Prensa, vídeos, canciones, imágenes, novedades...al día.
11 - 12 y 13 de Febrero 2017
"Hablar con Serrat"
Antología
de la "nova cançó" catalana
Manuel Vázquez Montalbán
Colección Papeles Sociales Ilustrados
Ediciones de Cultura Popular, Barcelona 1968
Confesar que a uno le gustan las canciones de Joan Manuel Serrat, ya está
permitido entre la élite cultural de la Barcelona de 1969. Semanas antes del lío
de la Eurovisión, no faltaban acusaciones de populismo. Vaya esta confesión por
delante, para desvirtuar cualquier interpretación equívoca de esta no entrevista
con Joan Manuel Serrat. Todos los restantes entrevistados se me pusieron a tiro
con más o menos dificultades. Con Serrat, la historia de mi persecución
audiovisual podría llenar las páginas de "La vuelta al mundo de dos pilletes".
"HABLAR CON SERRAT"
Estas tres palabras forman una unidad expresiva cargada de significaciones. Yo
lo había visto en las películas. Un cantante agobiado, por las fans, por los
parientes, por los recuerdos, por los sablistas, por otros cantantes, por más
sablistas, por partenaires erótico-sexuales, por críticos, por periodistas, por
locutores, por redactores de diccionarios enciclopédicos, por los vecinos, por
los snobs, por realizadores cinematográficos, por embajadores malayos, por
lanzadores de peso, por editorialistas del New York Times, por Elsa Maxwell (q.e.p.d.),
por Onassis, por Jacqueline Kennedy, por H.H.H., por Kosyguin, por… Pero no me
lo había creído. Pertenezco al cincuenta por ciento del país que se muestra
reacio ante la persuasión de los medios informativos.
Serrat y Raimon, han sido de hecho los protagonistas personales y polarizadores
de esta corta zambullida de un extraño en el mar, que se ha revelado proceloso,
de la Nova Cançó. La división del público entre "serratistas" y "raimonistas",
todavía no es real; pero todo induce a creer que lo será. La gente cuando
combate a Serrat, defiende a Raimon. Objetivamente se escoge entre dos opciones
culturales, que no son las únicas: o enfrentarse al sistema con el instrumento
de la canción como material bélico convencional o pretender que la canción está
más allá del bien y del mal cívico.
En un principio tenía, pues, una gran curiosidad por conocer a Serrat. Después,
poco a poco, he ido comprendiendo que quizá no haya mejor visión de Serrat que
no verle. Así queda entre esa bruma abigarrada de personajes complementarios,
que rodea a todo personaje en olor de multitud. A medida que buscaba un
encuentro con él, medía cuán largas distancias separan a Joan Manuel Serrat de
cualquier punto de referencia.
El número de su teléfono está lejos. Cuesta llegar a él.
Cuando consigues el número de teléfono y le llamas, nunca escuchas su voz
directamente. Siempre hay algún intermediario. Cuesta llegar a él.
Si pierdes ese costoso número de teléfono (cosa que me ocurrió) y recurres a la
editora de discos para que lo vuelvan a facilitar, has de dar un santo y seña.
No hay duda, cuesta llegar a él.
Y si por fin se pone al teléfono y consigues oír su voz, un tanto lijosa, como
contrastando con la ductilidad con que la modula al cantar, repito, si consigues
oír su voz por teléfono, puede ocurrirle al más pintado lo siguiente:
— ¿Joan Manuel Serrat?
— Sí
— No sé si sabrás por qué te llamo. ¿Te ha dicho algo Barbat? Se trata de un
libro sobre la Nova Cançó…
— Sí, sí… me ha dicho algo.
— ¿Cuando puedo verte?
— No sé. No sé como estoy de tiempo. Oye tú… (su voz se aleja, consultiva, y
habla con alguien). Pues no sé. Hoy no puedo. Mañana tampoco. No sé. Llámame el
lunes de la próxima semana. Entonces te diré algo. Tendrá que ser entre lunes y
jueves… Después me voy a Mallorca.
— Te llamo el lunes. ¿A esta hora?
— A esta hora.
El lunes, a la misma hora, nueva llamada a Joan Manuel Serrat. La voz aun llega
más alejada porque un tocadiscos funciona a toda potencia.
— ¿Joan Manuel Serrat?
— ¿De parte de quién?
— Es por el asunto del libro. Me llamo Vázquez.
— Dime.
— Oye, es otra vez por el asunto del libro. ¿Cuándo podemos vernos?
— No sé. Oye, tú… (Su voz se aleja, consultiva, y habla con alguien: ¿Cuándo se
rueda? ¿Se rueda mañana?)… Mira, no lo sé. Es que estoy haciendo una película,
sabes, y no puedo disponer de un tiempo determinado. Según el trabajo, a lo
mejor me hacen rodar mañana por la mañana.
— ¿Y por la tarde?
— No lo sé.
— ¿Por la noche?
— No, no puedo, canto en… Oye, tú… (Su voz se aleja consultiva y habla con
alguien.) Canto fuera. Oye. Llámame por la mañana y te diré si puede ser por la
mañana. Llámame por el mediodía y te diré si puede ser por la tarde.
