Cerveza, risa y desengaños en un patio del Eixample
Juan Marsé estrena novela, 'Esa puta tan distinguida' (Lumen), y
Joan Manuel Serrat vuelve a la carretera para celebrar el 20º
aniversario de aquella reunión de amigos, 'El gusto es nuestro
ANTONIO LUCAS Madrid
ANTONIO LUCAS MadridAntoniolucas75 24/04/2016 Barrio del Eixample de
Barcelona. Exactamente a las 12.00. Juan Marsé tiene en la
habitación de escribir un retrato grande de Jaime Gil de Biedma y
una mesa con rescoldos de papeles sueltos, una boutique de lápices y
rotuladores, ediciones coreanas de sus novelas, una lupa. También un
ejemplar de su nueva pieza, Esa puta tan distinguida (Lumen). Hay
dos sillas bajas de peluche ajado y una la ocupa Joan Manuel Serrat.
La otra es del gato. Marsé y Serrat se ríen juntos desde finales de
la década de los 60, cuando los dos hacían cine, las noches duraban
10 horas diarias y aún acumulaban colillas en los ceniceros, como si
todo el año fuese primavera en Barcelona.
En la distancia corta tampoco se les puede negar la grandeza.
Vivieron en el jaulón del franquismo con intensidad antifranquista.
Uno cantando a la contra. Otro escribiendo a su modo. Cada uno con
su daga en la manga. Es extraordinario escucharlos juntos. Nunca
antes lo habían hecho para un periódico. Marsé sugiere que con el
sol en lo alto la charla pase a la terraza. Y allí, en el patio
menestral, sobre la mesa que ocupó una vieja máquina Singer, con
cervezas y almendras tostadas, arrancan a hablar con una fuerza
centrífuga que va de la memoria al presente y del entusiasmo a la
actualidad, sin pactar nada. Despliegan complicidad y contundencia.
La inteligencia atildada de quien no imposta la voz ni las ideas. En
las letras de Serrat han germinado dos generaciones conscientes del
valor de las pequeñas cosas, palabras de amor, poetas inmensos. En
la obra de Marsé está la penumbra de un cine de barrio, los lugares
prohibidos, la memoria que todo lo ordena, la coherencia de una vida
y sus excepciones. Ambos pasan de sutilezas reglamentarias. Aquí se
muestran cómplices y contundentes, tomando partido hasta mancharse.
En el patio también crece un limonero.
Pregunta.- ¿Cómo era la Barcelona de vuestras infancias?
JOAN MANUEL SERRAT.- La infancia que yo leo en los libros de Juan se
parece bastante a la mía. Hay un decalaje de tiempo, pero no altera
tanto el parecido. Los tranvías en los que nos subíamos en aquella
época, la represión política y los personajes de la calle eran más o
menos iguales. Ambos crecimos en barrios proletarios. Algo que
marca. También de niños jugábamos a lo mismo, y eso es importante.
JUAN MARSÉ.- Así es. Las chapas, las canicas, el fútbol... P.- Este
era un país difícil hecho también de hambre, picaresca, miedo.MARSÉ.-
Y piojos... No faltaba nada... Pero sea como sea, la infancia de uno
es importantísima en la confección de su personalidad. Hay grandes
autores cuya obra está vinculada por entero a la infancia. Incluso
hay quien dice que lo único importante que le pasa a uno en la vida
es la niñez. Aunque no sé si es para tanto. SERRAT.- La infancia es
la época más brillante, en general. También hay quien prefiere no
recordarla, pero es tan fuerte en sí misma, tan echada para delante,
que lo soporta todo. Hasta las infancias tristes y oscuras terminan
rescatando algún momento de risa y de ilusión. El otro día vi unas
imágenes de un campo de refugiados donde unos niños jugaban con
restos de botes de gas lacrimógeno y pelotas de goma que la policía
del lugar lanzó antes a sus padres. Es decir, sobre la destrucción
levantaron su rato de fantasía. Me acordé de mi infancia, de los
veranos de postguerra que pasaba en el pueblo de mi madre cruzando
sobre las ruinas para ir a buscar el pan o desenterrando balas y
casquillos entre los escombros de casas que habían sido destruidas
durante la Guerra Civil.
