una manera, a textos y música.
— ¿Qué significó para vos haber musicalizado la poesía de Machado, la de
Hernández?
— Fue un descubrimiento... Con Machado descubrí un poeta
que desconocía, sabía que existía Antonio Machado porque lo había leído en el
bachillerato, en un libro de texto de autores contemporáneos, que decía "Manuel
y Antonio Machado autores de obras de teatro, fecha de nacimiento, fecha de
fallecimiento". Y allí acababa la historia... De la misma manera que uno
descubre a Bécquer en un memento determinado, luego descubre a García Lorca, a
Miguel Hernández y luego a Machado... Cuando leí a Machado leí canciones,
canciones que me hubiera gustado escribir y descubrí otro elemento de peso.
Aquel hombre era un hombre enfrentado, tanto personalmente como por su obra, a
un sistema al que yo también estaba enfrentado con vigor. Así, con tantos años
de distancia entre ambos, éramos de alguna manera contemporáneos. Por eso lo
musicalizo a Hernández, también pesa mucho; lo podría haber hecho por su calidad
literaria, pero no entran en estos juegos solamente sus cualidades literarias.
Había mucha otra buena que, seguro, no hubiera entrado a musicalizar. Tampoco,
cuando yo musicalizo a Machado sabía que iba a hacer un disco; ponía música a
sus canciones, pero en la medida en que el juego se hizo más grande, más intenso
y los resultados se evidenciaron, me planteé el hecho de grabar un disco. Un
disco que tuvo que sortear muchas dificultades porque poca gente confió en que
aquello pudiera tener repercusión popular... Si me permites, me gustaría aclarar
algo, pues esto, como todas las cosas, tiene su doble filo. Lamentablemente me
he encontrado con mucha gente que conoce a Antonio Machado a partir de haber
vivido el disco de Serrat... ¡Y eso es lo mismo que hablar de un libro cuando
uno lee la contratapa! No quisiera haber colaborado a eso...
— ¿A partir de que comenzás a escribir tus letras?
— Empecé escribiendo canciones, no musicalizando letras.
Puse música a Machado en el 69 pero escribía canciones desde el 65...
— ¿Son buenas?
— No soy demasiado fanático de ellas; por eso sigo
escribiendo... Seguramente si considerara que lo que he escrito en principio es
bueno, no tendría nada más que contar. Me ocurre que sigo buscando lo que quiero
escribir... voy dando vueltas...
— Se ven tus vueltas... Tu infancia, tus amigos, tus sueños, las fantasías,
siempre hay dosis de una vida, de un ser humano...
— Sí, hay unas dosis de lo que se puede llamar la
experiencia, en el sentido de lo que a uno le ha pasado, no en el sentido de la
sabiduría, eso es otra cosa. Y luego hay un mundo de sueños, de imaginación, de
héroes y de fantasmas que van apareciendo. Uno pone en primera persona lo que
nunca ha sido en primera persona; y pone en plural algo que solamente era
singular...
— ¿Por pudor?
— No, creo que no es por pudor... no, no... en mi caso es
por otra razón, supongo. Conozco algún caso que hemos comentado en que si es por
pudor; pero no es el mío. Creo que cuando lo pongo en plural es por pretensión;
uno peca de pretencioso por creer que lo que le pasa a uno les pasa a los demás.
Pero tampoco hay tanto de pretensión, si no no recibiría las informaciones que
me vuelven.
— ¿Qué te hace dejar la agronomía y la biología por el oficio de cantante?
— Alguna vez lo he contado, pero me lo creen muy pocos...
piensan que es una "boutade"... Pero yo empecé a hacer canciones y a cantar
sencillamente porque les tocaba el culo a las muchachas con más facilidad que
cuando era un agrónomo... Y eso fue algo que me engolosinó... Luego descubrí mas
cosas, pero aquello fue muy atractivo...
— ¿Fue?
— De hecho sigue siendo muy atractivo... Después vino el
oficio. Aprendí que eso de las vocaciones es mentira; la vocación aparece con el
uso de algo, como el amor aparece con el trato. Uno quiere las cosas que trata,
es imposible querer lo que no se conoce. No sé si es imposible pero a ml me pasa
eso. Puedo ilusionarme, puedo ambicionarlo, puedo desearlo, pero amarlo no.