Llamé por la mañana y no contestó nadie. Por el mediodía y…
— Chico, me sabe muy mal.
— No te preocupes.
— Es que mira, no quisiera que esto pareciera lo del ratón y el gato.
— No, no.
— No sé, es que a lo mejor ruedo. Esta tarde no puedo.
— Sólo queda mañana.
— Si, es verdad, después me voy a Mallorca… Vázquez… ¿Te llamas Vázquez, no?
— Sí, sí. Puedo… ¿Puedo pasar por tu piso en un momento determinado?
— No. (El tocadiscos suena fuertísimo). ¡A ver si bajáis eso, que no se entiende
uno…! Es que no sé de qué tiempo dispondré. Llama mañana.
Mañana.
— No puedo. Después de comer he de salir porque me harán unas fotografías. Ruedo
fuera de Barcelona. Llama hacia las siete.
A las siete nadie estaba en el piso de Serrat.
En
las horas que mediaron hasta mi última llamada, pensé en qué podría decirme
Serrat que no me hubiera dicho ya. No dudo que sería interesante conocer su
opinión sobre la Nova Cançó, sobre la gente, sobre su vida y la vida colectiva.
No dudo que Serrat tendrá respuestas interesantes, porque sus canciones lo son y
en su trayectoria vital hay signos externos de la pasión de una persona
ambiciosa. Y, en general, los ambiciosos son inteligentes. Pero en el contexto
de la Nova Cançó, que es lo que atañe estrictamente al libro, el escaso lenguaje
cruzado con Serrat, el mucho silencio que nos ha unido durante las horas de
búsqueda… ¿No es más explicativo que páginas y páginas de entrevista?
Este muchacho que se fue a pie, por un camino cuesta arriba como dice una de sus
canciones, es, yo creo, el único cantante rigurosamente comercial que hasta la
fecha ha aportado la Nova Cançó; y esta conclusión, prescinde, ya sé que
injustamente, de los factores extras que la han condicionado. Es una voz popular
y lejana, tiene un rostro amorfo que sus fans le construyen a la medida de sus
propios deseos, tiene una vida subordinada a la mecánica del movimiento
continuamente acelerado… Como en las películas.
Mi última llamada la contestó una mujer de voz acuarentada. No. Joan Manuel
Serrat no estaba. Sus maletas tampoco. Mallorca. No volverá hasta fin de mes.
Creo que un entrevistador, realmente profesional, hubiera conseguido esta
entrevista. Quizá lanzándose en paracaídas sobre los exteriores donde Serrat
rodaba la película, o deslizándose por el desagüe de su lavabo. Creo que si
hubiera vuelto a una clase de Del Arco con esta "no entrevista" hubiera sufrido
un revolcón. La intuición profesional de Del Arco es formidable. Pero creo, sigo
creyendo, que la mejor entrevista de Joan Manuel Serrat es no hacérsela.
Material recopilado de la antigua página de Paco Martín.
Joan Manuel Serrat en pósters. (7)
Serrat volvió a su programa "El gran musical"
Gracias al amigo
Francisco por el archivo.
Joan Manuel Serrat en portadas de revistas y otros. (1970-73)
"Yo llegué a esta
vida para querer y ser querido"
Número 1.177
16 de Noviembre de 1998
Texto: Javier Menéndez Flores
Fotografías: Paco Lata
Pocas cosas pueden decirse ya de él que nadie sepa. Que es, posiblemente, el
cantante más respetado de España, que sus canciones son bellísimos monumentos
líricos en los que habitan con elegante indolencia la vida, el amor y la muerte,
y que su actitud artística y vivencial ha sido siempre coherente son hechos de
común consenso. Recién gestado su último y brillante trabajo discográfico,
«Sombras de la China», Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943) vuelve a los
escenarios patrios.
— ¿Qué
le parece si comenzamos de la siguiente forma: «Serrat nuestro, que estás en los
cielos, santificado sea tu nombre...»?
— Me parece una barbaridad... Ja, ja, ja. Supongo que esto, de alguna manera,
podrá referirse a mi padre, que realmente fue un santo en esta vida y alguien
con quien converso muy a menudo y siempre con muy buen rollo. De cualquier
forma, me parece un paralelismo que no tiene demasiado sentido.
— ¿No es acaso Serrat un artista incuestionable?
— No. Ni estoy en los cielos ni quiero estar santificado. No tengo ninguna
aspiración de beatitud y estoy encantado de vivir con mis pequeños vicios y mis
pequeñas virtudes. Y de ninguna manera existe artista alguno que sea
incuestionable.
— Pero lo que usted no podrá negar es la veneración que su figura ha despertado
y despierta en tres generaciones de españoles.
— No sólo no quiero negarlo, sino que estoy encantado de la vida de poder
presumir del cariño de la gente desde hace muchos años, y de poseer un abanico
tan grande de personas a mi alrededor en todos los sentidos. Porque yo llegué a
esta vida para querer y ser querido, y este oficio que escogí me ha ido muy bien
para quedarme tranquilo, puesto que, para mí, entender la vida sin querer y sin
ser querido sería muy difícil.
— ¿Recuerda la última crítica desfavorable que tuvo ocasión de leer acerca de su
trabajo?