P.- ¿Y la tristeza?
SERRAT.- Aparecía al descubrir lo que teníamos alrededor: el
sufrimiento de nuestros padres vencidos, de nuestras madres
huérfanas... Pero la niñez se sobreponía incluso a eso. Sobrevivía
por sí misma. P.- ¿Dónde os conocísteis? MARSÉ.- Creo que en el
rodaje de una película de Jaime Camino, Mi profesora particular. En
1972. Aunque quizá nos encontramos antes... SERRAT.- Fue antes, sí.
En una época en la que tú solías trasnochar o prolongabas la noche
en algunos locales de alterne y bebida. MARSÉ.- Ah, claro. Sí, en
los años de la mala vida. SERRAT.- Los mejores años, porque luego
tuvimos que ponernos a trabajar.MARSÉ.- A eso me refería, a la
película de Camino en la que yo colaboraba en el guión como
dialoguista junto a Jaime Gil de Biedma y tú eras actor. Aunque el
primer contacto fue en tugurios, sí. Luego hubo otro proyecto con
Nuria Espert y Mario Gas, La viuda alegre, en el que también íbamos
a estar juntos, pero ése no llegó a salir.
P.- Y os habéis seguido la pista... SERRAT.- Desde Últimas tardes
con Teresa he sido presidente o director, depende del año, del club
de fans de Juan Marsé. He esperado y sigo esperando con ansiedad la
publicación de cada uno de sus libros. Amo profundamente su
escritura, me siento cercano a lo que cuenta y a los temas que le
interesan. Cada trabajo suyo se me hace corto. La obra de Juan es
muy humana. Incluso en el número de páginas, porque conoce las
debilidades del lector. MARSÉ.- Por mi parte, cuando salió el
primero de sus discos, Ara que tinc vint anys (1967), me quedé
sorprendido. Era fabuloso. Y luego está Cançó de matinada, un tema
importante para mí. A raíz de ahí intuí las líneas del charnego que
luego sería el Pijoaparte. En esa canción ya estaba dibujado. Era en
1966 y salió a la vez Últimas tardes con Teresa. Entonces el
personaje aquel se me hizo muy entrañable, igual que el cantante
aquel que aún no conocía. Luego he vivido momentos intensos en los
que Serrat estaba ahí de un modo u otro, como cuando regresó del
exilio en México. Me contaron que preguntó a los periodistas que le
esperaban en el aeropuerto si yo andaba por ahí. No pude ir, pero sí
estaba de su lado. Y después, cuando me propusieron hacer la
película de Últimas tardes con Teresa pensé en él como protagonista.
P.- México fue importante para los dos. Acoge durante un año a
Serrat, debido a la orden de busca y captura que el franquismo
emitió contra él; y allí se publica Si te dicen que caí, de Marsé,
prohibida en España por la censura. SERRAT.- México ha dado un gran
soporte a la resistencia política española. Es un país de asilo muy
generoso. Lo más destacado de nuestro ámbito intelectual encontró el
camino allá cuando la Guerra Civil y la dictadura los prefería
muertos. El cariño de México por España, sobre todo por la España
del arte y las ciencias, del trabajo y del esfuerzo, aún se
mantiene. No tanto por la España de la conquista, hacia la que
mantienen una actitud comprensiblemente beligerante. MARSÉ.- Con
toda la razón... A México le debemos, entre otras cosas, la acogida
de parte de nuestros intelectuales antifranquistas. P.- La que no
pasa por sus mejores momentos es la cultura en España, abandonada o
despreciada por el Gobierno en funciones durante la última
legislatura. MARSÉ.- Les importa un carajo la cultura, empezando por
el IVA al 21% y continuando por todo lo demás. Y lo que es peor,
desprecian la memoria. Eso no tendrá solución hasta que no se dé un
cambio de Gobierno. No veo en ningún gesto que el llamado Ministerio
de Cultura tenga alguna idea o fuerza para resolver este asunto. Y
eso responde a una actitud que no debemos considerar espontánea,
sino más bien algo bien pensado y articulado bajo la idea de que la
cultura les molesta y hay que eliminarla del espacio público.