Solamente amo lo que conozco. Así me pasó con mi oficio; lo quise a partir de
ejercerlo y sentirme participando con todos en algo...
— ¿Que cambios has tenido en los 18 años de ejercicio?
— Afortunadamente, ha habido muchos cambios. Si no hubiera
habido cambios, estarías hablando con una momia... He nacido y he muerto muchas
veces... O han nacido y han muerto cosas en ml continuamente... He abandonado
unas, he retomado otras, y así pienso seguir...
— ¿Te has replanteado tu oficio...? Creo que por el 71 pasó algo así...
— Yo me replanteé mi oficio antes del 71... No hay una
ruptura, lo que sí hay es una reconstrucción de las cosas que se están haciendo
sin saber exactamente dónde se ubica el cantante que el individuo lleva adentro.
Una de las cosas que más influyeron fueron los castigos. Por mi decisión de
querer cantar en catalán por televisión, en el 68, sufrí mi primer meneo...
— ¿Fue cuando te echaron de la televisión?
— Digamos que no me dejaron usarla... También tuve muchas
dificultades para trabajar, muy malas condiciones para poder hacerlo... un clima
muy jodido me crearon... Era muy difícil de entender para un individuo de
Castilla el acto que ejercía un catalán, pero para mí fue muy importante, porque
no fue sólo un acto reivindicativo de una cultura sino también de enfrentamiento
al sistema político. Yo sabía perfectamente a quién me dirigía... Luego, en el
proceso de Burgos, en el año 1970, cuando me comprometí en esta historia,
también me dieron otro meneo y tuve que irme a América. Ya en mi primer viaje
descubrí una América efervescente, un Uruguay con problemas concretos, una
Argentina con cuestiones clarísimas y un Chile en el que pasaban otras cosas.
Conocí gente, viví con los cuestionamientos de esa gente, y todo eso me
modificó, me cuestionó, y no tuve más remedio que tomar postura para poder
sentirme no digo ni mal ni bien, sino simplemente sentirme en esos lugares...
— ¿Hubo replanteos posteriores?
— Sí, supongo que cada día... pero aquellos fueron tan
fuertes que uno ya sabe en qué caballo está montado...
— ¿Por qué te pareció oportuno volver ahora?
— Por dos razones; primero, porque el momento político del
país es el indicado, y segundo porque la presión interna del país lo permite. Si
estoy tocando, no es tanto por cubrir mis nostalgias, sino porque existe una
presión interior que hace posible y sencillo que esto pueda ocurrir.
Naturalmente, yo vengo corriendo...
— ¿Fuiste expresamente prohibido?
— Nunca tuve la entrada prohibida en la Argentina; fueron
prohibidos mis discos, la difusión...
— ¿Vas a ir a Chile?
— De momento voy, hasta el día de hoy; mañana es día
catorce y hay una manifestación de todos los sindicatos, veremos qué pasa... En
Chile, en tanto pueda cantar lo que quiero, canto... Y voy a contestar todo lo
que me pregunten, en la frontera no me quedo...
Viñeta realizada por
Maicas
— ¿Cómo está tu humor y el de España? ¿Qué está pasando?
— Ustedes sí que son un caso muy peculiar, se llaman HUMOR
y de humor les está quedando poco, uno se acuerda de "Satiricón" y de eso no hay
nada...
— Es que HUMOR salió hace cinco años a cubrir un espacio humorístico, pero poco
a poco, fue respondiendo a necesidades que otros medios "serios" no cubrían. Y
la gente lo agradece...
— Sin duda, por eso yo, aunque parezca reiterativo insisto
siempre con eso de la memoria y en ese sentido funciona, en todos no... La gente
se olvida de fechas, cambia fechas, corre para acá las fechas, y eso no es buen
consejero para el futuro de este país...
— ¿Te fue mal en el gobierno peronista?
— Los gobiernos de Argentina nunca me han afectado... no
he estado nunca con ellos...
— Me refiero a si tuviste alguna censura o prohibición.
— No, ninguna censura.
— Volvamos al humor, ¿cuál es tu relación?
— Yo soy un pesimista lleno de optimismo... Por tanto, me
manejo muy bien con el humor; España es un país de un gran humor; la gente tiene
una gran capacidad humorística, pienso que eso le ha permitido sobrevivir...
— ¿Qué revistas tienen?