— No. Yo creo que la crítica, con todo el gran respeto que le tengo a la opinión
ajena, no es más que una opinión personal. La crítica que aparece por escrito en
un periódico o que aparece en otro medio de comunicación es exactamente la misma
que puede aparecer en una conversación, no son más que puntos de vista de
distintos individuos, sólo que en este caso este punto de vista tiene el resorte
magnificador y amplificador que los medios de comunicación representan. Pero no
tiene ni más ni menos importancia.
— Pero el artista, como ser vanidoso y de un gran amor propio, puede estar por
encima de aquellas opiniones que aluden a su trabajo.
— Yo no digo que sea inmune a ellas, sino que trato de colocarlas en su lugar y
no darles mucha importancia. Y, sobre todo, que mi trabajo no dependa de ellas.
Porque, evidentemente, si la obra de un artista dependiera sólo de las críticas,
el artista acabaría haciendo lo que el crítico quiere, con lo cual los papeles
se subvierten y seguramente se emputecen, y para eso nace uno artista y otro
crítico. Porque si el crítico pudiera hacer de artista, haría de artista, eso
está clarísimo.
— Después de 33 años en la brecha y más de 300 canciones firmadas, ¿aún quedan
cosas por cantar/contar?
— ¡Hostias! Sería muy pretencioso pensar que con sólo 300 canciones uno haya
podido contarlo todo. Con esa cifra, apenas puede uno empezar a contar alguna
cosa.
— Sí, pero realmente hay cuatro o cinco cosas importantes en la vida e infinitas
formas de contarlas, que, sin embargo, se acaban repitiendo.
— Exactamente. Y es más, yo aún complementaría esto que dices. Yo diría que un
artista, en su vida, probablemente se pasa el 95 por ciento de su tiempo dándole
vueltas a la misma historia, planteándola desde diferentes prismas, desde
diferentes puntos de vista, con diferentes resoluciones, pero que, tal vez, como
las espirales del ácido nucleico, que se enrollan y entre ellas van
arrollándose, uno va escribiendo canciones que se van entrelazando, cruzándose,
y toda la vida buscando para encontrar eso que probablemente uno no llegue a
sintetizar nunca, y por eso necesita escribir 300 canciones.
— En ese sentido, ¿cuáles serían sus más recurrentes obsesiones?
— Supongo que son las de prácticamente todos: la vida, el amor y la muerte. Y
sobre eso se construye nuestra propia vida, el tránsito éste por aquí.
— Desde su primer disco, «Una guitarra», grabado en el año 1965, hasta su último
trabajo, «Sombras de la China», Joan Manuel Serrat ha pasado de ser un simple
desconocido a un auténtico mito. Sincérese consigo mismo: ¿hasta qué punto ha
evolucionado o se ha pervertido con el paso de los años?
— Yo trato de ser muy sincero conmigo mismo. Para mí existe un proceso de largo
aprendizaje. Quizá, yo no sé si para bien o no, yo no he tenido en lo que es mi
obra unas necesidades artísticas o de expresión tan exigentes, en un momento
determinado, que me hayan obligado a romper con lo que yo haya podido hacer
antes para plantearme una manera distinta de exponer las cosas. Mi obra no está
llena de rupturas. Mi obra yo la entiendo como una cadena en la que todos los
eslabones son absolutamente imprescindibles para poder ir desde el primer punto
que citabas, mi primer disco que contenía sólo cuatro canciones, hasta el CD
«Sombras de la China». Son 34 años de diferencia llenos de movimientos,
adelante, atrás, abajo o a la izquierda, pero todo, de alguna manera, siempre
avanzando en el conjunto.
— ¿Cuáles son los recuerdos más vivos que conserva del Serrat pre-estrella?
— Pues serían de antes de cantar, puesto que yo no puedo presumir de ser un
artista con unos comienzos difíciles. Llegué a este oficio y enseguida alcancé
unos altos niveles de venta de discos y de actuaciones. Yo guardo unos recuerdos
entrañables de varias gentes. En primer lugar, de Salvador Escamilla,
presentador del programa Radio-Scope, de Radio Barcelona. Tengo un recuerdo
entrañable de toda la gente que trabajaba en ese programa, de la orquesta del
maestro Azpeitia y de todos los compañeros que ahí empezamos a hacer cosas.
Tengo recuerdos muy entrañables de Els Setze Jutges, el grupo con el que íbamos
haciendo música por toda Cataluña... (el cantante se emociona ligeramente, y la
sola contemplación de su imagen afligida conmueve). Fueron años muy hermosos, de
una intensa sencillez, de un gran compromiso, donde cada uno de nuestros actos y
gestos pesaban, tenían gran consistencia... o al menos así los entendíamos. Y,
quizá, estos dos puntos, la Nova Cançó Catalana y Els Setze Jutges son los dos
lugares en los que yo anclé y puse los fundamentos de todo lo que sería el
trabajo en los años siguientes.
— En
el año 1988 Pinochet le prohibió la entrada a Chile por sus duras críticas al
régimen militar. Supongo que será casi ofensivo preguntarle si aplaude o
vitupera al juez Garzón por la petición de extradición de Pinochet para juzgarle
por crímenes cometidos contra la humanidad.