SERRAT.- Estoy con Juan. Es un empujón al vacío. La cultura ha
estado siempre cerca del progreso del individuo, de la Ilustración,
de un mundo más sabio y tolerante. Eso no coincide con los intereses
de nuestros actuales administradores, de ahí que su respuesta sea la
coacción de la cultura, de los artistas, de los científicos, de los
maestros... Y eso sólo tiene un resultado: empequeñecer al país,
dejarlo menos capacitado para afrontar la complejidad del futuro. Un
país sin una cultura que empuje es un territorio desolador e inútil.
Somos uno de los países con peores resultados académicos entre los
estudiantes. ¿Nadie va a investigar el por qué de esas cifras? No es
normal que tantos miles de jóvenes hayan tenido que agarrar los
bártulos para buscar un horizonte laboral en el extranjero. Estamos
dejando perder todo ese capital humano e intelectual de un modo
grosero. Esto es algo que va más allá de las cifras de déficit o del
PIB.
MARSÉ.- Está bien que incidas en la Educación como origen del
problema. La cultura como concepto es algo difuso, pero la Educación
es absolutamente precisa. Ahí está el gran fracaso. El sistema
educativo es nefasto y lo que hizo el señor Wert fue un paso atrás
tremendo. Rompió los equilibrios. Y ya si miras al ministro de
Cultura el espectáculo es lamentable, hoy sólo se ve a un figurón de
barba florida. P.- ¿Entendéis qué sucede en la política desde el
20D, por qué esta falta de horizonte y de acuerdos? MARSÉ.- Renuncié
a entender las actitudes de los políticos que están manejando el
cotarro en este momento y en los dos países: en España y en
Cataluña. O son unos incompetentes totales o son unos sinvergüenzas.
El espectáculo que están dando sobrepasa todo lo imaginable:
corrupción, impunidad, impericia... Lo de Valencia y el PP es un
abuso fallero. Por eso renuncio a comprenderlos, sé que no valen
para nada pero aun así nos generan una fatiga excesiva. ¿Para qué
voy a indagar en lo que puede pensar Mariano Rajoy si no tiene nada
que decir, ni que pensar? P.- ¿Y en cuanto a la izquierda? MARSÉ.-
Es muy grave que no puedan ponerse de acuerdo para cambiar todo eso.
Muy grave... Están un un momento Grucho Marx: estos son mis
principios, pero si no les gustan tengo otros. SERRAT.- Yo sí
entiendo algo, pero lo que entiendo tiene un fondo deprimente.
Asumir a lo que está ocurriendo con un Gobierno en el cual buena
parte de sus altos responsables están nadando en mierda, de Blesa a
Rato, pasando por Bárcenas y la rama del partido en Valencia, es un
exceso. Igual que la parodia de los Pujol en Cataluña. Unos y otros
son unos sinvergüenzas aprovechados del cargo. Eso se entiende sin
problemas. Lo incomprensible es que no haya una respuesta del
partido (o partidos) ante el panorama que tienen dentro.
Paradójicamente es la Guardia Civil y los jueces los que están
proporcionándonos en este caso algún resquicio de confianza a los
ciudadanos... El desánimo es generalizado, da igual que mires hacia
España o que mires a Europa. P.- ¿En qué sentido? SERRAT.- En el de
la vergüenza que provoca el trato que se está dando a los
inmigrantes y refugiados. Europa es, en este asunto, una mierda. Un
supermercado siniestro que no sirve ya para transmitir los valores
que durante generaciones ha creado y expandido por el mundo. Europa
es la gran vergüenza global. El interés que yo podía tener por el
sentimiento de identidad europeo ha desaparecido. Han bastado unos
pocos años para borrarme el entusiasmo de pertenencia. MARSÉ.- Esta
falta de solidaridad ha dejado ver las mentiras de una Europa que
sólo tiene ya interés para unos cuantos financieros. Cómo es posible
que con toda la historia que arrastramos dejemos abandonados en la
peor de las miserias a miles de seres humanos que sólo aspiran a
algo tan legítimo como salvar la vida.