— Sigue habiendo revistas de humor negro. cotidiano, como
puede ser "Jueves" o "Papus", y los dibujantes, mucho más que en revistas, están
haciendo publicaciones individuales. Forges, sobre todo, debe tener una fábrica
porque su productividad es increíble, creo que debe tener a sus dos hijos
trabajando para él... En este momento hay una mezcla del humor político y del
humor negro, no hay una línea definida. El español no usa el humor para un rato
determinado, vive absolutamente integrado en él; en la calle es donde hay buenos
ejemplos de esto. Acá también se ve, sobre todo en Buenos Aires...
— ¿Qué querés que ocurra con la gente que escucha tu música?
— Con los que escuchan, yo pasaría de mi música. Le deseo
a la gente lo que me deseo a mi cada día. Y respecto a las canciones, cuando yo
canto, mucho más que lo que estoy contando me importa lo que la gente sea capaz
de inventar a partir de aquello; lo que yo sea capaz de descubrir en los
resortes de su imaginación, de lo que cada uno puede aportar. Y siento no poder
enterarme de todo esto para enriquecerme...
— ¿No lo recibís?
— Lo recibo en afecto y en compadreo... Pero lo que no
recibo es lo que cada uno inventa o imagina, el traje que cada uno se hace a su
medida, después; que recibe aquello...
— ¿No te sentís demasiado exigido con tantas preguntas políticas, siendo tan
escasas las de tu actividad específica?
— No, y supongo que es así porque existe angustia en ese
sentido. Es lo que está en la calle.. Me preguntan, de la misma manera que yo
escribo mis canciones, y yo escribo porque en la calle hay cosas... la gente
habla, dice, huele, lame, toca... yo hago lo mismo...
— ¿No te molesta tanta cosa política?
— Da una imagen limitada, pero es sólo un aspecto. No me
incomoda, lo que pasa es que hay más aspectos que podrían ser, seguramente, más
divertidos...
— ¿Que es lo más divertido?
— Ja, no te lo puedo contar... Pertenece a mi mundo más
íntimo y secreto... Hay que contarlo en íntimos "comités "...
— ¿Por qué no estás afiliado a ningún partido político?
— No estoy afiliado porque no quiero, aunque sea clara mi
militancia política. Tengo militancia política en el partido socialista de
Cataluña, pero no tengo carné... De la misma forma que, si pudiera, no tendría
cédula, ni carné de conducir, ni pasaporte... Esto de los carnés no me gusta
nada, estar identificado continuamente me parece un abuso de confianza, por
parte del poder.
— ¿Por qué no estás convencido de la democracia española?
— Porque creo que el proceso de democracia pasa por la
educación y la cotidianeidad, la democracia es algo que hay que usar desde que
uno se levanta hasta que se mete otra vez en la cama. Y después de cuarenta años
de dictadura, con un pueblo desinformado políticamente, el asentamiento de la
democracia es algo que nos va a costar muchos años. Todavía la justicia no está
bien distribuida, tampoco los medios de producción... Una democracia tiene que
ocuparse de que todo esto ocurra. Y a veces en un estado de derecho,
precisamente por ser una democracia, los avances son tremendamente lentos. Nos
falta bastante, por eso no estoy conforme ni cómodo...
— ¿Por qué le diste al Servicio de Paz y Justicia la organización del recital
para recaudar fondos para los inundados?
— Me pareció que era un mecanismo con el cual nos podíamos
mover y con el que nos sentiríamos integrados muchos. Es una iniciativa que hace
algún tiempo estaba gestándose, lo que hace falta son permisos, lugares y otras
cosas. Y para evitar cualquier tipo de manipulación, porque estos momentos se
prestan a muchas confusiones. En este mes, y en los venideros, aquí, hasta que
se definan una serie de cosas que se tienen que definir, como quién es quién,
por ejemplo, me pareció lo mejor...
— ¿Conocés a Pérez Esquivel?
— Lo conocí acá. Me parece un hermoso luchador. No por lo
que lo traté ahora, sino por los ejemplos cotidianos que ha dado. A un hombre no
se lo conoce tomando un café con él, sino por sus actitudes de todos los días..
Lo conocía desde hace muchos años, lo que pasa es que no había tomado café con
él...
— ¿Cómo es tu vida en la montaña y con tu hijita María?
— De sumisión...
— ¿Te educa bien?