— Yo he estado prohibido en Chile desde poco después del golpe del año 1973. En
el 1988, se hizo la primera solicitud para regresar, y entonces fue cuando
Onofre Jarpa y Pinochet decidieron reafirmar aquella prohibición, que viene,
como te digo, del año 1973. A este proceso habrá que darle un cierto tiempo y
ver cómo responden los tribunales de justicia de los distintos países a los que
afecta el "caso Pinochet". La fiscalía española habría de tomar una actitud más
coherente.
— ¿Le gustaría ver a Pinochet en el banquillo?
— ¡Lo está! En estos momentos, Pinochet está siendo juzgado por el mundo.
— ¿Cree que, dondequiera que encuentre, el cantautor Víctor Jara, asesinado en
el Estadio Nacional de Santiago de Chile, habrá esbozado una risa de alivio y
esperanza?
— Lo que me parece terrible es la magnitud de tal genocidio. Nadie sabe cómo
murió Víctor Jara. Se encontró su cadáver en una fosa...
— Sí se sabe que le cortaron las manos.
— Porque encontraron el cadáver, pero no se sabe cómo murió. Los chilenos, hasta
la fecha, no habían visto por ningún medio de comunicación el bombardeo al
Palacio de La Moneda... (Serrat se emociona y detiene su discurso)... Yo lo vi,
el día 5 de septiembre del presente año, en el Estadio Nacional de Santiago de
Chile, en un homenaje que se rindió a Salvador Allende, y fue la primera vez que
se proyectaron en público aquellas imágenes...
— ¿Piensa de veras que en España se halla próximo el fin definitivo a los tiros
en la nuca?
— No quiero confundir el deseo con la realidad. Mi deseo es que esto forme parte
de nuestra historia negra reciente, y ahí se quede y que no salga más. Pero yo
iría más allá. Yo apoyaría mis deseos, cargaría mis esfuerzos en mis deseos, y
de esta forma trataría de modificar la realidad. No puedo, nadie puede, no sé
siquiera si aquellos que están planteando la tregua pueden, afirmar o negar nada
en este aspecto, pero yo, evidentemente, trabajaría en este sentido, y lo haría
con generosidad. Una generosidad que hay que pedir sobre todo a quienes más han
sufrido.
así es
— Si por la calle le llaman: «¡Hey, Juan Manuel!», ¿se vuelve?
— Sí. Si es Juan Manuel, sí. Si me llaman «eh, Juanma», no.
— ¿Qué ritmo musical se le ocurre como banda sonora para el siguiente titular:
«Sólo 50 genes nos separan del mono»?
— Ja, ja, ja. El «Bip-Bop». Pero piensa que siempre son respuestas poco
reflexionadas.
— ¿Y para este otro: «De las 91 mujeres asesinadas por sus parejas, el 98 por
ciento habían denunciado los malos tratos que sufrían»?
— Para eso no se me ocurre ningún ritmo musical, sino ponerme a llorar. De
verdad, esta sociedad, y esperemos que no por mucho tiempo, está con los ojos
cerrados y suele vivir de espaldas a la realidad.
— Añádale, si puede, una coletilla a lo siguiente: «La mitad de los presos
españoles se declara drogodependiente».
— ¡Ay!. Debe de haber un montón de tráfico dentro, ¿no?
— Habrá que poner semáforos (ambos nos sonreímos resignados). Una coletilla más:
«En el 2005, el sida reducirá 20 años la esperanza de vida en el África más
castigada».
— Ah... Aquí... Esto... He de reconocer qué diferente es nacer en un lugar o en
otro. La semana pasada, en Centroamérica, un huracán, que se preveía que podía
llegar, ha causado un desastre terrible y ha dejado esa zona devastada por
muchos años. Cuando uno piensa de qué forma ha podido llegar, qué previsiones se
han hecho para evitarlo y qué largo va a ser el camino de la recuperación, uno
no puede dejar de caer en esta comparación tremenda, volver la cara a Europa, y
decir: «Coño, ¿tú crees que si esto hubiera pasado en Holanda, estaríamos
hablando de lo mismo?».
— Antonio Machado, una de sus debilidades, escribió: «El hombre sólo es rico en
hipocresía». ¿Lo comparte?
— Ja, ja, ja. Nooo. Supongo que habría que saber en qué estado anímico escribió
eso. Yo creo que cuando lo escribió estaba de mala leche.
— Salve tan sólo una canción de este sangriento siglo que agoniza.
— La obra de Jacques Brel.
— ¿Sabe finalmente lo que quiere ser de mayor?
— Lo único que sé es que me gustaría pasar de la niñez a la vejez perdiendo en
el camino la menor cantidad de tiempo posible.
(Material recopilado de la antigua página de Paco Martín.)
Su primer premio o distinción a uno de los importantes del año.(1966)
Joan Manuel Serrat en el concierto "Volem acollir" Palau Sant Jordi 11-02-2017
|
|
Concierto completo "Volem acollir." "Casa nostra es casa vostra"
Resumen del concierto cortesía de Josep Mª Carafí |
Concierto "Volem acollir" (Casa nostra es casa vostra)
Actuaciones históricas
Los
momentos más impactantes del concierto por los refugiados
15.000 personas claman en el Sant Jordi a favor de la acogida en un espectáculo
de más de tres horas con reivindicaciones, dardos políticos y mucha emoción
Los momentos más impactantes del concierto por los refugiados
Palau Sant Jordi / Concierto para los refugiados Fotográfia de (Llibert Teixidó)
Articulo de ALBERT DOMÈNECH, Barcelona
12/02/2017 La Vanguardia.