SERRAT.- Ya solo cabe la dignidad en los ejemplos individuales o de
los pequeños colectivos que están respondiendo con humanidad como no
lo están haciendo las grandes instituciones. Ellos son los que
salvan la especie. El problema de los refugiados ha vuelto a poner
en su sitio a los responsables de la UE, a los dirigentes y a sus
palmeros. MARSÉ.- Esos a los que se les llena la boca con palabras
de fraternidad. Esos que guardan su dinero en los paraísos fiscales
inventados exactamente para sus fortunas. El mundo es de ellos. Lo
de Panamá es una mina por descubrir. P.- En Encerrados con un sólo
juguete (1960) Marsé se preguntaba: "¿Tiene algo que ver la vida con
lo que llevan los periódicos?". MARSÉ.- ¿Ya entonces me preguntaba
eso? Pues creo que no han cambiado mucho las cosas en todos estos
años. Dijo Nietzsche algo para reflexionar: "Cien años más de
periodismo y las palabras apestarán". Es una exageración, pero
pensemos en ello ahora que los periódicos están invadidos de
política y agonizando por las nuevas tecnologías. En términos
generales se presume mucho de la tecnología y de lo bien que nos
conecta con los demás, pero estamos más desinformados y solos que
nunca. La información está más controlada que en ningún otro momento
de la Historia. No creo que con más aparatos sepamos más. Veo que
gustan mucho esos caramelitos que dispensa la tecnología, pero cada
vez sirven menos para hablar... Yo no tengo móvil.P.- ¿Se os cuela
el estado de ánimo a la hora de escribir? MARSÉ.- Al escribir
prefiero ser neutral y tener como herramienta principal mis
intereses literarios y mis fobias personales, pero me gusta echarle
humor a lo que hago y a través de la sátira y la ironía dejar que se
cuele el presente. En esta última novela, Esa puta tan distinguida,
hay bastante coña sobre algunos políticos y lo que se llama
actualidad. Pero el tema central es otro: la memoria. SERRA.- Es
imposible que aquello que uno ve y vive no se filtre en las
canciones. Al menos en las mías. Pero lo que asombra no es lo que
sucede, sino que no deje de suceder. Eso me desarma y me indigna.
Incluso me desmoraliza. He luchado a mi manera, como tantos otros,
porque las cosas sean de otro modo y a veces creo que no he
conseguido demasiado... Lo que en ocasiones se cuela en mi trabajo
es el desánimo de ver que algunos asuntos están en un lugar parecido
a como las dejamos hace 40 años. Aunque no pierdo la esperanza.
MARSÉ.- Y no conviene olvidar que nosotros empezamos a movernos en
pleno franquismo. P.- Marsé escribe en español y Serrat tiene el
bilingüismo afianzado en su obra. ¿Veis posible una Cataluña de un
sólo idioma? MARSÉ.- Es un delirio. Esta es una sociedad bilingüe,
guste o no. Y resulta grotesco la propuesta del catalán como única
lengua la firmen lingüistas y juristas. SERRAT.- Lo que pretenden
sólo se podría conseguir aplicando un duro régimen fascista. Otros
lo han hecho a lo largo de la historia. Cataluña ya ha sido víctima
de situaciones de ese tipo. MARSÉ.- Pero aquello fracasó. SERRAT.-
Bueno, el franquismo consiguió mucho también en este ámbito. Dejó la
cultura catalana convertida en sardana. MARSÉ.- Uno de los problemas
es que parte de la burguesía catalana adherida a la dictadura aceptó
desterrar el catalán. Pero no lograron acallar el catalán. SERRAT.-
Aunque yo me refería a algo peor. A que el catalán fue silenciado en
los colegios, en los periódicos, en la televisión. Si aquello no era
el ostracismo lingüístico se acercaba mucho. P.- Al final os salvará
el Barça. MARSÉ.- No sé, no sé. SERRAT.- El Barça y el amor.
Encuentro de Juan Marsé y Joan Manuel Serrat. Juan Marsé. JOSÉ AYMÁ
Joan Manuel Serrat. JOSÉ AYMÁ A la izquierda, Antonio Lucas con los
dos entrevistados. JOSÉ AYMÁ