Sinceramente tuyo, Joan Manuel
 

Por : ALBERT JORGE JOVELL

Escribo estas líneas, estimado Joan Manuel, a la vez que les digo a esos locos bajitos de mis hijos, que parecen de goma y que pareciéndose a mí me dan la primera satisfacción, que eso no se hace, que eso no se dice y que eso no se toca. Y entre tecla y regañina, siento la necesidad de expresarte en este escrito mi agradecimiento y mi admiración, nada menos hoy, que las musas han pasado de largo, y antes de irme unos días a Argentina, donde siempre me preguntan "y vos, ¿qué sabes de Serrat?". Te doy las gracias porque tus canciones han inspirado la memoria de mi vida.

Para mí, que como enfermo de cáncer siento que los meses empiezan ya a contar como años, eso es importante. Te conocí en los singles de cuatro canciones que mi padre compraba y que nosotros escuchábamos sin cansarnos porque tú haces camino al cantar, golpe a golpe, verso a verso. Por eso, cuando encontré la piel de manzana de mi vida me declaré con paraules d'amor senzilles i tendres, dejando que después se convirtiera en mi Lucía, la más bella historia de amor que tuve y tendré, recordándole a su corazón que existe siempre una
razón escondida en cada gesto. Y así seguimos juntos, escuchando tu música y esperando llegar un día a ser els vells amants.

Contigo descubrí a poetas castigados como Miguel Hernández y Antonio Machado. Aprendí a revelarme contra la injusticia entonando Para la libertad y conseguí reconciliarme con el Pare cantando la Saeta. Descubrí el pasado histórico de la generación de nuestros padres oyendo Temps era temps y escuché ese hermoso y didáctico tratado de ética cotidiana que versa el tango de Enrique Santos Discépolo Cambalache. Compré tus discos, me aprendí tus canciones y te seguí por plazas de toros y palacios de deportes. Bendita música. Reconocí en "qué bonito es Badalona" el pueblo pesquero en que había nacido mi madre, convertido ahora en ciudad metropolitana.

Algunos días me dormí soñando que era Curro El Palmo buscando con la mirada a Merceditas, la del guardarropa, del tablao del Lacio. Otros días soñé que andaba subiendola cuesta, porque arriba mi calle se vistió de fiesta y allí nos brindamos a la magia del pasar de todo montados en el carrusel del Furo. Aún hay días que me despierto tatareando Cançó de matinada, mi particular himno del amanecer. No eres extraño en ningún rincón de mi vida, porque aunque el nano sólo hace 40 años que tiene 20 años, es para mí un Vell trobador. De ti cogí prestada la idea de poner uno de mis nombres en catalán y el otro en castellano, para mejor acogida de las dos lenguas con las que me crié, una paterna y otra materna.

Desde el pasado 25 de octubre no hago otra cosa que pensar en ti y no se me ocurre nada que decirte, más que puedo entender perfectamente por lo que estás pasando y que mi agradecimiento y admiración por ti han aumentado. "Es caprichoso el azar". Tu mensaje público de fortaleza y esperanza es de gran utilidad para nosotros, los estigmatizados enfermos de cáncer, y para sus familiares. Has cumplido con el ejemplo uno de esos manojos de sueños de seria fantàstic ir por la vida sin cumplidos y nombrando las cosas por su nombre. En tiempos de incertidumbre, has demostrado que son perfectamente compatibles la dignidad humana y la enfermedad. Una vez más, como en muchas de tus canciones, has llegado a emocionarme, en estos momentos de desasosiego, al dar tanto significado a la vida y al llenar de ilusión la palabra esperanza. En estos años de supervivencia, ha prendido a valorar
aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón, y que hacen que lloremos cuando nadie nos ve. Y cuando mi alma de marinero necesita llorar, me acerco a contemplar los atardeceres rojos del Mediterráneo, al que se acostumbraron mis ojos como recodo al camino, buscando encontrar en el horizonte mi "barquito de papel".

Por eso, por no apagar la llama de la fe, y por haber llenado con tus canciones de conocimiento y sentimientos los afectos soy sinceramente tuyo.

Muchas gràcies, Joan Manuel. Hoy puede ser un gran día.

Pere Mas (1997-2018)