Emoción y reivindicación se han abrazado con fuerza en una velada para la
historia en el Palau Sant Jordi que ha acogido el concierto para las personas
refugiadas impulsado desde la plataforma ‘Casa nostra, casa vostra’. La cita,
que ha contado con la dirección escénica de la Fura dels Baus, y la producción y
colaboración de grandes marcas como Primavera Sound y Canet Rock, ha derivado en
un multitudinario clamor de 15.000 voces a favor de convertir el país en una
tierra de acogida para aquellas personas que huyen forzadas de situaciones
difíciles o persecuciones en su país de origen, y han visto como sus vidas
quedaban estancadas y se alejaban de su esfera familiar. Sí, pelota en el tejado
de la clase política.
Pocas causas son capaces de unir por sí solas a más de cincuenta artistas en un
mismo escenario, y menos en un show que ha permitido fraternizar voces y
artistas de diferentes artes escénicas del panorama español y catalán, en una
colaboración que no suele ser habitual. Ver en el mismo cartel a nombres como
Lluís Llach y Joan Manel Serrat es algo muy ocasional, como también es único
comprobar que artistas como Amaral, Pablo López, Fermín Muguruza, Ismael
Serrano, Manolo García o Josemi Carmona, pueden brillar con la misma fuerza al
lado de nombres de factoría local como Txarango, Jaume Sisa, Sopa de Cabra, Joan
Dausà o Roger Mas, por poner solo algunos ejemplos. Al cóctel, hay que
introducir otros nombres mediáticos de periodistas como Gemma Nierga o Jordi
Évole o actores como los protagonistas de la serie Merlí.
Más allá de la música y el espectáculo, el concierto del Sant Jordi se ha
dividido en tres grandes bloques temáticos personalizados en la experiencia de
la vida emocional de Rasol, un exiliado siriano atrapado en Grecia: origen de la
búsqueda, el trayecto y la vida, muchas veces parada, en un país desconocido o
en un campo de refugiados, y ha servido como altavoz para testimonios y
asociaciones que trabajan desde hace años para la mejora de las políticas
migratorias y de la vida de exiliados y refugiados. Los asistentes que entraban
al Sant Jordi podían encontrar fuera del recinto manifestaciones espontáneas o
exposiciones con fotografías sobre la dura vida de los refugiados con muchos
casos como los de Rasol. Las otras caras del drama humanitario que, por un día,
compartían espacio con vidas paralelas pero muy alejadas de su realidad.
Al final, más de tres horas de show participativo- las entradas estaban agotadas
desde hace días- que se ha unificado en torno a un relato sobrecogedor,
elocuente y bien hilvanado (con voz en off de la actriz Clara Segura) y que, más
allá de la necesaria recogida de fondos para los diferentes proyectos
implicados, buscaba interpelar al público y remover conciencias. Estos han sido
algunos de los momentos mágicos de una noche que, a día de hoy, parece única e
irrepetible. Una velada que ha empezado con una impactante performance
operística con las voces de Roger Mas y Núria Graham para simbolizar el miedo de
las personas refugiadas y la ruptura de fronteras y muros.
Dos duetos musicales de altura para abrir show
La banda de Xavi Lloses acompañando a Lluís Llach y Manolo García con el himno a
la libertad ‘Venim del nord, venim del sud’ ha sido uno de los primeros impactos
musicales más celebrados de la noche. Llach unido a su inseparable piano y la
emblemática voz de García, que también ha cantado su ‘Pájaros de barro’,
nostalgia que el Palau ha agradecido coreando el tema y acompañándolo con
palmas. El testimonio del cantante catalán lo ha cogido otro binomio de altura,
el formado por Marina Rosell y Paco Ibáñez, que han inmortalizado el ineludible
‘Quanta guerra’ y la reivindicativa ‘A Galopar’, texto de Rafael Alberti, para,
en palabras del cantautor, “demostrar que nos dan ganas de enterrar a todos los
criminales que han provocado esta situación”. “Gracias a Catalunya que ha
demostrado, una vez más, que es un pueblo civilizado y solidario”, ha culminado.
Manos levantadas, y colorido para un ‘Que tinguem sort’
especial
El primero en levantar el Sant Jordi ha sido Macaco gracias a su himno ‘Con la
mano levantá’, el instante de optimismo que ha culminado el contundente discurso
de Toni Borrell, responsable de la plataforma Stop Mare Mortum. Dani Carbonell
ha hecho saltar a todo el público para combatir “hipocresía de los políticos”.
Energía en el recinto antes de vivir nuevos instantes desgarradores y emotivos
como escuchar el himno de Llach ‘Que tinguem sort’ en las voces de dos corales
fusionadas: una catalana, In Crescendo, otra nigeriana, 1st African Gospel Choir.