— Sí, soy un hombre absolutamente sometido a ella. Me
educa mucho es verdad... Me hace volver a vivir continuamente. Hoy cumple tres
años y medio.
— ¿Cómo te manejás con ella y con Queco, tu otro hijo adolescente?
— Con el muchacho, que ya tiene catorce años, es
dificultoso, pero intentamos superar todo; su edad, sus ilusiones, el que tenga
un padre que sale en los periódicos y que es famoso a diferencia de los padres
de sus amigos... Intento que lo asimile, que lo asuma y que sepa que eso es una
satisfacción muy grande que tiene que tener y no que le caiga encima como una
losa. Con la niña no hay problemas hace de mí lo que quiere... Suerte que tiene
una madre que no consiente que nos maneje...
— ¿Y Candela, tu mujer, maneja bien tu fama, tu éxito, las mujeres... ?
— Nuestra relación es excelente; ella no se cree las
historias, sabe bien quién soy, perfectamente; pasa esas historias porque sabe
la realidad...
— ¿Ella es la síntesis?
— No, ella es ella, ni más ni menos...
— ¿Fue mejor tu relación ton tu padre que la que tenés con tu hijo?
— Hay un refrán catalán que dice "es más fácil ser buen
hijo que ser buen padre". Y es verdad. Seguramente porque el padre es más
generoso que el hijo...
— Tu padre ha muerto hace tres años, ¿qué te queda de él?
— La sensación de haber perdido el tiempo... De no haber
aprovechado mejor todo el tiempo que estuvimos juntos... A pesar de haberlo
usado bastante plenamente, tengo esa sensación. Supongo que siempre la habría
tenido... pasara lo que pasara... Lo echo mucho de menos al viejo... Era como
esas cosas que uno está tan acostumbrado a tener, le son tan fáciles, tan
accesibles, tan tiernas y tan agradables, que no se tiene que pelear por ellas
para retenerlas. Cuando se escapan de las manos te das cuenta de lo que eran...
Tuve muy poco tiempo para recuperar el terreno que perdí. Fue el tiempo de la
enfermedad... Y fue jodido. Siempre tuve sensación de impotencia, de no poder
hacer nada, de que no sirvieron los médicos que conocía ni las posibilidades
económicas, para poderlo ayudar... Sin embargo no había amargura. No me sentía
bien, evidentemente, pero había algo de felicidad en aquella situación
terrible... Había una respuesta amorosa por parte de todo el entorno familiar.
Yo pensaba, cuando me muera, quiero morirme como este viejo...
— ¿Supo que lo querías, se lo dijiste?
— Si, esto se lo dije siempre, para eso nunca me faltó
tiempo, pero no me consuela... No me gusta mucho hablar de estas cosas...
— ¿Qué pasa con vos, en el umbral de los cuarenta?
— Nunca pensé que tuviera cuarenta años... Sólo lo noto
cuando me tuerzo la rodilla, cuando me doy cuenta que el envase no funciona en
la medida en que funcionaba antes. Me doy cuenta cuando intento jugar un partido
de fútbol a tope y termino con una lipotimia... Por lo demás, no me siento mal.
No quisiera volver a vivir otra vez, por nada del mundo. Me siento a gusto con
lo que me ha tocado vivir y sé que no tengo ningún sentimiento de volver atrás;
me encuentro bien a esta altura del partido. No me siento frustrado por lo que
soñé ni por lo que me ocurrió...
— Las carreras de caballos te gustan bastante, ¿pudiste ir a Palermo?
— No, no he podido... Procuraré desquitarme de toda esta
historia en el próximo viaje, cuando todo este furor se convierta en normalidad.
No quiero perder por nada del mundo el afecto, pero deseo moverme con la soltura
de alguien que está todos los días en la calle...
— ¿Volverás?
— Quiero volver en el verano... Me gustaría tocar en toda
la República, en canchas de fútbol, en sitios grandes, donde podamos juntarnos
muchos y donde todo sea más racional. Espero volver y que no surja ningún hecho
que impida el normal camino de la Argentina para recuperar las libertades que se
merece. Claro que uno nunca sabe...
— ¿Dudás que salimos bien de ésta?
— ¿Y vos...?
— ¿...?
Joan Manuel Serrat concierto "Las Ventas" 1987.
© Pere Mas Pascual (1997-2017)