El Sant Jordi coreando al unísono la canción con luces de los móviles encendidas
ha emocionado a muchísima gente, igual que escuchar a Ismael Serrano cantar su
‘Papá cuéntame otra vez’ con algún cambio en la letra para adaptarla a la causa
migratoria.
El mar, llora; Évole ataca
El segundo bloque del concierto ha empezado con uno de los temas más crudos y
emotivos de la campaña ‘Casa nostra, casa vostra’, el que en su día ideó el
cantante Joan Dausà, ‘Com plora el mar’ para hablar de la realidad de los que
huyen de su país jugándose la vida. Un viaje plagado de peligros, de pérdidas
humanas y de dolorosos recuerdos con el mar de protagonismo y la sonoridad de
Dausà que ha acompañado el movimiento de una improvisada patera entre el público
que ha encogido los 15.000 corazones de los asistentes. En el escenario,
mientras Dausà cantaba acompañado de su piano, un joven luchaba por no ahogarse
en un pequeño recipiente lleno de agua. Desgarradora puesta en escena para uno
de los momentos más emocionantes de la noche. Como ha reconocido Jordi Évole,
“nudo en la garganta”. “15.000 personas reclamando acoger inmigrantes, esto
tiene que ser inconstitucional”, ha soltado con ironía el periodista que ha
criticado que “en un concierto como este haya un palco con autoridades”. La
respuesta del público, inmediata: “Volem acollir”, “prou excuses”.
En busca de nuevos ‘camins’: Sopa de Cabra y Amaral,
juntos
Después el binomio Manu Guix (piano) y Antonio Orozco cantando ‘Mi hérore’ ha
llegado una de las canciones más queridas en Catalunya que ha contado con una
fusión de lujo, pero no inédita. Hace años Amaral ya versionó el tema ‘Camins’
de Sopa de Cabra y, esta vez, la han interpretado juntos ante un público
entregado a una canción que conoce bien. Tras una nueva arenga de Évole, el
mestizaje flamenco de artistas como Farruquito ha inundado el Sant Jordi de otra
sonoridad, recordando las raíces de aquellos andaluces que hace años tuvieron
que migrar a Catalunya en busca de una oportunidad. Joan Manuel Serrat i Judit
Neddermann, que ha sustituido a Sílvia Pérez Cruz, enferma, han cantado ‘Plany
al mar’ en uno de los duetos musicales más bonitos de la noche.
El
‘Mediterráneo’ más especial
Uno de los momentos más esperados de la noche era escuchar en directo la versión
del tema de Serrat que se ha hecho especialmente para la promoción de este
concierto y demás acciones de ‘Casa nostra, casa vostra’ con muchísimas
colaboraciones. Un Mediterráneo con menos fuerza que el vídeo promocional, todo
hay que decirlo, ha retronado en el Sant Jordi después de que Serrat pidiera
“justicia” con voces artistas como Lucrecia, Gossos, Judit Neddermann, Pemi
Fortuny, Manolo García, Marina Rosell, Jofre Bardagñi, Antonio Orozco, Santi
Balmes, Manu Guix entre otros, mientras cuatro colles de castellers hacían
cuatro pilares únicos y desplegaban banderas con el lema “Volem acollir’.
La torre más alta contra los muros
Con las palabras de Clara Segura de fondo en un emotivo relato, las cuatro
colles han culminado a ritmo de gralles una actuación conjunta en la pista que
ha significado uno de los momentos más grabados y celebrados en las gradas del
Sant Jordi. Cargado y descargado sin problemas, la cultura catalana ha cobrado
fuerza y protagonismo en un momento reivindicativo para una tradición castellera
que cuenta con muchos inmigrantes en las diferentes colles. Para terminar el
intenso bloque, Lluís Llach ha cantado junto a Elena Gadel su emblemático
‘Corrandes d’exili’, con letra del poeta Pere IV y la narración y sentida
interpretación de Bel. Tras el exilio, empieza una nueva vida que, en muchos
casos, no mejora la vida que han dejado atrás. El viaje llegaba a su último acto
tras más de dos horas de espectáculo. Y sí, quedaban emociones todavía.
¿Preparados?
Reivindicación a ritmo de fusión y mestizaje
El tercer bloque ha tenido a la fusión musical como protagonismo de un espacio
sonoro con nombres artísticos muy diversos. Ovidi3 y Fermín Muguruza han
interpretado la ‘Cançó de fer camí’, con presencia del político David Fernández
tocando la guitarra y reivindicación para las políticas de acogida en tierras
valencianas y vascas. Muguruza ha puesto su particular universo sonoro con ‘Hitz
Egin’. La saharaui Aziza Brahim también ha dedicado unas palabras sobre la
situación en su tierra, palabras de dolor y agradecimiento con la humanidad que
ha culminado aportando su particular sonoridad oriental que, minutos más tarde
ha convivido con el universo de Los Chichos. Musicalmente hablando, todas las
fronteras y ritmos abiertos a la fiesta reivindicativa del Palau que ha subido
de contundencia con la formación Cheb Balowski que ha unido fuerzas con Txarango
con un ‘No t’adormis’ que ha actuado de estimulante para un Palau exhausto de
fuerzas después de tantas horas de espectáculo. “No estamos haciendo un acto de
solidaridad, estamos exigiendo el derecho al asilo. No nos hagáis responsables
de la no respuesta política, tenemos prisa”, espetaba Alguer Miquel, cantante de
Txarango antes de dar la bienvenida a Feras, exiliado sirio al que conocieron en
un campamento y que hoy se unido a la formación.
Manifiesto y despedida coral a ritmo de Jaume Sisa
Los últimos compases del macroconcierto del Sant Jordi han servido para hacer
llegar un manifiesto con todas las reivindicaciones de una campaña que tendrá su
explosión final en la manifestación que tendrá lugar el próximo sábado por las
calles de la Barcelona y que quieren convertir en la más multitudinaria de
Europa para la causa. “Que nos congelen el corazón y nos duerman la cabeza”,
culminaba un activista antes de dar paso a la actuación colectiva final. El tema
elegido, significativo. ‘Qualsevol nit por sortir el sol’ de Jaume Sisa que han
convertido, una vez más, en un himno especial artistas como Elena Gadel,
Lucrecia, Bonobos, Ana Roig, Oriol Barri, Sara Pi, Itaca Band, Sr.Tomasa, Joan
Masdéu, Clara Peya, Guillem Roma o Ivette Nadal entre otros. Y lo que todavía lo
ha hecho más especial es una conexión desde Grecia con personas refugiadas entre
las que se encontraba Rasol, protagonista argumental de la narración que se ha
hilvanado a base de manifiestos críticos, testimonios vivenciales y música
escogida para la ocasión. Un mensaje directo a la clase política a la que hora
le toca dar respuesta a las inquietudes y el clamor popular que ha convertido el
Sant Jordi en una urna gigante con mensaje claro: “Queremos acoger”.
Voces unidas por el Mediterráneo
El concierto
incluyó duetos inéditos como los de Lluís Llach con Manolo García y Serrat con
Judit Neddermann
El Palau Sant Jordi expresó su solidaridad con los refugiados entre críticas a
la inactividad política
DOMINGO, 12 DE FEBRERO DEL 2017
El Palau Sant Jordi no lo tomó ayer ninguna estrella pop, sino una causa humanitaria que lleva ya casi seis años tiñendo de dramatismo el Mediterráneo y sacudiendo conciencias. Frente a la parálisis política y plantando cara a la hipótesis de la insensibilidad, 15.000 personas acudieron a la llamada de la campaña Casa nostra, casa vostra en una noche de las que en los últimos tiempos no abundan y donde las canciones se fundieron con los llamamientos a la solidaridad y a la acción de instituciones y gobiernos.
Música, mensajes comprometidos y un guion escénico de contornos teatrales a cargo de Carlus Padrissa y La Fura dels Baus, con un metafórico muro levantado a ambos lados del escenario que se derrumbó dando paso a la marea de refugiados sobre las tablas. Un pórtico severo para la noche envuelto en la obertura de La creación, de Haydn, simbolizando el caos y la oscuridad, y donde emergieron dos voces con autoridad, Roger Mas, barítono del abismo, y Núria Graham, dando luego la réplica y cantando suspendida desde las alturas. Tomó la palabra Gemma Nierga para recordar que nuestra guerra civil también causó desplazamientos forzosos masivos y que «esto está pasando ahora en Siria». Presentó a una chica de ese país, Meera, que «tocaba el piano y jugaba a tenis hasta que oyó las bombas estallando cerca de la escuela».
DEL NORTE Y DEL SUR / El piano de cola estaba listo para que Lluís Llach entonara el «canto a la libertad», anunció Nierga, de Venim del nord, venim de sud, en cuya segunda estrofa entró Manolo García imprimiendo su talante aflamencado mientras el ritmo crecía y la instrumentación de Xavi Lloses miraba delicadamente a Oriente. El que fuera cantante de El Último de la Fila completó la escena acudiendo a sus Pájaros de barro.
Otro dueto de altos vuelos, el formado por Marina Rossell y Paco Ibáñez, en torno a Quanta guerra! y alzando luego el tono en A galopar, con el inagotable texto de Alberti. «Una canción que nos da ánimos y ganas de enterrar a toda esa gente, los criminales, que han provocado esta situación», anunció Ibáñez, que se despidió dando las gracias a Catalunya, que, con este concierto, « ha demostrado una vez más que es un pueblo civilizado y solidario».
Músicas y parlamentos fueron alternándose en un guion razonablemente ágil, si bien fue acumulando retrasos. Un espectáculo con intención de ser más que eso y al que acudieron personalidades políticas como la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, el conseller Raül Romeva y la alcaldesa Ada Colau.
Entre los llamamientos de denuncia, el de Toni Borrell, de la plataforma Stop Mare Mortum, que se refirió a la frontera meridional europea que representan Ceuta y Melilla. Ritmo mestizo en la voz de Macaco, Con la mano levantá, con denuncias de «la hipocresía de los políticos». Gemma Nierga apuntó que el drama de los refugiados afecta también a países como Afganistán, Irak y Somalia, en los que «la violencia y el crimen se ha generalizado», y recordó que hay en el mundo 290 millones de personas consideradas migrantes o refugiadas. Las voces corales de In Crescendo y del African Gospel Choir tomaron luego el relevo con una adaptación frondosa de Que tinguem sort, de Llach. La canción de autor más austera se hizo oír a través de la voz y la guitarra del madrileño Ismael Serrano, que recuperó uno de sus primeros éxitos, Papá cuéntame otra vez, en la que rendía cuentas con la generación de Mayo del 68. Joan Dausà acudió al lenguaje metafórico en su intimista Com plora el mar.
Y llegó Jordi Évole, causando revuelo cuando, mirando al flanco izquierdo del Sant Jordi, señaló que en un concierto como aquel «no debería haber palco reservado a las autoridades» porque de su «incapacidad» deriva la dificultad de «resolver el problema». Celebró el éxito de convocatoria y miró un poco más allá. «Hoy somos 15.000, pero el día 18 tenemos que ser muchos más», dijo aludiendo a la manifestación prevista para el próximo sábado.
Antonio Orozco contó con Manu Guix en Mi héroe, y Sopa de Cabra se adentró en sus Camins. Llegó Serrat, excusando a Sílvia Pérez Cruz, «que està malalteta», baja de última hora. Una oportunidad para Judit Neddermann, que fue su cómplice en Plany al mar y en un Mediterráneo coral, con Santi Balmes (Love of Lesbian), Lucrecia, Sílvia Comes... Serrat animó al público a «seguir implicado mañana, y pasado mañana, y el próximo sábado». Volvió Llach con unas Corrandes d'exili que, sin Pérez Cruz, compartió con Elena Gadel y que remató el verbo trágico de Sílvia Bel.
CLÍMAX CON SISA / Versos de choque con Ovidi 3 (la guitarra de Borja Penalba) y Fermin Muguruza, y rumba y ensaladas multiculturales con Los Chichos, la saharaui Aziza Brahim, Txarango y Cheb Balowski. Y cerrando, el reencontrado Sisa con su Qualsevol nit pot sortir el sol, compartiendo sus estrofas, que contienen el eslogan de la campaña, Casa nostra, casa vostra, con voces jóvenes como las de Andrea Motis, Ivette Nadal, Clara Peya... Un final fresco, con un toque de fantasía, para una larga noche con peso e intención política.
Álbum de imágenes del concierto "Volem acollir" (11-02-2017)
Joan Manuel Serrat y la radio con botas.
Esta es la presentación que hizo Joan Manuel Serrat de su
audición “La radio con botas”, el día de su inauguración, el 1 de abril de
1991: *
“Buenas
noches, soy Joan Manuel Serrat, y dadas las circunstancias, me siento en la
obligación de prevenirles que a partir de hoy y a lo largo de tres meses,
estaré con ustedes –si quieren acompañarme– de lunes a viernes a esta misma
hora. Y ustedes se preguntarán qué se le ha perdido a éste en la radio…,
pues tengo mis razones.
Se lo explicaré: todo empezó una soleada mañana de invierno, mientras
paseaba por el rastro de la Plaza de las Glorias, donde los traficantes de
antiguallas ofrecen al mejor postor sus tesoros, ventiladores oxidados,
muebles carcomidos, trajes apolillados,… cuando de repente, entre los muchos
cachivaches en desorden, reparé en una vieja radio. Era arqueología de
primera mano… Me dirigí al viejo mercader que estaba al frente del negocio y
le pedí precio por ello. “No se la aconsejo, amigo. Es una radio con botas”
–me respondió, tomándola entre sus manos con el mismo cuidado con el que se
transporta un plato de sopa llena hasta el borde– “Solo le traerá
complicaciones. Está enferma, enferma de la cabeza; está colgada como esos
abuelos que sólo hablan de sus buenos tiempos, de la república, de María
Castaña. Se ve, que de joven tuvo un revés sentimental y ‘se colgó’ y ya no
hace más que repetir cosas como de que ‘Ustedes son formidables’, dice que
hay Guerra en Corea y no para de contar historias de uno que se pasaba la
vida inaugurando pantanos y persiguiendo a los rojos. El otro día, sin ir
más lejos, yo quería escuchar al ‘Butanito’, la encendí y apareció una tal
Ama Rosa
“Eso
no tiene precio” –grité sin poder contener mi entusiasmo–. “Usted sí que no
tiene precio, amigo” –me dijo–, “¿de verdad que le interesa?… ¡Cómo es la
gente!, ande, llévesela. Se la regalo. Y si le da mucho la lata, pues la
lleva al asilo o la deja tirada en cualquier portal, que la gente no está
para monsergas, amigo… y nadie le va a dar un duro por ella, se lo digo yo”.
Y me la llevé a casa. Y le limpié las heridas. Y ella, despacito, me ha ido
contando todo cuanto sabía de nosotros. No hizo falta enchufarla. Ella misma
se calzó las botas y juntos, de la mano, nos pusimos a recorrer nuestros
ayeres. Ella, con sus botas, y yo con mi memoria. Y en eso andamos. Y por
eso estamos aquí…
Buenas noches, bienvenidos a “La Radio con Botas”…”
* Recopilado originalmente por Paco Escámez Reverte
© Pere Mas Pascual (1997-2017)